Partida Rol por web

Tras recoger sus cosas, y una ducha rápida, llegaron al hangar cuando los demás entraban, todos a la vez. Sumiye alzó una ceja, sorprendida por la casualidad. Cada una con su equipaje, esperaron a que la instructora les diera paso y ocuparon dos asientos lo más cerca de la cabina que pudieron.

***************

Las horas pasaban demasiado lentamente para ella, que jugueteaba con su data-slate leyendo una y otra vez los informes, las características del crucero de la clase Dictador hacia el que se dirigían. - Tenebrae Venandi. Tres armas principales, a proa, babor y estribor, vector de ataque delantero....con más de 5km de largo y casi uno de ancho. Eslora y manga, eslora y manga....bien. Barracones, templo, cantina, hangares a babor y estribor... - perdida en su lectura, cogió distraídamente el pitillo de lho que le alcanzaba su compañera y le dio una larga calada, antes de devolvérselo sin mirarla. Ardía en deseos de llegar a su destino, pues estaba obsesionada por leer los informes sobre los nuevos interceptores que iban a pilotar.

El sueño de su infancia, cumplido, ahora tocaba ir a por el siguiente sueño...su propia nave.

Levantó la mirada y contempló a sus compañeros, rostros adustos y duros, en su mayoría, como el de ella, que iban perdidos en sus pensamientos mientras se acercaban a su destino. Ninguno parecía especialmente brillante, capaz o espabilado.

- Mejor, mi camino será más sencillo así -

La dureza del asiento le hizo removerse varias veces, incómoda mientras notaba como su conexión espinal le picaba de nuevo. Había tenido una seríe de roces que le molestaban y aplicando un poco de un mejunje que había conseguido se le estaba calmando, pero aún y todo le daba comezón.

- Apuesto a que no tardaremos en ver esos preciosos interceptores... - dijo en voz baja, casi más para sí misma que para nadie en particular.

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Despertó de golpe, notando un par de toques en su brazo izquierdo. Era Rini-Au, que le estaba despertando con suavidad y disimulo. Parpadeó varias veces mirando a su alrededor. Lo último que recordaba era escuchar a Solomon gritar y luego...¿estaba mirando su data-slate? Miró entre sus pies y supo que el peso que notaba allí era el Data-Slate que había sacado con intención de mirarlo y que se le había caído cuando se había desmayado. Todo había sido un sueño. 

- Puta mierda. - pensó, sin llegarse a creer que aquello le acababa de pasar a ella. De nuevo apretó la mandíbula mientras recogía el Data-Slate del suelo y lo guardaba en su funda de la chaqueta. Cuando aún no se había levantado del asiento, la Instructora Domochevsky ya estaba poniendo los puntos sobre las íes. La segunda advertencia era en un tono mucho más serio que la primera. Al parecer, algo había sucedido y empezaban a sumar puntos negativos como grupo. Malo. 

Sin decir nada, recogió su petate con sus pertenencias y tomó el mismo camino que Solomon, camino del cuarto.

Apenas varios pasos después, decidió presentarse para empezar a calmar el ambiente, sería lo mejor. Se puso a la altura de Solomon y le hizo un saludo informal llevándose dos dedos, indice y corazón, a la frente. - Hola, me llamo Sumiye-Masaru. Mi especialidad es maniobrar en combate cerrado, aunque yo lo llamaría "maniobras arriesgadas" y los cálculos navegacionales en general, se me dan bien los mapas. Tengo buen ojo disparando y mi compañera se transforma cuando le das una buena arma que disparar hacia el enemigo...También puedo recomponeros si se os rompe un hueso durante la instrucción. ¿Y a tí, qué se te da bien? - le preguntó, tratando, sin mucha práctica, algo que se le notaba, de entablar algo similar a una conversación. 

Para Fitzroy el viaje fue un transcurso agradable.

De casta noble como era, estaba íntimamente familiarizado con la situación de pasar luengas horas sin hacer nada, hasta el punto de que era una segunda naturaleza para él, y por tanto gastó ese tiempo fumando cigarrillo mentolado a través de una larga boquilla, cigarrillo que por supuesto le prendió el leal Baldrick, no fuera a ser que el hombre se rompiese una uña en el proceso o se le agrietasen las manos por realizar el más mínimo trabajo práctico (no incluído matar gente, afición muy noble). Y para eterna vergüenza de alguno de los componentes del grupo, el hombre estuvo despierto y activo durante el viaje, tarareando hmmm-hmmm-hmmmmmmm al son de alguna canción como si aquello fuera una excursión a la masía vanderbilt en lugar del horrible choque a 30g que era.

