Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

2. Los de ahí arriba - Escena de Juego.

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09/10/2013, 01:06
Derek Volarn

Las yemas de mis dedos sintieron la rugosidad de la civilizada calzada de Du’Lucart.  Los flexione varias veces antes de intentar levantarme, sintiendo el cálido tacto del suelo en mi piel. También sentía todas y cada una de las heridas que me había llevado en aquel combate, pero aun antes de levantarme y mirar el panorama, supe que no era de los más perjudicados.

Levante la cabeza y después me arrodille en el suelo, desorientado y con la visión borrosa. Sentía como el equilibrio me faltaba y como el movimiento a mí alrededor no eran más que manchas. El efecto de la explosión aun me tenía desorientado pero sentía el dolor a mí alrededor, el dolor de Juliette, de Elohim, el dolor de Kael también lo sentía, y así fue como supe que Richard estaba en la peor de las situaciones… lo había abandonado. Sentí también el dolor del cuerpo de Eriol, que era similar al mío y su preocupación por los suyos. Entonces golpee con el puño la calzada, muy fuerte, y las heridas que se produjeron por ese gesto de rabia e impotencia hicieron que el dolor que la empatía me traía se centrara en ese punto, casi olvidando el de las heridas más graves de mi propio cuerpo, sustituido por un dolor mas reciente.

Mastique entonces las palabras del templario y me levanté al recuperar la visión y el control de mi cuerpo. No podía ayudar a más de lo que lo hacían los demás. Elohim curaba como Eriol, y Kael se esforzaba entre muchas manos por sacar a Richard.

Use mi vara como bastón para apoyarme y levantarme, aceptando la ropa que me proporcionaban de buen grado, pero quedándome solo con el pantalón, con las heridas de mi parte superior sería inútil ponerme la camisola antes de estar curado. Con paso lento y cansado y apoyándome en lo que minutos antes había sido un arma, me posicione frente al templario.

- Derek Volarn. – Estreche la mano que tendía, con una dulce sonrisa en los labios. - Uno de nuestros líderes está gravemente herido, y el otro atendiendo a nuestros compañeros. – Señale a Gilbe y a Elohim, justificando el por qué era yo el que atendía a sus palabras. – En nombre de mis compañeros agradezco la ayuda prestada.

 La cortesía que empleaba era digna de un noble y la postura erguida que adopte en cuanto comencé a hablarle, digna de un militar. Nuevamente no podía esconder mis orígenes y todo ello a pesar del dolor y de la rabia de averiguar que el rival que casi nos mata era venganza, por boca de un templario.

- Aunque permitidme que coincida con mi compañero. – Señale a Eriol. – Hace años que nosotros andamos tras la pista de Venganza, aunque. – Tome una pausa cortes y diplomática. – Permítame que sugiera que este no es lugar para tratar ese asunto. – Dije viendo llegar a las personas inocentes que ayudarían a sacar a Richard de su encierro.

Ignore por un momento al templario, sobre todo por que apareció Cedric con una falta de tacto… poco frecuente en él. Anunciando brujería y dejándonos entender que todos los guardias habían desaparecido y solo él había regresado.

- Está bien, calma.

Eriol se acerco a mí y comenzó su sesión de curas conmigo mientras yo me mantenía de pie, siendo un paciente horrible en ese momento, pero siendo también un mal necesario pues consideraba que necesitábamos organización.

- Kael, cuento contigo para buscar al resto de nuestros compañeros. – Dije al escuchar su comentario sobre buscar a su guardia. – Los que puedan curar o estén en las ultimas de su energía, deberías ayudar a atender los heridos. Eso último iba por Juliette, Elohim y Eriol. Tras dar esas directrices deje al templario de lado y mire a Cedric. – Acompáñame a por mi equipo, e iremos a por los demás.

Concluí todo eso y comencé a caminar dirección a las habitaciones, con la intención de recuperar mi gabardina, algo de protección me vendría bien pues ya conocía los efectos de no llevarla. Cuando desaparecí de la vista de los demás, con Cedirc, me tuve que apoyar en el, casi dejar caer. Había llevado mis fuerzas al máximo para mantener la compostura ante la situación.

- Eres un blandito. – Dijo él, que cortésmente no me dejo caer.

- Y tu un bocazas. ¿En serio? ¿Donde perdiste el tacto que usabas para atacar a tus compañeros sin que se enteraran los profesores? ¿Era necesario que gritaras brujería por la calle? Eres  un guardia eclesiástico, por el amor del cielo.

Ahí se concluyo la conversación. 

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09/10/2013, 02:00
Ace Velvet

Ace corría por aquel subterráneo, tratando de sortear las piedras que caían y se amontonaban a su alrededor. Sus compañeros, más prestos, lo habían dejado atrás con increíble facilidad. Sólo Richard había quedado más rezagado que él.

Un chasquido acompañado de un reverberante eco hizo que Ace se girase para ver lo que sucedía. Mala elección. La explosión lo impactó de lleno y lo proyectó casi hacia la salida. Había consumido la totalidad de sus fuerzas en aquella carrera, y sin saber cómo todavía fue capaz de arrastrarse hacia el exterior.

Luego… oscuridad.

Se encontraba en un vacío infinito, su figura sola en un mar de nada. Se encontraba desamparado, sin más consuelo que un plateado ángel que pendía de su cuello. Sintió frío, los pelos de la nuca se le erizaron, y creyó realmente que el fin era inminente. Pero entonces una luz brilló con intensidad en aquella oscuridad. Ace, el desalmado y frío inquisidor, sonrió y caminó hacia aquel cálido resplandor.

Elohim.

Cuando recobró la consciencia, Ace se puso a toser. Sentía un extraño cosquilleo en todo el cuerpo que pronto desapareció. El dolor, mezclado con el abatimiento, eran demasiado para su fuerza de voluntad. Pero ahí estaba el ángel, velando por él. Cuando el inquisidor vio su rostro, aquel que tan bien conocía y podría recordar a la perfección, sintió la paz.

Poco a poco fue dándose cuenta de donde estaba, y recordando la situación en la que se encontraban. Al parecer todos sus compañeros menos Richard habían logrado escapar, lo suyo casi había sido un milagro.

Un templario había llegado para hacerse cargo de la situación. Ace no los soportaba, pero en el estado en el que se encontraba solo podía esperar que sus compañeros se hiciesen cargo de todo. Tratando de molestar lo mínimo posible, se sentó en un rincón a esperar a que alguien lo tratase. Las heridas del combate le dolían menos, pero las quemaduras de la explosión todavía le abrasaban la piel.

Trató de convencer a Elohim de que se encontraba bien, seguramente gracias a él.

- Seguramente tienes cosas mejores que hacer que estar pendiente de mí – Ace agradecía increíblemente su atención, pero había más heridos y todavía tenían que sacar a Richard de allí.

Luego su mirada se cruzó con la de Juliette, que parecía algo angustiada. Ace le dedicó una sonrisa algo forzada dada la situación. Estaba hecho un despojo, y cualquier sonrisa que dibujase en su rostro no colaboraría demasiado.

- Tranquila, July. Voy a estar bien, tan solo estoy algo agotado. Solo necesito descansar.

