Partida Rol por web

Al llegar a la habitación encontrasteis a la bonita hija mayor sentada en una de las camas y a Kesla sentada en un taburete ayudando a Hannan a beber un poco de agua, que estaba semi incorporada en la cama.

Hannan al ver a Lanaya reaccionó de inmediato, los ojos se le llenaron de lágrimas y trató de levantarse, pero Kesla se lo impidió. – ¡Hermana! ¿viniste a buscarme? – sonrió ampliamente mientras trataba de secarse las lágrimas con la manga, tras saludar a su hermana recorrió la sala con la mirada deteniéndola levemente en cada uno de vosotros – Vosotros fuisteis quien me salvasteis, ¿verdad? Finella me lo ha contado. – dijo señalando con la mano a la chica que se encontraba sentada en la cama. – Muchas gracias a todos.

Bajó la mirada a sus pies y continuó – Hermana… Nuestro campamento fue arrasado - Levantó la vista y la voz. - ¡Pero los nuestros aún viven! Están capturados en unas antiguas ruinas, mamá esta con ellos. – Volvió a fijar su atención en el resto y asintió levemente sin que nadie llegara a decirle nada. – Puedo ver que todos tenéis preguntas, a ver, intentaré explicarlo lo mejor que pueda. – Tomó el platito de sopa que le tendía Kesla y comenzó su historia entre sorbos.

- Nuestra caravana visitó la aldea hará como un mes, durante el festival de la vendimia – Tarl, cruzado de brazos asintió a sus palabras. – Por aquel entonces nos dieron la bienvenida, pero la fiesta no transcurrió sin incidentes, algunos aldeanos bebieron más de la cuenta y se produjeron ciertos altercados con los elfos más jóvenes. Se cruzaron insultos y Harralan, uno de nuestros cazadores atacó a un tipo fornido, creo que un herrero.

Tarl no pudo evitar interrumpirla. – Coalan, ese hombre es un tipo… complicado. Lo recuerdo, tuve que separarlos, pero aquello no fue a más, no fue más que una pelea entre borrachos y cada uno abandonó la fiesta por su lado. No le di mayor importancia.

- Hannan suspiró y continuó. – Por desgracia para nosotros no fue tan sencillo, en el pueblo culpaban a Harralan de atacarle al herrero y ya no nos sentíamos bienvenidos, así que levantamos el campamento tan pronto como acabaron las celebraciones y volvimos al bosque.
Harralan estaba furioso por el modo en que nos habían tratado, así que nuestros ancianos le encomendaron que reconociera el terreno cuando nos adentramos en el bosque de Brecilia, con ello pretendían darle tiempo para reflexionar. Él fue el primero en desaparecer, una noche, sencillamente no regresó.
Luego pasó lo mismo con otros exploradores y cazadores, y también con todos aquellos que enviamos en su busca. Los ancianos decidieron que volviéramos al pueblo para pedir ayuda, pero para entonces ya era demasiado tarde. Antes de que llegáramos al límite del bosque atacaron nuestro campamento, eran engendros tenebrosos, surgieron de entre los árboles en plena noche. Se llevaron a los míos, los que opusieron resistencia fueron asesinados.
- Detuvo su historia en un leve sollozo, pero se obligó a continuar mientras volvía a secarse las lágrimas. – A mí me capturaron junto a los demás y nos llevaron a unas antiguas runas situadas en un valle del corazón del bosque, lejos de senderos transitados. El jefe de los engendros tenebrosos es una criatura terrble, una abominación. Se hace llamar Mythallen, que en nuestra lengua significa “Hijo de la justicia”. – Dio un sorbo a su sopa y continuó. – Me llevaron ante él y luego a sus aposentos, pero conseguí escapar.
Los engendros tenebrosos me persiguieron con una jauría de bestias aullantes. Estaba herida, pero logré evitarlos ocultándome entre los arboles durante más de un día, sin apenas detenerme a descansar. Me topé con la granja donde me encontrasteis y atiné a esconderme en el granero… - Ocultó la cara entre sus manos. – Recuerdo unos gritos espantosos y luego se hizo el silencio hasta que llegasteis vosotros.

Haran sirvió las cervezas, básicamente era lo único que le importaba al elfo junto a que la maga estuviese viva, pero Daarken sabía disfrutar de esos momentos, sabía muy bien que ahora podía estar disfrutando de una cerveza y en unas horas yacer muerto en cualquier lugar, aunque en este pueblo no pareciese que fuera a suceder eso, el elfo hablaba con un tono alegre y de camaradería incluso con Haran, alguien a quien a duras penas conocía.

