Partida Rol por web

—¡¿Qué?! ¡NO! ¡Ni hablar!—exclamó el espíritu—. ¡No eres un demonio puro! ¡Y la concentración de luz es demasiado grande!

—¿Y qué? Con unos segundos que se mantenga fija es suficiente para cerrar el sello, ¿no? ¡Puedo hacer eso!

—¡TE MATARÁ!

Allure se detuvo apretando los dientes, como si no supiera qué decir. O como si más bien de nuevo se estuviese peleando con lo torpes que le resultaban las palabras a la hora de expresarse.

—¡Y si no se cierra nos moriremos todos y habrá dado igual!—respondió casi exasperada con el resultado—. ¡Sacrificad una sola cosa!

—¡NO!—repitió el espíritu tozudamente. Aguantó una nueva y dolorosa descarga de rayos que lo hizo arquear la espalda hasta el punto de que casi lo dejó sin aire—. ¡Estoy harto de sacrificios! ¡HARTO!

—¡Soy la única que puede hacerlo!—Allure lanzó un gruñido exasperado y se volvió a vosotros—. ¡Decidle algo!

Gabrielle se sintió reconfortada cuando escuchó la voz de su mentora y sintió su energía vibrar a través de ella en forma de lúcilos resplandecientes. Mas la alegría, y la sensación de que con su maestra a su lado podría lograr cualquier cosa, duró bien poco. Las puertas de la Ciudad Negra no se cerraban, y un sacrificio más debía hacerse.

Gabrielle frunció el ceño, entristecida por la situación, pero sin dejar de empujar con su fuerza de voluntad. Allure tenía razón. Lo entendía racionalmente, pero aún así le partía el corazón. Abrió la boca para responder, la volvió a cerrar y suspiró.

—No puedes tomar esa decisión por ella, Astucia —respondió con un peso enorme en el corazón—. Ni, por ende, cargar con las consecuencias. Solo ella puede, tanto lo uno, como lo otro.

Todavía quedaban más espíritus. Alexei sintió un pinchazo en la barriga cuando vio aparecer a Cedric y recordó cuando se peleó con él después de descubrir que había sido el que casi estrangula a Lynn.

—Eras un capullo...—le dijo al espadachín de la mano en el estoque— pero no merecías ese final. Ven, hagamos esto juntos.

El joven guerrero no dijo nada al ver aparecer a Dreren, a fin de cuentas con él tampoco había tenido ningún tipo de relación y no había duda de que sus asuntos pendientes estaban ligados a Lynn. Pero con la aparición de Wynne los ojos del rubio volvieron a llenarse de lágrimas. Le debía mucho a la encantadora, más de lo que ella misma podía imaginarse.

Y por algún extraño motivo, entre tanto sentimiento y tanto llanto, poco a poco iban consiguiendo que las puertas de la Ciudadela Negra comenzaran a cerrarse pero... no era suficiente. Fue entonces cuando Allure se ofreció a acabar con todo.

—El amor es una fuerza tan incomensurable que es capaz de hacer que sacrifiquemos todo lo que somos por los demás—el joven guerrero repitió las mismas palabras que había dicho sólo unos instantes atrás—. No entiendo de espíritus ni de demonios Allure, pero seas lo que seas, todavía hay amor en ti.

Alexei apretó la mandíbula apesadumbrado. Él mismo se habría sacrificado de haber podido pero ahora con gran pesar, sólo podía mirar.

Allure parpadeó con expresión confundida como si no supiera de qué le hablaba Alexei.

—¿Qué?, sólo quiero que no se abra—dijo con una inocencia tan irreal que casi parecía que se estuviera excusando por haber roto algo—. Y vosotros también... ¿no? ¿Por qué estáis todos llorando?

—¡¡NO!!—Astucia le dió otro puñetazo a la puerta en un gesto que era el epítome de la frustración—. ¡Ya has sacrificado suficiente por mí error! ¡No es justo!

Gruñó y se agarró la cabeza con esa misma mano por un instante con lo que tuvo que seguir empujando con el hombro. Aquel gesto era idéntico al que le habíais visto hacer a Malicia antes aunque sólo duró unos segundos.

La sacudió y volvió a apoyar la palma.

—¡No es justo... !

Allure frunció ligeramente el ceño al verlo.

—¿Está hablando el Espíritu de la Astucia o está hablando Shartan?

—¡N-No me salgas con eso ahora!—una nueva descarga de rayos lo fustigó sacudiéndolo tanto en aquella ocasión que a punto estuvo de caer sobre las rodillas—. ¡AAARGH!

—¿Te quieres morir tú a este paso?—señaló Allure resoplando de nuevo con hartazgo—. ¡Ugh! ¡No hay tiempo para esto!

Reanudó la marcha cubriéndose de aquel huracán con los brazos.

