Partida Rol por web

Los recientes actos de Gabrielle han desbloqueado dos PNJ de mejora para el grupo y un logro:

Estos dos PNJs estarán siempre disponibles en el campamento (Al estilo Sandal y Bodhan) y se quedarán allí de modo que en las aventuras contarán como ausentes.

Nolan: Cada vez que abandonéis el campamento, Nolan se quedará en él vigilando que todas vuestras cosas estén a salvo. No obstante, podéis pedirle también que vaya con vosotros en alguna aventura. En cuyo caso, dejará de contar como ausente y pasará a ser un PNJ de grupo que computa como guerrero de espada y escudo. Al acabar el asunto que os haya llevado fuera, volverá al campamento (cada vez que decidáis llevarlo con vosotros, se supone que es lo suficientemente avezado en los caminos como para conocer un lugar seguro en el que indicaros que podéis acampar)

Balaena: Balaena no es una aventurera ni tiene experiencia en combate por lo que no podréis llevarla de aventuras a lugares peligrosos, se quedará siempre en el campamento. No obstante, es herrera y su función será mejorar el equipo del grupo, cosa que obviamente sólo podrá hacer allí. Siempre tendrá un número determinado de objetos hechos a la venta pero podréis pedirle mejoras (os dirá las mejoras que puede hacer a vuestro equipo y lo que necesita para ello) o preguntarle por un objeto concreto que queráis. Puede hacer cualquier pieza... ¡Pero algunas cosas dependen de cómo os llevéis con ella!

Nolan esta vez soltó una carcajada de verdad.

—Lo sé. Pero es que simplemente me siento en deuda, al margen de que no sea necesario—respondió—. Me sentiré mejor así, ya lo creo.

Te revolvió el pelo con una mano como quien saluda a una hermana pequeña, luego hizo ademán de volver a la hoguera.

—Espero que tus compañeros tampoco tengan inconveniente. No sé qué opinará Balaena de esto pero creo que se lo diré después, no quiero interrumpir a tu amigo el mago—señaló a los caballos con gesto acusador—. Y ten cuidado con ese par, son unos manipuladores de cuidado. Como te descuides te tendrán horas secuestrada a base de pedir atenciones.

Casi como si hubiese entendido lo que decía, el macho negro zangoloteó la cabeza resoplando por los ollares y la mata de crin se sacudió sobre su cuello.

—Voy a ver qué tal está el asado de mabari camuflado—añadió el orlesiano devuelto su buen humor—. No te preocupes, te guardaré un poco. Ven cuando termines.

Nolan: Amistad (+7)

Gabby esperó respetuosamente a que Balaena y Dreren terminaran de hablar antes de acercarse a la mujer. Le dedicó a su compañero mago una sonrisa abierta y afable cuando se cruzó con él de camino a Balaena.

—¡Luego quiero hablar contigo! —le dijo a Dreren.

-Hola -dijo-. ¿Puedo sentarme?

Sin esperar a su respuesta, Derek tomó asiento en la hierba húmeda. No le preocupaba un poco de rocío en el culo.

-Creo que hemos empezado con mal pie y es hora de arreglarlo. Mi hermana te tiene bastante estima, por lo que creo.

Encontraste a Balaena sentada en una roca a la orilla del lago, había flexionado una pierna y se abrazaba la espinilla mirando el reflejo danzante de la luna en el agua.

Al escuchar tus pasos, miró por encima del hombro, y al ver que te acercabas suspiró como quien se resigna a ser abordado continuamente. No te puso mala cara ni te espantó para que te largases pero volvió a mirar al lago.

Gabby no pareció percatarse del hartazgo de Balaena.

—¡Hola! —saludó con alegría—. ¿Cómo vas? 

Preguntó sin saber ella misma si preguntaba por la herida o por su estado de ánimo.

Lynn siguió con la vista tus movimientos mientras te sentabas como si se estuviera preguntando para qué había sido necesario hacer la pregunta, pero no mostraba gesto de incordio en su rostro.

—Puedes sentarte donde quieras—respondió encogiéndose de hombros. Luego sonrió durante un instante ante la mención de Gabrielle—. Soy la mejor amiga de tu hermana así que supongo que la respuesta es "sí".

