Partida Rol por web

Todos habíais acudido de forma voluntaria ante el barón Theodor por un motivo u otro. Así que era la primera vez que os veíais y que ibais a hacer una misión juntos, una sencilla misión por un buen puñado de monedas de oro, algo extraño, pero eso no os preocupaba, pues estas tierras estaban llenas de motivos extraños y personas extrañas que hacían cosas extrañas.

Ahora estáis en la taberna, conociendo un poco más a vuestros compañeros de grupo mientras bebéis. Varias rameras mueven sus cuerpos semidesnudos encima de mesas que hacen de escenarios improvisados, mientras los hombres y mujeres que allí hay brindan y beben. vosotros estáis en torno a una mesa hablando de vuestras hazañas, intentando imponer vuestras palabras al ruido y descontrol que reina en el lugar. 

Ino había estado más tiempo en el campo, buscando plantas y otras cosas para sus ungüentos, que casi había perdido la costumbre de hablar. Era mentira, ya que tenía un perro, un mudo y silencioso perro, que le acompañaba a muchos lugares. Era de esa raza que vive en las nieves, y era incluso más blanco de lo habitual, pero como muchos esperan, tenía unos ojos especiales. Negros como el azabache, no rojos como algunos desean ver, pozos de oscuridad que ven infinitamente mejor sin luz que con ella. Le acompañaba desde cachorrillo, que lo encontró sin camada, bagando por una cañada. Ino le acariciaba la cocorota y de cuando en cuando dejaba caer algo que Koda rohía con ánsia y devoción de las mercedes que le ofrecía su dueña. Además, le había enseñado a buscar algunas cosas especiales y cuando se ponían, era de inmensa ayuda, ya que su vista y olfato era una maravilla en sus pesquisas, y por la noche, sus sentidos agudos y precisos, le avisaban de cualquier pega que se acercase o corriese por allí.

Ese medio lobo de las nieves parecía escondido, enroscado bajo su silla, aunque se saliera por los 4 costados.

Junto a ella, en la mesa otras tres personas disfrutaban de los platos servidos ante ellos. - Muy suave esta cerveza. Comentó con aire distendido, tras dejar caer a sus pies otra pieza de costilla, sin terminar de apurar, y alargando la manos para hacerse con otro par de ellas. 

El ambiente de la taberna le recuerda a las celebraciones después de repeler algún ataque orco de la mina donde se crió. Como le gustaría a Bregonthall agarrar su garra de cerveza, subirse a la mesa y cantar a voz en grito hasta quedarse afónico.

Pero aquí no lo puede hacer, el grupo que tiene delante son unos desconocidos con lo que arriesgará su vida y debe permanecer serio. Y es un enano serio, disciplinado y competente en su trabajo, pero también le gusta el jolgorio tabernero donde descargar toda la tensión acumulada en sus incursiones contra poderes maléficos.

- Sí, no es una cerveza muy fuerte. Mejor, así no tendremos resaca cuando vayamos a explorar ese antiguo templo. No me huele bien lo que nos han contado sobre él. Viajeros desaparecidos, asaltos misteriosos a grupos de exploradores ... y lo peor, cuando preguntas a la gente y lo único que hacen es bajar la cabeza, murmurar que no sabe nada y salir corriendo sin decir ni adiós.

Coge fuerte la runa de piedra que cuelga de su cuello y agrega:

- Quizás no estaría mal pedir la bendición de los dioses antes de salir hacia allí. ¿Tu no puedes pedir una bendición a tus amigos arbóreos? O tú, que parece que dominas las artes arcanas, ¿no veneras a algún dios poderoso que nos cubra con un manto de buena suerte?

- Ah! Y me podéis llamar Brego, cuando estemos por esas ruinas tan solo nos tendremos a nosotros para salvarnos el culo. Y las costillas están bastante buenas.

Mientras se manchaba las manos y cara con la salsa que las cubría responde al interlocutor: Inomagata. Y le guiña un ojo de forma confidencial, dejó caer las ya repeladas, y se hizo con un par más.

Bregonthall esboza una media sonrisa.

- Encantado. ¿Y vosotros? ¿Con quién tenemos el placer?

Antes de que todos los aventureros pudieran responder se acerca una niña pequeña, rubita y con ojos azules gritando.- Ayudadme, han cogido a mi mamá.- mientras llora. El ambiente de festejo no se percata de la pequeña, y el tabernero ni le echa cuenta cuando pasa por la barra. La pequeña parece detener su mirada en Inomagata

La curandera se percató de la fragilidad de la nenita, y no dudó, contando con la empatia femenina, agazaparla y preguntarle: -¿Que ha pasado preciosa? ¿Quién ha cogido a ti mamá?

Brego se queda mirando a la niña y la curandera intentado poner la cara más amistosa y dulce que puede. Se pregunta quién puede haber secuestrado a su madre y si está relacionado con la misión que les ha encomendado el Barón.

La chica da un paso atrás intimidada por las formas de hablar del enano, ya que la más dulces de sus palabras parecen ser grotescos gritos enfurecidos.

La sanadora se agachó para quedar a la altura de la chiquilla y la intenta traquilizar tendiéndole la mano. - Tranquila muchacha, tiene voz dura, pero es buena gente. Y bajando la voz, y como guiándole un ojo, de forma confidencial entre las dos: - Bajo esa enorme barba se esconde un gran corazón.

