Partida Rol por web

Era una sorpresa el ver que alguien quería escapar de esta maldita pesadilla. Eso también la sacó de su astado de estupefacción por el asco que sentía de allí.

- Cuando salga de esta me meteré en un baño caliente con sal, como si fuera para hacer caldo, para quitarme esta "mierda" de la piel. Le daba asco el que su piel tocara ese aire.

Hizo dos gestos apresurados para que entrase, y así se uniera a ellos, portando también su arma en las manos.

El recién llegado era un tipo llamativo para aquel lugar, un sureño del brutal Pikarayd, muy pequeño comparado con los suyos pero con la musculatura habitual. Algo totalmente fuera de lugar en aquel pueblucho fronterizo de Shazaar, por lo que se integraba perfectamente en el grupo a nivel visual.

El pikaraydense, al abrirle la puerta, pudo comprobar que la figura blindada que lo hizo era una mujer, debajo del yelmo costaba distinguirlo pero parecía tener rasgos más claros de lo habitual por allí, detrás había un bárbaro del desierto y un salvaje - aunque su equipo era el habitual en un mercenario de los Reinos -. A cubierto tras ellos había un tipo bien vestido, con ropajes de clérigo importante, pero del tamaño de un niño.

En la barra, una a un lado y otra al otro, estaban sus conocidos, pero a éste lado, el de los clientes, se había unido un tipo barbudo al estilo pantangita.

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   Como en un sueño, recupero la conciencia dolorido. El golpe me dejo aturdido y los últimos momentos he actuado por instinto, casi de forma automática. No en vano ese golpe casi me había matado.

   Tras recobrar la conciencia y examinar la sala, observo que el silencioso sacerdote de Grome no se le veía.

- Creo que eso de la puerta no va a dejarnos salir por ahí, será mejor que busquemos otro modo de escapar y llegar a las minas.-

   Ante las palabras de Van Tharkan y echo un vistazo en derredor y por las ventanas buscando alguna ruta de salida. La guerrera asintió, también parecía estar de acuerdo en salir de ahí.

  - Larguémonos de aquí cagando leches... -

  Dim'goth y Dorg también estaban por la labor de salir de ahí. No podía culparles. El dolor le molestaba en un costado. ¡Ay lo que daría por unas hojas de Agave!, sólo unas hojas y unos minutos y podría amortiguar ese dolor. Pero no había visto una puñetera planta desde que llegó.

   Intento recordar el camino para poder salir rápidamente, pero el dolor no me deja recordar nada, salvo que está oscuro y hay un bicho pesado por ahí. Dim'goth avisa de que alguien se acerca y luego parece ceder su voluntad y sentarse en una mesa.

  -... Si os vais a ir de este lugar contad con mi cimitarra... Soy Antem -   

   Parece que somos uno más. Y de algo estoy de acuerdo con todos hay que salir.

   - Salamina, Dorg, Van Tharkan, esto es para vosotros, por si no salgo vivo de aquí. Creo que el peligro lo compensa que cobréis parte de lo que se os adeuda cuando volváis. -

   Entrego 3 grandes de oro a cada uno.

   - Seguidme y salgamos de aquí y veamos esas minas malditas por el caos. -

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Les miro de arriba a abajo de la misma manera que ellos me examinan a mi : un enano , un bárbaro , un salvaje y una guerrera .Sonrío de medio lado   y envaino al cimitarra .Si conocéis el camino para salir de aquí  estamos tardando .No sé que habéis  vivido en esta ciudad  pero yo he tenido más que suficiente   y cuando  pierda de vista este sitio me  voy a sacudir el polvo de mis sandalias   y espero no volver nunca .

Como supongo que no os fiareis  mucho de un recién llegado no me importa  ir abriendo la marcha .comento como de pasada intentando que nos  pongamos en marcha . o el segundo si queréis tenerme mas vigilado ..como sea  ,indicadme por donde   hay que ir   ,

- Salgamos de aquí- asintió Dorg, guardandose las monedas del sacerdote.- Aquí solo encontraremos la muerte. No recuerdo por donde vinimos, pero si corremos podemos dejar atrás a esos monstruos

El grupo salió tratando de dirigirse a la posición que creían estaría el camino. Ahora, ya de noche, habían perdido las referencias y al salir del pueblo no le encontraron. Ni siquiera cuando Salamina dirigió la búsqueda logró acertar.

