Partida Rol por web

Como cada 15 días, la corte de Calebros se reúne para tratar asuntos de importancia para la ciudad. Aunque el Elíseo esta abierto a los vástagos el resto del mes, solo en los días de corte es que Calebros trata asuntos oficiales de la Camarilla y de la ciudad. Los vástagos aprovechan esta noche para socializar.

El lugar: Madison Square Garden, un estadio de basketball , hockey y un foro para conciertos y eventos mortales.

El acceso al Elíseo es por los elevadores privados localizados en la entrada norte del MSG. Donde la seguridad Ghoul esta entrenada para reconocer entre vástagos y humanos. Los elevadores solo se detienen en los últimos pisos; la entrada a los palcos del estadio; un club exclusivo con restaurante privado, seguridad y suites con vista al estadio; para terminar, el ultimo piso es una gran sala de conferencias, lugar principal del Elíseo.

Durante las noches de corte, solo los vástagos tienen acceso a la sala de conferencias, que es acondicionada con comodidades y diversos entretenimientos, usualmente proporcionados por el clan Toreador. Una escalera resguardada por elementos de seguridad conecta al club con la sala de conferencias.

Leyes del Elíseo

De acuerdo a Calebros, Príncipe Pro Tempore de NY

Las leyes tradicionales del Elíseo se aplican en el MSG:

Todos los vástagos deben seguir las Tradiciones y las leyes del Príncipe dentro del Elíseo.

La violencia esta prohibida dentro del Elíseo

El uso de Disciplinas esta prohibido dentro del Elíseo

La destrucción de propiedad dentro del Elíseo es una brecha de la Tradición de la Hospitalidad

Ademas, NY es una ciudad considerada en conflicto y por tanto:

Portar armas esta permitido, pero su uso se reserva solo en casos de defensa personal. Atacar a alguien dentro del Elíseo se castiga con la Muerte Definitiva.

Dentro del MSG esta prohibido alimentarse. Ademas, durante la corte no habrá vitae para los invitados. Se espera que los vástagos que atiendan al Elíseo se presenten saludables y bien alimentados.

En caso de emergencia o ataque, esta prohibido pelear excepto en caso de defensa personal. Los vástagos deberán salir del Elíseo por los elevadores y escaleras de emergencia. Hay personal de seguridad y vástagos asignados para resolver cualquier incidencia; este no es el trabajo de los demás vástagos.

Esta noche un partido de basketball se juega entre los Knicks de NY y los Pistones de Detroit. El ganado entra y sale del estadio, la mayoría anunciando sus lealtades particulares de muchas formas; en su ropa, en su rostro, con mercancías de mala calidad. No es un partido importante y el estadio esta a media capacidad. Los mortales se divierten ignorando que por encima de ellos, tanto literal como metafóricamente, criaturas sobrenaturales se disponen a negociar el futuro de su ciudad.

Usualmente solo un puñado de vástagos atienden al Elíseo durante las noches de corte. Esta, sin embargo, no es una noche cualquiera. Calebros anuncio su inminente renuncia al principado hace unas noches. Muchos neonatos, no están seguros de que pasara ahora. Los ancillae y antiguos, saben que esta es una oportunidad para obtener mas poder e influencia en la ciudad. Los que vinieron de otras partes del mundo para liberar NY con la promesa de dominios en la ciudad están molestos. Todos estos vástagos se presentan esta noche en el Elíseo para levantar una queja, resolver sus dudas, o hacer planes y alianzas en preparación para cuando Calebros ya no sea príncipe. Lo que según el, sera muy pronto.

En la sala de conferencias se han instalado mesas y sillones por todos lados, permitiendo que los vástagos conversen a placer. Hacia la pared al fondo de la sala hay una gran mesa larga, paralela a la pared. En su centro exacto se sienta Calebros, con diez asientos vacíos a cada lado de el. Del otro lado de la mesa, de momento solo se encuentran 4 Ghouls de pie, observando la sala.

Una docena de vástagos que han llegado temprano se reparten en grupos de dos y tres, conversando en las salas y mesas del lugar. Ninguna diversión a sido preparada para esta noche. El ambiente de la sala es uno de sobriedad y seriedad.

