Partida Rol por web

Skakan los guió hasta un corredor que acababa en una escalera que descendía hacia las entrañas de la tierra. El trasgo se paró delante de los escalones y dijo:

-¡Skakan ha cumplido su promesa! Dos monedas de oro más y podréis continuar hacia la sala de válvulas. ¡Ja ja ja! ¡Y Skakan es un trasgo rico!

—No lo digas muy alto, Skakan, que ahí he visto que te rajan sin pensar— dijo Phillip entregando las dos monedas que faltaban a Skakan. 

—Lamento que no hayas disfrutado del camino, Marrath— dijo Phillip algo contrito, pero contento de seguir. —¿Encendemos la linterna y bajamos?— comentó dispuesto.

El clérigo se encogió de hombros ante las palabras de Phillip. No tenia demasiado que añadir, habían optado por la via fácil, solo esperaba que no fuese asi siempre, odiaba no poder decidir por sí mismo lo que tenía o podía hacer.

Marrath buscó entonces un palo o hierro suelto por el suelo para imbuirle con un conjuro menor de luz y darselo al paladín.

- Será mejor que lleves esto. No hace falta gastar aceite para mantener iluminado el camino.

Demasiado dinero para su gusto, y posiblemente más del que el tipo iba a ver en su vida.

"Al menos la rata está buena"

Por lo que habían optado no era "la vía fácil". Era "la vía que era más fácil averiguar", malo si resultaba que alguien les estaba buscando, aquello era una encerrona o llegaban forjados dementes a rematar el trabajo de su compañero. Desgarró un trozo más del espetón y tiró el palo por ahí: buena carne, y barata, además el fuego lo cura todo.

-Un momento...

Phillip entregó el palo brillante a Sleuth. —Lleva esto y el mapa, me tendrás que ir indicando, yo abriré la marcha.— Sin vacilar, desenfundó su espada, aprestó su escudo y avanzó entre las sombras. 

Marrath avanzó, tratando de ver algo en aquella oscuridad profunda...

Iniciaron el descenso por la estrecha escalera, que giraba y giraba sobre sí misma hasta la propia alcantarilla. El hedor a agua podrida se hacía intenso, casi asfixiante. Las sombras se habían vuelto tan densas que era necesario el uso de antorchas o linternas, o perder toda esperanza de ver el siguiente paso. Así, entre las sombras, fue como Phillip descubrió al forjado que los aguardaba allí abajo, agazapado para atacar. Abrió la boca para dar la alarma, pero el forjado fue más rápido. Lanzó una estocada mortal a la axila de Daneel, pero con tan mala puntería que se clavó en la armadura.

Una de las vávulas se abrió y un chorro de agua a presión cayó en la acequia central. Escucharon unos chapoteos que venían desde el agua sucia. Dos cambiantes en su forma bestial corrieron y saltaron hasta ellos, rodeando al paladín. El forjado dio un paso a un lado y atacó de nuevo a Daneel. Su estoque fue certero esta vez, atravesándolo de lado a lado.

-Tenéis el diario del preboste -dijo con voz neutra-. Dádmelo y os dejaré vivir.

Phillip siguió el mapa por los lóbregos pasadizos, alerta a cada sonido, a cada rincón, y aún así se encontró con una emboscada, con un tipejo atacando a Dannel, la sangre del... compañero de Phillip cayó al suelo.

—¡No os daremos nada, asesinos y ladrones!

Dos cambiantes estaban cerca, les habían rodeado y formaban parte de la emboscada, el paladín suspiró. Tantas horas discutiendo con los clérigos con que los cambiantes y los forjados no son almas siempre descarriadas que no tienen ni alma y tienen que ser destruidos... y ahora tratan de matarnos. 

—¡Marcharos de aquí!— gritó mientras atacaba con su espada, calculando mal la distancia en la oscuridad. —¿Qué sois, para andar emboscando en las sombras a la gente que no os ha hecho nada?

SABÍA que esto iba a pasar.

"..."

Vale. Lo admito. ¿Los cambiantes? eso ha venido completamente de sorpresa. Se hubiera imaginado que era de una especie de culto de enemigos de la carne. Saltar a eso como la primera deducción... creo que Sharn me está marcando demasiado; una ciudad en la que cada uno tiene su propia religión y la mitad son horribles, esas cosas pasan. Con un chop se sumergió hasta las rodillas en mierda, esta vez (otra vez) nada metafóricamente y preparó lo único que tenía a mano para poder defenderse del asunto. Dos contra uno sería injusto, pero no iba a dejar sólo al chiquillo por materias de amor cortés o como se llame.

-Avísame si viene el otro -dijo, mientras cogía al cambiante de la pierna para asegurarse y descargaba un tajo con el acero en el gemelo.

La aparición de un nuevo forjado y dos cambiaformas me pilla por sorpresa, algo que no pasaba desde hacía cierto tiempo, y aunque el primer envite del gigante de metal no consigue alcanzarme, el segundo me hace un gran corte que escuece como una tormenta en el mar. Enseñando los dientes con una mueca siniestra, me aparto de la criatura lo suficiente como para que no pueda alcanzarme con su estoque y, aguantando la respiración durante un segundo, desenfundo el arma que portaba a mi espalda, ya arreglada y lista para el trabajo.

-Traga plomo, pedazo de chatarra. -A esta distancia, el tronar de mi arma resuena con fuerza mientras el proyectil sale disparado impactándole con fuerza y causándole, al menos, tanto daño como el que él me ha hecho a mí. La única pega es que a tan corta distancia no me va a dar tiempo a cargar una nueva munición como ya llevaba puesta, lo que significa que poco más voy a poder disparar en este combate a menos que el enemigo huya. Ahora solo queda confiar en que el elfo de pelo blanco, si bien no acabe con la criatura, al menos me eche una mano en el combate para evitar que vuelva a trincharme como a un pájaro de corral.

El elfo sacó su daga y se preparó para evitar un posible ataque del fojado. Entre la esquina, que le protegía, y la posición que ostentaba, tratando de cubrirse lo máximo posible, esperaba poder evitar que le hirieran.