Partida Rol por web

El apuesto humano sonrió con un pequeño destello de su dentadura a Garmeiana.

- No es mi primera tumba que explorar, guapa – le guiñó un ojo - La pared derruida, la capilla llena de bancos convertidos en astillas, restos de moco morado al lado de unas vasijas y unas mesas reventadas… y un poco de suerte – con un leve encogimiento de hombros.

- En fin, ¿me ponéis al día? ¿Qué ha pasado aquí? – dijo observando el desastre a su alrededor – Thelos está en el punto de recogida y dice que en 24 horas se larga con o sin nosotros, y personalmente no tengo ganas de recorrer el desierto a pie. – comentó con tranquilidad.

Que raro que solo mandase a 3…

- Entonces, ¿Tienes experiencia con las trampas y esas cosas? Acabaos de perder a nuestra saltatrampas y nos vendría bien alguien experimentado. Mira lo que tengo. - Le dijo al recién llegado mostrándole el botín de monedas que habían conseguido de los bancos.

- Estamos intentando terminar de explorar esta tumba y ver si podemos saquear algo más, antes de irnos. ¿Te apuntas? Lo que encontremos a partir de ahora lo compartiremos contigo si aceptas. - Le comunica al hombre de la barba. - Por cierto, Abe, ¿Te gustan los caballos? - Preguntó.

- Lo que ha pasado ha sido una trampa y hemos perdido a un compañero.- señalo al suelo embadurnado de sangre. Suspiro un segundo viendo como salta el resto.- Si solo tenemos 24 horas, supongo que podemos intentarlo. Como te habrá dicho tu maestro esta es la tumba de Acererak, también conocido como el terrible Jeremias. ¿Cuánto tiempo dices que nos llevaría ir al punto de reunión, sin utilizar ningún conjuro de teleportación a ser posible? Hemos comprobado que son bastante mala idea. Sea como sea, si hay tiempo podemos intentar vengar a nuestra compañera y terminar con ese maldito, aparte de que puedes compartir los tesoros que se encuentren.

- Vaya, lo siento. – dijo con tono serio a Allen cuando reveló la pérdida del compañero – Os acompaño en el sentimiento. – había que tener tacto con estas cosas – Os ayudaré en lo que pueda para acabar con ese liche y aunque creo que lo justo sería repartir a la salida a partes iguales todo lo que hayamos encontrado hasta ahora o en el futuro… - se encogió de hombros – no es algo sobre lo que crea necesario discutir ahora. – no parecía que en verdad el tesoro le causara mayor interés.

- Thelos no está lejos de aquí. Sólo a un paseo de distancia, pero aprovechemos el tiempo al máximo.

Se volvió a Kah Freh.

- Como indiqué no es mi primera tumba y los que hemos estudiado con Thelos conocemos bien el truquito de los caballos – guiñándole un ojo.

Dio una palmada y se frotó las manos en gesto de “manos a la obra”.

- Empecemos. ¿Por dónde queréis seguir?

—Pues aquí por este túnel hay una puerta de adamantina que alguien debería probar a empujar o correr. Es casi seguro que dispare alguna trampa, pero así es el oficio de explorador.

- Si, claramente los dos sacos desaparecieron al invitar a la Sirena a salir de aquel lugar. Parecía de alguna manera una "elección" entre las dos cosas y escogisteis la tercera.

- La puerta de adamantina:

La puerta del final es un gran bloque de adamantina que parece emanar una fuerte aura de abjuración. Hay tres ranuras finas en la puerta a la altura de la cintura de bastante profundidad, de unos 8-9 centímetros de alto y apenas 1-2 centímetros de ancho. La puerta es completamente lista, no parece tener paño ni picaporte. No parece tener ningún tipo de mecanismo visible aparte de los tres agujeros.

Como primer medida, Garmeiana envió al diablillo (Paco III) con la daga a ver si su pequeña fuerza lograba hacer algo.

