Partida Rol por web

—Alguna verías si levantaras la vista de tu ombligo alguna vez —dijo cansadamente Sharune.

La hechicera tomó a Jallian por la muñeca.

—Gracias, Jallian.

El apuesto hombre le sonrió y volvió a sentarse, tras lo que dedicó una hosca mirada a Gato.

 
Tokk miró a un lado y a otro cambiando la expresión serena por una vigilante con los párpados a medias, mirando a unos y a otros.

Esto entre los míos se arregla rápidamente... No me voy a acostumbrar a que la gente se insulte y se menosprecie y lo dejen tal cual... panda de cobardes algunos, todo boca... todo boca...

Resopló y esperando que no se metiesen con los suyos para no tener que sacar a nadie por al ventana por bocazas, (Que estaba feo aunque se lo hubieran buscado) les hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta y luego miró a Aristeo, inclinando la cabeza respetuosamente.

Se lo traeremos, Señor.

Espero que no haya que arrimarse a ningún dragón... ni de broma. Hay retos y retos... Salió afuera, a gusto de sentir el aire aunque fuese el de ciudad

¿Y por dónde porras podríamos empezar...? Se preguntó mesándose la perilla.

Ivalice siguió con la vista la trayectoria de Tokk hasta que este salió de la sala, luego volvió a mirar a Seldrin.

—¿Eso es todo o hay algo más que necesitemos saber antes de comenzar?

El tono de la Thaele era cortés aunque sin llegar a lo estirado, parecía simplemente querer confirmar que Seldrin había terminado su cometido y no dejarle con lapalabra en la boca. En el primer caso, simplemente se edspediría con un gesto de mano de los que quedaban allí en la sala y salir apor la puerta.

—Eso es todo —asintió Seldrin—. Si los que ya tenéis equipo vais saliendo, mejor. Así nos organizamos más adecuadamente.

Lena recogió la mochila del suelo y se la echó al hombro, saliendo por la puerta tan pronto como se lo ordenaron. Esperó a que el resto del equipo apareciera y saludó de nuevo.

-Vale. Sólo para estar seguros: ¿alguien sabe qué es un mapa vrayano?

Cuando Ivalice salió afuera, el sol la hizo parpadear y entornar los ojos, al parecer habíane stado más tiempo del que pensaba allá adentro... por suerte, lo que sí agradecía enormemente era el aire fresco. Era como si se le despejaran los pulmones después del ambiente cargado del calor que desprendía la gente del interior del edificio.

—Me temo que mis conocimientos sólo llegan hasta "mapa"—contestó encogiéndose ligeramente de hombros cuando Lena hizo la pregunta aunque en el fondo ambas sabían que era retórica—lo de "vrayano" es la primera vez que lo escucho...

Se rascó la mejilla con una mano y miró a un lado de la calle con aire pensativo, luego miró al otro.

—Estaría bien encontrar un buen sitio para empezar a buscar pistas. Aunque el único sitio que se me ocurre es una biblioteca "O un templo de Larlasse, que me parece que nos va a hacer algo de falta..." bueno, si hay bibliotecas en esta ciudad—bajó el brazo y suspiró, era la primera vez que estaba en Cabeza de Dragón y no la conocía—quizá deberíamos pensar sobre el primer paso en un lugar que no sea en medio de la calle.

Una taberna estaría bien... pero lo menos abarrotada y más fresca posible, por misericordia.

-Bien, pues dado que no parece que ninguno de nosotros lo sepa, yo voto por ir al lugar donde más mapas y documentos hay: la biblioteca.

Echó a andar, pero se detuvo, como recordando.

-Seguidme. Yo sé dónde está.

Y ahora sí, volvió a caminar.

La biblioteca de Cabeza de Dragón no merecía tal nombre. Era una vivienda destartalada entre medianerías, en la que los lectores hacían crujir las estrechas escaleras de madera al subir y bajar entre las tres plantas atestadas de estanterías. No había apenas sitio para sentarse, de forma que la gente solía apoyar los libros en el alféizar de las ventanas, y leían hasta que la espalda les aguantara. Tenían una colección modesta, pero la mayoría de vosotros no habíais visto antes tantos libros juntos, y hubierais creído que esta era la Gran Biblioteca de Darthar si alguien os hubiera tratado de engañar.

