Partida Rol por web

A Kayle se le cayó el alma a los pies, incluso pareció que la suave brisa que siempre la envolvía se tornase más fría. Pero no dijo nada.

La genasí reconocía al paladín como a un amigo porque siempre había sido amable con ella. De hecho, siempre le había dado exactamente igual el pasado de la gente, especialmente de la gente que quería cambiar a mejor. Ánder parecía uno de esos casos y le habría dado también igual su turbio pasado de no ser porque había otro pequeño detalle que entraba el juego: No soportaba la hipocresía.

Y la berborrea sobre moralidad que el tormita se había estado gastando durante toda la aventura en el templo de Loviatar se acababa de convertir a sus ojos en un auténtico despliegue de la misma.

"Pues... que bien".

Suspiró hondo y bajó un poco la vista hasta que la voz de Irulán la devolvió a la realidad.

—Sí—esbozó una sonrisilla algo triste—. Nada es "verdad" o "mentira".

Aquello había sonado a una especie de significado oculto, o refrán, o a saber qué clase de dicho popular entre magos. Entonces Tabin se dirigió a ella y su, al parecer, similitud con Mogan.

—¿Un poco a mí?—añadió tapando enseguida la expresión alicaída por una sonrisa más jovial—. ¿También le flota la melena o hace copitos de nieve al soplar?

Rió un poco entre dientes y le guiñó un ojo. Era una broma para quitar algo de hierro.

 ¿Qué nada erra verdad o mentirra? Puede que glimgmar no hubiese oído nada más incierto en años. ¿Cómo no iba a existir tal diferencia?

 ...Sin duda se refierre a la dificultad que tienen los brrujos parra diferrenciar el bien del mal...

 Erra atroz pero cierto que muchos hechicerros, al corromperse con su "poder" frruto de sus trrucos erran incapaces de vislumbrar cual era el recto camino. Una decisión que parrece justa se torna vil ante los pasos de aquellos que coquetean con lo oculto. Incluso los enanos sabían que no se debía cavar demasiado profundo.

 ¿Querrá acabar con todas las menas de la montaña?

 Reflexionó parra sí.

 Ánder le parrecía un muchacho demasiado impulsivo, quizás demasiado parra haber elegido una vida devota. Perro erra loable que lo intentase, de todos, erra el único que había tenido el sentido común de valorar que aquel dragón podía merrecer la libertad. Kayle, y también los demás, prejuzgaban demasiado rraudos. Tal vez por eso su mejor compañía erran, por el momento, el prrudente enano extrraño, Ardreth y la mismísima Payne. Y hablando de la nueva Señora del látigo, la voz ronca de Glimgmar matizó:

 - Nadie ha hablado de torrturras. - asintió convencido - Vivo es como debe pagar por sus actos, que todos hemos condenado desde nuestrra perspectiva. Por culpa de él y de otros que colaborraron con él, hemos contemplado sufrimiento tal que encoge nuestrros corrazones. - miró casi melancólico, o tal vez sólo absorto en la belleza de la elfa que les acompañaba, la libertad de su hija había sido su consuelo y el de todos.

 - Perro Payne es una amenaza muy real que reconocerrá. Es más creíble que ella desee conseguir información sobre lo acaecido hace días e incluso semanas. - aunque conllevaba el temor por tratarse de ella, de alguien a quien no le temblaría el pulso al maltratar su carne y su espíritu. Parrecía que eso no le importaba al enano, que veía a Payne como una aliada honesta y recta, que sabría hacer lo correcto, sin mencionar que la intimidación podría jugar un factor negativo en la interrogación parra el brrujo, pero positivo, en última instancia, parra el grupo.

 Glimgmar guardó discreto silencio sobre lo que opinaba respecto a la conocida de Tabin. También le bastaba que ella confiase en aquella mujer para que él confiase. Aunque el recelo de Ulfe arrastraba sus pensamientos a una prudencia marcada. Serría mejor que aquellos jovencitos solucionasen sus problemas ellos solos, los actos dirían si aquella "ladrona" merrecía perdón. Parra glimgmar erra evidente que serría necesario un castigo, ningún crimen ha de quedar impune.

