Partida Rol por web

Ogros de Glorantha.

   Los ogros aquí descritos son semejantes a los de Cornwal. Aníbal Lecter, del silencio de los corderos, es el ejemplo perfecto de un ogro. Tienen un aspecto y tamaño semejante al de los humanos, aunque poseen dientes puntiagudos parecidos a los de los animales carnívoros. Comen todo tipo de seres inteligentes, como humanos, y son esencialmente malignos. 

   Son muy fuertes, y procuran integrarse dentro de la sociedad humana. Por supuesto, los ogros suelen mantener en secreto su verdadera identidad cuando conviven entre humanos, y abandonarse a sus tendencias caníbales solamente en secreto, o cuando nadie se les puede oponer.

   Son raros, y suelen tener un aspecto agradable y ser bastante guapos. Las hembras son de la misma estatura y talla que los varones, y por ello, suelen ser más altas que las mujeres normales. Normalmente suelen inclinarse hacia la hechicería o adoran a cultos de dioses malvados, en lo que a magia se refiere.

   Los trolls odian a todos los seres caóticos, y si sospechan lo más mínimo que están ante unos trolls, atacarán casi sin dudarlo. Así mismo, los ogros os están mirando y cualquier palabra dicha en voz alta será oída por ellos, y son lo bastante inteligentes como para darse cuenta de cualquier comportamiento demasiado extraño que crean que demuestre que han sido delatados.

La muchacha aferró fuertemente su cayado y dio un paso hacia atrás. - No, no... No son humanos... So... Son Ogros. - Dijo la muchacha muy nerviosa. - Antropófagos, come hombres. Y malvados cuando pueden. - Miró a su alrededor y luego al grupo de ogros. - No creo que en esta situación quieran dar consejos de viaje pero pueden entendernos. Están escuchando lo que decimos. - Luego se quedó en silencio y buscó la espalda de los trolls mientras seguía aferrada a su cayado. 

¡Ogros! ¡Inmundos humanos seducidos por el Caos en el Tiempo antes del Tiempo! A él todos los humanos le parecían iguales, pero estos tenían pinta de ser más fuertes y más grandes que los humanos normales. Podían ser ogros perfectamente, y confiaba en el criterio de la pequeña hechicera humana. Además, ¿qué podían hacer unos humanos normales en esta caverna infestada por el Caos?

Kuzlass mostró los dientes en una mueca amenazadora mientras un gruñido surgía de su garganta. No era conveniente dejarlos vivos y aunque tenían aspecto de ser buenos guerreros, les superaban ligeramente en número. Quizá podrían matarlos con rapidez.

—¡Madre Oscura, protege a tu hijo! —dijo Kuzlass, mientras pronunciaba las palabras, terribles para los oídos de las razas más débiles, con las que invocaba el poder protector de Kyger Litor, antes de lanzarse al combate.

La extraña compañía que nos había salido al paso, no parecía para nada gente de buena catadura, es mas bien parecían una banda de simples bandidos que venían a robarnos el fruto de nuestro esfuerzo. - Parece una trampa .... Si la hechicera tenía razón, no había tiempo que perder con palabras, era tiempo de embrazar el escudo y golpear fuerte antes de que ellos lo hiciesen antes. - Sea pues, si no os partáis del camino y no venís mas que con hostiles intenciones, es tiempo de que hablen los hierros. 

Observaba minuciosamente a esos seres y enseguida me di cuenta de su extraña fortaleza y tamaño. No, no eran humanos, si no ogros; y parecían ser de la misma familia. ¿Mamá y papá ogro y sus retoños? Alcé rápidamente el arco, mientras escuchaba a la mujer comentar lo que pensaba a los demás.

-"Efectivamente, no son humanos, son ogros. Y no creo que quieran parlotear, si no comernos. ¡Malditos adoradores del caos!" Dije escupiendo las palabras.

Apunté al primero que se adelantó y solté una flecha, para seguidamente coger otra y disparar al mismo individuo.

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   El combate no tarda en producirse, entre aullidos y alaridos. Mientras los ogros sacan las armas, los que aún no las tenían en las manos, Aeril encorda su arco y el resto del grupo empuña las armas. No tardan en llegar al cuerpo a cuerpo casi todos.

   Ses-I, un varón joven protegido por una cota de anillos y armado una maza pesada y un escudo de cometa se abalanza sobre la acorazada figura del caballero.

   Ger-Li, armada y protegida igual se lanza sobre el elfo, falla el golpe. Quizás porque dos flechas la han atravesado, una cuelga de su pierna, pero otra sobresale de su abdomen. Mira con incredulidad al elfo y de desploma muerta a sus pies.

   Me-Nie, un varón ogro mejor acorazado, cota de malla en extremidades y coraza al torso se lanza sobre Kuzlass, un tremendo mazazo va camino de su pierna derecha si el troll negro no consigue bloquear la maza.

   Err-Aa, la mujer de más edad se enfrenta a Ur, también con coraza en torso y malla en cabeza y extremidades como Me-Nie, sólo que esta empuña un enorme espadón y asesta un enorme golpe con su espada de doble puño también en su pierna derecha. Se mueve a una velocidad vertiginosas, llegando en escasos segundos donde el troll negro.

   La última mujer ogro, duda pero al final se lanza sobre Kuzlass apuntando a su abdomen con su espada ancha, y cubierta con coraza y mallas, como Err-Aa y Me-Nie. Un aura extraña emana de ella y por un instante el troll negro sacude la cabeza cuando se acerca, pero no es afectado.

