Partida Rol por web

Uno menos. Quedan muchos.

El goblin había caido gracias a la magia de Anubis. Pero todavía quedaban bastantes. De momento habían cumplido lo que querían, que era hacerse notar. Tocaba ir abajo donde podrían retenerlos más facilmente.

Vamos.

Le dijo al mago y se dirigía a entrada de la torre cuando se fijó que el túnica blanca no se movía. No tuvo más remedio que esperarle.

Parecía que finalmente habían conseguido hacer ruido, o por lo menos la atención del campamento, si no al completo una gran parte, esperaba que con esa distracción, Kartag que sabía que estaba en el campamento, pero no donde, pudiese salir de su escondite y unirse a la pelea, sabía que el monje sabía esconderse bien, no dudaba de ello, así que de seguro estaría escondido. Ahora solo hacia falta que Leviathan escuchase el ruido y se uniese por la retaguardias de los bichos.

La información que tenia ahora mismo era irrelevante, pronto verían a los dos compañeros que se habían quedado fuera, después de todo. Haciendo caso a las palabras del minotauro y no queriendo desbaratar el plan, retrocedió, se paro en seco y miro a Tarben que la miraba, le sonrió y le guiño, susurro -luego nos vemos- sabía que estaba esperando al mago y no podía dejarlo solo -ve-

En efecto, tras abatir al Hobgoblin, una figura se movió desde el fondo de la escalera, pasando ante unos anonadados Zoak y Baigron, que, sorprendidos, vieron pasar a la planar por su lado:

— Pero... Espera, Desdemona: nos replegamos al tunel!! — dijo el minotauro,girandose hacia Desdemona cuando esta hubo pasado a su lado. No tenía ni idea de el tiempo que llevaba la pícara allí, pero parecía no haber escuchado el plan que pretendían hacer, y que pasaba por replegarse hasta el pasillo de la trampa, para que el enemigo se enfrentara a ellos en un pasillo, con la posibilidad de sellar el mismo si las cosas se ponían feas...

Leviathán soltó el aire que había mantenido sin querer mientras esperaba lo inevitable, pero que se había pospuesto. Miró asombrado como sus compañeros, no pueden ser otros, han deshecho todo el camino andado y ahora asoman por la puerta de la torre, con un ataque de armas a distancia.

Ha sido un ataque un tanto atolondrado y a la desesperada, pero que va a quejarse el solmanico. Medio sonríe cuando ve subir a los goblins, una de esas raras sonrisas de medio lado, un poco triste o melancólica. Tendrá que enfrentarlos aunque sólo sea para aliviar la presión en la torre.

Apretó los nudillos sobre su espadón unos segundos y luego se colocó en una posición defensiva. Buscó un sitio donde podría dar el primer golpe al más adelantado de los goblins, con suerte podría hacer un barrido y acabar con dos de ellos antes que empezara el combate, eso sería lo ideal. En un mundo ideal del que casi nunca formaba parte.

Se llevó la cruz de la espada al pecho y esperó emboscado a que llegara el primer enemigo a su posición. Oculto tras una roca.

Tarben estaba espando a Anubis cuando vio a Dedemona, lo cual fue toda una sorpresa para él.

Eh. Pero...pero...

El clérigo empezó a caminar hacia la demonio, pero se paró enseguida al recordar al mago. Tenía que esperarle. Miró una vez más a la tiefling y sintió como una pinchazón en el pecho. Estaba dividido entre su deber y ... y ¿qué?
Aun así su responsabilidad prevaleció. Después de todo la pícara sabía cuidar bien de sí misma.

El grupo de seis goblinoides continuó su marcha, camino arriba hacia la colina en la que Leviathan seguía intentando sobreponerse a la crisis que le había embargado tras ser detectado por el bugbear y su compañero goblin, con todo lo que ello había precipitado.

Apenas tenía unos minutos, pero se decidió mucho antes: ya no había cabida a seguir huyendo. Sus compañeros, en breve, parecían a punto de enfrentarse al ogro y sus secuaces, y si él no lo remediaba, este grupo de seis goblinoides se unirían a la contienda. Eso sería demasiado, aunque Tarben, Zoak y Baigron, junto al enigmático mago, eran de veras unos rivales nada fáciles de batir.