Entonces una nueva noticia, los guardias eclesiásticos habían desaparecido. El inquisidor novel sintió la tentación de salir en busca del suyo, a quien le tenía un gran aprecio. Pero sus condiciones se lo impedían. Tan cansado como estaba sería más una carga que una ayuda para los compañeros que fuesen a buscarlos.

Permaneció en silencio hasta que Eriol lo trató. Casi esperaba ansiosamente el momento, pues pese a su resistencia excepcional al dolor, aquellas heridas eran demasiado graves como para tener que soportarlas mucho más tiempo.

Cuando vio que el artista marcial seguía tratando a los demás pese a la fea quemadura que tenía él, Ace tan solo pudo mirarle a los ojos y pronunciar unas pocas palabras.

- Gracias, amigo – aquella palabra en boca de Ace era un hecho un tanto insólito, no solía usar aquella expresión -. No te olvides de ti mismo intentando ayudar a los demás, ¿eh?

Leve sonrisa, ese era un consejo que también podría darse a sí mismo en algunas ocasiones. Después de la cura se encontró mucho mejor. Gracias a Elohim y a Eriol sus heridas se habían cerrado casi por completo. Unas horas en una cama le permitirían recuperarse del todo, pero al inquisidor le frustraba el hecho de que se encontrase así después de que tuvieran tanto trabajo por hacer.

Simplemente trató de reposar, de recuperar fuerzas. Dudaba que nadie le encargase alguna tarea, estaba que se arrastraba por los suelos.

Ace cerró los ojos, y trató de pensar en un lugar tranquilo y agradable. Una verde pradera surcada por un arroyo, junto al Orfanato de Santa Cristina, en Arlan. Sí, parecía un buen pensamiento en el que concentrarse… 

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09/10/2013, 02:13
Lucius Lavigne

Lucius estrechó la mano de Derek. Tenía una mano dura y regia, con un apretón fuerte pero sin llegar a machacar los huesos, más firme y seguro que dominante. Balanceado. Asintió y sin perder un aire marcial y entero escuchó hasta que el hombre terminó de hablar. Le daba igual quién le hablase mientras alguien atendiese sus necesidades.

- Cada día hay más Inquisidores Santos- se limitó a decir mirando a Elohim. Sin embargo, no había aprobación, ni tampoco reprobación, en su voz. En Tol Rauko no había magia, simplemente-. Sólo hago mi trabajo, pero aprecio su gratitud- parecía más un discurso ensayado y protocolario que sincero, pero era decoroso.

Abandonó un tanto al grupo, rompiendo filas, e ignoró a las ciudadanos que pasaban por su espalda. Hizo una mueca a Derek y, recogiendo a los oficiales en coro, manteniendo lejos a través de los guardias a los civiles, siguió hablando, aunque en un tono de voz más bajo y confidente, queriendo atajar el tema discreto y rápido.

- Me constan los orígenes de aquello que cazo- aunque desconocía que los allí presentes eran los involucrados-, pero su persecución en Du'Lucart actualmente está en derecho de la Orden de Tol Rauko- no esperaba que aquello espantase a los Inquisidores, pero a sabiendas de la ley quedaría manifestado su derecho al premio-. Si quiere cambiar eso, solicite una reunión con el Consejo del Príncipe Giovanni- Lucanor Giovanni Frey- o con su recién creado- arrugó la frente, buscando las palabras mentadas- CCZ. Concilio de Control Zeónico. Según parece, la Gran Universidad ha conseguido hacerse un sitio entre Tol Rauko y la Inquisición, al menos en sus dominios.

No lo decía con mucho ánimo. De hecho, parecía que le molestaba, y a la Inquisición también le molestaba. A juzgar por su reacción, no lo tenía asimilado, y la noticia le venía desde hace pronto. Que lo hubiese dicho tan a la ligera daba que pensar que quería que se supiese, y más a sabiendas de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Si Lucanor Giovanni había convencido al Alto Senado para tomar partido en la influencia sobrenatural de sus tierras, podían tener muchos problemas. Podían restar autoridad y mando a la Inquisición y a Tol Rauko, ganando además independencia judicial y política. Ello, sumado a los infames inventos tecnológicos, daba mucho que pensar, especialmente si esos inventos servían para liberar magia controlada en el aire de su capital sin miedo a las represalias de otras Organizaciones.

- Temo que lamentablemente, no se me permite dar más información, y que no hay tiempo ni lugar para hablarlo, como bien apuntáis- lo dijo efectivamente como si pretendiese escurrir el bulto. Él lo había dicho y se había quedado muy a gusto. Educadamente, pero lo había dicho-. Tampoco estoy autorizado a negociar con la Inquisición.

Resumen, que decía cómo de jodidos estaban todos, pero que se tragasen ellos la información. Que pasaba de líos. Bastante tenía ya con Venganza y Lucanor como para ponerse a debatir con Inquisidores.

Dicho aquello, como Derek, el hombre partió a sus asuntos. Comenzó a organizar a los ciudadanos y habló brevemente con Beatrix en posición confidente, pero tras asegurarse de que los Inquisidores estaban vivos y que nadie iba a colgarle un muerto, tras coordinar a los colaboradores ciudadanos, el hombre se adentró en el hotel. Salió a los pocos minutos y esperó a que poco a poco pudiesen ir sacando a gentes de entre los escombros. Fue analizando las heridas de cada uno y tendió a los hombres en el suelo en grupos, formando cinco filas según su gravedad.

Sufrían contusiones, quemaduras, y cortes provocados por piedras más afiladas. Alguno llamaba especialmente la atención, pues podía haber sufrido algún trauma impactante a nivel visual, como podía ser el impacto de una gran roca en el rostro o en las costillas, hundiendo así las zonas afectas para dejar un lienzo grotesco que era mejor no mirar, pero no dejaba de ser sólo un cadáver o un moribundo con respiraciones agónicas. Nivel de prioridad cero.

- Este parece suyo- dijo mirando a Kael al ver sobre un pecho la Cruz de Sangre. Se apartó del cuerpo y fue por otro lado, dejando al pelirrojo encargarse personalmente de su compañero.

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09/10/2013, 02:17
Beatrix Babineaux

- Puedo- se limitó a responder la Doctora en tono glaciar-, pero se dice Ba-bi-ne-aux.

Estiró una gasa, la humedeció en un cubo de agua, estrujó el sobrante y comenzó a palmear con suavidad y a toques las heridas por abrasión. Si arrastraba era peor, y tenía que evitar más daño titular interno. Sin embargo, para cuando comenzó a vendar, Eriol notó cómo sus heridas cerraban del mismo modo que en sus compañeros.

- Ya- se limitó a decir una vez tratado. Hecho ello, pasó por el lateral de Eriol y comenzó a atender a los heridos de mayor gravedad. Al pasar por su lado, no obstante, añadió-. Puede atender a los civiles si quiere, pero cuídese. Según mis estudios, grados muy bajos de Ki producen un deterioro físico notable que ahora no puede permitirse- antes de que Eriol dijese nada, señaló las serpientes azules enroscadas en la vara, distintivo que lucía en su pecho-. Concilio de Control- se limitó a decir pegando una cabezada al Templario, que había apuntado la Organización de Lucrecio.

