Partida Rol por web

 - ¿¡Cóomo!?

 Miró hacia atrás buscando el rostro de Ulfe o más bien, que se encontrasen sus mirradas.

 - ¿¡Qué sólo cuenta el último golpe!? - parecía más que serio...enfadado, frustrado como alguien al que le han arrebatado algo. Podía dejar en evidencia incluso a la elfa solar con lo grande que era su pérdida...todo, claro está, si el enano diese más importancia a todo aquello que a rescatar a las muchachas, cosa que no hacía, aunque todo aquel asunto le ayudaba a hacerlo más llevadero, o lo que él pensaba, se lo hacía más llevadero al resto, porque sus espaldas podían cargar con eso y mucho más.

 - ¡Haberr empezado porr ahí! ¡JaJÁ! - Espetó en voz alta, casi con alegría...era de agradecer la presencia de aquel tipo dentro del grupo, junto a Ánder eran los que más tranquilidad le aportaban...tranquilidad porque a él le era mucho más sencillo entender a uno que llamaban bárbaro y a un hombre entregado a su fe pero que toma las armas para defender a los oprimidos. La brruja...erra una brruja, y la muchacha que abrazaba a Ulfe, esa Tabin...aún no sabía muy bien de que pie cojeaba, perro por algún motivo le estaba cogiendo carriño.

 Le ponía algo nervioso que aquella alimaña fuese de un lado a otro siguiendo a la brruja de hielo. Almenos no se le había acercado demasiado.

 Para Nanthleene no tenía palabras.

 Glimgmar podía parecer despreocupado para con la recién rescatada...no es que aún estuviese considerando si era producto de brrujerría o no, más bien sabía que la presencia de un enano es útil a veces y otras es un obstáculo, hablarría con más tranquilidad con los patalargas. El vigilarría...sin olvidar echar un ojo de soslayo a la carreta.

 ¿Serrá una de las muchachas secuestradas?

 Quizás fuese un sacrificio a esas bestias....hum....crías de bestias más grandes quizás. Quien sabe que crriaturras habitarrán los bosques...

 Sin más, con el oído atento a la muchacha y a los alrededores, terminó por sacudirse la barba de nuevo, tenía que estar perfecta. Después, sacó la pipa y procuró tener la oportunidad de fumar un poco después del combate.

 No le importaría contemplar el rio y la embarcación con el cadáver del enemigo abatido bajo sus grebas.

La mujer miró a Tabin con intensidad durante varios latidos de corazón. Era hermosa, de rasgos fuertes y pómulos marcados.

—Mis hermanas —dijo con voz ronca.

Es el esfuerzo de hablar le produjo un acceso de tos. Escupió un cuajarón de sangre.

Nanthleene se aproximó a la mujer herida, asqueada de sus terribles heridas.

—¿Hermanas? ¿Qué clase de hermanas te hicieron esto? —se aborreció la elfa solar.

La mujer esbozó una mueca remotamente parecida a una sonrisa, carente de alegría.

—Mis Hermanas en el Tormento —respondió.

Ánder y Tabin: tira Saber (Religión) CD 16.

Hermana en el Tormento es el nombre que reciben las sacerdotisas ordenadas de Loviatar. Es el rango más bajo en la jerarquía de la Iglesia salvando el de novicia o Arrodillada.

Te suena a culto Ilmaterino. 

La semielfa abrió los ojos con espanto:

-¡Seguidoras de Loviatar! Te lo has dejado hacer, ¿a que sí? -Tabin no necesitaba escuchar la respuesta. Se levantó y se cruzó de brazos sin dejar de mirar a la mujer, que a sus ojos acababa de pasar de víctima a verdugo. ¿Cómo podía estar la gente tan loca?-. Dime una cosa, ¿qué persona en su sano juicio escoge venerar a una diosa de la crueldad y el dolor cuando puede venerar a dioses compasivos y buenos? ¿Quién escoge voluntariamente una paliza en lugar de una caricia?

Tabin, como sunita convencida, detestaba los cultos a la crueldad y al sufrimiento. Las personas tenían libre albedrío para seguir a un dios u a otro, pero aquello era demasiado.

Una vez liberada la mujer, Ánder se quedó sin saber muy bien que decir, era todo bastante embarazoso. Así que se retiró un poco y respondió a Kayle.

-Nada, estoy seguro, ni aunque tuviera un escudo de ésos que recomiendan el amigo enano y Tabin. ¡Un escudo que no puedo llevar, porque debo combatir con el corazón, con el deber que simboliza este arma!.- Levantó su espadón, sin importarle si quedaba algo ridículo, pero se sintió bien.

Limpió su arma con un trapo y la envainó en la funda para volver a acercarse a la mujer, que comentó algo sobre "Hermanas en el Tormento", de lo que Ánder no conocía nada.

Y cuando iba a ofrecer su imposición de manos, escuchó las palabras de Tabin, y su oferta murió en su garganta. ¿Era posible lo que decía su compañera?.

—Niñita estúpida y débil, no entiendes nada —le respondió la mujer mirándola fijamente con el único ojo que podía abrir—. Me dieron una paliza, y me dejaron aquí para que me mataran los lobos. O los primeros idiotas que me encontraran.

Al ver la discusión entre las dos mujeres, Ánder se preguntó si la recién salvada sería un peligro para el grupo así que observó la discusión con la cara como un poema.

