Partida Rol por web

Se encontraban amenazados y no había necesidad - Muéstrate, venimos pacíficamente a entablar conversación con el Lord del palacio - pacíficamente si... de vosotros depende. - Como si no fuese lo suficientemente obvio al ver cuatro moles descomunales en el hall del palacio, Skold añade - Somos los ángeles del Emperador. ¡Muestrate!

Ey Seph - dice Skold al hermano sangriento entre dientes - Me apuesto el Trono a que soy capaz de acertarle antes que tu - Dicho esto  el Lobo espacial se lleva la mano discrétamente hacia su arma, no iba a empezar nada pero tampoco pensaba fallar...

Aunque Sepheran llevaba puesto el casco de la armadura, que impedía que sus gestos fueran revelados al mundo exterior, la respuesta que dio a las palabras de Skold dejó bien clara su sorpresa.

¿De qué hablas, lobo? gruñó en voz queda, aferrando aún con más precaución su bólter pesado, que levantó presto para disparar. Yo no veo a nadie. ¿acaso ahora puedes oler lo que no puede verse? preguntó muy atento a su entorno. ¿Dónde está el objetivo?

Elyas puso la mirada en blanco ante las fanfarronerías de Skold. ¿Es que no se callaba nunca?

- Un poco de calma, lobo. Podría estar en cualquier parte de este sitio, y el lugar es enorme.

Los ecos reverberaron aún medio minuto hasta perderse en el olvido. Reconocer su procedencia parecía una proeza para el oído basto de un ser humano del montón, pero la amplificación de la servoarmadura actuando sinérgicamente con el oído genéticamente mejorado de los Marines Espaciales era capaz de determinar con bastante precisión su origen. Se encontraba más adelante, en el ala oeste, probablemente un piso por encima del nivel en el que os encontrábais en este momento.

Pero había otros problemas.

Se os hacía difícil de entender la disposición del palacio. Para la cuadriculada mente lógica de un Astartes resultaba complicado entender dónde se suponía que debía estar la Sala Capital, la Residencia Ejecutiva, despacho de mando o estancia con el nombre que fuera donde se trataban los asuntos importantes (y donde, claro, podíais encontrar al Gobernador Planetario). Acostumbrados a gargantuescas y mastodónticas fortalezas erigidas únicamente de forma funcional, defensiva, el complicado equilibrio entre diseño/estatus y funcionalidad defensiva del Palacio de Avalos os desorientaba fácilmente. Sin embargo, su estructura parecía sencilla: un ala frontal y una trasera separadas por un claustro o patio ajardinado, ambas conectadas por dos transeptos (oriental y occidental). Dos pisos en todo el edificio salvo el ala trasera que disponía de tres... y quizá subterráneos en todo el complejo.

Una vez dentro del Palacio Imperial escucho los ecos de los disparos producidos en su interior. Escucho las palabras de mis Hermanos de Batalla y las respondo levantando una mano hacía el Hermano Skold como un signo para que se tranquilice:

- "Calma, Hermanos, esos disparos no son contra nosotros. Debemos avanzar para prestar ayuda si es que lo necesitan. ¡Vamos!"

Acto seguido, comienzo a avanzar hacía la zona de la que deberían provenir los disparos, a paso rápido, ignorando el hecho de que la estructura es un poco completada para lo que estamos acostumbrados. El ala oeste, un piso por encima nuestro. Mientras avanzo voy mirando en busca de una escalera para subir un nivel, para así poder llegar a la zona de la que provinieron los disparos, donde deben haber personas con las que podamos hablar.

Te seguimos hermano - Skold desenfunda su recién adquirido bólter pesado, es posible que los disparos provengan desde una larga distancia por lo que será más útil que el bólter. Además, quién podría resistirse a utilizar un arma con la boca tallada en forma de lobo.

¡Sea pues! gruñó Sepheran, aún extrañado por la actitud de Skold. Estos lobos siempre tan crípticos.

El gigante de armadura oscura comenzóa  andar a grandes pasos, sus zancadas tranquilamente vadrían por dos o tres de un humano normal. Así criaban a los hijos predilectos del Emperador, Loado fuera en su Gloria. Mastodontes con capacidad de raciocinio, pero con las habilidades aumentadas al máximo hacia una sola direccción: matar. Matar lo que amenazara el Imperio de la Humanidad. Matar al enemigo, al hereje, al xeno, al traidor. Matar...

