Partida Rol por web

Krendhulf se había quedado un poco atrás y fue la primera señal de que algo iba mal Izurde, Dim'goth y Dorg pudieron ver cómo un par de cuadrúpedos del tamaño de perros grandes saltaban sobre él y le derribaban al espacio entre los dos edificios en dirección a la plaza, desapareciendo de la vista.

Eso les sirvió de aviso cuando más monstruosidades cayeron sobre todos ellos, sorprendiendo a Salamina y Van Tharkan pero no a los demás que no tardaron en dar la alarma, aunque demasiado tarde.

Un animal cayó sobre la mujer, arañando y mordiendo como loco en balde pues sus uñas se deslizaron inútiles sobre su yelmo de metal y el hierro que cubría su torso. El golpe del ser a punto estuvo de ser suficiente para dar con sus huesos en el suelo, pero la muchacha era mucho más robusta de lo que parecía y, finalmente, quedó de pie con el monstruito a su espalda.

El bárbaro tuvo menos suerte, a pesar de ir forrado de metal, el ser que le cayó de los tejados consiguió derribarle y quedarse encima de él, la costalada le causó dolorosas magulladuras en la espalda que, sin duda, dejarían morados.

Izurde, por su parte, pudo ver al ser saltarle encima y con un par de pasos rápidos y - obligadamente - cortos, no pudo alejarse de su amenaza pero sí obligarle a caer en el suelo, donde sus patas almohadilladas absorbieron el impacto como si fuera un gato y no tardaron en girarle hacia él antes de que le sacerdote pudiera recuperarse de la esquiva.

Quien más fácil lo tuvo fue Dim'goth, tras avisar al grupo, su cobertura con el escudo fue tan buena que el ser que le caía encima rebotó sin ser capaz siquiera de poner las garras por delante para tener alguna opción de hacer daño, cayendo justo frente al pantangita, que tenía ahora la iniciativa en la pelea.

Dorg por su parte, alzó su extraña arma de metal para bloquear el ser que caía, demasiado rápido y demasiado intenso, el sable pasó por la zona importante demasiado rápido dejándole indefenso. Por suerte el monstruo tampoco había andado fino al saltar y pasó de largo, aterrizando dando la espalda al salvaje, por lo que para cuando se giró, el orgino ya preparaba su ataque.

Con más calma Dorg, Dim'goth e Izurde pudieron determinar a qué se enfrentaban. Eran seres parecidos al que Van Tharkan había regalado amablemente a los pueblerinos, aunque cada uno era diferente a los demás. Eran mezclas de animales, casi todos tenían algo de gato o - quizás - puma, pero en algunos eran sólo las patas, en otros también el pelaje o la cola o el hocico. Se mezclaban, mayoritariamente, con rasgos de perro, pero alguno era medio rata o tenían algún rasgo de lagarto. Lo que no faltaba en ninguno era el haber crecido hasta superar con creces el metro de longitud.

Un par de las criaturas les cerró el paso por delante, en un claro signo de inteligencia, al menos rudimentaria. Por detrás, los dos que deberían haberles emboscado parecían haberse quedado enzarzados con Kredhulf, rodando hacia la plaza; pero el sonido, aún lejano y lento, de poderosas pisadas no auguraba nada bueno en el futuro próximo.

La pobre chica, sin saber realmente que sucedía pedía alarmada: - ¡Quitarme eso! ¡Quitarme eso! Repetidas veces.

El entrenamiento en las legiones de Pan Tang se mostraba verdaderamente útil en situaciones como aquella. Enfrentado a esta abominación, coloco el escudo en guardia baja sacando la punta del falce por encima, doy un paso y lanzo un tajo hacia los ojos de la criatura que había intentado sorprenderme.

Monstruos y demonios, Dorg estaba rodeado de abominaciones en aquel lugar lejos de la bendición de la Dama. Jamás deberían haber dejado que demonios extranjeros pisaran el Bosque Sagrado, por su culpa ahora se veía en estas. En una misión seguramente suicida para recuperar el equilibrio del mundo. Y allí estaba, frente a esa mezcla entre gato y zarigüeya que siseaba con las orejas gachas enseñando los dientes, lista para atacatar. La mitad de su cara exhibia un morro largo lleno de dientes, y la otra mitad un morro corto con afilados colmillos felinos. Uno de sus ojos (el enloquecido ojo marsupial) giraba sin control mirando para todos lados mientras que el ojo felino estaba fijo en su presa.

