Partida Rol por web

Suelto el arco y desenvaino la espada. Escucho al perro ladrar detrás mía y me giro para comprobar que un enemigo se acerca hacia nosotros por la espalda. Me preparo para atacar a la Sombra Novicia 4 (63,70). Avanzo unos metros hacia ella con la espada en la mano y preparado para darle una buena estocada.

- Deja en paz al animal maldito cabrón... - le grito para llamar su atención

Durante su carga furiosa, Hador empuñó su hacha hasta que sus nudillos emblanquecieron. El tintineo metálico de sus grebas y de su cota de mallas eran silenciados por el galope de su corcel, y a la vez este era opacado por el mar que rugía. La sangre se agolpó en su cabeza a medida que se acercaba al combate, y en ningún momento pensó en retroceder. En número era superado, pero aquella era una batalla injusta para el enorme hombre. Era obvio que le habían abordado y quemado su morada, y el rohir estaba dispuesto a ayudar al indefenso.

Los hombres cuyos rostros se ocultaban en la penumbra que les daba sus capuchas no le oyeron llegar hasta que fue demasiado tarde. Uno de ellos volteó, y Hador pudo ver su cara de sorpresa mezclada con un insoportable dolor, mientras le cercenaba la pierna de un solo corte. El alarido que lanzó fue un aviso de victoria para el jinete, que no festejaba la sangre, sino la justicia. Se oyó un chapoteo por unos segundos en el que las olas del mar se alejaron de la costa, causado por las pisadas del caballo.

-¡Luchad con valor!- exclamó. Su voz se oyó sobre el tintineo de espadas chocantes, el mar enfurecido y las llamas que se alzaban al cielo. Su corcel relinchó cuando su jinete le obligó a moverse hacia uno de los hombres, pero esta vez hacia sus espaldas, más alejado del centro de la trifulca. Nuevamente, lanzó un corte hacia el hombre con los dientes apretados, dejando escapar el aire en sus pulmones por su nariz furiosamente.

Ante el disparo fallido anterior, no puedo si no maldecir: ¡mierda! Así que guardando el arco y sacando ls espada me aproximo hacia el combate: ¡Eh, cara chimpancé, aquí! Digo intentando atraer la atención de alguno de los enemigos.

Me detuve en seco al tener frente a mí al hombre que portaba la túnica. El otro que se encontraba con él había partido en busca del animal, que parecía, este último, deseoso de llegar hacia su amo para poder protegerle.

Lo observé un momento mientras dejaba apenas bajo mis ojos el escudo para protegerme. Reparé en sus ojos vacíos, en su rostro. Una mueca de disgusto pasó por mi cara. Llevé levemente hacia atrás la maza mientras me acomodaba para estar más a gusto.

"- ¿No te parece que es un poco pequeño como para que dos mal nacidos traten de atacarle?- le dije con tono seco-. Aquí tienes a alguien de tu tamaño... o tal vez más que el tuyo- expresé sonriente".

Marqué el suelo con mi pié izquierdo y levanté el otro apenas. Lancé un pequeño soplido, debido a que levantaba la maza desde esa posición, y a la fuerza que establecía en mi golpe. Mis ojos brillaron bajo la luz del sol, acompañando las relucientes partes del arma que aún no guardaban sangre seca.

Apenas si presto atención a lo que ocurre a mi alrededor, que lo observo a medias por el rabilo del ojo. Mi atención estaba puesta en aquel encapuchado, sin embargo, pude observar como Hador cercenaba la pierna de uno de los atacantes, esta acción me sorprende y me cuesta buena parte de mi concentración. La saeta sale disparada en un ángulo poco deseable.

Por dentro, me regaño por mi falta de habilidad, aquel hombre podía e iva a morir si seguía cometiendo errores.

Alisterel suelta su flecha, pero el tiro no es certero y se pierde en la lejanía.

El sabueso 1 viendo a su amo en peligro no dudó en atacar a la sombra iniciada que parecía la mas peligrosa, este consiguió atrapar entre sus fauces durante un momento el brazo de este atacante, causándole una herida de cierta importancia.

El sabueso 2 ataca al ladrón que está frente a él causando una herida muy similar a la del otro sabueso ya que también le muerde en el brazo

Eadar se sitúa detrás de la sombra 7 y llama la atención de esta, aunque esta bastante ocupada con el perro.

Ted se desplaza unos metros y se prepara para recibir con su espada al asaltante que corre en su dirección.

La sombra Iniciada iba a atacar de nuevo a Gabbon pero debido al ataque anterior del sabueso este no se lo permite.

