Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

2. Los de ahí arriba - Escena de Juego.

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01/10/2013, 21:39
Venganza Procesada

El Combate en El Eclipse

 Compañero Fiel

Por el pasillo se destilaron ocho pies y seis alas. Ace corría enarbolando dos armas en el aire y una tercera entre sus manos. Tres Espadas bastardas en total. Aunque un boquete en un hombro, bajo la escápula, producto de una bala alojada allí, y pese a tener más marcas de impactos de refilón rajando su piel por algunos puntos, el hombre seguía corriendo en alarde de su trabajo y profesionalidad, manteniendo su mente capaz de levantar kilos de acero y sus pies capaces de mantenerle a la carrera pese a la sangre que resbalaba en pequeños hilos por su cuerpo.

Junto a él, Juliette seguía el paso como podía, por detrás del resto, a sabiendas de que no era precisamente una mujer de excepcional agilidad. Todavía vestía las ropas de baño, pero en su mente se destilaba un impacto que sería capaz de tumbar a un elefante a pulso. Ya había exterminado a Venganza antes, y podría volver a hacerlo.

Elohim enarbolaba a Piadosa con una mano mientras rezaba con la otra. El angosto espacio no le permitía volar con naturalidad, así que corría impulsándose ligeramente a su espalda con precarios embites de las alas. En su rostro, imperturbable como siempre, no había sitio para dolor, ira o venganza, sólo justicia y redención.

Y por último, y no por ello menos importante, Eriol. Lucía, como Juliette y Elohim mentados anteriormente, unas pequeñas heridas superficiales, como las de Ace pero menores, como si él hubiese llevado golpes por partida doble o en repetidas ocasiones. Eran heridas similares a las de esa última bala que había impactado a Gilbe, que lucía además un corte vertical bastante feo en el torso, sangrando y tiñendo las aguas de rojo pasión. Otro golpe como ese y el ciego también requeriría de un trasplante de corazón, pues alguna vena parecía haberse roto ahí.

Algo muy parecido pasaba con Richard, que tenía a Venganza en su espalda, metida en el agua, pero no parecía tener un puñal clavado en la nuca. Lejos de ello, un escudo sobrenatural rodeaba su cuerpo, protegiéndole por todos los flancos de Venganza. Sólo en la parte frontal de su cuerpo había numerosos fragmentos de metralla alojados, convirtiendo al Tecnicista en una fuente de sangre por extinguir salvo que la hemostasia le salvase. Sangraba mucho.

Derek y Kael tenían heridas, pero revestían una gravedad pareja a la de Ace, y podían esperar. No parecía haber ningún compromiso vital, aunque la ayuda de la medicina y noches de descanso no vendrían nada mal, eso era bien cierto y no podía ignorarse. El segundo, aquel que por las noches no dormía tras estar años teniendo pesadillas, tenía a su alrededor un aura gótica y mortecina que extinguía la luz pero le permitía dañar directamente como si su arma pura energía fuese. A su vez, y para tormento de Ace y Juliette, un aura igual a la que ellos habían sufrido reinaba en el ambiente, pero atendiendo al instinto no manaba de Venganza, sino de Kael, y no parecía afectarles en absoluto.

 Ofensiva Final

Venganza al ver aquello retrocedió y dio la espalda a la pared, situándose al fondo de la sala. Cruzó la pistola por delante de su espada larga y esperó allí cuadrándose en una actitud totalmente defensiva. No podría hacer más que bloquear, pero esperaba que aquello bastase para en el siguiente asalto conseguir darle la vuelta a la situación. Sólo necesitaría volver a teletransportarse, o barrer en un cono a todos de un plumazo invirtiendo toda su energía física y sobrenatural.

A su vez, su mano volvió a brillar, pero esta vez bajo una gama de colores distinta, indeterminada, como un arcoiris a medio camino que no podía terminar de reproducir determinados colores, como si estuviese haciendo algo de lo que no debería ser capaz según su esencia. A su alrededor brotó una égida como la de Richard, aunque parecía más gruesa, más sólida, y ante todo, distinta de algún modo, pues fue Venganza quien, con pequeñas indicaciones de su pistola y su espada, dirigió la égida hacia uno u otro punto para bloquear los golpes que le iban llegando.

Eriol fue el primero que cargó contra él atravesando la piscina como un relámpago, saltando en plancha y rozando el techo con el flequillo. En otras circunstancias tendía un buen chichón y se habría caído de espaldas por el puro rebote, pero en una situación de tal tensión no tuvo problemas con la diosa fortuna. Alcanzó la égida de venganza y vio como su puño rebotaba contra el vítreo cristal de forma dolorosa. El segundo, bajo la tenaza de un escudo cerrándose en su muñeca, lo atravesó golpeando a su adversario en el pecho. Tuvo que retirar la mano al instante, pero ahí quedaba el golpe, rompiendo una de las estatuillas de hueso para convertirla en cenizas sobre las aguas.

Juliette descargó su onda de energía que arrancó una porción del aire para hacerse paso, invisible al ojo humano hasta que golpeó el escudo. El mismo detuvo sin problemas la onda de energía, previniendo a Venganza de cualquier daño, pero golpeó la pared por el impacto, si bien esto también lo hizo con el escudo sobrenatural y no pareció sufrir daño alguno. Satisfecho, recuperó la compostura al instante para ver cómo seguían atacándole.

Elohim, en vista de que su adversario no podía atacar, lanzó a Piadosa por el aire como si de una flecha de cupido se tratase, pero la misma impactó contra el escudo levantando un revuelo de chispas y el preciado legislador cayó al agua sin pena ni gloria, provocando así un chapoteo para comenzar a hundirse. Venganza, ahí sí y por primera vez en diez años, hizo manar una pequeña carcajada gutural que helaba la sangre y parecía salida de pesadilla.

Derek desechó su vara, difícil de mover en aquel espacio, e intentó agotar aquel escudo a base de patas. No obstante, ambos golpes rebotaron contra la armadura ante dos pequeños guiños de la pistola del enmascarado, moviendo con ellos la energía de la égida para bloquear los puntos débiles. No hubo suerte ese día.

Kael, sin perder la esperanza, lanzó un nuevo golpe contra el escudo, siendo este el definitivo de todos, cual solomon partiendo en dos para sembrar la justicia. Su mandoble de calidad que quitaba el aliento golpeó a máscara en pleno rostro, sobre la oquedad de la nariz y entre los ojos huecos, pero no penetró aquella placa de metal y tras tres chispas negras rebotó hacia atrás, momento en el cual Venganza dejó de reírse. Ya no tenía escudo para salvarle, y si bien aquel ataque de Kael tampoco había conseguido dejarle sin poderes, en algún momento podría tener problemas.

Fue entonces cuando pasó.

 Sayonara, Baby

Richard fue aferrando entre sus dedos uno a uno sus estiletes y fue lanzándolos en igual procesión. Cogía un cuchillo, y con la mano contraria ya estaba cogiendo otro. Cuando esa lo lanzaba, la primera estaba haciéndose con un segundo cuchillo. Así pues, el hombre tardó tres segundos en disparar un total de seis cuchillos, tardando así un segundo con cada mano para hacer un total de tres y tres. Además, varios de esos golpes iban apuntados quirúrgicamente.

Tres proyectiles con la diestra. Uno fue hábilmente esquivando, pasando sin rozar el brazo izquierdo, el cual en teoría debía haber ensartado contra la pared. Un segundo a la muñeca izquierda sin apenas esfuerzo, que se clavó en la pared como el primero, pero sin clavar con el arma a Venganza. Un tercer golpe también fue esquivado con habilidad, y un cuarto. Venganza era una constante contorsión, esquivando con envidiable habilidad cualquier arma que le lanzaban. Si bien antes había bloqueado tamañas ofensivas sin moverse, sólo canalizando su destreza a través de una barrera, ahora recurría a su habilidad física, y no parecía hacerlo nada mal. Dos segundos y cuatro ataques esquivados.

Sin embargo, el quinto arma se clavó en su brazo izquierdo, clavándolo en la pared, y un sexto ataque le impactó en la garganta, lanzado con toda la fuerza y tensión que Richard podía lucir sin desmayarse. El joven Inquisidor tuvo que apoyarse en la pared bastante deteriorado físicamente y muy exhausto, pese a que el hombre era por naturaleza alguien muy capaz de resistir ese tipo de cosas. Venganza no sangró, pero tampoco podía hablar con un estilete clavado en la Nuez de Adán. No dio muestras de atragantarse o ahogarse, pero no pareció gustarle.

Ensombreció el semblante y alzó sus armas, dispuesto a barrer del mapa a aquellos que osaban soñar siquiera con matarle, pero se encontró con un Ace dispuesto a llevar a término su propia Vendetta. Una Espada Bastarda voló sola hasta clavarse bajo la escápula del asesino, en el hombro, tal y como el monstruo había hecho con el Inquisidor. Una segunda espada, más célere y brutal, rajó con un corte descendente el torso del hombre, tal y como había pasado con Gilbe. Siguió sin sangrar, y nada se vio tras su traje más que negro y oscuridad, pero no importó. Como Eriol, Ace corrió y alcanzó a Venganza para propinarle una estocada directa al corazón. Una exhalación general rodeó a Venganza.

El humo comenzó a salir de él como si de una tetera hirviendo se tratase. El sonido de mil almas crepitando en un cementerio reinó en la estancia, y Gilbe no pudo sino intentar rematar a Venganza con una daga clavada a la altura de los genitales. Nada pareció pasar, pues muerta ya estaba, pero a todas luces había algo de espiritismo rodeando su muerte. Richard y Gilbe precisaban de atención médica, pero algo más acuciante pedía a gritos atención.

En aquella piscina llena de sangre, en aquel subterráneo facilitado por Eriol, las almas de los muertos comenzaron a gritar, ensordeciendo los oídos de los inquisidores bajo su lamento, y entonces, el sonido de una mina de explosión, cual trampa rústica hecha de dinamita, restalló en el ambiente.

La otra runa hecha de hueso humano, aquella que no se había desintegrado bajo el peso de un ataque, comenzó a vibrar con intensidad. Terminó por cegar a los Inquisidores en cuestión de un segundo, pues todo pasó antes de poder terminar una frase de seis palabras. Comenzó a calentarse y a tornarse roja como el fuego, haciendo brotar de ella un aura vaporosa con lenguas de llama. El agua comenzó a hervir y los Inquisidores comenaron a sudar. Richard, bajo su fobia, se puso nervioso.

Había que salir de allí echando leches. Si eso estallaba, la zona se derrumbaba.

Explosión: La zona va a derrumbarse inminentemente. Escapad. Escapad como podáis o sepáis. Disponéis de un total de tres asaltos. Nueve segundos. Juliette podría teleportarse y volver, pero no volver a escapar. Sólo puede hacer un viaje.  El resto podéis hacer una tirada de Atletismo (180, Absurdo) pudiendo gastar Puntos de Cansancio y recibiendo un Daño Base de 150 (TA de Calor, pudiendo arder) a una relación de 10% por cada diez puntos que falléis la tirada. Los que todavía estáis en el agua, deberéis realizar adicionalmente una tirada de Nadar (40, Fácil) y sufrir a la tirada de Atletismo un Penalizador equivalente a vuestro nivel de fracaso (si falláis la tirada de nadar). Tenéis libertad para narrar el fin de la escena.

 Hemorragia: Richard y Gilbe se desangrarán con el paso del tiempo si no se detiene.

 Asalto Final

Turno:
Venganza: Turno 247. Declara Defensa Total y activa una Égida Sobrenatural.

Eriol: Turno 136. Ataque A 182. Ataque B 238 (+30 Cansancio). Kung Fu al Ataque.
Juliette: Turno 135. Impacto Telequinético (Potencial 240, Fue 15, Daño 60) 125.
Elohim: Turno 131. Atacar tras Venganza con Piadosa.

Derek: Turno 130. Ataque Desarmado A 168. Ataque Desarmado B 164.
Kael: Turno 77. Ataque Bastarda con Técnica a Distancia (5M) 237 (RM100 o Estigma, Daño 110).

Richard: Turno 119. Proyectiles Diestra (166, 59, 84), Siniestra (55, 157, 189).

Proyectiles: Brazo Derecho, Muñeca Izquierda, Nada, Brazo Izquierdo, Nada, +4 Cansancio).
Ace: Turno 53. Serafín A 199, Serafín B 248, Espada Bastarda 150.

Gilbe: Ataque Total. Lanzar Daga 36.

Mantenimientos: Kael Anulación de Ki y Extrusión de Vacío, Richard Sanctus (Técnica Ki 84/105).

Pérdidas: Ki Kael (27/48). Eriol 2 Cansancio. Richard 4 Cansancio (1/7). Juliette 2 CVs (0/5).

Estado Richard: -80 Cansancio, - 20/30 Crítico. Total; -100 a toda acción al final.

Defensas Venganza:
Eriol: Bloquea el Ataque A. Sufre 10 PV en el Ataque B.

Juliette: Bloquea el Impacto Telequinético. Impacta la pared pero no bloquea el Daño.

Elohim: Bloquea a Piadosa.

Derek: Bloquea ambos golpes desarmados.

Kael: Rompe su Égida e Impacta a Venganza. No causa Daño. Supera la RM. No perde poderes.
Richard y Ace: Lo pulen. Lo trituran. A partir de la cuarta esquiva come daño hasta morir.
Gilbe: Asiente fuertemente con la cabeza por el trabajo bien hecho. Tira una daga para rematar.
Pérdidas: Estofado de Venganza.

 Recuento de Pérdidas para la Inquisición

Derek: 40 PV.
Gilbe: 80PV. Crítico Diario 25/25.
Kael: 35 PV (95/135), 1 DD. Ki 27/48
Richard: 80 PV (40/120), 1 DD, 6 Cansancio (1/7), Crítico Diario 15/15. 19 Ki.
Eriol: 2 Ki. 8 PV. 5 Cansancio.
Ace: 1 DD, 1 DP, 40 PV (3 heridas). Sin CVs libres. 
Elohim: 270 Zeon, 1 Cansancio, 8 PV.
Juliette: 8 PV. 0/5 CVs libres.

