Partida Rol por web

Las palabras del soldado no me dicen mucho, más allá de que no están dispuestos a someterse a nosotros. No me queda del todo claro quien es a quien ellos sirven. No sé si sacamos algo preguntándolo, no sé hasta donde llegará su programación. Aun así, no creo perder mucho con intentarlo:

- ¿De quien acepta órdenes la Guardia Sin Sombra?"

Siento a mis compañeros estar a mi lado, apoyándome, pero no me inclino a atacarles pues, a pesar de que muy probablemente seamos capaces de vencer de manera aplastante, ellos son un recurso valioso que podríamos poner a disposición de la FDP. Intentaré usar la diplomacia antes de una alternativa más drástica.

— De Una y sólo de ella —respondió la voz. Era difícil saber si era la misma u otra idéntica, dadas sus características.

Definitivamente no eran muy habladores.

¿Quién puede ser? ¿Es posible que la inquisidora esté viva? Eso es, si mal no recuerdo la inquisidora era una psíquica, es posible que haya conseguido entrar en la Casa de los ecos y controlar a la guardia - Hermanos, ya se... - Skold se para y reflexiona. Ha sido demasiado rápido en sus conclusiones - Si hubiese logrado entrar en la casa de los ecos ya habría enviado algún mensaje. Además, la inquisidora conocía nuestra llegada, habría permitido nuestra entrada. A no ser que... No, no puede haber conseguido entrar ahí. Y no, no ha sido controlada por esos xenos, de ser así la guardia nos hubiese atacado.

Solo queda entonces recordar las últimas palabras de la asesina... y conseguir comprender a que se referían*... Algo nos dijo acerca de la Casa de los ecos, el único lugar que conocía para establecer comunicación... ¿Y qué es imprescindible para una comunicación?... Nada Skold, estás dando palos de ciego - ...creí que sabía lo que Syndalla trataba de decirnos.

Frustrante. No iban a sacar nada en claro hablando con esos cerebros de chatarra

- Es como hablar con un servocráneo. ¿Alguna idea, a ser posible que no sea lanzarnos de cabeza? A fin de cuentas, si quien les da órdenes es la Inquisidora, no estamos por encima de su autoridad

Retrocedo a la posición donde están mis hermanos y medito un poco el asunto. Pienso un momento en silencio mientras escucho las palabras de mis hermanos y entiendo la futilidad de nuestro intento. Luego saco unas pocas conclusiones que le comento a mis hermanos:

- "Lo que está claro es que en este momento no somos capaces de entrar en la Casa de los Ecos sin luchar con ellos. No deseo acabar con ellos pues pueden ser de utilidad. Por otro lado, el que la Guardia Sin Sombra esté apostada así indica varias opciones: La Inquisidora está dentro, bien protegida o ella los dejó cuidando el lugar. De una u otra manera, no hay xenos ni rebeldes dentro pues la Guardia sigue intacta, por lo que podemos dejar el lugar sabiendo que por lo menos está seguro de momento. Por otro lado, de nada nos sirve tener el lugar si el bloqueo telepático se mantiene, por lo que debemos buscar más datos del destino de la Inquisidora y de la presencia del tiránido líder."

Me decido por lo más sano en ese momento, siguiendo un orden lógico de rapidez-eficiencia:

- "Iremos donde el Lord Gobernador. Estamos cerca, en su mismo distrito. Intentaremos ayudarle, hacer que ponga todos sus recursos a disposición de la defensa planetaria y averiguaremos si sabe algo de este bloqueo de los guardias, la Inquisidora o el mismo Xeno. ¡En marcha, Hermanos míos!"

Me doy la vuelta y me dirijo a la mansión del Lord Gobernador, aquí en el Distrito Magistria. No me gusta mucho la idea de no entrar a la Casa de los Ecos, pero mis argumentos son fuertes y mi lógica me parece sólida, por lo que podemos dar ese paso antes de volver. Si logramos encontrar a "Una", sea quien sea, podremos utilizar a los Sin Sombra en acabar con los rebeldes y darle más tiempo a este planeta antes de que llegue la flota tiránida.

La recomendación de buscar la Casa de los ecos fue de la asesina Callidus, con la finalidad de conseguir contactar con el exterior e incluso dentro de la ciudad. Por lo que una ha de ser... un psíquico!! Una psíquica más bien - Esperad, si estamos aquí es para conseguir establecer contacto, y para eso es necesario un psíquico. Luego parece que la desconocida "una" no es otra que una psíquica, una astrópata.