El bibliotecario era un anciano tan ciego como un topo tras de una vida dedicada a encorvarse sobre libros. Cuando entrasteis en la biblioteca, hacía lo propio sobre un libro de registros. Con vosotros entró una súbita corriente que hizo vacilar la luz de la vela.

—Salid de ahí —urgió con impaciencia el viejo—. ¡Vais a apagar la vela!

—Bueno, ya estamos aquí —musitó Durravin echando un vistazo en derredor mientras se tironeaba del bigote—. ¿Qué esperamos encontrar, exactamente? Dudo que sea tan fácil como entrar, coger el mapa, encargar una copia al librero y regresar con él bajo el brazo, ¿no?

 
No caerá esa breva. Dijo Tokk sin que pretendiera ser una broma. Había ido todo el camino callado, era un tipo de muy pocas palabras y mucho observar.

Pero por probar... Se acercó al bibliotecario, inclinándose un poco para hablar sin tener que levantar mucho la voz, aunque el tono grave de ésta hacia que resonase mucho igualmente. Buenos días, señor. Dijo, saludando con lo que había visto que era educación "refinada" Buscamos saber lo que es un mapa "vrayano". Técnicamente, el Buscador no había pedido uno, solo saber qué era. ¿Dónde podemos encontrar alguna pista... o un libro sobre eso? ¿Era algún tipo de mapa concreto? ¿El nombre "vrayano" le dice algo?

Se quedó mirándole callado, fijamente, pero no por molestar, es que no había alrededor otra cosa que le llamara la atención más que su respuesta.

—¿Cómo os voy a ayudar a encontrar algo si no sabéis ni lo que buscáis? —gruñó el anciano, dirigiendo aquella mirada de topo miope a Tokk—. ¡Y salid de ahí, carajo, que me vais a apagar la vela!

El bibliotecario se levantó trabajosamente para tomar un grueso volumen de una estantería y ponerlo en su atril. Lo abrió por el índice y escudriñó su contenido tan de cerca que parecía que iba a comerse el papel.

—Nuestra colección de mapas es discreta —confesó, tras cinco minutos de buscar en ese volumen—, y ni si quiera sé qué diantres es ese vrayano del que habláis. Pero yo empezaría por el Anexo de Cartografía Política de Grandes Imperios Desde la Caída a Nuestros Días, de Hemmar Taen. Piso Segundo, Sección G, Estantería tercera, balda 2.

La única respuesta que dió Ivalice a las protestas del anciano fue cerrar de nuevo la puerta sin brusquedad para que no entrase corriente, luego observó al humano... lo cierto es que aquél hombre parecía un lustroso huevo gruñón con barba y gafas.

—Cualquier cosa que haga referencia a tipos de mapas distintos a uno normal, supongo... —respondió con su voz suave al enano, desviando la vista hacia él mientras Tokk exasperaba un poco más al bibliotecario involuntariamente—y sí, no creo que Aristeo nos haya pedido algo tan fácil de encontrar.

La verdad es que no tenía la más remota idea de si un "mapa vrayano" era algo muy común o no, puede que se tratase de un tipo de mapa que estuviera plasmado en otro tipo de tela, puede que fuese un tipo de mapa que sólo mostraba determinadas cosas o puede que simplemente fuese el término que utilizaba la gente de una región diminuta que sólo conocían quienes vivían en ella para referirse a "mapa normal y corriente de toda la vida" pero como no lo sabían... pues por algún sitio tenían que comenzar a indagar.

—Muchas gracias... —respondió dirigiéndose al bibliotecario con el mismo tono aterciopelado—y disculpe las molestias.

Giró sobre sus talones y subió la escalera emitiendo un suave tintineo metálico mezclado con el chirriar de la madera cada vez que escalaba un peldaño. Se iría adelantando para buscar mientras sus compañeros, o la seguían, o formulaban alguna otra pregunta que se les pudiera ocurrir al anciano.