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02/10/2013, 05:06
Raijard

Raijard es mi nombre. Contemplo el presente, el pasado y el futuro simultáneamente.
Tu destino es incierto. Eres un espécimen interesante.
Te estaré esperando chico. Ven por mí y reclama tu destino.

Habían pasado diez años, pero parecían diez segundos. Ahí estaba otra vez.

Dejarías de ser un espécimen interesante si murieses, Richard Wivernfall. Desde tu nombre hasta tu talento. No acostumbro a mover una garra por nadie, pero sería una verdadera lástima perderte. He apostado demasiado por ti, y los dados no son mi especialidad. Hacer trampas con ellos, sí. Vas a tener problemas muy pronto, Richard Wivernfall, y tendrás que pensar como algo más que un simple y humilde Inquisidor. Ahí por algo que quiero recuperar.

...

Sí, chico listo, Richard Wivernfall. No me gusta que exhiban a mis crías no-natas como trofeos. Eres algo más que un Inquisidor Ciego, y tengo grandes planes para ti. Eres un Asesino de Sombra, y ahora bien puedes atreverte a sospechar que ha vuelto, duda que te confirmo. Pero es más poderosa de lo que te crees, y vas a necesitarme a mi como yo te voy a necesitar a ti. A ti y a todos tus amigos. Los de ahí arriba. Ya los conocerás. No te gustarán. A nadie le gustan. Son peores que tú y que ese a quien llamáis Sumo Inquisidor.

Ante los ojos de Richard apareció durante un instante la confusa visión de hace diez años, pero desapareció como vino. En su lugar sólo quedaba una momentánea capacidad sobrehumana.

LIMIT BREAK

Espíritu del Dragón: Activar esta facultad cuesta 1 Punto de Destino, pues requiere sacrificar algo definitivo y limitado. Representa la recompensa tras lograr una proeza titánica, el premio tras el sufrimiento y la fuerza innata de alguien nacido para brillar. Gracias a esto, Richard puede imbuirse con un ancestral poder al que únicamente tienen acceso aquellos por cuya esencia corre el primero de los Aeones. Esta fuerza casi ilimitada permite adquirir un poder colosal a quien tiene el beneplácito de Raijard. Permite fortalecer las capacidades de combate y darle el control de una energía que escapa a la imaginación humana. Sin embargo, su precio es abrumador, pues estamos hablando de la fuerza de un Dios en un cuerpo mortal.

Existen cinco niveles de Sincronización con Raijard que se desbloquean al gastar 1 punto de Destino. Cuanto más active, mayores serán las capacidades que obtendrá de Raijard. Cada uno tiene su propio nombre y representa un aspecto diferente de la existencia, pero todos en su conjunto son siempre una inagotable fuente de poder. Por desgracia, sólo puede activar los niveles de sincronización al momento de activarla, de tal modo que si quiere alcanzar el máximo nivel de Sincronización necesitará hacerlo al instante tras activar los poderes que Raijard le confiere.

Estos niveles de Sincronización están representados por Puertas. Las Puerta son diversos límites manifestados por Raijard para hacer de su don algo limitado y costoso, exigente en si mismo, que premia al más fuerte y al más válido, al que más sacrifica por la causa. Así pues, incrementan de modo sobrenatural las capacidades de Richard en la medida en que desbloquee más o menos puertas al activar la habilidad.

Primera Puerta (La Puerta de Inicio): La más básica de todas las puertas, que concede poderes menores a Richard. Al utilizarla, varios tatuajes con forma de escamas cubren al Tecnicista, manifestándose en su cuerpo, representando a la encarnación de Raijard. Obtiene, gracias a esto, un +1 a todas las Características Físicas y a Poder, así como un +10 a toda acción y una TA 2 contra todo tipo de ataque.

Segunda Puerta (La Puerta del Poder): Las escamas, pese a seguir siendo tatuajes, cobran relieve y son reales al tacto. Además, adquieren un reflejo granate ante la luz. Incrementa el bono a +2 para las características y +20 a toda acción, así como a TA 4 contra todo tipo de ataque. Adquiere también Inhumanidad.

Tercera Puerta (La Puerta de la Vida): El aura roja de Raijard rodea a Richard, haciendo que aparezca un dragón rojo con apariencia antropomórfica y hecha de Ki alrededor del Tecnicista. Se trata del aura de Richard, moldeada por la influencia de Raijard y visible por necesidad. +3 a todas las Características Físicas y a Poder, +30 a toda acción, TA 6 contra todo tipo de ataque, Inhumanidad e ignora penalizadores por el Dolor o el Cansancio.

Cuarta Puerta (La Puerta de la Muerte): El aura roja parece real, y Richard parece realmente rodeado por un dragón semitransparente que se mueve con él como una extensión de su cuerpo y su sombra. Además, obtiene unas alas en su espalda, también hechas de Ki y unidas al aura de Raijard. +4 a todas las Características Físicas y a Poder, +40 a toda acción, TA 8 contra todo tipo de ataque, Zen, ignora penalizadores por el Dolor o el Cansancio, y obtiene un Tipo de Vuelo Místico equivalente a su Característica de Poder.

Quinta Puerta (La Puerta Eterna): Richard se convierte literalmente durante unos segundos en una encarnación de Raijard. Su cuerpo natural se convierte en aquella aura que le rodea, perdiéndose la misma aunque quedando un crepitar de Ki rojo a su alrededor. +5 a todas las Características Físicas y a Poder, +50 a toda acción, TA 10 contra todo tipo de ataque, Zen, ignora cualquier Penalizador, supera cualquier control de Resistencia Física, y no puede morir mientras se mantenga bajo esta forma. Sin embargo, al abandonar esta forma y volver a ser Richard, cae automáticamente a -25 PV, quedando Entre la Vida y la Muerte hasta que se estabilice o fallezca.

Para activar cada Puerta hay que gastar, al pagar el Punto de Destino, 1 Dado Dramático por cada puerta que se quiera abrir. Para abrir tres Puertas, habría que gastar 1 Punto de Destino y 3 Dados Dramáticos. El mantenimiento es de 5 puntos de Ki por asalto por cada puerta abierta, aunque Richard puede cerrar puertas voluntariamente, quedando en una inferior para reducir el coste de Ki, salvo que se encuentre en La Puerta Eterna, quedándose atascado y sin control.

Excepcionalmente, ahora se considera que Richard ha activado sin coste alguno en Dados Dramáticos o Puntos de Destino la Primera Puerta, aunque puede gastar Dados Dramáticos para activar puertas superiores, considerándose que está activando el poder y sólo tiene un aumento gratuito. El coste de Ki, excepcionalmente, se paga al finalizar su acción de huída, momento en el cual el Limit Break se corta y pierde su efecto automáticamente.

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03/10/2013, 16:02
Richard Wivernfall

No sabría explicar de donde surgieron las tinieblas. Richard disfrutaba del calor de las aguas, como un batracio según le llamaba su “hermano” Kael, haciendo planes sobre su llegada a Arkángel, ahogados por el ruido de las risas y el chapoteo del agua. Fue cuando su instinto le avisó. No fue consciente del motivo, ni tuvo siquiera tiempo de alertar al resto. Solo supo que debía salir de ahí. De entre las sombras surgió cual fantasma que se hubiera colado por entre las grietas de las rocas un heraldo de muerte. Sentenciándolos a los 4 en nombre de la Venganza y con un Ki tan particular… No podía ser. Lo conocía muy bien y su valor se heló un instante al reconocer al ser que los atacaba. Ese momento de miedo fue el culpable que le hizo errar en su evasiva. Hubo un fogonazo que iluminó la estancia e instantes después un sinfín de pedazos de metralla se habían alojado en su pecho. La sorpresa y el agua se compincharon para frustrar su intento de defenderse dándole la única posibilidad de arrastrarse hasta sus armas para después recibir el fatídico golpe.

El grito de dolor fue desgarrador y resonó con eco y violencia. La vista se nublo y todo se tornó rojo. Su cuerpo desnudo, el agua de su alrededor. El torso se llevó la peor parte pero incluso en su cabeza una pequeña hemorragia sangraba lo bastante como para bañarle medio rostro de vitae sin dejarle ver bien. Su ojo derecho escocía a causa del fluido. Estaba desorientado, demasiado como para pelear y proteger a sus amigos… ¡pero demonios! Eran inquisidores. ¡Eran un equipo y debía confiar en ellos! Cerró los ojos un instante y reunió fuerzas, atento a cualquier sonido para defenderse, tomando una postura totalmente defensiva. Fue algo muy duro para él, meditar en semejante caos oyendo los golpes, disparos y gritos de sus amigos, pero si las sombras les atacaban, el se encargaría de poner la luz que les haría frente.

Pasaron segundos que resultaron eternos en los que sentía como las energías circulaban por dentro de sus músculos. En su mente se repetían una y otra vez los rostros de los que luchaban. Con cada golpe, con cada disparo. El punzante dolor de las heridas ya parecía más distante con el trance mientras su poder circulaba cada vez más rápido, subiendo desde la punta de sus extremidades hasta reunirse en su espalda, acumulándose en una gran masa imperceptible.

Las aguas comenzaron a agitarse y el ambiente a parecer más pesado a la vez que un aura anaranjada comenzó a surgir del impasible cuerpo de Richard. Venganza notó el peligro y se materializó rastreramente a sus espaldas con un único fin. La tragedia se vio venir cuando Venganza alzó su mortífera espada corta para hundirla en la espalda del dragón… Pero todos sabemos que un dragón no cae tan fácilmente. Richard abrió los ojos con un gesto de ira, sin mirar a su atacante y la espada se detuvo en el aire, a escasos centímetros de su víctima. Dos impresionantes alas doradas, hechas de pura energía se habían materializado a su espalda, abarcando casi por completo la estancia y con una dureza sin igual. Las plumas de ki volaron de donde recibieron el golpe para desintegrarse en el aire. Ese poder no solo le protegería a él. Era un símbolo de Dios que alentaría sus camaradas. Recordaban a las de Elohim, pero tenían una naturaleza diferente. Separados físicamente, les recordaba que sus almas seguían atadas. No pudo hacer más que llamar a los guardias eclesiásticos con un grito de alarma. -¡GUARDIAS! ¡NOS ATACAN!- Su agresor era hábil y tarde o temprano iban a necesitar cuidados médicos. La explosión de poder le devolvió en parte a la realidad, lo suficiente como para pasar a la acción y aprovechar la sorpresa que ahora abrumaba a Venganza.

El batallón santo que apareció por los pasillos en ese momento fue mejor de lo que Richard habría esperado. No eran los guardias a los que había llamado, era El Sol, que llegaba en su auxilio. Con pequeñas heridas, parece que habían tenido algún problema como el suyo, pero por fortuna lo manejaron mejor que ellos. Las tinieblas flaquearon pues vieron su final próximo. Se agazapó contra una pared como un animal asustado y ni su rostro metálico ni sus armas demoníacas infundían ya terror. A la desesperada levantó defensas sobrenaturales. Algo inútil contra tantos atacantes como eran. Golpes, puñetazos, lanzas surcando el aire… todo iba dirigido al mismo objetivo, había que purificar ese ser, barrerlo de la tierra por el bien general y pese a lo noble de las intenciones, todos los ataques iban cargados de ira. Algo no tan noble.

Finalmente sucedió. Un millar de espejos rotos habrían resultado menos escandalosos que el ruido de las defensas de Venganza desquebrajándose. No tardó ni 3 segundos en volverse todo en su contra. Richard, bañado por la luz dorada de sus alas que le envolvían y flotaban sin peso con sus movimientos hizo un último gran esfuerzo. En su estado, en el que trataba más de mantenerse lúcido que de pelear se forzó a atacar, mandando por los aires tantos cuchillos como le fue posible. El sitio era pequeño, venganza estaba a la defensiva y aún con esas no podían arriesgarse a subestimarle, así que los puñales empezaron a volar por el aire, más para reducir a su adversario que para dañarle. Uno tras otro, fueron saliendo, hasta seis, cargados por el mismo brillo anaranjado que antes había mostrado Richard, el que ahora le abrazaba con plumas etéreas. Aún en su estado venganza logró evadir los cuatro primeros, algo no muy complicado dado el estado del lanzador, pero el quinto le retuvo atravesando su brazo e incrustándose en la pared, inmovilizándolo mientras el último, cargado con todas las fuerzas que le quedaban a Richard, llevándole a la extenuación se alojó en su garganta. Tras ello, cayó de rodillas, apoyado en la pared con su brazo mientras una sombra de rubios cabellos se cruzó a su lado. Acompañado por tres pedazos de acero de tamaño considerable.

-Acaba con él, Ace.-

Sus labios se movieron pero no emitieron palabra. Le faltaba demasiado el aliento incluso para hablar. Los sonidos que le llegaban eran confusos y lo que sus ojos veían tardaba unos segundos en ser comprendido por su cerebro. No percibió la evaporación de Venganza ni los gritos de los muertos que aterrorizaban las mentes del resto. ¡C´est finí!

No. Todavía no había terminado. No entendía qué sucedía. Le gritaban que corriese. Que había que huir, salir de aquél sitio. Voces perdidas en la bruma. Pero el calor del lugar aumentaba rápidamente y eso no era bueno. Un calor ardiente, similar al de estar en una hoguera… similar a estar rodeados por… ¡FUEGO! El mismo terror que sintió hace 10 años, en casa, el mismo terror que le atenazó al enfrentarse a Venganza, volvía a por él. Ya no era un niño asustado, ni débil, ni miedoso. Ese pavor que le atenazaba los músculos y le impedía moverse fue el que incomprensiblemente le impulsó a salir de ahí. A duras penas atravesó la piscina chapoteando, más como un perro que como una persona, y el dolor de mil agujas cruzó sus piernas al hacer el esfuerzo de levantarse en la orilla. Intentaba correr, pero no podía. Tropezaba, iba lento, y los segundos eran escasos. No tenía alternativa y lo sabía. Era el último de la marcha y los estaba retrasando. No le agradaba, pero sabía lo que tenía que hacer.