Y siguió andando rumbo a los desenterrados. Sí, Gaïa estaba bien jodida. No se equivocaban Charlotte, ni Romeo, ni Leona. Cada pasito desvelaba cómo más si cabe había mierda escondida. Primero, Venganza. Luego, la persecución pública de la entidad, y para colmo, Lucanor obteniendo inmunidad política en la cara de la Inquisición. Con razón Romeo estaba obsesionado con restaurar la Santa Sede de Arkángel. Su facción perdía poder y se hundía rápidamente.

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09/10/2013, 12:15
Richard Wivernfall

La NADA. Era el lugar donde se encontraba Richard. Un sitio donde los sentidos no existían y la realidad misma era cuestionable. Hasta que un rugido tan intenso y con una fuerza de la que solo los seres que están por encima de la natura pueden hacer gala, lo trajo de vuelta. Raijard reclamó la presencia del muchacho de forma imperativa, usando su propio nombre y Richard reaccionó abriendo los ojos cuando sintió su cuerpo temblar junto a su mundo con semejante alarido. Sabía que había dicho su nombre y a la vez no lo había escuchado. Reconoció de nuevo esa voz y se puso en pie para hacerle frente. Paladeó el extraño sabor de su boca, el sabor del más allá y se dio cuenta de que permanecía desnudo, algo a lo que no le habría dado importancia en ese instante si no fuese porque vio sus heridas aún abiertas, preparándole un traje de gala hecho de su propia sangre roja. Lo que realmente le sorprendió es que pese a todo, el dolor había desaparecido. Esos ríos carmesí se fundían junto a su sudor para perderse entre las ranuras de un suelo hecho de monedas ardientes a causa de la alta temperatura que gobernaba ese “mundo”.

Al alzar la vista se vio frente a frente con el objeto de su odio más profundo. Y esta vez parecía ser capaz de controlar sus propias acciones. Raijard, el colosal dragón que cambió su vida, estaba frente a él hablándole y demostrando una vez más su interés por el inquisidor. Richard permanecía impasible ante sus palabras, escuchándolas y procesando cada sílaba con sumo detalle. Su respiración se fue acelerando hasta que, cuando el dragón terminó de imponer sus mandatos Richard estalló.

-¡CALLATE!- Bramó iracundo a la vez que soltó un potente manotazo para apartar de él la garra que le señalaba y podía partirle en dos con un solo gesto. – ¡Maldita víbora rastrera con alas! ¡Tú me lo arrebataste todo! ¡No tienes derecho a llamarme HIJO! Me arrebataste a mi madre, a mi padre, mi hogar… ¿y pretendes que yo te traiga de vuelta al tuyo? ¡NO SOY TU MARIONETA!-

Avanzó pasos acercándose a Raijard dejando tras de sí un camino carmesí adornado por huellas humanas. No había miedo ante el dragón. La ira era mil veces más intensa que el pavor. Ira que le llevaba a cometer actos absurdos, como si él fuera un canto rodado que pretendiese hacer frente a la fuerza del mar.

-¿Qué me has hecho? ¿Por qué juegas conmigo?- Los tatuajes escamosos ya habían desaparecido casi en su totalidad, salvo en la mano derecha, donde aún quedaban grabados extinguiéndose.-Yo seré el único que le ponga las manos encima a ese huevo. Ni tú, ni Venganza, ni cualquier otro estúpido. Y lo haré para evitar que nadie pase por lo mismo que TÚ me has hecho pasar. Llegará el día en que nos veamos las caras realmente y te castigaré con el “don” que me acabas de otorgar.-

Ahora fue el chico el que señaló al dragón con la punta de su índice en un gesto condenatorio. Nadie en su sano juicio le plantaría cara a un dios de manera tan desafiante, sin embargo Richard no estaba en sus cabales. Le cegaba su propia venganza. Las lágrimas, aunque contenidas, se estaban acumulando en el borde de sus ojos.

-¡Mi nombre es Richard Wivernfall! ¡Yo forjo mi propio destino! ¡DEVOLVERÉ EL EQUILIBRIO A MI VIDA A MI PROPIA MANERA!-

Cada segundo que pasaba, cada roca que retiraban en el mundo real de encima sullo creaba una grieta por la que se colaba la luz en su estancia ilusoria, dejando pasar las voces sordas y prácticamente incomprensibles de sus compañeros. La salida estaba ahí.

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09/10/2013, 13:21
Kael

Cuando le trajeron ropa, el joven pelirrojo se puso a vestirse, no sin antes agradecer con un cabeceo a Eriol su tratamiento; pero no podía apartar la mirada del Templario que seguía hablando como si él mandara por allí. El muy imbécil se creía que un papelajo haría que al menos él dejara de hacer su trabajo. No. Kael era un cazador de monstruos, usaba el mal para acabar con el mal, o al menos él lo veía así.

-Claro, la próxima vez me quedo queitecito esperando a que me maten porque tú tienes un papelajo, y para variar llegáis tarde… es que la velocidad os la daban los piratas -seguía rezongando entre dientes cuando en su mente se clavó el rostro de esa mujer. Se vio huyendo con Charlotte a la espalda y dejando a Gilbe solo. Negó con la cabeza- No pienso dejar a nadie atrás, otra vez no.

Terminó de vestirse y le pidió a Juls de nuevo a Tormento, mientras que comenzaban a salir cuerpos. Kael observaba todos y cada uno de ellos como si tuviera la esperanza de que Richard no fuera uno de los de prioridad cero, cuando el puto templario, como si fuera un trozo de carne más, señaló un cuerpo con la cruz de sangre.

-¡ERIOL! -gritó antes de acercarse para examinar el cuerpo, comprobar que fuera Richard. Esperaba que su compañero pudiera hacer algo por su hermano.

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09/10/2013, 13:46
Juliette Bourgeois

 

Allí estaba ella, sosteniendo fuertemente la mano de Ace, llorando amargamente mientras Elohim hacía su trabajo, curar a su compañero, a su amigo... a su hermano. Las lágrimas recorrían sus mejillas, Juliette no podía aguantar el sufrimiento ajeno... y el de Ace mucho menos. Hasta que el joven no abrió los ojos la chica estuvo con el corazón en un puño, no sabía que sería de ella si a Ace le pasaba algo grave, ¿Tanto le necesitaba?.

 

Cuando el chico abrió sus preciosos y penetrantes ojos azules, el alma de Juliette volvió a su cuerpo, y pudo respirar un poco más tranquila, pero las lágrimas no dejaban de manar de sus ojos aún llorosos. Cuando el chico se dirigió a ella, Juliette no dijo nada, solo le abrazó, suavemente, tiernamente... pues las quemaduras eran aún muy recientes y no quería dañar a su - dejémoslo en – amigo.

 

Su respiración se tranquilizó, y poco a poco su corazón volvió a latir con normalidad, dejando atrás las taquicardias que había estado sufriendo desde el momento en que el chico pasó volando por el arco de la salida. Estaba vivo y eso era lo que importaba.