Skold se acerca a la torre y con voz potente trata de jugar la última baza - Como guardianes de la voluntad del imperio solicitamos nos sea concedida una audiencia con vuestra líder, la astrópata. De quien precisamos conocimientos y respuestas - Esperando no haberse confundido y sobretodo no haber hecho el ridículo delante de sus hermanos (no podría soportar una humillación delante de un ángel sangriento) Skold permanece a la espera.

Se hace el silencio durante una pesada mitad de minuto:

— Una es astrópata —parece una reflexión—. Una no dijo conoceros. Una no ordenó abriros paso. La Casa de los Ecos, pues, os está vedada.

Skold desanimado por la respuesta gira la cabeza hacia el grupo - Es como hablar con un muro, igual de inútil - Debemos encontrar la forma de entrar en el complejo y contactar con la astrópata. Pero si estos seres nos impiden el paso y no atienden a razones será difícil.

Un último intento de Skold, a la desesperada, casi implorando ayuda (lo más cercano a implorar que puede estar un Astarte) a unos engendros que no atienden a la lógica - Si es vuestro deber obedecer a la astrópata, sabed que precisamos su ayuda y ella la nuestra. Nuestra misión redunda en un beneficio mutuo, y por tanto ha de ser informada de nuestra presencia inmediatamente. No os pido que nos franqueéis el paso, solo que informéis a vuestro amo - A decir verdad, Skold, tampoco has "implorado" demasiado. Pero por el Trono, un Astarte no tiene que implorar sino exigir.

Volviendo hacia sus compañeros sin esperar ninguna respuesta, Skold comenta - Solo veo dos opciones. Tratar de acceder por el alcantarillado a la torre, o encontrar la casa del Lord. Aunque me temo que tratar con el Lord será aún más arduo que tratar con estos seres...

- La diferencia es que al Lord se le puede "convencer" -respondió Elyas flexionando los dedos de su puño de combate

Contra todo pronóstico, y ya perdida toda esperanza de que la Guardia reaccione a vuestras peticiones, algo en las palabras del Lobo Espacial parece calar en las cabezas huecas de los custodios. Uno de ellos, diferente a los de veces anteriores, dice:

— Una será consultada.

Y nada más sucede

La figura sorprendió a Skold y posiblemente al resto de sus compañeros, que ya no esperaban reacción alguna de los seres que les observaban - Supongamos que eso es positivo. Esperaremos a que nos permitan franquear las puertas. - Mientras hace tiempo Skold mesa su melena, sudada a causa del calor del casco, pegadiza, grasienta. Tendrá que volverse a trenzar el pelo cuando tenga ocasión, es lo más cómodo...

Me dispongo a marchar junto con mis hermanos, cuando la insistencia del Hermano Skold parece dar un resultado, de certeza inexistente y muy vaga utilidad, pero resultado al fin y al cabo. Vuelvo a mi posición y le pongo la mano sobre el hombro al lobo antes de hablar:

- "No tenemos tiempo que perder y no confío en lo que podemos obtener de estos descerebrados, pero si confío en ti, Hermano Skold, por lo que veremos cuales son los frutos que da tu intento antes de marchar. Espero que logres, Emperador mediante, hacer que estos tipos nos dejen hablar con la astrópata."

Me quedo a su lado y espero pacientemente a que los Sinsombra contesten a lo que preguntó el hijo de Fenris. Dudo mucho que la mujer, al ser consultada por nosotros, permanezca alejada. Somos los ángeles del Emperador y la salvación pisa nuestras huellas. No hay más esperanza en este planeta que la que nosotros portamos.

Aquello si sorprendió ligeramente a Elyas. El cabeza de chatarra había atendido a razones, y encima de un lobo; eso no se veía todos los días
 

De repente, una voz resuena en vuestras cabezas, como si fuera la misma vuestra cuando pensáis. Una voz de mujer, casi de niña, con un ritmo enigmático y pausado. Sus palabras parecen estar envueltas a un tiempo en la candidez de la infancia y a la vez, en las más terribles de las experiencias. Su timbre es agudo, pero su fondo es profundo y pesado. Le acompaña una imagen, una breve revelación, la huella psíquica de la persona que expresa las palabras, como el negativo de una foto. Una chiquilla, tal vez, de tez morena. La mirada, saltarina, pizpireta y juguetona guarda sin embargo la profundidad del mismo abismo, como la de todos aquellos que se han asomado al pozo infinito que llaman disformidad.

