Partida Rol por web

Jomá iba de un lado a otro temblado, tanto de frio como de miedo. Pareció incluso aliviado cuando le ordenaste hacer algo, y rápidamente se puso a amontar paja. La paja estaba húmeda y medio podrida, debía de llevar mucho tiempo en ese suelo.

Estabas desenvolviendo los melocotones cuando Jomá profirió un agudo grito que asemejaba a una niña que se había caído. Con la cara pálida y sudorosa, el seminarista gordinflón señalaba una estantería llena de frascos y botes llenos de diversas sustancias. Al acercarte más para ver que contenía eso frascos. Apoyado en uno de los múltiples estantes una cara te sonríe, es un cara gorda y oronda y con un gran gigote cosaco. ¿Qué buscas borracho? La cabeza estaba metida dentro de un frasco.

El gato comenzó a inquietar a la joven que se estaba acomodando entre aquel bulto de paja con tal de dormir un poco. Solo que el problema surgió demasiado rápido al ver las intenciones del animal y por mera reacción reflejo, intentó que al saltar encima de ella, esquivar al felino. Aunque eso no es garantía, bien sabía que los animales enojados son peligrosos todos. 

Casi estaba llegándome el sueño cuando, de repente, escuche como el gato parece irritarse. Me giré a tiempo de ver como se abalanzaba sobre Inha. Todo fue muy rápido, apenas me dio tiempo a levantarme para poder detenerlo. Afortunadamente, Inha consiguió esquivarlo. 

- ¿Está bien, Inha?- pregunté- Maldito bicho...

Sujeté mi capa con la intención de echarla sobre el animal si vuelvía a intentar algo semejante, al tiempo que intentaba espantarlo afuera de la habitación.

El destino tiene un particular sentido del humor. Aquella tarde había comenzado con la esperanza de dormir junto a la joven y rubia Inha y, sin embargo, allí estaba metido en un establo con el bohemio Kravchenko y la lujuria de esa vieja cuarteada. Ilya consideró la situación por un momento: aquello no era normal, ni mucho menos. La vieja les había mentido deliberadamente acerca de quiénes estaban en su casa, los había separado innecesariamente y ahora aparecía con una mirada en la cual podía apreciarse un evidente desequilibrio. Aquello requería de mano izquierda para averiguar qué estaba ocurriendo, pues nada bueno se podía intuir. Ilya hizo de tripas corazón y decidió que lo mejor sería seguirle el juego a la vieja, usando sus dotes de seducción irresistible, aunque se encontraba en una de esas situaciones en las que había que prometer sin nunca llegar a dar: un viejo truco para escapar de situaciones embarazosas sin menoscabar vanidades. En este caso, quizá le sirviera para adivinar algo más de lo que estaba ocurriendo allí realmente.

—Acérquese, estimada señora, acérquese —dijo poniéndose en pie—. He reunido aquí un montoncito de paja que ni el rey Salomón en todo su esplendor soñó como su lecho real. La soledad en una persona con sus encantos debe ser una carga demasiado pesada de sobrellevar; acérquese e Ilya compartirá con usted esa losa que aprieta su pobre espaldita.

Me quedé atónito ante la aparición en escena de la vieja. Había imaginado que intentaría aprovecharse materialmente de nosotros, pero estaba pensando más en la bolsa que en la piel.

Más sorprendente fue la invitación de mi compañero. ¡Qué bravura! ¿pensaría de verdad acometer semejante lance? Más le hubiera contentado arrimarse a mi hoguera.

Permanecí en silencio y sin perder detalle del espectáculo. ¿Era Borotkin un espeleólogo tan aguerrido, o decepcionaría a nuestra anfitriona? ¿Y a qué la empujaría la decepción? Eso era tal vez lo más preocupante.

Jomá lanzó un grito mientras desenvolvía los melocotones- joder Jomá, ¿y ahora que pasa?- el músico se giró nervioso, no le gustaban esas tonterías.

De espaldas a una estantería estaba aquel gordinflón mirándola fijamente- ¿por qué estará tan asustado? pensó Mykola mientras se acercaba curioso rodeando la estantería, estaba repleta de frascos y demás cosas inútiles o que el pequeño de los Ivanovich no sabía darles un uso.

Cita:

- una voz le lanzó aquella pregunta.

Mykola cayó de bruces al suelo junto a Jomá- ¿qui....quién....e....eres?- alcanzó a preguntar nervioso.
¿Por qué había una cabeza en un frasco que les hablaba? ¿Por qué una vieja tenía aquello en su casa?- mil preguntas le rondaban por la cabeza.

