Partida Rol por web

Sonreí al ver caer mi ataque sobre el brazo del enemigo. Parecía bastante herido, lo cual me generaba más confianza.

"- ¿Qué están haciendo aquí? ¿Qué motivo tienen para atacar a este hombre? Y, lo más importante de todo, ¿quiénes son ustedes?- le pregunté al hombre".

Esperé un momento a la respuesta que habría de darme, e inmediatamente continué mi ataque.

Eadar se para un momento y reflexiona, en este lado la contienda parece a favor de los defensores, aunque el humano grandote está gravemente herido, los perros se están mostrando una gran baza, están enfurecidos por el estado de su amo.

Se da media vuelta y ve a Ted enfrentarse a un enemigo el sólo, la lucha está igualada y en cualquier momento podría torcerse, no se lo piensa más, con la espada desenvainada corre hasta situarse el lado del enemigo de Ted para atacarlo.

Muerta la sombra iniciada el sabueso 1 se lanza a por la sombra iniciada 1, lo alcanza en el brazo, con una brutalidad tal que le rompe el hueso y lo deja malherido.

El segundo de los sabuesos da otro salto espectacular y de un única ataque desnuca a su ponente, la sombra novicia 5.

Alisterel carga de nuevo su arco, pero el tener que cargar un arco largo en tan poco tiempo es un buen impedimento para poder apuntar con precisión, su tiro de nuevo sale desviado.

Eadar corre a ayudar a Ted para que la contienda aquí caiga de vuestro lado.

Ted arremete con una magnífica estocada clavando el filo de su espada en pleno ojo de la sombra novicia 4, cae fulminada en el acto.

Gabbon iba a defenderse de los ataques de las sombras pero sus perros le han protegido, el hombre sangra por diversos lados, el hombre desgarra un trozo de la tela de su vestimenta.

La sombra novicia 1 iba a atacar a uno de los sabuesos, pero con el brazo en ese estado apenas acierta a defenderse.

La sombra novicia 6 que está aturdida se prepara para defenderse de los ataques del enano, si no está sorda ha escuchado perfectamente al enano, pero no dice nada, de echo no habéis escuchado decir nada a ninguno de los ladrones en ningún momento, excepto algún grito de dolor o de “ataque”

Hador intenta alcanzar con su hacha a la sombra novicia pero ataque no es exitoso en esta ocasión.

Angainor ataca a la sombra novicia 6 que como estaba aturdida se limitó a defenderse, bloqueando bastante bien el ataque, pero la maza del enano aún consigue golpear en su víctima provocándole una pequeña herida.

Clavo mi espada y veo como mis compañeros viene a echarme una mano pero llega tarde porque ya ha caído. Uno menos y ahora tocará matar a los que quedan en pie e investigar que es lo que ha pasado aquí.

- Eadar movámonos...nos necesitan mis compañeros...

Me Muevo lo más cerca posible para ayudar al rohirrim y al resto.

Vuelvo a cargar el arco, mis músculos se tensan y mi mirada se concentra en el único contricante que quedaba frente a mí. Esta vez, no podía apresurarme, ya había fallado muchas veces y no se repetiría. Me aislé de todo lo que no fuera la saeta apuntando al bandido, dejé de sentir el viento acariciando mi rostro, ya no sentía el olor salado del mar ni oía sus bramidos al romper contra la costa, los combatientes a mis espaldas ya no existían. Respiré con tranquilidad y esperé el momento oportuno.

"- ¿Qué pasa, basura? ¿Te ha comido la lengua el perro que estabas persiguiendo?- le dije al ver que no contestaba".

Cada vez sentía menos ruidos cercanos, por lo que empezaba a preocuparme por la situación en que mis compañeros se encontraban.

Me moví un poco hacia mi enemigo. Comencé a girar mi maza un poco, haciéndola dar círculos en mi mano.

"- Veo que no vas a responderme... ¡entonces, te lo voy a sacar a golpes!- grité, lanzándome al ataque".

El encapuchado esquivó el ataque de Hador con presteza, arrancando un gruñido de frustración de lo profundo de su garganta. La figura del jinete y su corcel, el primero furioso y dispuesto a matar, y el segundo dócil y ágil, habría inspirado miedo en alguien más débil, o más consciente de sus alrededores. Finalmente, su contrincante pareció mostrar algún rastro de sensatez, o al menos demostró la presencia de inteligencia propia, pues intentó escapar.

-¡Cobarde! ¡Ríndete y sobrevive, o huye y perece en la arena!-

Anticipando las intenciones del encapuchado, Hador jaló las riendas de su montura para así perseguir fácilmente a su enemigo si pretendía escapar. El caballo viró con agilidad, como si él y el rohir fueran uno solo. Aprovechando la ventaja, el jinete alzó su hacha una vez más. Ya no era necesario defenderse, pues estaban por darle la espalda. Su filo cortó el aire como tantas otras veces, pero allí no terminaba.

