La lluvia menuda caía sobre Ámsterdam como un velo gris, empañando las farolas y oscureciendo los canales. Petrus caminaba con paso medido, evitando cualquier reflejo en los escaparates y comprobando de reojo, una y otra vez, si alguien repetía sus movimientos. No se engañaba: podía ser paranoia, pero prefería vivir con ella a terminar muerto por confiarse.
Habían acordado un café oscuro en el Jordaan, de esos con vidrios manchados de humo y un neón rojo que apenas iluminaba la entrada. Un lugar anónimo, donde las mesas quedaban hundidas en sombras y el murmullo de las conversaciones era lo bastante denso como para tragarse cualquier palabra peligrosa.
En el fondo, ya estaban Brodie y Mutti, fingiendo discutir sobre un periódico doblado en dos. Morris, Etxe y Rian se habían dispersado: uno hojeaba distraído una guía turística, otro jugaba con un encendedor, el tercero parecía un cliente solitario absorto en un vaso de ginebra. Nadie diría que formaban parte del mismo grupo.
Petrus se detuvo en el umbral, encendió un cigarrillo y exhaló despacio, observando cómo el humo se enredaba con el aire húmedo. No entró de inmediato: primero midió las esquinas, el reflejo de los cristales, el coche aparcado con los limpiaparabrisas apagados demasiado tiempo. Solo cuando estuvo seguro, o lo bastante seguro para su gusto, cruzó el local con la calma forzada de quien teme que todos los ojos le sigan.
El café olía a humedad y a secretos, y afuera los canales se mecían indiferentes, ocultando en sus aguas negras la sombra de lo que estaba por venir.
-Me alegro de encontraros a todos de una pieza ¿Fue muy salvaje el concierto?- Saludo Petrus.-Traemos regalitos para vosotros. Un buen vino y un juguete.- Su mirada se posó en Ryan cuando mencionó el vino y Etxe con lo del juguete, intentando dar un avance de a qué se refería. -Y tenemos un single de un cantante amateur que os va a interesar.-
nos pongo en escena, si no os molesta, yo necesito poner escena para imaginarme el encuentro.
La lucha interna de Mutti con el encendedor ("no necesito fumar, no necesito fumar, no...") se interrumpe cuando oye pasos acercándose a la puerta. Su mano se acerca a la pistola. Se oye al oír los toques a la puerta acordados. Tres largos, dos cortos. Petrus y Brodie, con cierto tufo a pescado.
No tienen un recibimiento muy alegre, porque les esperan malas noticias.
Etxe ha muerto.
Morris y Ryan os cuentan cómo fue asesinado por sicarios de la Conspiración durante una persecución en una autopista austríaca mientra su grupo huía de Rumanía. No se puede esperar librar guerras sin bajas.
Fuerais más o menos amigos, todos lamentáis su pérdida unos instantes. Fuera de la ventana repiquetea la lluvia. Se oye una embarcación pasando por el canal más cercano, el eco de la voz paciente de un guía turístico, informando su rebaño en japonés. Mientras el sonido se aleja, juráis venganza.
- Hemos de pensar si queremos contraatacar, seguir investigando, o esperar a que amaine la tormenta.
- - No sé cómo os ha ido en Rumanía al otro grupo, pero nosotros hemos pasado unos días muy entretenidos en Londres. Para empezar salvamos a esa periodista amiga de Ryan, Karen Reed. Un pelirrojo sospechoso la tiró a la via del metro para fingir un accidente... O una advertencia. DE haber querido matarla en serio hubieran esperado diez segundos más para empujarla.- empieza Mutti.
Os dejo qeu os resumáis lo sucedido a cada grupo.
El ruido de la lluvia en el Jordaan me sirve de metrónomo mientras les cuento lo que pasó. Hablo despacio; no por falta de cosas que decir, sino para que todo entre con claridad y sin que se me escape nada entre los dientes.
- Primero Renzo -empiezo-. Llegamos a la instalación de Edom con la esperanza de sacarlo. Ya no estaba con vida. Le habían interrogado hasta extraerle la carne del hueso: contó lo que sabía de Mutti, y lo que sabía de nosotros. Así fue cómo nos rastrearon hasta Berlín. En un descuido, cuando lo dejaron solo se suicidó tragándose la lengua. Si fue suicidio, ejecución o manipulación, no lo sé. Lo único cierto es que no volvió a hablar por nosotros.
Les miro a todos uno a uno. Noto cómo la noticia pega en cada uno distinto; en Mutti veo rabia contenida aunque ya es consciente de lo que ocurrió.
- Después vino Oakes -continúo-. Nos encontró. Lo secuestramos y lo interrogamos. Lo rompimos -no niego la palabra- hasta que, bajo presión y con un poco de suero de la verdad de por medio, habló. Ha sido una mina: nos ha confirmado la estructura y nos ha dejado caer nombres y lugares que valen su peso en pólvora.
Saco las piezas como si fuera un mapa que dibujo con la voz.
- Edom no es una leyenda; es una estructura real con duques al frente. Hound y Osprey son nombres claves aquí: Hound dirige operaciones en Europa occidental y Oriente Medio; Osprey, territorios y jurisdicción del Reino Unido. Proserpine existe y, según Oakes, es una base segura: la referencia a un barco no es casual, pensad en la Démeter. Ahí guardan a "Rojo", esa agente convertida que usan para misiones fuera de Europa. La han traído de vuelta de Nigeria y la tienen bajo llave en una base militar a las afueras de Londres.
