Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

2. Los de ahí arriba - Escena de Juego.

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14/10/2013, 01:39
Cedric

Juliette - Perdonad que me entrometa queridos. ¿Cree usted acaso que si no fuera indispensable, Elohim iría por ahí mendigando energía mágica? Sus reservas están bajo mínimos. Acaba de salvar a varios de una muerte segura, y entre esas personas me incluyo, así que si está dispuesto a cederle parte de su Zeon, adelante... si no, guárdese sus comentarios egoístas para otro momento. Porque éste, caballero, no es un buen momento para ello.

Pues en realidad, sí, lo creo. ¿Algún problema?

Sin embargo, Cedric se limitó a lanzarle una mirada asesina y morderse la lengua. No podía responder nada para tener razón, porque no la tenía, pero eso no significa que fuese a reconocerlo. Era un cretino.

Derek- Bueno, bueno, Cedric, mejor nos calmamos.

- Estoy calmado- se limitó a replicar, ceñudo y en tono molesto y displicente, pero sin alzar la voz.

Aguantó el discurso de Elohim, y, al terminar el mismo, echó un vistazo. Sí, Elohim tenía razón respecto al estado físico de los allí presentes, qué duda cabe. Seguía sin hacerle ninguna gracia el asunto, la verdad, y se le notaba, pero estaba un poco contra las cuerdas, y no podía decir nada para salir del paso.

- No sé yo si voy a tener fuerzas para todo- salió por la tangente arremangándose el brazo derecho-, pero supongo que podemos buscar al resto de los Guardias Eclesiásticos- concedió, y no le quedaba otra, pues si Elohim se lo ordenaba y Derek no lo denegaba activamente, tendría que hacerlo igualmente. Al menos así conseguía algo que le interesaba.

Así pues, Cedric comenzó a cederle Zeón al Santo, a desgana, pero a lo que daba de si.

Elohim Mal'Ach: +4 de Rivalidad con Cedric.

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14/10/2013, 01:48
Beatrix Babineaux

Eriol-  ¿Podemos obtener algo de su ayuda? Obviamente no podemos mandarles, ni es mi intención, pero como han oído, tenemos que salir por la mañana en un Zeppelín que no va a esperar por nosotros. Tal como yo lo veo, pueden ayudarnos a buscar a nuestros compañeros, aprender algo más sobre Venganza y de paso deshacerse rápidamente de nosotros, o tenernos aquí varios días dando vueltas y levantando piedra tras piedra, buscando a nuestros compañeros.

No es una amenaza ni nada por el estilo, sólo una petición de auxilio un poco unortodoxa.

- Hablaré con los Inquisidores de La Catedral- dispensó Beatrix en tono franco, célere y autómata en su respuesta-. Si precisan ayuda para hacer su trabajo, El Concilio de Control estará encantado de que La Inquisición nos deba una- afirmó con una sonrisa. Había cortado el aire con aquella frase, vaya. Eriol había sido directo, pero ella también. No se había andado con tonterías-. Pero por su supuesto- recomenzó perdiendo el cinismo-, lo haríamos igualmente sin beneficio. Lucius- llamó al Templario girándose hacia él-. Hablad con vuestros Soldados. Aportad unos cuantos a la búsqueda e id al sótano con los Inquisidores- le ordenó como si tuviese autoridad sobre él.

Dicho ello, cada uno partió a su tarea.

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14/10/2013, 02:06
- Narrador -

Derek, Elohim, Juliette y Kael, junto a Lucius el Templario, fueron al mentado sótano guiados por el Guardia Eclesiástico. Efectivamente, quedaba a poca distancia. Mientras tanto, Gilbe, Eriol, Ace, Richard y Beatrix la Médico terminaron de atender a los heridos y partieron rumbo a La Catedral para encontrarse con la Inquisición local y valorar el estado de la situación. Separados en dos como harían en Arkángel, pero en grupos muy distintos.

El Sol y la Luna, si tras todo aquello podía seguir llamándoseles así, mezclados y revueltos.

La casa parecía a todas luces normal, una modesta casa de ladrillo, piedra, madera y mármol. Modesta, claro, teniendo en cuenta que estábamos en Du'Lucart, área metropolitana. No encontraron nada en el interior, salvo olor a cerrado y un poco a podredumbre. No había más que muebles vacíos y sillas rotas. Una mecedora tembló, pero al mirar sólo vieron a una rata que había pasado por el arco. Suspiraron aliviados y comenzaron a bajar las escaleras.

El reducto que conducía al sótano era sombrío, sin luz alguna, y se escuchaba un leve rumor de agua fluyendo, probablemente en el alcantarillado cercano. Sin embargo, era imposible adivinar nada más allá, lo cual resultaba del todo frustrante. Quizás fuese otro Espacio Reducido, quizás no, pero si lo era, resultaría angustioso por segunda vez, especialmente si les atacaba otro enmascarado y avatar de Venganza, lo cual parecía probable dado el sombrío aspecto del lugar.

Sin embargo, cuando Elohim y Cedric alumbraron con pequeños conjuros de Crear Luz ante el gesto ceñudo de Lucius, vieron que aquel interior no sólo era grande, sino que además, era una bodega. Una maldita bodega. Ni grimorios mágicos, ni zombis, ni nada. Todos miraron a Cedric, que alzó las manos sobre el pecho y puso cara de circunstancias.

- ¡Os juro que está aquí, estoy totalmente seguro!- espetó defendiéndose, y no parecía mentir-. ¿De verdad pensáis que mentiría en algo así?

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14/10/2013, 02:32
Venganza Zemial

- ¡Sorpresa!- gritó una voz diabólica tras la espeluznante risa desquiciada.

Se había formado una penumbra en la zona a través de los conjuros de Crear Luz, extinguiéndolos, y por un instante apareció el vivo reflejo de Venganza hace diez años, pero terminó por esfumarse entre las sombras. En su lugar, a espaldas de los Inquisidores quedaba un hombre vestido como un cortesano malogrado, con las ropas mortecinas y apariencia demente. Lucía una cuchilla de barbero extendida en una mano y una melena a dos colores, negra y blanca, mostrándose como el firme reflejo de la locura. Sus dientes eran iguales y rectos, salvo en su color, mostrándose de forma intercalada negro y blanco de igual modo, como las teclas de un piano.

- ¡No os molestéis!- avisó mirando a los presentes-. Ni siquiera estoy aquí...- dejó caer de forma sugerente-. Soy sólo un subproducto de vuestra mente, al menos esta vez- volvió a reírse haciendo chirriar los oídos-. Antes quería enseñaros una cosita que ha estado haciendo un buen amigo mío- negó con un dedo y terminó de bajar la escalera, poniéndose a la altura de los Inquisidores. Se rajó el cuello con la cuchilla de barbero, pero tras soltar una voluta de humo, se cosió solo-. ¿Lo veis? Una Ilusión.