Calebros sabe que no habrá platicas casuales para el esta noche; solo quejas, reclamos e intentos de negociar algún favor antes de que deje el cargo. Por eso ha triplicado la seguridad y dispensado con las diversiones usuales; para recordarles a todos que el aun esta en control.

Y así, el príncipe en su trono y los vástagos en sus platicas. Ambos esperando a ver quien sera el primero que se aproxime con alguna petición.

 Miré a mi alrededor, mientras permanecía sentado cerca de Aisling Sturbridge, en segundo plano, tal y como habíamos convenido, como si fuera un miembro más de su séquito, con el fin de no llamar la atención sobre mi persona, mientras le preguntaba, susurrando:

 - Una reunión interesante, ¿podría decirme quien es quien y lo que sabe de los vástagos presentes, por favor?. Me gustaría saber a que atenerme...

Entre en la sala sonriendo, había dicho que intentaría ser simpático y por el momento debía serlo. Cuando entre vi que ya había varios vástagos, pero eso no me importaba, no era de mi interés las intenciones que ellos tuviesen, o al menos en un principio me importaban poco sus planes. Eche un vistazo rápido hasta que localice al príncipe, algo que no fue extremadamente difícil, un nosferatu resaltaba, y cuando era un príncipe que se sentaba solo más.

Cogí a Elizabeth de la mano para que me siguiese, después me acerque a la mesa donde estaba el príncipe, aunque no me acerque del todo, me mantuve firme mirándole, dándole a entender que esperaba que fuese él el que me invitase a acercarme. No me apetecía causar disturbios el primer día que conocíamos al príncipe, aunque también era cierto que mi paciencia no era mucha. 

Baje de la limusina para dirigirme a la entrada, era día de partido y la gente se movía por el MSG arriba y abajo "Si supieran que se cocía sobre sus cabezas no estarían tan alegres, ingenuos." Ande hasta el lugar correspondiente y luego me dirigí hacia el elevador, tras unos segundos las puertas del mismo se abrieron ante mí el gran salón con mesas, sillas y sillones repartidos y al fondo la gran mesa del Príncipe aunque al parecer por poco tiempo, miro hacia ella a pocos metros de ella estaba otro cainita junto a una mujer esperando, me dirigí hacia la mesa y educadamente me quede esperando a poder saludar educadamente al Príncipe. "Ante todo había que mantener las formas y ser respetuoso."

La noche se presentaba interesante muchos queriendo su parte del pastel, al menos sería entretenído.

Helen llegó al estado acompañada de dos de sus Ghouls-Guardaespaldas, dos armarios empotrados (uno negro como el azabache y el otro con cara de Europa del Este) que caminaban uno delante y el otro detrás de ella. Llevaba un vestido azul real vaporoso y unas joyas demasiado caras para aquel lugar humano. Caminando con su característico andar elegante, las miradas de los hombres se volvían al pasar ella, a los jóvenes se les abría la boca sin poder evitarlo y las esposas tapaban los ojos de los maridos. Cuando dejó atrás el mundo mortal y entró en el Elíseo, sus dos Ghouls se apartaron educadamente y esperaron en un lado del salón reservado sin quitar ojo a nada de lo que ocurría alrededor de su protegida. Al llegar junto al Nosferatu se detuvo y le miró fijamente a los ojos.

-Mi príncipe... -Helen hizo una reverencia ante Calebros. Cumplidas las formalidades, pasó directamente al grano-: Tengo una petición que haceros. Creo que hablo en nombre de todos los Antiguos cuando digo que, en estos aciagos momentos a los que nos enfrentamos dada su muy próxima abdicación, es más necesario que nunca un Consejo de la Primogenitura; un grupo de cainitas sabios y experimentados, conocedores de la ciudad y del devenir de sus noches, que puedan tomar las riendas de Nueva York mientras se erige un nuevo Príncipe o nombráis un sucesor. Mi príncipe, ha costado mucho recuperar la ciudad de manos del Sabbat. Su prematura abdicación nos deja débiles, no sólo a ataques externos del Sabbat o de los Anarquistas, sino que siembra la semilla de la duda y la desconfianza entre los Antiguos de la ciudad y pone en peligro todo aquello por lo que hemos luchado y sangrado durante tantos siglos.

