Partida Rol por web

- ¿Quién sabe si este puto caldo de pollo será lo último que pruebe? - Lanzó la pregunta al aire, pero no dejó que nadie la contestara, pues siguió con su recurrente verborrea. - En el mundo que nos rodea, la vida vale menos que tus cocidos, Russie... - Soltó una carcajada. - Para ti tengo... - Empezó a buscar en la mochila que siempre llevaba a su espalda. - Un paquete de pilas AA. Ocho en total. Una cartera de piel marrón para poner putas fotos. Tengo algunos objetos de bisutería, abalorios y mierdas de esas. Una radio... Aunque ya nadie retransmite los partidos de fútbol. - Comenzó a reír de nuevo. - Y una caja de condones que caducó en el 2034. - Soltó de nuevo una risotada. Víctor estaba ese día de muy buen humor. Algo raro en él. - Éste puto cojo te ofrece dos trueques por tu pollo.

-Y bien que se come y se bebe -confirmó con su sonrisa y cierto peloteo en su expresión. La tormenta no llegó a descargar.

Doc Balas estuvo muy tentado de entrar en el asunto del pollo. También él llevaba una mochila cargadita de algunos trastos interesantes y útiles. Y el caldo olía tan bien que resucitaría a un muerto.

-Me cago en la hostia, Russie. Hasta el Trapis regresaría al puto mundo de los vivos con una cucharada de esas.

Se encogió de hombros. No jodería el plan al viejo locato, a fin de cuentas se le hubo adelantado en la propuesta. A otra cosa, mariposa.

-Oye, y tú que conoces a tanta gente y escuchas conversaciones día tras día, ¿has oído hablar de una secta con rituales mierdosos y sacrificios de personas? -Miró con interés a la dueña de El Santuario- Atendí a un moribundo hace unos pocos días; deliraba, pero dijo cosas...parecía muy seguro -se inventó, así como si nada.

Tony actuó como cabía esperar, ni más ni menos. A pie, es decir, cuando era un simple peatón, se le podía considerar, valga la metáfora, como una veleta. Si el viento soplaba favorable del este... se dejaba arrastrar por él. No podía decirse que le hubiese ido mal. De todas las posibilidades, optó por seguir al lugarteniente del Masca. En cambio, cuando se ponía al volante, sufría una brutal transformación, dejaba de ser esa persona paciente y casi que cobarde, convirtiéndose en un cocktail brutal de testosterona y adrenalina.

Eso ocurrió en esta ocasión... otra vez. Lo lógico sería continuar con el Filetes, pasando de Vanesa y de su "guerra" con éste, pero ¡¡no!! El Tony Chevrolet piloto era un tipo temerario como pocos.

Si, lo tenía claro, si la chica optaba por enfrentarse al Filetes, ¡qué demonios! al carajo el malparido alfeñique y sus secuaces, la ayudaría, joder que si la ayudaría... - pensó Tony, guiñándole un ojo de manera imperceptible a Vanesa a través del espejo para que comprendiera que estaba con ella.

—¡Sea pues! —contestó Russie tomando un par de las cosas que había ofrecido el Psíquico —. Me vendrán bien estas dos. Ahora pido que te lo traigan.

—¿Eh? —preguntó extrañada a la rápida interpelación de Balas, tras pensar un par de segundos se aproximó a los dos y añadió en susurro:

—Esto es casi una secta... Todos en torno al Masca haciendo lo que el dice... O más bien no haciendo lo que él nos prohíbe. Supongo que así hay más sensación de libertad pero... Buena suerte ahí fuera. Ahora pido que os traigan la sopa. Nixi no te atragantes, con calma que nadie te lo va a robar.

Se quedaron solos durante un breve número de minutos hasta que finalmente uno de los que trabajaba para Russie trajo el último cuenco de la noche.

Russie no tenía ni pajolera idea acerca de lo que estaba hablando. Lo cierto era que Víctor tampoco de enteraba demasiado, eran todo rumores y habladurías, pero bastante fiables o cuánto menos lo suficientemente conspiranoicos como para que fueran del agrado del psíquico.