Viste como Nolan llegaba a la carreta y sacaba un par de sacos medianos de los que sobresalían varias briznas de heno. Le dio uno a Gabrielle y mientras la maga se acercaba a la yegua alazana, él le dejó la comida cerca al macho negro. Habló con la muchacha de algo y de pronto dio la impresión de que ésta acabara de decirle que el Hacedor le había enviado una carta el otro día citándole para ser su nuevo heraldo o algo así porque los gestos del orlesiano al hablar se volvieron más efusivos.

A los cinco minutos regresó, su rostro aparecía también más iluminado.

—Creo que ya he resuelto un poco el problema de qué diablos hacer a partir de ahora. Sólo queda que Balaena no me mate—dijo sin necesidad de que nadie le preguntase mientras se sentaba con las piernas cruzadas—. ¿Qué tal va nuestro guiso de mabari? ¿Ya está en su punto?

Al parecer, a partir de ahora la receta se había quedado con ese mote.

Balaena no parecía entender de dónde sacabas tanta alegría.

—Voy—respondió sin ganas. Luego pareció darse cuenta de que eso tal vez había quedado demasiado hostil y añadió—. E... Es decir, ya me encuentro bien, no es necesario que te preocupes.

Gabby se alisó la falda de la túnica.

—A mi no me parece que estés bien. Se te ve triste y cabizbaja. Me gustaría hacer algo para aliviar tu aflicción —dijo, alzando la vista.

Te percataste de que con tu pregunta habías hecho rebullir ligeramente a Balaena.

—Todos tenemos problemas—respondió evasivamente—. Te agradezco la intención. Pero hay cosas que no se pueden arreglar.

Al parecer ibas a necesitar de toda tu agudeza mental para lograr que dejara de estar a la defensiva.

—Después de una Ruina sería raro no tenerlos—agregó contra todo pronóstico. Pero hizo una pausa para estudiarte con la mirada, como si se estuviera pensando cautelosamente si seguir o callarse, y entonces añadió con una curiosidad muy bien disimulada:—. Tú... ¿estuviste en el Círculo cuando pasó todo? ¿O te enviaron a Denerim?

Gabby esbozó un gesto de desánimo. ¡Pues sí quera una nuez difícil de partir! Ella siempre estaba dispuesta a ayudar, pero no podía hacerlo si ella no se dejaba.

—La Ruina provoca exactamente lo que sugiere su nombre: ruina. Destruye nuestros hogares, acaba con la vida de nuestros seres queridos y derrumba los pilares sobre los que asentábamos nuestra vida y nuestras creencias. Lo sé muy bien: yo estaba en el Círculo cuando nos atacaron las abominaciones. Tuve mi propia ración de pérdidas. El dolor que nos provoca contemplar esto es inevitable, pero el sufrimiento, en cambio, es opcional. Tuve que tomar una decisión: estancarme y sufrir o romper las cadenas que yo misma había forjado y que me impedían continuar con mi vida. Yo lo tuve claro. Tú también puedes elegir, Balaena. Sentarte a llorar por algo que no tiene solución o decidir que el sufrimiento no morará en ti por más tiempo. Sólo entonces buscarás alternativas y harás frente a la situación sin dejarte consumir.  

Gabrielle fue vagamente consciente de que cada vez se parecía más a Wynne.

La mirada de Balaena se endureció.

—No soy una niña pequeña que se dedique a llorar en un rincón esperando a que las cosas se arreglen solas. Todo eso ya lo sé—respondió con voz cortante. Detectaste algo extraño, como si de algún modo no fueras tú en el fondo la fuente del brote de hosquedad, sino algo que le hubieses evocado—. Pero una cosa no quita la otra: No esperes que aparente estar alegre cuando no lo estoy.

A juzgar por el gesto de mandíbula tensa, parecías haber dado en el clavo. Indirectamente, pero al menos ya habías partido la nuez. Balaena volvió a morderse el labio inferior como si de pronto fuera consciente de que había vuelto a salir con un exabrupto.

—Lo siento—masculló secamente clavando la vista en el lago, luego suspiró añadiendo con menos tensión:—. Dime una cosa... ¿recuerdas haber conocido en el Círculo a una maga llamada Gwenydale?

