Partida Rol por web

El minotauro usó de nuevo aquella maravillosa arma para terminar de ahuyentar a los insectos. No terminaba de acoplarse a su enorme mano, pero no podía poner en duda su utilidad.

Cuando todo parecía resuelto Tarben tomó la palabra con intenciones de revelarles un secreto que, al parecer, compartía con Lev.

Zoak aguardó expectante sus palabras.  

El enorme escudero, tras el fracaso con la estatua, volvió sobre sus pasos junto al resto del grupo. Habría que tener un as en la manga por si se enfrentaban de nuevo contra criaturas que atacaban en enjambres o manadas o como se llamara cuando son muchas. Su Metro y medio de acero era de poca ayuda.

Iba a reprender a Kartag, pero esta vez había ido muy lejos, había recibido un daño considerable y se había desmayado en varias ocasiones, los conjuros de curaciones y la poción habían hecho que se mantuviera entre nosotros. Está claro que esa es la forma en la que este guerrero ha decidido vivir y morir...

Parece que Tarben finalmente ha decidido hablar de ESO. Yo quería tener algo tangible para mostrar, y de paso convencerme a mi mismo, pero mi amigo ha intuído que ahora es mejor momento, sopesando que los riesgos van en aumento a cada paso que damos.

Leviathan asiente a su compañero de orden, no es un gesto para dar permiso a hablar del tema, es más enérgico, mostrando su conformidad a que se explique toda la situación si así lo ha decidido.

Tarben miró a todos, uno por uno, y le agradó ver que Leviathan estaba de acuerdo con él. Estuvo ordenando sus pensamientos unos momentos, aclarando las ideas para poder exponer mejor sus ideas. Aunque al final daba igual. La verdad era lo único importante.

Bien. Puede que sea un buen momento para recapitular lo sucedido, desde que nos conocimos.
Como sabeis mi Dios Kiri-Jolith me ha estado mandando visiones sobre lo que acontecerá en el futuro. De ahí que nos uniéramos a Zorak y Anubis, pues salían en mis visiones. Al igual que vosotros tres. En especial Desdemona, que según Kiri-Jolith tiene un papel importante que realizar y no puede caer en las manos del mal. Ruego a mi señor ser capaz de cumplir la tarea y conseguir que esta mujer, con tan gran potencial, pueda alcanzar su grandioso destino.

No obstante hay más. Pues no soy el único miembro de nuestra orden que ha tenido visiones de los dioses. Aunque debíamos encontraros y en un futuro, que espero no sea muy lejano, ayudar a maese Zorak en su causa personal, no es esa nuestra misión. Pues para mantener el equilibrio en nuestro mundo hemos de encontrar una serie de piezas de Khaz. No son piezas cualesquiera, pues han sido construidas por el mismísimo padre de todos. Aunque se le conoce como el tablero de Hiddukel. Hay entes malignos buscando dichas piezas, pero nosotros hemos de encontrarlas antes que ellos.

Dejó pasar un momento para que sus compañeros comprendieran las implicaciones de todo lo que había dicho.

Y esa es la razón por la que estamos aquí. Creemos... Creo, que una de las piezas está en la torre. Si es así os mereceis saber la verdadera razón por la que entramos en tan peligroso lugar y nos jugamos la vida. Si hemos de vencer en esta empresa, y en las que están por venir, no podremos hacerlo por separado. Tenemos que estar juntos y actuar como un grupo. Apoyandonos los unos a los otros. Y eso no pasará si hay secretos entre nosotros.

Ahora es vuestra decisión el entrar ahí o no. Por mi parte voy a entrar, y seguro que no lo haré solo-dijo mirando a Leviathan-pero me gustaría contar con vuestra fuerza y vuestro poder para ello.

El clérigo acabó y volvió a mirar uno a uno a sus compañeros esperando su decisión, la última fue Desdemona. A quien más sostuvo su mirada. Pues habían pasado algún tiempo juntos últimamente y hablado mucho. Era la respuesta que con más ansia esperaba.

Por primera vez en ese tiempo, no parecía tranquila y la mirada fija de Traben no hizo más que complicarselo todo. No le gustaba ser la "clave" de todo, ser la "clave" de un plan maligno.

Finalmente suspiro y miro a Tarben, como él hacia -¿que quieres que diga? ¿que iré con vosotros? si, iré- miro a los demás -solo os pido, y ya lo he dicho con anterioridad, mi mestizaje.... tengo una parte de demonio- dijo sopesando las miradas. No pedía que confiasen en ella, llegado el momento, si ni si quiera ella misma estaba segura de ella.

En la quietud de la media tarde en el bello paraje de montaña, solo alterado por la caótica distribución de cascotes provenientes de la explosión de la Torre, el seguidor de Kiri-Jolith, Si Tarben, en connivencia con su compañero acólito Sir Leviathan, expone la verdadera razón de su viaje a la Torre de Delembert, encontrar  una de las piezas de un siniestro juego de Khas construido por el Dios Hiddukel, El Principe de las Mentiras, y conocido como el "El Juego de Khas de M'Fistos", un juego de ajedrez que, según la leyenda, usaron los propios Dioses durante la formación del Mundo. Una tarea que, a buen seguro, parece colosal.