- Pues aquí lo tenemos... - Dijo Víctor. - Caldo de pollo. Hacia mucho que no probaba uno... - Afirmó.

Aquel hombre comenzó a comer. Lo hizo sin hablar demasiado y aparentemente sin degustar lo que de llevaba a la boca. Comía ciertamente agazapado sobre el plato, protegiéndolo con los codos y mirando de lado a lado sospechoso. Cucharada sopera cucharada fue vaciando el plato hasta que en menos de cinco minutos lo hubo vaciado del todo.

- Pues escuché que esa peña buscaba algo. - Afirmó una vez dejó atrás su conducta alimentaria carcelaria. - Tenían una estructura jerárquica, claro. El líder era siempre un hombre desconocido para la mayor parte del resto de la secta, aunque transcendió algún nombre. Armando Marotti, era un italiano, pero no era albino. Éste estuvo a punto de entrar en la cárcel, pero sus abogados eran buenos...

Vanesa sabía que el filetes acostumbraba a sentirse seguro creyéndose intocable, además era muy aficionado a una Navaja Española una reliquia que decía haber sustraído del almacén de una tienda desvalijada eones atrás la cual estaba situada al sur de "Las palmeras". Sin embargo a ella nunca la impresionaba aquello, de hecho le consideraba un necio por presumir inconscientemente de sus debilidades.

Sabía que el blanquito tenía algo interesante que contar y aquel tarado no la dejaba enterarse de aquello así que decidió eliminar el problema de la ecuación. Dedicó una mirada breve a "Chevy", lo leyó en sus ojos... Deseaba impresionarla, así que uno menos. Entonces fue rauda y levantó el juguete que la convertía en una auténtica Zorra Peligrosa y disparó gritando:

—¡Cállate y sé buen filete!

Todo sucedió rápido y acabó igualmente rápido: "el filete" no era tanto tonto como esperaba y se olía el movimiento, "Chevrolet" quiso detenerle echándole una mano a la chica pero no llegó a tiempo. Sin embargo Vanesa no era una damísela en apuros.

BANG

El hombre del "Masca" había sido fileteado. Al menos su cabeza que se encontraba desparramada sobre el polvoriento y agrietado suelo de asfalto.

Afortunadamente no había nadie para verlo... A excepción de "El albino"

—¡Vale, vale! No me dispares. Sácame de aquí y te lo cuento todo —hizo el amago de incorporarse pero se detuvo al ver que estaba observándole de muy cerca—. Joder estoy dolorido, no puedo hacer nada. Dejadme levantarme joder. Ugnhhh.

Dio un par de pasos y entonces tomó carrerilla contra el cuerpo del filetes para propinarle una fuerte patada.

—Cabrón.

Su rostro estaba enrojecido pero no por el esfuerzo. Su piel era harto delicada y el sol hace tiempo que dejó de ser el aliado del ser humano. No tardó en cubrírselo rápidamente con la capucha. 

El sitio en el que se encontraban estaba oscuro. Era uno de las múltiples edificaciones que se encontraban a las afueras que dado su estado de deterioro y por su lejanía al resto del asentamiento se habían dado por perdidas. Sin embargo eran ideales para lo que querían hacer máxime si se buscaba intimidad.

—Vale, ya habéis hecho vuestro numerito intimidatorio, no hace falta que sigáis insistiendo. Al "Trapis" lo mataron, es algo vírico y contagioso. Creo que el "Masca" busca controlar más este lugar y para eso está lanzando esto... Así podrá justificar convertir esto en un estado de sitio.

Mientras sus dos compañeros de mesa comían y tragaban, Doc los observó al principio. Daba la impresión que el viejo pensase que le iba a quitar los tropezones de pollo de un momento a otro, protegía su plato igual que un padre la virginidad de su hija.

- A saber si es pollo...-señaló en broma con cierta malicia- Si os pasáis luego el día cagando a mí no me busques.