Encima a él aquello del Tormento le sonaba a Ilmater, pero era seguro que aquella práctica no era de la religión en cuestión. Le sonaba más a lo que decía Tabin, Loviatar, la diosa legal y malvada del sufrimiento.

Viste una especie de halo, algo tétrico que sólo tus sentidos de paladín podían detectar. Era una sombra inquietante, y no se podía asegurar si emanaba o formaba parte de la mujer. La presencia etérea se aferraba a ella, retorciéndose como en un continuo y angustioso tormento.

Recuerda que el culto a Loviatar está permitido en Nesmé.

Para que sepas de qué hablan tus compañeros: Loviatar es la diosa del dolor, de los torturadores, de los matones y, en general, de cualquiera que disfrute infligiendo dolor. Tu personaje no tiene por qué saber mucho más que eso, pero así te centrarás un poco sobre lo que se está hablando.

Kayle soltó una risita entre dientes cuando vio a Gilmgmar sacudirse los pequeños restos de escarcha de la barba. No había previsto que pasase eso pero le había hecho gracia la reacción confusa y refunfuñona del enano.

Se había acuclillado cerca de Tabin para ver qué decía la mujer y lo que escuchó la hizo parpadear desconcertada. ¿Hermanas del Tormento? No tenía ni idea de qué rayos era aquello pero por lo visto la semielfa sí... y la sola mención de que la desconocida se hubiese "dejado" hacer aquella atrocidad hizo que Kayle se pusiera en pie como impulsada por un resorte. De hecho hasta dio un paso atrás.

—¡¿Cómo?!

Miró horrorizada el grillete oxidado. No, no podía ser, ¡simplemente no podía! La sola idea de acceder a ser encadenada, de acceder perder la libertad, la estremecía y no le entraba en la cabeza. Vale que ella no era una experta en religión y desde luego no sabía nada del clero lovitarita pero se negaba a creer que cualquier dios, incluso uno tan sádico como la Doncella del Dolor encontrase rentable el perder fieles. Una cosa era que se pasaran el día dándose de latigazos, ¡otra muy distinta, que se suicidaran!

O de eso quería convencerse.

—Vale, v-vale. Espera. Fueron tus hermanas las que te dieron una paliza y te encadenaron aquí, de acuerdo. Pero tú no... no fue por deseo propio—dijo con cierto timbre inquieto. Luego se volvió a acuclillar y añadió como si realmente necesitara que se lo confirmase:—. ¿Verdad?

Señaló una de las bestias caídas como quien señala una prueba para defender una hipótesis.

—¡Te estabas defendiendo de los lobos!

A la genasí se la veía estupefacta. Para ella, alguien que se defendía era porque no quería morir. Aquella mujer debía de haber hecho algo y aquello era un castigo, o debía haber agraviado de alguna manera a las otras lovitaritas y la habían expulsado o... ¡O lo que fuera! ¡Pero simplemente era incapaz de asimilar que aquella tortura fuera deseada!

—¿Debería decir que me gusta? ¿Pediros que me peguéis más fuerte? ¿Qué me excita? —la mujer se envaró de golpe; el dolor que le producían las costillas rotas le debió quitar hasta la respiración. Cuando recuperó el resuello continuó:—. Que fantasías más absurdas. ¿Es que no sabéis pensar por vuestra cuenta?

Su ojo abierto recorrió a todos los presentes.

—Vuestro concepto de Loviatar no coincide con el mío.

- ¿¡A Quién diantrres le imporrta esa Loviatarr!?

 Dijo con una inocencia que rozaba la temeridad. Parra glimgmar había muchos dioses, perro los únicos decisivos estaban en el panteón enano, así debía ser y así debía pagar, con su fe, que Morradin lo forjase tan diestro y hábil.

 Glimgmar se dio la vuelta para mostrar su flanco del escudo, le ocultaba por completo a excepción del rostro, con la diestra sujetaba la pipa a la que dio una larga calada, era su forma de coger fuerzas para hablar.

 - ¡Habla brruja del bosque!

 ¿Dónde os habeis llevado a las jóvenes parra vuestrras reunioncitas?

 Quizás si nos dices una verrdad podemos dejarte librre parra que sigas con tu sufrrimiento y tus adoraciones macabrras.

 Bien poco nos importa.

 Aunque no nos hubiese importado que grritases que no necesitabas nuestrra ayuda. Si no esperras que te juzguemos con nuestra ignorancia, no nos juzgues tu por la tuya.

 Concretó el enano terminando con un rostro de inconformidad y también cierta irreverencia, aunque para lo segundo estaba concentrando toda su fuerza...erra mejor combatir con lobos que con lenguas de brrujas.

Kayle sacudió la cabeza como si estuviera cogiendo todas las palabras dichas y apartándolas a un lado un momento para hablar.

—¡Dioses, no!—resumió. La sola idea de que a alguien pudiera resultarle excitante una paliza se le antojaba de enfermiza para arriba—. Lo que deberías decir es qué ha pasado aquí.

En el tema de que Loviatar le importaba un ardite sí que estaba de acuerdo con el enano. No tenía ningún concepto de la diosa porque simplemente no sabía nada de su doctrina. Además, lo que había dicho Tabin la había espeluznado tanto que definitivamente no quería saberlo...

-¡Las niñas! -exclamó Tabin, cayendo en la cuenta-. Claro, ¿qué mejor que niñas para corromperlas y unirlas a tu fe? ¿Para eso las queréis?