Partida Rol por web

El hermano de majere, entro dentro de la posada, mostrando con orgullo el simbolo de la mantis, el cual colgaba de su fuerte cuello.

Haciendo muestra de su disciplina y rectitud monacal, hizo una señal juntando las palmas de las manos, a modo de plegaria.

Bienhallados, Buenas gentes! Que Majere bendiga este magnifico lugar.

Acercandose a la barra, pidio al tabernero, una bebida local. Una jarra como esa, bastará. Señalando una bebida parecida a la hidromiel.

Dando un sorbo, prosiguio: Mi nombre es kartag, y  mis compañeros y yo estariamos interesados en hablar con el alcaide de esta villa, pues venimos como enviados de la ciudad de Solace.

Mi compañero, señalando a Leviathan, os explicará los pormenores. Dandole la palabra al solamnico.

Baigron entro a la posada con indiferencia, solamente estaba ahí para asegurarse de que las cosas transcurrían con diplomacia y no se llegaba a las espadas antes de poder sacar en claro de que iba todo esto.

Y dicho sea de paso, un  trago de cerveza y algo de comida solida tampoco le vendrían mal, su raza era frugal en extremo pero incluso con esas, seguían necesitando alimentación y ya era hora de poder comer algo solido y consistente, desde que abandono la oscuridad todo habían sido penurias.

Apoyándose contra la barra, dejo que los mas...parlanchines del grupo tomaran la iniciativa.

Se quedo con Tarben, prefería estar lejos de la gente, aun con su aspecto cambiado, no se sentía del todo cómoda. Miro a los goblin y acercándose a ellos les dijo -Siento mucho vuestra perdida- luego miro a Taben -Deberíamos traerles algo de comer y agua-

La vetusta puerta de madera cruje ante el empuje del enorme solámnico, dando paso a una sala comun amplia, de techos altos, y aspecto antiguo, aunque recogida y presentable. Una chimenea monopoliza la pared de la derecha, mientras la de enfrente vuestra presenta una barra con forma de "L" con acabados en madera en forma de arcos de mediopunto, tras la que hay una puerta a las cocinas, y una puerta, suponeis que de entrada a las habitaciones, que permanece cerrada. En la parte libre de esa pared de enfrente hay varias cabezas de jabalí disecadas, ejemplares de enormes colmillos, y aspecto feroz, incluso en la muerte. En la pared a vuestra izquierda hay un viejo tapiz, que ocupa casi toda la extension de la pared. Sus viejos colores muestran un paisaje cubierto de nieve virgen, en el que se vislumbra una serpeante marca de huellas de algun animal, pudiera ser un perro (quizá herencia del anterior dueño del local, tal cual reza el nombre en vuestro mapa, "Huella en la Nieve".

Varias mesas rectangulares se reparten ordenadamente por la sala, a izquierda y derecha del camino central desde la puerta a la barra. Pocas mesas están ocupadas, y, enseguida que entrais, incluso antes de empezar a hablar, todas las conversaciones mueren, y todos los ojos, abiertos como platos, se giran hacia vosotros. Los de:

- un hombre regordete, aunque alto, con pelo solo ambas sienes y en la coronilla, probablemente el posadero, que se seca las manos, detras de la barra.

- a la izquierda, cerca del enorme hogar, mantenido en ascuas, un grupo de 6 personas, 5 de ellos, de diversas alturas y condicion corporal, con armadura de cuero endurecido, y un blasón formado por estrellas blancas alrededor de una medialuna con los bordes hacia abajo, sobre fondo de azul oscuro, tanto en su pecho, como bordado en blanco sobre el hombro izquierdo. La sexta, la única que no se ha girado a miraros, un anciano de unos 60 años, embutido en una coraza con el mismo blason, pero grabado con mas esmero, y un broche con forma de media luna agarrado su capa, de un negro brillante, con gracia, por encima de su hombro izquierdo toma su desayuno con parsimonia y educacion.

