Partida Rol por web

El sol lleva brillando todo el día en el Risco, a tan solo una noche de viaje desde el asentamiento del Clan de las Tres Garras. Sin embargo, unas nubes negras están empezando a robar algunos rayos de luz y amenazan con encapotar el cielo. Será mejor darse prisa, pues la lluvia borrará cualquier rastro que puedan haber dejado mamuts y ciervos negros en su migración a tierras más cálidas.

Lleváis horas andando y todo el clan espera que traigáis un buen ejemplar para el festín de esta noche. La natalidad se ha disparado desde el final de la guerra con el Clan Cola de León y hay bocas que alimentar, cuerpos que abrigar y estómagos que llenar. «Sois el mejor grupo de cazadores», como bien os ha recordado Kushim-Aha Garrahueso en numerosas ocasiones, aún con reservas de que os «acompañase ese chico salvaje», en referencia a Kal. «Que no os retrase».

Creéis estar siguiendo el rastro de un pequeño mamut que parece haberse desviado de su manada. Milo, uno novato y despreocupado cazador que ha empezado a acompañaros por primera vez este otoño, se ha adelantado. El terreno comienza a ascender y las pisadas del animal se hacen más pronunciadas.

—¡Aquí! ¡Lo  he encontrado! —exclama la voz de Milo desde lo alto de la colina, donde todavía no podéis verle. 

Seguidamente se oye el espeluznante grito de un mamut asustado. Y, por la sensación que os da, no es tan pequeño como creíais.

El sol en lo alto, el viento en la cara, siguiendo un rastro de mamut y preparado para darle caza, que más podía pedir, tan solo que Lomo nevado no se impacientase demasiado por la lenta marcha de algunos miembros del clan. Taliz era feliz estando de caza. Como siempre se adelantaba al grupo para seguir el rastro y llevarles a un buen lugar donde abatir rápido a la presa. Pero en esta ocasión uno de los jóvenes inexpertos, Milo, se estaba adelantando mucho al grupo. El clan necesitaba una buena presa y la necesitaba ya. Por este motivo habían venido algunos jóvenes, para ayudar y luego cargar con la carne y pieles.

Esta mañana al poco de salir del campamento, Talik le había dicho al grupo que el se adelantaría para buscar un bien rastro. Y al joven Milo, que aspiraba a convertirse en un buen cazador.-Milo los cazadores han de seguir los rastros y acechar a las presas, hasta tenerlas en el lugar adecuado para atacar. Pero no deben ser detectados hasta el último momento. Yo me adelantó al grupo y cuando encuentre el rastro de una presa adecuada os lo indico. Tu iras unos pasos por delante del grupo, pero detrás mío y cuidando de no alertar a la presa- Un rato mas tarde descubrió el rastro de un joven mamut que por algún motivo se había separado del grupo y comenzó la persecución.

A Lomo nevado no le gustaban los humanos, y Milo no era una excepción. A duras penas pudo contener al lobo en un par de ocasiones en las que el joven se acercaba demasiado a su posición. -Milo has de mantener bien tu posición, y no delatar la mía. No te acerques tanto, no es necesario y no seas impaciente.

Pero el tiempo estaba de cambio, las oscuras nubes amenazaban con tormenta, lo que dificultaría mucho o haría imposible hacerse con la ansiada presa, y estaban muy cerca. En un momento Milo paso al frente del grupo y de forma inconsciente se dejo ver por el joven, que no pequeño mamut. 

No había tiempo que perder había que actuar rápido por culpa del impulsivo joven, sin paciencia nunca sería un buen cazador, pero si no actuaba pronto no quedaría mucho de Milo. Saco su arco y avanzó rápido para tratar de herir al mamut, le indicó a Lomo plateado que había llegado el momento de la sangre y la lucha. Volvió la cabeza hasta el resto del grupo y mediante un largo silbido les indicó que había que actuar con rapidez. 

Gwra, la hembra salvaje, se había pasado toda la partida caminando en paralelo al grupo de cazadores, estudiándolos con sus fríos ojos azules inexpresivos desde una distancia prudencial.