Mientras el grupo de orcos remontaba el repecho que daba hasta el campamento que Pulgas y el goblin, que yacía allí muerto por el virote de Desdemona, compartían, el solamnico buscó entre las rocas del afloramiento, alguna que pudiese ocultar, no solo su enorme anatomía, si no también a Damocles, su compañera, y quizá único vínculo con su familia. Encontró una piedra de granito que se elevaba un buen trecho en el aire, a modo de menhir, y se ocultó detrás. Apretó la mandíbula, y se dedicó a fortalecer su determinación, pues era esa determinación la que utilizaba en combate para dejar al descubierto las carencias de sus enemigos.

El sargento bugbear y su pequeña unidad llegaron al campamento, escudo embrazado por parte de los hobgoblins y el propio goblinoide de gran tamaño, mientras en la diestra embrazaban sus armas, extrañas espadas largas curvas por parte de los hobgoblins, y una poderosa morning star, en manos del bugbear. Los goblins agarraban sus arcos cortos con la mano izquierda, con una flecha agarrada en esa misma mano, y otra en la derecha. Daban pasos lentos, medidos, mientras esperaban que el mortal ballestero disparase contra ellos, o que el enorme humano de pelo y barba rubia, o su compañero, el draconiano que parecía haberse evaporado como la niebla en la mañana, saltaran sobre ellos dispuestos a pillarles por sorpresa. Pero eso no ocurrió. Tras unos segundos observando con sus ojos amarillos, el sargento gruño algo por lo bajo, mientras se agachaba y pasaba un dedo por el punto en que el virote de Desdemona se hundía mortalmente en el pecho del goblin abatido. Después miró hacia el grupo de piedras y matorrales:

— ^** Orrkjj ertonntkû iggö... ^** — dijo, levantandose en el odioso idioma de los goblins, lo que despertó unas risas de los soldados a su cargo. Despues señaló hacia el afloramiento rocoso, y a Leviathan a punto estuvo de darle un vuelco el corazón, pues el primer punto al que señaló fue a la roca tras la que se ocultaba, y desde la que echaba fugaces miradas, controlando el movimiento de sus enemigos en todo momento, pues sabía que solo tendría una posibilidad, y no podía fallar: tenía que abatir al menos a uno de los enemigos antes de que empezase el combate real, de cara a nivelarlo lo máximo posible. Sin embargo, el bruto desplegó el brazo, ocupando todo el espacio del afloramiento. Aunque no le entendía, parecía que el bugbear estaba diciendo a los demás que tendrían que barrer toda la zona, para saber donde se ocultaban esas sabandijas.

Poco a poco, tratando de cubrir toda la zona con sus perspicaces vistas, se fueron acercando. Leviathan empezó a contar. Antes de llegar a seis, saldría de su escondrijo, y atacaría con toda su alma, valiendose del gran alcance que le proporcionaba el enorme espadón familiar.

Escuchó el crujir de las botas de las crueles criaturas cuando se acercaron al afloramiento. Tuvo la suerte o la desgracia de que el Bugbear decidiese que la busqueda la harían en bloque, así que, cuando le pareció que se encontraban a una distancia idonea, y no queriendo arriesgarse a que se acercasen mas y le descubriesen, saltó hacia delante blandiendo con ambas manos el espadón. El golpe, un barrido lateral, cercenó la cabeza del goblin que se encontraba mas cerca de él, que cayó sobre la hierba con un asqueroso crujido, mientras que las arterias de su cuello lanzaban chorros de sangre con cada golpe del moribundo corazón.

Pero Leviathan no se dio por satisfecho. Había pillado por sorpresa a los goblins, pero continuó con su golpe lateral, tras matar al goblin, tratando de que fuese efectivo contra el hobgoblin que se encontraba a su lado. Este intentó levantar el escudo, pero cuando el enorme filo llegó hasta él, supo que, o conseguía esquivarlo, o se vería en un aprieto serio...