*****

Negro. Todo oscuro. Sombras por todos lados. “¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?” Se encontraba en la nada. Otro lugar, otra dimensión. El tiempo se detuvo y Richard tuvo una visión. ¿Qué vio? Esos minutos transcurrieron en una milésima de segundo y al volver, se encontraba en la misma posición que antes.

*****

Estaba cambiando. Richard ya no era él mismo. Por su piel se trazaron dibujos con una tinta roja y brillante, como el mismo fuego, grabando en todo su cuerpo el entramado de las escamas de un dragón. El Ki que formaba las alas sagradas que le envolvía, guareciéndole de todo daño se tornó rojo y las plumas comenzaron a arder, convirtiendo los apéndices angelicales en unas alas ardientes. Simultaneamente y de forma casi imperceptible una llama se vio reflejada en su iris, tornando el castaño de éste en un rojo intenso y sus pupilas se alargaron ligeramente  hasta semejarse a las de un reptil. Un torrente de energía y fuerza le invadió, permitiéndole hacer un último esfuerzo para avanzar y aunque se movía con más soltura, seguía demasiado dañado como para seguir el ritmo. Con cada paso, continuaba mirando al suelo, viendo la sangre gotear y los nuevos dibujos que vestían su cuerpo aún desnudo, sin alcanzar a comprender cómo o por qué había sucedido.

El artefacto a sus espaldas alcanzó su máxima temperatura cuando finalmente estalló alcanzando a Richard con la onda expansiva de pleno debido a que para sorpresa de todos, cuando su aliento ya no pudo más y cada paso dolía como una tortura, frenó en seco, extendiendo sus alas de flamas de pared a pared en el pasillo, tratando desesperadamente colapsar la explosión a sus espaldas y que su escudo sobrenatural soportase todo el daño. De todas formas, no podría seguir manteniéndolo activo por mucho más tiempo. Si caía, lo haría como un mártir.

- No más sangre joven por hoy…-

Y cerró los ojos, con la esperanza incierta de si los volvería a abrir.

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03/10/2013, 23:56
Kael

El pelirrojo estaba sentado en el borde de la piscina con los pies metidos en el agua y desnudo, aún pensando en lo que podrían y debían de hacer en Arkángel. En ese momento se escuchó un ruido y metralla cayeron sobre ellos. Se levantó y saltó de cabeza como si se lanzara al agua, rodó, pero el impacto le alcanzó igualmente, aunque no con la fuerza que podría haber alcanzado, pues muchos de los proyectiles aminoraban al acercarse al pelirrojo; pero aun así le causó bastante daño. Kael, sorprendido, miró extrañado al hombre que había aparecido de no se sabe donde, al menos él no sabía de donde. Está como en otro mundo, como si estuviera algo ido. Ese… tipo, parecá un asesino, pero era algo más, parecá la muerte.

Hizo un ligero repaso a las armas del hombre, en un segundo, pero éste alzó la mano con un arma de fuego y pudo ver como el poder surgía de su mano hacia ésta y disparaba balas envueltas en energía. Ese acto a cualquiera le había puesto los pelos de punta, ver como le disparaban con un arma de fuego, pero eso no es lo que le aterrorizó. Él reconocía esas tecnicas, esa forma de usar el Ki. Era exáctamente la misma que le había enseñado León durante los duros y sufridos entrenamientos. Parecía que no era tan original como se creía.

El pelirrojo se había quedado helado al verse a sí mismo como rival. Todos decían que eso era poco común, que no era más que una maldición a ojos de Dios, pero ahí estaba delante de él otro como Kael y León.

Con una mueca de rabia y dolor, el joven miró a su rival y se concentró, intentando llevar su vacío hacia él como tantas veces le había intentado enseñar León. Lo iba dominado poco a poco, sabía que tenía que llevarlo hacia él, como si quisiera cubrirlo con una capa. También sabía que eso le consumiría casi todas sus fuerzas, pero todo lo que pudiera hacer ahora haría que pudieran acabar con eso antes. La mirada de Kael se empezó a volver opaca mientras miraba al enmascarado. Los ojos iban poniéndose de un blanco lechoso mientras comenzó a moverse para coger a Tormento. Esa era su principal baza contra tipos como ese, pues Kael se veía como un asesino de lo sobrenatural. Un aniquilador, y por ello se había especializado en acabar con dichos seres.

Mientras comenzaba a concentrar sus energías internas, lo que era más difícil mientras intentaba anular las del asesino, desenfundaba a Tormento. En ese momento, Kael era una visión de pesadilla. Parecía absorber la luz que había a su alrededor, como si la oscuridad interna de su ser, esa de la que había hablado tantas veces con tanto miedo, salía hacia el exterior. El ambiente se volvió más frío pues parecía que el pelirrojo absorbía el calor también, lo que hizo que el agua que tenía en su cuerpo, casi desnudo salvo por su brazo izquierdo, se escarchara sobre este y su arma, Tormento, brillaba por el vaho escarchado que la cubría, lo que destacaba las vetas que la recorrían como si fueran pequeños relámpagos. Para colmo, la vista del joven había cambiado de nuevo. Como ocurrió en la Purga del Puerto Misrech, pero no podían haber visto, la mirada de Kael se volvió oscura ahora, pero solo el ojo izquierdo, dejando la línea que enmarcaba donde estaría el iris.

Aquellos que pudieran ver lo sobrenatural, verían algo más tétrico. El joven estaba envuelto en una oscuridad completa,como si se tratara de un agujero negro, pero a su alrededor había varios ojos de diferentes tamaños y formas y todos y cada uno de ellos miraban hacia el asesino.

Ahora tenían a un pelirrojo que parecía dar la razón a los mitos de que éstos eran diabólicos por tener el pelo de ese color rojizo. Un tipo, desnudo, lleno de cicatrices, con un brazo cubierto de cuero, el pelo rojo pegado al rostro, una espada bastarda que parecía recorrida por rayos en una mano, la mirada fija en el rival con un ojo de un blanco lechoso y otro de un negro casi absoluto y, para colmo, parecía absorber la luz.

El joven se consideraba un destructor, no un protector, por lo que si quería ayudar a sus amigos debía destruir a ese ser lo antes posible. Toda su concentración estaba en el individuo de la máscara y no podía apartarla de él.

Kael cogió a Tormento con ambas manos y pareció hacer un gesto que proyectó algo invisible hacia el enemigo. El golpe parecía haber impactado en el ser, como si no esperara que el joven pudiera hacer técnicas a distancia. Una sonrisa triunfal apareció en la cara del pelirrojo mientras optaba por acercarse contra el ser. Si fuera un humano cargaría, pero no sabía a que se enfrentaba y, para colmo, veía como se encaraba con Gilbe después de haber disparado de nuevo, contra Derek o Richard, no estaba seguro porque no podía apartar su concentración del ser para intentar anular todas sus habilidades, o al menos algunas.

Lo que le preocupaba es que no había notado la ligera descarga que solía venir acompañada de la anulación que hacía Tormento. Mientras corría hacia el ser, embebió las energías corporales de nuevo para intentar mermar más aún las habilidades de su rival y, con suerte, aumentar sus reservas de energía.

Se lanzó un poco tarde y lento, pero estando desnudo, empapado y sobre una superficie poco firme prefería ir con paso firme y lanzó un espadazo hacia su rival. El problema es que tenía que preocuparse más de que el golpe fuera limpio y no diera en superficies o columnas que perdería precisión. El ataque falló y el pelirrojo no podía volver a fallar, así que en principio optó por volver a la misma táctica de antes.

Un grupo de pasos surgió de las escaleras y ahí estaban el resto de sus compañeros, que parecían haber sufrido un ataque como ellos, pero que habían conseguido solventar con mayor velocidad y efectividad. Al verse superado Venganza se puso a la defensiva creando una especie de escudo. Según entraron los miembros de El Sol, como los llamaban desde el comentario de Elohim, se lanzaron al ataque, primero Eriol, luego Juls y Elohim detrás, pero no consiguieron más que dañar el escudo sin llegar a hacer nada.

Si acumulaba su energía corporal para hacer ataques a distancia podría causar más daño, por lo que empuñó el arma con la mano derecha y de la mano izquierda surgió una cantidad de energía considerable que formó un arco, como si de un rayo se tratara, directo hacia el asesino que estaba dándoles tantos problemas. El rayo golpeó produciendo un crujido y destruyendo el escudo, al fin, pero no lo había dañado. 

Ace y Richard en una combinación de múltiples ataques acabaron destruyendo a ese ser. Pero no había acabado. Kael notó el incremento de temperatura de la sala y un instinto de supervivencia surgió en su interior- ¡CORRER! -gritó mientras los ojos volvían a su color inicial y los que lo habían rodeado desaparecían por completo.

El joven corrió todo lo que pudo, usando las energías internas para aumentar su capacidad para correr, pero parecía no ser suficiente y el fuego le alcanzó. Notó como su armadura de vacío perpetua le cubría, pero al final notaba las lenguas de fuego que le habían alcanzado. Así pues se encontró en la calle con el pelo en parte chamuscado y su guante-manga de cuero prendido en llamas. Asustado lo golpeó con la otra mano, pero para conseguir apagarlo tuvo que sumergirlo en una fuente cercana.

Así fue como se giró para ver la heroicidad de Richard. Un joven pelirrojo, con parte del pelo quemado, la piel algo chamuscada, cicatrices y desnudo en mitad de la calle. Cualquiera que se hubiera fijado en el guante-manga maltrecho se habría percatado de que surgía un humo violáceo de él.


 Ojos de Vacío: Manifestación Anímica (Ver Espíritus) de Kael al utilizar Anulación del Ki (Némesis).

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04/10/2013, 01:11
Gilbe Klimb

Hay momentos en la vida en los que, inesperadamente, te encuentras con viejos conocidos. Normalmente son situaciones felices, pues el reencuentro siempre rememoran los gratos recuerdos del pasado... Esta no fue una de esas ocasiones.

Gilbe se encontraba desnudo y cansado, hablando llanamente con sus amigos inquisidores cuando sintió cómo una viejo y amargo conocido atravesaba el umbral de la estancia enarbolando sus armas. Sin el tiempo necesario para advertir a sus amigos tan sólo pudo coger una de sus dagas y esconderse, pensando en cogerle desprevenido.

Sin embargo su enemigo no lucía una lucha sutil... Tan pronto como entró disparó su arma de fuego, que lanzó una salva de metralla que alcanzó todos los rincones del lugar... Gilbe logró captar cómo las esquirlas de metal silbaban en su dirección y milagrosamente logró esquivarlas. Sin duda ya no se encontraba oculto, pero sí ileso, y sintiendo cómo la sangre manaba del cuerpo de Richard se sentía muy afortunado.

El ciego no aportaba nada en una lucha de estas condiciones y sus compañeros necesitaban concentrarse en la lucha y evitar todo ataque posible... Por esto el ciego clavo su mirada vacía en Venganza y le sonrió, mientras con sus manos palpaba su propio cuerpo, libre de heridas. Era imposible que semejante burla hacia su ataque quedara sin respuesta, y así fue... Un instante después el ciego sintió cómo su piel le ardía, pues un espadazo había abierto una larga herida en su pecho.

Gilbe sintió una punzada de temor, él quería ayudar a sus compañeros y en cierto modo lo había hecho recibiendo ese devastador ataque... Pero una cosa era ayudar y otra muy distinta era morir, y su sangre estaba evacuando su cuerpo a una velocidad que no podía ser sana. Sin embargo los frutos de su sacrificio ya estaban floreciendo. Kael y Derek había comenzado su ataque y Richard había logrado un momento para concentrarse... Envalentonado se tocó la herida del pecho con dos dedos, manchándolos de sangre y dijo:

- ¿Esto es todo?

Su cara reflejaba una mezcla entre el sarcasmo y la burla... Sin embargo su cuerpo era una hervidero donde bullía una tensión infinita, sus músculos estaban tensos como un arco justo antes de lanzar. Venganza picó el anzuelo y le disparó, pero el ciego logró esquivar su tiro que tan sólo le rozó levemente el brazo.

Estaban muy mal, aunque él había logrado concentrar parte de su ataque el resto de sus compañeros estaban muy lejos de estar ilesos. Por suerte sus otros cuatro compañeros estaban entrando en la estancia. Llegaron en una completa ofensiva, todos ellos se lanzaron juntos contra Venganza que definitivamente cedió ante el envite de los inquisidores.

Estaba atravesado por varios estiletes y varias espadas bastardas, pero el ciego había recibido cuantiosos daños y desde el interior de la piscina liberó toda la tensión acumulada en ese último minuto lanzando su daga contra el asesino. Ésta se clavó en los huevos de venganza, lo que logró sacar una verdadera sonrisa del rostro del ciego. Sonrisa que desapareció de súbito cuando su miembro rozó inesperadamente el agua que le cubría poco más arriba de la rodilla, recordándole su propia desnudez frente a Juliette.

Apenas estaba pensando en cómo cubrirse cuando la temperatura de la estancia comenzó a ascender a una velocidad pasmosa... Reconoció la sensación de que algo iba a explotar en cualquier instante y agarrándose la herida del pecho intentó a duras penas correr hacia la salida... Pero no tenía fuerzas, su herida era muy grave, y cuando iba a mitad de pasillo un pensamiento fugaz cruzó su mente: 

No lo voy a conseguir...

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05/10/2013, 04:06
Derek Volarn

Por fin el largo viaje había terminado, habíamos ido a un hotel tras tratar el tema de los billetes y nuestro momento de relax se aproximaba. Pero éramos inquisidores en misión y aunque si estábamos en una situación calmada, comenzamos a tratar temas importantes para la misión. A pesar de ello y del lugar de la reunión conseguí respirar y relajar los músculos de mis pies y aunque parezca curioso, conocer un poco más a mis compañeros, que con sus opiniones y bromas me habían dejado conocer más de ellos que en diez años de entrenamientos y clases.