— Oh, Astartes —parece divertida, o sorprendida, o ambos—. ¿Qué os hace llamar a mi puerta? Oh, claro, ya recuerdo. "Y en el tiempo en que la semilla podrida de fruto a la progenie traidora, y ésta encuentre en las ratas amparo y favor, un águila surcará el ocaso con una calavera en sus garras. Y será entonces y no antes cuando todo se ahogue en tinieblas"... —parece hablar para sí—.

— Y bien ¿qué buscáis? ¿Quizá hospitalidad y cobijo para pasar la larga noche? —hay cierto tono burlón en su voz, cómo si esto fuera algún tipo de juego. Como si tuviera una percepción distinta de las cosas

La espera se prolonga unos pocos minutos en los que me pregunto si realmente obtendremos resultados allí parados antes que acabando con los enemigos y buscando a la Inquisidora por algún otro sitio. Sin embargo no es tanto el tiempo para las meditaciones antes de que una voz suene en nuestras cabezas y nos hable con un tono e intencionalidad no demasiado claras.

Doy un paso a frente y contesto en voz alta a sus palabras, incapaz de saber si debo hacerlo así o solo basta con pensar mis respuestas:

- Somos la Deathwatch y estamos aquí en busca de la Inquisidora Kalistradi. Estamos aquí debido a la situación de este mundo y la invasión tiránida en ciernes. Necesitamos que un mensaje astropático sea enviado para avisar de la avanzada situación y pedir refuerzos. ¿Cual es tu nombre, astrópata?"

Si una astrópata está viva aun hay esperanza de poder enviar el mensaje que traerá la guerra a este mundo, pero si el mensaje no ha sido enviado aun debe ser por ese bloqueo psíquico que mencionaba la asesina. De todas maneras, es un buen punto que solucionar y me da gusto que esté protegida por los Sinsombra.

Los esfuerzos del lobo no han sido en vano y Skold se alegra por ello. Es en estas situaciones cuando se pone de manifiesto la utilidad de la cabezonería propia de los lobos espaciales, siempre firmes, nunca dando el brazo a torcer - Precisamos de colaboración... - Tras decir esto Skold titubea, pues no sabe bien si hablar o pensar... Finalmente, decide hablar con voz firme aunque sintiéndose profundamente desconcertado al no tener delante al receptor de su mensaje - Precisamos de su colaboración en la búsqueda de la solución a los problemas de este planeta. El que acaba de hablarle es el jefe de nuestra escuadra, el hermano Lucian - Hace una pausa y hace amago de reverencia, bajando levemente la cabeza y doblando ligeramente el torso. Mera formalidad - A sus pies Skold, señora - El lobo permanece impasible esperando una respuesta de carácter afirmativo por parte de la astrópata.

Aquello no le sonaba bien. Parecía que "ella" estaba siendo sarcástica y no se alegraba en absoluto ver a los Astartes. Tal vez incluso se hubiese vuelto loca y no estuviese dispuesta a obedecer a los Astartes.

La voz parece callar durante unos segundos. Es una situación realmente desconcertante porque podéis oír su silencio en vuestras cabezas. Casi parecéis percibir, o queréis imaginar, su respiración mientras medita la respuesta.

— Oh, la DeathWatch, qué renombre —comenta finalmente—. Nunca he visto —la palabra parece resaltada de algún modo— a un Marine Espacial, sería emocionante hacerlo. Pasad —Como si la orden viniera de un dios, de la manera más inmediata que podríais imaginar la Guardia SinSombra se hace a los lados de forma inmediata, perfecta, dejando un pasillo para acceder a la puerta de la torre—. Venid a buscarme. No recuerdo cuánto tiempo hace que no hablo —más de lo mismo— con nadie.

Las puertas se abren por si solas, y la presencia psíquica se desvanece de vuestras mentes de un modo muy parecido a lo que le pasaría a un cadáver si mil años pasara de golpe, en un segundo.

- Esto no me huele bien... Aunque supongo que si fuera una trampa ya habría ordenado a esos cabezas de lata que nos atacasen

Dicho esto, Elyas avanzó hacia la puerta del edificio