Dorg levantó su espada extraña, afilada por la gracia de la Dama, y se preparó para rebanar aquella grotesca cabeza del extraño ocuerpo cuadrupedo antes de que se le echara encima.

El sacerdote, sin margen para escapar, decidió ganar tiempo para que alguno de sus guardaespaldas pudiera llegar en su ayuda. Sacó un cuchillo largo, que en sus pequeñas manos parecía una espada, y empezó a lanzar tajos con más furia que tino, más pendiente de mantener alejado al monstruoso animal que de matarlo.

Dim'goth

El tajo del pantangita fue certero, pero la piel del animal parecía cuero costroso debajo del pelaje suave y no entró tanto como esperaba. La monstruosidad estaba dañada pero no de consideración, seguía siendo tan peligrosa como al principio; por suerte su tajo había desequilibrado al monstruo que se veía incapaz de recuperar la ventaja en la pelea ante la formidable guardia del soldado.

Dorg

El tremendo tajo del salvaje cercenó la parte frontal del morro de zarigüeya de su criatura, causando un aullido estremecedor en el animal que empezó a sangrar como gorrino mal degollado. Inmediatamente le saltó al cuello, aún con fuerzas aunque se le reducían a ojos vista, pero con un hábil movimiento la espada de extraño metal se interpuso obligando al ser a retirar la parte de dientes que aún conservaba.

Izurde

El perrigato que le acosaba volvió a la carga, pero se detuvo para no empalarse a sí mismo en el cuchillo que Izurde movía sin cesar en un frenético torbellino defensivo, perdiendo la iniciativa de la pelea.

Salamina

Salamina había conseguido enfocar a su atacante por fin, ahora sin el ímpetu de la carga, cuando saltó sobre ella no tenía la fuerza para derribarla, pero sí el tino de alcanzarle el brazo izquierdo antes de que consiguiera mover su pesada hacha. Cerró su boca de perro de presa mientras usaba sus patas felinas para saltar arriba y abajo dejando su brazo magullado antes de que pudiera soltarse, con manchas rojas por debajo de la armadura.

Van Tharkan

El bárbaro estaba en problemas serios. El animal, que parecía un gato con colmillos y cola de jabalí, le había derribado y se disponía a morderle en la garganta con sus afilados colmillos prominentes, por suerte el bárbaro podía reaccionar antes con sus reflejos - mejores, en éste caso que - felinos. Su arma adelantaba a los dientes criminales por apenas una fracción de segundo.
 

Van ya había visto a estas criaturas, eran como la que se encontró en la posada... y allí pudo acabar con ella. Con un gracil movimiento, levantó la espada hacia la aberración formando un arco cargado de impulso. El golpe empujó tejido y huesos, aunque la sensación era distinta a la que tendría con un animal normal. Sin embargo el engendro sangró.

Recomponiéndose tras la sorpresa de haber sido lanzado al suelo, preparó su arma para el posible ataque.

Dorg cambió guardia para enfrentarse a aquel ser, más bajo que él, cosa nada acostumbrada. Tendría que adoptar una postura más defensiva. Aunque sus compañeros estuvieran en apuros, no iba a darse prisa y arriesgarse a un mordisco o arañazo de aquel bicho, que vete a saber que le haría. Arrojó un tajo bajo, más para desequilibrar a su enemigo que para hacerle daño, pues lo saltó con facilidad, pero lo situó en la mejor posición para defenderse.

Si bien el golpe no había sido decisivo si que fue suficiente para hacer trastabillar al bicho y que no pudiera atacar. Envalentonado y decidido, avanzo y golpeo otra vez a la criatura pero la sangre dejada por la anterior herida es bastante para hacerme resbalar, nada, sólo un poco, pero lo suficiente para que, involuntariamente, levante el escudo quedando momentáneamente desprotegido.

¡¡¡Maldición!!! ¿Cometiendo errores de novato a estas alturas?

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   Nervioso, retrocedo, esto no es para mi, yo soy un estudioso y nunca se me dio bien pelear. Pese a todo mientras retrocedo recuerdo que aún aferro mi jabalina.

   Así, alzo el brazo y arrojo al bicho que me acosa la jabalina que se clava en la cosa.