La Thaele repetía continuamente el dato en su cabeza y, cuando llegó al piso de arriba, sus ojos empezaron a saltar de una sección a otra, luego de una estantería a otra y finalmente deslizó la mano sobre los lomos de cubierta que poblaban una de las baldas.

Terminó sacando un ejemplar grueso... muy grueso, tanto que lo tuvo que sostener con las dos manos mientras lo miraba luego esperó a que al menos uno de los otros miembros del grupo hubiese llegado a donde ella para hablar.

—Es este—suspiró—pero creo que nos va a llevar un buen rato encontrar algo concreto, si es que viene...

Miró a ambos lados en busca de algún sitio en el que depositar aquel pesado tomo. No había una maldita mesa y sospechaba que si iba a colocarlo en el alfeízar de la ventana su espalda acabaría con más calambres que la de un espantapájaros por permanecer rígida mientras tuviera que hojear todo aquello de modo que se acercó a una desvencijada silla que permanecía junto a una de las paredes y se sentó con el anexo en las rodillas.

—Podríamos... quedarnos dos aquí husmeando esto mientras los otros dos van a buscar a otra parte de la ciudad—dijo más a modo de sugerencia que de propuesta—puede que... no sé, algún mercader que venga de fuera haya escuchado algo por ahí ¿alguna idea?

 Eldar había permanecido callado mientras se dirigían a la biblioteca, mostrando así su conformidad con el plan propuesto. Para ser sincero no tenía ni la más remota idea de que buscarlo en un biblioteca fuera la mejor de las ideas, pues algo le decía que sin duda tal mapa a lo mejor ni lo era. Por ello mientras la thaele subía las escaleras con el característico tintinear de su armadura, el joven mago remoloneó entorno al bibliotecario, al que sonrió con gesto de disculpa, preveyendo sus gruñidos. Aquel hombre no era muy distinto de su maestro y había aprendido bien la lección de cómo vadear las aguas del carácter de hombres como él.

- Hum...disculpe, buen hombre. ¿No tendrá por casualidad también un libro sobre antiguos reinos o leyendas sobre antiguos reinos? Se me ocurre que a lo mejor Vray fua algún tipo de nación ahora sumida en el olvido...

El bibliotecario gruñó arrellanándose en su silla.

—Yo también lo creo, jovencito. Por eso os he aconsejado nuestro volumen más extenso y detallado sobre Imperios Antiguos. ¿Deseas algo más?

 Eldar abrió la boca sin darse cuenta y se quedó mirando al anciano de hito en hito durante largos segundos. Luego, dándose cuenta de la cara de tonto que debía de tener la cerró y asintió vehementemente.

-Eh...si claro, perdone, señor, tiene usted toda la razón- se apresuró a decir mientras se daba la vuelta rápidamente para seguir a sus compañeros al piso de arriba. Tanta fue su prisa que se tropezó con el repulgo de su túnica y apunto estuvo de romperse la crisma contra la pared. Recuperando el equilibrio, terminó de subir las escaleras, con gestos firmes para colocarse las ropas y al llegar arriba fingió que no había pasado nada. Llegó a tiempo de escuchar la sugerencia de la thaele al que evitó mirar para no quedarse atontado mirándola. Había algo en la belleza de la mujer que le atraía y le ponía nervioso a la vez- Hum...yo me ofrezco voluntario para quedarme aquí...siempre se me ha dado bien rebuscar entre los viejos volúmenes- comentó solícito sonriendo.

 
Tokk se quedó escuchando a Ivalice y asintió lentamente, queriendo decir que tomaba en cuenta su idea, pero tratando de mejorarla. Una idea casi siempre podía mejorarse.

Mmm.... necesitamos aprovechar el tiempo al máximo, pero separándonos no rendiremos más necesariamente... si fuéramos más... mmm....! Se sonrió Imagino que éstos que estudian tendrán sus problemillas para estudiar y ganar dinero, pero serán buenos buscando datos... podrían echarnos una mano, por oro, se mueve casi todo el mundo.