-¡Arre!-

Hador espoleó a su corcel, y este salió disparado como un chita en busca de su presa detrás del asaltante, buscando rodearlo e intimidarlo.

Llego a encuentro de Ted, pero es tarde. Sin mayores problemas ha conseguido desembarazarse de su enemigo. Con el filo cargado en la carrera no queda sino parar y observar como se desarrolla la batalla en otros frentes.

Tan absorto estaba observando, cuando escuche las palabras de Ted. Lento, me digo a mi mismo al arme cuenta que Ted ha sabido reaccionar rapido y se lanzaba al ataque. Casi movido por la inercia corro pero en direccion al enano. Parece que 4 contra uno es suficiente en la parte principal del combate, por lo que decido ir en ayuda de Anaginor, que aun mantiene combate singular.

La batalla va llegando a su fin, el sabueso 1 desgarra el brazo del ladrón que iba a intentar huir, ya que el animal consigue ser mucho más rápido, su víctima que ya estaba gravemente herido cae en el acto inconsciente.

El gigantón humano apunto de desfallecer se sienta en el suelo intentando aplicarse un torniquete el mismo sin mucho éxito – Ayuda… - su voz suena débil y su rostro está muy pálido.

La sombra novicia 6 saca un golpe magistral, un golpe que hasta el más experto de los enanos no habría podido evitar, le podría haber rebanado el mismísimo cuello, pero en el último momento el golpe se desvía y cae contundentemente sobre el antebrazo del enano, los brazales que lleva evitan un hemorragia mayor, ya que la herida no es sangrante pero hasta que no cure el enano se verá mermado en sus acciones.

Pese a todo Angainor enormemente enfurecido por el ataque de su oponente y porque este ni siquiera le habló, descarga toda su fuerza en su golpe, la bola alcanza en el pecho al ladrón justo al lado del hombro en el que impactó anteriormente, el shock del golpe hace que este caiga al instante al suelo.

 Compruebo que todos mis compañeros están bien y les pregunto. Me acerco a ellos y observo los cadáveres de los enemigos caídos. Aún no voy a cachear a los muertos para ver si llevan algún distintivo y si pertenece a un gremio de algo.

- ¿Estáis todos bien? - les pregunto a mis compañeros - ...si alguien necesita ayuda que la pida...

La batalla había terminado, sin embargo, mi expresión seguía siendo seria. Destensé la flecha y ni siquiera la guardé. Con la saeta en una mano y el arco en el otro, me apresuré hasta la posición del hombre herido.

La ira nubló mi vista, solamente podía ver a mi enemigo. Deseoso de verlo caer frente a mí, lancé el ataque esperando destrozarlo. Y allí estaba él, con un deseo similar al mío. El momento pareció eterno, creí ver detenerse nuestros movimientos al notar cómo su arma se deslizaba hacia mi hombro. Un dolor eterno recorrió mi cuerpo, pero para él ya era tarde pues mi maza había alcanzado su pecho.

Tomé mi cuerpo, aún abrumado por el dolor. De mi mochila saqué la cantimplora y comencé a beber hasta dejar tan sólo un poco. Luego me acerqué al bandido y le di de beber el efímero sorbo restante.

Busqué entre sus ropas las armas que tenía y se las quité para evitar mayores problemas. Posteriormente, comencé a tratarle con las vendas y torniquetes que tenía, para evitar que muriera. "Nos sirves más vivo por el momento", pensaba mientras le atendía.

Luego de intentar estabilizar su salud, tomé con ambas manos su rostro. Abrí su boca para comprobar que la broma, que en el momento de rabia había dicho, no fuese cierta, para verificar si había una simple razón para su constante silencio.

Antes siquiera de que el filo de su hacha se acercase al desertor, un sabueso se abalanzó sobre él, arrancando músculos y derramando sangre. El hombre no duró muchos segundos más, y cayó al suelo, inerte. Se habría puesto manos a la obra con alguno de los heridos, pero el enorme individuo, lacerado y fatigado, se veía blanco como el hueso.

Sin perder tiempo, Hador bajó de su corcel, buscó algunas vendas en su equipaje y se apresuró a tratar al hombre. -Dígale a sus sabuesos que dejen a los heridos, pues aún no han hablado- pidió, mientras arrancaba la ropa del hombre e intentaba aplicar algunas compresas. -¿O es que le buscaban por algo en especial?- inquirió, sin siquiera presentarse.

Observo a Angainor sangrar en diferentes heridas por lo que le ayudo en su sanacion y en la del rival. Posiblemnte necesite la ayuda de alguien para poder vendar y recuperar la vida casi extinta de su oponente. Echando un vistazo momentaneamente hacia donde los demas compañeros se encontraban y viendo que ellos tres habian terminado el combate y tambien se bastaban solos en sus objetivos, continuo ayudando al enano.

¿Os encontrais bien Angainor? no me gustan esas feas heridas. Si bien no son profundas si son considerables y numerosas.