-A decir verdad me encuentro bastante mejor, es como si se hubieran cumplido todas mis expectativas al ausentarme, sin duda este pueblo me esta sentando muy pero que muy bien y me atrevería a decir que a tí tampoco te ha sentado nada mal nuestra visita ¿Verdad?, ya que el circulo se va a dejar un buen pellizco solamente en cerveza entre Jareth y yo, y quitando el pequeño detalle de que casi desaparece tu posada, ¿Es buen negocio, no? jajajajaja.

"Joder, vaya historia".

- Joder.- Alcanzo a decir.- ¿Me estás diciendo que hay engendros tenebrosos por aquí cerca? ¿Y que los lidera una abominación? Oh, Hacedor. Esto está muy por encima de mí.

No sé muy bien como reaccionar. Esto es completamente nuevo. ¿Bandidos? Ningún problema. ¿Rebeldes? Pan comido. ¿Soldados? Nada nuevo. ¿Pero esto? Esto se me escapa. Pienso en Daarken. Seguro que a él le da lo mismo, porque el peligro le pone. Miro a Vivial. Claro, para ella esto tiene que ser... bueno, no normal, pero sí estará preparada para algo así, ¿no? ¿No es eso lo que hacen los magos? "Claro, idiota. Este es su mundo. Criaturas sobrenaturales y movidas chungas. ¿De verdad pensabas que os entendíais? Ni de broma, paleto". Me recuesto sobre la pared, y ahora observo al resto. Narelle me parece impredecible, pero puedo poner una mano en el fuego a que Lanaya va a decir que ella va a ir al bosque y a las ruinas a rescatar a su madre. Y mira, no me cae especialmente bien, pero Lanaya tiene un buen par, y eso hay que reconocerlo. En última instancia, claro, mi labor es proteger a Vivial. Y Vivial fijo que dice algo parecido a "los engendros están muy cerca del pueblo, hay que hacer algo con la abominación, cosas arcanas". No puedo negarme, ya me han pagado. Tendré que seguirla. Me guste o no.

Ojalá pudiera decirle a Hannan que todo va a salir bien. Que estamos con ella, que la vamos a ayudar. Pero esas cosas no se me dan bien, así que me quedo con los brazos cruzados y la mirada clavada en mi jefa. "Vivial, tú mueves ficha ahora."

Miré de soslayo -y desde mi gran altura- al elfo, arqueando una ceja -Al menos éste no parece tener una frengona metida en el culo como los otros- pensé, dada la mala leche de sus compañeros de viaje, a excepción de la maga de dulce rostro.

-Siempre que no sea licor Chasind- dije -. Pues si lo bebes acompañado, ten por seguro que despertarás con dolor de cabeza, desnudo, sin pertenencias y probablemente abrazado a un carnero...- sonreí y cogí la jarra que me sirvió el posadero. Di un trago largo después de brindar y me limpié el hilillo de cerveza de la comisura de los labios con el antebrazo.

Ambos varones empezaron a hablar y yo seguí bebiendo. Estaba sedienta. Eso sí, fruncí el ceño ante lo que dijo Haran -¿Casi queman la posada? ¿Qué loco se atrevería a dejar al pueblo sin bebida?

¿Engendros tenebrosos? Esa panda de criaturas eran descritas como tipos asquerosos. Eso explicaba su mal gusto en la granja. Dentro de poco empezaría otra ruina, era el siguiente comentario que me esperaba. Lo que no me hacía ninguna gracia era la abominación. Eran bichos horrendos ... y aunque formidables, al mismo tiempo eran débiles de voluntad. Un buen mago no debería de dejarse poseer.

¿Te trae recuerdos? Me los trae, pero yo gane la partida. Bueno, si tu lo dices ...

La cara de Jareth era música para mis oidos- Vaya, unas pocas alimañas. Estoy segura de que podrás tu con todas, Jareth. Mientras Daarken y yo nos daremos un picnic observándolo. Tanto te quejabas antes...

¿No le tenía miedo a la muerte? Si, pero reírse en su cara era lo más interesante. Dicen que los valientes son aquellos que tienen miedo y se sobreponen. Y los estúpidos muchas veces entraban en la misma categoría, no sabía yo si lo era.

