Partida Rol por web

El día era sumamente frio, viajaban muy bien abrigados pero aun así el viento helado se colaba entre las pieles que llevaban encima, sus corceles se quejaban continuamente mientras avanzaban y muchos de los hombres parecían molestos, a la mayoría les hubiera encantado que el rey Alerik diera la orden de acampar en alguna de las aldeas de el reino hermano de Orino, incluso nadie se habría quejado si les ordenaban acampar en las tierras de Mucauro; sin embargo el rey no deseaba detenerse y avanzaban a marchas forzadas hacia el sur, hacia Lihono.
Pero el rey tenia sus motivos, para cuidar de su bienestar el amable Zazil Chilam les había otorgado una gruesa escuadra de 120 hombres bien a pertrechados para escoltarlos hasta las fronteras de Imari; esto incomodaba seriamente al rey, sus hombres apenas sumaban 100 entre sirvientes y guardias, si se produjera un altercado se verían en serios aprietos. Y todo era extrañamente sospechoso, el enemistoso y aborrecible Zazil se había mostrado sumamente amable, no había nada que pareciera molestarle, nada que quisiera negarles, demasiada sumisión, en otros tiempos el sumo sacerdote y rey de Totec les habría escupido en la cara y los habría corrido enseguida de sus tierras. El rey y sus acompañantes bien sabían que la gente de los pantanos no eran dignas de confianza.
Durante el trayecto por el sur de Totec en varias ocasiones el rey sintió la punzada de que en cualquier momento lo apuñalarían por la espalda, pero no ocurrió nada, los soldados dialogaban entre si con gran camaradería, probablemente todo era simplemente demasiado sospechoso, al grado de que a pesar de las buenas intenciones nadie podía evitar sospechar. Ahora estaban en Orino, habían cruzado las fronteras apenas unas horas atrás y el rey Alerik quería cruzar todo el pequeño reino cuanto antes para poder estar en las tierras de Imari.

Lucyen se apretujó en su capa: hacía un frío de mil diablos en este día, y a pesar de la tranquilidad en la que se encontraban viajando, él no podía estarlo. Y es que la amabilidad del Rey Zazil Chilam había sido extraña, muy extraña. Y eso el rey lo sabía, mas no podían saber el porque de ello. 

Algo que habrá que investigar- piensa. Al fin y al cabo, investigar era su cometido.

Ahora, lo que mas le preocupaba era llegar sano y salvo al reino de Imari, y la escolta que tenía no le gustaba en absoluto. Demasiados soldados del reino rival para estar tranquilo. Dudaba de que fuesen hacer algo (incluso Zazil no era tan estúpido de atacar al rey en campo abierto y provocar una guerra), pero aún así no le gustaba la situación. Aceleró el caballo para ponerse al lado del Rey Aerik.

Mi señor, queda poco para nuestra llegada al reino. Quizás sea conveniente de mandar un par de mensajeros para avisar de nuestra llegada- comenta- al fin y al cabo, a nuestro pueblo le gustará saber que ha llegado sano y salvo de nuestro viaje- inclinándose ligeramente al fin de evitar oídos indiscretos- por otro lado, vendría también bien avisar a nuestra guardia. Dudo mucho que haya problemas con la escolta... mas nunca se sabe.

El viejo Rey Alerik asintio con la mirada y enseguida llamo a 3 de sus hombres, Lucyen los vio claramente, eran los 3 mejores exploradores que llevaban y eran de los mejores del reino, los conocía bien y había convivido con ellos en mas de una ocasión. El rey Alerik les indico claramente lo que tendrían que hacer, los mensajeros irían hasta el reino y se adentrarían hasta Lihono para avisar de la llegada, en cuanto fuera posible deberían alertar de la llegada e indicar que el rey ordenaba que un grueso de tropas lo esperara para escoltarlo en la frontera. Una vez los mensajeros se hubieron alejado el rey miro ligeramente Alerik y le hablo.
-Bien pensado Lucyen, elegí bien al traerte conmigo; lamento no poder enviar tropas a encontrarnos, no quisiera causar problemas en Orino y mucho menos que la gente de Totec lo tome a mal, por el momento creo que estamos seguros así, viajaremos por el camino principal del reino por lo que no deberíamos tener contratiempos y pronto estaremos del otro lado. Sin embargo la gente de Totec me exige que pare a descansar, indican que ellos como sus monturas están muy cansados; lo malo de todo eso es que varios de nuestros hombres parecen estar de acuerdo, quizá nos veamos forzados a parar pronto por algunas horas-

