Partida Rol por web

De nuevo, agradeció al príncipe verdinal las atenciones, en esta ocasión con un ligero cabeceo, además de que prometió no encender ningún fuego por respeto a la fata; podía entender el recelo que alguien con aquella piel pudiera tener a las llamas, igual que lo tendría un ser ígneo al agua. Aparte de eso, escuchó lo que tenía que decir con interés, asimilando cada pizca de información para trazar un plan con el que enfrentar a aquella criatura de la que hablaban. No tardó en decir todo lo que sabía, o todo lo que estaba dispuesto a compartir al menos —en cualquier caso, él no detectaba mentira ni trampa en sus palabras, como parecía hacer un receloso Telvor, que hablar no lo hacía con duda como Siroc, sino con suspicacia mal disimulada—, y dejarles espacio para que pudieran hablar en calma sobre lo que hacer.

Fue el mismo erudito quien tomó la palabra, explicando lo que había encontrado en su libro sobre el Sangracielos, cuyo verdadero nombre no difería demasiado del impuesto por su apariencia. Empero, su hilo de pensamiento no le gustó demasiado. No quiso generar una discusión allí mismo, pero sabía que tarde o temprano la habría, estaba seguro; al menos intentaría recabar más información al respecto antes de que llegara el momento.

A continuación fue el paladín quien intervino, esta vez con una noticia preocupante en un principio que, tras pensarlo, no lo era demasiado. En los bosques convivían muchas criaturas, muchas de ellas carentes de brújula moral (ni eran buenas ni malas, simplemente se regían por las leyes de la naturaleza), pero también seres de corazón puro y otros más envilecidos. Que una ninfa hubiera manchado su corazón no quería decir nada, no sabían sus circunstancias ni que la había llevado a ello, y tampoco significaba que fuera a apuñalarles por la noche. Prefería ver el gris del mundo antes de dividirlo todo en blancos y negros.

En cualquier caso, estaba de acuerdo con Isaea en lo último: no iba a quedarse de brazos cruzados.

—Ssondearé el bossque, a ver que ssaco en claro. Veré si la desstrucción de la que noss hablan ess tal.

Su poder para comunicarse con la naturaleza serviría para tal propósito, así que se acercó a uno de los árboles más cercanos y posó allí la mano, concentrándose como había hecho cada noche.

El príncipe se acercó tan sólo un instante para resolver la pregunta que el propio elfo le había formulado.

- No sería nuestra magia la que impediría a la gema volver a llamar a otra horrible criatura. Aquí en el bosque, a apenas unas horas desde aquí hay una zona de magia muerta. No necesitaríamos guardar al bosque de la gema, sólo a la gema del mundo.

Dicho esto volvió a alejarse del grupo, respetando de nuevo su intimidad. Esperando que no volvieran a necesitar su atención a corto plazo, se colocó junto a la ninfa y comenzó a hablar en voz baja con ella distraidamente. Empero su rostro reflejaba cierto aire de preocupación que parecía haber tratado de disimular frente a sus invitados.

Mientras tanto, Zrabroth conjuró la fuerza de la propia naturaleza de nuevo para buscar indicios de la localización de la guarida del Sangrador Celeste. Colocó su mano sobre el suelo con el ceño fruncido por la concentración. La primera sensación que recibió fue un enorme vacío en la vegetación a poco más de tres millas. El área deforestada consternó al druida por su enorme extensión.  En apenas un instante más de concentración, centrando su análisis en la orografía, encontró una profunda depresión, similar a un cráter que no parecía de origen natural. Rondando el centro de aquella zona, una criatura de considerable poder pululaba sin rumbo aparente.

El sacerdote se sentó entre Zrabroth y su inseparable maestro. Se inclinó hacia delante con media sonrisa marcando sus labios.