Sepheran parpadeó, moviendo la cabeza. Cada vez le costaba más concentrarse en el lugar en el que estaba si no se hallaba inmerso en el combate. Tarde o temprano iba a acabar metiéndose en un lío...

Vamos, veamos quién dispara y contra qué.  exclamó ansioso Y si podemos matarlo, añadió en un suspiro

La sensación de inquietud se fue acrecentando a medida que os internabais en el Palacio. No habían vuelto a sonar disparos y el ambiente se había vuelto demasiado reposado. Avanzásteis hacia la nave oeste en formación y con las armas a punto aunque sin dejar de admirar la grandeza de la obra arquitectónica en que os encontrábais. Recorristeis dos grandes salas columnadas con suelo de un marmol tan blanco y tan liso que parecía imitación. Más allá de las columnas y siempre a vuestra derecha se encontraba el patio ajardinado que se asemejaba considerablemente a un claustro. Finalmente, ya en el ala oeste encontrásteis unas escaleras a la planta superior que daban a un hall más pequeño con tres salidas (norte, oeste y sur) encargado de distribuir a los funcionarios y ocasionales visitantes en diferentes direcciones. Siguiendo vuestro instinto, tomasteis el pasillo norte de donde, probablemente, habían procedido los disparos...

...pronto pudísteis comprobar que habíais elegido el pasillo correcto. Unos metros más adelante, el pasillo se ensanchaba para dar lugar a una pequeña salita, de apenas tres por tres metros, que hacía la función de puesto de guardia. Su única salida, la que dicha sala estaba destinada a proteger, era una arcada de mármol tras la que se extendía una sala mucho más grande o tal vez un pasillo excepcionalmente ancho con balconadas a mano derecha que daban al claustro. El motivo por el cual era obvia la función de la salita era desalentador: dos grandes manchas de sangre a ambos lados de la arcada constituían un recuerdo permanente de que hace no tanto allí había dos centinelas. Las manchas se extendían hacia el techo, como si el asesino hubiera arrastrado los cadáveres desde arriba y hacia arriba, dejando un reguero serpenteante en la pared. Al mirar hacia arriba os percatásteis también de que el techo estaba inacabado: vuestra mirada se perdió en las alturas, donde solo había un laberinto de vigas de madera y acero que sujetaban el tercer piso.

De pronto un grito de horror extremadamente agudo, de soprano, hendió el aire como las trompetas que anuncian la llegada de una comitiva, y en este caso la comitiva fue el caos, pues respondiendo a este grito decenas, quizá centenares de civiles que habían permanecido refugiados en alguna sala (o salas) más adelante empezaron a correr en todas direcciones. Donde antes solo había habido silencio ahora se sucedían los gritos de pánico, las exclamaciones, empujones, correteos y alboroto. No tardásteis en conocer el motivo: al asomaros a través de la arcada a la que la mayoría de los civiles trataban de llegar (corriendo pasillo a través), al fondo, pudísteis ver la figura contrahecha de un Genestealer baboseante, que se precipitaba en ese momento contra un desafortunado funcionario y le atravesaba de parte a parte con sus garras aceradas.

Había visto un Genestealer, y quería acabar con él de inmediato, costase lo que costase... Skold, que solía valorar los pros y contras de cualquier decisión antes de actuar atravesó la arcada sin meditarlo, con el bólter pesado en sus manos. No dudaría en utilizarlo, no había si quiera pensado en las consecuencias...

Un genestealer se pone frente a nosotros mientras devora a un pobre diablo cuya alma descansará una vez que pueda liberarse de los jirones de carne que le retienen. Veo que mis compañeros ya se están posicionando, por lo que les hablo:

- "Todos entren en la habitación, dejándole línea de tiro al Hermano Sepheram. Intenten no dañar a los civiles. ¡Por el Emperador!"

Me muevo para ingresar a la habitación lo antes posible. Hay muchos civiles y yo siempre he apreciado la vida de los humanos normales, que forman el cuerpo del Imperium y con ello, la gloria del Emperador.

Al fin. El silencio se había roto, la paz se esfumaba y por fin el Angel Sangriento podría dar rienda suelta a su necesidad de destrucción. Igual hasta acababa siendo un bue día, y todo.

Bien, ya sabemos porqué no había Genestealers en las alcantarillas musitó Sepheran, mientras veía cómo Skold, siempre imprudente y aguerrido, se abalanzaba hacia la arcada. Sepheran meneó la cabeza anegativamente, Siempre el mismo lobo.

