Partida Rol por web

Estáis en el reino de Kaldr'og camino a vuestro objetivo: El reino Humano. Vivís en una época de relativa paz entre las razas, pues los diferentes reinos tribales han llegado a alcanzar la paz. Pero ahora el problema es que hay muchos grupos de mercenarios organizados opuestos a esto, y tienen más fuerza de lo que podríamos pensar. Normalmente estos grupos de mercenarios quieren volver atrás, a la guerra entre razas, y por ello no es de extrañar que intenten derrocar a alguno de los reyes de los diferentes reinos. 

Un orco llamado Karg se os ha asignado para que os guarde hasta el fin de las tierras de los orcos, ya que al saber vuestro cometido. Lurdo Killwolfen, mismo rey de este lugar, no quiere que os pase nada. Al parecer la misión que os van a encomendar no solo les interesa a los humanos. No sabéis mucho más acerca de vuestra misión. Karg es un orco que no tiene muchas palabras, le falta un ojo debido a una antigua batalla contra cientos de goblins y va armado con una hacha de guerra.

Ahora mismo atravesáis una zona árida, con algunos arbustos. Parece casi un desierto. El suelo es arenoso y vuestros pies se hunden en él parcialmente, pero continuáis la marcha. El orco encabeza y guía la comitiva. 

Ando firme con mi espada guardada en la cintura. Sentía ganas de hacer más proezas, salvar mi reino de toda injusticia, pero los tiempos de paz había bajado sensiblemente mi trabajo. Ahora encomendado a una misión extraña en colaboración con otro reino orco, me ponía los pelos como escarpias. Nunca había sabido llevarme bien del todo con esta raza.

Menudo calor que hace en esta region. Mi armadura parece una segunda piel, está pegada. Espeto con algo de queja

-¿Cuánto nos queda para llegar a nuestro destino, Karg? O al menos para dejar este desierto, aquí no hay nada que podamos investigar- Digo sin dejar de ir de un lado al otro de la calzada, este orco es un guía y no camina acelerado como hacen otros de su especia, además vamos acompañados de un enano, que a pesar de que tiene una enorme fuerza y una gran resistencia, da pasos cortos.

Mis compañeros de viaje aún no conocen mi condición de lobo, tan sólo me han visto en mi forma humana y estoy ansioso por abandonar el desierto y llegar a algún bosque. Aquí no hay forma alguna de ocultarme durante mi transformación y desgastarme físicamente, necesito correr, saltar, cazar.

Me acerco a Skoll, y le hablo con firmeza. Como te llamas? Que especialidad tienes? Le digo ofreciendole mi mano. Eres alguna clase de explorador?

De vez en cuando tenía que a partar la vista dado que el sol hacia brillar mi armadura plateada.

-Me llamo Sköll y mi especialidad es el combate cuerpo a cuerpo, prácticamente de cualquier estilo, aunque probablemente me manejo mejor cuando utilizo dos espadas a la vez, o con la lanza.- 

Me quedo mirando la armadura del hombre que me pregunta, me fijo en su espadón -¿Y vos? ¿Cual es vuestra especialidad? Parece que estáis muy bien armado. A mi no me gusta tener armaduras tan pesadas como esa sobre mi cuerpo.- Digo señalando mi armadura de cuero tachonado -Me permite mayor movilidad y te cansas menos.-

Me llamo Stinger, o almenos asi me llaman en el reino del que provengo. He visto muchos locos del cuerpo a cuerpo morir por creer en sus puños y caer rapidamente. Yo siempre he pensado que el ataque proviene de una buena defensa. Por eso esta armadura me ha salvado de morir muchas veces, sobretodo al recibir ácidos que asquerosas bestias.

Mientras toco con mi mano derecha la empuñadura de mi espada. Pero solo la defensa no hace nada, asi que esta espada es mi mano en batalla y protección de los débiles. Hablaba en tono orgulloso.

Caminando por este paisaje lo tensa y se siente intranquilo. No hay lugar para esconderse en este lugar, el sol esta directamente arriba de nosotros y los arbustos son del tamaño del enano, quizá si yo fuera de su tamaño podría esconderme se le escapa una sonrisa entre su seriedad mientras ve al enano y se voltea rápidamente intentando disimular. Hola, me llamo Tibasfor no quería hablar tanto, el entorno lo ponía de mal humor.

- Maldita sea... - refunfuñaba con las botas llenas de arena y esforzándome por mantener la marcha. Mi peso y cortas piernas no eran precisamente de ayuda, y gotas de sudor recorrían mi cuello y frente. - No podríamos... haber conseguido... un carrito... o un camello ¡O incluso un lagartejo grandecito! - continuaba para mí mismo. - No, tenemos que cruzar... éste maldito...  paraje... a pie. ¡Nunca piensan en los enanos! - decía entre resuellos.

Respiraba con dificultad, pero mantenía el ritmo con la tozudez característica de un enano. Esperaba que llegáramos cuanto antes a nuestro destino. Me estaban saliendo callos en los pies de tanto andar. Aceleré un poco el paso para acercarme más al resto del grupo, aunque seguía en la retaguardia.

-¿¡Alguien sabe si falta mucho!? -dije finalmente, lo bastante alto como para que me oyeran los que iban en cabeza.