... No fue lo suficientemente rápido, y el filo de Damocles, goteando la sangre de su compañero goblin, traspasó el endurecido cuero de su armadura y su propia y correosa piel, y penetró con fuerza en su caja torácica. Una extraña sensación de asfixia embargó al hobgoblin, que apenas pudo mantener la presa sobre el pomo de su espada un segundo, antes de que cayese al suelo, tan inerte como él.

El grito de sorpresa y enfado el sargento surgió de de lo mas profundo de su pecho: quien se había creído que era ese condenado humano!! Les había pillado por sorpresa, sí, y había perdido dos soldados, pero le llevaría su cabeza a Akromm.

Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, Leviathan se dispuso a frenar el ímpetu, pero el filo de Damocles se había quedado encajado en la espina dorsal del hobgoblin, y el esfuerzo que le costó soltarlo de su prisión de hueso, de un tirón, le dió desventaja contra el resto de sus enemigos, que se dispusieron a abatirlo. Los goblins, dieron un paso atrás, y descargaron sus flechas con premura, antes que, a una orden en goblin del Bugbear, el hobgoblin se abriese al lado contrario al que iba su sargento, con idea de flanquear al solámnico, y así tener ventaja sobre él...

La fortuna que le había acompañado en ese ataque sorpresa se tornó en dolorosa realidad cuando ambas flechas goblin se clavaron una en su muslo, y otra en un lateral de su abdomen, lo que le obligó a apretar los dientes para soltar un grito de dolor que sin duda alentaría a sus enemigos.

El monje permanecía pegado al suelo mimetizándose con el lugar mientras veía como el hobgoblin que corría en dirección a la entrada al torreón caía fulminado. De súbito Akromm comenzó a ladrar ordenes, la caballería parecía hacer acto de presencia desde la torre. Con un poco de suerte Akromm iría en busca de sus compañeros, seguramente cuando viera que caían un par de sus esbirros. A continuación intento escuchar afinando su oído lo mejor que pudo...

Tras los ataques sobre el Hobgoblin que se dirigía hacia la derruida entrada de la torre, la situación pareció volverse caótica alrededor del carro, pero estas criaturas parecían deleitarse en ese caos, todas, menos los guardaespaldas Orog de Akromm. Mientras su lider se disponía a lanzar una de sus poderosas jabalinas contra los enemigos que se asomaban entre las rocas, el orog que estaba junto a él, levantó su poderosa hacha, y empezó a hacer unos movimientos giratorios sobre su cabeza, mientras se colocaba cerca de su lider, mas pendiente de protegerle que de lanzarse a un alocado ataque contra los intrusos.

Mientras, su compañero, que montaba guardia ante la tienda con el pendón de Akromm: ojo de dragon rojo sobre fondo negro, igual que el blasón que ambos lucían en el pecho, agarró con fuerza su hacha, que apoyo sobre su hombro, e inicio un carrera hacia el sitio en el que estaba su lider.

INICIATIVA

17 Desdemona (se dispone a replegarse dentro de la torre)

16 Guardaespaldas Orog (1. Ready Action, 2. Corre 40' hacia carromato)

15 Baigron

13 Shûlz

13 Hobgoblin

13 Goblin

13 Bugbear

12 Zoak

12 Tarben (Falla TS Sabiduría CD15 para cambiar de acción: retrasa acción para replegarse junto a Anubis)

12 Anubis

12 Akromm

  9 Kartag

¡¡ Turno de Baigron !!

Aprovechando su envergadura, Leviathan optó por tratar de tumbar al otro hobgoblin antes de que este entrara en la distancia que le permitiría atacarle. Lanzó un tajo lateral, sin descuidar al sargento, que se movía lateralmente, en sentido contrario, dispuesto a dificultarle en lo posible su defensa. Un golpe del último bruto hizo que el ángulo de la espada se desviaras apenas unos grados, pero fue lo suficiente para que el goblinoide con cara de perro rabioso desviara el filo de Damocles hacia arriba, de forma inofensiva. Aquello le permitió, así mismo, colar un rápido golpe con su espada curvada, que tiño de rojo uno de los flancos del solámnico que, en un prodigio de voluntad, golpeó con la cruz de su espadón la hoja del hobgoblin, obligándole a dar un pasito atrás.