   - Largo, mastuerzo de agua dulce, alga podrida del mar del dragón, ¡aléjate de mí, no ofendas a Strasha! - Mascullo mientras retrocedo intentando interponer alguno de estos enormes guerreros de mi grupo entre el bicho y yo.

   - ¡Ayuda!, Soy hombre de letras, no un guerrero. -

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Salamina aprovechó la ventaja temporal que había conseguido al soltar al bicho de su brazo de un empujón para descargar su hacha de dos manos con fuerza en un golpe vertical mortífero, aunque el control de un tajo tan brutal fue limitado y acabó dirigido un poco ladeado, pero aún así bien dirigido.

Perdida la iniciativa de la carga desde los tejados, los animales adoptaban un ritmo de pelea más defensivo, tirando garrazos de tentativa que dificultaban atacarles. Al otro lado del edificio de atrás, a punto de girar la esquina, se oían claramente los golpes contra el suelo de pezuñas pesadas y poderosas, los de oído más fino incluso podían escuchar la respiración agitada de algo de gran tamaño, como un bufido.

 Van Tharkan

El molinete amplio que el bárbaro se vio obligado a hacer, al estar en el suelo, desentendiéndose de la peligrosa situación en que se encontraba, fue muy efectivo. La espada entró profundamente en el monstruo, a pesar de su piel endurecida. Probablemente, por la posición, no tocó ningún órgano vital, pero se había clavado casi dos palmos y varios borbotones de icor espeso, negruzco y burbujeante manaron en rápida sucesión cuando por fin logró librar su espada.

Por desgracia para ese momento era tarde, su intento de interponer los gavilanes delante de la boca del animal fallaron y ésta se cerró en torno a su cuello comprimiendo dolorosamente la gorguera.

Los movimientos furiosos del perro pronto empezaron a ralentizarse, mientras el icor seguía manando de su profunda herida como una fuente. Para cuando Van Tharkan empujó al bicho para retirarlo de sí, éste ya no se movía, sólo convulsionaba en agonía.

Dorg

El salvaje no consiguió acertar al animal zarigüeyesco, que a pesar de estar muy lento estaba demasiado encima del humano. Saltó de nuevo contra él, patéticamente, con las fuerzas muy justas mientras no dejaba de chorrear babas cada vez más mezcladas con lo que había tomado en un primer momento por carne rota pero ahora veía que eran icores gelatinosos.

Dorg volvía a tener ventaja en la iniciativa pues el fallo al saltarle encima había dejado al ser de Caos de espaldas y aún estaba girando de nuevo, a la vista de sus movimientos erráticos, para tratar de hacer el último ataque de su malhadada vida.

Dim'goth

El militar mabden seguía con sus estudiadas rutinas de ataque, aunque no podía usar sus mejores fintas, apropiadas para enemigos inteligentes, lo cierto es que era incluso más fácil con aquellos animales sin seso ni raciocinio. Su hoz de guerra volvió a cortar al monstruo, pero por desgracia su empuje no era suficiente para aquella piel correosa y aunque seguía abriéndole tajos, éstos no eran definitivos.

Giró en un movimiento defensivo, pero, demasiado confiado, lo hizo en la dirección incorrecta, el perrigato tenía tal ansia por devorarle que cerró la boca sin fijarse en dónde y se lió a sacudirse dando banzados en un intento por destrozarle, sin darse cuenta de que en realidad había mordido la armadura de metal. Finalmente se soltó, deslizando sobre el metal que quedó arañado pero aguantó, quedando a los pies del soldado.

Izurde

El pequeño sacerdote arrojó la jabalina en cuanto cogió unos metros de distancia. A aquel alcance tan corto la afilada punta abrió el duro cuero del cuerpo del bicho y entró con profundidad antes de rebotar contra un hueso y volver a salir, dejando una grieta en su carne que se llenó de una pus burbujeante y negruzca que caía como grasa fundida desde la herida.

Tambaleante y desmadejado la aberración volvió a cargar contra el clérigo, con ojos mucho más brillantes desde que le había maldecido en nombre de Straasha, como si hubiera reconocido la palabra y la hubiera tomado como un insulto. Mordió el brazo del clérigo, por suerte la gravedad de su estado le debilitaba por lo que la madera crujió pero la carne y el hueso se mantuvieron a salvo.