El hombre suspiró de forma irónica y exagerada, subiendo y bajando el pecho, pero finalmente lo que hizo fue abrir las manos y crear seis esferas rojas. Concretamente, para ser más exacto, creó tres con cada mano, primero círculos planos en dos dimensiones, en las uniones de todos los dedos salvo los pulgares, y finalmente las liberó al aire. A sus laterales aparecieron seis copias de color rojo, hechas de lo que parecía sangre, del resto de Guardias Eclesiásticos. En cuestión de segundo las mismas se tornaron de color granate, y finalmente negro por la naturaleza corruptora de Venganza. Era imposible escapar al aura de oscuridad que lo tenía todo a su alrededor.

Adalbert - Vin - Marie - Gael - Ágatha - Ayalgue
     
Ace - Eriol - Gilbe - Juliette - Kael - Richard

- Buscáis esto- aseguró tras decir los nombres de Guardias e Inquisidores a que estaban vinculados señalándolos debidamente-. Esto está escondido en los sótanos francos de mis adoradores por toda la ciudad- reveló, aunque eso parecía bastante claro ya-. Como veis, ya me encargo yo de limpiar sus cabos sueltos- sonrió ampliamente, ensanchando la sonrisa más allá de los labios, rompiendo la misma con un corte negro y sobrenatural hasta las orejas-. Las direcciones son las siguientes...

Comenzó a recitar, señalando a cada Guardia, su ubicación en la ciudad, ahorrándote trabajo a Elohim.

- Lamentablemente, el Templario me importa muy poco. Lo siento- señaló al hombre y gesticuló.

A un gesto de la mano, lanzó una descarga de energía oscura. La misma curso el aire e impactó contra Lucius, lanzándolo un metro hacia atrás. El pobre ni tuvo oportunidad de defenderse. Ni él, ni ninguno de los presentes si hubiese ido disparada contra ellos. Había sido sólo un borrón a la vista, demasiado rápido para cualquiera.

- Bien, ahora que volvemos a estar la Inquisición y yo en amor y compañía...- guiñó un ojo, y el mismo se hundió en su cuenca, revelando un vacío negro como la noche-, cuento cinco aquí, pero seis Guardias- señaló en abanico a las estatuas de sangre negra-. Si avisáis a nadie de dónde están, les lleváis hasta ellos, o les sugerís que los busquen, morirán- avisó, y no parecía en absoluto preocupado por el resultado-. Si tardáis demasiado en llegar, morirán. Si vais a por más de uno, morirán- continuó dos veces más-. Así que elegid a quien matáis.

Chasqueó los dedos y, simplemente, desapareció. Y con él, las estatuas en una bolita de humo.

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14/10/2013, 19:33
Juliette Bourgeois

Juliette, después de despedirse de los compañeros que se quedaban en la plaza, y de recibir la curación de Elohim - Una curación, que más que intentar reparar su heridas, intentaba restaurar sus energías físicas... mantenerla descansada - se dirigió a paso firme, y siguiendo al Cedric hasta el sótano del que el Guardia había "conseguido escapar".

 

 

Al descender, nada, absolutamente nada... hasta que una tétrica risa inundó la estancia. Una risa que Juliette juraría haber escuchado ya en alguna parte, hasta que la asoció.

No... no, otra vez.- Pensó para sí misma mientras su cuerpo se agarrotaba, estaba semiparalizada por el miedo que un nuevo combate le provocaba, pero hizo lo posible por mantenerse serena -. En el nombre de Dios... ¿No se cansa nunca?.

Ésta vez no se presentaba con su "forma original", ni procesado, ni siquiera poseyendo a alguien como hizo con el profesor Lexington la primera vez... Según les mostró rebanándose el cuello, no era más que una ilusión, aunque aquello seguía sin ser tranquilizador. Sabían quién era, y eso ya de por sí daba - Si no miedo - respeto, por muy ilusorio que se presentara aquel ser... no podían bajar la guardia.

En un segundo, creó las imágenes de los guardias desaparecidos, y junto con los nombres de ellos, dictó también los de los inquisidores a los que debían proteger. Estaba claro que los tenía él... el dónde era la pregunta, y esa pregunta fue respondida en aquel mismo instante. Uno por uno fue señalando la ubicación en aquella enorme ciudad.

Tras revelar las localizaciones en que se encontraban los guardias - y sin miramiento alguno - aquella ilusión lanzó una descarga mágica contra el Templario que los acompañaba lanzándolo por los aires, aquello fue bastante inesperado y asustó aun más a la joven. Vale que un Templario menos no fuera a suponer problema alguno... pero aquel hombre, en aquel lugar era un "inocente" más. Fue todo tan rápido que no les dio tiempo a reaccionar a ninguno de ellos.

Con el "cadáver" del Templario allí, reveló su macabro plan... solo pretendía hacerlos sufrir, hacerlos elegir entre salvar la vida de unos u otros. Y en aquel momento Juliette pensó solo en dos personas... Adalbert y Gael, el primero porque le había prometido a Ace que lo encontraría y lo llevaría de vuelta, y el segundo, porque quiera que no era su Guardia. No avisar y no tardar eran las premisas para que al menos cinco de ellos se mantuvieran con vida... aquello era cruel, cruel y macabro. Con un chasquido de dedos desapareció, y los dejó allí a todos anonadados por lo sucedido.

Y... ¿y bien? .- Tartamudeó un poco al comenzar -. Que Dios nos ayude... ¿Qué hacemos?.- No había tiempo para pensar mucho.

Yo, lo siento mucho por Gael... pero prometí a Ace que llevaría a Adalbert de nuevo con él, y una promesa es una promesa.- Dijo, notablemente entristecida -. Todo esto me parece una broma de mal gusto... ¿Cómo vamos a decidir quién de nuestros amigos vive y quién muere? No es justo...- Un lágrima recorrió sus mejillas.

Tapó su cara con ambas manos, y entre sollozos rezó initeligiblemente... solo el altísimo sería capaz de escuchar lo que estaba diciendo. Tras unos segundos apartó las manos de su cara, y las lágrimas seguían manando sin parar... probablemente tardaría en superar aquello.

... Es un Monstruo ...- Afirmó -. Mucho más de lo que nunca había pensado.- Paró de hablar unos segundos, para reanudar el diálogo después enjugarse las lágrimas -. ¿Y bien? ¿Cómo pensáis tomar esta macabra decisión?.- Tragó saliva sonoramente pensando en las palabras que estaban a punto de salir de sus labios -. ¿A quién negaremos la posibilidad de vivir?.

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15/10/2013, 11:39
Derek Volarn

Volví, para varias, a pecar de confiado. No dudaba de las capacidades de Cedric para encargarse de más de un asunto. Es más, posiblemente si la habilidad combativa contara más que otras cosas, el hubiera superado la prueba del desierto y yo no. Pero nuestro enemigo era Venganza, y parecía tener adoradores, así que era poco probable que la escapada de Cedric hubiera sido tan fácil sin un plan de nuestro enemigo de por medio. De todo eso fui consciente en cuanto comencé a bajar por las escaleras del sótano, no antes, que idiota fui.