- Hablando en serio, una panda de monstruos repugnantes. Genial. En fin, necesitamos saber que buscan y cuantos son.

Abominación.

Escuchó la experiencia vivida por Hannah con la espalda pegada a la pared, junto a la puerta, notando que apretaba las manos en torno al báculo a medida que iba avanzando el relato por todo lo que había detrás.

Venía con la idea de que era un maleficarum, alguien que había decidido por su propio peso separarse tanto del Círculo como del lado de la Capilla para seguir un camino lleno de sangre y magia, sin importar a quién pisoteara por delante. Sin embargo una abominación era completamente distinto.

Eran una amenaza constante cada vez que viajaban al velo, demonios que acechaban tu cuerpo y mente para dominarlo sin tu consentimiento. Hasta el mago más poderoso podía caer bajo su influjo, y llegar a esta situación aunque no quisiera reconocerlo le daba verdadero miedo.

Sintió la mirada de Jareth clavada, una presión añadida que no correspondió al estar debatiendo si encargarse ella o recurrir al Primer Encantador, avisando del problema para ganar más compañeros en la lucha a cambio de perder el precioso tiempo que podría hacer que movieran las suficientes fichas como para que el pueblo quedara echo cenizas.

Miró a Narelle, la única que podía saber cómo se sentía y con la que tenía cierta conexión sin saber cómo, sacándole una discreta sonrisa cuando mencionó el tema del picnic al imaginárselo.

- Narelle tiene razón, necesitamos saber qué quieren antes de hacer nada.- Recordó la escena de la granja y el nombre escrito en la pared con sangre, preguntándose si la visibilidad era una de ellas.

 -Siempre que no sea licor Chasind- dije -. Pues si lo bebes acompañado, ten por seguro que despertarás con dolor de cabeza, desnudo, sin pertenencias y probablemente abrazado a un carnero...

 - ¡Por Andraste! - negó con la cabeza en un falso gesto de indignación. - Ahora se que jamás deberé probar ese licor, no habrán muchos beodos en tus tierras, por su bien. - Comenzó a reírse. - ¡O los carneros estarán muy solicitados!

 y quitando el pequeño detalle de que casi desaparece tu posada, ¿Es buen negocio, no? jajajajaja.

Haran también rió animado - ¡Pequeño dice! Hombre, sabía que podíais traer problemas, pero no dejo pasar un buen negocio cuando pasa ante mis ojos, aunque sea arriesgado. - Se tocó la nariz con el indice, demostrando su buen olfato.
Ante la duda de Dara, Haran negó con su amable sonrisa presente. - El pueblo enfurecido... si no llegan a salir hubieran entrado a la fuerza. - Rió por lo bajo y continuó. - Si hubieran pensado que podían quedarse sin cerveza o sin vino... sobre todo Coalan, le gusta mucho el alpitraque.

Haran apoyo los codos sobre la barra y se acercó a vosotros bajando mucho mas el tono. - Veréis, el maestro Tarl no lo ha comentado, porque cree que no tiene importancia y no hace más que tirar la leña al fuego. - Os miro a ambos a los ojos, asegurándose que tenía vuestra atención. - De hecho siempre hemos tenido buena relación con los dalishanos, ellos venían en nuestras fiestas y bajaban de vez en cuando a comerciar, nos traían frutos silvestres, hierbas medicinales o distintos animales cazaban en el bosque a cambio de nuestros productos, en especial el grano y el vino. Sin embargo, unos cuantos en el pueblo creían que relacionarnos con los dalishanos traería problemas a la larga.

Negó lentamente con la cabeza emitiendo un suspiro y continuó. - Hace apenas un mes fueron las fiestas de la vendimia y como todos los años invitamos a los dalishanos que acudieron de buena gana. Pero aquellas rencillas más el alcohol hizo que estallara una pelea. Coalan provocó a un cazador dalishano por solo Hacedor sabrá qué estupidez y éste directamente le acertó un buen derechazo. - Rió para sí y remarcó. - Esa parte no estuvo mal, pero aquello levantó los ánimos de los presentes y comenzaron todos a pelearse. Tarl Dale consiguió calmar los humos y todos los que se habían visto envueltos en la pelea se retiraron a sus respectivas casas.