La primer cosa que le mandó hacer fue empujar por debajo de las ranuras, para ver si sucedía algo, y luego por encima.

Si esto no hacía nada, lo siguiente era introducir la daga en las ranuras y usarla como palanca para empujar la puerta en diferentes direcciones.

- Si vamos con la puerta yo diría de hacer la tontería obvia, por ahora nos ha funcionado más que ser especialmente astutos... tres huecos por los que caben tres espadas. Clavémoslas a la vez y veamos que pasa, tomad las medidas que veáis convenientes y yadayada pero en definitiva, ¿qué os parece?- comentó el clérigo algo cansado de ese dichoso lugar.

—Buena idea Allen, podemos enviar al diablillo que lo haga mientras nosotros esperamos aquí seguros. O si prefieren estar allí, podrían montar una de esas chozas mágicas para actuar desde adentro y las clavamos con dos manos de mago y un sirviente invisible. Así no arriesgamos al diablillo.

Al atravesar la puerta de adamantina con 3 filos la estancia retumbó y aquella pesada puerta de un pie de grosor empezó a moverse dejando entrever la siguiente sala.

Era una sala enorme decorada con tonalidades pastel. Era un bosque masivo de columnas de piedra que aguantaban el techo.

Cuando la puerta se abrió, esta empezó a cerrarse lentamente de nuevo, de una manera imparable.

El bárbaro quedó extrañado ante la inventiva de sus camaradas, quienes consiguieron con ayuda de Paquillo (Paco III) abrir la puerta, empujándolas con 3 espadas que tampoco sabía de donde las habían sacado, todo sea dicho.

Al entrar a la nueva sala, Kha Freh quedó perplejo y admirando el gran número de columnas que había en la nueva sala, observando a un lado y otro de la misma y quedándose donde estaba sin tocar nada ni moverse. De paso, sacó su palo largo, que ya dejó de ser una lanza.

...que aguantaban el techo.

 - Oh, oh... Veo muchas columnas aquí apuntalando el techo. Si no fuera porque empiezo a conocer a Jeremías, diría que es otra trampa de las suyas. Chicos, ni le sopléis a esas columnas o podríamos morir enterrados por el techo. Vayamos poco a poco tanteando todo el lugar que es lo único que nos ha dado resultado hasta ahora. - Dijo el mestizo al grupo.

Fue tanteando el suelo, porque el techo y las paredes parecían lejanas, a distancia prudencial con su palo largo. No daría un paso en falso hasta estar seguro de que se podía pisar, hasta que se le ocurrió una idea.

- Oye, Alberto. - Se dirigía a Abe Ra Coin, pero pensaba que eso era un diminutivo de Alberto. - Tu que entiendes de caballos, ¿porqué no traes a uno y que ande por estas baldosas para ver si están libres de peligro? - Preguntó al nuevo integrante del equipo.

Absurdo a la vez que brillante e ingenioso.

- Desde luego la mente de Acererak es una mente perturbada. – expresó Abe sus dagas y espada corta.

Entró pasando la puerta con confianza.

- Abe – corrigió ausente a Kah Freh mientras un pequeño broche de su pecho se iluminaba proporcionándoles luz antes de ponerse con el procedimiento estándar aprendido en la escuela de salteadores de Gundren el Avispado, esto venía siendo invocar un caballo fantasma, un disco flotante, el Sirviente Invisible (Coralino) ya le seguía, al igual que su gato volador Anselmo, y por último el detectar magia. Preparado comenzó la exploración del lugar dejando que el caballo fuera por delante por si acaso y que Anselmo olisqueara veneno, algo que seguro que su predecesora no había hecho, porque si hubiera seguido el método en diez pasos patentado por Gundren el Avispado no podría haber acabado decorando el suelo de aquella tumba.