Las armas de los guardias se alinean a la izquierda del hogar: 5 lanzas de mango largo, y otras tantas espadas cortas y escudos medianos de madera. Desde vuestra posición no podeis ver si el anciano porta armas, pues está de frente a la puerta, con la mesa y los guardias delante.

- a la derecha, 2 grupos de 3 y 2 hombres de aspecto de campesinos, agarran sus barros, con mirada expectante.

Cuando Leviathan emite su grave "Hola", tras lo que Kartag se presenta y expone el motivo de vuestra visita, el posadero, aun serio y sorprendido, gira su cabeza hacia el grupo de hombres de armas durante un par de segundos, en el que nadie de allí dice nada, si no que miran al anciano. El posadero levanta ambas manos, y emite una sonrisa nerviosa, diciendo:

- Bienhalladas sean vuesas mercedes!! Bienvenidos a la Fonda del Jabalí, y a Delembert!! Largo tiempo hacia que no teniamos visitas, pero estos ultimos dias parece que el resto del mundo se acordado de nosotros!!, tras lo que vuelve a echar miradas hacia el grupo de guardias.

Enseguida coge un barro, y lo llena, de una espita, de un cremoso hidromiel, que acerca a Kartag con cuidado, manteniéndose lejos del draconiano.

- _{Que cojones es eso...???}, escuchais susurrar en un tono demasiado alto de un guardia joven, picado de viruela, que se levanta en su silla. El resto, tras mirar al anciano, le siguen, poniendose en pie, mientras todos miran sus armas, a 3 metros de distancia.

Por su parte, el anciano continua con su desayuno, como ajeno a vuestra entrada...

- Claro.

Rebuscó entre los víveres que estaban en el carro.

- Esperemos a saber que la situación se normaliza, después ya les conseguiremos comida caliente y agua algo más fresca.

Luego le ofreció las viandas a los prisioneros.

...

....

......

- Gra....bueno...no hacía falta que aguardases fuera, debes tener muchas ganas de comida caliente...

dijo llenando el silencio.

Se sentó en al carromato, infantilmente dejando las piernas colgar y balanceándolas -Yo.... estoy más cómoda contigo- lo miro -me salvaste la vida.... y fuiste él único que no me miro.... que me miro bien- parecía que realmente le afectaba que la mirasen mal o con miedo -aunque mi aspecto ahora sea más... agradable a la vista- no estaba contenta con su disfraz, no le gustaba disfrazarse de lo que no era, estaba orgullosa de lo que era y le daba mucha lastima que Tarben así la mirase mejor, quizás era de las pocas veces que no bromeaba.  

Mientras charlais tranquilamente, tras alimentar a los Goblins, os dais cuenta de que, a cierta distancia, se empieza a acumular gente, con miradas hacia vosotros y vuestro carro: al principio, solo veis a niños, pero despues, aquí y allá, empiezan a juntarse adultos, que cuchichean, sin dejar de miraros con esa extraña mirada...

Miro a la gente que se amontonaba, se ponía cada vez mas nerviosa, su disfraz era perfecto ¿que narices pasaba?

El picado de viruela, cuya barba no consigue ocultar las marcas de su mal, se acerca hacia Kartag, que ha llegado hacia la barra, seguido por dos de sus compañeros, mas pequeños y menos fornidos que él, y le espeta, a escasos 5' de él, con un tono de voz cargado de desprecio:

- Y qué quieres tratar con el Alcalde, Cosa?? Solace?? Ni me suena, pero no te creas que venir enviado por "Solace" te va a evitar acabar en el calabozo..., me oyes??

Despues, mirándole a sus reptilianos ojos, alarga un brazo, con idea de coger el barro de hidromiel del Kapak, coreado por la risita de sus dos compañeros.

Los otros 2, sin hacer mucho ruido, se acercan a sus armas, y empiezan a colocarse los cinturones con las espadas cortas a la cintura, recogiendo también los 3 de los que se han adelantado hacia Kartag.

