- Brrr... - Tiritó - Había olvidado la daga...
Apenas se había sentado en el frio suelo cuando comenzaba a rascarse la nuca terriblemente confuso. Observaba la figura divina con escepticismo, entre la curiosidad y la repulsa, y por otro lado con ojos de enano ante la brrrujerría vil. Sin embargo no pasaba por alto que erra una diosa, y no le importaba que la asociasen con la torturra.
El enano no sabía nada de Loviatar, sólo sabía que sus seguidorras estaban locas, ¡todas locas! perro los seguidorres no son siempre el mejor ejemplo de una divinidad...
Serría como llamar borracho a Morradin. Pensó optimista el enano, tratando de ponerse en situación de la diosa, de Payne y de las que iban a ser ajusticiadas.
No necesitaba reunir valor para hablar, porque los enanos muchas veces hablan sin pensar, hablan con el corazón. Glimgmar era puro, y entendía el dolor como algo muy necesarrio en el mundo, algo que el agradecía a veces parra actuar en muchas situaciones y que le guiaba por la senda correcta. No quería ver a aquella extraña figurra como una diosa benigna, perro siendo la representante de lo que erra, ¿quién tendría compasión con ella?
El enano la tenía, perro no la mostraba, porque no erra tan estúpido como parra querrer insultarla. Si alguien podía sentir pena erra Loviatar por ellos, a su lado erran insignificantes.
- Y sin embargo, lo son.
Afirmó sin ánimo de blasfemar glimgmar ante lo dicho por Kayle.
- No sé si parra vos Rozarrrrrrrfgdggf - se atragantó - me - no sabía si lo había dicho bien. Tenían nombrres muy raros los patas largas. - es merrecedorra de una muerte inmediata. Si lleva un demonio dentro, no puedo desear más que su expulsión y su caída. - expuso apretando el puño.
- Justo castigo. - reconoció el enano, aunque la idea no le gustaba demasiado, el quería llevarse a las dos a Nesmé...perro con un demonio dentro, preferría no hacerlo.
- Perro la semidrow deberría pagar. - expuso con el ceño fruncido. - si quisierra resarcirse debería ser la que acabase con ella, y no Payne. - libro su propia batalla por reformar a la semidrow y a la propia Payne, ni más ni menos que delante de Loviatar.
Apretaba los dientes, su presencia era agónica. Perro Gligmar no se amedrentaba.
- Y luego deberría acompañarme parra pagar en Nesmé, como la ley manda. - reprochó, no directamente a Loviatar, no era tan estupido, y a la par lo era, porque hablaba con todos perro sobretodo con aquel ente. - Serría demasiado compasivo que murriese aquí sin más. - se la jugó con aquella mentirra piadosa, el no opinaba así, pero era una buena defensa, o eso pensaba.
- El honor y la lealtad enanas me guían. - se puso en pie, campechano y se sacudió las rodillas con torpes manotazos.
Sólo para hincar una rodilla ante Loviatar y bajar la cabeza sumisamente ante ella.
- El dolor me ha ayudado a crrecer y a convertirme en un tonto enano de pocas mirras. - balbuceó a regañadientes - aceptarré su don si tiene en considerración otorgarmelo, no lo renunciarré por servir a mis principios con la solidez del yunke ante el marrrtillo.
Perro también renunciarré gustoso a él si deja que semidrow responda ante mi comunidad por sus atrocidades y las de sus camarradas. ¡Es responsable, y debe pagar antes de morrir!
Exigió, y no deseaba ser cruel con ella, sólo darle una oportunidad...ante la ley...era harto probable que la condenasen igualmente, que sufriese en vano, perro mientras quedase una oportunidad, el enano estaba dispuesto a salvar cualquier vida.
- Hemos venido a por las muchachas. - explicó, aunque serría innecesarrio - comprrendo la necesidad del dolor.
dijo, y por eso no pidió que detuviese los tormentos o los borrase con su majestuosidad, sólo quería llegar hasta ellas de una vez, y liberarlas con el flujo de sus vidas, de forma naturral...