"No quiero gilipolleces a partir de ahora, de ningún tipo ni color se os asignará un camarote común para todos vosotros"

¡Iuugh!

Al parecer de aquello no iba a poder librarse: en la academia conseguir estar rodeado de adeptos, acólitos, trepas y lamebotas en su entorno había resultado fácil, pero en aquel lugar la ordenanza era estricta. Y al noble las ordenanzas estrictas que no estaban hechas para favorecerle a él le dejaban mal cuerpo.

"¿Y a tí, qué se te da bien?"

-¿A mí?

Dijo, mientras entraba por la puerta, acompañado del otro piloto que llevaba todos los bártulos.

-Cómo, Sumiye, soy Marqués. ¡No necesito que nada se me de bien!

Explicó en tono casual mientras decidía probar una de las camas dejando un pequeño pañuelo de satén desplegado encima de ellas y apoyando su nobiliario tuchis en ella, mientras evaluaba la situación. Mmmmm. Decente. No era lo mejor en lo que había estado, pero hablando del baremo infernal de la academia no era lo peor, y no había material que pudiera deshilacharse y trabarse con los MIU perforados a lo largo del cuerpo, lo que era un bonus.

Dejó su petate en la litera de arriba sin mucha ceremonia. La de abajo la ocuparía el barón por tres motivos, a saber:

1.- El hombre teía una edad para andar subiendo y bajando escaleritas
2.- El espacio entre la litera y la pared rara vez era inspeccionado y dejaba un hermoso hueco
3.- El barón era una especie de genio a la hora de convertir piezas de aeronave usadas en alambiques caseros. Ahora mismo trasladaba con él una cámara de inyección de hidrazina modificada que permitía destilar lícor de pelas de patata, cuero viejo y betún a una velocidad envidiable.

Miró a sus compañeros otra vez. Esperaba que no le dieran muchos problemas o tendría que sacar su navaja a bailar. Eran muy diferentes, pero todos tenían en común algunas cosas. No se conocían de nada, por ejemplo.

- Menuda gilipollez- comentó, todavía tumbado en la litera.- Obviamente todos sabemos pilotar malditas naves espaciales. Eso no te hace especial- espetó.- No dentro de esta habitación, hasta Solomon se defiende a los mandos- bufó,- yo soy Mac, y este es el barón- añadió, señalando a su compañero que desempaquetaba sus cosas con esmero.- "nuestra especialidad"- siguió, imitando con sorna en tono de voz de la chica,- es hundir la vida de los desgraciados que se interponen en nuestro camino. ¿Porque crees que estamos aquí, joder? Para matar.

Miró primero a Fitzroy, al que no había preguntado, mientras ponía cara de "Emperador, dame fuerzas..." con los ojos ligeramente entrecerrados. Después, dirigió su mirada hacia "Mac".

- Esto me pasa por intentar ser simpática...si es que no sé. No me sale. - pensó.

Sumiye sonrió como sólo una mujer puede hacerlo*. Ésa sonrisa que la ves y te entran escalofríos porque sabes que la sonrisa es más falsa que un trono de madera pintado de dorado, y también sabes que lo que viene a continuación es un misil boca-cara de los que dan infarto. - Vaya, el mono mudo sabe hablar. ¿También sabes contar? ¡Qué gracioso!. Si te portas bien, mico, igual te lanzo cacahuetes luego..... - se giró y dejó su petate en la litera más cercana a la puerta de salida, en la parte de arriba.

- A ver, imbécil, empezemos la fiesta bien o aquí van a haber hondonadas de hostias. Nos han dicho que seamos correctos y educados entre nosotros, así que habrá que hacer el esfuerzo, pero si no te interesa, tú verás. - le dijo al tal "Mac", sin girarse, mientras iba abriendo la mochila y dejando varias cosas encima de la litera para repasarlas luego.

- Es posible que a todos se nos de bien pilotar, probablemente, a algunos mejor que a otros, y no dudo que Solomon pilote mejor que aquí el "Marqués", pero "obviamente" - dijo, remarcando la palabra alzando sus dos manos y haciendo la señal universal de las comillas - no todos tenemos la misma destreza en todas las especialidades, y a algunos se les dará alguna cosa mejor que a los demás. ¿No crees que sería interesante ir conociéndonos y saber en qué destacamos cada uno, por si hay que asignar tareas como grupo? Igual te la pela, pero, como he dicho, tú mismo. -

Tras decir todo eso, miró de nuevo a Solomon y alzó las cejas, exhalando el aire poco a poco por la nariz y con una sonrisa ligeramente menos siniestra, le dijo - ¿por dónde íbamos? -

Mientras tanto, su compañera se sentaba en la litera de abajo y trataba de disimular sabiendo el genio que se gastaba su piloto.