De algunos más y algunos menos, parecía observar con cierta curiosidad el macho de lomo plateado que acompañaba al humano cazador, pero recelosa de todos ellos no hizo amago por querer acercarse demasiado a ninguno. Eso sí, tampoco llegó a cometer nunca la estupidez de separarse nunca por demasiado tiempo y distancia de la manada. Esa es la primera lección que aprende un lobo salvaje.

Solo de vez en cuando desaparecía por breves intervalos, echándose a correr de repente tras oír algún ruido que solo ella parecía percibir, o quedándose rezagada frente a un arbusto como un pequeño depredador a la espera, para volver al rato con el rostro lleno de sangre y una presa menor, conejo o alimaña, todavía  a medio matar entre los dientes.

Gwrrr - Gruñó la hembra al levantar la vista y distinguir al joven humano idiota gritando a pleno pulmón desde de la cima de la montaña. - Problema. – Espetó con desdén al resto de compañeros su primera palabra en lenguaje humano durante la travesía. El furioso bramido de un mamut salvaje corroboraría lo acertado de su observación.

- ¡AUUUUUUUUUUUU! - Un latido de corazón más tarde la hembra salvaje había echado a correr hacia la cima. Aullando con ferocidad y valiéndose para la carrera de todas sus cuatro extremidades, alcanzaba una sorprendente velocidad para un humano corriendo en semejante postura…

Y mientras corría la hembra poco a poco empezó a corregir su postura, lentamente irguiéndose y extendiendo los brazos a los lados para ganar en aerodinamicidad, su postura encorvada empezó a estirarse y a alejarse del suelo cada vez más hasta que…

¡Había empezado a alzar el vuelo!

Ante vuestros impávidos ojos la niña se había convertido en una majestuosa águila de grandes proporciones que se esforzaba por alzar el vuelo batiendo las alas para aprovecharse de las corrientes aéreas de la cima de la montaña.

- ÑIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEC- El eco de su grito resonó con fuerza por el valle .

Todos esperaban el festín para esta noche y por algún motivo Garrahueso había incluido en la "mejor partida de caza" a un grupo de cachorros rebeldes, Gwra, Milo y Kal. Sólo podía suponer que me estaba ponenedo a prueba y que debía demostrar que podía llevar a buen puerto esta empresa y traer de vuelta a todos a salvo. Por fortuna también iba Talik, el único en el que podía confiar, al menos por ahora.

Durante el trayecto iba justo delante de Kal y Gwra, esperando las indicaciones de Talik, quien al parecer se encargaría de instruir a Milo. -¡Kal avanza!- Le gritaba cuando le veía muy rezagado mientras no perdía la atención de la curiosa Gwra, que parecía un lobezno jugueteando de lado a lado con cuanta alimaña se le cruzace. -¡No pierdan tiempo, debemos regresar antes del anochecer con la presa!- Les recriminaba con tono severo y actitud adusta. 

El grito del niño y el silbido de Talik, le pusieron alerta de inmediato. -¡Atrás de mi! ¡YAAAAA!- Gritaba a todo pulmón a la vez que corría colina arriba empuñando su lanza. Gwra cruzó velozmente junto a él mientras empezaba a cambiar de forma para luego alzar el vuelo. Nunca dejaba de asombrarle aquellas místicas habilidades, pero no era hora de sorprenderse. A media que llegaba a la cima de la colina la adrenalina empezaba a recorrer su cuerpo preparándolo para el más que inminente enfrentamiento, bufando como un jabalí furioso cuando se dispone a arremeter contra su víctuma. 

Kal avanzaba detrás del grupo, distanciado, mirando con recelo al resto de la comitiva. Todavía no sabía por qué les estaba acompañando. Bueno, sí lo sabía. Llevaba días teniendo sueños que le hacían despertar empapado en sudor, y, aunque no los recordaba, la imagen que sí se mantenía en su mente tras unos segundos después de despertar era la de los ojos de Talik sin vida, mirando al cielo. Y aunque no era supersticioso, tampoco era idiota: llevaba soñado lo mismo varias noches, y debía significar algo. Además, cuando descubrió que la niña salvaje que olía a sangre iría con ellos, decidió acompañarles.