¡¡¡Se acabaron las negociaciones!!!

El sonido de un arma poco familiar para mí, lo justo para reconocer el topo aproximado, llego a mis oídos, alertándome lo suficiente para percatarme del ataque e intentar esquivarlo. No pude avisar a mis compañeros, ni armarme como es debido a pesar de la cercanía de mi arma, no tanto de mi armadura que ni siquiera la tenía en la estancia. Pude simplemente mirar y ver como un ataque con perdigones que ocupaba toda la estancia se dirigía hacia nosotros. Gire por el suelo y esquive uno, pero al intentar levantarme para esquivar un segundo, sentí como una mordedura en el muslo, uno de los perdigones había cortado ligeramente la piel, nada grave en realidad.

Termine de levantarme sin darle demasiada importancia a una herida así. Enarbole mi arma para asestarle un golpe, pero el espacio era muy reducido para casi dos metros de vara y tuve que contenerme para no dañar también ha mis compañeros. Con ese juego de espacio nuestro rival, aquel que era desconocido para mí y familiar para mis compañeros, martillo velozmente el arma y me disparo, me pillo con la defensa baja y el hombro descubierto. Dolió, pero no fue letal y me trague el dolor mordiéndome el labio.

En cuestión de segundos nos había machacado a todos, hiriéndonos en mayor o menor medida. Era como si la defensa de su ira fuera imposible, pero su cuerpo fuera una sombra que esquivaba con una facilidad inhumana, algo normal pues humano no era.

En los segundos en los que me vi obligado a retroceder por el impacto la situación ocurrió fugaz. Mis compañeros se lanzaron al ataque con poco éxito y comencé a ser consciente de nuestra pronta derrota. Pero me recupere y volví a intentar asestar un golpe con mi arma predilecta, nuevamente inútil pues lo esquivo sin problemas. Todo fue tan rápido que no vi quien le había alcanzado, pero sé que fue alcanzado y aún así ni se inmuto.

Mantuve mi concentración como en los adiestramientos militares, moviéndome como en los entrenamientos diarios, pero aun así no servía de nada, a ninguno nos servía, mantener la calma era útil, pero aun así nos estaba matando, poco a poco y de dos en dos. No perdí la esperanza pero pedí ayuda a Dios, y este respondió, los pasos de mis compañeros de grupo se escucharon por el pasillo, y como una avalancha entraron en la estancia y uno tras otro cayeron sobre nuestro agresor aunque con igual resultado.

Me uní a la ofensiva y apoyándome en la vara lance dos patadas a nuestro enemigo, oscas pero efectivas, si no hubieran impactado contra una barrera que protegía al mismo, haciendo que el ataque fuera infructífero por tercera vez. Pero al fin su defensa fue franqueada y el agresor ensartado.

Todo había terminado al fin, era el momento de ayudar a los peor parados, pero entonces el artefacto. Tarde en reaccionar, como el resto, pero comencé a correr en dirección opuesta, hacia la salida, al imaginarme de lo que se trataba.

- ¡Todos fuera!

Corrí, como todos los demás, o al menos lo intente. Las escaleras se me hicieron eternas, en esa situación no estaba ducho en la carrera, pero aun así estaba casi en el exterior cuando superando al instinto de supervivencia me gire al recordar a los compañeros que estábamos abandonando, gravemente heridos y con dificultades para salir.

-¡¡No!!

Grite a con toda la potencia que el aire en mis pulmones permitía al ser consciente de mencionada realidad, al tiempo que veía también como las llamas engullían a Eriol y después me rodeaban a mí. Pero fueron llamas débiles, me queme el brazo, bastante en realidad aunque nada comparado con la herida del hombro. Caí al suelo ya en el exterior y sentí el calor de las llamas aun rodeándome, escasas llamas que apague de unos manotazos. Un balazo, una quemadura y un poco de pelo quemado… había tenido suerte.

¿Y nuestros hermanos? El temor arraigo en mi corazón y me genero un dolor en el pecho, más intenso que las heridas en la carne. 

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05/10/2013, 12:26
Juliette Bourgeois

Aquel tonteo inocente que intentaba mantener Juliette con Ace, no estaba surtiendo el efecto deseado... segundos antes Eriol le había recordado la posibilidad de encontrarse con Landon en Arkángel, y de pura vergüenza sus mejillas se habían puesto coloradas. Su novio podría estar en Arkángel y ella allí pensando en Ace... aunque ya estaba acostumbrada, se sorprendía a si misma pensando en su compañero a cada poco tiempo, incluso a veces cuando estaba con Landon. Y Landon no se merecía aquello... Juliette comenzó a entonar una canción que le recordaba al Sentiente y quizá por eso no escuchó lo que le venía encima.

 

 

Una voz como de ultratumba y una poderosa lluvia de metralla inundaron la sala, olor a pólvora y a... ¿Muerte? Era más que posible. En aquel momento, ni por asomo se le ocurrió a Juliette pensar que aquel ser fuera, ni más ni menos, que una parte procesada de Venganza... aquella criatura que les había atormentado hacía ya 10 años. ¿Qué iba a hacer Venganza ahí? ¿A qué pobre diablo podría haber conseguido poseer esta vez? No... no podía ser eso, o por lo menos Juliette no lo pensó en aquel momento.

 

En el momento justo en que aquellas balas iban a impactar en ella intentó con todas sus fuerzas, que en aquel momento eran pocas, materializar un Escudo como muchas otras veces había hecho... pero el cansancio del viaje a caballo le pasó factura, y el Escudo se quebró. Cuando aquella metralla estuvo a punto de penetrar la carne de la joven Mentalista por un fallo completamente estúpido, se vió protegida tanto por las matrices de Ace, como por la magia de Elohim. Una bala consiguió rozarle el hombro izquierdo hiriéndola superficialmente, pero aquello había sido una ínfima herida comparada con la que hubiera sufrido, de no ser por sus compañeros.

 

Acuérdate de darles las gracias pequeña.- Pensó para sí misma mientras un hilo de sangre recorría el camino de nariz a boca, el esfuerzo psíquico le pasaba factura... como siempre.

 

Segundos después sus compañeros comenzaron una ofensiva total... y viendo que Venganza la había dejado como última opción, centrándose solo en Ace y Elohim, decidió atacar con todo lo que tenía. Intentó destrozarle desde dentro, el mismo poder que había usado para derribar los barcos de puerto Misrech... pero la fortaleza física de aquel individuo era muy superior a lo que acostumbraba, con lo cual su poder no surtió el más mínimo efecto.

 

¡Mierda!.- Exclamó en voz alta... era raro, muy raro, que Juliette perdiera la compostura de aquella manera, pero intentaba ayudar a sus compañeros y no conseguía siquiera hacerle una mísera herida a su contrincante.

 

Aquella criatura estaba hiriendo a Ace y a Elohim, ellos se habían sacrificado para protegerla, y ella debía hacer lo mismo, debía intentar librarles de aquel engendro cuanto antes... si seguía con su ofensiva de esa manera, no vivirían mucho tiempo.

 

Primero intentó una vez hacer uso del poder que tanto la ayudó en el pasado, el Impacto Mental al que todos estaban acostumbrados. Intentando hacer retroceder a Venganza para que así sus compañeros pudiera seguir hiriéndole como ya habían hecho, y también pretendía frenar su avance... pero en aquel momento también resistió aquel asalto, estaba resultando realmente inútil.

 

Lo intentó de nuevo... y aquella vez notó como su impacto golpeaba aquella criatura, aunque para regocijo de Juliette, aquel ser no había sufrido daño alguno. Juliette se encontraba realmente frustrada ya de todo aquel combate, sus compañeros estaban pasándolo mal y ella allí sin poder hacer nada.

 

Vamos Juliette, haz algo ya de una maldita vez.- Pensó para si misma mientras sus compañeros seguían sufriendo las embestidas de aquel oscuro ser -. ¿En serio no piensas mover un dedo por tus compañeros? ¿En serio te vas a quedar aquí sin intentar dar el máximo de ti?.

 

En un segundo notó como si la fuerza de su mente flaqueara, como si estuviera aún más cansada que antes... como si sus poderes no pudieran llegar a materializarse. Estaba claro que había sido aquella “bestia”, por llamarla de alguna manera, la que estaba haciendo que tanto sus poderes como los de Ace resultaran completamente inútiles... Pero no, aquello no iba a terminar así.

 

 

En una última ofensiva intentando dar todo de sí, después de que la criatura atacara a Elohim por la espalda, y disparara a Ace, tanto Eriol como ella se lanzaron a por Venganza... y en un último intento de ataque, la chica consiguió acertar y propinar el golpe de gracia a aquel engendro que se desvaneció entre humo...

 

¿No era más que una burda copia? ¿Donde está la otra?... ¡Los chicos!.- Pensó mientras veía a Eriol corriendo desenfrenadamente hacia las otras termas donde se suponía se encontraba la otra cuadrilla

 

En poco tiempo arribaron a las otras estancias donde otro ser igual que el que acababan de vencer estaba acribillando a los demás chicos... pero en aquel momento el acribillado sería ese tal Venganza Procesada. En una ofensiva total se lanzaron todos contra él, Juliette consumió su voluntad todo lo que pudo, en la que creyó que sería su última acción heróica del momento... y en cosa de tres segundos de golpes, el escudo que Venganza proyectó para defenderse cayó, y entre Ace y Richard consiguieron acabar con la vida de aquel monstruo.

 

En poco segundos la sala empezó a calentarse... y no porque sus compañeros estuvieran en cueros delante suyo, que sí, que se había dado cuenta, pero no había tiempo ni siquiera para sonrojarse. Aquel lugar comenzó a arder cual horno de piedra. Y alguien, no se fijó quién, gritó que corrieran... y eso intentó. Comenzó a caminar, lentamente, todo lo que sus cansadas piernas le permitían. No llegaría, aquel artefacto haría explosión y la pillaría en medio, no había manera posible de... De repente una idea inundó su mente, y si...

 

Se concentró todo lo que pudo, que fue más bien poco, y para aquellos capaces de ver matrices, de su costado surgieron las típicas cintas argénteas que caracterizaban a Juliette. Estas cintas se agarraban a las paredes y la impulsaban con fuerza por los pasillos, hacia el exterior. Aquella era una nueva forma de Vuelo, diferente a la que la impulsaba en el exterior... situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Con su capacidad corporal y la mental del momento la chica sería incapaz de cargar con nadie así que ni lo planteó, si se arriesgaba a llevar a alguien caería ella también... era egoísta, sí, pero intentaría hacer lo que pudiera desde la distancia. A medida que avanzaba y tras la explosión de aquel lugar, rocas caían sobre la chica y sus compañeros... usando su escudo como protección defendió como pudo a todo aquel que fuera a sufrir el derrumbamiento y llegó a la salida. Sana y salva más que por el rasguño del primer ataque de Venganza... gracias a dios, ella estaba “vestida” no como 5 de sus compañeros.

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06/10/2013, 02:25
Eriol Lahey

Eriol percibió algo extraño en el pasillo que llevaba a las termas, una discordancia, un sonido que no debía estar allí, quizá ni eso, una presencia, un presentimiento.  Así que decidió examinar el lugar con los métodos que Owen y Kamus le habían enseñado. Los juegos del "escondite" con Satin valieron la pena en ese momento, pues pudo presenciar el acto más extraño del mundo, una sola persona que se acercaba a las termas, en el transcurso de un latido, en menos que un pestañeo, se convirtió en dos exactamente idénticas, que se dirigían cada una a una de las salas en las que el grupo descansaba.

Tan extraño fue aquello que le costó varios y preciosos segundos reaccionar. Darse cuenta de las armas que portaban las figuras, de la intención asesina. El resto de sus compañeros debieron percibir algo cuando se acercó, porque dos de las armas de Ace volaron a las manos de este. Eriol atinó a lanzar su energía a la espada bastarda restante de Ace y el Legislador de Elohim y lanzarlos en su dirección, con la empuñadura por delante.  Ambos recogieron sus armas al vuelo con total naturalidad, como si fuera un gesto ensayado.

El extraño enemigo desdoblado entró en las termas y disparó un arma, semejante a las pistolas de mecha, pero cuya explosión abarcó toda la estancia. Eriol cruzó los brazos frente a sí mismo y se encogió un poco, intentando reducir el área afectada, pero todo habría sido para nada si no fuera por los escudos sobrenaturales de Ace y Elohim. Al final, solo unos pocos perdigones les alcanzaron a ninguno de ellos, causando daños menores.

Acto seguido el enemigo disparó a Elohim y atacó a Ace con una espada. Era condenadamente rápido. Llegó el turno de responder, y Eriol se lanzó a la carga contra aquel misterioso enemigo, mientras Ace se intentaba defender con uno de sus escudos y Elohim hacía lo propio con algo más de suerte, lanzando un contraataque que falló por bien poco. Eriol llegó y lanzó un golpe rápido con la mano derecha, la palma abierta,  al hombro izquierdo del agresor pero este hizo un buen trabajo esquivándole, y el contacto fue tan corto que no tuvo tiempo de transmitirle ningún tipo de energía, no logró dañarle, pero había logrado que se girara exactamente en la dirección que quería para disparar su mano izquierda - su mano hábil y mas fuerte - al centro de su pecho, justo sobre la boca del estómago, donde impactó de lleno. La fuerza del golpe, como siempre, era irrelevante, lo importante era poder transmitir su energía y dañar la del enemigo, y eso lo logró con creces. Luego llegó un ataque de Juliette, ya que Eriol vio llegar sus matrices, pero no pareció surtir ningún efecto que él pudiera ver. Tampoco pudo dedicarle mucho más tiempo pues el enemigo  empezó a emitir una especie de aura, algo sobrenatural que tampoco entendió, y después desapareció de su vista de golpe, ya no estaba allí.