El viaje por el campo, a oscuras y con los nervios a flor de piel por los aullidos incesantes de las monstruosidades que parecían recorrer el pueblo y los alrededores, se hizo difícil, todos resoplaban y tropezaban a menudo, salvo Salamina que, a pesar de su armadura, era la más sigilosa.

Un grupo de aullidos comenzó a acercarse a ellos, parecía venir en un arco bastante abierto que dejaba una única dirección en la que correr. Por algún motivo esa dirección alcanzó un camino; si era el que buscaban o no, era imposible de saber en la noche y con la prisa de la huída. Lo que sí era cierto es que el camino ofrecía un suelo mucho más apropiado para la huida.

Dirigirse en otra dirección sería imposible sin una nueva pelea.

La luchadora protestó. Estaba aliviada por salir de allí, pero aun así protestó: - Pero que escandalosos sois. ¿No os enseñaron a levantar los pies para caminar panda de buhoneros de cacerolas? No sentía que les pudieran estar persiguiendo, pero a pesar de ello, no le gustaba dejar un detalle que se pudiera detectar, y tropezones, ruidos y demás, era lo que un expertos rastreador precisaba para mantenerse tras la pista de alguien. Más si es un grupo con pies de plomo y zapatos de hojalata.

Dorg no era del tipo sigiloso. Demasiado torpe para eso. Su estilo de caza consistía en esperar quieto durante horas a que la caza vinera a él o a sus trampas. Obviamente, la mayor parte de su dieta eran plantas, raíces y tuberculos, pero algun conejo o ave cazaba. Claro que no estaba preparado para correr por ahi de noche, a oscuras, tropezando con todo como un pollo sin cabeza.

- Deberíamos hacer esto de día- comentó Dorg, después de chutar una piedra particularmente ruidosa.- ¿No estamos ya lo suficientemente lejos? De día podemos buscar el camino a la mina rodeando el pueblo, es lo más seguro.

La incursión de un habitante de Pikarayd le escamó... ¿qué hacía allí? El encuentro había sido tan breve que no tuvo tiempo de preguntar, en cuanto pudiera investigaría sobre el hombre. Lo que si parecía es que estaba tam perdido como ellos, y que no parecía abducido como el resto de aldeanos.

Por fin habían salido del pueblo, volvería a por su caballo al que lo unía un vínculo que se había transmitido entre su gente a lo largo de milenios, pero si podría, evitaría volver a internarse por sus calles y trataría de dar un rodeo hasta donde estaban sus corceles. Ahora rezaba porque este camino llevase a las minas. No creía que estuvieran seguros a campo abierto, pero no tenían otra opción.

Era consciente de que no estaban siendo sigilosos, el ruido de sus armaduras y la torpeza de sus movimientos atraería fácilmente a cualquier criatura, pero debían llegar lo antes posible a su destino. De todos modos no era ésta la situación que había esperado al aceptar el trabajo.

La paga adelantada lo compensaba un poco.

El sacerdote había demostrado sentido común, además era más diestro de lo que parecía a simple vista porque había llegado hasta allí como uno más, quizá demostrando más pericia en combate que algunos de ellos. Más que cargar con él, había sido una ayuda. No podía decir lo mismo del otro, al que sentía haber dejado atrás pero no podían haber salvado sin poner en riesgo a todo el grupo. Igual que al pantangiano... si, también debían ir a liberarlo si era posible.

Siguió andando por el camino, cabizbajo y pensando en cómo se habían torcido tanto las cosas.

Ante la reganiña de la mujer  me encojo de hombros .Sé que no soy el mas  sigiloso del mundo pero para ser un hombre de mar  creo que no me defiendo mal ..Cuando estoy a punto de contestar indignado, en ese preciso  momento , mi cimitarra golpea  algo haciendo un ruido metálico  que espero que no llame atención indeseada  .Como dice el compañero no es fácil moverse  de noche  y rápido sin hacer ruido ...En fin , que esperáis encontrar exactamente en esas  minas ?Digo intentando cambiar  de tema .

Sin embargo los aullido que suenan cada vez más próximos   hacen que me olvide de la pregunta que acabo de hacer  y sin espera la respuesta vuelvo a preguntar. ¿no suenan demasiado cerca esos  bichos ?

El grupo, reducido por las pérdidas de Krendhulf y Dim'goth, pero aumentado con la incorporación de Antem echó a correr, todo lo que permitía la oscura noche, por el camino; era lo bastante ancho para permitir el paso de un carro, de sobra para correr de dos en dos sin peligro de pisar fuera en el terreno irregular.

