Partida Rol por web

Os habíais despedido de Glimgmar y de Fasber, con la promesa de la gnoma de que os regalaría el artículo de su tienda que más os gustase. El enano se encargaría de llevar la estatua de Aldo al fortín de los Jinetes en su carromato. Quizá la Vocal tuviera el poder suficiente como para deshacer el sortilegio. Hakkon por su parte se había disculpado antes de irse, pues le urgía tratar de arrestar a Beellana antes de que saliera de la ciudad. El sargento, a modo de despedida, dejó caer que enviaría a lo largo del día a "alguien de su confianza" a vuestra busca. Si para ayudaros o para "manteneros en el buen camino", no estaba muy claro.

Habíais decidido que vuestro siguiente paso sería ocuparos de las actividades clandestinas de los esclavistas en Nesmé. Aunque lo cierto es que, con Morgan fuera de escena, no teníais muy claro por dónde empezar. Como de todas formas queríais reponeros de la excitación del combate, decidisteis parar por una taberna y tomar algo juntos para celebrar el buen rumbo de los acontecimientos. Kayle guió al grupo a la posada donde estaba alojada: el Gato en el Tejado, que debía su nombre a su chimenea tallada con forma de felino.

 Todos: +1200 px por finalizar la búsqueda "un laberinto sin paredes".

Si no me fallan las cuentas, Aramil y Ardreth suben de nivel.

El dueño de la taberna era un hombre corpulento, con la barriga propia de las personas que han llegado al ocaso de una vida llena de emociones y aventuras y que ahora sólo se dedican a beber cerveza y contar sus hazañas pasadas. Todo el cabello parecía habérsele caído de la cabeza a la barba, para formar una maraña densa y bruna. Con todos reía y con todos bromeaba.

—Hola Kayle y compañía —dijo, poniendo un papel en la mesa—. ¿Qué va a ser?

El papel que había puesto era publicidad sobre un local llamado "Cinco Coronas de Oro". Por lo que decía el folleto, debía ser una casa de apuestas en la que se celebraba un premio especial aquella noche: 10.000 piezas de plata para el ganador.

—¡Dolgan!—Kayle saludó al posadero con un sencillo abrazo y un beso en la mejilla, como quien saluda a un abuelo—. Para mí lo de siempre, ya sabes: agitado pero no revuelto.

La genasí se sentó a la mesa mientras y enseguida le llamó la atención el papel. Conocía aquel local de oídas y de pasar por delante en muchas de sus entregas como mensajera aunque nunca había entrado aunque no pudo más que parecerle... curioso un evento así.

—¿10.000 piezas de plata?—se extrañó arqueando una ceja—. ¿Sabes algo de esto, Dolgan?

-Buenas tardes -saludó Tabin con afabilidad. La semielfa era conocida en muchas tabernas porque le gustaba rodearse de gente y compartir historias, sobre todo si había un bardo presente. Ella misma había tocado la flauta para la multitud en alguna ocasión y no había salido mal parada-. ¿Diez mil coronas? Déjame pensar...

Arderth no era una persona a la que le interesase el acumular riqueza. Las monedas no le decían mucho, el era más de trueque, aunque de vez en cuando pedía que le pagasen con dinero para tener algo para comprar comida y algún licor, ya que no todo el mundo estaba dispuesto a cambiarle tallas por una buena copa de vino afrutado. Aún así se mostró interesado, pero más por la reacción de sus compañeras que por la cantidad de dinero en si.

-¿Qué pasa?

Lo de la casa de apuestas no termina de sonarme muy bien. Todos saben que cuando algo parece demasiado facil no hay que fiarse. Las apuestas, hasta donde me han explicado, no son una excepcion.
-¿Alguien sabe algo de eso?-Pregunto mirando el papel.

Las Cinco Coronas de Oro fue la mejor y la más antigua casa de juegos de Nesmé, hace muchos años. Su cúpula de latón, rematada con varias agujas, llamaba la atención de navegantes y mercaderes y ofrecía a sus clientes un sitio tranquilo en que charlar, tomar algo, relajarse con los juegos de azar, e incluso disfrutar de una buena novela. Con el tiempo y la mala gestión pasó de atraer a capitanes de barco y hombres de negocio a tripulaciones hoscas y guardianes de caravana descuidados, y finalmente a maleantes, mercenarios sin escrúpulos y demás gente de dudosa reputación. Con el deterioro de la clientela, también lo hicieron sus ganancias.