Miró en derredor. Nada nuevo. Bueno, faltaba una de las putillas y su cliente, el bajito rechoncho de la barba y pelo rubios. Se aclaró la garganta, bostezó.

-Esa historia es vieja. Tanto como tú. Hay mucha mierda de rumores. Por todas partes donde voy tarde o temprano alguien me suelta la chapa. La verdad es que me la sopla, Víctor.

Tosió.

-Yo respiro, remiendo, como y follo cuando puedo. Ya me vale. Eso y conocer gente es lo que más me mola. En particular respirar.

Así de simple.

Se escucharon un par de gritos, dolor y miedo, de mujer en la parte de atrás del garito, la que servía de picadero -Joder -Alzó la vista hacia Russie.

- ¡Tranquilo Doc! - Exclamó Víctor. - Es Angie, ella es así. ¡Eufórica! - Y soltó una risotada.

Momentos después se escuchó ruido de cristales. Algo había golpeado contra el suelo. Algo de cristal. ¿Una lamparilla de la mesilla de noche que había junto al colchón húmedo y mohoso donde...? ¿O un vaso? Fuera lo que fuera vino sucedido de más gritos y esta vez de palabras de auxilio.

- ¡Mierda, no! - Víctor se puso en pie. Miró a Russie y luego a Doc. - ¡Vamos joder! - Dijo armado con su escopeta recortada y dirigéndose hacia la parte trasera del garito.

—¡¡Waoooooo!! Hija de puta - exclamé, con sorpresa y excitación - No me esperaba una reacción tan rápida a mi sutil señal de que estaba con ella. Cuando quise tomar conciencia la sesera del Filetes abarcaba unos cuantos metros de desgastado asfalto... peor para él - pensé.

—Eres rápida, Vanesa, si señor jajaja... ¿y ahora qué? ¿nos levamos al blanquito? 

El tipo albino se puso más blanco aun si cabe, casi translúcido diría yo. Era evidente que lo principal era quitarse de enmedio, a saber cuantos hombres del Masca había cerca o podían habernos visto... y no es algo que perdonen, reventar a uno de ellos, por muy peón que se trate... Así que montamos nuevamente en el 4x4 y nos encaminamos a las afueras, donde podríamos sentirnos un poco... "más seguros" para hacer lo que Vanesa tuviera pensado hacer con el blanquito.

Había un edificio no muy grande, ni mayor ni menor que los que lo rodeaban, era perfecto, un inmueble que no destacaba para nada con respecto al resto, difícil de singularizar en un ataque. Entramos por la oscura abertura que antaño fue un selecto aparcamiento y estacionamos lo más alejados de la entrada.

Allí el lechoso nos contó no se que de un virus, que al Trapis lo mataron... si el rostro es un reflejo del alma... en ese momento Tony parecía un miserable en el purgatorio, pues esa información le descolocó totalmente, enfrentarse a algo que no podía ver ni tocar... dios... echó un vistazo por encima de Vanesa y vió su coche... tuvo que hacer un esfuerzo titánico por no correr hacia él y salir echando hostias de allí. 

Arrugó la nariz y rodó los ojos. No pasaba un día sin algún tipo de bronca y pelea. Aunque en el local de Russie no era habitual, conociendo como las gastaba la mandamás de la escopeta. Pero de imbéciles el mundo estaba lleno.

Doc se tomaba las cosas desde cierta distancia. Su profesión, sus habilidades médicas y su olfato para evitar situaciones "delicadas" le permitieron cuidar de su pellejo hasta ahora. No faltaban las cicatrices en su cuero y en su alma, claro. Pero conservaba todos los dientes y extremidades. Que ya era mucho en estos tiempos caóticos y violentos.

Eso no quería decir que cuando no quedaba más remedio que soltar, y recibir, hostias, se pusiera a ello. Esquivaba esos momentos, no los rehuía una vez en el lío. Y una cosa que le tocaba demasiado los huevos era que se metieran con las putas. Con las mujeres en general, pero con las chicas que ofrecían sus tetas y su coño para darte un poco de alegría, en particular.