Los sonidos animales se acercaron cada vez más durante un cuarto de legua, aunque Antem no sabía qué era lo que les perseguía, las continuas miradas intranquilas hacia atrás del resto le espoleaban como a ellos el miedo.

Para ese momento el terreno había comenzado a picar en cuesta de forma significativa y, de un momento a otro, los sonidos mezcla de varios animales, menguaron. Se hicieron menos frecuentes y mucho menos intensos y, tras un pequeño trote más, notaron que se alejaban en lugar de acercarse.

Tras correr un poco más se sintieron seguros de parar un momento a recuperar el resuello y pudieron comprobar que andaban por la arista de la falda de una montaña, cerca de un precipicio. Tras avanzar un par de leguas más llegaron a un cartel justo en una bifurcación del camino, por un lado seguía subiendo, ahora en zig-zag hacia cotas más altas, ya en la cresta de la sierra; por el otro seguía a nivel, incluso en ligera bajada hacia la cara opuesta de la montaña respecto a la que llegaban.

El letrero tenía dibujados lo que parecían tres pozos de mina, la flecha que indicaba el camino que subía a la cresta tenía dibujado un foso muy profundo, mientras la otra tenía dos dibujados, uno muy ancho y otro muy estrecho, ambos igual de profundos pero menos de la mitad que el de la otra flecha.

Parecía claro que el camino ascendente era el que buscaban, pronto pudieron ver al fondo de la falda de la montaña que subían, las luces de Mestor y, más importante aún, una mucho más pequeña montaña arriba, que les permitió atajar.

Tras muchos resbalones y caídas, fruto de atrochar una legua y media por la ladera de noche, ya clareaba cuando pudieron distinguir mejor de dónde venía la luz.

El origen era un candil de aceite, estaba sobre un pequeño negocio, hecho con dos barriles y una tabla junto a un sombrajo y un par de cajones para sentarse. Estaba a unos metros de la entrada a una cueva y, un poco más lejos, había un par de cabañas de madera en regular estado.

En el mostrador se distinguía una figura humana, y otra estaba sentada; ésta era grande y robusta, aunque también humana por lo que parecía desde la distancia. Un fuerte hedor llegaba desde la zona de las cabañas, el dulce aroma de la podredumbre y la carne en descomposición.

Tras la "carrera" nocturna, deseaba un descanso.

Quería dormir, pero estaba tan cabreada y asqueada con el pueblo que dudaba pudiera hacerlo. Se notaba su estado de ánimo en la voz: - Sólo faltaría que nos quisieran cobrar entrada.

Ya habían tenido experiencia con las gentes del pueblo, así que aquellos hombres apostados podrían ser o esclavos como los del burdel y la plaza o demonios. Era raro que mantuviesen su identidad y no supieran que algo raro estaba ocurriendo.

- Cuidado con ellos.- Dijo entre susurros.- Igual deberíamos enviar a alguien que sepa moverse en silencio para ver quiénes son.

- Sacerdote, ¿cuál es la mina principal? ¿Hacia cúal nos dirigimos?

El bárbaro sacó su arco por si necesitaban actuar a distancia. Le daría tiempo a lanzar unas cuantas flechas antes de usar su enorme espada en cuerpo a cuerpo.

- Será mejor que nos escondamos antes de que nos vean.

Mientras lo hacía miró al suelo, cualquier marca de huellas, desechos o vegetación aplastada podría darle alguna pista sobre si había habido actividad reciente o esos hombres que ahora mismo parecían sombras no estaban solos.

Aun estaba recuperando el aliento cuando nos encontrábamos con otro problema ..Esa gente parece que da malas sensaciones al resto del grupo y el olor que llega hasta mi nariz tampoco ayuda .Si no hay ningún voluntario puedo intentarlo pero me siento más cómodo en el mar que en tierra firme. digo intentando apartarme hacia una zona mas oscura para no ser tan visible y desde ahí empezar a moverme hacia los guardias .

Dorg había marchado por la jungla nocturna muchas veces, pero en el gran bosque de Trost la Dama era amable y había musgo bajo los pies y las rodillas del caminante y, si bien la humedad hacía que los resbalones fueran frecuentes, las caídas no eran tan dañinas ni ruidosas como las de aquel pedregal reseco. Aun así, lograron alejarse de las señales de peligro y se encaminaron a la mina. Estaban lejos de los caballos, que empezaban a preocupar a Dorg. No entendía esas bestias gigantes y extrañas, pero si había aprendido que eran útiles para cruzar grandes extensiones de terreno baldío. Volver bajo el sol abrasador iba a ser peligroso.

