Partida Rol por web

Me coloco a cuatro patas en el suelo e intento sutilmente llamar la atencion de la rata para que se gire hacia mi, esperando captar su atencion.

El animal duda y a punto está de escapar cuando te percibe, pero consigues el contacto visual que te hace falta y llevas a cabo unas rápidas negociaciones con el animal, que, por supuesto, incluyen comida. El animal puede infiltrarse en la parte superficial del templo o en las madrigueras que hay bajo la ciudad, pero ninguna llega al templo. Al menos no de momento.

La noche ha avanzado, pero no tanto, queda fácilmente más de la mitad de la misma.

Los años pasan raudos, envuelto como estás en tus tramas ciudadanas. El templo de Ptah permanece impermeable a tus pesquisas directas, pero con el tiempo la información sobre éste empieza a fluir adecuadamente. Tus contactos florecen, tus informadores proliferan, tus aliados se refuerzan (con tu inestimable ayuda, en ocasiones), tus finanzas mejoran y tus criados refuerzan toda la estructura que tú tan arduamente has trabajado.

Eres Senmut, Sinuhé, Hepy, Nefer e incluso Ank-Pther el demonio, una miríada de personas para cumplir con tus objetivos. Te cuesta cierto esfuerzo y dedicación, pero según pasan los años pasas a controlar la vida, o al menos ciertos objetivos de familias enteras: ladrones, sacerdotes, mercaderes e incluso nobles. Cuidas y podas con cuidado y sin miramientos las ramas de dichas familias, adaptándolas a tus necesidades. Y obtienes frutos. Menphis está abierta a tus pesquisas, no volverán a sorprenderte, o eso crees...

Así como esperabas que el templo de Set se estancara mientras que el de Osiris y especialmente el de Ptah medraran, no esperabas todos tuvieran sus idas y venidas. Consigues saber que Joseth, el sacerdote de Set que permaneció en el templo durante la crisis de sucesión de Narmer y el ataque de los avatares de Anubis, deambula algunas noches por las más oscuras calles de la ciudad y pronto establece una base no sacerdotal desde la que actuar. Joseth controla una cervecería de mala reputación que pronto crecerá, prosperará y atraerá a ciertos clientes más selectos de lo que uno cabría esperar. Después va evolucionando hasta convertirse o combinarse, según se mire, con un lupanar.

Pero hay un peligro que acecha en las calles de Menphis, algo oscuro y mortal. Y se ceba en los habitantes más oscuros de la ciudad, los menos sinceros, los más problemáticos. No hay denuncias al respecto, pero sí se comenta como un rumor que es mejor susurrar que decir en voz alta. Algunos de los clientes de la cervecería-prostíbulo de Joseth son presa suya... ¿Habrá vuelto tu sire?

Andrómeda, por su parte, retoma sus actividades cortesanas, en casas de nobles, a veces acompañado por su "esposo" Arquiro. No vuelve al templo de Set. ¿Libre, tal vez? Arquiro y ella acuden ahora con regularidad al templo de Ptah y se integran en su culto y celebraciones.

Respecto a las más altas esferas, ignorando ya el tema de los vástagos, el gobierno de la ciudad recae a menudo en la familia del faraón, pues Aha se enzarza en numerosas guerras. Primero con Nubia, luego con Libia y vuelta a empezar. Es un gran general que vuelve siempre victorioso, en mayor o menor medida. Bajo su gobierno Egipto se enriquece, por sí y por la rapiña hacia sus vecinos menos afortunados. Pero es un faraón guerrero, no un político o sacerdote. Realza el palacio de Menfis como símbolo de prosperidad y como monumento a sus logros, pero poco más hace a parta de sus medidas iniciales respecto a los cultos. Las cosas cambian, no obstante, según el faraón se acerca al final de su vida. Comenzó como alguien austero y pragmático, pero los años le cambiaron y familiarmente ha llevado una vida disoluta que han contribuido a crear cierta competición entre nobles y cortesanas por ganarse su favor aprovechando esos vicios.

Finalmente, te sorprende saber que Aha ha ordenado y presenciado un sacrificio humano en pleno día, ante el pueblo de Menphis. Desde ese mismo momento sabes, o al menos intuyes, que la vida de Aha se acerca a su fin...

Muchas son las cosas que han pasado. Me regocijo en mis propios logros y observo con preocupacion los de los demas...sobre todo los de Joseth.

La situacion parece tensarse de nuevo, se huele el cambio en el viento que llega del norte, se ve el cambio en los destellos rojos del Ra moribundo que abandona el cielo.

Que habra llevado a Aha a cometer semenjante locura....el pueblo no estara demasiado contento.

Es posible que haya ahora mismo muchas personas sedientas de poder esperando apropiarse del trono.

Y esos misteriosos ataques....merece la pena investigarlos.

Pensando en esas cosas el Nosfer empieza su larga noche.

Primero busca la complicidad de sus gouls, aliados e informadores.

Tras las visitas necesarias me encamino hacia el palacio.