Realmente el enano les escuchaba, y el resto, pero parecía algo íntimo, y sólo los más cercanos podía entender lo que le decía. Y luego le preguntó: ¿Quién ha cogido a tu mamá? En los raptos, el tiempo, sobre todo al principio, podría ser primordial.

Al ver que intimida a la niña el enano se retira un poco. Así deja más espacio a Inomagata para que tranquilice a la pequeña.

La chica parecía más tranquila ahora, y mirando con desconfianza al barbudo, se dirigió a la joven elfa.- Unos... unos señores encapuchados...- dijo comenzando a llorar.- le golpeó y luego...- parecía no poder hablar entre sollozos.- Ayudadme...

Cuanto antes empecemos, antes podremos solucionar esta pega. Se puso en pie y ya que le había alargado la mano, le dijo, casi como una dulce orden: - Guíanos.

Tras eso le hizo un gesto al compañero para que les siguiera. Por el camino le preguntó: ¿Y sabes por qué ha pasado esto? Como antes, parecía que hablaba con ella como si fueran ellas dos solas en el mundo, confidencial, para que la vergüenza no apagase su sinceridad y le contase todo. De todas maneras, se les podía escuchar.

Las sigo a un poco de distancia para mantener ese ambiente de intimidad.

Me encontraba tomando ya mi tercera cerveza apesadumbrada por seguir sintiéndome completamente sobria por la poca fuerza de esta. Pero en fin, una cerveza era una cerveza. La verdad es que en esta ocasión me había juntado a un grupo que parecia bastante más profesional de lo que estaba acostumbrada. Parecía sacado de un cuento clásico. El enano rudo, la elfa delicada y el mago misterioso. Quien sabe, a lo mejor en el futuro nuestra historia se acabase convirtiendo en un cuento más, contado por todos.

Me comportaba con ellos con la misma soltura con la que me comportaría con los amigos de la infancia, pues era mi naturaleza y los chistes y las bromas salían sin contemplaciones. Desde luego el local estaba ajetreado pero tenía la sensación de que nosotros no pasábamos desapercibidos. Ya fuese por nuestra pariencia o por el jaléo que estabamos armando. Y con armando, me refiero a mi particularmente.

Cuando apareció la niña y vi su cara, las bromas cesaron rápidamente y precisamente Ino se hizo cargo de la situación. -Vaya... la sanadora cuidando de otros. Que "inesperado"- Me dije a mi misma. En cuanto mencionó a los tres hombres, apreté el puño sobre la jarra que tenia en la mano y la posé con cierta brusquedad. Había visto ya tantas veces cosas asi... tres idiotas borrachos aprovechándose de una joven sola. Me puse en pie con un comentario bastante seco. -Vamos, hay que encontrarla- Estas situaciones realmente crispaban mis nervios. Me mantuve unos pasos por detrás de Ino y la niña, dejándoles privacidad para que se sintieran más cómodas y me dirigí en un tono más suave hacia mis nuevos compañeros. Poniendo la mano sobre el hombro de Brego en un exceso de confianza -Estas cosas pasan demasiado a menudo y no suele haber mas motivos que los impulsos básicos de un hombre...- Alcé la ceja mientras miraba a estos dos "hombres" para ver su reacción -Aunque en esta ocasion deberíamos asegurarnos que no guarda relación con nuestra misión. De ser así podría ser una pista importante que no debemos dejar escapar-

Me encantan las tabernas bulliciosas, el silencio me recordaba a esas aburridas horas de estudio con esos viejales, no reconocerían una buena fiesta ni aunque la tuvieran bajo sus narices. Alejo mi mente de esos recuerdos mientras me sumerjo en el ruido ambiental y bebo tranquilamente de mi cerveza. Escucho atentamente las palabras de mis compañeros sin dejar de mirar a las bailarinas de la taberna.

- Ja, nunca había oido a un enano que evitase la resaca, y no no tengo ningún dios al que acudir para pedir ayuda, nunca me han ayudado y no creo que empiecen ahora. ¿Acaso teneis miedo maese enano? Soy Shatar por cierto-

Cuando aparece la niña prefiero dejar que Inomagata se encargue de tranquilizarla, normalmente los niños asocian a los de mi clase con monstruos de cuento devoraniños, a veces me ha venido bien esas supersticiones, lo que puede hacer una simple túnica negra y algunas palabras inventadas.

Me levanto con mis compañeros para seguir a la chiquilla.

-Parece que tenemos que hacer horas extra.- digo mientras apuro mi cerveza y salgo de la taberna.

Os da algo de pereza por la marcha que hay en la taberna pero tenéis que salir a ayudar a la pequeña, o eso os habéis propuesto. La chica comienza a correr agarrada de la mano de Inomagata hacia fuera de la aldea.- Por aquí... la arrastraron.- dice mientras salís del poblado y os dirigís a un camino poco transitado, aunque cerca del pueblo. La chica se detiene...- La llevaron a través de esos árboles.- dice, señalando a la maleza, pues el camino está rodeado de árboles que dificultan la visión del pueblo en el que estabais.

De repente cuatro hombres armados salen de entre los árboles, dejándoos sin salida. No parecen muy dispuestos a dialogar, van armados con espadas cortas y llevan la cara tapada con trozos de tela a modo de máscara, tapándoles la boca y nariz.

Los hombres sin mediar palabra se lanzan cada uno a por uno de vosotros, silenciosa y rápidamente, pero Bregonthall y Shatar son muy rápidos y sus respectivos bandidos fallan el estoque. Sin embargo los estoques dirigidos a las mujeres parecen que van hacia su objetivo.