Por  suerte o por desgracia, estaban en el agua, así que oyó el chapoteo tras él cuando se materializó junto a Elohim, lanzándole un ataque que se paró en mitad de su movimiento, como si se hubiera arrepentido, después de que el santo forjara un símbolo en el aire con sus manos. Tanto daba, Eriol repitió el proceso anterior, lanzando un par de ataques al enemigo.

Este esquivó mucho mejor que antes la primera mitad del pequeño combo de Eriol, pero de todas formas esto acabó poniéndole en una situación igualmente precaria, de lado y con los brazos algo separados, lo justo para que Eriol lanzara la siniestra al mismo punto que antes, dejando reposar la palma en la boca del estómago. No tuvo tanto éxito, pues no logró llegar a tocarle antes de que se separase demasiado y el contacto no fue todo lo firme que debería haber sido, pero aún así fue un buen golpe. Juliette aprovechó para lanzar de nuevo el mismo poder que antes. Eriol seguía sin saber qué pretendía hacer aquello, pero el enemigo se inclinó un poco hacia atrás, como si acabara de recibir un empujón, y momentos después se esfumó, convertido en una nube de humo.

"Uno menos" - pensó. Enfocó sus sentidos para percibir la terma contigua y todavía habían cinco personas en ella - "Queda otro"

¡Vamos el resto está en peligro! - gritó. No era momento para contemplarse, mas tarde podría intentar sanarles, pero primero había que salvar al resto.

En cuanto llegaron el espíritu de sanador que moraba en Eriol examinó a sus compañeros, los que menos estaban tan heridos como Ace, pero Gilbe y especialmente Richard le preocupaban, pues en esa pequeña fracción de tiempo sus heridas le parecieron mortalmente serias.

El enemigo creó un escudo sobrenatural, pero a Eriol no le importó: sus heridas eran prueba viviente de que los escudos podían superarse, así que saltó tanto como pudo, cruzando la piscina hasta caer junto a él y lanzó un golpe tentativo con la derecha, casi sin tiempo para examinar el patrón del escudo y resultó en un gran fracaso, pues impactó en el mismo sin conseguir nada más que le retumbaran los huesos hasta el hombro, pero captó las fluctuaciones del escudo y encontró un hueco para atacar, igual que lo hubiera hecho con una defensa física normal, ignorando los puntos fuertes y buscando a qué se renunciaba para lograr esa aparente fortaleza. Lanzó la izquierda cuando la diestra todavía estaba retrocediendo y cruzó el campo protector durante el más breve de los instantes y transmitiendo una parte de su energía en el enemigo, dañándole, aunque no demasiado pues tuvo que retirar la mano rápidamente, no muy seguro de lo que pasaría si el "punto débil" dejaba de serlo mientras tenía la mano allí.

EL resto fue cosa de sus compañeros. Juliette le lanzó otro de sus impactos, que acabó propulsándole contra la pared sin más efecto que este, Elohim Lanzó a piadosa que quedó congelada en el aire, perdiendo de golpe toda su energía cinética cuando chocó con el escudo. Derek se lanzó con los pies por delante, pero el escudo volvió a detener el ataque. Eriol se preguntó si ninguno del grupo sería capaz de cruzar ese escudo y eliminarle, cuando Kael lo logró y rompió aquel muro de cristal que tantos problemas les había estado dando y impactó en la cara de su creador. La sonrisa prepotente desapareció del rostro del ser.

Richard lanzó una volea de dagas que el enemigo empezó a esquivar con maestría, pero acabó por recibir las dos últimas plenamente: una en el brazo, otra en la garganta. Cualquiera habría muerto con esta última, pero no extrañó a Eriol en absoluto que siguiera allí en pie, algo andaba muy mal con este enemigo. Ace lanzó una de sus espadas bastardas con sus poderes y con gran habilidad, seguida de otra, y la tercera la llevó al corazón del rival con sus propias manos. Para rematar el asunto, Gilbe lanzó una daga con precisión quirúrgica a la entrepierna del enemigo, y Eriol no pudo reprimir una sonrisa. Ya estaba muerto, pero les había herido a todos y sobre todo a Richard y Gilbe, ese pequeño acto de venganza y escarnio era más que merecido.

Un grito desgarrador, mil voces agonizantes, y un brillo cegador empezaron a ser emitidos desde el amuleto de hueso que era todo lo que quedaba de aquel misterioso enemigo que había aparecido de ningún sitio. El calor se hizo patente tan rápido que la información casi no tuvo tiempo de pasar de los sentidos de Eriol a su cerebro, y todos emprendieron una huida desesperada en la que el artista marcial invirtió la poca energía que le quedaba, seguro de que no le interesaba estar cerca de aquel artefacto en los segundos venideros. Muchos le pasaron por delante, otros - como Richard - se quedaron atrás, pero desde su posición las llamas y la explosión le alcanzaron la espalda de lleno, lanzándole por los aires en medio del pasillo, con el sordo dolor del fuego en su piel y las orejas pitándole. Atinó a dar una vuelta en el aire mientras caía, girando para quedarse mirando lo que antes habían sido las termas y ahora eran una ruina. La inercia le hizo seguir avanzando en aquella dirección, pero tras dar un paso hacia atrás se arrodilló, para que el suelo absorbiera el resto de aquella fuerza y no continuar alejándose. Alejarse era lo último que quería, pues tenía que regresar allí, donde Richard se había quedado, tenía que estar allí, donde los heridos iban a necesitar su ayuda.

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06/10/2013, 04:34
Elohim

 

Definitivamente, no estaba preparado.

Sería cosa de un segundo. Un sólo momento en el que la conversación se detuvo por quizá una leve incomodidad general. Los ojos de Eriol parecían nerviosos, pero era muy complicado darse cuenta de esos pequeños detalles. No, Elohim no se lo esperaba, y eso que en los continuos años de entrenamiento el estar alerta sobre lo que podría pasar era una de las lecciones habituales. Si tienes que enfrentarte a lo desconocido, tener la guardia baja es lo peor que puedes hacer. 

Pero no siempre puedes estar atento a todo, no a cada minuto, no a cada segundo. Siempre tendrás un momento en el que descansar, y ese será el momento que tus enemigos usen para destruirte. 

Si no fuera porque Dios todopoderoso siempre está con nosotros, si no fuera porque mediante nuestras manos, nuestras plegarias y nuestras habilidades Él nos defiende; Elohim no hubiera podido reaccionar a tiempo.

Sí, fue cosa de un segundo. Pero no se puede coger completamente por sorpresa a un inquisidor. Una lluvia de fuego y metralla iluminó las termas, haciendo que el sol reunido tuviera que empezar a brillar con intensidad y precisión en menos de un instante. Como si de un engranaje bien calibrado se tratara, antes siquiera de que el dolor comenzara a lamer sus nervios debido al ataque sorpresa, ya tenían las armas en sus manos, y ya estaban los músculos tensos y las cabezas centradas. No eran cuatro inquisidores, eran un equipo, e iba a quedar muy claro.

Una lluvia de fuego... un ataque sorpresa. Las defensas sobrenaturales estaban siendo levantadas, pero parecía que el poder mental de sus compañeros estaba menoscabado, y que Eriol no podría defenderse con sus manos desnudas ante tal ataque. Era su turno, proteger a los demás era su deber y su prioridad, sus energías, aunque lentas, podían reponerse. Las heridas de sus aliados le dolerían mucho más en el alma, así que no podía permitirlo. Y no lo permitiría.

Ego te absolvo.

Sudores fríos comenzaron a recorrer su frente cuando comenzó a recitar el ensalmo. Fue rápido, conciso, eficiente. No había mucho tiempo para reaccionar y su voz sonó como recitada por mil coros celestiales. Sus cabellos crepitaban de pura energía desatada. El alma del Santo comenzaba de nuevo a sudar su fuerza.

Dóminus. Nocere nobis conati nihil prohibet animam famuli tui tectus lucis tuae radium.

Velox!

Amen

Y el cuerpo de Elohim estalló en luz. De su espalda, como gigantescos apéndices imbuídos en la más pura luz, surgieron un par de alas brillantes, iguales a las que aparecian cuando el prelado clamaba por la protección de su cuerpo. Sólo que esta vez eran mucho más grandes. En su seno entraron tanto Ace como Julliete, y por supuesto Eriol, como extendiéndose desde su cuerpo, las plumas envolvieron a cada uno de los inquisidores, cubriéndolos de la metralla y el fuego, recibiendo ellas el impacto, quemándose como si fuera verdadera materia. Cada uno de ellos, además de las alas gigantes, fue envuelto por una miriada de plumas que danzaba en torno a ellos, como si el propio alma de Elohim tratara de defender a sus compañeros, tratara de defender a sus amigos. No. Aquel ser no los heriría.

O al menos, no de gravedad.

Incluso bajo aquella envoltura sobrenatural ciertos restos de pólvora y fuego penetraron hasta sus carnes. No había sido perfecto, había tardado demasiado en generarse, no en vano, había sido cogido por sorpresa. Pero al menos estaban enteros. Tan sólo quedaba devolver el ataque. No eran unos críos indefensos. Ya no.

Por ello, Elohim cerró un segundo los ojos y se concentró en su arma. El tacto de piadosa le reconfortaba y tranquilizaba. Si bien, en su cara sólo podía leerse justicia y determinación. ¿Miedo?¿Ira?¿Odio? Esos no son sentimientos que albergue un ángel. Un primer ataque fue dirigido a su compañero de fatigas, su alma gemela. Aunque Elohim trató de detenerlo, no vio ni el destino ni el orígen, por lo que su escudo pacificador poco podría hacer para detener aquel disparo endemoniado, sin embargo sintió muy dentro de él mismo como Ace sacaba fuerzas de donde no las tenía para detener aquel ataque a traición. 

Perfecto, ahora sólo tendría que detener el suyo propio.

No fue difícil, su sobrenatural protección tan sólo tuvo que colocarse entre él y el ser para detener completamente aquella espada. Las alas brillantes que le envolvían restallaron dejando caer las plumas muertas que habían sido devastadas tras el ataque, como un gesto de burla que hacía su alma ante semejante ser. De alguna manera, y sin que él se diera cuenta, su espíritu sabía a quién se enfrantaba, y aunque para Elohim fuera un enemigo más, un estúpido que había intentado emboscar a la inquisición mientras descansaba, para su alma era una batalla mucho más íntima.

Pero no era "un enemigo más", su habilidad y técnica eran excepcionales, esquivando a Piadosa como si llevara toda la vida haciéndolo. Sin embargo, los puños de Eriol no pudo esquivarlos, no al menos ambos, así que esa bestia empezó a sentir lo que era el dolor... o al menos eso parecía.

Dolorida, y tratando de dar lo último de sí misma, la criatura desapareció de su vista. Y lo siguiente que vio Elohim fue una sombra tratando de dañarle, en un lugar en el que su escudo poco podría hacer. Un instante de preocupación tiñó su faz mientras en sus labios crecía el nuevo salmo. De nuevo, y como tantas otras veces, el cuerpo de Elohim acusaba el poder que trataba de convocar, su fé era inquebrantable, pero reunirla y concentrarla para generar un efecto visible no era algo sencillo. Requería tanto la máxima concentración de su mente, como un esfuerzo físico tremendo, su aliento se reducía tratando de actuar más rápidamente. En una situación distinta quizá pudiera estar más tiempo rezando para conseguir más poder, pero en las situaciones de vida o muerte que se daban en las termas, necesitaba dar el todo por el todo. Tenía que sufrir para salvar, pagar un precio por su poder. 

Realmente, estaba acostumbrado.

Deus recessit a me calix iste.

Domine si quis voluerit nocere non sint. Non nocebit ei, adhuc non est cur. Nisi conetur erigere delicta rumpit. Sed, ut semper, sed non est iudicium tuum.

Scis me semper in angaria.

Amen.

Sus palabras volvieron a resonar en la pequeña habitación. Su voz, teñida del tinte de lo sobrenatural podía ser escuchada por cualquiera allí presente, en especial por Venganza. Sus manos se juntaron en posición de rezo, mientras Piadosa quedaba apoyada contra su cuerpo. No parecía que fuera a defenderse, no con ella al menos. Sus ojos se cerraron, y ante él comenzó a crecer la estrella de la simbología Cristiana. Una cruz, una cruz de plata, una cruz de plata iluminada por una luz incandescente que surgía de ella misma. No era muy grande, quizá tan sólo un par de decenas de centímetros, pero tenía un aura extraña. Aquella figura emanaba armonía, sosiego... paz. Elohim abrió de nuevo los ojos y separó las manos, y como si de un regalo se tratara, levantó la palma derecha en dirección a su enemigo.

Y la cruz voló, hasta entrar dentro del ser, haciendo que éste bajara su arma sin más. Si acaso quería atacarle, si su intención era matarle, tendría que pensarlo otra vez, porque la órden había sido no herirle. Elohim había, símplemente, obligado a que una acción agresora se esfumara tanto en la mente de su actor, como en la realidad misma.

Él no podía atacarle, pero sus compañeros sí podían dar buena cuenta de él, hudiéndole a puñetazos hasta que símplemente...

...se esfumó.

Eriol avisó de la presencia de otro ser, o el mismo, atacando a sus compañeros de fatiga. La luna estaba en problemas y el sol acudía en su ayuda. A pesar de que son dos astros distintos, ambos gobiernan el cielo, y tienen que cuidarse el uno al otro. Al fin y al cabo, al amanecer es el sol el que acude a rescatar a la Luna, y al anochecer, es la luna la que toma el relevo, en su constante viaje.

Se movieron como aves de presa buscando a su objetivo. Ya no estaban en una zona de relax y tranquilidad. Eso era un campo de batalla y ellos eran inquisidores. La determinación, celeridad, y coordinación era su sello de identidad. No llevaban 10 años estudiando en Cadeus para caer en las termas de una hospedería de Du'lucart. Y menos, por falta de coordinación.