Tomó una pausa para darle un buen trago a su jarra y continuó. - Aquella misma noche los dalishanos recogieron el campamento, se largaron y no volvimos a saber nada de ellos. - Bajó la mirada a la mesa y jugueteó con el rastro de agua que había dejado su jarra. - Poco después comenzaron los ataques, Tarl Dale está convencido en que no tiene nada que ver. Por eso todos culpan a los elfos, creen que son ellos los que nos atacan, en venganza.

- Pero esa elfa herida... - Inclinó la cabeza pensativo. - Puede que ellos también hayan sufrido los ataques o incluso que su campamento haya caído por culpa de lo que sea que nos ataca. - Suspiró y terminó de extender el rastro del agua sobre la madera de la barra con toda la palma. - y nuestra estupidez sea la que los llevó al interior del bosque, a una muerte asegurada.
 

Abrazo a mi hermana sin dudarlo cuando la veo despierta y escucho con preocupación su estremecedor relato. Todo su clan muerto y una abominación en el bosque... es simplemente terrible.

Han aniquilado a un clan elfo... no entiendo para que saber que buscan solo hace falta encontrarlas y eliminarlos. Miro a la maga del circulo si para algo sirven es para eso asi que le pregunto ¿No puedes solicitar ayuda de los templarios? ¿se supone que se dedican a esas cosas no..?

Apreto con fuerza la mano de mi hermana para confortarla.

Nos haremos cargo de todo, si siguen con vida los encontraremos y los salvaremos... si siguen con vida repito para mi ya que se que es poco probable.

Negó lentamente con la cabeza al escucharos. - No son muchos, tal vez una veintena, pero es la abominación. Pude verlo, era ella la que convertía a los elfos en sus siervos. Por eso quería capturarnos y no matarnos, quiere hacer un ejercito a su servicio. - Volvió a hacer ademán de levantarse, con una expresión de dolor. - Hay que ir cuanto antes, si queréis venir, yo os guiaré. - Kesla que hasta ahora estaba asombrosamente callada se lo volvió a impedir con cuidado. – No, muchacha, tú debes descansar.

- Si tenéis un mapa podría marcaros la situación del campamento y de las ruinas, pero... – Agarró el brazo de Lanaya y le miró con súplica. – Quiero acompañaros, no puedo quedarme de brazos cruzados.

Se acercó a Hannan y sacó un mapa del Bosque de Brecilia y un pequeño carboncillo de entre sus pertenencias - ¿Te sirve? - La elfa asintió animada y comenzó a trazar la ruta. - Si lo que dice es verdad - Dijo con ciertas reservas - no hay tiempo que perder. - Se cruzó de brazos pensativo. - Ir al campamento o a lo que quede de él puede ser una pista importante. ¿Podríais encargaros vosotros? Le diré a Dara que os acompañe es una buena guerrera.

Comenzó a recorrer la habitación entre todos vosotros. – Yo me encargaré de avisar a los aldeanos para que abandonen las granjas del exterior y así poder atrincherarnos en el centro del pueblo, para protegernos de los posibles ataques. Conociendo el peligro, también mandaré mensajes a todas las autoridades para que nos traigan refuerzos.

Resopló con cierto agotamiento y se dirigió hacia la puerta de la habitación. - Creo que si queréis entrar en el bosque lo mejor es que esperéis a salir en el amanecer, por la noche el bosque no es seguro y al parecer es cuando más activos están los engendros tenebrosos. – Negó y esbozo una forzada medio sonrisa. – Tampoco quiero enviaros a una muerte segura.
- Kesla, ¿podrías prepararles provisiones suficientes? – La mujer asintió, y también se dirigió a la entrada. - ¿Qué me decís? ¿Aceptáis el trabajo de ayudar a nuestro pueblo?

Escuché a Haran mientras degustaba mi cervveza. La verdad es que era demasiado suave para lo que yo acostumbraba, pero refrescaba el gaznate. Varias veces fruncí el ceño ante su relato.

-Muchos pueblos son superticiosos- dije, seria -. Dalishanos, chasind, avvaritas... no distan mucho de vuestras aldeas cuando se trata de maldiciones o temores a lo que no conocemos. Nada más fácil que culpar al diferente- sonreí con pesar -. Algo que me es bastante familiar...

Apuré mi bebida y acerqué la jarra a Haran, empujándola con el dorso de la mano mientras cruzaba los brazos sobre la barra.

-¿Quién es ese Coala, Caolan... como se llame?- pregunté -Mi trabajo es partir cráneos, no investigar, pero ya lo has mencionado varias veces y parece estar metido en el ajo.