Loviatar bostezó como respuesta a vuestras contestaciones, en un gesto enfático y provocador, sobre todo desde el punto de vista que los dioses no duermen. No parecía tener mucha intención de castigar de alguna manera el exabrupto de Tabin. Al fin y al cabo, desde su perspectiva de inmortal, la sunita era poco más que un insecto picoteándole la piel. Molesto, pero ignominioso.
—Que previsibles sois los mortales —suspiró la diosa presa de un aburrimiento mortal, tras escuchar las negativas de Ulfe y de Nanthleene—. Al menos uno de vosotros es capaz de ver más allá de sus propias narices.
El acero resonó contra la piedra cuando la gigantesca diosa avanzó gracilmente hasta donde estaba arrodillado Glimgmar.
—¿Compasión? —echó la cabeza atrás y lanzó una carcajada desagradable, horrísona—. No sé lo que es la compasión. El propio concepto me resulta... alienígena.
Hizo una pausa.
—Se hará mi voluntad, pero me has dado una gran idea, mortal. La semidrow pagará antes de morir —echó una mirada a Miz'ri, con los ojos brillando de puro regocijo—. Será su mano la que guiará la daga que atraviese el corazón de esa traidora.
Miz'ri enterró la cara en sus manos.
—El rostro desencajado de su amada será lo último que vea antes de ir a los Nueve Infiernos —su mirada osciló al paladín—. No creo que ningún dios bondadoso quiera acoger a esta desgraciada, pero que rece a quien le de la gana.
Devolvió su mirada a Glimgar.
—En cuanto a ti... te has ganado mi bendición —la diosa depositó su mano en el hombro de Glimgmar. El enano sintió como una oleada de oscuridad recorría su alma como unas nubes de tormenta ocultando el sol—. Cuando tus enemigos caigan destrozados a tus pies, recuerda que te estaré observando.
Loviatar retiró la mano.
—Y ahora... adiós.
Las runas de su armadura brillaron de repente, llenando la estancia de un fulgor carmesí. Cuando disminuyó, ya no estaba allí.
Glimgmar: gana la aptitud de Sadismo. Por cada 10 puntos de daño que Glimgmar inflija en un asalto, obtiene un bonificador +1 de suerte al ataque, tiradas de salvación y habilidad en el asalto siguiente. Cuanto más daño inflija, mayor será el bonificador de suerte.
Glimgmar: gana 1 punto de destino.
Todos: daré px y más puntos de destino cuando se acabe la trama. Id cerrando la escena y encaminándoos al dragón.
Kayle no pudo hacer otra cosa que negar con la cabeza y taparse los ojos con un suspiro desolado; Loviatar había retorcido (lo más seguro que a propósito) las palabras de Glimgmar para convertir el castigo de Miz'ri en una tortura horrible a costa del enano. ¡Y para más recochineo, bendiciéndolo!
"Esto es cruel... ".
Separó las palmas al darse cuenta de que se había manchado media cara con la sangre de la mano aunque tampoco es que a aquellas alturas importase mucho. Terminó por levantarse apretando los dientes con frustración.
—Nadie... —masculló— ...nadie debería ver morir a alguien querido delante de sus ojos.
Bufó exasperada y se frotó el ojo manchado con la manga, tal vez en un intento de limpiar la sangre que tuvo dudoso éxito. Giró entonces sobre sus talones, dirigiéndose a grandes zancadas hacia la puerta mientras aferraba con fuerza el silbato en la otra mano. Si tenía que esperar fuera, esperaría fuera.
Pero no soportaba estar ni un minuto más en aquella sala maldita, escuchando los sollozos de alguien por quien no podía hacer nada.