El anciano, con parsimonia, coge la copa de metal, y da un largo trago al liquido que contiene, sin dejar de mirar el contenido de su plato...

-Me atribuyes demasiado, no debes pensar que....

No intentaba que fuese una falsa modestia, es más, se estaba sincerando cuando se dió cuenta de lo inoportuno de todas las miradas.

_{- Esperame.}

Dijo en voz baja antes de girarse y dirigirse a uno de los que estaba allí chuchicheando.

- Perdonenme señores, me llamo Tarben UthCrownguard, mis compañeros y yo estamos de paso mientras transportamos a unos criminales (señala a los trasgos) Necesitaría hablar con las autoridades locales.
 

 Me acerque, tratando de calmar las cosas. Como odiaba tener razón, ya les dije que pasaría esto, pero me hicieron caso?. No, nunca hacen caso al mago, no...

 - Por favor, no juzguen a mis amigos por su apariencia, les aseguro que somos gentes de bien. ¿No podemos ser todos amigos?. Nuestras intenciones no son hostiles, se lo aseguro. - Le pedí, de manera diplomática, tratando de evitar una confrotanción o que nos detuvieran.

Tomo la palabra después del hechicero. Levanto los brazos para que las miradas se dirigan a mí y que ese guardia deje, de momento, tranquilo al compañero.

- Culpa nuestra, teniamos que haber ido directamente al ayuntamiento, pero después de un viaje tan largo, pensamos tomar un descanso, y quitarnos el polvo del camino- mientras hablo suelto mi espadón de la vaina y al contrario que ellos, lo dejo apoyado en su funda contra la pared, en el lugar donde parecen que van las armas, haciendo un movimiento de cabeza, para que los demás las dejen ahí- ya que insisten, entre uno de los temas que venimos a tratar entre varios, es una prima a su sueldo por su denodado esfuerzo en proteger esta villa sin ayuda exterior- me pongo una mano en el pecho- hablo en nombre de los caballeros de Solamnia cuando os digo. Buen trabajo- me acerco a la barra y saco un abultado saco de monedas- invitamos a comer y a beber a todo el que esté aquí ahora mismo. Vamos, compartamos una copa por lo que tiene que ser un feliz encuentro.

Como caballero escudero que soy, no estoy mintiendo y destinaré una suma a los soldados y guardias de la ciudad. No sólo se lo merecen si no que tenerlos de nuestra parte nos interesa sobremanera.

Cuando Leviathan menciona a los caballeros de Solamnia, no puedo evitar pensar:

 - La madre que lo pario, este quiere que vayamos a los calabozos de cabeza, ¿es que no sabe como era la opinión de la gente de su orden después del cataclismo hasta el comienzo de la guerra de la lanza?. Definitivamente este no tiene madera de líder, si no sabe usar la cabeza...

El minotauro entró en la posada a tiempo de ver cómo aquel guardia insultaba al draconiano. Ya había pasado por esa situación muchas veces, vaca, cornudo, y otros epitetos como ese. Siempre agachando la cabeza, siempre huyendo del conflicto. Pero esta vez era diferente, estaban insultando a un compañero. Con un bufido se acercó al draconiano.

Será mejor que apartes esa mano, carapocha, si no quieres perderla. No queremos problemas pero si nos buscas vas a encontrar algo más que las buenas palabras de mis compañeros ¿te ha quedado claro?

Si tanto ansiais mi copa, tomadla pues! Pues buenas son mis intenciones.

Nada os oculto, sólo un fiel servidor de Majere veís!

Mostrando respeto, el Kapak mantiene el tipo, esperando que el alocado e ingreido guerrero, cese en sus pretensiones y burlas.

Quizas despues de todo, el hecho de nombrar a Majere cause estupecfacción en estos pueblerinos.

