Partida Rol por web

El Ángel Sangriento había permanecido callado durante el último rato, como era habitual en él, y habíais asumido que se encontraba tan desorientado como vosotros. Sin embargo, tras observaros tomar un par de decisiones bastante arbitrarias en las intersecciones y contemplar con desazón vuestro avanzar errático dijo, con un gruñido:

— Es por ahí, ese es el camino —señalo un corredor distinto al que íbais a tomar con su amenazador bolter pesado, como si pretendiera ametrallarlo para reforzar su decisión. Acto seguido, señaló al techo—. Hay datos grabados en las paredes. Indican aproximadamente el plano equivalente en el exterior.

Y calló de forma tan repentina como había comenzado a hablar.

Elyas asintió ante la revelación del Ángel Sangriento

- Buen ojo. No podemos permitirnos el lujo de perdernos aquí abajo

Elyas avanzó en la dirección indicada por Sepheram, atento a las sombras de su alrededor. Estaba convencido de que en cualquier momento surgirían tiránidos en una emboscada, y no estaba dispuesto a dejarse coger por sorpresa

Los caminos de las alcantarillas son como un terrible laberinto con una infinidad de túneles en los que perderse de manera permanente. Damos unas cuantas vueltas sin saber realmente donde vamos mientras agradezco la protección aromática que mi casco me entrega.

Lamentablemente estoy completamente perdido. Miro a todos lados y me da la impresión de que todos los lugares son iguales y no sé donde ir, cuando las palabras del Hermano Sepheran me sacan de mi confusión, indicando el camino y la manera de guiarnos.

Agradezco a sus palabras y les hablo a todos:

- "Muchas gracias, Hermano Sepheran. Agradecemos tu mente analítica. Ahora, debemos trabajar como uno solo y debemos estar unidos como los hermanos que somos. Dejemos que el Emperador guíe nuestras armas hacia el enemigo y nuestra miradas hacía él. ¡El Emperador protege!"

Luego de eso, intento coordinarme con mis hermanos, nuestros movimientos y respiraciones. Comienzo a actuar como un Space Marine y fundiéndome con el equipo de manera de ser uno solo en movimientos y reacciones.

Nada ocurrió. El principal enemigo en las alcantarillas resultó ser nada más y nada menos que el olor y no era rival para el filtro monoatómico de carbono microatomizado y prensado del casco de un Marine Espacial. Otra gran victoria para la Humanidad.

El avance por el subterráneo fue rápido tras comprender su estructura y transcurridos unos pocos minutos os encontrábais en pleno centro del Distrito Magistria. El cambio de entorno fue tan pronunciado que durante un momento pareciera que las alcantarillas os habían llevado a otro mundo. Reinaba la calma en las cercanías, si bien es cierto que hasta allí llegaban las reverberaciones de explosiones y disparos lejanos. Tan lejanos que casi carecían de importancia allí, como si el viento se llevase toda amenaza.

A vuestro alrededor había orgullosas mansiones con jardines de gran extensión. Las mansiones no eran ostentosas en exceso, y en contra de la costumbre imperial que parecía dictaminar que uno era más rico cuanto más recarcadamente gótica (o casi grotesca) era su mansión, las residencias de los pudientes en Lordsholm eran de manufactura sobria y esto parecía reforzar su posición. Abundaban las columnas de base esférica en mármol pulido con frontones triangulares apenas adornados. Si acaso algún lema o frase célebre, pero nada de guerreros esculpidos en escenas de guerra ni enormes estatuas para la mayor gloria del Emperador. En Lordsholm, un mundo agrícola fronterizo, la gente era sencilla y así lo eran también sus construcciones. En contraposición, los jardines son espléndidos y bien cuidados con setos regulares y la hierba cortada tanto que parece una alfombra verde de gran extensión.

Os encontráis ahora entre dos de las grandes mansiones, en una amplia calle que permanece desierta (salvando unos pocos vehículos abandonados). Un rápido vistazo os hace comprender que los propietarios se han atrincherado en sus casas con su personal, haciendo con su residencia lo mismo que hicieron con el distrito. Aunque las construcciones están en buen estado podéis ver que en algunos lugares han caído proyectiles sueltos de artillería que han dejado heridas circulares en el asfalto y abierto nuevas entradas en los setos.