Te preocupa tu "joven" acompañante. En realidad no lo tienes desde hace tantos años, pero lo que fue una bella cara, poco a poco ha ido transformándose, mostrando un enfermizo e irritado. El hecho de que tenga la necesidad de rascarse cada poco no mejora las cosas. Con la fración de fuerza de tu vitae de la que se beneficia ha venido también una fracción de tu maldición... Ahora, a parte de sus propios contactos y de servirte de enlace, guardaespaldas o similar, ya de poco más sirve, aunque claro, es infinitamente más bello de lo que tú eres en tu estado "natural".

En cualquier caso, entre unos y otros, algunos más fiables que otros, logras averiguar algunas cosas: el sacrificio se hizo en realidad a la caída de la noche, en honor a los "dioses de la noche venidera". No te saben explicar más, el que oyó el discurso no es precisamente una persona muy inteligente y entre el rumor del pueblo reunido y su pocas luces, así como las conversaciones que pueda haber mantenido hasta hablar contigo, el mensaje puede haberse desvirtuado bastante.

El pueblo, por su parte, está alterado. El hecho de que su faraón, habiéndose pasado años limpiando las fronteras de Egipto de posibles enemigos haya hecho un sacrificio humano a "los dioses de la oscuridad que se ciernen sobre Egipto" o algos así, ni qué decir hay que no puede causar sino malestar. Pero más allá de los pensamientos más o menos nerviosos de la gente, no ha habido movimiento alguno de protesta. Sería peligroso.

Los nobles parece más alterados, si cabe, que el pueblo. ¿Sacrificios de sangre? Eso es una condena a muerte encubierta... No les gusta y no creen estar al margen de los posibles elegidos como víctimas. Puede que lo consientan, pero ellos sí protestarían si uno de ellos fuera elegido.

Se dice, pero no se asegura, que el culto a Set ha sido consentido estos últimos años, aunque no hay pruebas que lo demuestren, claro. Pero pasar de ahí a que pudiera tener a un asesor setita sería un paso demasiado grande.

Por último, está el tema del sucesor. Aha no tiene una descendencia clara. Nunca parece haberse decidido a declarar a su heredero y tiene una esposa y varias concubinas con numerosos hijos. La cosa no está clara para el pueblo y tu contacto de palacio sólo puede decirte que últimamente hace más caso a una concubina en particular que al resto, pero eso no significa demasiado.

Acompañado por su ghoul el Nosfer se acerca al palacio. busca en las cercanias un luegar adecuado para que su acompañante le espere de forma que pueda controlar el acceso principal a palacio sin levantar sospechas, alguna taberna cercana quizas o algun lugar lo suficientemente sombrio como para que el pase inadvertido.....

Le ordena esperarle y controlar lo que pueda los movimientos hacia y desde el palacio.

Despues de ello se desvanece en las sombras cercanas para pasar a formar parte de la noche....invisible ante los ojos humanos...aunque no ante los ojos de Horus, recuerda el Nosfer, y decide incrementar sus habituales precauciones.

Adentrarse en palacio es curiosamente sencillo y complicado a la vez. Durante estos años el faraón ha hecho grandes reformas en palacio, conviertiéndolo en el edificio más imponente de la ciudad y, por tanto, de su imperio, por lo que te ves desorientado incialmente. No obstante, tu propio sentido común te hace entender la disposición de las salas. Los guardias, en cambio, aunque son numerosos, no portan como maquillaje el ojo de Horus, lo que te alivia, aunque no te relaja. Tras algunas comprobaciones, determinas que son completamente ajenos a tus actividades: no son capaces de detectarte.

Te dirijes al ala nobiliaria de palacio, paseándote por las salas sin puertas, flanqueadas de soldados a los que resultas invisible. El silencio resulta abrumador. No hay fiestas, no hay reuniones y seguramente los posibles conspiradores, aunque actuen ahora, al amparo de la noche, lo hagan lejos de los oídos del faraón.

El silencio de palacio resulta bastante revelador. Aqui esperaba encontrar a los que apoyaban al faraon, preocupados por la situacion... pero parece que las ratas abandonan el barco...el faraon esta acabado si nadie se preocupa por el.

No hay reuniones para intentar evitar posibles revueltas o motines, no hay gente preocupada por su futuro, no hay cuchicheos sobre lo ocurrido. No parece que se haya incrementado la seguridad...

Parece que para los habitantes de palacio la situacion esta clara, demasiado clara. Al faraon le queda poco...

Habra reuniones seguramente para repartirse el poder...pero no se celebran en palacio.

Tras meditarlo un instante me acerco hacia los aposentos del propio dios viviente, siempre atento a los guardias y los temibles ojos de Horus.

Tras un largo y cauteloso deambular por enormes salas de piedra, consigues dar con las habitaciones del dios-viviente. Ante la amplia puerta cubierta por una simple tela fina bordada en oro, hay dos soldados musculosos de piel marcada por los combates, pero sin símbolos extraños que puedas relacionar con magia de ningún tipo.

Por encima del sonido de la brisa que recorre las salas y agita las suntuosas telas colgantes, alcanzas a oir el murmullo de alguien, balbuceando algo irreconocible.