Para ese momento, el bugbear había llegado casi a flanquear al Iniciado de la Corona, y habiendo aprovechado la cobertura del ataque del soldado a su cargo, gruñó con fuerza mientras levantaba la enorme maza con pinchos para aplastar la cabeza del rubio solámnico como un melón maduro. Sin embargo, la proeza física que llevó a cabo Leviathan para enfrentarse a su ataque debió de impresionar al bruto, pues su golpe no fue ni con la convicción ni con la fuerza ni la velocidad adecuada, y el rubio humano pudo desviarlo con un giro de su enorme filo.

Los dos enemigos que enfrentaba a cuerpo a cuerpo habían llegado finalmente a ponerse en posición ventajosa contra él, mientras los goblins volvían a cargar sus arcos cortos, con cara de lujuria, mientras parecían divertirse alfilereando al humano, en franca desventaja.

Pero Leviathan no era un cualquiera, sangre de antiguos guerreros solámnicos corría por sus venas, y no sería un rival facil de batir. Era su turno, y mientras una gruesa gota de sudor corría por su sien derecha, debía decidir rápido como continuar desequilibrando la balanza a su favor...

Las flechas se clavan en la piel del humano con fuerza y se quedan cimbreando allí mismo gracias a la armadura de cuero rígido. Leviathan sólo le queda apretar los dientes y sobre ponerse pues se le echan encima otros dos y parecen los más peligrosos. Intenta cortarles el paso pero atraviesan el barrido del espadón y otra línea dolorosa aparece en su costado.

Pero estos chiquitines, con sus ridículas armas pronto van a sentir como se maneja un metro y medio de acero templado, de primera calidad y afilado por la familia Leviathan generación tras generación.

Da un paso hacia detrás para tener espacio y vuelve a tener a ambos a distancia de su poderoso madoble así que usando la pura fuerza bruta hace un barrido con Damocles en horizontal, empezando por el hobgoblin, segará todo lo que alcance, de eso está seguro. Pronto las risas de los goblins se convertirán en gritos de terror cuando la luz de la antigua solmania los bañe dejando sus defectos al descubierto. Que son pequeñas e insignificantes frente al guerrero que tienen delante.

Un grito surge de su garganta, un grito de satisfacción por derrotar a sus enemigos, primitivo y nada táctico según dirían sus superiores, pero pronto cabezas rodarán colina abajo y Leviathan caminará sobre los cuerpos de sus enemigos como una alfombra roja.

-AAAAAAAAHHHHHHHHRRRRR- TRONA con las venas de la frente resaltando, como una animal que reclama su presa. No es consciente de lo que hace, sólo se deja llevar por la frustración de antes.

El caos y la confusion empezaron a reinar en el campamento; solo la presencia de la cosa esa llamada Akrom ponia orden. Baigron esperaba pacientemente al momento en el que se pondrian en movimiento. El momento parecio llegar, cuando uno de las bestezuelas que acompañaban a Akrom se acerco demasiado a su posicion.

Tarben y Anubis pusieron fin a la vida del hobgoblin. Dado que Baigron carecia de armas a distancia, Baigron se movio hacia las escaleras, donde a modo de saludo con su espada, se concentro en canalizar ese resquicio de poder divino que aun le quedaba.

Con un poco de suerte, eso le ayudaria en lo que fuera que viniera despues.

Shûlz siempre se había considerado inteligente (a juicio de otros, cobarde), pero, como siempre decía: "Los valientes, muertos, no pueden continuar subiendo en el escalafón, en cambio los listos, vivos, siempre tenían opción, si sabían que oídos regar bien...". Por eso, cuando tuvo claro que se iniciaba un ataque contra ellos, lo primero que hizo fue colocarse tras su líder. Sintiéndose segura, busco con dedos ágiles una pluma de brillante color verde, y musitó unas palabras en voz baja, mientras señalaba hacia las ruinas de la torre, donde aun podía ver el reflejo de la armadura uno de sus enemigos, y los ropajes blancos de otro de ellos. Enseguida, a apenas 10 metros de la posición en la que se encontraban Tarben y Anubis, el viento comenzó a arremolinarse, moviendo las briznas de hierbas, y llevandose las gotas de agua que cubrían todo. Un muro de viento protegía ahora la posición de Akromm y sus goblinoides frente a posibles proyectiles desde la torre.