Solo estoy para servir- contesta ante el pequeño elogio del rey. Mira hacia sus hombres, muchos de ellos cansados de la larga marcha a la que se habían expuesto, y luego de nuevo a rey- si, creo que vamos a tener que descansar, por mal que nos pese. Nuestros hombres están cansados del viaje, es comprensible. A ver si hay suerte y encontramos un lugar idóneo para descansar un par de horas. Eso si, no vendría mal montar una pequeña guardia con nuestros hombres. No es que dude de la buena intención de nuestros escoltas, mas nunca se sabe. 

El Rey Alerik levanto su vista al cielo; no tendrían muchas horas de luz mas durante ese día, el rey parecía ser claramente conciente de ello y mirando aun al infinito cielo le hablo de nuevo a Lucyen Vaerys.

-Mandaré a un explorador para que busque un buen lugar, la luz no tardará en ceder, si queremos acampar con luz tendremos que hacerlo pronto- Y mientras retrasaba su corcel y empezaba a virar hacia el grueso de la escolta el rey le miro fijamente –Tengo un mal presentimiento de todo esto, se que no debería desconfiar pero tantos años no se pueden olvidar en unos pocos días. Ve y prepara a 15 de los hombres más confiables y capaces con que contemos entre nosotros, que monten guardia y estén atentos, nadie deberá acercarse durante la noche a nuestro conjunto de cabañas sin ser interrogado y sin que se te informe, sea quien sea!...-

Así lo haré, mi señor- responde- también le aconsejaría una pequeña guardia que vele por usted. Tres hombres serían suficiente. Toda precaución es poca. Al fin y al cabo, años de guerra no se pueden olvidar, y ellos tampoco lo harán.

Tras decir esto se aleja de allí para realizar la tarea encomendada. Observa a sus hombres: rostros cansados pero que no dudarían en dar la vida por su señor. Elige a los 15 hombres en cuestión, los cuales harán guardia aquella noche. Serán los primeros en descansar, para que se encuentren mas espabilados en su misión.

Quizás monte también yo guardia. Toda precaución es poca- piensa. Ahora, solo quedaba esperar a que el explorador lograse encontrar un buen sitio para pasar la noche.

La noche estaba cayendo ya en el pequeño campamento improvisado donde el rey Alerik descansaba ya en su cabaña personal. Por orden de Vaerys 3 guardias habían sido apostados en las cercanías a esta para proteger al rey.
Mientras en el campamento se terminaban los últimos preparativos para pasar la noche allí; las tropas de Totec habían hecho un estofado delicioso de Jabali que ahora compartían con todos los hombre de Imari, hasta el momento todo estaba tranquilo y cordial, sin embargo por ordenes del rey lord Vaerys 15 de los mejores y mas confiables hombres habían sido despachados para que montaran guardia durante la fría noche de los bosques del norte.
Lucyen sabia bien que si pasaban esa noche y lograban llegar sanos y salvos a Imari las cosas cambiarían increíblemente en la relación con el reino de Totec, además de que seria un parte aguas para posible amistad duradera; aunque el fondo el no creía en esas cosas, en sus adentros solo sentía que si pasaban la noche sanos y salvos seria una buena oportunidad para agradecer seguir vivos.

La noche iba a ser fría por lo que Lucyen se preparó bien para pasar la misma: a pesar de que había apostado 15 guardias, él no iba a irse a dormir, al menos todavía. Prefería estar de guardia, dar varias vueltas por el campamento y estar atento a extraños movimientos en su escolta. Quedaba poco para llegar a Imari, y toda precaución era poca.