Con la mayor de las cautelas me hacerco todo lo que pueda, intentando no desvelar mi presencia y agudizando mi oido.

Es posible que los sacerdotes de Ptah tambien hayan abandonado al faraon.

Accedes a una cámara grande, imposiblemente grande para ser simplemente el dormitorio que es. Un enorme lecho rodeado de finas telas con bordados de oro para impedir el paso de los insectos lidera la habitación. Dentro se puede discernir la figura de un hombre corpulento con sueño intranquilo. Ya a esta distancia se escuchan sus murmullos, aunque siguen sin tener ningún sentido.

Antes de avanzar más estudias con detenimiento la habitación: en las esquinas se ven pebeteros de pequeño tamaño, seguramente para iluminar la sala por la noche, aunque ahora están apagados y la única luz que entra es la de una estrecha ventana y una puerta que parece llevar a su jardín privado. Varias enormes columnas de piedra sustentan el elevado techo plano de piedra de la habitación. No hay nadie más, sólo la brisa nocturna que agita débilmente las telas.

Ante la falta de luz los ojos de la noche son bienvenidos...

Desde la entrada escudriño de nuevo la sala.

Nadie vela los sueños del faraon, ni un triste sirviente?

Despues me fijo en las posibles salidas, la ventana y la puerta, pues la huida es siempre una buena opcion.

Tranquilamente me desplazo en la gran sala, buscando refugio en las grandes columnas, mientras me acerca al lecho del dios-viviente.

Los sueños del faraon parecen haberse trocado por pesadillas...

Aun desde la distancia busco reconocer al ser que vi en el rio y que supuse que era Aha! El tiempo habra hecho mella en el, pero algunas cosas seguro que son reconocible. Recuerdo asi mismo su capacidad para detectarme, asi que permanezco a una distancia que considere prudencial...

Realmente duerme?

Un poco de concentración cambia tu visión a una mucho más eficaz, capaz de captar todos los detalles de la noche. La sala, efectivamente, está completamente vacía de toda presencia humana, salvo el durmiente. Tal vez una extrema desconfianza sea la causa de la ausencia de sirvientes. No obstante puedes ver a ahora la presencia de guardias en el jardín privado. Una voz y un pequeño cuerpo de guardia se presentaría al instante en la sala.

La ventana es demasiado estrecha para que ningún humano se colara por ella, pero la puerta por la que has entrado y la que da al jardín son amplias, más de lo acostumbrado, además de embellecidas con pequeñas columnas a los lados.

Bordeas la habitación con calma, sigiloso como una sombra, siguiendo la pared, hasta hayarte en un ángulo adecuado para tu aproximación al lecho real. La presencia de las telas-mosquiteras te impiden ver más que la silueta de la alta figura yacente y te resulta imposible confirmar que sea alguien que hubieras contemplado con anterioridad, en el río o no. Es, eso, sí, una figura extraordinaria, seguramente de alguien de más de 1,8m de alto. Musita entre dientes palabras sin sentido y se revuelve en su sueño. Hueles el sudor y el miedo.

Escucho un momento los murmullos y con suma cautela me acerco aun mas hacia el lecho.

La situacion me inquieta y aunque no sea capaz de ver a nadie en la sala me da la impresion de que algo mas se encunetra en la misma. Me da la impresion de que algo atormenta al faraon, algo mas que su propia conciencia o mente atormentada.

Sea lo que sea no es visible, asi que intento agudizar el resto de mis sentidos, sobre todo el sexto, esa sensacion en el espinazo de que algo no va bien.

Al llegar al lado del lecho observo al faraon, asi como el lecho y las telas.

Te acercas con cuidado al lecho del faraón hasta que tu cara queda casi tocando las telas, lo que te permite mirar a través de ellas con cierta nitidez. Ahora puedes discernir con mayor claridad la figura del dios-viviente. Es un hombre alto, efectivamente, que seguramente sobrepasa el 1,8m de altura, aunque resulta complicado saberlo dados sus movimientos y que no se encuentra estirado. Tiene los músculos de aquellos hombres que se han dedicado al trabajo físico pero a los que la vejez ya ha empezado a atacar seriamente. Parece mayor, con barba fina y larga sólo sobresaliendo de su barbilla. Musita palabras inconexas, claramente en egipcio: nombres de hombre y de mujer, gime, luego grita "muerte" en su estado de sueño profundo e inquieto, un grito amortiguado. Ahora ya tienes claro que no es el hombre del río. Está desnudo completamente y no adviertes marcas de maquillaje o pinturas de ningún tipo en él, de eso también puedes estar bastante seguro.

Finalmente observas que las telas y te percatas en el último momento de que, a diferencia de lo que ocurre con la tela de la entrada, éstas no se desplazan con la brisa. Esto, ni qué decir hay, te inquieta. Entonces, por un momento, por el rabillo del ojo, ves una figura flotando en el aire a tan solo un par de metros de ti, muy alta y oscura, entre tú y la puerta por la que has entrado.