Así que se puso en pie y de su manga surgió solo la punta de un bisturí muy afilado. siguió y adelantó al renqueante viejo.

-Quédate aquí, Berenice -ordenó sin dar pie a réplica alguna. Russie ya estaba saliendo también con su recortada y cara de perro.

Se encontraron al gordinflón rubio con las bolas al aire, empuñando un cuchillo en una mano y una botella de aguardiente en la otra.

-¡Esta puta no sabe mamarla! ¡Y no se deja que le de por culo! ¡La hija de puta mierdosa! ¡La voy a matar y al que se ponga por medio, maricones!

La pobre Angie estaba acurrucada en el suelo apoyada en las tablas de la pared junto al barbas. Su bonito cuerpo lucía ensangrentado con varios cortes aquí y allá. Tenía un labio partido. Angie era fuego en la cama, eufórica como la describió Víctor, pero no precisamente una mujer belicosa. Dulce y afable.

-¡Eh, capullo! Cálmate un poco, suelta la navaja y con suerte saldrás vivo de aquí de una pieza.

"Aunque tal vez con el culo reventado".

Doc Balas no era un héroe. Él tampoco lo era, pero... ¿Quién cojones podía considerarse un héroe en los tiempos que corrían? Eso no quería decir que de tanto en cuanto y en el límite de sus posibilidades, no plantaran los huevos para defender a los que sufrían injusticias.

- ¡Bien dicho, Doc! - Exclamó Víctor reforzando las palabras de Balas. En ese momento cargó su escopeta. Ese sonido siempre tenía un efecto disuasorio. - ¡Tira la jodida navaja y sal de aquí echando leches, payaso! - Le gruñó a aquel tiparraco.

Justo entonces, cuando aquel baboso estaba a punto de mearse encima, se escuchó un estruendo en la parte exterior del inmueble. Alguien acababa de aporrear la puerta trasera. Doc, Russie y Víctor se miraron extrañados y entonces una nueva patada provocó que la puerta de viniera abajo cayendo sobre el gordinflón rubio.

Tres tipos con muy mala cara accedieron al interior del local. Víctor no los conocía de nada, pero parecía gente normal y corriente salvo por unas visibles ronchas que ocupaban prácticamente el total de su piel. Dos mujeres y un hombre y los tres con cara de muy pocos amigos.

- ¿Qué... qué diablos? - Masculló el viejo loco.

El primer tipo no era ninguna amenaza... Diablos casi se le podría considerar únicamente un payaso desgraciado que previsiblemente había tenido un gatillazo con Angie.

Aquellos tres tipos, eran otra cosa. No sólo por su actitud violenta, si no por las ronchas que cubrían su piel... Eran eso sí menos abundantes que las que cubrían al "Trapis" pero inevitablemente recordaba a las de ese tipo. Las dudas asaltaban a todos los que allí estaban como testigos de aquel momento. 

—Aghhh, ugnh... ¿Qué fue eso? —preguntó el gondinflon mientras intentaba salir del gran panel que lo había enterrado. Bajo su cuerpo se escuchaba el lento jadear de Angie quién también había sido sepultada por las carnes de su ex-cliente. El poco erótico rubio intentó asomarse al exterior para huir de aquel ataúd de cristal que estaba horadando su piel provocándole cortes que no eran demasiado profundos gracias a la grasa que protegía y mataba sus órganos a partes iguales.

—¡Russieeeee! ¡Ven aquí cabronaaaaaa! —gritaban arrastrando la última vocal, en cuanto creyeron reconocerla en la multitud— ¡Mira lo que ha me ha hecho tu puto guiso!— Gritaba uno de ellos.

—¡Me has envenenado y es contagiosa esta mierda! —volvió a declamar provocando el miedo en todos los que estaban en el local de Russie. Algunos cuencos de pollo fueron derramados y saltaron por los aires. El miedo hizo que algunos pegasen un brinco y un par de banquetas cayesen. Un tercero se cayó hacia atrás del traspiés que dio.