Al jefe no le hizo ninguna gracia, y finalmente hizo falta la intervención de la anciana Cuervonegro para que, a regañadientes, permitiesen que los acompañase. Kal no sabía qué argumentó la chamán para convencer al jefe, pero la mujer había sido buena con él y con el viejo cuando vivía, y, aunque le asustaba, la respetaba. Además, el chico era consciente de que tarde o temprano debía aprender a cazar. Empezaba a crecer demasiado como para pasar desapercibido en sus hurtos, y el Clan ya no se mostraba tan comprensivo como antaño. Había intentando salir a cazar por su cuenta más de una vez, sí, pero únicamente había vuelto a casa con pies fríos. Era hora de aprender lo que el viejo le habría querido enseñar.

Sobre esto cavilaba Kal cuando oyó el grito del joven cazador. Kal se puso alerta, sacando sus dos cuchillos y avanzando de cuclillas. No pudo evitar que se le erizase la piel cuando la niña salvaje se transformó. Ya la había visto hacerlo un par de veces antes, pero siempre le daba escalofríos. Cuando lo hacía, su olor a sangre se acentuaba más.

Sin perder ni un segundo, el joven rodeó la elevación a la que se dirigía Zalakk y por la que habían desaparecido Talik y Milo, esperando ver qué les esperaba al otro lado. Y preguntándose qué esperaba hacer contra un mamut con sus dos cuchillos.

La joven salvaje, hermana de los animales del bosque, de los animales de las llanuras y de los animales de los cielos, agita los brazos. Donde hasta hace un instante se encontraban unos pequeños y huesudos brazos cubiertos de mugre, de repente pueden apreciarse unas elegantes plumas que componen unas grandes alas que se extienden y baten, alzando el vuelo. Sus pies se despegan del suelo y pronto termina de transformarse al completo en un gran águila que emite un melodioso y agudo grito.

Los músculos de Zalakk se ponen en tensión mientras agarra la lanza. La gloria de sus ancestros puede verse rezumar por cada poro de su piel. Siempre está preparado para la batalla. Lo mismo con Talik y su Lomo nevado. Sólo queda Kal, quien rezagado, sigue al grupo esperando ayudar ver qué encontrarse para afrontar la situación.

Cuando os asomáis —Gwra desde los cielos, Lomo nevado desde un plano más cercano al suelo, los demás desde uno más elevado—, os encontráis a un gran animal lanudo asustado por haber perdido a su manada. Detrás, tiene un acantilado de varios metros de altura. No es una altura de vértigo, pero lo suficientemente adecuada como para que un animal de tales dimensiones lastime sus robustos huesos y trunque su capacidad de movimiento.

El mamut mide unos dos o tres metros de altura. Sus colmillos no han alcanzado las dimensiones de los de un adulto, pero son lo suficientemente largos como para lastimar a más de un depredador.

Milo, por su parte, se da cuenta de que ha fastidiado cualquier factor sorpresa que pudiera tener el grupo y, nervioso, carga una flecha de su carcaj y dispara. Las manos le tiemblan y la flecha no incide en la gruesa piel del animal. Esto solo sirve para encabritarle más. La bestia levanta la trompa y emite un grito, asustado. Se alza como puede sobre sus patas traseras. Milo, que se encuentra peligrosamente cerca olvidando todo entrenamiento recibido, trastabilla y una de las grandes pezuñas del mamut le aplasta, estampándole contra el suelo. Milo emite un grito de dolor.