Vuestros objetivos son fáciles de encontrar: la Casa de los Ecos se levanta en el extremo noroeste del distrito por encima de las mansiones como un enorme dedo grisaceo y putrefacto. Su extraño diseño contrasta enormemente con el resto de edificios del Distrito. Más cerca se encuentra el Palacio, mansión de mansiones, un gran edificio con múltiples alas y una docena de parques y jardines anexos. Lo reconocéis por su superior magnificencia y por el opulento símbolo del poder imperial, un águila dorada, que preside su fachada y se distingue con facilidad a cientos de metros de distancia.

Y en vuestro entorno más cercano, solo silencio y el susurro de la brisa marina, que arropa una ciudad asustada y herida como una madre que tapase a su hijo pequeño para protegerle de los horrores ficticios de la noche.

El aire limpio de las calles del Distrito Magistria nos recibió, aunque pasó desapercibido pues mi casco me mantiene separado de él y de todo lo que me rodea. Un Astartes necesita sobrevivir hasta en los entornos más hóstiles, por lo que necesitamos una manera de sobrevivir a la falta de aire o a los gases tóxicos, cosa que nos mantuvo seguros de los malos olores de las alcantarillas.

Una vez fuera, puedo ver el paisaje que nos rodea y tomar rápidamente las decisiones:

- "Debimos traer al equipo del Sargento Black. Mi plan era dejarle protegiendo la Casa de los Ecos para mantener las comunicaciones seguras, pero todo el problema con el Teniente no me permitió evitar que le despachase el Hermano Skold. Bueno, no es relevante ahora. Lo que haremos es primero ir a ese lugar y averiguar todo lo que podamos, desde el destino de la Inquisidora hasta la posibilidad de enviar el mensaje a la Fortaleza de la Vigilia. Si logramos dar aviso de la situación y asegurar los refuerzos, nuestra vida habrá cumplido su propósito y podremos morir en paz luchando y sirviendo al Imperium. Ese será nuestro objetivo primario."

Acto seguido, con mi espada de sierra en la mano derecha y mi pistola bólter en la izquierda, me encamino hacía la Casa de los Ecos decidido a no permitir que nada sea capaz de detener nuestro avance.

El paso por las alcantarillas había sido bastante menos penoso de lo que había imaginado; le sorprendió incluso no haberse encontrado con una emboscada de tiránidos. Y aquel distrito parecía estar en relativa calma, pero sospechaba que no era más que la calma que precedía a la tempestad. Siguió al hermano Lucian sin decir nada, camino de la Casa de los Ecos.

Por fin en la superficie - dice Skold quitándose el casco que tan poco le gustaba y soltando su melena para refrescarse con la brisa de la noche - Este aroma si es el aroma de la batalla, no las heces de ahí abajo.

Tras escuchar las palabras del hermano Lucian, Skold añade - Esa era también mi intención, pero tras el desafortunado incidente con el teniente se puso de manifiesto que no podríamos confiar en ningún soldado de la FDP, y actué en consecuencia.

Mientras caminaba en la retaguardia hacia la Casa de los Ecos Skold se da cuenta de que es posible que sea de más utilidad en la vanguardia, por lo que aprieta el paso hasta llegar al hermano Lucian - Recordad que nos encontramos en Magistria sin el consentimiento del Lord del distrito. Somos Astartes, no lo necesitamos pero su colaboración podría ahorrarnos varias horas de búsqueda... no lo desaprovechemos - Dicho esto Skold calla y avanza precavido.

Mientras avanzo, escucho las palabras de mi Hermano Skold y asiento a ellas antes de contestarle:

- "Es muy cierto y son de gran sabiduría tus palabras. El apoyo de los poderosos del planeta que aun puedan dar sus recursos para mantenerlo en pie es algo que podría ayudar mucho. Lo primero en este momento es contactar con los refuerzos. Una vez que terminemos en la Casa de los Ecos, nos dirigiremos a ubicar al Lord y veremos qué podemos hacer ahí."

Sigo caminando, con los ojos bien abiertos y con mis pasos firmes hacía el edificio grisáceo del fondo del paisaje.