Pero ahora, la mina. Conforme se acercaban pudo oler con desagrado el hedor que salía de las cabañas. Mala señal. Muy mala señal.

- Algo maligno ocurre aquí- sentenció.- Esas cabañas apestan a podrido.

Alguien tenía que, al menos, cambiar el aceite de lámpara. Así que quien estuviera en el tenderete estaba vivo. O algo parecido. Dorg se aferró a su espada, esto cada vez tenía peor pinta.

Propuso, aún con su tono de asqueada, cansada y cabreada: - ¿Y unos flechazos para amenizar el espectáculo?

Van Tharkan pudo comprobar que la zona estaba muy transitada. Durante años debían haber pasado por allí, tanto hacia el camino como por toda la explanada, carros y carretas tanto de mano como tirados por animales; pero hacía semanas de las últimas remarcas en las rodadas.

También había señales claras de gente yendo y viniendo, pero las últimas también eran de hacía tiempo, aunque correspondían a un grupo numeroso. Con la iluminación existente no podía dar muchos más detalles sin acercarse.

Antem se adelantó, tratando de no hacer ruido y acercarse algo más, el hombre que estaba tras el mostrador pareció sentir algo, porque miró en su dirección, pero aún estaba muy oscuro y, seguramente, no era capaz de ver al marinero que, una vez salió del alcance de visión de sus nuevos compañeros, también le perdieron la referencia, pues era sigiloso como un gato.

El pikaraydense pudo distinguir más detalles, gracias al candil que le daba un ventaja significativa para espiar sin que le vieran: El otro hombre, el sentado, también parecía humano, aunque era guapo como un protagonista de teatro de comedias, grande como un melnibonés gigante y robusto como un culturista isleño de las ciudades púrpura; estaba ocupado en algo, pero al estar dándole la espalda no podía precisar qué, tal vez comiendo.

En la tabla que servía como mesa había una ruleta y un tablerito de apuestas que parecían ocupar la atención del ¿crupier? de nuevo ahora que había terminado de escrutar a Antem sin conseguir localizarle, principalmente por la oscuridad.

Dorg aguzó la vista desde lejos, tratando de sacar fruto de la luz vacilante del candil, pudo reconocer, como Antem, que ambos individuos estaban vivos y que el gigantón, a pesar del tamaño y el volumen, no era ninguna criatura inusual. También distinguió la ruleta en el tablero, aunque necesitó explicar a Salamina y Van Tharkan lo que veía para que pudieran contarle lo que era. Lo último que le llamó la atención es que tanto el tipo de pie como el sentado tenían picos de minero cerca de los pies, el "crupier" apoyado en el barril y el otro en la caja que le servía de asiento; por desgracia estaba demasiado oscuro para percibir más detalles.

Aquello era muy raro, tanto como en el burdel que habían dejado atrás. Si esos hombres estaban conscientes, su comportamiento se alejaba bastante de tener a todo un pueblo bajo el dominio del caos a escasos kilómetros. ¿Cómo no se habrían enterado? Debían ir de vez en cuando a por provisiones o material, incluso a saciar su interés por el alcohol o mujeres tras algún duro día.

Sin atreverse a dar un paso, esperó a que volviera su nuevo compañero y les dijese qué había visto. Quizá con más información pudieran tomar alguna decisión.

Si no... no tendrían más remedio que irrumpir y enfrentarse a lo que hubiera allí, humano o demonio.

Demonios. Dorg no había encontrado más que demonios en esas tierras malditas. Ahora podía ver más allí, dispuestos de forma extraña. No entendía que hacían allí, pero estaba claro que la mina era parte del problema y que había que pasar por ahí para averiguar que ocurría.

- Van armados- susurró el orguiense.- Y estan preparados, parece que hay combate a menudo de algun tipo.

Al volver  y como resumen   solo acierto a decir .No sé , es extraño parecen vivos  pero hay algo raro en su comportamiento ..parece una especie de casa de juego   pero no se deciros.Uno diría que es el croupier y el otro  parece que está comiendo . 

Vosotros diréis que hacemos pero al menos no parece que ese olor a muerte venga de ellos .continuo dejando que decidan  ellos en vez del recién llegado .¿alguna idea ?