- Me temo que eso es lo que menos me preocupa de esta situación, Isaea. -dijo en el tono relativamente académico que tomaba su voz cuando trataba de dar su opinión. - Que un tabernero fuera maligno me llevaría a pensar que es mezquino, avaro, codicioso y que si olvido mi capa en su taberna no volvería a verla. Dudo que la ninfa sea una asesina despiadada o adoradora de dioses oscuros aunque no nos vendría de más vigilarla. Lo que ahora debería atraer nuestra atención es el enemigo que hemos prometido derrotar. Un enemigo resistente a la magia de la naturaleza, capaz de volar y oculto en mitad de una nube podría resultar un objetivo demasiado escurridizo si no planteamos una buena estrategia. ¿Alguna idea de cómo afrontar este reto?

Sus ojos, vacíos mientras exploraba la floresta a través de su comunión con ésta, volvieron a la normalidad al cabo de unos minutos. Había un dolor profundo en su afligida mirada.

—El bossque ssufre, esstá herido —dijo abatido, conmocionado por lo observado—. Essa criatura lo desstruye todo a ssu passo, no deja nada. Innecessario. Ssin rumbo. Ess un monsstruo.

Había rabia en su voz, odio incluso. No había motivos para arrasar la naturaleza como ese ser había hecho; lo que había causado tardaría siglos en recuperarse, si es que alguna vez lo hacía. Debía morir para que la arboleda tuviera una oportunidad, para que algo sobreviviera. Si por él fuera, iría en ese mismo instante a acabar con él; sabía que no lo lograría solo, pero aún así... Se obligó a calmarse, a templar sus emociones. Respiró profundamente y exhaló con lentitud varias veces antes de seguir hablando.

—Sse encuentra en un cráter, no demassiado lejoss. A poco máss de tress millass de aquí empieza la zona devasstada, no queda ni rasstro de vegetación, todo perdido. Debemoss pararle, acabar con él —miró a Telvor con dureza; no le había pasado desapercibido su juego de palabras—. Del todo.

Luego su atención se desvió hacia Thorian. El pupilo ponía sensatez y buen juicio donde el maestro no. Era más joven quien había hecho ver al otro que era necesario intervenir en los acontecimientos del mundo, no solo observar con morbosa curiosidad, y ahora demostraba de nuevo más sabiduría de la esperada, teniendo en cuenta quien era su guía. Estaba de acuerdo en que debían pensar en como tener éxito en aquella empresa, y él tenía alguna que otra idea.

—¿El Ssangracielos... Ess resisstente o inmune a la magia natural? —preguntó en un primer momento. Si era lo primero, la mayor parte de su poder no tendría efecto lanzado directamente, pero incluso así tenía recursos—. Resspecto a la niebla, puedo crear fuertes vientos que la disipen, puede que incluso aparte la lluvia ácida de nosotros. Y si no puedo golpearle de lleno, puedo conjurar elementales o animales que luchen contra él en el aire.

La zona de magia muerta es algo que no había contemplado previamente como posibilidad, de ser así sería un buen modo de contener el poder de la gema. Sin embargo no me fío de la criatura, no es la primera vez que tuerce la verdad a su antojo y no veo porqué no lo haría nuevamente. Las leyendas hablan de un ser que otorga deseos dentro de ese bosque, lo cuál ya es algo fantástico, pero si me dejo llevar por los dichos del Príncipe, también hay que sumarle una aberración de otro plano, una gema con poderes increíbles y una zona de no magia. Afortunadamente estoy yo aquí para poner un poco de verdad en este asunto.

Las palabras de Isaea no hacen más que confirmar mis sospechas, algo en estas criaturas no es para nada inocente y de un modo poco prolijo intentan manipularnos, y en algunos lo logran a la perfección. Observo con evidente decepción a mi discípulo, tal vez es su juventud lo que lo hace tan ingenuo - No es menor que emprendamos una acción cuyo propósito nace de quienes tienen malas intenciones, Thorian, muy por el contrario, quitarle relevancia a ese asunto nos convierte en marionetas de propósitos mezquinas. Boccob nos enseña a prestarle atención a los detalles, no a pasarlos por alto... - le llamo la atención lo justo, no tiene sentido reprenderlo delante de los demás, lo dicho será suficiente para que recapacite acerca de su imprudencia. Pese a su exabrupto juvenil, mi asistente está en lo cierto en algo, hace falta organizarnos bien para afrontar ese desafío.