Lo único bueno es que no era tan estrecho como el que acabábamos de abandonar en el hotel, y ahí se acababa la ventaja. No hubo pelea cuando apareció la imagen de Venganza y después la del loco hombre. No hubo tampoco parálisis de terror ni nada por el estilo, pues aunque es cierto que había estado a punto de matarnos esa misma noche, yo no había tenido encuentro con el mas allá de ese, solo conocía rumores, mis miedos infantiles no atenazaban mi mente. Aun así guarde silencio sabiendo, por la manera en la que había castigado su propio cuello, que solo trataba con una ilusión.

Se erizo la mi piel cuando  sus palabras hablaron sobre los guaridas y las direcciones, pero sobre todo lo que me impacto fue cuando comenzó a hablar sobre el templario. Supe que es lo que iba a ocurrir antes de que lo hiciera y aun así fue demasiado rápido como para que pudiera si quiera intentar evitarlo.

- ¡No! – Grite corriendo a intentar socorrer a un hombre, que cuando pose mi mano en su pecho, supe que había muerto. – Eres un monstruo. – Dije con una rabia atípica en mi aun arrodillado en el suelo frente al cadáver, mirando a Venganza.

¿Una ilusión había atacado y matado de un solo golpe a un templario? ¿Cómo podía ser eso? ¿No era solo una ilusión? Ahora tenía claro que si no estábamos muertos era porque Venganza no había querido matarnos.

Nos conto su macabro plan de tortura, aquel en el que decidíamos la muerte de uno de los guardias, pues, yo lo veía así. Y entonces se esfumo, dejándonos con la decisión. Puede que la gente pensara que para mí era fácil, Cedric no estaba en la lista, pero todos los demás también eran personas, muchos de ellos queridos para mis compañeros.

Entonces llegaron las palabras de Juls y con cada letra una puñalada de verdad sangraba mi corazón. No es que la chica pretendiera hacer más duro el momento, solo trasmitirnos la realidad para algunos que, como yo, no terminaban de creerse lo que estaba ocurriendo.

“A quien negaremos la posibilidad de vivir.”

- Iré a por la guardia de Eriol.

La intromisión de la decisión de Cedric fue inmediatamente después de terminar las palabras de Juls. No es que el chico no se lo hubiera pensado, y mucho, estaba seguro de que algo en su interior le había dicho que era mejor dejarlos morir a todos y salvar nuestros pellejos, pero por alguna razón decidió hacer lo correcto. Aunque nuevamente su toque personal salió a la luz. Vin, la única noble de todos los guardias, a excepción de él mismo. Fue un detalle que se ahorrara el especificar por que Vin y no otro, y eso en un día en el que no estaba muy discreto.

Mire un segundo al templario y después me levante con pesadez. El tercero en decidir era yo. Para mí tampoco era fácil pero por desgracia, al igual que Cedric, tenía mis prioridades, y no podía dejar a las personas a las que mis amigos apreciaban a su suerte. Con Vin a cargo de Cedric, solo me quedaba uno. Camine hasta ponerme ante Juls y tome su mano con suavidad, forzando una dulce sonrisa, pues en ese momento me costaba sonreír. Alce su mano hasta que la bese con mimo, no algo caballeroso, algo cercano, familiar.

- Hermana, una promesa es una promesa. - Use la palabra hermana como hacia otras muchas veces con todos, no por sangre, no por nuestra amistosa y próxima unión, si no porque todos éramos hijos del mismo dios y miembros de la misma orden. – Prometí que te protegería, y eso incluye las cosas que te importan. Su caballero rescatara a su guardián, mi dama. – Susurre con las intimidad de los amantes aunque todos pudieron escucharme, rememorando la promesa que le hice pocos días antes de la prueba del desierto.

En mi mirada la dulzura y la compasión, en mis labios una tenue sonrisa que pretendía iluminar la noche de mi querida Juls, mis ojos vidrioso por el dolor del momento, aunque evitando llegar al llanto y a pesar de todo no fui consciente de que mi confusión de pensamientos habían arrastrado a mi expresión la tenue pista del reproche, casi imperceptible, pero existente. No entendía como abandonaba a aquel que daría la vida por ella en una situación distinta. 

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15/10/2013, 21:03
Kael

El huevo... el huevo... ¿de Richard? ¿Qué quería decir? Si se refería a que quería conseguirlo, Kael haría todo lo posible para hacerlo. No porque supiera que era algo en concreto o particular de Richard, sino porque tenía la sensación de que estaba vivo gracias al sacrificio de su amigo y, además, ese colgante... había cambiado.

-Será tuyo, hermano -dijo mientras Gilbe se acercaba. Cuando éste le habló por lo bajo no pudo evitar sonreír a su compañero, el cual entendía perfectamente los pensamientos de sus compañeros. Sería ciego, pero veía más que nadie- Tranquilo Gilbe, aquí no puedo hacer mucho más y tengo que salvar a Agatha -miró a los heridos y sonrió levemente- Cuidaros mucho.

Y sin añadir más, siguió a sus compañeros a examinar aquel sótano.

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15/10/2013, 21:22
Kael

Kael siguió al grupo, aunque no estaba muy pendiente, pues iba sumido en sus pensamientos, que tenían que ver en como iba a salvar a Ágatha y en como iba a conseguir recuperar el huevo de Dragón para Richard.

Ni siquiera se dio cuenta de por donde iban, solo que entraron en un sótano vacío en el que no había nada. No le gustaba nada la compañía del Templario, pues ese tío le recordaba a aquella mujer y eso le ponía nervioso, pero sobretodo lo cabreaba.

Iba a contestar a Cédric cuando una risa aterradora le puso en alerta, pero entonces vio la forma de Venganza. Venganza como fue, Venganza como la que hizo que perdiera su brazo. En parte podía comprender a ese ser, pero le tenía más odio que otra cosa.

Un escalofrío recorrió su espalda y los pelos se le pusieron de punta. Escuchaba lo que decía aquel ser loco mientras apretaba la mandíbula y los puños. Quería destrozarlo con sus manos, quería destruirlo por completo, entonces mostró a los Guardias.

-¡ÁGATHA! -gritó Kael en ese momento, iba a increpar a la ilusión todas las torturas que la haría pasar si le pasaba algo a su guardia, pero entonces, como con un gesto despectivo, mató al Templario. Eso puso en mayor tensión a Kael. ¿Cómo se mataba a algo que era intangible y podía matarte? Pensó en lo que le comentaba León sobre la energía y su capacidad para dañar lo intangible, pero prefirió no hacer nada. No estaba en forma. Y para colmo, desapareció.

Escuchó un momento las palabras de Juls y las de Derek- Yo lo siento muchísimo por todos los Guardias, querría poder salvarlos a todos, pero... -tragó saliva porque se quedó con la boca seca en un momento- tengo que salvar a Ágatha, y no voy a esperar mucho más, espero que tengáis suerte -dijo mientras comenzaba a salir del Sótano- y lo siento de nuevo.

En realidad el pelirrojo estaba temblando de miedo, frustración, impotencia y cansancio, pero no podía evitar saber que estaba haciendo lo que debía, o al menos, lo que podía hacer.