Mientras desgrana la información nada altera la quietud de la zona, salvo las bandadas de cuervos, que continuan graznando, mientras se enfrentan por las distintas posiciones en las ramas del olmo que ocupan.

Baigron no pudo evitarlo.
Empezó a sisear rápida y pesadamente, haciendo lo que en su raza seria el equivalente de una carcajada mezclada con todos los juramentos en draconiano que el apesadumbrado draconiano conocía e incluso algunos que suponían que eran juramentos, oídos de todos esclavos en la Infraoscuridad.

Dioses, siempre lo mismo se seco una lagrimilla del ojo por el ataque de risa mezclado con rabia que le había dado vaya donde vaya, haga lo que haga, siempre acabo metido hasta las escamas en medio de sus tejemanejes...malditos sean todos y maldito sea yo por albergar esperanza.

Os acompañare dijo Baigron posando una garra sobre el hombre de Desdemona un momento para darla apoyo ante la revelación de que es otra pieza mas de un puzzle muy complicado, la semi-demonio había luchado con Baigron en la oscuridad, era todo lo que necesitaba saber de ella.

Mirando la torre con desconfianza, pregunté a mis compañeros:

- ¿Y ahora que hacemos?. Kartag necesita recuperarse y los lanzadores de conjuros necesitaremos reponer los conjuros que hemos lanzado. No olvidemos a quien nos enfrentaremos y la clase de protección que tendrá, así que lo mejor será que nos preparemos bien para ello...

A Tarben le alegró que Desdemona aceptara seguir con ellos. En verdad tenía sentimientos enfrentados con ella, pero le había cogido afecto en este tiempo. El que el draconiano Baaz aceptara también era un extra desde luego. El clérigo esperaba la respuesta de Kartag cuando el mago habló. No dejaba de tener su punto de razón, pero la espera no era algo que pudieran hacer.

Eso es sólo otra muestra de lo que se sucede cuando no se planean bien las cosas, y se lanza a la carga uno solo. Ahora Kartag está malherido, y nuestro potencial mágico se ha visto mermado innecesariamente.
Pero lamentablemente no podemos esperar. Yo no puedo volver a tener comunión con mi Dios hasta el siguiente amanecer. Por no hablar de que vamos con el tiempo algo justo. Una cosa es aclarar algunos temas importantes, a mi entender, y otra muy distinta ponernos a descansar cuando hace apenas unas horas que nos hemos puesto en marcha.

No, mi buen Anubis. Me temo que vamos a tener que tirar más de fuerza y valor que de mágia ahí dentro.

A mí poco me importan los dioses y sus tableros. Para mí mi hermana sí es la prioridad, Tarben, pero continuaré con vosotros porque se me ha dicho que si así lo hago podré salvarla de donde esté. No se donde se halla, ni quien la tiene y sólo espero que esas palabras sean ciertas.

El minotauro miró a los demás.

Entonces continuamos, pero tratemos de ir en algo parecido a una formación.

Kartag asintió ante las palabras parcas del clérigo de Kirith Jolith.
Un poco magullado, pero nada serio maestro Anubis! Mi espiritu esta mas dañado, pero por mi podemos continuar. Exclamó el monje resignado. Adoptando una marcha más lenta y quedándose con el grupo en su camino hacia la torre en ruinas.
Se mantendría al margen, se dijo. Sí se mantendría al margen y actuaría después de los armados con acero y mágia. Eso haría.

Mientras el grupo decidía su curso de acción, empezó a caer el "chirimiri" que ya les dió la bienvenida ese dia, al salir de la Ermita. El suelo y las rocas del derrumbe, ya saturados de humedad, enseguida empezaron a cubrirse de la pátina brillante del agua, así como las armaduras de los compañeros.

Tarben, acostumbrados a tratar enfermedades, fue el primero en darse cuenta, pero a ninguno le pasó desapercibida la imagen abatida que presentaba Kartag. Pese a que la magia y la poción habían cerrado la practica totalidad de las heridas sufridas por los voraces insectos, unas profundas ojeras surcaban la parte inferior de sus ojos, y una fatiga que no solía tener el monje, acompañaba su respirar. Realmente, el Kapak parecía una sombra de lo que solía ser, y Tarben sabía porqué: el veneno de los ciempies había emponzoñado su cuerpo. Solo quedaba esperar a que el efecto pasara...

Leviathan, plantado cerca de la estatua de la Gárgola que había sido el nido de los ciempies, vió brillar algo entre la humeda tierra removida: parecía el brazo,brillante por el agua, de una pequeña figurita de algún mineral negro.

En cuanto dio un par de pasos, el draconiano se dio cuenta que sus movimientos eran más pesados de lo normal, seguramente debido al veneno  de los cienmpies.