Gabbon se limita a defenderse como puede, la anteriores heridas no le permiten más.

La sombra 1 ataca a Gabbon aunque este trata de defenderse lo mejor que puede recibe un pequeño tajo en el costado, el gigantón sigue recibiendo heridas.

La sombra 4 desenvaina su espada y se enfrenta a Ted con el que luchará el siguiente asalto

La sombra 5 ataca al gigantón, este empeñado en defenderse tampoco consigue evitar otra herida, esta vez en el antebrazo, la pobre victima ya se tambalea fruto de tantas heridas.

La sombra 6 ataca a Angainor con la espada y consigue alcanzarle causándole una pequeña herida.

La sombra 7 tampoco puede atacar pues tiene al perro mordiéndole en brazo.

Hador que ataca por la espalda a la sombra iniciada pasa rozando a su víctima, le faltó un pelo para alcanzarla.

Angainor ataca a su oponente y le devuelve un golpe muy similar al que él mismo recibió, hiriéndolo levemente.

Respiro hondo por última vez antes de enzarzarme en el duelo contra mi enemigo. Despejo mi mente de cualquier recuerdo que pueda enturbiarla. Me concentro en lo único importante acabar con el ser que tengo delante. Agarro con fuerza el mango de la empuñadura de mi preciada espada y camino con paso firme hasta mi rival. Amago con atacarle por la derecha para comprobar su guardia, veo que titubea...eso es bueno...la duda puede inclinar la balanza de este combate a mi favor. 

Mi intención es clara, pillarle con la guardia baja y que mi espada tenga acceso directo a su torso, desgarrar lo máximo posible y si es posible perforarle un pulmón o más profundo. Si logro hacer eso no podrá respirar bien el resto del combate o se arodillará lo que me permitirá asestarle el golpe de gracia en su cabeza...

Me decido a atacarle ya. Le amago por última vez con entrarle por su izquierda pero con un rápido movimiento de muñeca lanzo mi ataque hacia su derecha. Con la fuerza de mis dos brazos espero hacerle suficiente daño para poder derrotarlo o por lo menos dejarlo tocado...

Tomados por sorpresa, aquellos enemigos no parecía tan formidables. Dos individuos brutalmente reducidos, alguno probablemente aún vivo, eran la prueba. Pero ya conscientes de la presencia enemiga, eran un hueso duro de roer. Hador estuvo a punto de clavar su hacha en la espalda de su contrincante, pero este reaccionó rápido, y el arma no hizo más que acariciar el aire.

Mientras, Gabbon continuaba recibiendo los golpes de varias de las sombras, algo que el rohir no podía ignorar. Prefería salvar a un hombre que vengar su memoria. -¡Aléjese!- vociferó, asiendo las riendas de su corcel con la mano izquierda, mientras este se movía acomodándose al esquive de la sombra iniciada. -¡Rápido!-

Hador fijó su mirada en la de su enemigo. Había algo en ella que no había encontrado en los ojos del lisiado. Un brillo de ligera sabiduría, como si tuviera más consciencia que el resto de lo que acontecía allí. Pero aquello no importaba. Él estaba allí para eliminar cualquier atisbo de motricidad de aquellos encapuchados, y de eso se encargaría su filo, que surcó el aire una vez más en dirección a su oponente. Ahora, un bufido, que si bien estaba cargado de furia aún no se convertiría en un grito. El cénit de la batalla aún estaba por llegar.

Me situo tras la sombra que parece no hacerme caso. Elevo mi filo y lo dejo caer sobre su cuerpo: ¡Te he dicho que mires aqui, maldito bastardo! Esta vez el filo parece impactar en el oponente y una sonrisa se dibuja en mi rostro.

Echo un ojo al resto del combate y puedo observar que el grandullon esta muy herido y posiblemente no dure mucho mas. Le grito aunque sin esperanzas de que me haga caso, pues en mitad de una trifulca y con el humor que debe tener el paisano sera dificil atender a razones: ¡Alejese de la zona si quiere ver amanecer mañana!

Frunzo el ceño cuando veo la saeta surcar el aire sin impactar en ningún contrincante.

Vuelvo a cargar el arco y lo tenso, contengo la respiración y apunto a uno de aquellos bastardos.

Vamos, vamos - me aliento por dentro al ver a aquel pobre hombre tambalear - Esta vez debe ser mejor...

Suelto la cuerda y con la prisa esta sale muy desviada, sin posibilidades de acertar.