Tocaba buscar primero trampas por el suelo, las columnas (había muchas, pero quizás también tuvieran alguna inscripción interesante), no olvidarse del techo y revisar las paredes, después buscar puertas secretas, que en el camino hasta aquí había habido un par de ellas bastante ingeniosas, con la ayuda del consabido palo largo y una vela.

Mientras los distintos familiares y convocaciones ponían en práctica su aventurada idea, Allen fue explicándole a Abe lo que había acontecido hasta el momento, intentando ser lo más neutral y objetivo. Sin embargo algún resquicio de disconformidad se pudo notar en su explicación.

Por estúpido que fuera, la puerta se abrió ante una idea tan al azar. El clérigo suspiró y entro junto al resto a la sala de columnas.

- Si seguimos el acertijo del principio, deberíamos buscar un trono que seguramente tenga alguna cerradura o mecanismo que muestre un camino a seguir. Aparte de eso mejor estar atento a lo que pueda haber alrededor.- concluyó mientras el mismo observaba la inmensa sala.

Se puso a investigar si la columnas sostenían bien el techo o si había algún riesgo de que se deslicen onlo dejen caer. Para eso levitó para ver el cerca el punto donde se unían al techo y observó con cuidado la base.

Además, antes de hacer eso, se fijó en si la puerta tenía de este lado un sistema semejante al de afuera para poder abrirla.

La puerta enorme de adamantina se cerraba poco a poco pero sin ninguna pausa, no parecía detenerse ante nada y si tratabais de agarrarla no conseguíais frenarla. En unos 10 segundos se cerraría. En este lado no apreciabais ningún tipo de mecanismo ni hendiduras en la puerta.

La nueva estancia era enorme con decenas de columnas separadas entre ellas manteniendo una distancia idéntica. Todas las columnas parecían emanar una aura de transmutación. Una ligera brisa soplaba en aquella sala, entre las columnas.

Al fondo sur de la sala había un estrado y lo que parecía un trono, pero quedaba lejos para ver mas detalles.

En la parte norte de la estancia se divisaban dos agujeros con una estatua de un demonio verde abriendo la boca, casi idénticos al que habíais visto a la entrada. También en esa pared parecía haber tres puertas de madera.

Finalmente al fondo sur-este de la sala había algo que emanaba una luz anaranjada y cálida junto a lo que parecían unos restos de .. algo.

El caballo dio unos pasos sin ningún problema, tratando todo el mundo de no tocar las columnas por si a caso.

Aprovechando que la puerta aún no se ha cerrado le digo al diablillo que se quede afuera y le dejo mis dos dagas.

—¿Alguien le deja otra daga al diablillo, para que nos abra si surge algún problema?

La mano de mago de Abe llevó una de sus dagas a Paco.

- Quizás deberíamos retroceder, salir, terminar de explorar las otras secciones y regresar aquí. Ya sabemos como abrir la puerta. Quizás haya algo de utilidad en las otras secciones que necesitemos más adelante. – explicó Abe quedándose cerca de la puerta por si acordaban salir antes de que pasaran esos 10 segundos que faltaban para que se cerrara.

—¿Las llaves tendrán que ver con aquellas puertas? O con el trono. Podríamos revisar eso para saber si necesitamos más llaves, y cuántas.

- Ya que estamos aquí, vayamos a ver ese trono, pero con cuidado. Yo iría pegado a la pared, lejos de los pilares y del centro de la sala. Pero yo soy un bárbaro, ejem, ejem... - Dijo algo sarcástico el semiorco.

- Por cierto, Abe, a este caballo lo llamaré Abe-Jorro, en tu honor. - Le dijo con una sonrisa pícara.

- Estoy con Kha Freh- dijó lanzando mi daga a ras del suelo para el otro lado de la puerta.- Si tenemos que irnos que el diablillo nos abra la puerta y antes de buscar más saber que tenemos que buscar puede estar bien. Aunque ahora que lo pienso, hay algo en lo que no estoy de acuerdo, deberíamos llamarlo Abe-jaca.