—¡P... Para!—masculló el espíritu entre dientes.

Resollaba con tanta fuerza debido al continuo castigo que casi no podía ni hablar. Y de no ser por el torrente de lúcilos que habíais formado probablemente no podría haber estado soportándolo durante tantísimo tiempo. Pero empezaba a resultar evidente que incluso así estaba llegando a su límite.

Allure por supuesto no le hizo caso y continuó su avance, cuanto más se aproximaba a las puertas más parecía costarle ir contra el vendaval pero tampoco era como si Astucia pudiera moverse para detenerla pues si lo hacía se acababa todo. Lo cual sólo debía resultarle el doble de frustrante. Y sólo había que mirarle la cara para corroborarlo.

La entidad de la gema estiró un brazo con lo que parecía un esfuerzo tremendo... pero en cuanto estaba a punto de rozar la puerta con la punta de los dedos, se produjo un chispazo descomunal de energía que la lanzó volando un par de metros hacia atrás y aterrizar con un gruñido de espaldas sobre el suelo.

—¡Estúpida puerta!—gruñó frotándose la nuca con ambas manos—. ¡Te voy a tocar quieras o no!

Se volvió a poner trabajosamente en pie, dispuesta a aferrarse esta vez con uñas y dientes si hacía falta.

«KLUNK»

La jamba volvió a batirse esta vez con un golpe... considerablemente más seco que antes, como si le hubieran dado un empujón repentino. Y visteis una miriada de runas blancas y negras extendiéndose repentinamente sobre el contorno de la puerta a la velocidad a la que se extenderían las grietas en el hielo.

—Aficionada.

Una voz totalmente nueva hizo que casi pegárais un coreográfico bote en el sitio. Cuando buscásteis con la vista la fuente de la misma, todos los presentes menos quizá... dos, no supieron si gritar de espanto o decidir que el mundo acababa de terminar de volverse loco.

Había alguien sentado en uno de los cascotes cercanos a la puerta con una pierna cruzada sobre la otra y una mano estirada hacia la puerta.

Tenía la piel violácea y tersa, los dedos de sus manos y sus pies terminaban en finas uñas puntiagudas y una sinuosa cola se balanceaba lentamente a su espalda. Iba medio desnuda por así decirlo puesto que cubría las exuberantes curvas de su cuerpo con escasas piezas de seda semitransparente que tapaban sólo lo justo... Aunque tal vez la parte más llamativa eran los largos cuernos que le brotaban de la frente y se retorcían hacia atrás sobre una cabeza que en vez de melena tenía... ¡fuego! Ondulantes llamas violáceas flameaban como una hoguera enmarcando el rostro de aquella entidad del Velo.

Un rostro que era sobrenaturalmente hermoso. Al punto de lo perturbador.

—Mi dedo meñique, aquí presente, tiene más poder que ese aura diluida tuya—dijo alzando el susodicho dedo de la mano libre con los labios ligeramente fruncidos en el gesto propio de alguien que observa algo que le parece desagradable—. ¡Te tienes hasta que acercar!

Astucia abrió la boca para decir algo pero un pinchazo de dolor lo hizo apretar los dientes y solo soltó un quejido.

—¡Por la sangre de Andraste!—a Ayla estaba a punto de darle un infarto—. ¡¿QUÉ HACE UN PUÑETERO DEMONIO DEL DESEO AQUÍ?!

La interpelada la miró arqueando una ceja con desdén, luego puso los ojos en blanco con un resoplido.

—Los humanos no dais más que problemas... — refunfuñó—. ¿Tenéis idea del escándalo que estáis montando? ¡Se oye desde todas partes! Tengo la cabeza que me estalla.

En ese momento la puerta volvió a batirse, entreabriéndose otra vez, y las runas desaparecieron de golpe. Aquello la hizo soltar un jadeo medio sobresaltado medio sorprendido, como si no se esperase que fuera a necesitar las dos manos pero el caso es que estiró la segunda rápidamente.

—¡¿A qué estáis esperando? ¿No necesitábais sólo unos segundos?!—protesto—. ¡Dejad de mirar como idiotas y terminad con esto de una vez! ¡Así cuando os marchéis podré tener un poco de paz!

Astucia no se lo pensó dos veces y sacando energías de la pura fuerza de voluntd (suya y vuestra, literalmente) empujó una vez más sobre la puerta.

«KLUNK»

Las runas volvieron a aparecer a lo largo del marco.

—¡¡AHORA!!—rugió con la voz medio sofocada—. ¡EL BASTÓN! ¡COGED EL BASTÓN Y CLAVADLO EN MEDIO! ¡¡CERRAD EL SELLO!!

Por las dudas, Glandivalis quedó tirado por el suelo a varios metros de la puerta. Puede cogerlo cualquiera de los dos, o entre los dos si queréis.