El avance por las grandes avenidas asfaltadas del Distrito Magistria fue rápido y sin complicaciones... pero cuando llegásteis a vuestro destino descubrísteis que no todo iba a ser tan sencillo...

Erigida como una pústula de especial altura en el límite de los jardines del Palacio, la Torre de los Ecos era un edificio de un color gris incómodo que contrasta fuértemente con todo su entorno. Gótica y recargada, situada en el mismo borde del acantilado bajo el que ruge el mar, parece un mal presagio, un sueño intranquilo, una intromisión en el exquisito urbanismo del distrito.

...pero no se trataba de eso...

Ordenados en impecables columnas, filas y filas de soldados esperaban en silencio monacal y pose imperturbable. Custodios, guardianes. Todos en la misma postura, parecían hasta respirar a la vez e iban pertrechados de forma extraña, con máscaras que hacían muecas y ropa de un extraño material que absorbía la luz y la emitía de nuevo mucho menos intensa, en todas direcciones, causando un efecto perturbador: no tenían sombra. Su simple presencia era inquietante, había algo en ellos que no les hacía humanos, o más precisamente que no les hacía personas. Sabíais el qué. De nacimiento y anatomía humanas, la Guardia Sinsombra, como otras guardias de honor, estaba compuesta por miembros forzosos a los que se había purgado la mente y extirpado las emociones. No sentían de forma humana, en eso se parecían a vosotros. Pero tampoco pensaban de forma humana, meros títeres, extensiones de la voluntad de aquel a quien servían. Habían sido programados para ello y solamente para ello.

Y aún había más. Estaban bien equipados, eran quizá la tropa mejor equipada de todo el planeta y quedaba claro que los rebeldes e incluso la Fuerza de Defensa Planetaria no podían ni comparárseles en este aspecto. Armaduras de caparazón y armas de buena manufactura. Por suerte, a primera vista, no parecían tener armas pesadas y tampoco eran demasiados, uno o dos centenares.

La casa de los Ecos imponía, como también sus ordenados y entrenados "guardias sin sombra". Privados de emociones humanas para servir a su amo - que parecido tan razonable guardaban con los Astartes, ambos privados de sus sentimientos, convertidos en máquinas, únicamente para servir a su señor

Por la gloria del Emperador - susurra Skold con una sonrisa amarga en la boca - es en estos momentos cuando un Lobo se avergüenza de lo que es. No de ser lobo, eso nunca. Pero si de ser una máquina en manos del Imperio, de ser su mano derecha, aquella con la que se limpia el culo.

Una rabia profunda invade la mente de Skold, una rabia antigua, animal, una rabia salvaje. Le encantaría exterminar a esas criaturas por lo que son, o más bien por lo que no son. Siente desprecio hacia ellos, hacía si mismo, pues ¿no somos parecidos de algún modo?

Far hjælpe mig besvare mine spørgsmål, for at finde svar. 

Fader, hjælp mig til at betjene dig.

Mucho más calmado tras la plegaria Skold enfría su mente y razona. Razona por el bien de la misión, por el bien de su cometido, por el bien del Imperio.

Bien, parece que vamos a vivir un episodio de diplomacia Astarte. Hermano Lucian, parece que es tu momento de gloria. Estos seres responden ante algo o alguien, y me da en el olfato que es ante el Lord - Skold hace una pausa, mira un momento a las puertas y añade - En caso de que no sirvan las palabras siempre podremos volar las puertas y barrer a los sin sombra. Dejémoslo como el plan B de momento.

El paisaje de la Casa de los Ecos era imponente aun antes de mostrar a centenares de Guardias Sin Sombra protegiéndola. Observo rápidamente la zona y veo los detalles que a primera mirada se ocultan pero que hablan mucho de los resultados que tendría una intervención violenta de nuestra parte.