Al salir del ascensor me de tengo un para contemplar la sala y los vástagos que están repartidos por ella , mientras busco al príncipe. No es difícil de localiza y al parecer ya estaba acompañado por otros vástagos aunque ninguno se había sentado todavía en la mesa donde se encontraba el príncipe. Era muy posible que también quisieran hablar con él ,tendría que espera un poco.

Voy mirando por la sala si hay algún conocido, aunque lo dudaba pero nunca estaba de mas asegurase y así también daba tiempo para que los otro vástagos hablaran con el príncipe.

Pero después de dar un vistazo me acerco con el resto. Tampoco era plan de estar toda la noche esperando el momento para hablar con él.

Viendo como la mujer que habia entrado tras de mi arranca a hablar con el principe decido retirarme a un lado de la sala "Solo queria presentarme y viendo que tendria una noche complicada no le haria perder mas tiempo." Despacio cominenzo a andar a la derecha de la sala segun se entraba, justo cerca de una ventana y pegado a la pared habia un sillon. "Perfecto" Ahi no llamaria la atencion y disponia de una salida.

Observo al resto de vastagos como se manejan en la sala y con el principe "La mujer desde luego estaba claro lo que deseaba." Mientras cruzo las piernas y apoyo comodamente mis brazos en los reposabrazos del confortable sillon.

Llego al recinto,como siempre habían pocos vástagos ,pero tampoco los adecuados ,nunca lo eran.

Al fondo se encontraba el príncipe preparado para recibir todas las quejas pero  sobretodo las peticiones y demandas de poder que otros le harían esta noche.El nosferatu era astuto, siempre le recordaba así incluso dando un paso atrás como era abdicar, lo hacia con cuidado y cabeza.Me siento en una mesa cercana a la del príncipe para ver el espectáculo que tendría lugar cuando  otros comenzaran  a danzar en las peticiones al príncipe.

En eso vi a una joven bastante hermosa acercarse y hablar con el principe.Habia cometido algunos errores,bueno bastantes.Mirar a un antiguo directamente a los ojos no solamente podía tratarse como una falta de respeto si no que encima aguantarle la mirada al príncipe, muy mala educación y mas aun existiendo los bien sabidos duelos de miradas.

Después toda aquella perorata para pedir un puesto ,¿Realmente creís que conseguiría algo con un discurso asi?,no sabia con quien hablaba ,estaba claro que no conseguiría mucho de ese modo,pero era divertido ver hacer a los demás.

Calebros observo la llegada de la pareja, con cara de pocos amigos, que se acercaba a su mesa. ¿Los conocía? No, no eran de la ciudad. Ni tampoco de los que pelearon contra el Sabbat. Decidió hacerlos esperar un minuto para medir su temperamento. Cuando por fin estaba a punto de gesticular para que se acercaran, apareció detrás de ellos Abdur Sarhin. ¡Dios, que hacia el aquí!

Las cabezas ya se estaban girando y los vástagos mas cercanos a la mesa de Calebros guardaban silencio, en espera de una situación incomoda y tensa. Entonces por un costado apareció Helen Kensigton que haciendo una reverencia e ignorando completamente al trió que esperaba comenzó con su discurso.

Calebros sonrió abiertamente a Helen, pero solo por unos instantes. En cuanto se dio cuenta de la seriedad de su petición, comenzó a masajearse la cien.

-Mi querida Helen. -Le contesto el Príncipe-. Mi principado era simplemente para estabilizar a la Camarilla en el territorio y, como todos aquí saben, mi trabajo esta hecho. Como aclare desde un inicio, dada la naturaleza temporal de mi puesto, no nombrare primogenitura. Ese sera el trabajo del futuro príncipe. Si nombro una primogenitura ahora, esta ciudad puede acabar siendo gobernada por una pandilla de antiguos con todo el poder, pero que no responden a nadie por no tener las responsabilidades oficiales de un príncipe.

-No, Helen. -continua Calebros-. Esta ciudad necesita primero un príncipe. Mientras tanto, es el trabajo de cada clan elegir quien los representa en la ciudad.

Mientras esperas cerca de la mesa principal, tu mirada se cruza con la de Rebecca, que te saluda con una sonrisa.