Las palabras de Haran hacían que todo encajase en la cabeza del elfo como un rompecabezas, gracias a eso sabía por donde deberían empezar a buscar, el gesto de su cara se torno bastante serio, lo cual era muy inusual en el, pero a veces los contratos lo requerían.

-¿Nadie de los vuestros, ni si quiera Tarl Dale, se ha adentrado en el bosque para ojear si hay algún asentamiento de alborotadores dalishanos cerca o si se trata de alguna criatura? Interesante, simplemente lo pregunto por que lo que nos encontramos al llegar a esa granja no parecía obra de ningún elfo y mucho menos de Coalan, a ese necio encabezaturbas no le veo urdiendo un plan que no sea como dar el siguiente martillazo.

Al parecer, si en vez de haberse quedado dormido en el trayecto al pueblo hubiera hablado con Haran, todo se habría resuelto de una manera mas sencilla.

-Vaya inutiles tengo por compañeros, de Jareth me lo esperaba...y me lo esperaré, pero hacía a la maga un poco más avispada, robando y bebiendo ya tengo un hilo del que tirar mientras que ellos a lo mejor no tienen ni idea de esto, al menos ya me he ganado mi sueldo.

Verlo pensar era un show, gesticulaba como si hablara en voz alto con alguien aunque nadie lo escuchara, muchos podrían pensar que estaba loco, aunque eso es algo que a veces le beneficiaba, así que bebiéndose la jarra de un trago por un trabajo bien hecho, la apoyó sobre la madera y se dirigió directamente hacía la puerta sin mediar palabra con Dara o Haran, la abrió y se sentó ahí en medio sin mas a jugar con una de sus dagas.
 

Dinero por ayudar ... que bien me vendrían unas ropas nuevas, y no sé, algo más que pan mugriento que fuese a mi boca. Sin embargo me limito a asentir con la cabeza. Si me pongo a negociar precios, se pondrá a cuestionar mi valía, y no puedo ir diciéndole que soy una apóstata, pensarán que la malvada soy yo y me echarán a los perros o algo peor. La última vez ya fue lo suficientemente indignante. Ya me encargaría de que mis compañeros me pagasen en último caso ... o sino a alguno le iban a faltar un par de dedos cuando terminase todo esto.... y otras partes.

Con pena negó lentamente a las preguntas de Lanaya, las mismas que había resuelto ella mentalmente.

- Hay demasiado camino hacia el Círculo, días de travesía más un posible debate para solicitar las fuerzas necesarias. Posiblemente antes de llegar la abominación haya terminado su cometido y será demasiado tarde.- Suspiró asimilando que tendrían que luchar contra la abominación aunque no se sintiera mentalmente preparada, seguía siendo una prueba que le ponían antes de volver a casa y, posiblemente, tendría los reconocimientos necesarios para ser el orgullo de su familia. No se destruye una todos los días.- Os ayudaré, es mi deber como maga.- Sonrió a Hannah antes de acercarse al mercenario, Jareth, mientras el resto discutía del plan para hablar con él en susurros.- Su trabajo era traerme con vida y así se ha cumplido. No está obligado a luchar.

Chasqueo la lengua con fastidio, para una única cosa que sirven y no están aquí cuando se les necesita...

Yo ire, y lo que dice es verdad sin ninguna duda así que más os vale estar preparados por si fracasamos... Digo ya que se que es una tarea bastante complicada para el heterogeneo grupo que somos.

Tarl asintió satisfecho a vuestras respuestas - Muy bien, avisaré a Dara y me pondré manos a la obra. Espero que se lo comuniquéis vosotros al elfo. 

Sin entretenerse más salió de la habitación y bajó por las escaleras, tanto Kesla como su hija también se apresuraron en salir. Os quedasteis a solas con Hannan, que se volvió a tumbar por completo en la cama, dolorida.