Observé la herida que el enemigo me había producido ni bien concluí mi ataque. Estábamos mano a mano, ambos heridos, parecía que la pelea no iba a ser tan simple como pensaba.

El aire cruzó desde el mar, moviendo a su paso mis ásperos y cobrizos cabellos. Mis ojos se entrecerraron un poco, expectantes ante los movimientos del que frente a mí se mantenía en guardia.

Nos desplazamos, estudiándonos un momento. Apreté firmemente el arma y, sin esperar más, me lancé a atacarlo nuevamente...

El sabueso 1 muerde bien fuerte el gemelo de la sombra iniciada, desgarrándole parte del músculo en una herida muy fea, este ladrón está gravemente herido.

Estos animales son francamente rápidos y certeros, el sabueso 2 pese a no lanzarse del todo bien a por su víctima alcanza de forma oblicua a la sombra 7, una herida no muy grave, pero este humano lleva ya unas cuantas y su situación es crítica.

Alisterel carga y dispara una nueva flecha, otra saeta que se marcha muy desviada de su objetivo.

Eadar alcanza de lleno con su espada a la sombra 7 que tambaleante se desploma moribunda por falta de sangre.

Ted es más rápido que su adversario en atacar, el filo de su arma causa un tajo no muy profundo pero importante en el pecho de su enemigo.

La sombra iniciada pretendía cambiar ahora de objetivo y atacar al jinete rubio pero el sabueso lo ha dejado muy tocado y se limitará a defenderse.

El propietario de la casa se encuentra muy mal con diversas heridas sangrantes, no puede más que defenderse también.

La sombra novicia 1 intenta aprovechar la ocasión que se le brinda el estado de Gabbon, pero no le sale un buen ataque desperdiciando la ocasión de acabar con el gigantón de una vez por todas.

La sombra novicia 4 ataca a Ted, por suerte no le sale muy bien ataque y ted esquiva la espada de su rival.

La sombra novicia 5 también ataca a Gabbon, pero su ataque es nefasto.

La sombra novicia 6 ataca a Angainor que se muestra muy defensivo, bloquea con mucha facilidad este ataque.

La sombra iniciada y lider del grupo de asaltantes intenta defenderse como puede pero Hador alcanza en el brazo a su enemigo, un golpe certero que ocasiona que la sangre surja a borbotones, este ladrón cae muerto.

Angainor alza su bola y consigue alcanzar el hombro zurdo de su rival, le rompe la clavícula, el golpe no es grave pero inutiliza ese brazo y en el siguiente turno este ladrón sólo podrá defenderse.

Noto como la espada de mi enemigo me roza. Ha estado cerca, muy cerca. Pero no pienso mucho más en su ataque y me centro en pensar en el mío. Lanzo un tajo hacia su costado, justo por debajo del brazo con el que sostiene la espada. Su ataque me ha dado la oportunidad de atacar esa zona y si puedo impactarle lo suficiente podría finiquitar este combate.

Ahora es el momento...Ted...no la cagues...

Mi golpe es firme y descargo gran parte de mi fuerza pero no me lanzo a tumba abierta como en el primer ataque, ahora prefiero guardar algo de energía en la defensa por si fuera necesario contrarrestar un espazado de mi enemigo.

Observo cómo la flecha vuela sin un objetivo al que acertar por unos instantes. Luego, vuelvo a cargar y, tras unos segundos, suelto la cuerda y disparo a uno de los bandidos que atacan al dueño de la mansión.

No otra vez - Pienso mientras veo a otra de mis flechas volar sin presición -

El brazo que su oponente levantó en un intento desesperado y casi patético de salvar su vida fue completamente inútil. Junto al bufido que el propio Hador soltó junto a la descarga de su hacha, le llegó el grito agónico del hombre frente a él, y el estruendo del filo que blandía abriéndose paso a través de la piel, los músculos y los huesos del hombro de su víctima. Una cantidad ingente de sangre brotó de allí, peor el jinete ni se inmutó. No le asqueaba la sangre de los corruptos.

No se quedó a observar el baño de sangre que había provocado. Esta se agolpaba a los pies del caballo, cada vez más abundante, pero el rohir simplemente arreó al animal con soltura y se acercó a otro de los atacantes. No pudo ver en sus ojos terror, pues ellos parecían inhumanamente tranquilos. Pero eso no lo detuvo. Su corcel giró para darle comodidad, a raíz de una maniobra, y Hador alzó su arma. El hacha dio contra el sol, y un pequeño punto brillante se posó sobre su filo.