El enemigo no pudo aguantar los embites de ocho inquisidores tratando de acabar con su existencia. Decir tiene que aguantó mucho más de lo que otras criaturas sobrenaturales podrían soportar, pues el ataque conjunto de los Asesinos de Sombra no era algo baladí. Pero si ya mataron a Venganza una vez... ¿Por qué no dos? O tres si es necesario. Matarían a venganza tantas veces como se pusiera ante ellos. Era su deber...

...¿o una diversión?

Una sonrisa furtiva escapaba de los labios de Elohim, como tantas veces que acababa con sus enemigos. Pero algo interrumpió su ritual acostumbrado. Esta vez no pudo cerrar los ojos de su víctima y rogar por su alma, porque ésta estaba tratando de estallar delante mismo de él. El agua hervía, el suelo se removía... Magia negra... Demonio...

Había que salir de ahí cuanto antes, pero no podría salir así, el techo se caía sobre él, volar así por el interior de las termas sólo conseguiría acabar con él en el suelo bajo una roca, como un polluelo herido, sin un ala. Miró a Richard, miró a Gilbe... iba a ser complicado sacar a todos con vida... El tiempo pasaba y no es que abundara para ellos, por lo que continuó su rezo, comenzado ya con un objetivo claro. 

Salir con vida, llevándose a alguien de allí.

Domine, da lucem. Da mihi virtutem tuam et permeat corpus tuum tui industria faciens inspirat mea sola praesentia animi in cordibus socios meos. Donec sanctus pannis involutum, me ex hac vita sublato pennis meis sperare ae iudicio meorum.

Fidelis servus tuus.

Amen.

Y como tantas otras veces, pero de una manera de alguna forma más intensa, el cuerpo de Elohim estalló en luz. Sus brazos, sus piernas, sus alas, todo él emanó una luz intensa, cálida, penetrante. Su brillo rivalizó por un momento con el fuego de la mina explosiva que estaba a punto de detonar. Pero una vez se disipó el flash, una vez que el momento había pasado, allí donde normalmente tenía que encontrarse Elohim, con algún efecto extraño a su lado, o quizá nada, estaba una figura de luz. Todas sus formas habías sido sustituidas por una luz etérea que recreaba completamente el cuerpo del Santo.

Siendo una criatura de luz, emprendió su vuelo a la salida. Pero no iría sólo, si lo había hecho era para volar más cómodo, y poder llevar en su trayecto a alguien que lo tuviera más complicado. Ese alguien fue Gilbe. Sus heridas le impedían dar lo mejor de sí, y aunque se esforzaba en encontrar la salida por sí mismo el derrumbamiento era inminente. Sabiendo que se lo reprocharía, teniendo muy claro de que nunca llegaría a agradecérselo, Elohim agarró mientras volaba a su compañero y tiró de él hacia fuera. Gilbe nunca, o al menos eso pensaba el polluelo, aceptaría de buen grado esa ayuda, pero no era momento de negociaciones. Una vez vivo, tendría tiempo de echarle la bronca.

Elohim voló, voló esquivando las rocas que podía para evitar que su sobrecargo fuera dañado. Las piedras símplemente eran incapaces de entorpecer el vuelo de un haz de luz, quizá un espejo pulido fuera más efectivo.

Una vez fuera, aterrizó con suavidad y dejó el cuerpo de Gilbe en el suelo, tratándo de cubrirlo con el suyo propio por si alguna consecuencia directa de la explosión trataba de dañarle. Al menos quizá así pudiera paliar sus efectos sobre él.

En su mente sólo estaba entonces Ace y Richard. ¿Habrían conseguido salir de allí? Había visto a July salir volando y a Eriol estar chamuscado, pero vivo ahí fuera. Pero...

¿Y los demás?


Señor. Impide que este intento de dañar nuestras vidas sea inútil, haz que tus siervos sean cubiertos por tu luz.
¡Rápido!
Amen


Dios, aparta de mi este cáliz.
Señor, si alguien intenta dañar, no se lo permitas. No le hieras, no todavía, no te pido eso. Tan sólo quebranta los intentos de establecer ofensas. Mas, como siempre, que no sea decisión mía sino tuya.
Sabes que siempre estoy a tu servicio.
Amen.


Mi señor, dame tu luz. Dame tu poder e impregna tu cuerpo con tu energía, haciendo que mi sóla presencia inspire valor en el corazón de mis aliados. Además, envuelto en tu santo sudario, permíteme salir de aquí con vida, elevando con mis alas las esperanzas de mis compañeros. 
Tu fiel siervo.
Amen.


 

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06/10/2013, 10:38
Ace Velvet

En el momento más inesperado, cuando se encontraban en las termas, tan solo un extraño sonido, el movimiento de una sombra aviesa, algo que no debería estar ahí. Con un desconcertante grito de guerra y una lluvia de metralla, aquel asesino les dio su bienvenida particular a Du’Lucart.

Acto seguido Ace trató de reunir su fuerza de voluntad para formar una pantalla de fuerza que protegiese a todos sus compañeros del ataque. Sus matrices, en forma de veloces cintas áureas, trataron de envolver a los inquisidores. Sin embargo su voluntad no fue suficiente, justo cuando pensaba que la metralla iba a atravesar su escudo como si de mero papel se tratase, Elohim los protegió a todos. De alguna manera Ace se sintió reconfortado, sabía que podía contar con el ángel. Una sonrisa de satisfacción habría recorrido su rostro si no se hubiesen encontrado en situación de combate.

La metralla llegó a la piel del inquisidor novel, pero apenas fue una herida superficial que no tardaría demasiado en sanar.

Con su arma en las manos gracias a Eriol, y las otras dos volando a su alrededor, Ace se dispuso a combatir al agresor. Su Estilo del Serafín les daría mucha ventaja en aquel combate, estaba diseñado para saturar las defensas de los pobres combatientes individuales que se les opusieran. Pero no pudo apenas asestar un golpe, los esfuerzos de Venganza Procesada parecían centrarse impedir que el rubio pudiese hacer el más mínimo movimiento.

Primero un hábil disparo. Ace sabía que en aquel ambiente tratar de esquivar el más mínimo ataque sería una ardua tarea. Concentró sus matrices a su alrededor para protegerse, minimizando las consecuencias del impacto. Pero tan solo había escuchado un sonido, el muy cobarde había atacado desde donde no podía verle. Aguzó la vista, trató de ver algo, lo que fuera, un lugar donde endurecer su escudo telequinético. Quizá por pura suerte, o por mano del destino, el escudo sobrenatural absorbió gran parte del impacto de la bala, quebrándose por aquel diminuto orificio. Las matrices casi volaron detrás de ella, surcando su trayectoria, tratando aún de detenerla, hasta el hombro de Ace donde se alojó el artefacto.

Cualquiera habría gritado de dolor en ese momento, pero la férrea voluntad del inquisidor novel no le permitía flaquear. Para fortuna de él, sus compañeros estaban haciendo todo el trabajo, atacando sin descanso a Venganza.

Retrocedió un paso dada la magnitud de sus heridas, se envolvió con sus espadas y se preparó para el asalto venidero. Pero entonces sintió un gran frío. Fue extraño, en aquel lugar tan cálido, su alma se sintió perdida en una ventisca. Su mente sintió ese vacío, y Ace vio con gran molestia como sus espadas caían, cortados sus hilos con el inquisidor.

Esta vez atentado su honor, el inquisidor empuñó con fuerza la espada que le restaba para lanzarse contra el agresor, pero ni siquiera pudo acercársele. Un nuevo chasquido, una nueva bala que voló sobre él. Le habría dado de frente si no hubiese hecho un esfuerzo para echarse a un lado. El proyectil le rozó la carne de nuevo, abriendo superficiales pero dolorosas heridas, incrustándose en la pared a sus espaldas.

Justo en ese mismo momento Venganza cayó derrotada, o más bien se desvaneció. Cuando Eriol les dio la alarma acerca de sus compañeros, Ace trazó rápidamente nuevas matrices para tomar sus espadas caídas y corrió junto a sus compañeros a la batalla.

Llegados a donde se desarrollaba el segundo combate, Ace percibió que no les había ido tan bien como a ellos. Gilbe y Richard estaban heridos de gravedad, la Luna no había podido manejarse tan bien en aquella situación. No los culpaba, Ace estaba seguro de que se había defendido de aquellos disparos de puro milagro. Debería agradecérselo al Señor una vez hubiesen salido de allí.

Venganza, pese a erigir un muro de energía, no consiguió protegerse de la acometida de 8 inquisidores. Cuando Kael rompió el escudo, Richard y Ace tan solo tuvieron que descargar todos sus ataques contra el agresor para destruirlo definitivamente.

Cuando la espada bastarda de Ace se hundió en el corazón del asesino, arrebatándole finalmente la vida, no supo si sentirse satisfecho o molesto con ello. El inquisidor quería echarse en algún sitio, pensar sobre lo sucedido, hacerse algunas preguntas. Pero Venganza, incluso muerta, no les daría tiempo a ello.

La súbita subida de la temperatura los alertó de que algo iba mal. Aquel lugar, en unos instantes, no iba a ser nada seguro. El inquisidor trató de correr, de huir. Sus heridas no eran graves, incluso todavía le quedaban fuerzas que consumir. Pero el camino era difícil, y su suerte escasa. Quizá alguien se la había llevado toda.

Mientras corría por su vida, la explosión le alcanzó de lleno. Salió proyectado hacia el frente, voló unos cuantos metros, y cayó rodando por el suelo hasta quedar tendido. Sintió su piel arder, no era una situación agradable. Aquello le recordó al incómodo enfrentamiento con Lionel en Caedus. La cicatriz de la quemadura le molestaba también. En aquel momento ni siquiera su increíble capacidad para resistir el dolor pudo ayudarle. Había consumido todas sus reservas de energía para depender menos del destino, pero aquel día el destino ya le había ayudado y no quería brindarle su ayuda de nuevo.

Salió del lugar casi arrastrándose, pero tan exhausto se encontraba que cayó inconsciente. Las heridas de bala y fuego lo habían dejado al límite, pero todavía vivía. 

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06/10/2013, 12:12
Juliette Bourgeois

Juliette hizo recuento... debido a la rapidez de acción y a la velocidad que alcanzó volando, fue la primera en salir.

Kael, chamuscado y desnudo, pero bien. Derek chamuscado, desnudo y herido, pero vivo. Eriol... más desnudez, más chamusquina, pero aún respira... Degenerados.- Sus ojos se tornaron en blanco, una mirada de escarnio y una sonrisa en los labios -. Elohim, herido pero vivo, con... ¿Gilbe en brazos?. Debería pedirle a un retratista que enmarcara esta escena... realmente memorable, si señor.

De repente recordó a Richard... se había quedado muy atrás, aunque no sabía lo que había hecho, no sabía de su intento de heroicidad. Esperó el poco tiempo que quedaba, hasta que vio una silueta acercándose a la salida, esperaba que fueran dos... pero en caso de ser una, ya es posible que todo el mundo sepa a quién esperaba ver Juliette. Y sí, era Ace... pero no llegó a salir, por lo menos no por su propio pie. La explosión lo pilló casi en el umbral de la salida, y lo proyecto unos cuantos metros al frente. Juliette se quedó petrificada un segundo, y toda la alegría que la había inundado al ver la figura de Ace aparecer por el arco de la salida, se transformó en impotencia tintada de preocupación. Corrió, aunque pocas fuerzas le quedaban, hasta llegar a donde se encontraba el malherido Ace, hizo lo posible para apagar los restos de fuego que pudieran estar chamuscando su carne.

Sacando fuerzas de donde no las tenía levantó a su compañero en peso - Cosa que Juliette nunca habría hecho, dicho sea de paso - y lo condujo hasta donde se encontraba Elohim, el alma gemela de su alma gemela... la única persona que en aquel lugar y aquellas condiciones, estaba habilitada para hacer uso de sus capacidades sobrenaturales.

Haz algo, por el amor de Dios.- Un río de lágrimas, que hasta aquel momento se habían contenido en su interior, surgió de los ojos color jade de Juliette. Agarraba la mano de Ace con fuerza y rezaba... aquello no podía estar pasando. Necesitaba a Ace, aunque eso no lo supiera nadie, si había algo que se le daba bien era fingir... pero no en aquel momento. En aquel momento afloró la Juliette enamorada, desesperada por la vida de Ace.

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06/10/2013, 17:16
Elohim

No fue necesario que Juliette cargara con Ace demasiado tiempo, pues Elohim ya se había acercado a tratar de atender a su niño. Su habitual rostro impasible, se había tornado taciturno. Sus manos comenzaban a calentarse mientras un hilo de voz surgía de su garganta, tratando de extraer el poco poder que quedaba en su alma. Dios le había ayudado a salir, a él y a Gilbe, el destino estaba de su parte en ese momento... para que luego se quejara de las decisiones del señor.

Sin embargo Ace no había tenido tanta suerte, había recibido el impacto de la explosión, e, inconsciente, yacía ante ellos.

Elohim se arrodilló ante su compañero y amigo con las manos juntas en señal de oración. Sus alas se entornaron, tratando de acariciar las facciones de Ace mientras su hermano estaba de rodillas. Como si el resto del mundo no existiera, como si siquiera Juliette estuviera angustiada a su lado. Tan sólo estaba concentrado en su vínculo, en la extraña conexión que los unía.

-Ace...

Una sola palabra, recitada con la posible intención de llamar al espíritu del rubio para que le ayudara en su tarea. Las manos de Elohim se separaron y acariciaron las facciones del mentalista. La mano derecha recorrió sus mejillas, ensangrentadas y quemadas, con un recorrido leve, suave. Su izquierda, por su lado, se posó en el pecho, a la altura del corazón.

Y comenzó a orar. De nuevo con una voz con la fuerza de mil coros, sintiendo el poder del todopoderoso en sus manos. Sus manos comenzaron a iluminarse, y sobre el pecho de Ace comenzaron a caer gotitas de tristeza, quizá de impotencia. Lágrimas furtivas que escapaban de un rostro impasible.