Tranquilo Mykola, respira hondo...cuenta hasta diez.- poco a poco, fue relajándose.

Se recompuso y se levantó con dificultad nervioso esperando la respuesta de aquella cabeza de cosaco.

Inha salto hacia un lado esquivando al gato con un hábil salto mas propio de un ballet que de una casa en mitad de bosque, y ese fue el problema. Al caer sobre el suelo irregular y lleno de paja podrida Inha trastabillo y cayo contra una de las paredes de la despensa que se derrumbo con un fuerte estruendo llenado toda la habitación de polvo.

Yure arrojo su capa sombre el gato que corría desbocado por la habitación bufando. La capa envolvió momentáneamente al gato, pero unos instantes después, la capa quedo completamente tendida en el suelo. Yure levanto la capa y comprobó que ya no estaba el gato.

Una de las paredes cae con un gran estruendo llenando la habitación de polvo. En mitad del estropicio se encuentra Inha, seguramente la que ocasiono la caída de la pared. Justo detrás de Inha, Yure levanta su capa del suelo con cara de asombro, sorpresa y miedo.

Jomá contemplaba la escena con la cara pálida y llena de gotas de sudor, parecía que el seminarista gordinflón había visto un fantasma. Aunque el aspecto de Mykola no era mucho mejor, también estaba pálido, pero al menos sus ojos parpadeaban y su boca se movía.

Entre el polvo levantado por la caída de la pared se escucha una voz dura y fuerte, propia de un cosaco acostumbrado a beber mucho vodka.  ¡Mas gente! Yo que vosotros saldría corriendo de aquí e iría a refugiarme a la iglesia más cercana, y a la mañana siguiente cuando las brumas de la noche se hubieran despejado bebería un par de vasos de vodka y seguirá con mi vida.

El brillo de los ojos de aquella vieja demostraba que las palabras del dandi la animaban a un más. De pronto, Ilya se sintió aterrorizado pues ni sus brazos ni sus pies le obedecían; incluso la voz se le ahogaba en la garganta. El corazón le latía con tal fuerza que parecía a punto de estallarle dentro del pecho.

Se quedó asombrado y vio que la vieja cogía una escoba a manera de látigo; después le saltó a los hombros y lo obligó a llevarla como si fuese un caballo. Todo esto ocurrió con la rapidez del rayo. Ilya se sujetó las rodillas intentando detener sus piernas, pero resultó inútil: no le obedecían, y comenzaron a saltar y a correr a la misma velocidad que el mejor caballo andaluz. En menos tiempo del que se tarda en decirlo, se hallaron en el exterior de la finca; después galoparon a campo abierto y luego por un bosque tan negro como el carbón. Sólo entonces entendió lo que le sucedía: ¡Estaba en poder de una bruja!

Un fuerte ruido, seguido de una espesa polvareda llenó la habitación haciéndome toser. Cuando el polvo se asentó un poco, ví a Inha entre las ruinas de la pared que se había desmoronado.

-¿ Se ha hecho daño? -pregunté preocupado a Inha, temiéndome que alguno de los cascotes la hubiera golpeado. Me acerqué a ella para comprobar que no estaba herida.

Busqué al maldito animal, al que creía atrapado con mi capa, pero no había ni rastro del felino. Era como si se hubiera esfumado.

Al otro lado de la pared derrumbada, estaban un Jomá y un Mikola que parecían aún más impactados que yo.

- Tranquilos, ha sido un accidente- les tranquilicé, pensando que su mutismo se debía a la sorpresa de ver desmoronarse la pared tan inesperadamente- La señorita ha chocado con la pared, de cuestionable factura, y ha provocado el derrumbamiento.

De pronto, una voz cuya procedencia no lograba distinguir nos instaba a marcharnos de allí... Miré a mis compañeros un tanto confundido, esperando que alguno de ellos supiera qué estaba pasando.