 - Si no es molestia, creo que es justo presentar ante todos, incluído el maese enano, que parrece un ejemplo de sensatez. - guardaba silencio y aquello erra decir mucho - y mi estimado pupilo - se refirió a Ardreth, no con intención de resultar suspicaz con él, parra el enano erra poco más que un crio...y aquello, tenía su explicación. Si le turbase en algún momento, tal vez Ardreth encontrase cualquier respuesta si encontraba el valor para preguntar.

 - La petición de que el dragón que yace cautivo en el templo de culto de los Loviarritas quede liberrado de inmediato.

 Me presento voluntarrio parra cortar sus cadenas y concederle la libertad.

 Aunque su naturraleza, dicen que sea maligna, su lugar allí es fruto, si no estoy mal informado, de un poderroso brrrujo nigrromante.

 Debemos estar atentos a ese taumaturrgo - evitó mirrar a céfiro - perro si no se le reconoce delito a ese dragón, lo más segurro, serría liberarlo. Y también, lo más justo.

 Expuso ante todos, esperrando que la brruja del pequeño dragón entendiese la petición del enano. Podría haber recurrido a Payne sin contar con ninguno de ellos, o tratar de hacerlo por su cuenta. Pero tenía que ser honesto, honorable con ellos y permitirles elegir que erra lo mejor para el dragón y parra Nesmé, aunque Glimgmar lo tenía muy claro. Estaba convencido.

 La mentes más turbadas podrían pensar que erra Loviatar quien hablaba por él..."Cicatriz Verdadera" no erra un título al que el enano respondiese, lo tomaba como un juego macabro de Payne, suponiendo que en algo tenía que invertir su preciado tiempo de brruja cuando no estaba elucubrando alguna vileza. Si el dragón era libre y volcaba su venganza sobre Nesmé, habría mucho dolor...mucho sufrimiento...demasiado. ¿Merrecía la pena correr el riesgo?

 Ya no esperraba la ayuda de Ánder, después de todo, aunque parra el erra un amigo, el paladin debía de tomar a Glimgmar como un enemigo insalvable...como un ¿Loviarrita?

—¿Pero todavía seguís con eso?—Kayle miró al enano con los ojos como platos como si realmente le fuese dificil creer lo que estaba oyendo—. ¿Es que soy la única que escuchó la conversación entera?

Resopló y levantó un dedo como quien llama la atención sobre un detalle.

—Si se me permite, recuerdo que la primera que intentó resolverlo por las buenas y preguntarle al dragón qué había ocurrido para que terminase allí fui yo. Aunque nuestro gallardo paladín y su verdad absoluta se encargaron de interrumpir muy cortesmente llamándole DE TODO menos bonito—dijo—. Y cuando consiguió sacarlo de quicio, y cito palabras textuales, la bestia dijo: "Rezadle a vuestros dioses porque no salga de aquí con vida o mi venganza será terrible. Y si no os encuentro a vosotros, será Nesmé la que quede convertida en una tumba de hielo".

Bajó la mano y la puso en jarras.

—Liberarlo antes, quizá no, pero liberarlo ahora sería un disparate del tamaño de Anauroch. ¡Ni de broma pienso dejar que nadie haga algo que pudiera ser peligroso para esta ciudad!

La conversación volvió a derivar en otra muy diferente de la que Ardreth ya no entendía nada. El semielfo alzó la cabeza cuando el enano le dio la palabra, por segunda vez, y suspiró alicaído. No quería hablar de dragones, quería verlos, quería espadas, quería satisfacer a la Vocal y volver al bosque a cazar la cena de la noche. ¿Por qué aquella gente era tan complicada? Sin saber muy bien que hacer, Ardreth se quedó mirando un momento a la Vocal y luego a Kaylee y a Tabin y a sus orejas puntiagudas. Después, aprovechando que nadie miraba y empujado por la curiosidad, levantó la mano y pasó el dedo índice por el cuerpecillo de elemental de aire. Ardreth llevaba tiempo queriendo saber si lo podía atravesar sin más o si era tangible.