Las palabras del druida no disimulan un dolor que parece surgir de sus entrañas, su conexión con el bosque es profunda y parece sufrir con la misma intensidad los padecimientos de esa tierra. Escucho con atención lo que dice pero soy consciente que sus dichos están teñidos de subjetividad, Zabroth está involucrado en el asunto y su visión está sesgada. No lo culpo, la naturaleza que juró proteger ha sido dañada y busca corregir eso de raíz, pero así como no me dejo llevar por un Príncipe que disfraza los hechos, ni por una ninfa con malas intenciones, no puedo hacerlo por un druida dolido que busca venganza. Alcanzar la verdad requiere disciplina y objetividad, me repito recordando los métodos que utilizamos en El Prisma.

Luego el descendiente de los dragones hace una pregunta que pone en relevancia una aparente contradicción entre las apreciaciones de Thorian y las mías - Acaso es relevante? - pregunto, dudando del sentido de ahondar en algo que se basa una descripción vaga y ambigua de nuestros anfitriones - Sabemos que la magia de la naturaleza que han usado hasta ahora no lo afecta, y eso es consistente con lo que he leído, pero si los poderes de la naturaleza son invocados por un Guardián como tú tal vez logres afectarlo. O tal vez no, la única manera de saberlo es probándolo - es exactamente lo que yo haría en su lugar si quisiese responder esa pregunta. 

Asiento hacia el druida sobre su propuesta, es sabio usar sus dones de ese modo - Estamos rodeados por naturaleza, el clima y el viento te obedecen, las fuerzas elementales te responden, los animales te siguen, y la vida se posa con fuerza en aquél a quién señalas, tienes grandes aliados Zabroth y esa criatura no tiene ninguno - no estamos en el plano natal de esa criatura sino en medio de un bosque, es el reino del druida, el terreno nos jugará a favor si se concentra en ello en lugar de en dañarlo.

- Mi prioridad es saber qué está sucediendo realmente y entender la naturaleza de esa gema, intuyo que esa criatura celestial de aspecto horroroso es su guardián y antes de juzgarla injustamente quiero conocer la verdad.  En estos días un muerto viviente nos habla de salvar al mundo y una hermosa criatura del bosque está llena de malas intenciones, las apariencias engañan y no podemos dejarnos llevar por ellas- digo mirando al druida, que debe saber perfectamente de lo que hablo. - Puede que el cráter y la destrucción alrededor se hayan producido al caer la piedra del cielo, he leído de varios fenómenos similares a través de la historia, o puede que esa criatura proteja esa gema y haya atacado a quienes intentaron acercarse demasiado - para robarla  - Por eso antes de sacar ninguna conclusión debemos conocer la versión de su guardián e inspeccionar la piedra cuidadosamente - entonces me giro hacia mi asistente - Yo me centraré en contener a la aberración, dialogar con ella y devolverla a su plano, pero para eso vamos a necesitar que Boccob nos asista con su protección -

La respuesta de su maestro hizo que guardara silencio sumido en sus pensamientos. Permaneció pensativo de forma ausente hasta que recibió la mirada de Telvor en busca de apoyo.

- Boccob siempre proporciona sus dones a aquellos que buscan la verdad y el conocimiento. - fue la escasa respuesta del semielfo aunque fue confirmada con un rápido asentimiento.

A continuación, volvió a bajar la cabeza, pensativo y meditabundo. Calentaba las manos en la diminuta hoguera que el príncipe verdinal les había prestado con aire distraído y sacó unas raciones de su bolsa que empezó a mordisquear sin demasiado interés.

Mientras tanto, la guerrera que tanto había permanecido en silencio alzó la mirada. Con el ceño fruncido, dirigió una mirada al resto de los presentes en la improvisada reunión

- Tal vez aún no os habéis dado cuenta de que todo esto es un error. Un enorme y tremendo error. - dijo con amargura mal disimulada. - Mostráis desconfianza por unos seres que piden proteger su hogar mientras que aceptáis las palabras de un muerto viviente como verdaderas. No me creo nada de lo que he escuchado estos últimos días.