En su forma de águila no parecía que la fueran demasiado bien las cosas a Gwra. Tras el empuje inicial alcanzado a la carrera, trataba desesperadamente de alzar el vuelo batiendo enérgicamente sus dos pesadas alas pero, por más que lo intentaba, la joven hembra salvaje iba perdiendo altura por momentos…

Hasta que finalmente tuvo un golpe de suerte –O quién sabe si quizá los espíritus la escucharan- , encontró una afortunada ráfaga de aire caliente que, esta vez sí, consiguió elevarla por encima de la colina. Desde las alturas, la joven druida empezó a rodear la cima describiendo un arco en el aire hasta posicionarse en la trayectoria del lanudo encabritado, a punto de aplastar definitivamente a Milo, el inexperto cazador. Cuando vio aquello, no dudó un instante en lanzarse desde las alturas hacia la cabeza del mamut…

Cayó en picado como un rayo hacia la cabeza del elefante pero corrigió su trayectoria tratando de elevarse en el último momento, perfectamente consciente de que nada podría conseguir con un ataque frontal contra una bestia de ese tamaño… Ningún animal ataca al lanudo, salvo uno.

Pero una rápida distracción quizá sí sirviera para salvar la vida del muchacho, a merced del mamut, que agonizaba en el suelo ya gravemente herido después de la primera embestida. Centrando la atención en ella, quizá diera la oportunidad al resto de la manada a sacar a Milo de ahí.

Por lo apresurado del ataque, no consiguió corregir lo suficientemente rápido su posición, extendiendo las alas para frenar y no chocarse de lleno contra el mamut, le dio una oportunidad de oro para rematarla en el aire. Pero al menos había cumplido su objetivo: llamar su atención.   

El gran animal, demasiado sorprendido por ese rápido ave que le rodea, mueve lenta pero agresivamente la trompa, tratando de apartarle como si de una mosca se tratase. El águila abre las alas para corregir su trayectoria cuando un trompazo horizontal se cierne sobre ella, impactándole de lleno y lanzándola a varios metros. En el aire todavía flotan algunas plumas, que pronto se posan delicadamente sobre un cuerpo de mujer con cabello rojizo y cubierto de pieles.

Con todo, vuestra presa centra su atención en Gwra y levanta la pezuña de Milo. El joven cazador casi no parece moverse del suelo, aunque trata de encogerse sobre sí mismo muy pero que muy lentamente. No mueve las piernas.

-ARGGGGHHHHH!!- Rugía enfurecido mientras empuñaba a Diente de Takkar amenazadoramente frente al Mamut, el pesado animal levantó la pata de su víctima gracias a la distracción de Gwra. Milo permanecía entre gritos de dolor sin poder moverse y la trompa de la bestia se agitaba peligrosamente cerca del águila. En ese momento aprovechó para seguir amenazando lanzando dentelladas con su lanza al aire esperando centrar su atención en él y esperando que la bestia retrocediera un par de pasos hasta caer. 

-¡Kal! ¡Ayuda a Milo! ¡YAAAAAAAARRRRRHHGGGG!- Seguía gruñendo mientras avanzaba paso a paso lentamente y continuaba amenazando con su arma. Justo en ese momento la bestia volvió a apoyarse en sus patas traseras ésta vez para atacar al fiero guerrero, pero dejando descubierto su panza, que es mucho menos dura que el resto de su grueso pelaje. Era una oportunidad única para el experimentado Talik y Zalakk lo sabía.

Tremendo trompazo – y nunca mejor dicho- se llevó Gwra, que perdió las plumas de golpe y porrazo y fue rebotando por el suelo de vuelta a su forma original, debido a la inercia del impacto. Una vez consiguió frenarse anclando las cuatro extremidades en el suelo y derrapando unos cuantos metros más sobre la tierra, fijó sus ojos fríos celestes sobre la presa y gruñó de vuelta al mamut - Gwrrrr -, mientras se llevaba el antebrazo hacia la boca desencajada por el golpe, limpiándose la sangre del golpe en los morros que acababa de recibir. Estaba herida pero no muerta. Y ahora la cosa se había vuelto personal.