 

De repente sus lágrimas se cortaron en seco, algo había venido a la mente de Juliette, algo en lo que no había reparado hasta aquel mismo momento... Richard. Aún seguía desaparecido y ella no había hecho nada para ayudar en las labores de búsqueda. Sin pensárselo dos veces dio a Ace un beso en la mejilla-. Cuidate, ¿Vale?, no me vuelvas a dar un susto como este... jamás.- Pidió al chico para justo después moverse grácilmente hasta donde se encontraban los guardias repartiendo ropa... era una de las más vestidas de sus compañeros, pero aún así era un atuendo inapropiado. Sujetó un momento a Tormento, la legisladora de Kael, y cuando se la devolvió se dispuso a vestirse. Se estaba poniendo encima un vestido de lino azul que le habían tendido cuando Eriol se acercó a donde se encontraba la chica, obró su “magia” e hizo que la chica se encontrara algo mejor.

Te debo una .- Guiñó uno de sus ojos llorosos, le acarició la mejilla, y forzó una sonrisa a su compañero y amigo Eriol. En aquel momento no era la Juliette de siempre... pero se le pasaría.

Justo cuando terminó de colocarse encima el vestido comenzó a correr de un lado para otro, levantando piedras para ayudar en las labores de búsqueda de Richard... claramente las levantaba con la fuerza de su mente - como bien podrían ver aquellos que fueran capaces de ver lo sobrenatural - pero la chica sabía hacer que pareciera como que las levantaba sin ayuda. Era algo que llevaba haciendo desde pequeña.

 

Claro que había visto al Templario, y a la Doctora... e incluso había visto a la histérica de Cédric hablando sobre la desaparición de los Guardias, pero Richard era primero. Lo sentía mucho por Gael a decir verdad, pero si había algo que Juliette tenía claro, eran sus prioridades... y Richard era su compañero y amigo. Cuando encontraran a Richard, entonces haría lo que fuera necesario, aunque en aquel momento era más una carga que una ayuda... tan cansada como estaba y sin la capacidad de estresar su mente, no sería de mucha ayuda.

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09/10/2013, 14:06
Gilbe Klimb

Gilbe pensaba que nada podría hacer por salvarse de la explosión, demasiado cerca, en apariencia demasiado potente... Curzó sus brazos sobre su pecho, dándole una mínima posibilidad al milagro de la supervivencia. Antes de la explosión, antes de que cerrara los ojos, Elohim le agarró en pleno vuelo, avanzando por los pasillos a una velocidad, más que endemoniada... Ángelical.

Pasaron a toda velocidad, y por el camino se dejaron a Richard, que como él había amagado intentaba defenderse de lo inevitable. Elohim le dejó en la calle, y corrió a ayudar al resto de sus compañeros. Gilbe se quedó durante un instante ahí, sentado, aturdido, recibiendo una ola de polvo fruto de la explosión.

Entonces Kael gritó el nombre de Richard, efectivamente no había logrado salir. Gilbe estaba moribundo, se desangraba, pero con el cuerpo casi en su totalidad cubierto de sangre corrió hacia los escombros. Se sujetaba la herida con una de sus manos, mientras que con la otra apartaba pequeñas piedras, pues poco más podía cargar. 

Entonces un hombre vestido de templario comenzó su perorata, órdenes y reclamaciones salieron de su boca... Gilbe se hubiera presentado ante él, pero tendrían tiempo para discutir más tarde, en ese momento la vida de Richard podía pender de un hilo... Gilbe no paraba de apartar piedras, frenético, mientras la sangre se mezclaba con el polvo bajo sus pies, creando un barro oscuro y resvaladizo... El ciego temblaba y un atisbo de culpa empezaba a ocupar su mente.

Los guardias y los ciudadanos empezaron a llegar y algunos con ánimo de ayudar agarraron a Gilbe para que pudiera curarle, pero él se zafó y les dijo con lágrimas en los ojos:

- Apartad, ¡joder! ¡Uno de los nuestros está ahí abajo!

Hizo amago de seguir quitando piedras, pero súbitamente la pérdida de sangre le afectó, produciéndole un fuerte mareo. Los hombres, que asustados por la reacción del templario se habían apartado, reaccionaron a tiempo para cogerle, y le llevaron en volandas hacia la doctora... De camino Gilbe medio comprendió el relato del guardia de Derek, Marie estaba en peligro, pero apenas conseguía mantenerse consciente.

De camino a la doctora Eriol les interceptó y reclamó al inquisidor herido para sí. Mientras le atendía le dijo que la herida no pintaba demasiado mal... Gilbe sólo pudo decir entre susurros:

- Los guardias, Eriol... Están en peligro...

Eriol le daba las últimas indicaciones mientras él se vestía, antes de que éste se fue a curar sus otros compañeros, le dio las gracias por su ayuda. Iba a necesitar las fuerzas que había recuperado para salvar a su amiga. Según el Ki iba sanando sus heridas la mente del ciego se fue despejando, y expandió su percepción buscando el cuerpo de Richard entre los escombros... 

Se acercaba hacia ellos cuando encontraron a Richard. Kael llamaba a gritos a Eriol... Gilbe se acercó tan rápido como pudo a él y a Juliette, ayudando a apartar las piedras que todavía cubrían a Richard, el reposo que le habían prescrito había durado menos de 10 minutos.

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09/10/2013, 18:16
Elohim

El santo jadeaba. El esfuerzo realizado tanto en el combate como para salir de ahí con vida le había agotado tanto espiritual como físicamente. Gotas de sudor caían por su faz, haciendo que sus facciones quedaran iluminadas a la tenue luz que aún despedían sus manos, apagándose poco a poco.

Cuando vio al templario, sus músculos se tensaron un instante, rezando al padre para que no tuviera que combatir otra vez después de haber luchado contra Venganza. Por suerte no fue así, y al menos en territorio neutral, ambas facciones tenían que al menos respetarse.

-Elohim Mal'Ach.- contestó tras una bocanada de aire- Siento nuestro actual aspecto, pero sí; el ser al que llamas Venganza nos atacó, por sorpresa además. Parecía tener especial interés en pillarnos separados y en aniquilarnos mientras no pudiéramos defendernos. 

Trató de recuperar la compostura, irguiendo un poco la espalda y contrayendo las alas para que quedaran totalmente plegadas. Elohim, cuyo traje permanecía tan impoluto y perfecto como siempre, tenía una imagen imponente, incluso después del combate, incluso agotado y sudoroso, incluso con gotas de sangre salpicando su piel, seguía hasta despidiendo un aroma encantador. La visión de un ángel tiene que ser siempre algo perfecto.

-Sin embargo, no es fácil dejar sin armas a un inquisidor, y menos a un grupo de ellos. Siento si tenían jurisprudencia al respecto, pero creo que defender nuestra propia vida es un derecho que está por encima de cualquier acuerdo realizado en ámbitos de este tipo de criaturas.

Justo pasó Eriol a su lado, a tratar de curarle, y mientras tanto, se dirigió a la doctora, que trataba de organizar a los heridos.

-Yo podría ayudar con mi Fe, pero antes tendría que llenar de nuevo... mi reserva espiritual. Me siento un poco débil en ese aspecto. Y creo,-dijo mirando a Cedric-que tenemos asuntos importantes que tratar. Asuntos que requieren nuestra presencia inmediata.