Mac, que seguía llevando el mono de piloto, ignoró aparentemente a su compañera que seguía parloteando como si le importase a alguien nada de lo que tuviera que decir. Por pura supervivencia, Mac había aprendido a desviar su natural tendencia a la violencia y no estampar la cara engreída de esa idiota contra la barra de la litera aprovechando, encima, le daba la espalda.

- Oh, insultos y amenazas, que bien se cumple el código de buenas prácticas y compañerismo- ironizó. Mac se había tenido que aprender el reglamento de memoria dado que contravenía todo su sistema moral de creencias.- Una clara y firme violación del código 23/17 del apartado BR33 del manual de buenas prácticas de la muy alegre fuerza aerea de la humanidad. ¿Que quieres, una puta medalla?- preguntó, retoricamente, al aire.- Siento mucho que en tu casa no te hicieran suficiente caso, pero no es nuestro problema. Pilotamos lo que sea y hacemos llover fuego sobre los enemigos, eso es todo. Si querías afiliarte a un club de lectura o hornear galletas y venderlas para los huerfanos ogretes de guerra, pues mala suerte.

-A mí no se me da bien nada, ya sabes, soy el patito feo del escuadrón. Tal vez se podría decir que se me da bien meterme en los sitios que no debería de estar -se encogió de hombros- me he colado con los ojitos derechos de los instructores, ¿no?

Solomon había sido el primero en entrar en el cuarto y agenciarse con una de las literas de los extremos porque así no tendría tantos compañeros pues uno de los lados sería pared. Menos posibilidades de que dieran por culo; pero la fiesta la tenían entre otros dos de sus "compañeros", así que se recostó en la cama a contemplar el espectáculo que era como siempre. Muchos insultos, muchas palabras, mucho blablabla; pero luego nadie se daba de hostias. Era como estar en una de las tabernas peor conservadas por las que había pasado pero sin el alegre hombre que daba el primer sillazo en la espalda.

Él tendría que ser ese hombre; pero no había sillas que estampar.

Chasqueó la lengua mientras que se resignaba a ver un drama de puyas más propio del entretenimiento del pijales del noble que de otra cosa.

Mientras las agresiones ocurrían a su alrededor y se exaltaban loas hacia Solomon por alguna razón que no acababa de entender muy lógica, pero presuponía que los plebes consideraban la agresividad y la rudeza capacidades que demostraban competencia real, en un caso similar a los gorilas... el Marqués se entretenía realizando la manicura con unaa pequeña lima, contemplando cada uña al trasluz con gesto de experto, antes de seguir trabajando con una pequeña lima con remaches de brillantina.

-No, Solomon: sólo quiere decir que eres muy deficiente pilotando -apuntó el noble, conciliador- Sin embargo no debes de ser tan deficiente si has conseguido aprobar, así que no supondrás un peligro para los demás. ¡Tranquilo por eso, muchacho!

Lanzó un pequeño soplido y un gruñido de disatisfacción semiconforme al ver su uña. Tener sólo un útil para poder hacer esas cosas y no disponer de un triplevisor era subhumano, pero el resultado era tolerable. Y no iba a dejar que Baldrick de toda la gente posible realizara su pulido y exfoliación digital: para eso lo había mandado a humedecer las toallas y calentarlas, una tarea que hasta él podría hacer.

-Herr Baron

Saludó al hombre con un pequeño cabeceo breve y cortés, como correspondía a la diferencia de posiciones pero aun así reconociendo su graduación y sangre.

La muchacha escuchó la previsible respuesta de Mac y suspiró con algo similar a la resignación, pero quien la conocía bien sabría que no era eso. Por dentro estaba como un volcán, y cualquier otro momento hubiera dejado salir la lava y allí hubiera habido una pelea, o dos. Pero no era el momento, ni el lugar. Ya tendría su oportunidad de poner a aquel gallito en su lugar.