Echando un par de pasos hacia atrás, ignorando las palabras de replica Kartag, el corpulento guardia se separa del Draconiano, intimidado por la ira del Minotauro, aunque trata de arreglarlo un poco diciendo:

- Tranquilo, Minotauro, no tan rápido!! Buscabamos a un hombre-lagarto como él, dice señalando a Kartag, con un balbuceo en la voz que le dalata como una mentira poco ingeniosa inventada en el momento, así que, harias bien manteniendote al margen, y dejando actuar a las fuerzas de la Ley..., acaba, tratando de adoptar una pose digna, aunque las risitas de sus dos compañeros dan fe del ridículo que el picado de viruelas está sufriendo.

De pronto, un golpe de una cubertería de loza sobre la mesa, hace que todo ruido cese, con todas las miradas girandose hacia el viejo de la coraza, que acaba de romper el plato contra la mesa. Con un movimiento pausado, levanta la vista hacia Leviathan. Unos ojos azules como el hielo se clavan en el alma del valiente guerrero, haciéndole dudar, al menos por un instante:

- Chico, tu sabes lo que es la cadena de mando??, dice, en voz baja y gélida, pero lo suficientemente alta para que se escuche en todas las esquinas del local. Si tienes una propuesta que hacer de parte de Solace, acercate aquí, cuádrate ante mi, y entrégame esa propuesta, pues soy el Comandante Militar de la Villa: Soy el Alguacil de Delembert, Lord Griwett Clay, pero tu puedes llamarme "Señor"...

Una sola mirada al picado de viruelas y a sus compañeros, es mas que suficiente para que todos, los 5, recojan sus armas, y se cuadren tras la silla del anciano, en posición de firmes. Despues, sentado en su silla, se limpia metodicamente los dedos con una servilleta de lino que va pasando por cada uno de ellos.

Ese momento de silencio es el que aprovechan los campesinos del lado izquierdo para escabullirse hacia la puerta, y salir fuera del establecimiento. Por su parte, el posadero retuerce nervioso el trapo de secar loza, y comienzan a caerle gruesos goterones de sudor por la frente, clavado en el sitio, tras la barra...

 - ¿Otro como él?. Pero si por lo que han dicho usted y algunos parroquianos aquí presentes, no habían visto a ningún miembro de la especie de mis compañeros en su vida hasta ahora. - Le recordé, con falsa seriedad, divertido por la situación, aunque molesto levemente por la mentira y por la injustas situación con la que habíamos sido tratados hasta entonces.

 Entonces habla el anciano y todos callamos, su presencia imponente me impresiona, y no soy de los que se impresiona facilmente. Premanezco en silencio mientras espero que el escudero le de el pergamino.

Mientras Tarben, de espaldas a tí, se empieza a dirigir al grupúsculo de gente que se está acumulando cerca de la entrada  al plaza, tu ves salir, escabulléndose por la puerta de la fonda, que se abre lo justo, a 5 humanos con pinta de labriegos, o algo similar.

La cara con la que salen pasa del puro susto, al suspiro de alivio al notar cerrarse tras ellos la puerta. Bordeando la posición en la que estais, con la carreta, se dirigen con paso rápido al grupo, mas nutrido, por momentos, que se está formando en la entrada a la plaza, echando miradas leves y furtivas al clerigo de Kiri-Jolith...

Cuando te giras, sobre el pescante de la carreta, puedes ver con mas nitidez las caras que te miran, arremolinadas alrededor de la entrada a la plaza. Eres bueno en leer en las caras de la gente, y no te cuesta leer sus semblantes, pues los de casi todos son similares: cara de miedo, con un brillo de esperanza en la mirada.

Lamentablemente, solo el hecho de que levantes la voz para dirigirte hacia ellos hace que algunos se separen, alejandose del corrillo. El resto se quedan mirándose los unos a los otros, a ver si alguno se anima a hablar. En ese momento, 5 hombres mas bajan desde una posicion a tu espalda (no estas seguro de si han salido de la fonda), y echandote furtivas miradas cargadas de miedo, se acercan a buen ritmo hacia el corrillo.