Recientemente tiene un nuevo dueño. Por lo que te han contado ahora la regenta un ex-criminal fracasado, que ha reformado y ampliado el local con la esperanza de volver a atraer clientes de dinero. De donde ha sacado el dinero para semejante inversión es una incógnita, pero lo cierto es que ha tenido éxito en parte, recuperando la respetabilidad de la clientela.

Pero si algo te enseñó gestionar La Perdición de Trolls, es que ese "premio especial" de diez mil piezas de plata es un audaz y dramático intento de sacar a flote el negocio.

—Qué, un vaso de leche con canela, ¿no? —bromeó Dolgan, y Bel le rió la gracia. 

El tabernero se echó el trapo al hombro, en un gesto ancestral que todos los miembros de la profesión llevan en la sangre. 

—Es un premio especial que están organizando en las Cinco Coronas. La casa de apuestas con la cúpula de cobre, en el centro de la ciudad. Nunca me ha gustado el juego, pero como me dieron una propina por repartir estos carteles, acepté. En su momento me pareció buena idea—meneó la cabeza con disgusto—, pero ahora el idiota de Rustal ha decidido ir al torneo para "probar su valía a Tymora". Lo que significa que yo también tendré que ir, porque si no hay nadie que cuide de él, perderá su honra y todo su dinero. 

Se masajeó las sienes.

—Otra vez.

Rustal es un elfo que frecuenta El Gato en el Tejado. Por lo que sabes es un clérigo de Tymora, con ademán deprimido y problemas con el alcohol, el juego y las deudas. Dolgan sólo te ha contado retazos de su historia, pero es tan triste que no puedes evitar sentir simpatía por tan desgraciada criatura.

Dolgan, siendo como es, se siente orgulloso de ayudar a la gente, como cuando te ofreció el desván sin pedirte nada a cambio. Sin embargo, Rustal parece poner a prueba esa amistad constantemente. 

-Yo tomaré una jarra de cerveza fresca.-Digo mientras espero a que los demás me pongan al día con el tema de las apuestas. Nunca he participado en ninguna y creo que cualquiera de los demás sabrá mejor que yo cómo gestionar la situación.

—Ñañaña... —contestó Kayle a lo del vaso de leche meneando la cabeza de derecha a izquierda—. Muy gracioso.

Le sacó la lengua sin evidente enfado, de nuevo como una nieta que está siendo chinchada por su abuelo, pero abrió los ojos de paren par en cuanto el posadero mencionó a Rustal.

—¿Se ha vuelto loco? Una cosa son dos, tres, cu... bueno, bastantes cervezas—carraspeó—. Pero otra son diez mil piezas de plata. ¡Diez-mil-piezas-de-plata!

La genasí hundió los hombros con un suspiro, haciendo un gesto negativo con la cabeza.

—Esto no tiene nada que ver con Tymora, si no con "ese" problema suyo—suspiro—. Debería dejar de usar a su pobre diosa como excusa para derrochar cada moneda que consigue, quizá así empezarían a irle mejor las cosas.

Y ahora que pensaba de nuevo en ello... 10.000 monedas de plata eran muchas monedas de plata. Concretamente eran muchas monedas de plata surgidas de la nada de golpe y porrazo.

«Te estás volviendo paranoica, Kayle... » se amonestó en su fuero interno «Están podridos de dinero, ¡es una maldita casa de apuestas! ¿Qué tiene de raro que se organice un premio gordo?»

No fue capaz de convencerse a si misma.

—Dolgan... ¿puedo ir contigo? Quizá pueda hablar con él—titubeó finalmente después de unos segundos pensativos—Ya sé que tú lo has hecho 300 veces pero, bueno...

Vio entonces el momento de devolverle la broma del vaso de leche así que rio entre dientes y puso su más adorable, carismática y encantadora sonrisa.

—Tú no eres yo.

Tabin soltó un silbido entre dientes.