—Me suena el nombre, pero ahora mismo no le pongo cara —admitió Gabby.

—Era mi madre, una Encantadora Superior—respondió Balaena—. Marchó a Denerim cuando el Círculo envió los pocos magos que pudo a combatir contra el Archidemonio.

Parecías haber captado finalmente su atención porque se había vuelto ligeramente y en vez de mirar al lago ahora te miraba a ti.

—No daban abasto diseminados por la ciudad, pero ella vio a la Heroina de Ferelden entrar en Fuerte Drakon para subir a la azotea y decidió cubrirle la espalda—añadió—. Ella sola... se enfrentó a tres ogros y mantuvo a raya a media docena de engendros para que no cruzaran las puertas. Cuando la pelea terminó, era la única que quedaba en pie pero aquello había consumido tanto sus energías que no le quedaban las justas ni para impulsar los latidos de su corazón. El agotamiento la mató.

Curiosamente en el relato no había palabras rotas ni entrecortadas, ni si quiera sollozos. Balaena hablaba con la reverencia de quien cuenta la historia de una heroína y sin vacilar.

—No podría estar más orgullosa de ella. Y no puedo evitar pensar en cuántos más acabaron así: sin poder tan si quiera despedirse de los suyos—entonces torció el gesto con una mueca entre molesta y frustrada—. No estoy triste... ¡estoy furiosa!

Gabby depositó una mano en el hombro de Balaena.

—Tu madre fue muy valiente, una auténtica heroína. Todo lo que puede hacernos sentir orgullosos en esta época oscura viene hasta nosotros teñido de sangre: las vidas perdidas por aquellos que alcanzaron la victoria por nosotros. Sólo nos queda recordar sus nombres, pues a ninguna tierra le sobran los héroes. Y menos aún a la nuestra —sonrió—. ¿Crees en el Hacedor, Balaena? Podríamos rezar juntas y dedicar una oración a todas esos héroes anónimos a los que debemos la vida.

Balaena te miró largamente como si realmente no necesitase aquel gesto de apoyo pero aun así no quisiera rechazarlo. Al final esbozó una sonrisa muy tenue durante un instante (la primera que le veías que no estaba ribeteada de tristeza)  y volvió a mirar al agua.

—Sí—respondió—. La única culpable de toda esta miseria es la propia Ruina, no el Hacedor. Mi odio es para los engendros tenebrosos, para nadie más.

Como dato curioso, fuiste consciente en ese momento, y sólo en ese momento, del paradero de tu Familiar: estaba durmiendo enroscado como una bola en el regazo de Balaena.

—Me... gustaría poder rezar por ellos, sí—admitió finalmente la muchacha—. Quizá no pueda arreglarlo pero creo... creo que me sentiré mejor.

Balaena: Amsitad (+3)

-Mejor amiga. Eso es algo.

No precisó si era algo malo o bueno. Derek esbozó una sonrisa.

-Me alegra saber que no ha estado sola. Siempre fue una chica muy dependiente, poco dada a la soledad. El tipo de persona que necesita a otras personas. Temí por ella cuando nos separamos, pero ya veo que has cuidado de mi hermana y lo has hecho bien. Gracias.

Aun notaba las molestias en el costado, las heridas de la pelea todavía no se habían cerrado del todo. Con el constante traqueteo del viaje y el rozamiento con el coleto la piel quedaba irritada, dejando molestias en toda la zona del corte. Si tuviera algo de grasa de oso habría podido hacer un apaño temporal hasta poder descansar apropiadamente, pero durante meses estaba decidido que tocaba vivir una época de privaciones.

- Solo necesita enfriarse, o alguien tan osado para enfrentarse a las feroces llamas del mabari. En cualquier caso, me alegro y espero que no te mate, pocas cosas dan más miedo que una encantadora dama enfurecida. -

—Bueno, la verdad es que personas como Gabby no se encuentran todos los días, lo difícil sería no ser amiga suya pero: de nada—Lynn agradeció el halago pese a que no parecía tener muy claro por dónde ibas—. Pero no has venido hasta aquí sólo para decirme eso, ¿no?

No parecía una chica hostil aunque sí lo suficientemente avispada para no perder el quid de una conversación.

—¿Querías mencionar algo sobre lo que pasó con los qunari?