—Dignas palabras de Mirmulnaraaljusavakh —bufó el pseudodragón—. Sus huesos son más antiguos que la propia Nesmé, su su'um el más fuerte, y su crueldad no conoce límites.

—Sólo ha habido un hombre en el Norte cuyo Arte ha podido rivalizar con su su'um: Uldinus Lawkland "el Negro". Un héroe anónimo al que no se recordará en ninguna canción por el mero de hecho de ser... ¿un brrrujo?

—¿Qué clase de sociedad consideraría un héroe a un nigromante? —espetó Ulfe, simplemente expresando el enfado que sentía por cosas ajenas a aquello de lo que se hablaba.

—¿Una que valora la diversidad aunque esa diversidad sea fea?

—No es sensato liberar a esa bestia, las Hermanas en el Tormento nos aseguraremos de custodiarla.

—El hecho de que la uséis como bestia guardiana no tiene nada que ver ¿no? —soltó una risita—. De todas formas convendría hablar con el nigromante. Ya era un anciano, y querríamos asegurar que la salvaguarda le sobrevive a él por el bien de Nesmé. Quizá necesite ayuda para ello.

-¿Un nigromante?.-Pregunto con un leve reflejo de repugnancia.- Jamás pensé que conocería a uno.

El reparo que me produce la idea de hablar con un nigromante es considerable, sin embargo se debe a mi formación más que a mi propia experiencia... ¿Corro el riesgo de juzgar sin saber como hicieron conmigo los miembros de mi clan? No, no puedo. Aunque sea lo que ahora mismo e pide el corazon, debo ser mejor que mis parientes. Si soy como ellos nunca podré pertenecer a otro lugar.

-Bueno, puede que sea una experiencia nueva.-Sentencio al fin.-Por otro lado, el dragón no me conoce. ¿No podria yo negociar con el para que deje libre la ciudad a cambio de su libertad?

—Diijo que jamás olvidaría el día en que se le negó ayuda—Kayle hundió los hombros—. No sé yo si...

La genasí suspiró. Orgullo dovah no le faltaba desde luego a Milmurmar como para olvidarse sin más de una afrenta así pero no podía evitar tener la sensación de haber perdido irremediablemente la oportunidad de lograr algo. Sin embargo, el tema del nigromante llamó su atención.

—¿El dragón era un azote para Nesmé cuando lo encadenó o algo así?— preguntó. El clásico concepto de nigromante siempre solía ser el de "malvado hechicero que emplea artes oscuras para fines más oscuros todavía" pero aquello despertaba su curiosidad. No porque le interesara lo más mínimo la nigromancia, si no porque aquel hombre por lo visto se salía del clásico concepto de nigromante—. O... pino que lo de asegurarnos de la durabilidad del conjuro es algo realmente a tener en cuenta.

Aquello la hizo sentirse todavía peor, es más, se sentía contrariada. Pero también sufrió un escalofrío que reavivó la misma preocupación que había sentido cuando Mirmulmar había hecho aquel juramento.

- Si le son conocidos delitos a ese dragón, si ha atentado contra la vida de los habitantes de esta u otras comunidades, con o sin éxito...

 entonces, me temo que rrecae sobrre nosotrros asegurrar que sigue bien encadenado, sea con la misma brrujerría o con las inquietantes artes de nuestrra valiosa aliada Payne.

 Había que aclarar que les gustase o no, Payne había sido la clave del rescate de las niñas. Glimgmar veía más allá del culto, no así de la hechicerría....

 - Es imperrioso que establezcamos una valorración del estado del drragón. Si es malvado, si ha cometido males, debe ser castigado.