A una orden de Akromm, los tres goblinoides salieron a la carrera, hacia la zona del enemigo, con las armas preparadas, deseando que no les cayera encima una lluvia de flechas.

— Vamos, hay que ir entrando en la escalera!! Tenemos que pasar la zona de la trampa antes de que nos alcancen!! Os cubriré mientras bajais!! — gruño Zoak, empuñando el sable flamígero, mientras embrazaba el escudo, dispuesto a bajar despues del último.

INICIATIVA

17 Desdemona (se dispone a replegarse dentro de la torre)

16 Guardaespaldas Orog (1. Ready Action, 2. Corre 40' hacia carromato)

15 Baigron (+1 Orientación Divina)

13 Shûlz (Muro de Viento: 1/X)

13 Hobgoblin

13 Goblin

13 Bugbear

12 Zoak

12 Tarben (Falla TS Sabiduría CD15 para cambiar de acción: retrasa acción para replegarse junto a Anubis)

12 Anubis

12 Akromm

  9 Kartag

¡¡ Turno de Tarben y Anubis !!

Acaudillados por el temible ogro de las profundidades, las caóticas fuerzas trasgoides tienen ahora un objetivo claro contra el que luchar: nosotros. No es que me alegre de ello pero al menos parecen haber olvidado temporalmente al cautivo escudero para hacer frente a la amenaza que sin duda suponemos para ellos.

Desde una distancia prudencial, yo todavía tendría alguna posibilidad de enfrentarme en solitario a cualquiera de estas criaturas, pero superados numéricamente solo puedo secundar la retirada que mis compañeros han emprendido y a la que me instan a sumarme.

No es que disfrute regresando a la torre subterránea, pero la verdad es que es un alivio ocultarme de la vista del draconiano Túnica Negra que acecha más allá del campamento goblin.

El movimiento del caballero con esa enorme espada tan fuera de lugar, algo impensable para un humano, aunque fuera grande como Leviathan, pilló por sorpresa a ambos enemigos que, rodeandole, pensaban que tenían el combate ganado. Los goblin habían hecho su parte, prueba de ello eran los dos ástiles de flecha que sobresalía del cuero de su armadura, reclusos de carmesí, así que sólo quedaba machacar su cráneo con su enorme maza, o eso pensaba el sargento bugbear...

Multiplicando si fuerza gracias a la ira y la frustrado que sentía, el rubio solámnico inicio su movimiento, como un resorte, leyendo la táctica de los dos goblinoides: el hobgoblin amagaría con su espada, simulando un golpe bajo, para que el bugbear entrara con todo en busca de su cabeza.

Con una rapidez que contradecía su tamaño, y el de su espadon, Leviathan clavó la punta de la espada en el pecho del infortunado hobgoblin, y lanzó un portentoso movimiento lateral de la espada, en busca del sargento. El movimiento lanzó hacia atrás al lugarteniente, que cayó de espaldas a los pies de los goblins con un estertor final, antes de morir, pero lo más sorprendente fue que el filo de Damocles cortó limpiamente el cuello del goblin más corpulento, que cayó de rodillas antes de desplomarse boca abajo, regando con su sangre la hermosa colina, mientras su cabeza rodaba unos metros por el suelo.

El silencio cayó entonces sobre la colina, sólo roto por las respiraciones profundas del guerrero, salpicado por la sangre. La imagen debió ser aterradora para los dos pequeños goblins restantes, pues se miraron por un segundo, con la cara que tienen los conejos ante la presencia de un depredador, e iniciaron una carrera por su vida en sentido contrario gritando de puro pavor, siguiendo el camino que habían realizado hasta llegar a la colina, huyendo de ese asesino de goblins. Akromm se encargaría de él.