Estaban armados con escopetas por lo que esta vez había menos valientes y sí muchos clientes asustados, uno de ellos se adelantó unos pasos mientras un pasillo de gente que se estaba frotando su piel buscando algo, se abría camino para evitar entrar en contacto con aquellos hombres.

—¡Ven aquí mala puta que al menos nos vamos a asegurar de que sientas estos malditos picores! —Bramó antes de asirla de un brazo mientras ella se defendía, así como defendía su comida.

La cosa estaba confusa. Doc no había pensado que la mierda que cubría el cuerpo del Trapis fuese más que el resultado de la puta vida que llevaban, la basura que comían y bebían y el veneno que respiraban. Y ya era tarde para una autopsia.

Y, vale, que era un buen médico para estos tiempos, pero no un dios de la medicina. Ni de lejos. Lo suyo era más reparar y remendar a los tipos y tipas de dos patas que intentaban sobrevivir.

Miró a Russie un segundo, a Víctor, con aire de que no fuese a liarla más. A saber.

¿De verdad sería el pollo? Hum. El Trapis estaba muy jodido si solo se comió un trozo de pollo. -Eh...Nos tranquilizamos, chicos. Suelta a Russie, lo hablamos.

Se adelantó unos pasos sin aire de amenaza alguna para sacar a Angie de allí abajo, y así, como si nada, le soltó un fuerte codazo al cabrón rubio en plena cara, con intención de hacer daño. Médico. Bueno, también un hombre. Luego le cosería la nariz. Entonces reconoció a una de las tías.

-Tú eres Mónica. El mes pasado te saqué una puta bala de la pierna. Soy Doc Balas. Oye, cuéntanos que pasa.

Mónica era la típica chica que se dejaba llevar por impulsos, pero no le pareció una borde agilipollada.

Estaba extrañamente tranquilo, pese a lo alocados últimos minutos, allí en aquel edificio junto a Vanesa y el blanquito me encontraba bien, sereno. Tanto que decidí sacar uno de los pitillos de elaboración propia que guardaba en el coche. Prendí un poco de yesca para encenderlo y aspire una larga calada, mientras observaba como mis acompañantes me miraban con cierta envidia. El tabaco era algo que no abundaba por allí.

Le ofrecí el piti a Vanesa que lo tomó con presteza, mientras me dirigía al blanquito:

-Bien, colega, no me pareces tan peligroso como hace un rato, igual hasta eres inofensivo... ¿empezamos por el principio? - dije - ¿cual es tu nombre, blanquito? - pregunté, recuperando el cigarro de manos de Vanesa...

Las cosas se ponían feas por momentos. Aquellos tipos eran sin duda alguna unos jodidos alborotadores. ¿Qué pruebas tenían de que era el pollo de Russie, el causante de aquellas rochas? Víctor esperaba que ninguna, pues había comido esa sopa. No había notado nada especial. El sabor era bueno, todo normal, pero... ¿Y si tenían razón? Eso le preocupaba bastante, pero también le preocupaba el preciso momento en que se encontraban.

- ¡Oye, yo también he comido de ese pollo! - Exclamó Víctor. - Sinceramente, no creo que sea el pollo. - Dijo tras venirle a la mente una reflexión espontánea. - No puede haber sido el pollo. Russie dice que se lo han traído hoy, pero el Trapis ya estaba muerto esta mañana y ben cocido al sol, con las mismas ronchas que vosotros. - Argumentó. - ¡Soltadla, joder!

Esperaba que con aquello bastase. No lo creía pero si lo esperaba. Al fin y al cabo lo que acababa de decir tenía bastante sentido, aunque por otra parte, aquellos tiparracos no estaba en posición de pensar con demasiada claridad. La cosa estaba fea de verdad, por lo que no se separó de su arma y de hecho la asió todavía con más intención.

—Lucas... Lucas es mi nombre... No blanquito, aunque no es lo peor que me han llamado. Supongo que ser albino en estos tiempos no es lo mejor... Pero yo no lo escogí.

—Bueno... Supongo que con ese "buga" que te gastas, estarás pensando en darte el piro.