Tarl bajó apresuradamente por las escaleras, acompañado de Kesla y una de sus hijas, ellas entraron en la cocina sin mediar palabra pero Tarl se acercó a Dara. - Dara, la elfa ha desvelado lo que esta ocurriendo y tengo que pedirte algo. - Tomo aire con calma tratando de recordar todo lo que había escuchado unos minutos antes. - Los causantes de los ataques son engendros tenebrosos liderados por una abominación. Ya han arrasado el campamento de los Dalishanos y los han capturado. - Negó lentamente con la cabeza, se le notaba en la expresión que hasta a él mismo le costaba creer sus propias palabras. - De algún modo están preparando un ejercito para atacarnos y no tenemos defensa posible. Yo me encargaré de que los aldeanos abandonen las granjas y trataremos de atrincherarnos en la misma plaza. Pero tu cometido irá por otro lado, Hannan ha dicho que ahora mismo son apenas una veintena y que los elfos siguen con vida en unas ruinas, ¿acompañarías al resto de chicos para tratar de rescatar a los elfos? Los aldeanos no saben pelear, pero con la ayuda de los elfos y bien atrincherados creo que podríamos resistir.

Asiento con la cabeza a las palabras de Vivial, pero no respondo. Estoy pensando. Y pensar cuesta más que, por ejemplo, beber, porque cuando uno piensa necesita crear en su cabeza posibles escenarios, y esos posibles escenarios están basados en lo que uno ha vivido (o le han contado) y yo todo lo que he vivido ha sido una mierda y no quiero pensar en ello. Pero Vivial ha dicho que ya hemos cumplido. Así que, en teoría, podríamos darnos la vuelta y largarnos con nuestras bien ganadas monedas. "Pues ya está, Jareth. Has hecho para lo que te contrataron. Tu trabajo era traerla hasta aquí, no pegarte con engendros tenebrosos (eso es cosa de los Guardias Grises) ni con abominaciones (eso es cosa de templarios). Coge el dinero y vete. ¿Qué importa que el pueblo arda hasta los cimientos, como cuando los piratas masacraron aquella villa cuando te contrataron de guardacostas? ¿O qué importancia tienen un par de decenas de elfos muertos? Total, ¿no fuiste tú uno de los que quemó todo un campamento dalishano? ¿Y los niños de Vintiver? Has visto a tantos niños empalados que unos cuantos más no son nada, ¿no? ¿No?".

- Y una mierda.- Musito. Miro a Vivial.- Daarken y yo tenemos que hablar.

Bajo, buscando a Daarken. Estoy muy serio.

Creyó que sus palabras habían molestado a Jareth y, preocupada, vio marchar al mercenario sin saber muy bien si debía ir tras suya para pedirle disculpas. Suspiró mientras se echaba a un lado para dejar paso a Tarl Dale y se acercaba a Hannan cuando vio que volvía a tumbarse con expresión de dolor, comprobando si había algo que pudiera hacer.

- Estaré en la habitación de al lado.- Aunque sabía que estaba sanada, quiso comprobar la zona donde la habían herido y ver si quedaba cicatriz.- Cualquier cosa que requiera estaré ahí. Intenta descansar.- Sonrió antes de despedirse de las hermanas y poner rumbo a su dormitorio, queriendo descansar y asimilar los sucesos del día.

Por su forma de hablar y sus gestos, pareciera que el elfo llevara más tiempo que yo en aquel pueblo. Claro que mi falta de interés por relacionarme, las patrullas con Tarl Dale y la poca disposición de la gente a tratar con "bárbaros", no ayudaba.

Lo observé con detenimiento al ver cómo cambiaba su semblante antes de decirle aquello a Haran. Fruncí el ceño, extrañada, al ver cómo gesticulaba. Y se le fue la pinza..., pensé. Mas al verlo de pronto encenrrándose en sí, y cómo se sentaba en el escalón de la puerta de la posada, miré a Haran y le pedí dos pintas más con un gesto de la mano. Esta vez, insistí en pagar yo misma.

Me acerqué a Daarken en silencio y le ofrecí uno de los picheles -¿Cómo acabaste aquí?- pregunté, apoyándome en el marco de la puerta, aunque poco faltaba para que mi cabeza golpeara el dintel. Bebí un trago de cerveza mientras miraba hacia el exterior.

Al momento, giré la cabeza al escuchar pasos bajar las escaleras. Vi a las chiquillas y a Tarl Dale, quien se me acercó. Me volví ligeramente hacia él, sosteniendo su mirada mientras hablaba y yo bebía de mi pichel. Cuando terminó, me limpié la boca con el antebrazo.

-Engendros tenebrosos... mal asunto- dije, seria -. No son moco de pavo y su contagio es casi siempre mortal. Sin embargo, cuenta conmigo- sonreí con picardía -. Ya se me estaban entumeciendo los brazos.