El semblante de Glimgmar se oscureció como nunca en alguien tan resuelto y alegre. Incluso en momento de peligro o dolor el enano tenía una carcajada guardada para limar la situación, para quebrar el hielo en una conversación o para dar un trago de cerveza, sin embargo la presencia de Loviatar había robado la esencia enana de aquel guerrero y lo había convertido en aquello de lo que provenía, en roca, como una estoica y hermosa talla en aquella gruta del demonio, con una rodilla hincada y los puños sobre el suelo, con los nudillos rozandolos pero sin soltar el hacha o el escudo. Postrado, no obstante, ante la grandeza de aquello que no se puede controlar como ejemplo inerte de aquello que la ambición no podía conseguir, con palabras no pudo engañar a lo que aparentaba ser el mal...y se sintió confuso, porque Glimgmar no entendía el porqué de sus verdaderos pensamientos.
El dolorr no es malo.
Se dijo.
Prrecisamente el dolorr es lo que hace justo al mundo.
Perro erra contradictorrio. No entendía bien cual era el papel de Loviatar, si el castigo erra realmente justificado. Era el conflicto y el debate moral tan intentos, que permaneció como una estatua, inmovil aún durante varios minutos. Petrificado por el dolor que aún sentía, uno mucho más amargo y también más dulce que el físico provocado por la presencia de la entidad divina.
Sintió como decenas de serpientes invadían su cuerpo con un tacto inofensivo pero a la vez corrupto...y su determinación, como el yunke y el martillo, permaneció inamovible. ¿Por qué haber rechazado aquello? ¿Por qué no confiar en el dolor como respuesta parra muchos de los problemas del mundo?
Tendría que pensar en ello detenidamente.
Palpó sus labios superiores con los inferiores, como si degustase el néctar residual de una buena cerveza bar-bar EX-E, pero con un rostro afligido. En pie, caminó arrastrando sus pies, y se sintió pequeño por primerra vez en su vida. Ser enano no erra fácil...
nada fácil.
Afortunadamente, un dragón les esperraba, y el dulce néctar de la victoria cuando liberrasen a las jovencitas.
Seguirría a Kayle, pensativo, ignorante de todo aquello que le rodeaba.
...Porr Morradin...esperro que mis decisiones hayan sido acertadas.
Ninguno de sus compañeros necesitaba su ayuda y Ánder abandonó la sala, no quería saber los extraños pactos que podía estar dispuesto hacer el enano con Loviatar. Hay poderes en el mundo con los que no hay que tratar, cuyos regalos son envenenados, cuyas promesas solo llevan a más dolor.
Tanto que nos une y tanto que nos separa. Pensó de cada uno de sus compañeros. Sobre todo del enano. No comprendo su compás moral, tan diferente y tan parecido al mío. Ojalá pudiera volver a fumar esas hierbas que tomaba hace años y me calmaban los nervios. Y acabaría como...
El pasillo y la presencia de Kayle le devolvió a la realidad.
-Los "dioses" y su justicia. No se quién es en realidad Loivatar, pero su comportamiento no dista demasiado de un diablo poderoso, tiene su misma estrategia y arrog...-contempló mejor el rostro de la chica, que no estaba en su mejor momento.
Yo tampoco debo estar muy allá.
-En fin no era un sermón, sino mis propios pensamientos. ¿Quien nos iba a decir que todo ésto era una guerra interna de un templo? ¿Eh?.
Ánder pilló a Kayle apoyada de espaldas contra la pared, tenía la cara enterrada entre las manos y Céfiro flotaba delante de ella en su brumosa (y mini) forma humanoide.
Al escuchar cerrarse la puerta y la voz del paladín, la genasí levantó la cabeza de golpe. Se pasó rápidamente una mano y luego la otra por el rostro, pero como una la tenía lastimada, lo que logró fue una punzada de dolor (y mancharse la a cara otra vez)
—¡Au!
La sacudió en el aire con un gruñido de protesta y giró la cabeza para mirar al paladín.
—¿Ander?
—Para ser una supuesta "diosa" de la destreza, puedes ser realmente torpe cuando quieres...—observó Céfiro con aire analítico.
—Y tú para ser un supuesto elemental de aire, puedes ser realmente pesado cuando quieres—resopló Kayle.