Solomon parecía jodido aún por la escena que le había montado la instructora, y se hacía el cínico con Sumiye aunque ella aún no terminaba de entender porqué, puesto que ni le había juzgado y contraviniendo su habitual forma de ser, le había tendido una mano en señal de respeto y amistad, algo que de normal no solía hacer. De todas formas, le quedaba claro que eso de hacerse la "maja" ni iba con ella, ni le salía bien.

- Bien, queda claro. - dijo circunspecta.

No había respondido a nadie en concreto, pero todos se podían dar por aludidos.

- ¿Lo queréis así? Bien, así lo tendréis. - pensó con una mirada torva.

Se giró hacia su litera y terminó de arreglar sus pertenencias en la taquilla antes de dedicarse a otras cosas.*

Quincy había subido al aparato sin añadir mucho más, con una ligera sonrisa y el equipaje justo y necesario, y había tomado su asiento junto a Orrin sin mayor ceremonia. Era un hombre grande y de aspecto robusto, alguien que parecía ser razonablemente duro... Y, sin embargo, la presión le había podido.

Se despertó maldiciendo entre dientes, aunque intentó buscar consuelo en que era mejor que eso ocurriera ahora que durante operaciones con fuego real... O en ejercicios especialmente duros. Por si fuera poco, la instructora no parecía estar especialmente de buen humor. 

"¿Quizás por las inconsciencias? Pues empezamos bien..." 

Y, a juzgar por los intercambios de palabras entre unos y otros en los camarotes que les habían asignado, la cosa iba a ir a peor. Por su parte, no había sido muy exquisito en cuanto al camastro, el primero que estuviera libre sería suficiente para él. Que estuvieran juntos podría valer para alegrar las vistas... Aunque estaba el asunto Orrin. Y las ganas que parecían tener unos y otros de machacarse entre ellos. Mientras la conversación se desarrollaba, lanzó a su compañero una profunda mirada. Una mirada ya conocida por su receptor, una mirada cargada de significado. Una mirada que parecía decir:

"Como nos metas en un lío, te juro que te ahogo en la taza del retrete de nuevo."

Y mientras, la conversación se seguía desarrollando y los insultos seguían volando. Había que parar aquello, y lograrlo antes de que alguien llegara a las manos o el daño fuera irreparable. Y el piloto sabía que las palabras no iban a bastar. Uno no llegaba a sentarse en un interceptor si dejaba que nimiedades como la razón le frenaran. Y los puños no lograrían resultado lo suficientemente rápido. 

Aunque quizás había tenido suerte. Puede que todo estuviera volviendo a su cauce, a juzgar como unos y otros estaban rebajando sus palabras. O eso, o las tortas serían inminentes, una de dos.

-... Bueeeeno. No creo que haga falta que nos revolquemos en grandes sentimientos y duras palabras, ¿no? Por mi parte me llamo Quincy Archer, y la boca con patas que actúa como mi copiloto es Orrin Pyrewood. Encantados y eso.

La tensión se hizo más que palpable en la pequeña estancia donde había cinco literas, y las cuales se fueron agenciando unos y otros por una de las leyes más antiguas de la humanidad, el primero en llegar es el primero en escoger; tan simple y primigenio que nadie rechisto sobre ello.

Los cadetes ayudantes no quisieron tomar parte de la riña, ni insultos ni comentarios sarcásticos, pasaron a un claro segundo plano donde poco o nada hicieron más allá de sacar alguna de sus pertenencias y dejarlas en la taquilla correspondiente. 

Al pasar unos escasos minutos, que para muchos pasaron realmente rápido, una mecánica y desprovista de vida voz resonó por el sistema vox de la nave.

- Se avisa a la tripulación de que la traslación hasta el punto de salto con destino a la flota en los mundos de Sabbat, acaba de comenzar. Esta previsto el salto disforme para dentro de dos horas estándar. Llegados a ese momento se iniciará el ciclo nocturno de la nave. Quedan avisados. El emperador protege.

Y sin más se cortó la emisión. La instructora había sido clara, a la mañana siguiente los esperaba a todos en el punto establecido, hasta ese momento todos tendrían tiempo libre, aunque, como era de acostumbrar, lo prudente sería descansar.

Dos horas, tiempo más que de sobra para echarse una siestecita. Mac se dedicó a repasar sus pertenencias (barajas de cartas, dos petacas, auriculares, un paquete de cigarrillos, una cajita de estimulantes, un poco de cecina envuelta en papel de cera, algunas barritas energéticas, unas postales pornograficas, un manual de mantenimiento de naves reglamentario y el resto del equipo militar. Mac lo guardó todo en su mono de múltiples bolsillos termosellados con cremalleras, programó la alarma en su reloj de pulsera y se echó a dormir sin ningun pudor.