Procurando que su voz sonase lo menos atronadora posible, y asegurándose de no taparle la luz de las ventanas a nadie se dirigió a la thaele. El vello de la nuca se le erizó un poco al mirarla a los ojos para hablar. Aquellos 'pequeños' irradiaban una sensación extraña por dondequiera que fuesen.

¿Cuánto oro tenemos entre todos...? Podríamos ofrecer algo a quien nos ayude a encontrar algo sobre el mapa vrayano de todos los que están aquí... un extra bien ganado podría interesarles y a nosotros nos ayudaría mucho a acordat tiempo... yo mientras tanto podría quedarme con un libro en la puerta, asegurándome de decirles a nuestros rivales que la biblioteca está llena.

Le guiñó el ojo, sonriendo mostrando algo más el colmillo que sobresalía en una mueca que intentaba ser amable.

¿Qué te parece...? Yo puedo aportar unas... cinco o seis monedas. Si todos juntamos eso, creo que veinte monedas serán una prima excelente para que se esfuercen al máximo, hehehe....

Ivalice sonrió ligeramenteante ante el apuro del mago, era algo que le resultaba muy familiar.

Se limitó a asentirle,de acuerdo con su propuesta y luego miró a Tokk cuando éste añadió algo a la idea, cosa que hizo que la Thaele en un principio parpadease y luego riera un poco por lo bajo con una risa clara y musical como un cascabel. El detalle de la puerta junto al gesto del golaunt le habían hecho gracia aunque hasta riendo no perdía aquel halo de calma.

—Creo que con unas pocas monedas de plata, una por cabeza quizá, será suficiente. Pero es buena idea—respondió—aunque no sé si se creerán lo que les diga un mimebro de nuestro grupo.

A menos que fuese condenadamente habil inventando excusas y les dijera que hasta él estaba en espera de que las ratas de bilioteca dejasen los libros "libres" o algo así.

—De todos modos, será mejor que empecemos cuanto antes.

—El tipo de la entrada nos ha dicho que encontraríamos la respuesta en este libro ¿no? No veo cómo pagar a un puñado de ratas de biblioteca nos va a ayudar a buscar más rápidamente en un solo libro —gruñó el enano, cruzándose de brazos—. Además. El chico ha dicho que está acostumbrado a estas cosas.

Señaló a Eldar.

—Yo confío plenamente en él —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

La bardo había estado distraida. A veces le pasaba. Tantas cosas a su alrededor, tantos libros... Bien, leer no era su actividad favorita (para qué cuando se puede escuchar y memorizar canciones e historias), pero no podía imaginar la cantidad de imaginación que podría encontrar. La mayoría no sería nada interesante: a nadie le interesaba, y a la que menos a ella, saber cosas sobre agricultura, ganadería o chorradas sobre el comercio de tal pais. Pero seguramente había retazos de historia reveladores, cuentos asombrosos, teorías sobre lo que había ocurrido en Mourna. Lo cierto era que de haber tenido algo más de paciencia quizás se hubiese aventurado para investigar, pero sabía que acabaría lanzando los pesados volúmenes al suelo para salir disparada a la plaza, tocar algo y divertirse de verdad.

Fue precisamente esa impaciencia la que la colocó de parte del enorme clérigo. Tenía sentido poner a unas cuantas cabezas pensantes a buscar aquel dichoso país que dejárselo sólo a uno. Y, además, les pagarían bien después de aquello.

Tomó aire para soltar un discurso que convenciese al enano:

-Pues yo no confío en él. Vamos, no te ofendas, pero no te conozco de nada. Tampoco confío en tu criterio. Puedes ir muy bien vestido y eso, pero... ¿sabes qué? Que podías ser un poco menos roñoso y pagar por algo que merece la pena. No se te van a caer los bigotes por poner un poco de plata, ¿no crees? Al menos no si te los aceitas tanto. La gravedad no puede hacer nada con semejante cantidad de grasa. ¡Fiú!