 De otrro modo...si fue el temor de los hombrres o del brrujo lo que le llevó a estar en esa situación...merrece la pena de ser investigado.

 Sea cual sea su naturraleza, si sus actos, aunque atroces, puedes ser justificados como defensa de su propia existencia, tal vez no nos quede más remedio que liberarle.

 De otro modo, tal vez ser el guardían en las profundidades nos sirva, a nosotros o a Nesmé, para custodiar algo que, en nuestro sino, necesite de verdaderra protección.

 A Glimgmar no le importarría que como servicio a la comunidad aquel dragón protegiese riquezas. Mientras estuviese bajo control...sólo le privarían de su libertad. Ahora bien, si había actuado en defensa propia, si su tamaño y su fuerza le habían convertido en asesino o devastador únicamente porque se defendía de un mal mayor que sus viejos y grandes huesos, entonces...¡entonces Glimgmar exigiría que fuese liberrado!

 - Es un asunto importante, perro no debemos olvidar que puede esperrar.

 Recordó, para que si querrían comenzar su nuevo cometido, no se distrajeran ante las obligaciones del enano. Entre ellas, aunque le pesase en el corazón, también estaba buscar, en su desesperración, a Fasber.

¡No se creía nada de lo que había dicho aquella brrruja y arpía de la tienda!

-No estoy muy segura de que el dragón necesitara que lo sacasen de quicio para soltar esos improperios -terció Tabin cruzándose de brazos-. Intentó engañarnos y decirnos que trataba de ser bondadoso, pero no me creo una palabra. Si podemos hacer por evitar que huya, contad conmigo.

—Y supongo que el hecho de que no te creas una palabra es razón de sobra para asegurar con toda certeza que estaba mintiendo—se enfurruñó Kayle poniendo los brazos en jarras—. No tenemos forma de saber si mentía o no. Además, ¿es más buena una criatura que nace buena que una criatura que está dispuesta a luchar contra su naturaleza malvada?

Suspiró y levantó las manos en lo que debía ser un gesto de disculpa. No era el momento de ponerse a hablar de aquello y cuanto más hincapié hacían en que el dragón, más recordaba las cadenas y más incómoda se sentía. No podía evitarlo.

—C... Como iba diciendo—cambió por completo de nuevo al tema que les ocupaba para dirigirse a la Vocal—. Deberíamos hablar con el nigromante sobre el encantamiento. ¿Ese hombre vive recluido por alguna razón o simplemente se retiró ahí porque quería estar tranquilo? Es decir, no es que me hiciera mucha gracia que nos lancen un batallón de esqueletos encima si es el típico ermitaño que no espera, ni quiere, visitas...

-Bueno, el hecho de que intentase comprarnos con dinero y riquezas en lugar de con alguna acción más elevada y que acto seguido amenazase de muerte a nuestros amigos y convecinos sí me parece una razón de peso para no creerle una palabra... -murmuró la semielfa.

—Bueno, los amenazó después de la sarta de piropos de Ánder—Céfiro se rascó la cabecita brumosa filosóficamente (o lo que supuestamente era la cabeza) luego pareció directamente ponerse a pensar en voz alta—. Eh, un momento, ¿cuándo dijo que ese alijo era dinero?

—Céfiro, VALE ya—gruñó Kayle entre dientes a su Familiar—. Deja el maldito tema.

—¡Es un dragón! —resumió Irulán, soltando una carcajada irónica como si os hubierais vuelto locos de remate—, no existe maridaje más perfecto entre poder y voluntad para utilizarlo. Por supuesto que utilizó su poderío para su propio provecho, por supuesto que volvería a utilizarlo, y no me cabe duda que en su cabeza no habría oferta más tentadora para vosotros que un puñado de tesoros. ¡Así piensan los dragones, queridos!

El pseudodragón no parecía tener nada que añadir a lo que había dicho su ama, en cambio miró al druida con curiosidad.

—Has mostrado sabiduría, druida. ¿Qué opinas tú? ¿Puede una criatura luchar contra su naturaleza?