Las palabras de Ilya tuvieron un efecto inmediato sobre la vieja, que se le acercó con intención. Sin embargo, cuando Ilya ya estaba buceando en su repertorio verbal para buscar nuevas palabras que añadir a sus disertaciones, se dio cuenta de que las palabras se le atascaban en la garganta, incapaces de salir. Vio como la vieja seguía acercándosele y entonces le entró cierto temor, así que pensó que lo mejor sería alejarse de los brazos viejunos… ¡pero tampoco sus piernas le respondían! ¿Qué demonios estaba ocurriendo? La vieja agarró una escoba que había allí cerca y, ni corta ni perezosa, saltó cual saltamontes silvestre a los hombros de Ilya, quien todavía no era capaz de entender qué ocurría allí. La vieja lo arreó con la escoba en los lumbares como si fuera una mula de carga. «Si crees que voy a correr como si fuera un pollino, lo llevas claro, vieja loca», pensó Ilya. Pero ni siquiera pudo terminar aquel pensamiento, pues sus piernas arrancaron más como un corcel que como un asno y no pararon aun cuando la puerta del establo y la verja de la finca se les ponían por delante, pues siguió y siguió hacia las profundidades de los bosques y de la noche. Aquella vieja no era una vieja normal; no, ¡aquella vieja era una bruja que lo había hechizado! Con la mirada, Ilya trató de buscar a su alrededor al bohemio Kravchenko, pensando que quizá se había compadecido de él y lo había seguido, aunque sólo fuera con la intención de darse unas buenas risotadas a su costa más que de ayudarlo.

Ella lo tenía claro, quería evitar el zarpazo del gato pero jamás calculó las consecuencias de esto al dar aquel salto legal. Por ello en medio del peligro, sin saber que las paredes de la casa estaban tan destruidas terminó por derribar una de ellas en medio de la caída. Claramente dió con otra habitación donde estaba Joma y Mykola. 

En medio de tanto polvillo, uno que la hizo toser en demasía y al ver que estaba allí Yure, asintió de buenas a primera mientras intentó levantarse. Por suerte tenía muchas caídas en su haber y por ello, se dió cuenta de que no estaba herida, aunque el golpe si que lo sentía. Seguramente algunos moretones tendrá por ello. 

—Estoy bien... Maldito gato—dijo a modo de protesta—. Fue un accidente, aunque esta casa se cae a pedazos... 

Y no dijo nada más, solo alzó una ceja cuando escuchó aquella voz y la advertencia. Sin dudas este lugar era mejor que estar en las afueras siendo de noche, pero eso no le restaba peligro a lo que pueda suceder. 

—¿De dónde viene esa voz?

Tenía la duda, más allá de que estaba acomodando su vestido y se quitó el polvillo. Ya se la veía muy despeinada. 

No fue la repentina escapada de la pareja lo que me trastornó, sino el rostro de mi compañero. Se había quedado de súbito carente de expresión, vacío, como un títere. Me quedé helado unos instantes hasta que al fin reaccioné y les seguí la pista a la carrera.

"Es una bruja" dijo un tipo asustado en mi conciencia. "No creo en brujerías. No creo en nada que escape a mi experiencia." Contesté. "Es empírico, lo estás viendo. No puedes detenerla solo. Debes rezar." "Cuentos de campesinos y débiles mentales."

El debate seguía desatado como un torrente en mi cabeza mientras corría por la finca. Ya llegando al exterior, cuando empezaba a sentir que iba a escupir esas cosas teñidas de hollín que eran mis pulmones, un recuerdo tomó la palabra.

-¡Te digo que no está! ¡Ni ella ni los chicos! ¿Qué prima en la capital? ¡No tienen prima ninguna! ¿Y por qué iban a marcharse sin él?   -Le gritaba a Vlad fuera de mí, dando vueltas por su patio.

-Deberías recurrir a la justicia entonces.

-¿Y si me equivoco? Quedaría a la altura moral de una remolacha. Sería lo más vergonzoso y pueril del mundo. Es un animal, pero también es mi hermano.

-Te jugarías la vida por él, ya lo sé.   -Contestó él fumando con calma-   ¿Pero te jugarías la de los demás?

Estaba zanjado. La de los demás no, y lo sabía. Se me agolparon lágrimas de rabia e injuria en los ojos mientras empezaba a susurrar plegarias. Me sentía como Horacio traicionado por mi mundo. Pero al menos él amaba al espectro que lo visitó, a mí me acosaba un mal en el que no creía.

-¡Reza, bastardo! ¡Es una hechicera, pide por tu alma!   -Grité a Borotkin con el poco aire que conseguía reunir y ya a punto de desfallecer.