Fugaces miradas se desviaban de vez en cuando en derredor, buscando los ojos de Ace. Una vez que el rubio había recobrado la consciencia, Elohim lo había abrazado y había comenzado a hablar con el templario. El bautizo de "lider" que se había llevado le dotaba de "responsabilidades" extra. No estaba por encima de nadie del grupo, pero quizá tendría que hablar en público y servir de portavoz. Tarea complicada en aquel grupo dispar de inquisidores. Al menos tenían a su favor una cosa, a la hora de combatir eran como un reloj perfecto.

-Cédric, ¿está lejos donde apareciste? Guíanos hacia allí, quizá podamos encontrar alguna pista sobre dónde están los otros. El que tenga suficiente cuerpo como para soportar quizá otra pelea que venga conmigo. Creo... creo que tengo una idea sobre cómo encontrar a los demás...

Pero necesito fuerzas... ¿Donde está Evangeline?¿Y Maestro?


Casi Imposible en Estilo (Perfume).

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09/10/2013, 22:19
Raijard

- ¿Que me calle?- preguntó el dragón en tono retórico. Una carcajada grave y cínica salió de su gaznate haciendo manar fuego de las fosas nasales-. Richard... Wivernfall, me he vuelvo a acercar periódicamente a la Humanidad, pero no dejáis de sorprenderme- el coloso negó con la cabeza y miró a través de un afilado ojo las monedas de sangre.

Aferró un puñado entre dos falanges y las miró de cerca

- Sangráis, porque seguís siendo mortales- cosa que no hizo Venganza en los subterráneos, y que ya no hacía tampoco Kael. Pronto no lo haría Richard-, pero aún así os creéis que de verdad sois el mayor depredador de Gaïa. Tenéis, a Venganza, tenéis a Raijard- habló de si mismo en tercera persona-, y tenéis a Los de Ahí Arriba- señaló al techo de la cúpula de piedra-, pero nada.

¡La Inquisición sigue creyéndose mejor que un dragón milenario!

Ante el bramido, fragmentos de piedra caliza cayeron del techo.

- Tendré que ponerme a su altura entonces, majestad- dijo rediciendo el tamaño hasta alcanzar unos modestos tres metros de altura.

Sus alas seguían siendo garras, sus pies, como sus pies, y su rostro seguía teniendo cuernos y una afilada dentadura. Sin embargo, su anatomía era ahora antropomórfica. Tenía una notoria musculatura, vibrada y carente de venas, dura como el mármol en apariencia y henchida hasta el extremo, revelando un potencial físico divino encajado a marchas forzadas en un cuerpo reducido. Sus extensas alas a la espalda, dentadas y salpicadas de manchas negras fruto de Venganza, seguían revelándole como un dragón enfermo. No así su cola, larga y acabada en una algarabía de pinchos que resonaban al arrastrarse por las monedas que hacían de suelo mientras avanzaba hasta Richard. Aunque este bien se había acercado, al reducir su tamaño lo había hecho hasta las patas traseras, no las delanteras, quedando de pie al final del cambio.

- Estaba furioso, Richard- dijo mirándolo a través de unos ojos rasgados, ambarinos, pero emocionalmente sincronizados con el estándar humano-. Es lo que tiene dormir enterrado en un río de almas- alzó una mano, mostrando una esfera de luz roja. Dentro, orbitando, había una  pequeña ilusiónn del dragón rojo, encadenado en mitad de un pedestal rodeando de almas que seguían un camino-. Podría recrear a tu familia, pero sólo serían un recuerdo y una mentira. Una copia- negó con la cabeza y con la cola, meciendo ligeramente las alas. No estaba dispuesto a ello-. Comprendo tu rabia, tu frustración, pero eres un Inquisidor cabal. Te elegí precisamente en compensación por lo que hice.

Un rayo de luz se filtró a través de la caverna. Un hombre, el Templario del exterior, asomó la cabeza, pero no pareció ser consciente del interior de aquel sueño. Segundos después, Kael fue quien ocupó su lugar. Raijard exhaló humo por las fosas, y mientras el mismo ascendía en espiral Richard se dio cuenta de que no tenían mucho tiempo.

- Si rehusas tu deber, buscaré a otro más dispuesto a ello- imperó Raijard en tono disgustado, a sabiendas de que quería a Richard para el trabajo-. Puedo revocar mis Dones, por lo que pensar en usarlos contra mí es inútil- con un gesto de la mano, una escama roja e intangible salió del pecho de Richard. Con el gesto opuesto, volvió a su interior-. Te dado un bien que te ayudará a sobrevivir y a cumplir con tu Legado- explicó en referencia a las circunstancias del Inquisidor-. Tu Destino, Richard, es traerme a mi hijo, hija, o lo quien sea de mi progenie. Sin mi protección, Venganza convertirá a mi descendencia en una semilla negra, y no creas que eres lo bastante poderoso como para impedirlo solo- un humo negro, cual vapor corrosivo, volvió a manar de sus fosas-. Eso sería estúpido y narcisista.

Una nueva roca abrió luz en el techo. Raijard, simplemente, barrió con la cola, que se prolongó hasta el final de la sala, y abrió un boquete en la pared, revelando una vorágine roja hacia algún lugar de la Vigilia.

- Hay mucho trabajo por hacer y muy pocas personas capaces de ello- se limitó a concluir el dracónido-. No dejes que el corazón nuble tu vista y la aparte del camino.

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10/10/2013, 04:59
Lucius Lavigne

Con un gesto de la mano, el Templario desechó las disculpas sobre el aspecto físico. Simplemente señaló las ropas como si esa solución fuese a paliar el problema. Pese a lo impúdico de la situación, comprendía que una explosión con derrumbamiento tras un ataque por sorpresa de una de las entidades más poderosas de Gaïa era una buena excusa para salir desnudo a la luz del sol. Que Elohim fuese plenamente vestido e impoluto, de no ser por su condición de Santo, le hubiese dolido muy mucho en el hocico.

- Pillaros separados e indefensos sí, aniquilarlos me parece poco probable- replicó Lucius en tono franco, compartiendo el mínimo de información, pero concediendo un mínimo, a alguien con las condiciones de Elohim, tanto a nivel político como estilístico-. No cuestiono el defender su vida, sino lo que hagan a partir de ahora. Tampoco puedo impedirles nada- confesó lavándose las manos. Sólo podía hacerlo si les pillaba con las manos en la masa, pero acosarles, no-. Sólo denunciarles en caso de obstrucción o intromisión, y reclamar el derecho a captura- sí, seguro que capturar viva a Venganza era algo tan posible como buena idea, ¿por qué no? ¿qué podía salir mal?-. Por supuesto, no es una amenaza, sólo resalto lo obvio, San Elohim- y parecía sincero.

Tras ello, y tras atender a Derek, el hombre, efectivamente, partió a los quehaceres ya mentados.

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10/10/2013, 05:08
Cedric

Cédric, ¿está lejos donde apareciste? Guíanos hacia allí, quizá podamos encontrar alguna pista sobre dónde están los otros. El que tenga suficiente cuerpo como para soportar quizá otra pelea que venga conmigo. Creo... creo que tengo una idea sobre cómo encontrar a los demás... Pero necesito fuerzas... ¿Donde está Evangeline?¿Y Maestro?