Talik ascendió muy rápido la pendiente y vio la escena. Milo se había metido donde no debía, tal vez pudiesen salvar su vida, o tal vez ya fuese demasiado tarde. La chica se había transformado en águila y se había abalanzado sobre el joven mamut, pero este de un trompazo la mando al suelo. Ya tenían dos jóvenes en el suelo, y esto tan solo acababa de comenzar. Al menos Zalakk era más experto y entendió muy bien la situación haciendo que el joven mamut al alzarse sobre sus patas traseras dejase su vientre al alcance de mis flechas.

Indica a Lomo Nevado que ataque por uno de los flancos, luego tensa la cuerda se concentra y deja volar el proyectil con gran precisión, este se clava en la zona del corazón, ha encontrado hueco entre las costillas y el esternón, ha sido un gran disparo. Con un poco de suerte puede que el joven mamut quede muy mal herido, aunque aún puede ocasionar algún daño a sus compañeros.-Gracias Zalakk, buen movimiento. Tened cuidado, puede revolverse en la furia de la muerte y ocasionar graves heridas. ¡Apartaros de el!- Y produce el fuerte silbido que avisa a Lomo nevado que debe volver hasta el cuanto antes. A ver si nadie más resulta herido, esta resultando una cacería muy accidentada para los más jóvenes.

Kal se aproxima con cautela a lo que se ha convertido en segundos en un campo de batalla. Observa como en el incauto cazador es aplastado por el mamut, quién seguidamente lanza por los aires a la chica-animal, quien vuelve a su forma humana.

Por suerte, Zalakk y Talik aparecen para salvar el día. Sin perder ni un instante, y aprovechándose de la distracción del guerrero, Emil avanza sigiloso por fuera de la visión de la monstruosa (al menos desde su punto de vista) bestia y en dirección a Milo. A medida que se acerca puede ver como el joven cazador sigue respirando, arrastrándose lentamente lejos del mamut. También observa que sus piernas están en un ángulo raro, y que descansa sobre un charco de sangre. Probablemente no sobreviviría.

Cuando el chico llega al lado del cazador, Kal guarda sus cuchillos y pasa sus manos bajo los brazos de Milo, y empieza a arrastrarlo en dirección opuesta a donde está ocurriendo toda la acción. Pese a lo escuálido de su forma física, el chico era sorprendentemente fuerte.

- No hagas ruido - susurró el joven sin emoción en la voz, ante los gemidos del cazador.

Sin apartar la vista del mamut, Kal continuó arrastrando a Milo hasta que estuviesen lo suficientemente lejos como para estar fuera de peligro, y tal vez resguardar al joven cazador tras algún árbol o roca.

El mamut emite un grito de dolor cuando el proyectil del experimentado cazador se clava con precisión en el pecho del animal. Se encabrita, teme por su vida, está asustado, está siendo cazado, está mirando a la muerte a los ojos. Y, para él, la muerte tiene cabello cobrizo y alas de águila.

Tal es la atención que ha llamado la molesta druida sobre él, que ni siquiera redirecciona su atención hacia Talik o su diminuto lobo. Mucho menos al joven Kal poniendo a salvo a su compañero Milo. Además, ese hombre con lanza trata de defenderla. No puede ser. El mamut tiene que salir de aquí.

Sin pensárselo más, arremete contra Zalakk con su trompa y colmillos por el simple hecho de que se encuentra delante de Gwra con la lanza en ristre y se interpone entre él, la druida y, lo más importante, la salida. El guerrero consigue repeler el golpe con gran fuerza y maestría, haciendo tambalear al animal.

-¡Levántate!- Le grita a Gwra, cuando la bestia le intenta ensartar con sus colmillos Zakkal interpone la lanza y logra amortiguar gran parte del embite. 

-¡UUUUAAAAARGGGGGHHHHH!- Ruge enfurecido mientras flexiona las rodillas y se levanta como un resorte clavando su lanza en la gruesa piel del animal, luego da un salto lateral y con una velocidad, destreza y furia que simulan a un gran tigre, da una nueva estocada con Diente de Takkar, la cuál se clava  con gran facilidad en un costado de la bestia.