Dominus enim eis caritas, misericordia, qui vulneribus medentur. Et servus fidelis miles. Ut sua sententia, et sit mihi vicissim dedi spiritum vulneribus medentur.

Ace non potest, non magis dolere. Semper animam suam dat pro aliis. Beneficium accipere meruerunt, minime reverteretur.

Obsecro, domine.

Amen.

 

Y dentro de la pequeña cúpula de pluma y luz que generaba Elohim, una luminaria sanadora comenzó a cicatrizar las heridas de Ace, infundiéndole aliento, infundiéndole vida. El espíritu de Elohim penetraba dentro de Ace, tratando de conseguir que de nuevo experimentara la sensación de estar vivo.

Sintiendo que su alma entraba en Ace, y que sus heridas empezaban a sanar, acercó su faz a la de Ace, quedando a pocos centímetros de esta. Sus lágrimas caían en la cara de su alma gemela. Y en un susurro, que difícilmente pudo siquiera escuchar Juliette, le dijo:

-Tranquilo Ace. Ya estás sano y salvo.


Señor, por caridad, por clemencia, sana las heridas de este hombre. Es tu siervo, tu fiel  soldado. Sus penas tienen que pasar, y haz que sea yo el que, dando mi espíritu en compensación, cure sus heridas.
Ace, no puede, no debe sufrir más. Siempre da su vida por los demás. Recibir un regalo a cambio es lo menos que merece.
Por favor, señor.
Amen.


 Luz Sanadora, grado base, sana 40 PV.

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07/10/2013, 03:02
- Narrador -

Richard salió a la carrera rodeado por aquello. Con su Técnica de Ki, ya conocida, alzándose a sus espaldas como alas de fénix, de llama incandescente. Sin embargo, también cambiaron sus ojos, y con ellos, la piel, cubriéndose esta de tatuajes rojos en forma de escamas. Efectivamente y sí, Richard recordaba a un reptil con alas de fuego, y bien llevaba siempre consigo un colgante de madera llagado con forma de dragón. Bien le interesaba el mentado huevo.

Luchó por salir de allí, pero para cuando todos hubieron salido, él todavía seguía dentro. La entrada se derrumbó con él dentro, como derruido había quedado el interior, atrapando así dentro al pequeño dragón. Probablemente estaría sepultado bajo piedras del tamaño de niños, lo cual era un destino que también habría sufrido Gilbe de no ser por Elohim, el cual, inmune a cualquier tipo de ataque físico, sacó con atino y al vuelo al ladrón. Al ciego le impactaron algunas piedras pequeñas que comenzaban a flaquear en el techo, pero ninguna llegó a hacerle más daño que al orgullo.

Kael, Derek y Eriol también salieron, y por ese orden. El impacto de una llamarada de fuego, cual aliento, les atinó en la espalda, incendiando el cabello desde sus nucas. El guante de Kael prendió mínimamente. Les bastó con atusarse las llamas o buscar un poco de agua para extinguirlo sin recibir más daño que cuatro cabellos chamuscados. Naturalmente en el dorso de sus cuerpos mostraron quemaduras. De primer grado para Kael y Derek, siendo ligeramente más extensas las del segundo, y de segundo grado para Eriol, que pronto podría recuperarse de las mismas con su Ki.

Juliette salió al vuelo, tal y como hizo Elohim, escudándose con un Escudo Telequinético de las piedras que caían al irse derrumbando. Salió tras el ángel y antes que los Inquisidores mentados anteriormente, y era, junto con el propio Santo, la persona más vestida allí, y las únicas basadas en el uso de dones sólo accesibles para algunos elegidos.

Ace fue el último en salir de los que lo hicieron, tras Eriol. El fuego le acarició más que a nadie y llegó a envolverle en una nube de humo antes de ascender. Para cuando desapareció, Ace sólo pudo dar cuatro pasos antes de terminar por desplomarse y, ligeramente envuelto en llamas, desplomarse en el suelo. Mientras Elohim le curaba, el resto no tardaron en apagarle sin que llegase a ver empeoradas sus heridas. Las mismas cerraron ligeramente ante los mimos de la luminaria, y las gotas rojas dejaron de acumularse en el suelo a su alrededor, pero necesitaría días de reposo para terminar de recuperarse, y no uno ni dos. No podría entrar pronto en acción.

Gilbe seguía sangrando de forma profusa, y Richard, bajo las piedras, probablemente también.

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07/10/2013, 03:28
Lucius Lavigne

La Guardia del hotel llegó presta enfundada en su armadura de metal. Sin embargo, a su cabeza iba un hombre que corría ligeramente más rápido que los demás, que era notablemente más atractivo que la media, y que llevaba una armadura si cabe más pesada. Un galán alto y gallardo, armado con una espada larga a cada lateral del cinto y con un escudo medio en las espaldas. Su armadura, brillante y plateada, relucía al sol con una manufactura de artesano hecha a medida. Sus botas seguían lustradas y las juntas encajaban de forma natural.

El hombre se paró a la cabeza del grupo y se detuvo a ojearlos detenidamente con un rápido barrido, casi durante un segundo. Tras ello, el hombre estancó sus ojos en Elohim y miró en cuadrado, como enfocando de forma rítmica y ordenada las cruces que lucía. Ropa, guantes, arma. Asintió para si y estiró el brazo a los hombres.

- Usted, traiga a la Dottora de servicio inmediatamente- ordenó en tono imperioso a uno de los hombres señalando el interior del edificio principal-. Usted, avise al centro médico más cercano y avise a la Guardia Lucrense- delegó en otro armadura más liviana y menor limitación de movimiento. La Guardia Lucrense era la de Du'Lucart, Lucrecio, pues aquellos eran Guardia privada del local-. Ustedes tres- barrió con la mano a unos pocos- permanezcan aquí. El resto, avisad al personal de mantenimiento y a los ciudadanos que puedan remover escombros.

Con ello cubría una sanidad de emergencia, inmediata, y una de urgencia en cuanto fuese posible. Abarcaba a las fuerzas de seguridad de la ciudad y, con ellas un protocolo estándar policial y médico en caso de catástrofe. Se guardaba unas pocas fuerzas de combate por lo que pudiera pasar y mandaba el resto a reunir manos para sacar a los heridos que aún quedasen vivos ahí debajo. Era muy posible que hubiese habido más gente en aquellos subterráneos.

Presto, el Guardia que ejercía de cabecilla avanzó más, rompiendo aquella línea invisible que se había formado, y tendió una mano a Elohim, asumiendo que él, siendo el único uniformado de algún modo y vestido en condiciones, sería el que estaba al mando. Había reparado, no obstante, en los demás Legisladores allí presentes.

- Lucius Lavigne- se presentó rápidamente tendiendo una mano-, Templario de la Orden de Tol Rauko- aclaró en tono regio, seguro y Directo-. Son ustedes Inquisidores- afirmó, no lo preguntó-. Preciso saber qué o quienes están al mando de su grupo- dirigió una mirada inquieta a los presentes y alzó una ceja- y que alguien les traiga una muda limpia- hizo un gesto con la cabeza hacia el interior del edificio, haciendo que uno de los tres guardias desapareciese-. Sin embargo, sepan que Rauko llegó primero, y que Venganza era legítimamente nuestra- parecía molesto, pero no enfadado-. Asumo que es ella la que les ha atacado, pero desconozco el porqué.

Hay una ligera descripción física más detallada de Lucius Lavigne en su Perfil de Personaje (Click en Imagen)

 Templario: Como Agente de Tol Rauko, porta el Símbolo de la Organización estampado en un sello oficial.

 Armadura: Carga una gran y pesada armadura blindada y aún así conserva unos movimientos fluidos.

 Liderazgo: Es capaz de comandar a hombres y fuerzas como suyos, aún sin ser de su gremio o bando.

 Táctica: Se muestra muy estructurado y organizado, con capacidad de decisión rápida, clara y práctica.

 Frialdad: Luce una buena sangre fría e imparcialidad, manteniéndose lógico y cabal aún bajo presión.

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07/10/2013, 04:01
Cedric

- ¡Elohim!- gritó una voz familiar que ascendía por las escaleras desde la ciudad-. ¡Brujería!- gritó acercándose a la carrera. Era Cedric, el Guardia de Derek-. Estaba en las termas, vestidas, y de pronto he aparecido tirado en un sótano cochambroso con mis cosas. ¿Y el resto de Guardias?

Y no, no estaban, ni habían tenido consciencia de su desaparición hasta que Cedric volvió a recordar que eran reales. Venganza, más allá de enviar a un Avatar de si misma, cosa reconocida por Richard bajo tierra presente, se había encargado de separar a quienes no consideraba dignos de siquiera tener un encuentro con ella. El problema es que ahora Gael, Agatha y Zaina estaban tirados por una ciudad con magia flotando en el ambiente, que la mayoría estaban heridos o faltos de algún tipo de energía, y que su barco volador despegaba mañana a primera hora.

- Hay que peinar la ciudad- miró a los Inquisidores y, ceñudo, volvió a pasar la mirada por todos ellos-. ¿Y Richard?- preguntó, pero tras ver las caras, se limitó a soltar un sencillo-. Oh... mierda. Bueno, había un pentagrama invertido grabado en el sótano, y unos cuantos componentes somáticos, entre ellos una estatuilla hecha de huesos con forma triangular.- se apretó los parietales con una mano, frotando, como si le doliese la cabeza-. Había muñecos vuestros y de los Guardias, separados en dos tarros de cristal.

Abrió la bolsa que llevaba a cuestas y sacó los tarros en cuestión con cara de circunstancias.

- Los cogí por si acaso. Había un no-muerto menor custodiando la casa, pero estaba desértica y polvorienta para cuando salí- Cedric seguía intacto, como si no pareciese haber sufrido daño alguno. Parecía conmocionado, pero eso era todo, y con un no-muerto menor, pasando por alto el miedo que provocaban los cadáveres andantes, podía cualquier campesino con una oz-. Vosotros diréis.


Los Guardias Eclesiásticos del grupo están en paradero desconocido y más que preocupante.

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07/10/2013, 04:02
Beatrix Babineaux

Una figura de metro ochenta y largos se destiló en la distancia contra el sol. Era una mujer alta, con piernas largas y un hábito beige. Lucía sobre el pecho una placa de metal azul con dos serpientes enroscadas alrededor de una vara, como símbolo local de algún tipo de reconocimiento público, y portaba un maletín blanco con una cruz roja en la mano izquierda. Alcanzó a los Inquisidores, miró a los escombros, y observó la desnudez de unos cuantos de forma rápida, reparando especialmente en Gilbe y la profusa herida sangrante de su pecho.

Pidió que la alcanzaran una mesa y dejó el maletín cerca. Lo abrió y comenzó a sacar del mismo telas blancas atadas y empaquetadas para preservar el material del interior limpio e intacto. Bordada en la tela con letras negras ponía el contenido del interior. Sin siquiera alzar la mirada, preparando el material, habló.

- Sigan a sus asuntos- pidió con voz fría, cargada de un acento similar al del Templario-. Mi nombre es Beatrix Babineaux, y soy la responsable de higiene y salud pública de Du'Lucart y la coordinadora de enfermería del Montaña Blanca- el nombre del hotel en el que se hospedarían a la noche, y de cuyas terminas habían mal disfrutado-. Que se acerque el Ciego. El que sepa curar una herida y tenga interés, que ayude al resto. Sino que se mantenga alejado de mi trabajo.

No parecía dar pie a segundas. O ayudabas de algún modo a curar las heridas de otros, o te ibas a otra cosa o a usar tu Ki a otra parte, y el que primero se tenía que sentir afectado por eso era el artista marcial, Lahey.

- Conforme vayan sacando a gente de los escombros, que los escalen en cinco niveles de gravedad y los separen en consecuencia- pidió como si cualquiera fuese capaz de reconocer qué precisaba atención inmediata y qué podía esperar diez minutos. No era un protocolo demasiado común en Albídion.

No tardaron en aparecer los primeros ciudadanos, vestidos de toda clase y condición, que a pulso o con ayuda de algo para hacer palanca comenzaron a remover los escombros. Era cuestión de tiempo que Richard saliese de ahí.

Hay una descripción física más detallada de Beatrix Babineaux en su Perfil de Personaje (Click en Imagen)

 Medicina: Quizás no supere la habilidad de Eriol, o sí, pero es la Dottora de un hotel de lujo.

 Frialdad: Luce una buena sangre fría e imparcialidad, manteniéndose lógica y cabal aún bajo presión.

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07/10/2013, 13:11
Raijard

- ¡Wivernfall!- gritó una voz que hizo retumbar el suelo.

El joven abrió los ojos y sintió la boca pastosa. Seguía teniendo las heridas físicas del combate contra Venganza, pero estaba vivo y parecía encontrarse en un lugar desconocido. Se vio a si mismo sobre lo que parecía un suelo hecho de monedas de oro, cual duna del desierto, y un techo de roca roja, maciza y con aspecto de haberse fundido en una única masa. Hacía mucho calor.

- He dicho que quiero recuperar a mi hijo, no perder a otro- dijo sin más en tono molesto. Al alzar los ojos, Richard se encontró con la cabeza reptiliana de un colosal dragón, aunque parecía un tanto henchida por pesadilla y rabia-. Escúchame bien, Inquisidor, porque no tengo ya el tiempo de antaño para tonterías.

Una uña, larga y afilada, señaló a Richard a un metro de distancia. Bastaba la misma para empalar al Inquisidor.

- Alguien tiene uno de mis huevos, y no dejaré que nadie sobre el que no tenga control lo toque- declaró, y no daba pie a replicarle-. Mi tiempo pasa por culpa de Venganza, y sinceramente, me avergüenza que algo con un nombre tan vulgar y simple sea capaz de ello- negó con la cabeza y escupió una bola de fuego, tan negra como roja, contaminada-. Corrompe todo lo que toca, hijo mío.