- Tiradas (1)
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16/10/2013, 15:49
Eriol Lahey

Eriol vio partir a sus compañeros, sentado al lado de Richard. No podía hacer gran cosa más por él, los vendajes estaban tan bien puestos como se podrían poner, y su reserva de Ki estaba ya bajo mínimos así que no podría sanarle de otra manera. Pero estaba allí a su lado, haciéndole compañía. Le habló, en voz baja, explicándole todas las tonterías que se le ocurrían. Si no podía curar su cuerpo, al menos podía distraerle.

Los líderes de las dos facciones: Templarios y Concilio, abandonaron el lugar, cada uno a sus tareas. Eriol se quedó pensando en qué podría estar haciendo que fuera productivo, mientras estaban allí.

- Gilbe, Ace, venid aquí por favor. - Les llamó, mientras se ponía en pie con un largo suspiro - Voy a hablar con el encargado del hotel, a ver si podemos lograr que nos echen una mano preparando las cosas para partir mañana a primera hora. Si no, creo que más de uno de nosotros se quedará pegado a las sabanas y en tierra.

Dejó a sus compañeros y fue hacia la recepción del hotel donde buscó a cualquiera que pareciera estar al cargo, o al menos con algo de responsabilidad.

- Perdón - le interrumpió. Era consciente de que a medio vendar y a medio vestir, no parecía un inquisidor respetable, pero dudaba que nadie en el hotel desconociera la explosión que había ocurrido en las termas - Yo y mi grupo de compañeros tenemos que partir mañana con el Zeppelín, deberíamos estar listos y preparados una hora antes de eso. Como ve nuestra situación es algo precaria, y el resto del grupo ha partido a rescatar a nuestros compañeros. Es muy posible que lleguen tarde, cansados y heridos. La cosa es que vamos a necesitar ayuda a preparar nuestras cosas, y alguien que nos levante a tiempo. ¿Es posible?

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16/10/2013, 18:01
Elohim

Antes siquiera de partir hacia el sótano en el que Cedric había sido recluído, el zeón de este comenzó a fluir hasta el interior del Santo. No era una sensación tan cómoda como lo había sido cuando la propia Evangeline había compartido su esencia con Elohim. De alguna manera, el prelado notaba cierta reticencia, un alma que aunque profundamente se resistiera a ser compartida, se veía obligada por las circunstancias.

Una vez estuvo completo, se acercó a Juls. Tanto ella como él necesitaban un respiro, y esa energía extra que le había cedido Cedric seria suficiente para concedérselo. Alzó su mano derecha hasta ponerla en contacto con la frente de su amiga, y acarició con las yemas de sus dedos la suave piel de la mentalista. El dibujo fue simple, y para nada extraño en el Santo. Una señal de la cruz, como si estuviera bendiciendo a Juliette.

Y entonces, como tantas veces, Elohim comenzó a orar, y su voz sonó como si un coro de ángeles estuvieran recitando las mismas palabras al mismo tiempo.

Omnípotens Deus.
Spiritum nobis tuae conprehendat fans. Innocentis defenderent nos in tuo nomine et opere perpeti opus opem. Nutantes virium potest, nisi per verba et facta, possunt resurface.

Clarescet anima Juliette, dona tuo spiraculum vitae, sit corpus plenum sentiat iterum.

Amen.

 

Sus manos se iluminaron, generando una esfera de luz en su palma. La señal que había dibujado en la frente de Juls también brilló, creando una cruz dorada brillante en su cuerpo. Aquella luminaria fue creciendo rápidamente, hasta cubrir todo el cuerpo de Elohim, como un velo de seda creado con el más puro de los elementos. Y entonces, cuando todo el cuerpo de Elohim era luz, su propia silueta se despegó de él, generando una copia etérea de Elohim, copia que fue haciéndose cada vez más pequeña y voluble, reduciéndose poco a poco mientras se acercaba a la frente de Juls, como siendo succionada por un vórtice de magia. Una vez toda la luminaria despedida por el Ángel fue succionada por la marca en la piel de la mentalista, la cruz desapareció. Dejando tan sólo en ésta una sensación de tranquilidad y descanso, sintiendo como el alma de Elohim había entrado para sanar su agotamiento.

Las fuerzas vitales, la energía de su cuerpo volvía a estar activa.

Tras esto, y tras sonreír a July mientras le acariciaba suavemente una mejilla realizó el mismo ritual consigo mismo, sintiéndose de nuevo recuperado. No era tan "mágico" como fundir tu alma con la de otra persona para sanarla, siempre hay algo íntimo en la curación de los demás con la fe. O al menos, simplemente, el Santo prefería usar sus poderes para proteger a otros, antes que para él mismo. Pero las circunstancias requerían también de que él estuviera en plenas condiciones.

Así que, una vez recuperados, partieron hacia el destino que Cedric les marcara.


Paralizado. No había otra palabra.

Venganza les había pillado otra vez, y otra vez por sorpresa. Sin embargo, de alguna manera lo que quería era jugar con ellos. Si justo antes había tratado de matarlos mientras estaban distraídos, ahora cuando estaban atentos a todo lo que podía pasar, cuando mil ojos observaban cada rincón de la habitación había vuelto a aparecer sin que tuvieran prevista una contra. Empezaba a ser molesto, aquel ser creado por los espíritus de tantos muertos de antaño se divertía con ellos como si todo fuera una partida de ajedrez macabra, en la que los inquisidores no eran más que meros peones de un rey al que quizá venganza quería "comer". 

¿Y si Venganza no era también otra cosa más que un peón, quizá un alfíl o un caballo de un rey negro al que aún no conocían?

Demasiadas conjeturas en las que pensar en ese momento, puesto que ante ellos se presentaba una difícil decisión. Cedric había sido apresado, pero había podido liberarse. No así lo habían conseguido los demás guardias, y ahora era su tarea rescatarlos de las garras de venganza y sus seguidores. Pero no podían salvar a todos, uno tenía que caer, y tenía que ser decisión suya, en primera persona.

Elohim bajó la cabeza y miró a su alrededor, aún desconcertado por no haber podido ni reaccionar cuando Venganza atacó al templario. Se acercó a él, y le puso la mano en el cuello, buscando algún signo vital. Quizá no estuviera muerto, y tan sólo lo hubiera dejado inconsciente. Su juego era con ellos, no tenía nada en contra de los templarios.

¿O también?

Todo era muy confuso.

A la vez que se agachaba, empezó a hablar. Su tono empezó siendo plano, liso, carente de emoción, hablaba porque creía necesario decir algo.

-Está bien Juliette, ve tu a salvar a Adalbert. Yo me encargo de Gael, tu te ocupas de Ace y yo me ocupo de ti. Creo que te lo debo por estar tan dispuesta a salvar al guardia elegido por Ace.

Pero Derek también tenía intención de ir a por el guarda invitado por Juls. Así que sacudió la cabeza. Ahora tenía que elegir entre salvar a la guardia de Gilbe, o a la de Richard. Elohim se mordió el labio, tanto una decisión como la otra levantaría ampollas... en Gilbe. Tanto porque muriera Marie, y Gilbe reprochara de nuevo al divino su suerte, o porque muriera Ayalgue, y Gilbe acusara a cualquiera de ellos de dejar morir a la enamorada de Richard.