Salamina

La guerrera filkhariana consiguió acertar al animal, no en la cabeza como pretendía, pero sí en una pata, que se quebró con un chasquido que dejó fuera un hueso manchado de icor negro y borboteante.

Cojeando, pero con una rabia feroz, el monstruito se revolvió y trató de morderla una pierna, aunque ella no consiguió clavar el mango del hacha delante de su boca, sus colmillos se cerraron a unos centímetros de su pierna, quedando de nuevo en una posición vulnerable.

El engendro al que había atacado parecía agonizar fruto de la pérdida de sangre, sin embargo Van Tharkan quedó atrapado debajo del cuerpo de la bestia. Empujó con todas sus fuerzas, tocando el desagradable pelaje.

Mientras se quitaba el cuerpo de enmedio, intentaba mantenerse alerta por si recibía otro ataque.

Unos extraños ruidos llegaron sin embargo a través de una calle cercana, algo estaba encabritado cerca de ellos y amenzaba con aparecer en cualquier momento. Golpes contra el suelo y jadeos, no parecía que lo fueran a tener fácil dentro de unos momentos.

Trató de apresurarse lo máximo posible y ponerse de pie mientras veía a sus compañeros tratar de deshacerse del resto de demonios.

Maldiciendo, Dorg volvió a detener el golpe de la Zarigueya, parecía que aquellas cosas tenían fecha de caducidad, se estaban deshaciendo por momentos. Supuso que era normal, eran abominaciones contra la Dama y como tal no podían sobrevivir. Levantó su espada y la descargó contra la espalda del maldito bicho mezcla de Zarigueya y vete a saber que, soltando un satisfactorio crujído. Tenían que darse prisa, algo se acercaba.

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   Una gota de sudor cae al suelo cuando recibo el impacto, sólo la gracia de Strasha me protegió, no podía tentar a la suerte.

   Sigo retrocediendo para ponerme fuera del alcance del bicho mientras continuo exhortandole a desaparecer.

   - ¡No nacido de Strasha! No deberías existir, ¡conviertete en la nada de la que procedes, deshazte en el agua sucia que eres, vuelve al caos del que procedes para no regresar jamás, en el nombre de Strasha! ¡No avances más!-

   Arrojo una segunda jabalina, pero no golpeo con la misma contundencia esta vez.

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El bicho aprovechó el error y se coló bajo el escudo consiguiendo hacer presa sobre mí y zarandeándose intentó derribarme, suerte que dio contra la armadura que aguantó la presión de sus mandíbulas. Al soltarse, queda a mis pies el perrigato y aprovecho para lanzarle una estocada descendente al tiempo que doy un paso atrás y vuelvo a colocar mi escudo en la posición correcta, entre él y yo. Puede que las técnicas pantangianas fueran lentas pero centrarse en la defensa y en desgastar al enemigo siempre era una buena apuesta, loado sea Chardros.

Salamina se apresuró a lanzar su golpe, demasiado, de hecho, por lo que perdió precisión y la bestia pudo echarse a un lado fácilmente desde una posición en que quedó vulnerable por sus lentos movimientos debidos a su pesada armadura. Ahora había sido una desventaja, pero cuando el monstruito atacase, volvería a agradecer llevarla.

Van Tharkan

Un poco más dolorido el bárbaro consiguió ponerse en pie deshaciéndose del cadáver, que se... podría por momentos, si es que burbujear mientras se convertía en una masa negruzca que absorbía el suelo se podía llamar pudrirse. Alzarse y reempuñar el mandoble le dio tiempo de observar cómo les iba a sus compañeros y quién necesitaba más ayuda.

Por los gritos, desde luego, Izurde, pero desde el principio había parecido el más vocinglero, si no por otra cosa por lo taciturnos que eran los demás.

Dorg

El tajo descendente de Dorg hendió con fuerza la espalda del zarigüeyiperro abriendo un tajo que dejaba ver hueso y partió varias costillas. La abominación se hundió bajo la fuerza de la descarga y no volvió a alzarse, sin espasmos ni agonía, comenzó a fundirse, como había pasado con la de Dim'goth, en una viscosidad negruzca que se filtraba al suelo.

Al salvaje le quedó menos tiempo para reaccionar, apenas un vistazo rápido para ver dónde se seguía combatiendo y dónde no.