Escucho las palabras del Lobo y le respondo con una sonrisa:

- "¿Barrer a los Sin Sombra? Hermano Skold, el Códex menciona claramente las diferencias entre valor y suicidio, así como entre seguridad y arrogancia. Eso, eso y eso..."-Digo mientras apunto a las tres armas pesadas que he logrado vislumbrar, dos cañones pesados y un arma automática-"...Haría mucha diferencia, además de que nos costaría mucho en caso de lograrlo. Los recursos que gastaríamos en el asalto y acabando con el centenar de guardias, sin contar con nuestras propias integridades, son para acabar con el enemigo Xeno y salvar a este mundo, no para desperdiciarlo con estos pobres infelices. No, ese será el plan solo si no tenemos otra opción. Intentaremos negociar con el líder de ellos y si no está o no quiere negociar, iremos a por el mismo Lord del Distrito para que baje las armas de sus guardias y los ponga al servicio de la defensa planetaria. Ellos también son un recurso valioso en este momento oscuro."

Me acerco un poco hacía donde están los guardias y levanto la voz para ser escuchado por todos los presentes e incluso por alguien dentro de esa estructura y las aledañas:

- "Soy el Hermano Lucian, del Capítulo de los Ultramarines del Adeptus Astartes. ¡Exijo hablar con quien está a cargo de la Guardia Sin Sombra! ¡Lo exijo en nombre del Trono!"

Avanzo cauteloso hasta ponerme a una distancia razonable para no ser sentido como amenaza pero no parecer que estoy hablando desde la ocultación y la cobertura, sino dando la cara a quien dirijo mi voz y mi presencia.

Elyas contempló a los Sinsombra con indiferencia. En cierta manera le recordaban a los servoarmas que a veces formaban parte de los séquitos inquisitoriales; soldados lobotomizados que solo obedecían las órdenes de su señor. Eso podía ser tanto una ventaja como una desventaja, pues si su señor se había vuelto corrupto, seguirían obedeciéndole sin chistar. Al menos ellos, los Marines Espaciales, conservaban su libre albedrío y podían deponer a un superior corrupto si lo consideraban oportuno. Esa era la diferencia entre un hombre y una máquina.

El Ángel Sangriento plantó su enorme pie blindado sobre un pequeño murete de ladrillos, que se desmenuzaron en trozos más pequeños ante su enorme peso. Con premeditada lentitud, se cambio el bolter pesado de hombro, y apoyó la parte frontal de éste en su rodilla levantada, apuntando a ningún sitio. Contempló en silencio la escena unos segundos, meditando, como queriendo medir el potencial de la Guardia Sinsombra y de la misma edificación.

— Yo también veo las armas pesadas —comentó—, pero no olvidéis que ellos no son los únicos que las tienen —y palmeó con satisfacción su arma automática.

Tras las palabras de Lucian, encogió sus hombros y dijo, en voz más baja:

— La diplomacia está muy bien... pero no obstante yo les daría una calurosa bienvenida para estar seguros —finalizó. No cabía duda de a qué se refería.

Una voz, una cualquiera, replicó a las exigencias del Apotecario, pero no era una voz humana. Era una voz plana, sin ningún tipo de inflexión ni entonación. Cada una de las sílabas era exáctamente igual que la anterior y carecía por completo de cadencia. Un servidor de combate hablaría de un modo más natural.

— La Guardia Sinsombra solo acepta órdenes de Una.  La Casa de los Ecos os está vedada. A todos.

Vaya, además de sin sombra parece que nos encontramos también ante la guardia sin palabras... es escueto, no cabe duda - Esperábamos encontrarnos con todo el descomunal poder del Lord, pero la primera noticia que tenemos es que la guardia responde ante "una". Tiene su gracia ¿verdad? - comenta Skold animádamente con los Astartes. Dicho esto se acerca a Lucian y pone una mano en su hombro, señal de apoyo, de que no está solo - ¿Podría ser la inquisidora? - susurra en voz muy baja, no quiere que sus palabras lleguen al otro lado del muro - Deberíamos de tratar con "una" directamente hermano - No estoy muy versado en los nombres propios del planeta, pero Una no suena como tal. Y si es así que el Trono me de fuerzas para no desternillarme en su presencia.

- Sea como sea, no creo que nosotros cuatro podamos pasar esta barrera. Habrá que buscar una alternativa

Si, podían venirle con el rollo de que es su tarea como Marines Espaciales el cumplir su misión hasta las últimas consecuencias y bla bla bla... pero no recordaba ningún capítulo del Codex Astartes que dijese "lánzate de cabeza a un suicidio sin sentido si no te apetece pensar una alternativa más segura"