De todas formas, Elohim ya había salvado la vida de Gilbe, y Richard se había llevado la peor parte en la destrucción de las termas. Se merecía un poco de buena suerte.

-Oh... vale, en ese caso-dijo tras la intervención de Derek-iré a salvar a Ayalgue. Richard se merece esto, al menos. Lo siento mucho por Marie... y por Gilbe.

Guardó silencio un segundo, y luego continuó, su voz tenía un tinte oscuro, como de pesadumbre. 

-Y sí. Claro que es un monstruo. Lo sabemos desde el mismo día que apareció en el monasterio. Y ahora ese monstruo quiere jugar con nosotros. Pero lo peor es que nos tiene atrapados, tenemos que seguirle el juego. Tenemos que condenar a uno de nuestros amigos, a uno de nuestros hermanos a la muerte. Y tan sólo para su divertimento.

Su tono tocó fondo, para poder empezar a repuntar, como el amanecer después de una noche oscura.

-Pero siempre hay esperanza. ¿Podemos dar por totalmente ciertas sus palabras? No me voy a arriesgar a contradecirlas, y que todos mueran, pero tras salvar a los que vayamos siempre podemos intentar volver a por el otro. En el peor de los casos podremos darle un entierro digno.

Su voz ya era más cálida, más pura, más inspiradora.

-E insisto, siempre hay esperanza. Vamos a ganarle en su propio juego, enseñarle que con la Inquisición no se "juega". Vencerle en su propio terreno, humillar a ese ser despreciable que trata de amargar nuestra misión divina.

Y el tinte de nuevo cambió, el final ya era mucho más amenazador, aunque hablara para nadie en concreto.

- Y tu, Venganza, sabrás a quién te estás enfrentando. Somos la mano del Señor, sus designios son nuestros actos, nosotros somos sus soldados. Soldados del cielo, Venganza, recuerda esto.

No sabía si le estaba escuchando, pero no pudo contenerse. Algo dentro de él mismo brillaba de emoción al sentir el enfrentamiento con el ser. Al fin y al cabo, por mucho que doliera tener que condenar a uno de sus compañeros, sería tan sólo otra vida que pasaría a estar al amparo del señor.

¿Dolería?

Por supuesto. Pero no había que dejar que ese sentimiento les dominara. Eran inquisidores, estaban entrenados para enfrentarse a la muerte. Tanto la de sus enemigos, como la de sus aliados. No eran pocos sus enemigos, al fin y al cabo.

Venganza, espéranos.


Dios omnipotente.
Recupera el aliento de nosotros tus seguidores. En tu nombre defendemos a los inocentes, y para continuar con la tarea necesitamos de tu ayuda. Las fuerzas pueden flaquear, pero a través de tu palabra y obra podremos resurgir.
Ilumina el alma de Juliette, concédele tu aliento de vida, haz que su cuerpo se vuelva a sentir pleno.
Amen.


 

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16/10/2013, 20:59
Alfred Eichmann

El Burgués que regentaba el hotel no salió en aceptar una entrevista cuando el recepcionista le comunicó la presencia de cuatro Inquisidores que querían hablar con él, más a sabiendas del incidente en las termas. Los hizo pasar a su despacho, una suerte de habitación cuyo ventanal, más allá de dar a la ciudad, constituía una pequeña obra de arte, como el resto de la habitación. Bueno, obra de arte dentro de las posibilidades de un artesano de calidad que no tuviese por segundo oficio vender cajitas de pandora a Sol Negro. Algo notorio dentro de lo mundano, sin más.

La alfombra roja del suelo, la madera oscura de la mesa, el cuatro del hombre allí presente con la que debía ser su mujer. Allí estaba, sentado tras la mesa, con una pluma en la mano, escribiendo una carta, probablemente relacionada con aquel incidente. Suspiró al ver a los Inquisidores en ese estado y pareció ligeramente molesto.

Un hombre canoso, de ojos verdes, con un cabello originalmente castaño. Vestido de forma elegante y manufactura de corte, barba recortada y cuidada, como el bigote y la perilla. Sin entrecejo. Se llevó una mano al rostro revelando cierta preocupación y respondió al portavoz del grupo, Eriol.

- Alfred Eichmann- se presentó el hombre lo primero de todo acorde a la Etiqueta, de forma escueta dada la situación-. No debería ser un problema, ni sería la primera vez- se limitó a decir sin darle mayores vueltas al asunto-. En todo caso, sería la primera vez en esas circunstancias- remarcó con un deje molesto, a sabiendas de que había perdido una fortuna, y más todavía en las perdías venideras.

Señaló la carta que escribía y la golpeó con los dedos.

- Si no les importa, agradecería que llevasen esto a La Catedral cuando pasen por allí, si es que lo hacen- solicitó apuntando que él también tenía cosas importantes que hacer, como cuidar de su negocio-. No se preocupen, comprendo el incidente. Es sólo una reclamación de compensación económica- una forma sencilla de decir que no era una denuncia para con el Tribunal Inquisitorial ni nada que se le parecise-. Si hay algo más en que pueda ayudarle, díganmelo. Sino, si no les importa, el deber no espera para ninguno.

A ese hombre le importaba nada Venganza, la Inquisición, el Concilio, los Templarios y el Cristo que los fundó a todos. Bueno, igual era católico, pero en cuanto a facciones y entidades sobrenaturales tenía que ver, un cero a la izquierda. No era un hombre excepcional. Ni siquiera era un hombre versado en Ocultismo. En Tasación, sí.

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17/10/2013, 00:42
Wendy

Los Inquisidores, tras elegir, salieron escopetados del vaciado santuario ritual en pos de sus Guardias. Los hallaron sin problemas, inconscientes en habitaciones semejantes, sin prueba ni evidencia de que allí hubiese pasado un manto de almas oscuras venidas a más por el paso de los años. Dejaron que el personal sanitario de El Consorcio y los Soldados del Templario se encargasen de llevarlos a un lugar seguro, partiendo ellos a por el sexto, o mejor dicho, la sexta. Marie. Salvados cinco, irían a por el cadáver o la salvación de la última en discordia.

Si se quedaban a darles bofetadas hasta que despertasen, y estaban bastante más que profundamente dormidos, no iban a llegar, ni por asomo, al sexto lugar, perdiendo toda posibilidad de salvar a Marie.

Quien lo propuso, Elohim, no encontró fortuna palpando el pulso de Lucius. Si estaba o no muerto definitivamente no lo sabía a ciencia cierta, pero no tenía pinta de que le latiese mucho el cuello. Bien era cierto que no podía ser fácil de palpar en ese momento, pero eso no hacía sino secundarlo. Eso sí, lo intentó con mucho Estilo.

Una vez en el sexto sótano, camino que se hizo largo pese a las zancadas dadas por las calles de una ciudad salpicada de engranajes y magia diluida en el aire, lo que encontraron ya fue un tanto más revelador. Al fin algo relativamente interesante, aunque lo visto, casi hubiese sido mejor no encontrar nada.