-Han soltado un buen pellizco para recuperar la clientela y la verdad es que ha funcionado. Yo no quiero decir nada, pero se comenta que el nuevo dueño es un antiguo criminal. Regalar el botín de antiguos trabajos sería un buen modo de lavar el dinero, si es que lo que dicen es cierto. -La semielfa no era muy de jugar, pero le gustaba la emoción compartida que tenía lugar en la mesa de juego-. Una jarra de hidromiel, por favor.

Kayle sintió un escalofrío un tanto incómodo y giró lentamente la cabeza hacia Tabin.

—¿Un... "antiguo" criminal?

Dolgan se encogió de hombros.

—Quizá tú tengas más suerte metiendo algo de sentido común en esa dura mollera —gruñó el tabernero—. Aunque si cambiar a un humano es difícil, disculpad mi franqueza buena mujer, tratar de cambiar a un elfo es poco menos que imposible.

El aventurero retirado tomó nota de vuestras consumiciones y se fue a por ellas.

—Para mi una Cerveza "oscuridad de sombras" —le había pedido el nigromante al tabernero, antes de añadir en tono conspiratorio: —. No esperaríais menos de un nigromante, ¿verdad?

Bel soltó una carcajada jovial, pero lo cierto es que la cerveza existía.

—Bueno, Tabin. Conozco lo suficiente sobre casas de apuestas para saber que no lo van a "regalar", precisamente. Pero supongo que tienes razón en lo del blanqueo de dinero —se arrellanó en su silla—. ¿Pensáis que ese antiguo criminal podría estar relacionado con nuestros esclavistas?

Mallister: 1 turno perdido (sin avisar)
 

—¿Era necesario que lo dijeras en voz alta?—gimió Kayle dramáticamente. Aunque debió de expresarlo con más vehemencia de la que le gustaría ya que carraspeó y guardó las manos bajo la mesa—. E-Es decir, sí, quizá.

Notaba como el corazón se le empezaba a acelerar cada vez más. Ya no tenía claro si quería convencerse a sí misma de que quería que la respuesta a su corazonada sobre que ÉL tuviera algo que ver con todo aquello fuera "sí" o de que fuera "no". Y de hecho agradeció el estar sentada a una mesa bajo la que meter los brazos: desconocía si el temblor que sentía en las manos se veía a simple vista o no pero prefería asegurarse de que no.

—Lo cual es malo, digo, bueno. Pero "bueno" en el sentido de encontrar pistas, ¿eh? Los esclavistas en sí nunca son buenos... —soltó un borrascoso suspiro a tiempo que se pasaba la mano por la cara de arriba abajo como quien se exaspera consigo mismo y resumió:—Creo que no perdemos nada por ir y a echar un vistazo.

«Espero...»

-Eso es cierto. Aunque no veo cuál podría ser la relación. Es cierto que un antiguo criminal podría conocer a otros, pero.... no se hasta qué punto podría tener que ver con ellos. 

Mi gesto se vuelve meditativo y empiezo a darle vueltas. No se lo que puede estar detras de la casa de apuestas, pero puede ser una ocasion de aprender algo nuevo.

Tabin se rió con la broma de Bel. Cada vez le caía mejor, a pesar de que intentase ligar con ella de maneras tan poco sutiles.

-No, no lo regalarán, pero supongo que el dinero que entre será legal. Más legal que un botín robado, al menos -dijo Tabin con una sonrisa-. Ahora mismo estamos estancados a la espera de que aparezca ya sabéis quién, así que no me importaría acercarme. Podría ser divertido.

Te despediste de Hakkon y, acompañada por la Señora del Látigo, te dirigiste a El Gato en el Tejado, donde tus nuevos compañeros de fortuna te aguardaban. La taberna debía su nombre a la singular chimenea tallada con forma de felino, y por lo que decían, su dueño había sido un aventurero de cierto éxito en sus días.

El tabernero era ahora un hombre corpulento, con la barriga propia de las personas que han llegado al ocaso de una vida llena de emociones y aventuras y que ahora sólo se dedican a beber cerveza y contar sus hazañas pasadas. Todo el cabello parecía haber migrado de la cabeza a la barba, para formar una maraña densa y bruna. Con todos reía y con todos bromeaba.