Hago una pausa. Reviso que nadie más en el café esté cerca o aparente fijarse en nosotros.
- Han desarrollado algo llamado suero Seward -añado-. Un derivado de sangre vampírica, creado por el doctor Seward y mejorado a lo largo de décadas. No es algo experimental menor: hay ampollas. Lo que vimos en Carfax -el tipo en coma- es un efecto secundario. Lo usan con condiciones: fases de baja actividad de Warlord; en los picos no se recomienda su uso, salvo que un duque lo autorice. Tenemos varias ampollas en nuestro poder ahora.
Veo a alguno de mis compañeros cerrar y apretar la mandíbula. La pieza es demasiado grande.
- Warlord es Radu Besarab, alias monsieur DeVille, alias el Conde. Oakes lo llama así. D no es un nombre: es la cumbre, el director operativo de Edom, "el gran mogol". Cotford… -bajo la voz como si nombrase a alguien peligroso por sí solo- Cotford sabe algo y sospecha. Ha pasado su vida intentando recoger pruebas contra Edom para que el Comité Conjunto les meta una estaca oficial. Le hicieron apartarse, pero no ha parado de mirar. Si lo jugamos bien, Cotford puede ser un aliado incómodo para Edom.
Les cuento de Harker a modo de nudo personal.
- Harker robó el Dossier. Oakes fue el primero que se dio cuenta. Fueron amigos. Harker se alejó y ahora está muerto. Dicen que lo defenestraron; la versión oficial le puso una etiqueta. Hablaron por teléfono antes de morir: alguien con voz tranquila le dijo "seré tu muerte" si no obedecía. Harker contestó algo así como "no seré más tu esclavo". El resto ya lo sabéis.
Miro a Petrus. Sé que le arde la herida.
- Hay tres desertores de Edom ahora mismo -les digo en voz baja-: una chica drogadicta con historias de monedas de oro y clientes raros, una funcionaria de la embajada rusa en Bogotá con archivos soviéticos, y un empresario turco que blanqueaba billetes y que quizá fue "liquidado" por encargo. Los llevan a pisos francos en Londres -Piccadilly es el nombre clave para evacuaciones- hasta que los interroguen. Esas direcciones que Oakes nos dio son antiguas; las usan desde hace décadas. Lo que nos dijo puede estar desactualizado, pero es útil para entender la estructura.
Suspendo el relato un instante para que lo asimilen. Bebo un trago y sigo.
- Dominic Ruzic es un nombre que sale: detective privado en Bucarest que Oakes contrató para seguir a Harker y a su viuda. Puede ser una pieza si queremos saber dónde estuvo Harker antes de morir. Oakes hizo esto por su cuenta, fuera de Edom. Eso lo humaniza... humanizaba.
Les explico lo más importante en términos prácticos:
- Tenemos ampollas del suero Seward. No son algo que se deba tocar sin un plan. Si Edom se entera de que las tenemos, vendrán a recuperarlas o a aplastarnos por eso. Si las usan mal, pueden crear "Jack" inestables, o peor: vínculos psíquicos. Si la sangre vampírica se mezcla con el objetivo equivocado… no quiero ni pensarlo.
Bajo la voz y digo lo que creo es urgente:
- Ahora estamos en Amsterdam para reagruparnos. Hay tres opciones claras sobre la mesa: contraatacar, seguir investigando con más cabeza, o retirarnos y reagrupar. No podemos hacer las tres a la vez sin destrucción.
Me reclino en la silla y concluyo con lo que para mí es la prioridad inmediata:
- Proteger lo que llevamos: las ampollas, los papeles, cualquier rastro que nos conecte con Carfax o con Renzo. Buscar a Dominic Ruzic. Si Cotford es accesible, debemos tantearlo: puede ser la grieta por la que colar información que haga daño a Edom desde dentro. Y para Harker… su viuda debe saber algo -sin ponerla más en peligro-; es nuestro deber protegerla si vamos a tirar de ese hilo.
Les miro a todos, la lluvia sigue como una cortina entre nosotros y el mundo.
- No voy a mentir: esto se ha vuelto grande y muy personal. Podemos continuar con cabeza o con rabia. Si elegimos rabia, la cuenta la pagaremos entre todos. Yo… prefiero la cabeza. Pero sé que es difícil no elegir la otra.
Me levanto y, tras un instante de duda vuelvo a sentarme, me froto la nuca mientras pienso en voz alta:
- Si Edom ha sido capaz de domesticar lo que llaman "Rojo" y jugar con sangre así, entonces estamos delante de algo que ni siquiera los mejores manuales contemplan. No somos solo presa. Somos testigos. Y eso nos convierte en objetivo.
Salgo a la lluvia del Jordaan. El gris me pega a la cara y pienso en Harker, en Renzo, en Etxe. En lo que viene. Y en la puta empresa que tenemos por delante.
He intentado resumir y ser claro con mis explicaciones, pero ha pasado mucho y hemos averiguado mucho y resumir eso es difícil. Tendrán preguntas. Y yo no tengo la cabeza clara desde la muerte de Oakes. Quizá Petrus pueda explicarse mejor, o darles más datos.