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07/10/2013, 13:49
Estado Vital

Para alguien como Eriol, que había convivido diez años con aquellos Inquisidores, era relativamente fácil adivinar su estado físico. Les había visto caer y levantarse demasiadas veces, y había aprendido de oriente y de Renata lo suficiente como para distinguir la gravedad de sus heridas. Mientras el Templario y la Médico hacían su función, mientras Cedric informaba y la gente comenzaba a llegar, resultó sencillo ir evaluando las heridas de sus compañeros.

Las conclusiones...

 Medicina:  Puntos de Vida  Puntos de Cansancio

Ace:  55%  0. Inconsciente.

Derek:  57%

Elohim:  95%

Gilbe:  28%  Hemorragia.

Juliette:  92%  2.

Kael:  67%  2.

Richard:  ¿?  ¿?  ¿Hemorragia?

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07/10/2013, 21:17
Kael

Cuando todo hubo terminado, Kael estaba agotado. Se apagó un poco el pelo que le había prendido antes de que, para colmo, se le quemara más, pues sería lo que le faltaba para ser lo contrario a alguien que te gustaría ver salvándote, aunque en realidad había dejado esas fantasías heroicas hacía mucho, cuando se dio cuenta de que sus habilidades no serían valoradas de forma positiva por los ojos mundanos.

Se fijó en el estado de Gilbe, que había salido malherido y por instinto se acercó para intentar hacer algo, cosa que sería imposible pues el pelirrojo no tenía ni idea de como curar una herida, ni siquiera sabía por donde debería de empezar. Entonces notó un ligero escalofrío, alzó la vista y vio a Juls, Elohim, Eriol, Ace, Derek y Gilbe. Faltaba Richard. En ese momento se dio cuenta de que Richard, su mejor amigo del monasterio, su cuasihermano, no había salido. Le había visto con alas de fuego y escamas, pero no había salido.

-¡RICHARD! -gritó- guárdame esto -dijo a Juliette dejándola a Tormento un momento y corrió hacia los escombros para comenzar a intentar hacer algo.

Escuchó voces, pero no las prestó mucha atención, pues tenía que intentar sacar a su compañero de ese derrumbamiento, pero en un momento escuchó a alguien decir que era un templario. Se puso tenso y se giró hacia el hombre que hablaba con todos, y que parecía decir que Venganza era de ellos. El pelirrojo apretó la mandíbula queriendo soltar unas cuantas barbaridades a ese imbécil presuntuoso, así que optó por girarse y continuar retirando piedras como podía. Estaba agotado, a punto de desmayarse, pero tenía que sacar a Richard, y lo hizo, pero no pudo evitar refunfuñar- Oh, claro, es vuestro, ¿os lo envuelvo para regalo? Claaaro, como ahora los piratas no os hacen el trabajo sucio porque los masacramos en el puerto, habéis decidido apoderaros de nuestros éxitos, claro, claro, claro, claro que desconoces el porqué, porque los templarios no tenéis ni puta idea y váis pavoneándoos y secuestrando niños -se quejaba mientras seguía retirando rocas.

Entonces apareció el chico rubio. Kael no lo conocía o, al menos, no lo recordaba, y hablaba sobre brujerías- no, tonto, si lo hace el Ángel de Caedus es un milagro, que no sabes diferenciar -se quejaba cual abuelo cascarrabias ante las injusticias que pueden ocurrir por un tecnicismo. Escuchaba la información que daba mientras intentaba quitar rocas, y entonces mencionó a los guardias- Ágatha -pensó y se quedó paralizado. Estaban perdidos, no sabían donde estaban. Ágatha podría estar en problemas, pero no podía ayudarla sin dejar a Richard allí debajo.

Un ligero temblor empezó a surgir en las manos del pelirrojo mientras pugnaba en su interior por salvar a su hermano o salvar a la chica que le gustaba. Pero por si ese circo no fuera suficiente, ahora aparecía otra mujer más que exigía que los que no podían curar hicieran otras cosas- No, ¿de verás? -pensó el pelirrojo pues todo lo ocurrido estaba sacando su lado cínico y había aniquilado la poca diplomacia de la que hacía gala.

Entonces empezaron a llegar gente a ayudar a quitar escombros y, en ese momento, el pelirrojo se dio cuenta de su desnudez. Fue cuando vio como la gente los miraba raros, pues aunque el templario había ordenado que les trajeran mudas, no había pensado que fuera para él. El pelirrojo se empezó a poner del mismo color que su pelo al darse cuenta de que Juliette estaba delante, los demás le daban igual, no los conocía, pero Juls era como una hermana, era su confidente, y ahora no había “secretos” entre ellos, al menos de cierto tipo.

-Chicos, en cuanto tenga algo de ropa voy a ir a buscar a Ágahta -dijo mirando los escombros- creo que entre toda esta gente sacarán a Richard - con vida. Tras decir esto, continuó ayudando con los escombros. No se iba a quedar de brazos cruzados mientras no tuviera ropa. Él ayudaría a sacar a su hermano de el derrumbe.

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08/10/2013, 04:55
Eriol Lahey

El dolor de su espalda era lacerante. Sentía como si mil agujas se hubieran clavado en ella y entre las mismas corriera un cordel que quisiera tensarse, unir todas las agujas en un mismo punto. Tal es la tirantez que sentía. Y el dolor era constante y agudo. Juzgó por el mismo que las quemaduras debían ser graves, pero no demasiado, pues sus nervios aún estaban intactos. Bendito dolor, que presagiaba una recuperación.

Oyó pasos a sus espaldas mientras intentaba ponerse en pie, pero tenía los brazos encogidos y la espalda igual, intentando sin éxito rehuir el dolor, y no pudo ponerse recto teniendo que volver a hincar la rodilla en el suelo.

Lo intentó de nuevo, apretó la mandíbula y cerró los puños con fuerza, intentando resistir el dolor. Fijó su mirada en el infinito e intentó resistir el dolor, ignorarlo. Empujarlo hacia el vacío de la inexistencia, olvidarlo, anularlo. No funcionaba, no tenía ese poder de convicción, no podía creer sin un ápice de duda que ese dolor no existía.

Así que hizo lo que creyó que su maestro haría. Igual que en el Tai Chi, no se trata de rehuir al enemigo, ni de bloquearlo. Se trata de aceptarlo y comprenderlo. Entender su significado, sus movimientos y sus intenciones.

Aceptó su dolor. Le dijo: "Sí, se que duele. Ya me lo has dicho." Y no trató de ignorarlo, de reprimirlo ni de ahuyentarlo, sino que lo integró en su ser, y aprendió en un instante a convivir con él.

Ahora sí que se podía poner en pie sin dar muestras de dolor, y es que su cara tenía que ser perfectamente tranquila y apacible, si iba a tratar las heridas de sus compañeros.

Empezó entonces a prestar atención a su alrededor. Había llegado la guardia y capitaneándola, un Templario. No le hizo falta mirar dos veces, reconoció el símbolo a la primera. Fue a hablar con Elohim, era el más vestido y el más reconocible de todos, así que tenía sentido. Pero Eriol se preocupó más de sus compañeros. Richard estaba encerrado, aún enterrado, pero Kael estaba allí intentando sacarle, y algunos de los guardias le ayudaban. No cabían mas manos en el lugar.

Así que decidió que lo mejor que podía hacer era sanar a los otros, para cuando sacaran a Richard, así no tendría otras preocupaciones en la cabeza. No le costó más que un segundo analizar a sus compañeros, y empezar a andar hacia Gilbe, el que estaba peor de entre los visibles, ya que Ace estaba al cuidado de Elohim, y sabía con total certeza que no podía estar en mejores manos en esos momentos.

A medio andar oyó al Templario decir: "Sin embargo, sepan que Rauko llegó primero, y que Venganza era legítimamente nuestra. Asumo que es ella la que les ha atacado, pero desconozco el porqué." A lo que Eriol no pudo menos que responder con una sonrisa sarcástica, mientras aún avanzaba hacia Gilbe. No había sabido que era Venganza mientras luchaban contra él. Todo lo que le había contado Aenea es que era una sombra de oscuridad y almas retorcidas. No había manera de relacionar aquella descripción con lo que habían visto hacía unos momentos, pero uno de sus compañeros lo había llamado así, y creía en sus compañeros.

- Llegan diez años tarde para reclamar ese premio, si es que es Venganza. - le anunció, falseando una sonrisa y alegría que no sentía, ni sentiría hasta saber si Richard estaba bien.

En ese momento llegó la tal Beatrix "Bovinó" y se puso a dar órdenes, una de las cuales fue que le trajeran al "ciego".

- Yo me encargo. - le dijo Eriol, mientras cogía vendas y otro equipo médico del maletín que la mujer había abierto, como si todo aquello fuera de su propiedad - Vaya y ayude a los otros por favor. Gracias.

Y simplemente le dio la espalda, mostrándole su propia quemadura e ignorándola, y se puso a atender a Gilbe. No era por ser rudo ni por un extraño sentimiento de posesión o intromisión, sino que realmente creía que su forma de sanar, combinando el uso del Ki y la medicina, iba a ser más productiva. Y no podía andar enseñando eso por ahí. No todos eran Elohim.

- Te diría que no tiene buena pinta - le dijo a Gilbe - pero como no puedes verlo te diré la verdad: no es tan malo como parece. Te pondrás bien.

Empezó a buscar algo con lo que limpiarle la sangre para poder empezar a trabajar, no había cogido ningún paño del Kit. Pensaba levantarse a ir a buscar uno, pero justo entonces llegó un guardia con una toalla. Sin duda pretendía que Eriol se tapase con ella, pero lo primero en lo que pensó el chico fue en lo apropiada que sería aquella prenda limpia y blanca para limpiar la herida. Y así lo hizo, para consternación del guarda.

- Tráigame también un cubo con agua limpia. Por favor. - había que ser educado.

El guardia miró con resignación al Templario, y este asintió con severidad. "Haz lo que dice", pareció comunicarle. Y con un leve movimiento de las cejas pareció añadir "Tráele algo de ropa, y que se la ponga".

Limpió la herida y empezó a extender un ungüento a base de aloe que había cogido del maletín de "Bovinó", a la vez que dejaba fluir su Ki a través de los dedos, sanando tan bien como podía a su amigo. No podría eliminar la quemadura del todo, ni el daño de la espada sanaría completamente, pero ayudaría.

Entonces llegó el guardia con el cubo de agua, y Eriol mojó una punta de la toalla y limpió lo mejor que pudo de sangre la zona que quería vendar. Cuando fue a coger las vendas que había dejado a un lado, el guardia le dijo que se pusiera "esto". "Esto" era un pantalón corto y una camisola, de color blanco y del hilo de algodón más fino que había visto nunca Eriol, seguro de que era algo que dejaban a los clientes más lujosos del lugar, o algo de uno de esos mismos clientes adinerados.

En realidad pensó en usarlo para lo mismo que había estado usando la toalla, porque lo veía más práctico que estar tapando unas vergüenzas que no sentía. Pero tras echarle una ojeada al Templario y descubrir en su mirada que si hacía eso seguirían trayéndole ropa o se la pondrían a la fuerza, sintió pena por el pobre guardia que iba a estar dando vueltas toda la noche y se puso los pantalones en un instante aunque descartó la camisola, su propia quemadura aun necesitaba tratamiento, y finos hilillos de sangre empezaban a extenderse por su tórax, allí donde la metralla había impactado. No valía la pena manchar esa ropa. El guardia dejó un par iguales para Gilbe al lado.

- Traiga mas toallas si puede, por favor, nos harán falta a "Bovinó" y a mí.

Cedric llegó entonces y les explicó que habían sido secuestrados de alguna forma. Brujería y nigromancia. Vudú - pensó Eriol - O Vodoun, como lo llamaría Severus. Y nigromancia. Y los amuletos que llevaba venganza... El que rompí y el que estalló... ¿Podrían ser originarios de la misma persona o ser? Huesos humanos y magia... - Un tren de pensamiento que no podía seguir. Tenía que detener a Kael antes de que empeorara sus heridas, y acabar de sanar al resto antes de que sacaran a Richard y tuviera que volcar toda su atención en el.

Siguió trabajando en Gilbe, rodeando gran parte de su tórax con la venda, apretando fuertemente para compensar el hecho de que no quería ponerle puntos en el corte, y mantener así las partes unidas. Cuando acabó ató fuertemente el extremo del vendaje para que no se deshiciera.

- Muévete con cuidado y no hagas gestos bruscos. - le dijo al ciego - Ya puedes vestirte.

 

Se acercó a Kael y le convenció de que dejara trabajar a los otros, tenía que curarle, tenía que estar bien para cuando saliera Richard. Con la ayuda de la Doctora "Bovinó" y el guardia que había hecho propio el cargo de llevar las toallas y el cubo de agua y reemplazar la misma de vez en cuando, fue pasando de compañero en compañero, de Kael a Derek, que aceptó las curas con gratitud, después a Juliette, que no quería apartarse de Ace. Elohim no dejó que le tocaran hasta que enmendaron a Ace, y luego Eriol le atendió con cierta dificultad, poco acostumbrado a su anatomía especial. A todos y cada uno de ellos les cedió una parte de su energía, intentando hacerlo cuando sus heridas ya estaban a medio vendar y no sería tan prominente la súbita regeneración de sus tejidos.

 

- Se suponía que esta noche sería todo diversión y relax. - murmuró, dejándose caer a plomo de culo al suelo. Luego habló para la Doctora - ¿Puede mirar mis heridas ahora, por favor? No puedo hacerlo yo solo. Gracias.

Lo cual era cierto sólo en parte. Cuando la doctora empezó a trabajar en él y sólo entonces, se permitió usar su habilidad para ver a través de la energía, quería saber cómo estaba Richard tras los escombros, y si podía averiguar algo sobre sus compañeros perdidos: Vin, Gael, y el resto de guardias eclesiásticos. Cerró los ojos, y buscó. Estaba realmente cansado.

- Tiradas (8)