El sótano, convertido improvisadamente en lo que según Eriol podía ser un taller de Vodoun, parecía una cocina venida a menos donde lo mejor que te podían dar era una sopa con ojos de araña. Muy nutritivo. Ante un barril y tras una encimera había una mujer con el cabello negro, encrespado, un tanto sucio, y con un aspecto de muerta viviente que no podía por ella. Sus expresiones eran muy vivas, como su voz y su movimiento, pero su apariencia física como tal era blanca como la cera, en un sentido de lo más literal, y los huesos se marcaban en aquella máscara de papel, convirtiéndola en una mujer de aspecto esquelético o anoréxico. Al borde de la inanición.

Pese a esta muestra, parecía en perfecto uso de facultades. Sumando dos y dos, hasta el más tonto hubiese visto ahí a alguien que había sacrificado algo muy importante de si mismo por su deidad adorada.

- ¡Johnny me avisó de que vendríais!- gritó con voz lunática, chillona y aguda, de banshee- ¡Putos Inquisidores de mierda!- blasfemó de forma muy poco elegante. Tiró un componente sobre la mesa y comenzó a salir un vapor verdoso.

Los Inquisidores corrieron y se prepararon para destrozarla en un santiamén, y expresión acertada dada su filosofía, pero vieron bajo sus pies un charco resbaladizo que provocó a Kael un baile cual araña, igual que a Derek. Elohim y Juliette lanzaron sus descargas, pero cuando el humo se disipó no había nada.

¡No por mucho madrugar amanece más temprano!- gritó la voz teletransportada desde una esquina-. ¡Malditos puercos de feria!

Juntó las palmas sobre su cabeza y dejó escapar un hilo de luz etérea entre ellas. Ante si se alzó un escudo negro como la noche que comenzó a girar. Por desgracia, también se oyó un gruñido gutural a espaldas de los Inquisidores. Al girarse vieron a Marie, con su armadura, muerta. Cabello más gris que rubio y rostro consumido hacia el interior.

Naturalmente, Marie, bajo las órdenes de la hechicera de culto, cargó en su condición necromántica, a casi cualquier posibilidad ya irreversible, contra los Inquisidores. La hechicera, por su lado, parecía estar acumulando Zeon, o en su defecto, cualquier otro tipo de artimaña sobrenatural. No parecía que fuese a tener cuerpo de Arista Marcial precisamente, y tampoco llevaba armas a la vista de ningún tipo más allá de su ropa. Una ropa que de gótica, ajada, oscura y con transparencias sólo resultaba un arma contra el buen gusto o los Vetalas fetichistas.

Escena Cinemática: Podría haber tenido el Escudo Sobrenatural como Mantenido y el No-Muerto en mismo estado, o en su defecto lanzado al entrar los Inquisidores, pero así tiene un toque más "casual y peliculero".

Marie: Una No-Muerto con Inmunidad Psicológica y Acumulación de Daño sin Defensa Natural.

Referencias a tres películas en el post. De una película, varias.

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17/10/2013, 11:05
Richard Wivernfall

Suavemente Richard volvió a abrir los ojos, sin ser capaz de comprender cuánto tiempo había estado ausente. La inyección de energía que había recibido por parte de Eriol fue suficiente para sacarle del trance en el que se mantenía, sintiendo un torrente de calor recorrer su interior fluyendo desde donde el chico le tocaba hasta las extremidades. Por fortuna era la primera vez que se tenía que someter a un tratamiento de ese tipo y no pudo más que sorprenderse de las habilidades de Eriol. El dolor se había reducido notablemente pero el agotamiento le obligaba a seguir recostado un poco más.

Mientras le trataba con unos cuidados y unos conocimientos sobre el cuerpo humano de los que Richard sintió envidia, lo primero que cuestionó cuando pudo deshacerse de la bola imaginaria que le bloqueaba la garganta era el bienestar de sus compañeros. No  veía a algunos de ellos pero la relativa calma de los otros le hizo intuir que estaban todos a salvo. Vendaje tras vendaje, limpiaba las heridas y convertía a Richard en algo que se asemejaba más a una momia que a un ser humano. Pero la cura fue exitosa y al terminar habló:

-Gracias… “payaso mío”…- Con tono burlón. Jamás se lo llamaría con malas intenciones.

Aguardó recostado un poco más, prestando atención a lo que ocurría a su alrededor. Una forma más de ponerse al día y evitar dormirse de nuevo, algo que quería evitar. Ya le habían sacado del peligro pero no quería tener que contar con niñeras que le vigilasen y seguramente tuvieran mejores cosas que hacer. Observó. Observó como Ace con leves quemaduras se situaba junto a él. Cómo Gilbe, que había resultado gravemente herido tenía un aspecto mucho mejor. Se percató de que alguien le había traído algo de ropa para cubrir la desnudez de todos. Su cabeza giraba aquí y allá para no perder detalle de cómo se relacionaban las facciones de Du´Lucart entre sí.

Al poco, les comunicaron que debían pasar al despacho del gerente del hotel. Se puso en pie con facilidad gracias a la ayuda que le otorgaron Ace y Gilbe. De lo contrario habría sido una tarea complicada. Siguieron pasos lentos hasta el despacho, con Eriol, el que parecía ser el cabecilla del grupo por el momento dado sus actos, al frente.

Llegó a un despacho sobrecargado de ostentosidad, lujo y despilfarro por artículos que solamente servían para presumir del estatus social. Recordó la primera vez que estuvo en una estancia  similar, y podría considerarse que fue la habitación de Leona en el monasterio. Sin embargo, en esta ocasión todo tenía una estética más profesional. Richard se sintió molesto ante semejante muestra de poder económico, sabiendo que en menos de 100 metros podría haber alguien muriéndose de hambre. Ese exceso podría haber pasado por alto si no fuera porque la actitud del gerente le pareció poco ortodoxa, preocupado únicamente de sus asuntos y sus riquezas. No era como Leona, en ella se podía apreciar bondad.

-Señor mío- se presentó. Procuró expresarse con la mayor formalidad que su cansada mente le permitió. –Soy el inquisidor Wivernfall. Por supuesto que la iglesia se hará cargo de los costes de reparación de su negocio, por las molestias causadas. Pero antes de entregar una factura me gustaría conocer la cuantía a la que hace referencia y los conceptos de esta. Le agradezco su hospitalidad, pero como comprenderá es posible que debamos hacer un informe de los hechos y necesitamos conocer todos los datos.-

El hombre respondió a sus solicitudes y Richard le aclaró al grupo la auténtica intención de su petición.

-Rechazar estas indemnizaciones dejaría a la Iglesia como una entidad que causa destrucción allá donde va sin reparos. Además, de hacernos cargo de ello, contaríamos por escrito de un documento donde constará el riesgo que supone Venganza y certificará nuestro enfrentamiento con anterioridad a la aparición de los templarios, dejándolo fuera de su jurisdicción. Podemos reclamar a Venganza de nuestra propiedad y evitar que metan más las narices si se complica.-

Se mantuvo de pie, esperando que la reunión finalizase sin molestarse en utilizar el mobiliario de la sala, por miedo a mancharlo o estropearlo. Estaba demasiado agotado para discutir por estupideces y previó cuál sería la reacción del tal Alfred ante dicho suceso. Solo deseaba descansar.