Céfiro hizo una reverencia al más puro estilo cortesano y la genasí volvió a centrar su atención en Ánder, mirándolo de reojo.
—S-sí, quien lo iba a decir... —titubeó con un carraspeo de disculpa por haberse ido por las ramas ignorando la pregunta de éste—. Fíjate que hoy cuando me levanté por la mañana lo último que pensé fue "¿Qué debería ponerme? tengo una cita con una diosa... ".
Suspiró y se cogió las dos manos a la espalda arrellanándose algo más en la pared. Por mucho que tratara de ver la parte cómica del asunto, era totalmente incapaz, y mucho menos de reírse.
-Déjame ver esa mano, anda.-dijo el joven. Cuando la sacó de detrás de la espalda, dudosa, Ánder se la tomó rápidamente y la colocó entre los dos, mostrando la parte herida hacia arriba, una corriente de energía pasó entre ellos y el corte se fue cerrando lentamente.
-Si lo miras fríamente... estoooo... discúlpame, no quería hacer una broma. Realmente Loviatar sólo ha ganado si nos arruina el día. Si sufrimos y nos duele lo de ahí detrás.
-En mi caso pienso en dos seguidoras de un Dios del Mal muertas, y encima una adoraba a los demonios. No he perdido a nadie que me importe. Y voy a hacer el idiota hasta arrancarte una sonrisa. Cuando volvamos con las niñas ya me ocuparé de ese templo de Loviatar. Puedo llegar a ser absolutamente insufrible, hazme caso.
-Ahora Payne estará toda ufana. Si estamos totalmente sonrientes y la tratamos con total cortesía y alegría. Si aparentamos que no ha pasado nada... igual la volvemos un poco loca. O paranoica.
-Porque en el fondo, ésa de ahí dentro, la de la armadura negra y el látigo, sólo es un monstruo extraplanar que se alimenta de la adoración de gentuza, y es lo suficientemente lista para saber que realmente... no la ama nadie. Y que su destino, al fin de los tiempos, es el de ser un mal trago por el que pasamos todos.
-Y Payne exactamente lo mismo. ¿Así que? ¿Los volvemos un poco locos?.
Estigia me ha dado el ok para lo de la mano. Le curo hasta que se cierre la herida, supongo que un punto.
—¿En serio? ¿Cualquier idiotez?—se animó Céfiro acercándose a la cara del paladín—¿Te pondrías una falda sobre la armadura?
El pequeño elemental dio una vuelta completa a la cabeza de Ánder.
—¿Y bailarías con ella al ritmo de una melodía tocada por medianos?
Tabin, pese a que el rencor había nublado su capacidad compasiva, no pudo evitar estremecerse al escuchar el veredicto de Loviatar. Rechinó los dientes al notar cómo desaparecía, agradecida por dejar de sentir dolor, pero su ánimo decayó aún más. Miró a Payne con el gesto torcido y luego a Miz'ri y a Roazranne. Rane, como la semidrow la había llamado. No se atrevía a decir nada, no cuando seguía deseando sus muertes. Pero, ¿era una hipócrita por desear que no fuese una tan cruel? Quizá no le habría importado que fuese mediante tortura, ya que estaban acostumbradas, pero... ¿una muerte provocada por la persona amada? ¿Utilizar lo único bueno que parecían tener aquellas mujeres para acabar con ellas? Aquello sí era retorcido y maligno, una idea que servía para escupir sobre la propia Sune. El amor es una de las formas en las que las almas pueden elevarse. Incluso el más malvado de los hombres puede ser bueno con aquellos a los que ama.
Pero diga lo que diga no me escuchará. La orden se la ha dado su diosa en persona.
No quería quedarse a verlo. Salió de la sala y buscó refugio bajo el brazo de Ulfe, ocultando el rostro para que no se viera cómo lloraba por las mujeres a las que detestaba.