Parecía que no estaban dispuestos a tender lazos, al menos de momento, y eso de algún modo no le parecía adecuado a Quincy. Al fin y al cabo, iban a tener que cubrirse el culo unos a otros ahí fuera. Pero no iba a ser él el que obligara a nadie a interaccionar con él, o con otro de los miembros del grupo. Así que simplemente se encogió de hombros, suspirando, y se sentó en el camastro encendiéndose uno de sus puros. Tras eso, rebuscó en su equipaje hasta extraer, con un gruñido de triunfo, una baraja.

-¿Qué me dices, Orrin? ¿Una Mano del Ahorcado? Quizás sea tu día de suerte y puedas recuperar ese reloj tan bonito...

El fiel y explotado Baldrick tardó un tiempo en traer las toallas húmedas y calientes, pero Fitzroy era un hombre inteligente y por eso se lo había pedido con increíble antelación: aun así, el hombre tardó más de lo esperado. Si uno se ponía a ponderarlo bien era un pequeño milagro de la ineficacia, de cómo alguien así había llegado siquiera a sobrevivir en el exterior, no digamos ya en las poco concesivas instalaciones de la Academia.

-Ah, Baldrick, al fin -dijo, extendiendo las manos con cuidado, tras depositar unos pequeños polvos blancos en ella- Dos vueltas en diagonal opuestas sin apretar y una firme en dirección ascendente hacia la muñeca.

En unos momentos tenía las manos envueltas en toalla y agradablemente reposando.

"¿Qué me dices, Orrin? ¿Una Mano del Ahorcado? Quizás sea tu día de suerte y puedas recuperar ese reloj tan bonito..."

-Oh, creo que yo tomaré ese ofrecimiento -sonó la voz desde la litera del marqués- Siempre que se juegue a un Crup, un Bridge o un Mutilar a Doña Cebolla. La Mano es tannnn outrè. Baldrick: prepara mi boquilla de jugar a las cartas.

inquirió levantando una ceja, lo que hizo que su criado compañero se agachara, buscando de los enseres del noble un fino arconcillo de madera primorosamente decorado. Este empezó a mirarlo cuando...

-La tercera por la izquierda, Baldrick. La tercera por la izquierda.

Aquel recordatorio le hizo poder logarlo sin problemas, y en unos momentos había montado la boquilla, en la que colocó un pequeño cigarrillo y la depositó en la boca del noble, pasando a encenderla con un pequeño fósforo de madera, dando un par de caladas para prenderla.

-Aaaaaah. ¡Mejor! ¿Habíamos hablado sobre unas manos, mi buen Quincy?
 

La joven piloto, tras depositar sus enseres en la taquilla, miró a su acompañante y salieron del cuarto a paso ligero, sin decir nada a nadie, apenas una mirada y un asentimiento a Quincy, como reconociéndole y saludando de pasada.

Casi a las 2 horas, regresaron ambas, con una placa de datos en la mano (Sumiye). Se sentaron en la cama juntas y comenzaron a leer, ignorando al resto.

Cuando las luces se apagaron, simplemente se echaron a dormir, tras programar sus relojes media hora antes del toque de diana. No querían llegar tarde.

Quincy sonrió, con el cigarro humeando sujeto entre los dientes, ante las palabras de Fitzroy.

-Está bien, si no te gusta la Mano, que sea un Bridge-concedió, empezando a barajar las cartas. Correspondió al gesto de Sumille con una sonrisa y un guiño, con el que prodigó también a la copiloto de la mujer, antes de empezar a repartir el número de cartas adecuado.

-Bueeeno, vamos allá...

Solomon había optado por dejarles ver como se desenvolvían. No iba a tomar parte en ninguna de esas disputas porque al fin y al cabo iban a tener que convivir sí o sí, así que él se mantendría al margen de algo que no podría controlar, como había hecho siempre.

No iba a engañar a nadie, escuchar a ese irritable pijo le sacaba de sus casillas. ¿Una boquilla para jugar? Joder, el lho se había fumado siempre liado y directo a los pulmones. Todas esas tonterías era algo que le sacaba de quicio y una parte de él deseaba que hubiera algún tipo de maniobras para que el hijo de papá demostrara que no era un inútil y un peso muerto. Él sabía lo que podía hacer y lo que no, pero al menos no era un pedante inaguantable.