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17/10/2013, 17:31
Gilbe Klimb

Cuando fueron a partir en busca de Marie sintió cómo sus fuerzas flaqueaban... Tenía que concentrarse para poner un pie tras otros, y tanto Elohim como Derek había decidido aportar músculo al rescate... Iba a retrasar al grupo, estaba seguro, por lo que finalmente haciendo un esfuerzo para que su humildad venciera a su orgullo, terminó por quedarse. 

Y ahí estaban Ace, Richard y él, los tres convalecientes, y Eriol, que se le veía totalmente exhausto. Eran un equipo realmente lamentable... Pero no podían quedarse mano sobre mano, eran inquisidores y el trabajo nunca se acababa. Eriol no perdía de vista la verdadera misión, y hacía bien, por lo que quiso asegurarse de que no hubiera contratiempos en su llegada a Arkangel.

Ya terminadas las pesquisas con el regente del establecimiento en el que iban a hospedarse escuchó una inflexión en la voz de Richard que le hizo sonreír, parece que el batracio había tenido una buena idea... Un giro sutil de los acontecimientos que les daría ventaja frente a los templarios y que a su vez aumentaría su renombre.

Gran idea, Richard. Cualquiera diría que hace unos minutos estabas a punto de morir. - le dijo guiñándole un ojo, un gesto que a Gilbe le encantaba hacer por lo absurdo que era para él.

Sea como fuere, había que empezar a moverse. El Concilio era una organización de la que se conocía poco y que sin duda era un jugador nuevo sobre el tablero, y ya había competencia de sobra con los templarios. Además, en la Catedral podrían contactar con la inquisición local y conocer un poco mejor la situación. Cuando salieron del edificio les dijo a sus compañeros:

- Chicos, no me ha gustado esa tal Beatrix Bobino... Ni ella, ni el concilio, ni su relación con los templarios, ni... Bueno, en verdad no me ha gustado nada de lo que ha pasado desde que llegamos aquí. Sé que estamos cansados, pero toda información que podamos dar seguro que es bienvenida. ¿Os parece si vamos a la Catedral, nos informamos y a ver cómo suceden los acontecimientos? Mañana en el viaje podremos descansar.

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17/10/2013, 20:18
Ace Velvet

Ace estaba, perdone la expresión, hecho una mierda. Después del combate, la huida y las curaciones de sus compañeros, el inquisidor novel apenas podía mover los músculos sin que una sensación de increíble aplastamiento le agarrotase todas las extremidades. Las quemaduras todavía le dolían, las otras heridas estaban más o menos cerradas. Durante años había templado su voluntad para resistir los más inclementes castigos físicos, pero en ese momento se sentía al límite. 

Cuando July se despidió de él simplemente sonrió y asintió con la cabeza. Entonces esperó pacientemente, allí donde estaba sentado, a que sus compañeros se reagrupasen y decidiesen donde ir. Al parecer sus guardias habían sido secuestrados. Los que todavía podían moverse se fueron en su busca. Allí quedaron los más exhaustos: Eriol, Gilbe, Ace... y por supuesto Richard. 

El joven se había sentido algo extraño al saber que su compañero no había conseguido escapar. De alguna manera sabía que su destino estaba atado al de él. Había algo que debía hacer, algo concreto pero a la vez extrañamente metafórico. Lo más inusual era el origen de aquella sensación, un mero sueño.

Los que allí quedaban fueron a ver al gerente del hotel, capitaneados por Eriol. Hablaron con el señor Eichmann, aunque no le cayó en gracia al inquisidor. Si existiesen los protocolos y las normas acerca de lo que era conveniente hacer o no, Ace habría agarrado a ese capullo arrogante y avaricioso por el cuello de la camisa y le habría gritado en la cara que ya habían hecho suficiente destruyendo a ese enemigo de la humanidad, Venganza. 

Encima reclamaba que le pagasen, como si la Inquisición no velase ya por la seguridad de la humanidad. Cayó solo para no arruinar los intentos diplomáticos de sus compañeros. A la salida asintió a las palabras de Gilbe.

- Cierto. Deberíamos buscar apoyo entre los nuestros. Informarnos, informarles a ellos, y esperar el regreso de nuestros compañeros. Si no estuviese hecho polvo me habría ido con ellos pero... - el hecho de irse apoyando en todas las superfícies que encontraba denotaba que estaba realmente abatido. Ace era un guerrero de increíble aguante, pero había consumido todas sus fuerzas en la última carrera por su vida.

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18/10/2013, 00:01
Juliette Bourgeois

 

Tras rescatar a los Guardias que se habían propuesto salvar, se dirigieron a desafiar a Venganza. Aquel engendro había dicho que no fuéran a por el sexto... pero daba igual, era compañera, y en cierto sentido alguien muy importante para Gilbe. Debían hacer lo posible, y aunque no la encontraran con vida debían al menos intentar darle un entierro digno.

Cuando llegaron a aquel lúgubre y tétrico sótano, y encontraron a aquella extraña y poco aseada señora, a Juliette no le pareció nada extraño... al fin y al cabo era una Acólita de Venganza, aparentaba tan sucia y rastrera por fuera, como debía serlo por dentro. Los insultó, insultó el papel de la iglesia... pero eso, por muy mal que estuviera no era razón suficiente para acabar con ella en aquel momento. Intentó alguna clase de brujería, usando componentes mágicos... ahí sí que no podían permitirlo, no podían dar tregua al uso de malas artes en su presencia, e intentaron todo lo posible por acabar con ella. Pero se desvaneció... se transportó como Juliette lo hacía, y al aparecer había materializado un poderoso escudo oscuro, con el que intentaría defenderse de las embestidas inquisitoriales.

Y entonces... Marie, o lo que quedaba de ella. Un no-muerto como otro cualquiera... aquella sucia perra había transformado a la Guardia Eclesiástica de Gilbe en un puto Zombie. Habían profanado el cadáver de un servidor de la Iglesia, levantándolo tras su muerte... por muy indigna que fuera. Imperdonable, completamente imperdonable.

 

 

Como... te atreves.- Replicó Juliette levantando la voz, con la cabeza gacha -. ¿Crees que puedes ir por ahí profanando cadáveres, y salir impune? .- Preguntó al tiempo que levantaba la cabeza. En aquel momento su pelo comenzó a moverse como si un fuerte viento soplara desde el frente de la joven, mientras ésta se elevaba ligeramente del suelo -. Estás muy equivocada, desgraciada

Justo con aquella última palabra - que pretendía ser más un calificativo despectivo, que un insulto en si mismo - abrió sus manos formando una cruz, y de sus costados, parte de aquellas cintas que la sostenían en el aire se clavaron en el suelo, y otras de ellas se dirigieron a la hechicera que controlaba a Marie. Las cintas que Juliette proyectó, aunque se movieron con dificultad, consiguieron atravesar la defensa de aquella pordiosera e introducirse violentamente en el cuerpo de su enemiga. Una vez dentro se removieron con violencia, y en el camino de salida cortaron la carne de los costados de la víctima... y cayó, no sabía si muerta, pero cayó. Marie seguía caminando, pero Wendy había caído, o por lo menos eso creía.