Espero que todo salga bien- pensó mientras se preparaba para la guardia. Al fin y al cabo, la noche iba a ser larga, muy larga.

Lucyen caminaba en la oscura noche de los bosques de Orino, era una noche inusualmente fría para ser aun Verano, además de muy silenciosa. Vigilante de lo que pudiera suceder, Lucyen recorría repetidas veces las posiciones de sus hombres para omitir la presencia de cualquier error.
Hasta ahora todo estaba tranquilo, aunque inusualmente silencioso. El ya lo había notado mas de una vez a lo largo de la noche y algunos de sus hombres parecían haberlo hecho también. Sin embargo todo parecía estar en paz, los mayoría de los hombres de Totec ya dormían, muchos habían bebido mucho pues celebraban ya una victoriosa e historia misión; mañana estarían regresando a su reino en los pantanos del norte.
En eso estaba cuando algo peculiar llamo la atención de Lucyen, en el fondo no era nada de consideración, pero algo en el comportamiento de aquellos hombres los hizo detener y ocultarse a observar. Eran 4 hombres, 2 de Totec y 2 de Imari; Lucyen los reconoció casi de inmediato, ambos habían venido con la comitiva del rey, uno era un cocinero y el otro era uno de los encargados de atender a los corceles. Ambos parecían estar muy nerviosos y miraban a todos lados reiteradas veces, mientras los 2 hombres de Totec parecían darles una serie de indicaciones. La distancia era demasiado lejana para escuchar siquiera vagamente lo que allí se decía, y para cuando Lucyen empezó a considerar que quizá fuera oportuno salir a su encuentro y que lo que allí pasaba nada tenia de normal, uno de los hombres de Totec se alejo con los hombres de Imari en los profundo del bosque como si los estuviera guiando, mientras el segundo hombre de Totec empezó a correr hacia una gran fogata que habían encendido los soldados de Totec y que al parecer en su borrachera estos no habían apagado. Pero para sorpresa de Lucyen este hombre no solo no apago la fogata, si no que estaba haciendo una especie de señales de humo con ella.

Maldita sea- piensa Lucyen al a ver encontrado tamaña escena. Tenían dos espías del reino de Totec entre sus hombres, y lo que era peor, estaban enviando señales indicando su posición. Había que actuar, y rápido, so riesgo de que las cosas pudiesen ir peor. 

Lentamente saca su arma del cinto y comienza a moverse para intentar atacar al hombre de Totec que se encontraba enviando señales de humo... había que impedir que siguiese enviando el mensaje a toda costa

El hombre parecía distraído, muy metido en lo suyo; por su parte Lucyen estaba decidido, tenia que actuar ya, y avanzando lo mas silencioso posible pero dándose prisa se aproximo hasta aquel hombre teniendo su espalda ya de frente a el. Pero justo en ese momento sus pisadas lo traicionaron al quebrar bajo sus pies una pequeña rama que se había separado de la hoguera.
El soldado de Totec voltio rápidamente hasta estar casi de frente a Lucyen, y al notar que este empuñaba su arma no dudo un instante en desenfundar su espada, llevando su mano hasta el mango de esta.

Lucyen llevaba su espada, sabedor de que estaba demasiado alejado para darle un golpe rápido con el cuchillo. Se acercó lentamente hacia el mismo, predispuesto a lanzarle un golpe por la espalda que terminase rápido con su vida. Desgraciadamente no se dio cuenta donde pisaba y el sonido de una rama le delató. Sin amilanarse ni un segundo, al ver como el guardia se daba la vuelta y empezaba a sacar su arma, Vildur se abalanzó sobre él, moviendo su espada en un golpe ascendente para golpear con dureza el hombro y el pecho de su enemigo, esperando que con ese golpe fuese lo suficientemente rápido para acabar con él.

Al menos ha dejado de seguir haciendo señales- sin embargo, sino había dado su mensaje completo, el enemigo podía interpretarlo como que había sido descubierto y llevar su acción ahora mismo. Tenía que acabar cuanto antes con el guardia y llegar ante el rey.