A medida que hablaba, Edith alzaba lentamente la voz acompañando su discurso con un gestos que denotaban su descontento con el curso de los acontecimiento. Desenvainó su espada con la hoja empuñada hacia abajo de forma que no podría usarse para luchar.

- Hice un juramento sobre esta misma espada. Juré que protegería a alguien y poco me importa que el mundo llegue a su fin si él ya está muerto. - continuó mientras su vista se perdía en el brillo de la hoja bajo la luz de la luna – Debo encontrarle y asegurarme de que esté bien como me prometí a mí misma. Una vez que me asegure de que esté a salvo, tal vez y sólo tal vez, podría unirme a esta empresa. Hasta entonces, no pienso perder un segundo más en este bosque.

Tras esto, envainó de nuevo su espada y salió del claro con paso firme perdiéndose en la noche.

La mujer había sido desconfiada y distante desde el principio, pero no había esperado en ningún momento que se levantara y se marchara de esa manera. Aún así, podía entender que aquella no fuera su lucha, que tenía asuntos pendientes, algo que resolver. Envidiaba a los que aún tenían la posibilidad de encontrarse con los vivos, y la deseo toda la suerte del mundo al irse.

—Que loss hadoss te protejan y te guíen a tu desstino —dijo cuando estaba a punto de salir del claro.

La siguió entre los árboles un poco más y, después, suspiró. La guerrera tenía razón en algo, era inconcebible que estuvieran defendiendo a aquella aberrante criatura de otro plano, que tanto daño había hecho al bosque, solo por una desconfianza en unos seres feéricos que no habían hecho nada para ganarse tal trato. Miró al elfo de nuevo, con los ojos entrecerrados.

—No dejass de insisstir en que nuesstros anfitriones noss engañan, pero nada de lo que han dicho o hecho da pie a tal deducción. Issaea ha vissto maldad en el corazón de una de las fatass, que puede sser por muchass razoness, pero no en ningún otro, y tú te empeñass en tratarless como villanoss en essta hisstoria. —Negó, decepcionado—. ¿Qué albergaría tu alma si tu hogar fuera desstruido? ¿No habría ninguna mancha en tu interior, caussada por el odio? Essta gente noss ha pedido ayuda, tan desessperados esstán que hassta han accedido a tu interessado trato. Y ahora, tú dudass y, movido por la codicia, por esse afán de conocimiento que tieness, pretendess arriessgar nuesstras vidass y la ssalvación de esste hermosso lugar por tener accesso a la gema y busscar alguna excussa para quedártela si te ressulta útil. Ssi, esso ess lo que pretendess, por eso hass ussado tu retórica para decirless que noss ocuparíamoss de la gema, pero no que sse la entregaríamoss como hemoss dicho. Lo ssiento, Telvor, pero tal vez a ti te haga ssentir mejor decir luego que no hass mentido con tu juego de palabrass, pero yo he dado mi palabra, y esso vale de algo. Inclusso ssi no, no permitiré que una criatura de otro plano desstruya la floressta. ¿Sabéis por qué me "crearon"? Fue para luchar contra criaturass assí, sseres de otross mundos que amenazaban al mundo. Y lo haré, estéss de acuerdo o no. Cumple el acuerdo, en lugar de intentar ssacar algo a máss.

A veces el destino crea encrucijadas de lo más interesantes, tomaré nota de ello para estudiarlo luego. En un instante apenas puedo ver cómo mi discípulo se hunde en sus pensamientos, como la guerrera que nos acompaña decide abandonarnos y viajar sola en un bosque que no conoce en la mitad de una noche que parece perpetua, y a eso se suma un efusivo discurso del guardián de la naturaleza, con una cuantiosa cantidad de acusaciones infundadas que no requieren respuesta pues él esta convencido de estar en lo cierto y que el resto se equivoca. Tal vez los dioses encuentren divertido este tipo de giros tan desconcertantes.