Cedric asintió con gesto camino entre la aceptación y la molestia, como si le diese escalofríos.

- Puedo llevaros allí- dijo incluyendo a Elohim, Cedrick, y quien se terciase-. Teniendo en cuenta que hablo más con los Guardias que con vosotros, soy el primer interesado en rescatarlos- reveló de forma algo brusca y abrupta, pero no por ello exenta de abrumadora sinceridad gratuita. Muy gratuita-. Hasta donde sé, la Santa Alta Inquisidora Evangeline Matheus y el Alto Inquisidor "Maestro"- recitó de forma protocolaria, respetando sus títulos y nombres completos- podrían seguir en Puerto Misrech. Quizá podríais enviar un mensajero- sugirió al Santo en tono algo redundante, como si no se le pudiese ocurrir a nadie nada mejor-, pero quizás, por la misma, el mensaje nunca llegue y se crucen en el camino, uno entrando en Du'Lucart y otro en Puerto Misrech.

Sí, El Ángel había salvado un poco la situación, en mayor o menor medida, como algunos otros, pero a un elevado precio de energía espiritual, y lo sabía. Carraspeó, a sabiendas de que Cedric tenía el Don, completo o no.

- Si precisáis Zeón para algo indispensable- estiró una mano, pero le miró con cara de "si puedes ahorrártelo, como que mucho mejor, San No-me-toques-las-energías-sobrenaturales-genitales"-, puedo tenderos una mano, pero si no lo es, preferiría no consumir mis propias reservas para ello- manifestó sin tapujos de egoísmo.

Sí, bueno, quizás algo de esto explicaba porqué Cedric, pese a sus buenas capacidades, era un Guardia Eclesiástico y no un Inquisidor. Quizás, dejando de lado la prueba en el desierto, era un tanto Insufrible como persona.

- Yo primero iría al sótano y luego ya vería- sugirió echando balones fuera.

Por supuesto, la conversación era ajena a los civiles, a los Templarios, a la Doctora y a nadie fuera del grupo. Alguna palabra suelta podía filtrase, pero Cedric no era ningún Santo, ni literal ni metafóricamente, y no iba a ponerse a decir a los cuatro vientos que tenía capacidades sobrenaturales, por mucho que viniesen enseñadas por Evangeline Matheus y su Adjunta, Bernadette.

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10/10/2013, 11:48
Richard Wivernfall
Sólo para el director

Las palabras de Raijard le dejaron consternado. Y al parecer así se sintió el dragón con las suyas pues desde ese momento su actitud cambió con el chico. Mantuvo la calma que Richard no poseía y actuó de una forma distinta, que si bien seguía siendo altanera debido a su propia naturaleza, ya no iba cargada con la misma soberbia.

El sueño en el que se encontraba cada vez era más abstracto. ¿Lo podría seguir llamando sueño? Está claro que no. Raijard, que medía de decenas de metros se encogió hasta un tamaño medio y Richard reconoció esa habilidad como metamorfismo, una treta sobrenatural que utilizaban seres como Súcubos o Doplegangers para engañar a los mortales. Pero Raijard… no pretendía engañarle. Lo hacía para hacer llegar mejor sus palabras. Se estaba sincerando con el chico. Compartiendo su dolor y haciéndole ver que el inquisidor no era el único que había sufrido.

-¿Qué son diez años de dolor comparados a siglos de cautiverio?- llegó a pensar. -¡Está mostrando comprensión conmigo! ¡UN SIMPLE HUMANO! ¿Por qué?- No lo entendía.

Todos los pilares de su ira, forjada a lo largo de una década se estaban derrumbando a una velocidad alarmante ante las palabras de Raijard, un ser supremo sobre el que acababa de percatarse de su estado enfermo. El vivo rojo de sus escamas se tornaba podrido y sin vida en los extremos de las alas, de la cola… Sufría. Y era un sufrimiento que no acabaría con él, lo haría con toda su progenie. Presente y futuro desaparecerían.

-¿Es eso realmente justo? Es exactamente con lo que yo le he amenazado… ¿Por qué mis palabras parecen más nobles si el fin es el mismo? Jamás renegaría de la vida que he tenido. Por muy dura o dramática que haya llegado a ser. Acepto los dones concedidos, las batallas vividas y las amistades forjadas.-

Cada pedrusco que retiraban de la cueva hacía que la realidad se volcara más sobre ellos. Cuando las cabezas humanas asomaban, el dolor de sus heridas punzaba de nuevo, obligando a Richard a hincar la rodilla sobre el suelo de monedas. Se les acababa el tiempo de su charla privada. Raijard partió, desapareciendo a un lugar al que Richard no podría seguirlo y lo hizo despidiéndose con un comentario más. Una frase alentadora y respetuosa, como la de un padre que anima a su hijo a salir adelante.

Richard ya no podía seguir hablando debido al dolor cada vez más fuerte y al cansancio que atenazaba cada centímetro de su cuerpo, tirándole finalmente al suelo, semi-inconsciente. Pero su mente, aislada del dolor en un estado de harmonía seguía debatiendo lo que haría ahora.

-Me ha cuidado… Me ha hecho sufrir… Me ha marcado el camino… Me está utilizando… ¿Por qué lo hace? Podía haber escogido a cualquiera, pero se fijó en mí, que no tengo nada especial… Sólo quiero ser fuerte para proteger al resto y no lo sería sin él… Nada tiene sentido…- Pasó minutos que parecieron horas dándole vueltas al asunto, hasta que la pregunta más importante y más obvia que podía hacerse y no se había planteado, le invadió: -¿Qué quiere venganza de él? ¿Y de nosotros? Esto es más gordo de lo que imaginamos….-

Richard era una buena persona. Educada por la inquisición que creía en la destrucción del mal por un bien mayor, pero que afortunadamente nunca había perdido su propia ética y moral. De no ser así, no estaría pensando en todas estas cosas. ¿Salvar el hijo de un dragón? ¡Qué absurdo! Pero que sea absurdo no significa que no sea lo correcto. De momento solo quedaba un camino por andar y Raijard se despidió con un consejo muy sensato. “Que nada nuble tu juicio”. Richard tomaría su propia senda, no marcada por Raijard, Venganza o la inquisición. 

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10/10/2013, 11:49
Richard Wivernfall

De entre los escombros sacaron un cuerpo ennegrecido por el polvo completamente desnudo. Estaba adornado en su pecho por dos medallones: La irreconocible cruz de sangre de los inquisidores por una parte. Por otra, una estatuilla de madera tallada, que sólo aquellos cercanos a Richard reconocían. La figura de madera emitía un tenue brillo rojizo que se esfumó justo al sacarle, y Kael se percató de que su colgante, antes con la forma de un dragón tallado, había cambiado, ahora con un aspecto más humanoide, pero conservando su naturaleza reptiliana.