Kayle ignoró las chorradas de su Familiar por automilésima vez en el día, movió los dedos y miró su propia mano recién curada murmurando un lacónico "gracias". La verdad es que podría habérsela vendado, sólo era un corte, pero no iba a desestimar la ayuda de Ánder.
—Esa es una postura muy egoísta—dijo—. "Como no me han tocado lo mío, el resto me da igual".
Entonces pareció arrepentirse de haberlo expresado así y levantó ambas manos en señal de tregua
—Lo siento, no quiero decir que seas egoista. Es sólo que ahí dentro sólo he visto a... a... —se mordió el labio inferior buscando un término capaz de describir lo que quería decir pero le resultó imposible—. ¡Gente equivocándose!
Suspiró y dejó caer las manos con desánimo. Si sólo se refería a las sacerdotisas o no, no lo dejó claro.
—Incluso vosotros los paladines que sois el epítome de "bien" podéis hacer algo horrible, y sin ser necesariamente malvados: Cuando un paladín cae suele ser por un exceso de fervor y un obcecamiento ciego en su deber, ¿cierto?—añadió—. Nunca había habido problemas con este templo hasta que a Roazranne le pasó algo así con ese demonio. Una equivocación, un error fatal que ha llevado a toda esta absurda locura.
No es que considerase a Roazranne una santa, no lo era, y tampoco le daba pena en ese sentido porque no era una jovencita descuidada que no sabía lo que hacía. Pero estaba segura de que, de saber que aquello descontentaría a su diosa, se lo habría pensado antes unas cuantas veces ya solo por el castigo que imponía su propio clero.
—En cuanto a Miz'ri... —hizo una pausa con gesto amargo. Pareció que no iba a decir más hasta que, pasados varios segundos, volvió a levantar la vista para mirar a Ánder—. En cuanto a Payne... Antes, ahí atrás, yo he visto otra cosa. Al margen de siga a una diosa maligna, hay una linea que nunca cruza. Te fijaste en lo que dijo Loviatar, ¿verdad?
No lo decía con tono de reproche, era una pregunta que buscaba sinceramente una respuesta.
—Pero supongo que eso ahora da igual—suspiró separándose finalmente de la pared—. Lo siento, pero... no puedo fingir alegría ahora mismo. Aunque si dices que quieres verme sonreir, quizá tengas suerte cuando estemos fuera de este sitio con esas niñas.
Levantó el silbato que sostenía en una mano.
—Todavía nos queda solucionar un problema enorme y recubierto de escamas...
Kayle no tiene intención de hablar mucho más (de hecho veo que todo el mundo ya va a salir de la sala) ya ha empezado a andar aunque tampoco va a ignorar a Ánder si dice algo.
Pero que su intención es ir tirando ya, vaya.
-Kayle, "lo mío" es todo lo bueno y sagrado de éste mundo, y especialmente lo que veo y quiero.
-Eso de paladines caídos... yo no he visto ninguno, pero sé que mi dios me vigila de cerca, para que no use sus dones para el mal. Así que no tengo ni idea de la frecuencia o razones de paladines caídos. Yo pienso que la atracción del mal y del caos está siempre presente.
-Y yo no tengo margen para los adoradores de dioses malignos, los combatiré con todas mis fuerzas dentro de lo que me permita la Ley. El culto a Loviatar no está penado en éstas tierras, si Payne rindiera culto a Cyric o a Malar... habría tenido que matarla.
-Y entiendo que no quieras seguir mi plan, pero yo soy un terco, así que trataré de hacer lo que pueda.
El paladín siguió a Kayle, en aquello de que todavía les quedaban retos, no podía estar más de acuerdo.
Cuando Tabin, sujeta a Ulfe y luego el enano salieron al pasillo, se encontraron con Kayle y Ánder terminando una conversación, la genasí ya avanzaba hacia el dragón y el paladín acaba de hablar.
-...un terco, así que trataré de hacer lo que pueda.
Ánder contempló a sus compañeros y se encogió de hombros, siguiendo a Kayle hacia el dragón.