El viaje se empieza a volver monótono para Tibasfor, una mezcla del panorama desértico, la calidez constante del sol sobre su espalda y que no se ve su destino aún, pero mas que todo esto es la falta del objetivo. Además desde que partieron a tierras orcas, siente que le falta información, ¿por que nos enviarían escolta, a un grupo como el nuestro?. Escucha balbucear a su lado al enano y preguntar sobre el destino, aprovecha el momento para situarse cerca del orco Creo que es momento de que nos digas también nuestra misión, ¿de que se trata esta misión?.

Karg intenta responder a la primera pregunta.- Puesss ehmmm deja que lo piense...- Acto seguido sigue caminando mientras intenta contar cuánto queda, o cuán lejos están de su destino. Acto seguido se dirige al aventurero que se le pone al lado.- No saber, yo solo os acompaño a vuestro destino, luego mi misión habrá terminado.- Dice balbuceando lo más cortesmente que puede un orco.

El orco intenta pensar en cuánto queda para llegar, pero no sabe contar, ni tampoco le viene a la cabeza una forma de explicar cuánto le queda. Es un cabeza hueca, como la mayoría de orcos guerreros.

Los aventureros siguen al orco sin más, encogiendo los hombros. Más adelante hay dos humanos, uno está tumbado en el suelo y parece herido. El otro grita.- ¡Ayudaaaa!.- No véis nada más, el lugar está rodeado de arbustos muy separados aunque cerca de ellos. No parecen llevar nada de valor.

Me parece que se escucha gente en auxilio, debemos ayudarles. El orco no sabía que responder antes las preguntas de mis compañeros, pero los gritos que se escucharon rompieron con la monotonía del viaje. Al hablar señalo con mi mano la dirección en que los recibo.

- "Pues vaya, menudo orco más orco" - pienso al escuchar la "informativa" respuesta de nuestro guía. Podríamos estar andando durante semanas hasta llegar a nuestro destino. Entre eso, y la falta de información que teníamos con respecto a la misión, me estaba poniendo de un humor terrible.

- Espera, chico. - le digo al caballero de la armadura plateada, deteniéndolo antes de que siquiera le diera tiempo a pensar en ayudar a los viajeros. - ¿Veis esos arbustos? No me fío un pelo. Seguro que es una emboscada. - digo dirigiéndome a todo el grupo. - Yo digo que avancemos, pero con cautela. Os cubriré las espaldas.

Al acabar de decir esto, levanto el brazo derecho y apunto hacia los arbustos. Los dedos mecánicos se echan hacia atrás y la palma toma la forma de un cañón con mala pinta.

Decepcionado con la respuesta sigue el camino, aunque no sabe que esperaba ya que el orco no muestra señales de inteligencia, tiene pinta de que solo sabe seguir ordenes. De pronto ven un par de humanos en problemas, ayudar no es su especialidad, más bien, sería como llegaron ahí esos humanos, pero qué cruel, hasta para un asesino como él, ir por un desierto y herir gravemente a uno y dejarlo a morir a brazos de su compañero, no hay nada peor que un trabajo sin terminar. Pensándolo bien, donde estaría el agresor, no se ve por aquí.Escucha al bonachón del grupo querer ir a auxiliarlos, decide mejor dejarle al resto del equipo esa tarea, al fin, el sólo estorbaría. Después escucha al enano, al parecer piensa como yo, pero en esos arbustos no parece que haya nada de peligro, de todas maneras me quedaré atrás. ¿Qué esperas Stinger? Me quedaré acá con el enano, sirve que descanso y me estiro, ve a echar un vistazo, aunque para mí estamos perdiendo el tiempo. Termina la frase de manera fría al estar un humano moribundo enfrente de él, pero estaba un poco preocupado y lo menos que tenía pensado era descansar en ése momento, aunque era verdad, el por su oficio había visto situaciones como ésta.

-Opino exactamente lo mismo que el enano, Tibasfor prepárate para cubrirnos las espaldas. Stinger y yo iremos adelante- digo desenvainando mis espadas para ambas manos.

En todo momento me mantengo alerta mientras nos acercamos a interesarnos por los humanos.

Ve que su grupo esta listo para aproximarse pero la mayoría se ven escépticos sobre la situación y se quieren aproximar con cuidado. No llevo tanto en este grupo pero confió en que esos dos aguanten si es que hay una emboscada, ojalá sea solo nerviosismo por el largo viaje. Estoy listo, vayan a ayudarlos.

Al escuchar las palabras de mi compañero, solo digo una cosa: Vamos Skoll, pero como decis la prudencia es un arte. Sin duda tampoco lo veia claro, pero sabía lo que era ser precavido, así que con mi mano derecha me armo con mi espada y a paso lento y firme me dirijo hacia los arbustos.

Antes de que alguno llegara a los arbustos y debido a que captaron que os dirigíais a los arbustos por la falta de confianza, los que están en los arbustos salen. Son dos arqueros y dos hombres con espadas. Los arqueros cargan el arco y disparan contra los primeros que son los que tienen más cerca. Ves que los hombres que fingían estar heridos se levantan y comienzan a pronunciar unas palabras un tanto extrañas, mientras hacen gestos con las manos. 

El orco os acompaña en primera fila, con su gran hacha desenvainada. Por ahora los hombres armados se quedan un poco más atrás, cerca de los magos.

Las flechas ni siquiera rozan el cuerpo de Karg, que corre hacia el arquero más cercano a él (Arquero 2).- Moriiiiiiiid.- Dice mientras carga contra él.