Ya no había alas de energía en su espalda, ni tatuajes brillantes de escamas en su piel, por fortuna. Habría sido todo un espectáculo salir de ese modo en plena ciudad. Sus fuerzas se habían ido. Su poder espiritual estaba extinto. Su cuerpo hinchado y sangrante parecía inerte. Richard se esforzó en abrir los ojos, pero no fue capaz de dejar pasar más que un hilo de luz entre sus párpados. Oyó las voces de sus camaradas, en especial la de Kael junto a él y gracias a eso consiguió distinguir un inconfundible pelo rojizo sobre él.

Ver a su “hermano” le tranquilizó y pudo notar que ahora estaba en buenas manos, por lo que se podría dar el lujo de dejarse llevar y descansar. Dejó que sus extremidades colgaran como muertas y terminó de cerrar los ojos, despidiéndose con un susurro hacia Kael.

-Kael… El huevo… es MIO-

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10/10/2013, 12:49
Gilbe Klimb

La situación no era buena... Uno de sus amigos había caído, sus guardias estaban desaparecidos, los templarios estaban metiendo el hocico y para hacer más sangre, la zona estaba atestada de civiles y guardias.

Gilbe se encontraba mejor, pero el dolor persistía y le impedía actuar con normalidad... Sin embargo Marie le necesitaba, y no pensaba dejarle en la estacada. Cada segundo contaba, por lo que agrupó a sus compañeros y les habló.

- Richard necesita que Eriol se quede para curarle. Alguien más debería quedarse e ir hablando con los templarios. Este caso es importante, pero lo es todavía más enterarnos de sus objetivos en Arkángel. Nuestra misión empezó ya en Caedus y tenemos que aprovechar todas las oportunidades que podamos. - Hizo una pausa breve, era importante que todos recordaran que la intromisión de Venganza no debía descentrarnos.

- El resto deberíamos ir avanzando e investigar el sótano del que habla el guardia de Derek. Cuando sepamos más tal vez Richard se encuentre mejor y podamos avanzar en conjunto o dividirnos en grupos, según sea necesario. Creo que Derek o Elohim, e incluso los dos si así lo quieren, podrían quedarse e ir ejerciendo de "embajadores" de la Iglesia, el resto tendríamos que empezar a movernos ya. 

Los conocimientos sobre ciencias ocultas de su grupo no eran excelentes ni mucho menos, o eso creía haciendo un breve repaso en su mente, pero descifrar las pistas que Cedrik había mencionado iba a ser necesario para localizar a los demás. Por otro lado la nobleza de Derek o la santidad de Elohim mostrados en un lugar público seguro que mejoraría la imagen de la Inquisición de cara a los civiles. 

Mientras el resto intervenía Gilbe le susurró a Kael unas palabras.

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10/10/2013, 13:02
Gilbe Klimb

Gilbe se acercó levemente a Kael y le susurró unas palabras a la oreja. Fue lo más discreto que pudo, para no ofender a sus compañeros, y le dijo:

- Kael, no te he propuesto para quedarte con Richard... Pero si quieres quedarte para protegerle, dilo. El problema son los templarios. Además, si también se quedara Elohim tal vez... Estalles.

Sabía que Kael tenía una relación muy estrecha con Richard y no querría que Kael pensara que le estaba alejando.

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12/10/2013, 01:34
Juliette Bourgeois

- Este parece suyo- Juliette estaba tan afanada levantando escombros que ni se había percatado de lo dicho por el Templario... 

 

Cuando sus compañeros empezaron a arremolinarse alrededor de aquel cuerpo, supo que era Richard, y pudo respirar tranquila. Seguro que habían más heridos, pero Richard era su prioridad, y después de él Gael y los otros Guardias Eclesiásticos.

¿Porqué ellos y no Cedric?, aquí hay algo que no me cuadra .- Pensó para sí misma, y se guardó sus historias de conspiraciones para otros momentos... por un segundo había dejado volar demasiado su imaginación, y eso no era nada bueno.

Cuando comenzaron a hablar del Zeon y esos asuntos de magos Juliette se desentendió un poco. Eso no era lo suyo, con lo cual no necesitaba prestar atención... pero aún así lo hizo, y cuando Cedric cuestionó siquiera por un segundo las necesidades de Elohim, la sangre de la Mentalista bulló un instante.

Perdonad que me entrometa queridos .- Paseó un poco y se dirigió directamente a Cedric -. ¿Cree usted acaso que si no fuera indispensable, Elohim iría por ahí mendigando energía mágica? Sus reservas están bajo mínimos. Acaba de salvar a varios de una muerte segura, y entre esas personas me incluyo, así que si está dispuesto a cederle parte de su Zeon, adelante... si no, guárdese sus comentarios egoístas para otro momento. Porque éste, caballero, no es un buen momento para ello.

Tras aquel comentario, que pretendía ser duro, pero sin aparentarlo... la chica se dirigió a donde estaba Elohim.

Yo en estos momentos, estoy igual o peor que tu... estoy enormemente cansada y extenuada, mentalmente hablando, no se si resistiría otro combate más.- Dijo agachando la cabeza apenada -. Pero aún así os acompañaré, no pienso estarme aquí quieta sin hacer nada... prometo que intentaré no ser un carga para vosotros.

Sonrió, rozó el hombro de el ángel y se movió grácilmente hasta donde se encontraba Ace, reposando en algún lugar. Se agachó mientras éste tenía los ojos cerrados, se acercó levemente a él, recogió su mano entre las suyas, y le susurró algo al oído... no sabía si lo escucharía, si estaba dormido o solo tenía los ojos cerrados, pero aún así tenía que decírselo.

Gracias... gracias por intentar ayudarme en las termas, si no llega a ser por vosotros no hubiera salido de allí con vida. Siento haberos dejado atrás, pero intentaré compensaros... Te prometo que encontraremos a Adalbert, lo juro.- Le dio un beso a su compañero en la frente y añadió -. Descansa Campeón.

Acto seguido, y sin esperar palabras algunas por parte del Mentalista, se levantó y se dirigió de nuevo hacia donde se encontraba Elohim, y cualquiera que fuera a partir en busca de los otros Guardias Eclesiásticos.

¿Y bien? .- Preguntó mirando uno a uno a los allí presentes -. ¿Estamos listos?.

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13/10/2013, 03:01
Derek Volarn

Una vez equipado, en cuestión de minutos, regrese con el resto de mis compañeros. Pude observar como habían encontrado ya a Richard, nuestro batracio y aquello me hizo sonreír pues a pesar de su lamentable estado parecía aun estar vivo. A diferencia de otros yo decidí no acercarme. No tenía la bendición de la sanación ni conocía de medicina, si me acercaba estorbaría.

Escuche el ofrecimiento de Cedric, algo que me sorprendió bastante, aunque tuvo que poner su puntillita desagradable. Sabía que tratándose Elohim, querer, no quería, pues el chico seria un santo, pero no era un noble y de seguro Cedric le molestaba regalar su don tan gratuitamente a alguien “inferior”, aunque si se ofrecía es porque esperaba sacar algo a cambio en el futuro.

Fuera como fuere su manera de comportarse levanto ampollas, provocando que la afable Juliette saltara, con cortesías, pero saltara. Tuve que interponerme en esa conversación, solo para que no hubiera más sangre.

- Bueno, bueno, Cedric, mejor nos calmamos. – Después sonreí cortésmente a mi amiga. – Discúlpanos por favor Juli. – Si, me disculpe por mí también.