Bañado en la sangre del Mamuth que salpicaba Zalakk continúa rugiendo enfurecido mientras muestra los dientes incitando que la criatura retroceda para que caiga por el borde de la colina.

-¡NO DEJEN QUE HUYA.... LO TENEMOS!- Ordena con los ojos desorbitados por la emoción del combate.

Parece que el joven Mamut no va a rendirse con facilidad, tendría que volver a disparar tratando de alcanzar algún punto vital. Pudo ver como el joven Kal ayudo a Milo a salir de la delicada posición en la que se encontraba, el chico es valiente, aunque no participa mucho  en las actividades del clan, no ha dudado ni un instante en ayudar a Milo. Y Zalakk tiene que hacer frente al furioso animal para tratar de proteger a Gwra.

Talik coloca otra flecha en el arco, tensa la cuerda y dispara a la cabeza del mamut. La flecha vuela hacia el animal, pero un movimiento del joven mamut hace que falle.-Maldita sea, que mal momento para fallar un ataque. Aguanta Zalakk, parece que ya esta muy debilitado.- O al menos eso esperaba Talik, ya que una bestia así podía hacer mucho daño a sus compañeros de clan, esperaba que al menos, Kal pudiese alejarse con Milo, y que la joven chaman pudiese moverse y salir de una posición tan peligrosa, en la que podia ser aplastada por las patas del animal.

Con la mirada fijada en la enorme figura del mamut acorralado la hembra salvaje resoplaba con fuerza por la nariz, aparentemente  ajena a las contusiones sufridas por la anterior embestida cuando trataba de salvar a la cría de humano, Milo. Distrayéndolo y centrando la atención en ella había conseguido liberarle de un nuevo ataque, sí, pero a juzgar por el estado en que había quedado el muchacho, lo único que había hecho era retrasar lo inevitable. Había tratado de engañar al equilibrio de la naturaleza y la naturaleza les había castigado a ambos, haciendo a la manada todavía más débil. No volvería a cometer el mismo error una segunda vez.

Su cuerpo magullado, cubierto de polvo y de sangre, no le provocaba más fuego en su interior que el deseo de abatir a la presa.  El guerrero Zalakk se había interpuesto valientemente entre ella y el lanudo, evitando que fuese víctima de un nuevo ataque. Sin duda, el hombre había hecho méritos para ganarse su respeto. Sin embargo el mamut parecía seguir teniendo la vista fijada en ella.  

En esta situación quizás lo sensato hubiera sido escapar como un ratón. En alguna ocasión había sido testigo como algunos animales gigantescos como los mamut tenían un pavor irracional ante las pequeñas criaturas, probablemente al confundirlas con serpientes. Pero acorralado por la lanza del guerrero y los flechazos de Talik, no consideró probable imbuir de más miedo a la bestia del que ya podía tener. Había que acabar con esto de forma rápida y salvaje. En la naturaleza raramente existen las segundas oportunidades. Había que contraatacar con una fuerza similar al del enemigo, concentrada en único y poderoso ataque.

La hembra salvaje resoplaba cada vez con más y más fuerza por la nariz, su tórax se agitaba con una fuerza inusitada para su tamaño. Sus fosas nasales se ensanchaban y la furia de sus ojos aumentaba, el tamaño de su cuerpo se estiraba a lo largo y ancho, transformando sus proporciones y aumentando paulatinamente su tamaño.  Un apéndice óseo empezaba a crecerle en medio de la cara. Su piel se le agrietaba y adquiría un tono grisáceo y una consistencia dura. Un pelo grueso y pardo, parecido al del mamut, empezaba a cubrirle todo el cuerpo que ya había triplicado tres veces su tamaño original. - BWRAAAAAAAA – Vencer o morir. Transformada en un rinoceronte lanudo, Gwra se dispuso a cargar con toda la fuerza de su ira contenida de nuevo contra el mamut, y con suerte despeñarle por el precipicio de un solo y mortal golpe.