- Adiós - digo en voz baja mirando a la espalda de la guerrera que nos abandona por su cruzada personal. Luego me centro en el druida - Buscar la verdad no es codicia, Zrabroth - ignoro cómo es que un ser sabio puede confundirlas, tal vez está demasiado sensible por el daño el bosque o tal vez nunca se interesó por verdad, pero no podía estar más equivocado - No se de dónde sacas esas ideas, pero yo no quiero obtener nada más a cambio, qué podría servirme de aquí? Una gema? De ningún modo, no me interesa, pero no dejaría un portal a otro plano en manos de quienes nos mienten descaradamente, porque nos mienten aunque no te hayas dado cuenta aún. Un deseo? Para nada, esa criatura legendaria sólo obsequia deseos a la gente pura de corazón y yo no he dedicado mis días a cultivar esas virtudes. Yo no obtengo nada de esto, ni siquiera de ayudarte a cuidar el bosque, ni de estar aquí. Nada. - 

- Si quieres hacerlo a tu manera entonces ve tu solo a vencer a esa criatura, pero si quieres que vayamos en equipo entonces tendrás que tener en cuenta las visiones de todos y tolerarnos con nuestras diferencias. Piénsalo y luego dime, yo aún estoy a tiempo de seguir a Edith si por pensar diferente he dejado de ser bienvenido entre ustedes - si lo que pretenden es que me convierta en un asesino de todo lo que no entienden, entonces prefiero continuar mi camino con la guerrera.

Isaea hizo un ademán para levantarse y seguir a Edith, pero una vocecita en su cabeza lo detuvo. La joven había sido siempre esquiva, desconfiada y uno diría que incluso egoísta. Telvor al menos dentro de su particular visión del mundo había optado siempre por cooperar, pero el aporte de la mujer al grupo había sido nulo.

Si ante una amenaza como la del Sangrador Celeste estaba dispuesto a abandonarlos a su suerte... no era digna de su confianza.

—Suficiente—dijo Isaea buscando zanjar una discusión que iba subiendo de nivel—. Nadie ha dejado de ser bienvenido por pensar diferente. Mientras yo esté en ese grupo, eso no será un problema, siempre y cuando tu corazón esté donde tiene que estar. Pero tampoco te comportes como si estuvieras en posesión de la verdad absoluta Telvor. Si te crees por encima de los demás si dejarás de ser bienvenido.

El paladín puso una mano en el hombro de Zabroth.

—Entiendo tu rabia ante la visión de destrucción que has visto compañero. Pero tenemos que ser cautos. Y no lo digo por la ninfa, no soy tan estúpido como para tratar como villano simplemente por eso. Como bien ha apuntado Thorian, es sólo un dato más. He sufrido heridas peores de personas que no habían entregado su corazón al mal.

Isaea pensó en la muerte de Uldeire y negó con la cabeza.

—Pero igual que no voy a ser un idiota en un camino, tampoco lo voy a pasar por alto. Hablamos de una ninfa, no de un tabernero cualquiera. Y lo que he visto no es una mancha Zabroth, el mal es el mal. Por mucho que algunos filósofos lo quieran relativizar no es así. Es algo absoluto. Así que todo esto si voy a tomarlo como un indicativo de que algo no está bien. No sé si en esta historia hay un villano, son dos o no tenemos ninguno. Pero tenemos que averiguarlo. Y eso implica que cuando vayamos a buscar al sangrador celeste, estemos preparados para un recibimiento agresivo. Porque si es el monstruo que dices, Zabroth, es lo que hará. Y es en eso y en como enfrentar a la criatura cuando pase, en lo que deberíamos de pensar. Porque ese es el mayor peligro que afrontaremos mañana. Y si por un casual la criatura no nos ataca y podemos dialogar con ella, bueno, podremos averiguar cuáles son sus intenciones.