Uff, me temo que estoy más tocado de lo que creía! Exclamó.

Pero continuemos, no quiero ser una carga!

Todos han aceptado la misión sin casi pestañear, reconozco que ha sido una buena jugada por parte de Tarben. Ha sido sincero, no lo pongo en duda, pero ha elegido un momento extraño para contarlo. Es casi trampa, si se los hubiera preguntado en una posada con la barriga llena y con un barco con destino algún lugar cálido, no estoy muy seguro que los draconianos y la chica demonio hubieran aceptado.

Bajo la mirada para esconder una incipiente sonrisa, pero esta nunca llega a despuntar, ya que algo brillante en el suelo capta mi atención. Me coloco de cuclillas y mientras con la mano derecha uso el Espadón para equilibrarme y no caerme, con la izquierda rebusco para ver que es eso.

En efecto, como pensaba Leviathan, cada uno de los integrantes del grupo, que hasta ahora no tenían muy claro el por qué de aquella expedición, fueron desgranando, con mayor o menor fruición su disposición a continuar la busqueda de aquellas piezas que tan importantes parecían para los aspirantes a Caballeros de Solamnia.

El entrecejo del gigante solámnico se frunció al ver esa mano con garra que sobresalía de la tierra removida, ahora que los asquerosos insectos habían desaparecido. No dispuesto a dejarse sorprender, su tremendo espadón descansaba en su brazo derecho, mientras con el izquierdo retiraba un poco la tierra mojada, y de un leve tirón sacaba una estatuilla de unos treinta centímetros de alto, de un brillante y negro ónice. Lo inquietante de la misma era la figura que representaba:

Un humanoide recubierto de protuberancias en forma de pinchos, de brazos y piernas largas, terminadas en garras, y una, al parecer potente cola, también cubierta de las mismas espinas.

Los ojos, dos pequeñas piedras rojas, brillaban con a la luz del atardecer lluvioso en el que se encontraban, dando a la cara, que tenía una boca llena de dientes afilados, una imagen, cuanto menos, inquietante.

Tarben, que se preparaba para volver a la carreta para coger un par de pellejos de aceite para cocinar, enseguida tuvo claro de que se trataba aquella criatura. Pese a no estar versado en las criaturas extraplanares, en sus estudios de Religión le habían hablado, como enemigos de la fe a los guerreros de los planos inferiores, y entre ellos, estaban los demonios conocidos como Baatezu. Este era una pequeña estatua de un Hamatula, o "Demonio Barbado".

Me acerqué lleno de curiosidad a la pequeña estatuilla, para examinarla más de cerca: - ¿Me dejas examinarla, por favor?. - Le pedí a Leviathan.

El agua del cielo, lluvia, hacia tanto tiempo ya que Baigron no la sentia que la verdad, la encontro extrañamente reconfortante, el la infraoscuridad, solo mediante fenomenos magicos se podia experimentar algo asi, sin embargo, el hecho de recordar donde estaba y hacia donde se dirigia, hizo que su humor volviera de nuevo a su habitual estado meditabundo y silencioso.

El hecho de que sus compañeros hubieran encontrado una extraña estatuilla, fue una agradable forma de romper la monotonia, de hecho, preferia no pensar en como Kartag era como mas que una sombra de lo que era; Baigron sabia que su poder ya estaba practicamente gastado y nada podia hacer por el draconiano.

Al ver la estatua que encontró Leviathan, Tarben quedó un poco consternado.

Un demonio Barbado. Son seres increíblemente poderosos. Y por supuesto eminentemente malignos. Ya sólo mirar la estatuilla me da repelus.
No sé si será mágica o no. Pero aun así deberíamos tener cuidado con ella.

El joven clérigo se guardó uno de los pellejos de aceite, y le dio otro a Desdemona.

Por si necesitamos usarlos. Eres la más cuidadosa de nosotros. Puede venir bien.

Poco más podían hacer. Por su parte, y creía que la del mago, no podían detectar la magia de la estatuilla. Dejarla allí no le parecia correcto. Por lo que tan solo quedaba llevarla con ellos.

El gran guerrero sostenía la figura entre el índice y el dedo gordo, como si de un objeto pringoso se tratara, mientras levantaba una ceja al oir lo que decía Tarben. Pensó guardarlo pero tiene tantos pinchos que no tiene un sitio seguro donde ponerlo. El único que llevaba amplios ropajes era el mago así que cuando se acerca a investigarlo de cerca, Leviathan no duda en estirar más la mano para que lo coja.

Luego, tras un par de rotaciones de hombros, el dirá que es para calentar, pero el golpe de la estátua lo siente todavía. Encamina de nuevo el camino hacia la entrada de la torra de forma directa.

-Vamos- acompaña sus palabras con una zancada decidida para enfrentarse a lo que viniera y dispuesto a recorrer los metros que le quedan con la mayor premura posible.