Hermano Lucian, los civiles no deben ser un obstáculo para acabar con esta amenaza xenos. Si no se apartan deberán asumir las consecuencias de sus actos, y morir por el bien del planeta. sentenció mientras alojaba un nuevo cargador en el bólter pesado, con un sonoro y fatídico ¡Clack!

En ese momento dio un paso adelante y con una voz que sólo uno de los elegidos del Emperador podría utilizar gritó ante la marabunta que huía:

¡EN EL NOMBRE DEL EMPERADOR, TODOS AL SUELO! ¡LOS XENOS SERAN DESTRUIDOS AQUI Y AHORA! ¡POR EL TRONO! ¡POR EL EMPERADOR!

El dedo indice del Astarte comenzaba ya a apretar el gatillo del bólter pesado, se disponía a devastar toda la zona sin dudarlo siquiera. En el momento en que escuchó una voz firme, más allá del ruido y los gritos...

"Intenten no dañar a los civiles. ¡Por el Emperador!"

¿Por el Emperador? ¿Por el Emperador? Claaaro, por el Emperador - El dedo volvió de nuevo a acariciar el gatillo, la andanada, que parecía se había detenido por un instante, era inminente - No dañar a los civiles. Civiles... Skold, SKOLD, ¿qué vas a hacer?

Skold traga saliva costosamente y apunta, pestañea, duda... Y finalmente levanta la cabeza, aún turbada por su ciega convicción de matar a toda costa. Hace una pausa. ¿En serio iba a sacrificar a civiles sin ni siquiera planteárselo? Una cosa era sacrificar inocentes en nombre del Imperio y otra muy diferente es sacrificar a los civiles sin ni siquiera planteárselo.

Ya lo has hecho antes Skold, ya los has matado sin reparo... Sí, pero era el mal menor, era consciente de eso - Bueno, técnicamente ya has recapacitado. Ahora dispara.

Antaño Skold hubiera realizado un plegaria antes de disparar, una plegaria en su idioma, en tributo por sus creencias, ahora no. No encontraba las palabras, ni siquiera había reparado en aquello.

Skold, que momentos antes parecía totalmente decidido a disparar su bólter pesado, dudaba. Estaba indeciso tras escuchar las palabras del hermano Lucian. Y son los gritos de Sepheran los que finalmente hacen que opte por no disparar... Parece que el impetuoso lobo no se encuentra cómodo sacrificando civiles. Aunque nadie duda de que lo hará si es necesario.

Elyas no pensaba meterse en esa habitación mientras el hermano Sepheram la llenaba de proyectiles de bolter. En su opinión, era mejor formar alrededor del Angel Sangriento y estar atentos

- No olvidemos que pueden haber más cosas de esas ocultas entre las vigas del techo, y que a los vigilantes los han cogido desde arriba; si entramos sin más, podrían hacernos lo mismo- dijo mientras apuntaba al techo con su pistola bolter

Con dos enormes pasos, el Ángel Sangriento se introdujo en la sala* con la boca del bólter pesado por delante, como un heraldo de destrucción. Podía sentirlo, esa sensación estimulante de antes de la batalla, ese hormigueo que recorría su cuerpo y expulsaba la ansiedad, la contención. Era liberador. Era extasiante. Era... era casi excitante. El ruido sordo del giro del tambor precedió unos segundos a los proyectiles, apenas un par. En ese tiempo algunos de los civiles, comprendiendo lo que se les venía encima, se tiraron al suelo desesperadamente. Uno se partió la mandíbula y escupió dos dientes. Otro más allá se tiró demasiado cerca del Genestealer que tuvo tiempo de desgarrarle el cuello de un mordisco... y luego el tiempo se paró mientras la sala se llenaba de proyectiles explosivos que describieron un arco de izquierda a derecha, destripando por igual a civiles y a inocentes. Mártires en nombre del Emperador. Allá una mujer explotó literalmente cuando una bala le impactó en el pecho y a un joven cercano otro proyectil le rebanó la pierna mandándola cinco metros más atrás. Pero lo importante era lo importante. A pesar de su conocida agilidad, el Genestealer recibió tres impactos de lleno desde la rodilla hasta el pecho antes siquiera de que pudiera saltar a cubierto, que abrieron enormes heridas sanguinolientas en la carne de la criatura blasfema de las que brotó vapor con un agradable siseo. El tiránido fue proyectado hacia atrás y derribado por la fuerza de los impactos y no volvió a moverse.

Al mismo tiempo, Lucian y Skold entraron en la sala solo para darse cuenta de que probablemente el Xenos ya no necsitaba que le disparasen más.