Tras eso guarde silencio para escuchar las palabras de Gilbe, tenía razón, Elohim o yo… pero yo no tenía don, yo no era tan útil ahí.

- Elohim podría desempeñar ese papel y además ayudar a los heridos y yo poco puedo hacer por ayudar. – Se notaba que me preocupaba mas la ayuda a los heridos que las funciones diplomáticas, aunque ese fuera uno de mis campos. 

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13/10/2013, 06:48
Elohim

Tras escuchar a July, Elohim también trató de calmar los ánimos, aunque dedicando una preciosa indirecta al guardia eclesiástico. La verdad es que no le había gustado demasiado que cuestionara sus motivos, pero no tenía motivos para enfadarse. Con explicárselo sería suficiente, y le concedería todo lo que le pidiera, y esperaba que de buen grado.

-Yo creo que Cedric entenderá lo que le voy a pedir, y estoy seguro que si él pudiera hacerlo por si mismo sería el primero.-Tomó aire de nuevo, al fin y al cabo el cansancio también había hecho mella en él-Mira como estamos, acabamos de salir de una muerte casi segura, gastando muchos de nuestros recursos, tanto a nivel anímico como físico. Juliette está casi extenuada al extremo, y no estará muy lejos de lo que yo ando. Te pido que me ayudes a curar este estado, infundir fuerzas de nuevo en nosotros.

Miró a Juls y bajó la cabeza, afirmando. Ella había informado de que quería ir tras los guardias, pero que en su estado no sabía si sería de ayuda. Pues él iba a hacer que ese gesto de valentía se convirtiera en un nuevo aliento, una nueva fuerza vital que llenara de fuerza su cuerpo. Y si tenía suerte, lo mismo haría consigo mismo.

-Esa es la primera parte, algo que incluso podría hacer aquí, para agilizar el camino hasta el sótano. Después, requeriré de nuevo de cierta ayuda, pues creo que tengo algo en mente para localizar a uno de los guardias. Me gustaría visitar primero el sótano para ver si hay alguna pista que seguir, pero en el caso de no obtener nada, estoy casi seguro de que podría encontrar... no sé... a quien queráis.

Entre tanto, Elohim se arrodilló ante el guardia, casi "humillando" su condición de inquisidor en alguien de grado más bajo que él.

-No me obligues a pedírtelo como un superior, sino como alguien que quiere ayudar, y le faltan herramientas para hacerlo. Herramientas que tú posees, y que espero que quieras ayudar tanto como yo.

Luego se giró hacia los demás.

-Por si quedaba alguna duda, yo voy a buscar a los desaparecidos. De poco nos valen los asuntos diplomáticos si no somos capaces de salvar a nuestros propios subordinados. Es posible que pueda encontrar una o dos pistas a la vez, quizá tengamos que separarnos más adelante.

Volvió a mirar al guardia:

-¿Cédric, qué me dices?

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13/10/2013, 21:05
Eriol Lahey

Eriol se dejó hacer. La doctora sabía lo que se hacía, mucho más de lo que el chico se podría haber imaginado previamente, ya que percibió el uso de la energía espiritual en sus manos, de forma muy semejante a como él mismo practicaba el arte de la sanación.

El resultado fue que las pequeñas heridas de la metralla desaparecieron completamente, y la herida de la espalda  progresó en su sanación hasta el punto de casi desaparecer, oculta bajo los vendajes. La piel dejó de tirarle y pudo relajar los músculos de la espalda. La quemadura seguía ahí, pero era como si fuera ya una antigua herida que le hubiera acompañado durante semanas. Sólo le faltaba descansar, una buena noche de sueño. Había invertido gran parte de su energía en el combate y en la posterior sanación de sus compañeros.

Pero no hay descanso para los chicos buenos. En ese momento sacaron a Richard de entre los escombros, y Eriol sacó fuerzas de flaqueza para ponerse en pie. Durante las curas de la doctora se había relajado bastante, y el cansancio había encontrado donde anclarse en él. Escuchó su recomendación y aviso. Y simplemente le sonrió y asintió con la cabeza.

Conocía los peligros de lo que hacía. Cada vez que sanaba a alguien así daba un poco de sí mismo, divide demasiado tus energías y al final no podrás sostenerte a ti mismo. Pero tenía que sanar a sus compañeros, ¿no es así?

De camino hacia Richard cogió todos los utensilios necesarios para sanarle. La gente se apartó a su paso, habiéndole visto sanar a otros antes, y Eriol se dejó caer de rodillas. Le examinó y parecía bastante maltrecho, pero por suerte no peligraba su vida, y no parecía tener heridas que fueran a dejar secuelas. El joven artista marcial suspiró.

- Que alivio. - sonrió - Que alguien me ayude, aguantadle incorporado.

Empezó a limpiar las heridas, con un paño y el cubo de agua. Con sumo cuidado y delicadeza, sin necesidad de correr de más. Mientras tanto escuchó las discusiones que ocurrían a su alrededor.

Pocas de ellas le incumbían, él iba a quedarse allí, confiaba en que sus compañeros encontraran a Vin y el resto de Guardias Eclesiásticos.  Empezó a vendar al pobre Richard, mientras le infundía parte de su esencia. Iba a llevar aquello al límite, intentando no superar la línea roja que le costaría una buena siesta.

-En realidad podéis iros todos. - dijo en voz alta - Yo me quedaré aquí ayudando a la Doctora, junto a Richard. No puedo hacer gran cosa más, me acabo de quedar con la fuerza de un muñeco de trapo, pero al menos aquí seré útil. Elohim, si te quedas podrás ayudar mejor que ninguno de nosotros, pero hay que pensar en si realmente es eso lo que deberías hacer. Tenemos que encontrar a los otros antes del amanecer, hay que coger ese zeppelín.

Miró entonces directamente al Templario, luego a la Doctora.

- ¿Podemos obtener algo de su ayuda? Obviamente no podemos mandarles, ni es mi intención, pero como han oído, tenemos que salir por la mañana en un Zeppelín que no va a esperar por nosotros. Tal como yo lo veo, pueden ayudarnos a buscar a nuestros compañeros, aprender algo más sobre Venganza y de paso deshacerse rápidamente de nosotros, o tenernos aquí varios días dando vueltas y levantando piedra tras piedra, buscando a nuestros compañeros.

Acabó de vendar a Richard y le indicó a quien le sujetaba que le dejara reposar en el suelo. Tras lo cual el propio Eriol se echó hacia atrás, apoyando las manos en el suelo y juntando los pies descalzos enfrente de sí mismo.

- No es una amenaza ni nada por el estilo. - se forzó a sonreír - Sólo una petición de auxilio un poco unortodoxa.

Quizá su lengua le había pasado una mala jugada, había sido demasiado abierto y directo. Elohim era mejor con el trato deferencial. Pero Eriol era más práctico y a decir verdad, acostumbraba a salirle bien, era un chico joven, no se esperaba de él que fuera un diplomático impoluto y más aún. Era encantador, y eso acostumbraba a hacerle quedar bien, a pesar de romper el mas inquebrantable de los protocolos.

- Tiradas (2)