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18/10/2013, 09:01
Kael

Kael consiguió encontrar a Ágatha y salvarla. En ese momento de emoción todo su ser se multiplicó por veinte veces y parecía que su corazón iba a reventar la caja torácica del ritmo que alcanzó, pero tras unos momentos así, recordó que habían comentado de ir a intentar salvar a la última o, como poco, encontrar su cadáver.

Caminó por la ciudad hacia el lugar de la última Guardia cabizbajo, ensimismado, pues tenía la sensación de que volvía a abandonar al pobre Gilbe. Como le abandonó aquella ocasión en la que salvó a Charlotte. Esa noche se dijo que no volvería a pasar, que no ocurriría eso de nuevo, pero parecía ser que se equivocaba, que estaba ahí de nuevo, que por mucho que se entrenara y siempre se hiciera más fuerte, siempre fracasaría para alguien. Richard casi muere por intentar salvarlos, ahora Gilbe le tocaba sufrir por el mero hecho de no haber acompañado a los otros a aquel sótano. 

Dio una patada a una pequeña piedra mientras caminaba frustrado, la vida era injusta, pero parecía que le encantaba cebarse con algunos en concreto, en este caso con el pobre ciego. Era algo que no podía aguantar y que frustraba mucho a Kael. ¿Debería haber salvado a Marie en vez de a Ágatha? No, él había llevado a Ágatha y no podía abandonarla... pero, ¿porqué Cédric no había sido secuestrado? Eso le olía a cuerno quemado y no lo dejaría así porque así. La culpa era de Venganza... aunque puede que la existencia de Venganza fuera culpa de otros... de...

Negó con la cabeza para alejar esa línea de pensamientos. No. No era el momento, ahora tenía que hacer otras cosas. Y así fue como llegó casi a la par que sus compañeros al último sótano. Allí no estaba lo que buscaba, aunque una loca chiflada empezó a hablar como si supiera quienes eran. El pelirrojo no lo dudó y se lanzó contra ella, quería matar algo, librar sus frustraciones en algo básico e instintivo como era un combate a muerte, pero esa zorra loca lanzó algo a sus pies que hizo que tuviera que luchar por no caer al suelo.

Escuchaba lo que decía, como si en realidad fuera una voz lejana, porque en ese momento vio alzarse un cuerpo. Era la guardia de Gilbe, condenada para toda la eternidad... eso no podía ser. No. No iba a ser. Kael iba ha hacer todo lo posible porque no fuera. Así pues, reunió un poco de sus energías corporales y se lanzó a una velocidad mayor de lo normal. Casi en un parpadeo, pero aquel con buena vista hubiera visto toda la trayectoria, se lanzó a por el cadáver recién animado y lanzó un golpe descendente con Tormento, que impactó en el hombro izquierdo de la ex-guardia y se hundió casi un palmo entero en el cuerpo. Tormento atravesó la armadura como si no existiera, como si en realidad hubiera atacado desde otro mundo en el que no existían protecciones de ningún tipo o, al menos, no afectaban esas protecciones.

-Por Gilbe -musitó mientras sacaba la espada con la misma facilidad y se disponía a atacar de nuevo.

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19/10/2013, 17:57
Richard Wivernfall

-Estoy totalmente de acuerdo Gilbe. Lo único que me apetece es acostarme y descansar – suspiró –pero no podemos permitirnos el lujo de relajarnos. La última vez que lo hicimos acabamos así y ya no me fío ni de mi sombra. Necesitamos el asilo de la catedral más por nuestra seguridad que por la información ya que no podríamos defendernos de nuevo ante un nuevo asalto. Tal vez allí podamos usar nuestro título para conseguir algún guardia de la ciudad.-

Richard pretendía actuar con eficiencia. Era su deber y de algún modo al tener a Ace justo en su grupo, se forzaba a exigirse un poco más. Compartía su gusto por los trabajos bien hechos aunque Richard era un poco más laxo, ahora estaban codo con codo y debía ponerse a su altura. Por otra parte, su mente seguía dándole vueltas a lo sucedido durante el sepultamiento. A las palabras que le habían dicho, que hacían clara referencia a poderes que se desenvolvían en las sombras. No tenía datos para identificar a los autores reales. ¿Templarios? ¿El concilio? ¿Venganza?... quién sabe, tal vez incluso la propia inquisición, pero Richard estaba demasiado lobotomizado como para plantearse esa opción. Al menos por ahora. Demasiados frentes peleando por el poder.

-Además… ese gerente es un cretino y quiero perderlo de mi vista. Y tengo la total seguridad de que no soy el único que lo ha pensado.- No añadió más pero la mirada que le dedico a Ace era imposible de malinterpretar. La frialdad del muchacho se quebró durante una milésima de segundo, algo imperceptible para un desconocido, pero no para un amigo.

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20/10/2013, 01:44
Derek Volarn

Aunque Elohim, por ser la persona con más rasgos sobrenaturales a la vista lo cual era algo que evitaba que me calmara en su presencia, no fuera santo de mi devoción, nunca mejor dicho, he de decir que sus palabras resultaron esperanzadoras. También saber que no era el único que iría a por Marie tras rescatar a su respectivo guardia, me tranquilizo, puede que no se me notara mucho, puede que no fuera el más agotado, pero el cansancio hacia mella en mi cuerpo que se resistía a cada paso que daba.

Encontrar a Gael fue sencillo, es mas no tuve que hacer absolutamente nada más que llegar corriendo a donde estaba. No tuve ningún reparo en dejarlo en otras manos, por dos razones, el hombre era un gigante que jamás podría mover solo y tenía prisa por llegar a otro lugar.

Fue aquel lugar lo verdaderamente aterrador y digno de mención. Una mujer cuyo “pútrido” cuerpo era reflejo de su pútrido corazón y sus repugnantes intenciones comenzó a jugar, si jugar con nosotros. Nos lanzamos al ataque todos, evidentemente enfadados por lo que estaba ocurriendo, convirtiéndola en la diana de nuestra ira, pero encontró la manera de librarse de nuestros primeros golpes pues no se llegaron a suceder. Entonces invoco una barrera y levantó un cuerpo, el de aquel a quien queríamos rescatar.

Recé porque Dios, y Gilbe nos perdonasen por lo que habíamos hecho y por lo que teníamos que hacer. Vi a Juli elevarse en el cielo y atacar con su don a la desquiciada mujer mientras Kael al unísono arremetía contra el zombi. La loca cayó al suelo, dejando de ser una amenaza, por el momento, pero el zombi seguía en pie.

- ¡No permitiré que su alma quede condenada!

Grite con fuerza lanzándome al ataque. No ataque ningún punto en concreto, mi cuerpo no estaba en condiciones de tales actos, simplemente concentre todas mis fuerzas en atacar con toda la fuerza posible, pero su armadura era un problema, por lo que mi golpe no fue brutal, pero por lo que las vibraciones trajeron a mis manos a trabes de mi vara, si fui efectivo. 

- Tiradas (1)