Izurde

Una jabalina más voló, dejando al animal, presa de una furia salvaje que le distinguía de sus compañeros, que no hacía más que aumentar con las maldiciones religiosas del pequeño shazariano. Aunque la saeta llevaba poca fuerza, por pericia o por suerte alcanzó la herida anterior, hincándose hasta medio astil mientras la bestia volvía a saltarle encima, perdiendo impulso hasta caer muerta a sus pies.

La inercia envió los primeros restos de prototejidos burbujeantes a ensuciar los elegantes mocasines que se había podido arreglar con prisas del antiguo sumo sacerdote, mientras el cadáver se transformaba rápidamente como los anteriores.

Dim'goth

La táctica del pantangita parecía lenta pero segura. Otro corte menos profundo de lo que debería, gracias a su correosa piel de cuero, quedó en la maltrecha forma animalesca. La quimera tenía más pelaje cubierto del miasma oscuro que sangraban que de la suciedad que acumulaban deambulando por la ciudad.

Aún así ninguno de sus cortes era definitivo, magullado y herido, seguía luchando con su ansia de sangre, sin importarle que la mitad de sus compañeros hubiera muerto.

Pero que no fueran mortales, no quería decir que no tuvieran su importancia, sus movimientos eran lentos y predecibles, demasiado para un soldado veterano entrenado para luchar en las huestes del caos. Pronto el guerrero mabden volvía a tomar la iniciativa cuando un mordisco resultó demasiado precipitado y demasiado corto.

Salamina

El animal aprovechó el hachazo fallido y saltó con furia al flanco de la guerrera, pero de nuevo sus dientes chocaron con la cruel realidad de las armaduras de placas. El metal chirrió, crujió y se abombó, pero no cedió por mucha presión y sacudidas que impuso la aberración.

Finalmente su mordisco, al no ser capaz de hacer presa en las placas metálicas, acabó deslizando y el monstruo salió despedido a un lado, su pata rota le ralentizaba el girar de nuevo, dando pie a la filkariana a recuperar la distancia que su hacha de Lormyr precisaba para combatir con comodidad.

Mientras los mercenarios y el clérigo luchaban por sus vidas en la calleja entre los dos edificios, los últimos rayos del sol y los primeros de la luna alargaron una sombra amorfa y gigante más allá de la esquina que quedaba en la dirección por la que habían venido. Era difícil calcular el tamaño de quien la producía, pues la sombra estaba deformada por lo bajo de la luz, y aún más el aspecto exacto pues parecía una mezcla abominable de contornos. Pero que era masiva y compacta era seguro por lo ancho del perfil que dibujaba en el suelo, al que no afectaba el ángulo de la luz.

La acumulación de golpes empezaba a hacer mella sobre la criatura que se resentía de las heridas recibidas, moviéndose más lentamente y con menos precisión, lo que impedía que pudiera hacer frente a una nueva lluvia de golpes del pantangiano que, aprovechándose de la debilidad de su adversario, le hincó la hoja buscando la parte blanda del cuello para seccionar alguna de las arterias principales, suponiendo que estas cosas tuvieran de eso.

Sin embargo las cosas pintaban mal; el entrenamiento marcial recibido hacía que Dim´goth estuviera atento a todo el campo de batalla por lo que pudo vislumbrar la sombra de lo que venía por sus espaldas.

¡Maldición! Estas criaturas solo eran una distracción para cortarnos la retirada. ¡¡¡Sacerdote!!! Es posible que quieran encerrarnos en este callejón o hacer que vayamos hacia delante para recibirnos con una nueva emboscada. ¡¡¡Decide: luchar o huir!!!

En condiciones normales un oficial pantangiano o, en las condiciones actuales, un oficial mercenario se habría adelantado y dado las órdenes precisas para impedir que la indecisión se apoderara de sus huestes pero nos dirigía un sacerdote, más habituado a dirigir rezos que a dirigir soldados, así que había que presionarlo para que tomase las decisiones que le correspondían. Mierda de vida la de un mercenario, a las órdenes del que paga, igual había que replantearse la vida si salíamos de aquí enteros.

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   Recojo una de las dos jabalinas que tengo a mis pies y la arrojo a una de las abominaciones que nos rodean, pero la prisa me hace errar el tiro. Luego escucho las voces de Dim'goth.

   - ¡Rápido! Deshagamonos de estos mierdas y pongámonos a salvo en el edificio. -

   Mientras observo por el rabillo del ojo la mole y doy un par de pasos atrás.

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