El paladín pensó en el desafío que le esperaba. Una criatura voladora con resistencia a ciertos elementos. Era realmente un problema para él, cuyo talento versaba en el combate cuerpo a cuerpo. Tenía un arco y sabía usarlo sobradamente, pero no estaba seguro de lo eficaz que podía serlo. Si al menos estuviera con el Gobeitiax...

—La criatura está dentro de la nube, ¿no? En ese caso lo primero que necesitamos es poder deshacerla para que la criatura en su interior esté expuesta. ¿Tenéis algún hechizo que pueda ayudarnos?

Si, tal vez debería, pensó con acritud. Escabullirse de noche, buscar a aquella aberración y acabar con ella. Era posible que pudiera vencerla, si se preparaba correctamente. Debilitarla lo suficiente al menos, tanto que no pudiera recuperarse a tiempo de un segundo asalto al día siguiente, cuando él mismo volviera a ganar fuerza. Pensaba en ello cuando Isaea intervino.

Las palabras del paladín calaron hondo en él, le hicieron recapacitar, darse cuenta de que no era necesario todo aquello. Tenía razón, cuando fueran allí, aquél monstruo, pues eso era sin duda, atacaría, las dudas quedarían despejadas, no tendrían más opción que luchar, y entonces se vengaría por el bosque. Asintió.

—Como he dicho, creo que el viento me sservirá para desspejar la nube. Debería valer con esso. El problema real sserá bajarle del cielo; yo puedo convocar aliadoss de la naturaleza que le ataquen en el aire, pero vossotros no voláiss. Y vuesstras armass a disstancia no sservirán de mucho si hay corrientess demassiado fuertess. Ssi encontramoss la manera de que llegue a tierra, intentaré atraparle ahí.

Aún consternado por la marcha de aquella mujer, escuchó atento a sus compañeros.  Ante las sugerencias de los mismos, se animó a sugerir su propuesta, aunque pudiese ser un tanto descabellada.

- Yo puedo levitar, así podría intentar bajarlo, aunque siendo sincero no creo que resultase muy efectivo –dijo mirando a los presentes dubitativo. - Quizás llamando su atención y haciendo que nos persiga, podríamos obligarlo a bajar si nos metiésemos en un lugar cubierto, como una cueva o un lugar similar… solo tendríamos que encontrar un lugar que se adhiera a esas características.

Se quedó mirando a los demás  a espensas de ver si su idea les convencía.

El escriba le dedicó una rápida sonrisa al paladín por la respuesta a su comentario aunque no tardó demasiado en sumirse de nuevo en sus pensamientos. Aquel parecía un puzzle complicado y la solución no parecía presentarse ante él.

- Debemos tener en cuenta que es muy posible que la criatura a la que nos enfrentamos sea inteligente, tal vez más de lo que imaginamos. Si intentamos atraerla a una trampa como si fuera un simple animal salvaje, puede que seamos nosotros los que suframos alguna clase de emboscada. Al fin y al cabo, estaremos luchando “en su terreno” si ya ha arrasado tanta poción de bosque. - comentó mirando al resto. - Aún tenemos poca información sobre ella. Una posible aproximación al problema podría ser una “guerra de guerrillas”. Podríamos buscarla para comprobar sus intenciones y ver sus habilidades sin mostrar totalmente las nuestras. El conocimiento que pudiéramos sonsacar de aquel encuentro sería nuestra ventaja.

Miró a Thorian de refilón, sin tener muy claro si hablaba en serio. Cuando decidió que si, se tuvo que contener las ganas de responder lo primero que se le vino a la cabeza, y en su lugar suspiró antes de hablar.

—Ssi essa criatura ess hosstil y noss ataca, no habrá tiempo de contenernoss. Y ssi decide dialogar, pero suss motivoss no sson de pesso, dessembocará en una lucha, y tampoco podremoss contenernoss. Ademáss, aunque necessario, no tenemoss tiempo que perder, esso lo ssabemos todoss; tenemoss que acabar cuanto antess para sseguir nuesstro camino. Y antess de que ssiga desstruyendo el bossque.