Ilya vio a lo lejos a Fiódor, que efectivamente los había seguido y quien parecía gritar: «¡Reza, bastardo!». Maldición, cómo no se le había ocurrido, esa bruja era la esposa del mismo Satanás y posiblemente podría refutársela con unas adecuadas plegarias. Tanto pensar en las faldas de las futuras feligresas le había hecho olvidar que el objetivo de las enseñanzas del seminario era enseñarles la recta doctrina. Pero, ¿qué oración sería adecuada para ese momento? A su mente acudió aquella vez, cuando todavía era un niño, en que su padre recibió una buena paliza por tratar de engañar a los habitantes de un poblacho rural con su crecepelos milagroso. Ilya recordaba no sólo la rabia de los pueblerinos al golpear y la cara de su padre dolido y luego humillado, sino también al pope del pueblo, quien se había presentado allí y había exclamado, tanto para refrenar la ira de sus feligreses como para advertir al mercachifle:

—¡Estas pociones son conjuros de Satanás! ¡Y a Satanás no se lo destruye a patadas, sino con plegarias! ¡Rezad! ¡Rezad conmigo! «Kyrie eleison, oh Dios soberano de cielos, tierras e infiernos, omnipotente y victorioso, oh arcángel san Miguel que diriges las huestes angélicas, haz que toda potencia diabólica sea expulsada y desaparezca de tu hijo penitente, Kyrie eleison, Christe eleison, por los siglos de los siglos. Amén».

Sí, maldición, ¡eso era! Entonces, en su mente, Ilya repitió aquellas palabras del pope:

«Kyrie eleison, oh Dios soberano de cielos, tierras e infiernos, omnipotente y victorioso, oh arcángel san Miguel que diriges las huestes angélicas, haz que toda potencia diabólica sea expulsada y desaparezca de tu hijo penitente, Kyrie eleison, Christe eleison, por los siglos de los siglos. Amén».

Un estruendo derrumbó una de las paredes y una gran humareda invadió la despensa.

Mykola seguía impactado por aquella cabeza que les hablaba, miró a Jomá instintivamente preocupado y se percató de que estaba todavia asustado.

De entre tanto polvo surgieron Inha y Yure, nombrando no se qué de un gato- qué gato y que niño muerto- pensó el músico mientras intentaba levantarse con dificultad.
Sus músculos no respondían y tuvo que pellizcarse el brazo para volver a tomar el control de su cuerpo.

La voz del cosaco resonó fuerte en la habitación.

Cita:

Aquel malnacido le había dado un susto de muerte y no hacía más que quejarse- ¿por qué a una Iglesia?¿qué hay en esta casa?- le contestó al cosaco con un grito.
Viendo que Inha y Yure les miraban cómo esperando explicaciones, ya en pie, el pequeño de los Ivanovich tomó la palabra.

Ayudadme a levantar a Jomá- ordenó mientras se dirigía al gordinflón y le daba una torta para que volviera en sí- algo raro pasa en esta casa amigos. La voz que habla es la de una cabeza que está en esa estantería- Mykola la señaló con el dedo.

Gracias al cielo que habéis venido aunque con este estruendo seguro que viene la vieja a ver qué ha pasado.- movió la cabeza hacía Jomá- según él, dice que es una bruja por no se qué de una marca en su cuello.- continuó el músico.

Deberíamos pensar que hacer y rápido, no me creo que sea una bruja...¿pero a qué santo una babushka tiene una cabeza viva en un frasco de cristal? Es todo muy raro, lo mejor será irnos de esta casa y dormir al raso.- dijo Mykola nervioso mientras miraba hacía la puerta.

¿Por qué no la habría atrancado desde dentro antes?- se dijo a si mismo.

A medida que el polvo se iba asentando, la escena se volvió más clara y pudisteis ver lo que había asustado a Jomá y quien era el que hablaba. Como decía Mykola, había una cabeza en un frasco, la cabeza de un cosaco.  En uno de los múltiples estantes dentro de un frasco de conservas hay un cara gorda y oronda y con un gran gigote cosaco.

¡Te he dicho que te corras por tu vida! ¿Qué es lo que no entiendes? ¡CORRE! Grito el cosaco airado ente el parloteo de los jóvenes.

En ese momento, como si de una señal divina se tratara, un grito se escuchó en el exterior de la casa. ¡Reza, bastardo! ¡Es una hechicera, pide por tu alma! Era la voz inconfundible de Fiódor. Por una pequeña ventana que había en una puerta que daba al patio pudisteis ver a Fiódor correr detrás de dos figuras humanas, una de ellas parecía ir a caballito sobre los hombros de la otra mientras le atizaba con una escoba.