   Un cántico se eleva entre los aullidos, varios de los ogros están lanzándose ¿o quizás lanzándoos? hechizos.

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Pronto fue evidente que los ogros no iban a tratar de rendirse, ni ellos lo hubieran permitido. Como repugnantes bestias del Caos, se lanzaron al ataque murmurando sus impías oraciones. Kuzlass se arropó con el manto protector de Kyger Litor mientras se ponía en primera fila, dispuesto a plantar cara al Caos, como siempre habían hecho los trolls.

Se sorprendió gratamente al ver a uno de los monstruos caer bajo sendas flechas disparadas desde retaguardia. ¡Al parecer, el elfo servía para algo más que para oler sabroso!

Dos de los ogros se arrojaron contra él, un varón y una hembra. Obviamente, le habían identificado como el adversario más peligroso, lo cual hizo que Kuzlass mostrara los dientes y gruñera con satisfacción. Kuzlass trató de parar el ataque del hombre mientras golpeaba a la mujer. 

Con el hierro en el aire, solo era cuestión de quien de nosotros se mantenía en pie cuando este terminase por ser bajado, con un poco de suerte seríamos nosotros los afortunados ... pues con mala suerte seríamos devorados. 

Me sorprende la destreza del Elfo, y estoy segura que debe ser un hábil miembro de su especie. Es una grata sorpresa saber que me encuentro en un grupo de gente muy capacitada.

Pero no me distraigo más y centro mi mirada en el grupo de Ogros. Busco discernir en sus cuerpos lo que me ha dado la impresión de haber visto. Magia. Aferro mi cayado y mientras lo elevo sobre mi cabeza a la vez que gesticulo palabras en Krarolerano inentendibles para mis compañeros trato de poner fin a la superchería de estas criaturas. 

Grrrrrr... Ssshhhh.

Era de mala educación para con un enemigo hacer ruiditos cuando se acercaba, como si se menospreciara su valía y se renunciara al sigilo. Era lo apropiado contra piltrafas caóticas como esa, solo un poco mejores que los más viles de los broos.

Ya que tenía a mano su alabarda, renunció al ataque con espada y escudo, quizá más prudente, y decidió recibir a esa tipa tan veloz clavando una rodilla en el suelo y adelantando la punta de su arma, como si estuviera recibiendo una carga.

Logro impactar al enemigo que se abalanzaba sobre mi, cayendo este al suelo muerto. Si llego a fallar, posiblemente me habría hecho picadillo en un instante. Los demás ya están en cuerpo a cuerpo, luchando por su vida. Miro a los adversarios y decido disparar al que parece menos protegido, el que está con el caballero negro. Vuelvo a coger una flecha del carcaj y se la lanzo, esperando darle, cosa que así hago.

   Ses-I, el joven varón ogro de 16 años se traba en combate con el guerrero enfundado en una armadura negra. Si bien falla y el Caballero Negro no, si consigue bloquear si golpe. También entra en acción la magia que conjuró anteriormente.

   Ger-Li no sobrevive a este asalto y cae, tampoco sabía magia.

   Me-Nie y Kuzlass intercambian golpes, el tremendo mazazo es detenido por el enorme escudo grande del troll negro. A su vez su golpe, no demasiado potente es parado por la maza del ogro. Su maza reluce al final del asalto con la magia que conjuró anteriormente. Heri-Tik no consigue ni dañarle ni parece funcionar su magia esta vez.

   Err-Aa se lanza y raja a Ur, el Gran Troll se afianza a la carga, pero no tiene impulso suficiente para poder causar más daño del que haría normalmente y ese espada de doble puño se aproxima con rapidez. En el último segundo la desvía, pero el golpe es demasiado fuerte, daña su alabarda y atraviesa su armadura, a cambio él consigue clavar su alabarda en el abdomen de la mujer ogro, que sangra a borbotones, pero no muere. La sangre forma un enorme charco a su alrededor, tanto de Err, como de Ur.

   Por último Zashi, que estaba esperando concentra su hechicería y disipa la magia que se había lanzado de garrotazo-3 de Me-Nie.

Transcurriendo el segundo asalto...

   Kuzlass demuestra por segunda vez ser inmune a los poderes de la mujer ogro más joven. Mientras el Ses-I ataca fallando otra vez al Caballero Negro.

   Aeril dispara con su arco, pero su flecha tiene poco impulso esta vez y rebota en la armadura del blanco escogido.

   Me-Nie y Heri-Tik se arrojan con furia sobre Kuzlass, pero sus ataques son torpes, no demasiado bien dirigidos.

   La mujer ogro desde el suelo, hace una barrida para tratar de acabar con el Gran Troll, le acierta, pero el esfuerzo le hace perder algo más de sangre.

Mi flecha esta vez, aunque impactó, no hizo daño al ogro. La armadura debía de ser bastante gruesa o tal vez su propia piel fuera dura como el hierro. Volví a sacar una flecha de mi carcaj y disparé nuevamente contra el mismo enemigo. Al ver que le había dado, volví a repetir el lanzamiento y le disparé una segunda flecha.

Ur, con desprecio, arremetió con la tipa para acabar con ella definitivamente. Después se encargaría de...

Oh, si. Ese olor era inconfundible. Era su sangre. Había sido herido por la perra traidora. Shhh, shhh, siguió haciendo ruidos ofensivos, para que se fuera a ver a sus dioses con ira y vergüenza, y no deseara regresar jamás al plano material.