El plan ess ssencillo. Vamoss hassta allí, Telvor intenta converssar con la criatura y, cuando esso no ssirva de nada, utilizo mi poder para apartar la nube controlando el viento. Luego quien pueda atacar a disstancia que lo haga, yo mandaré criaturass convocadass a por essa aberración. Y si baja a por nossotros, le mantenemoss en tierra y luchamoss con todo.

 - Suscribo tus palabras –apuntó cuando Zrabroth acabó su intervención. – Como bien has dicho no tenemos todo el tiempo del mundo por lo que, en mi opinión, un plan como el que acabas de elaborar es lo que mejor se adecua a la situación en la que nos encontramos.

Hizo una ligera pausa en la que miró a Telvor y añadió.

 - Eso no quiere decir que dude de las capacidades de nuestro compañero a la hora de dialogar con esa aberración sangrante. Simplemente intuyo por la situación que ha vivido esta gente, que conversar con él sería una tarea bastante ardua. Y sin querer reiterarme en el asunto… no tenemos tiempo.

Parecía todo relativamente aclarado. Tenían un plan trazado tanto de actuación como de combate. Estaban todo lo preparados que podían estar. Ya sólo quedaba afrontar lo inevitable, el efrentamiento con el Sangrador Celeste.

—Lo mejor será entonces que descansemos. Mañana será un día más duro de lo normal.

Si, así era. Asintió con un cabeceo.

—Desscansad entoncess. Pero mantengamoss lass guardiass habitualess, no hay que confiarsse. —Muy a su pesar, así era; le gustara o no, no podían confiar del todo en aquellas criaturas del bosque, y tampoco sabían que otros peligros podía haber en lo más profundo de aquella floresta—. Que lass esstrellas velen vuesstros sueñoss.

- Descansad entonces, pues yo empezaré con la primera de las guardias.

Cerca de aquella tenue luz que sus anfitriones les habían proporcionado, el monje se quedó vigilando mientras se preguntaba si serían capaces de superar la amenaza de aquella aberración a la que se enfrentarían en unas horas.  No desconfiaba de las capacidades del grupo, pero sabía muy bien que alcanzar una buena sinergia era fundamental para cualquier grupo de aventureros. Y en el caso de ellos,  estaban condenados a alcanzarla lo más rápido posible.

Uno a uno, empezando por Siroc, tomaron turnos para realizar guardias a lo largo de lo que sería un tranquilo descanso. Sus anfitriones permanecieron atentos a sus asuntos durante todo el tiempo y sólo abandonaron en contadas ocasiones el claro. El hombre-cabra dedicó gran parte del tiempo a montar guardia y patrullar salvo un corto descanso en el que apenas echó una cabezada.

De nuevo, la falta de un sistema de referencia fiable para medir el tiempo obligó a la compañía a guiarse por sus propias necesidades para estimar el tiempo que habían descansado. Posiblemente, tras varios días de marcha forzada y previendo un complicado combate, durmieron algo más de lo usual.

Mientras Isaea, el último en tomar el turno de guardia, se preguntaba si sería conveniente despertar al resto del grupo, el sátiro se acercó a él con el ceño fruncido pero con fuego en la mirada.

- Es hora. - dijo en común con un acento extremadamente cerrado. - Debéis preparar para luchar.

En cuanto todos estuvieron despiertos, el príncipe verdinal se acercó a ellos con aire solemne. La sonrisa que había lucido el día anterior había dado paso a un severo gesto de preocupación. A su diestra, la ninfa le acompañaba con una expresión similar.

- Viajeros. Sed cautos pues el Sangracielos es un ser despiadado que aprovechará cualquier oportunidad para acabar con vosotros. - el ser se giró para mostrar media docena de cuencos colmados de bayas y frutos secos colocados sobre una roca plana. - Poco más podemos ofreceros para ayudaros contra ese engendro. Esas son buenas bayas, - añadió señalando el cuenco centras, algo más vacío. - Ayudarán a restañar pequeñas heridas y resultan muy útiles contra las hemorragias aunque no son demasiado poderosas. En cuanto terminéis los preparativos. Nuestro guardián os guiará al territorio del Sangracielos.