La regente Sturbridge observa a los presentes en la sala y comienza a explicarte -Veamos... Mmmm. .. Interesante. Hay demasiadas caras nuevas esta noche. La que habla con el príncipe ahora es Helen Kensington, una artista del clan Toreador y lo mas cercano que tienen a un líder. El que se acaba de sentar en la mesa cerca al príncipe es Daniel Mikelson, ignoro su clan pero llego aquí después de la guerra-. Señalando discretamente a un grupo cerca de ustedes. -Ahí están algunas harpías y un par de Ventrue-. Señalando a otro grupo. -Ahí están miembros del clan Brujah. La que tiene la bufanda cubriéndole la mitad del rostro es Katherine Weise, llego de Europa unos años antes de la guerra y se gano el respeto de todos durante el conflicto.

-Aquel negro en la pared del fondo es un Assamita. Por eso todos estaban tensos cuando llego. He escuchado rumores de que ha trabajado para la Camarilla ocasionalmente.

Aunque inicialmente no le prestaste mucha atención, mientras Aisling te habla del Assamita, por un momento, como un deja vú, te parece reconocer su rostro. Dejándote la sensación de que lo has visto antes.

Aisling parece ver a alguien entre los vástagos y se disculpa un momento.

La regente Sturbridge conversa con otros miembros de su clan, el mas numeroso de la ciudad después de los Ventrue, sentada en una mesa reservada solo para los Tremere. Todo mundo pretende no notarla, pero su fama y reputación la preceden en reuniones como esta y en realidad nadie puede evitar mirarla ocasionalmente.

Cuando se levanta de su mesa, todos la observan por el rabillo del ojo. Aisling se acerca a uno de los recién llegados.

-Sr. Coleman, supongo. Bienvenido a la ciudad. -Saluda al vástago con una sonrisa, mientras estrecha su mano. -No es necesario que espere aquí. Si me acompaña a mi mesa, con gusto programare la presentación con el Príncipe en otro momento.

Sin esperar respuesta, la regente toma del brazo a Franklin y lo lleva a su mesa.

Ya había casi treinta vástagos cuando Joseph Logan hizo su aparición.

El celador de la camarilla, como le llamaban algunos. Se pasa saludando de lejos a la mayoría. Y personalmente a aquellos que no se podía permitir ofender con saludos simplones. En una esquina de la sala descubre a Ashir Abdur Sarhin y su mirada se cruza con la del taciturno vástago al que todos evitan. Y para sorpresa de los mirones, lo saluda con una reverencia genuina.

Del otro lado de la sala descubre a Daniel Mikelson y disculpándose con su actual grupo, se dirige hacia el.

-Daniel. -Lo saluda-. Tenemos que hablar de negocios.

Perfecto comenzaba el juego político, ahora los jugadores comenzarían a moverse. Todos los clanes desearan poner un príncipe de los suyos para dominar la ciudad. Ahora habría que ver como Calebros decidiría que se ejecutaría el cambio de príncipe."En mis años he visto como cosas de estas acababan en un sangriento enfrentamiento."

Aunque como en todo estos juegos nadie perdería la compostura o actuaria a la cara del resto, habían de mantener las formas. Mientras ocurre todo esto jugueteo con el anillo en mi mano sin darme cuenta, cuando estaba comenzando a aburrirme aparece Joseph Logan hace una reverencia respetuosa a la cual contesto con un movimiento educado y respetuoso de mi cabeza, luego vuelvo a mi posición esperando el siguiente paso de los allí presentes y los movimientos de las distintas mesas.

Llego un poco tarde al MSG, pero por fin estaba ahí. Entro justo a tiempo para oir el final de la respuesta del príncipe a lo que parecía una vástaga bastante altanera. Me pregunté de qué clan era, aunque se me ocurrían algunas respuestas. En fin, no era de mi incumbencia.

Poco después de mi llegada, entra Logan. -Menos mal que cuando me llamó ya venía para aca.- Pienso recordando su invitación telefónica. -De otra forma, se habría perdido toda la "velada".- Miro a mi al rededor. Tal y como él había dicho, no había ningún miembro de la familia en el lugar, al menos no a simple vista. Pero si había otros vástagos interesantes.

Mi mirada se fijó unos segundos en Sturbridge, la Tremere, hablando con otros miembros de lo que debía ser el círculo de su clan. Por otro lado había una cara interesante. -¿Un árabe?- Me pregunté. -¿De qué clan será?- Se me ocurría una posibiliad concreta, pero sabía que no podía descartar nada. Después de todo, estaba en Nueva York, cualquiera podría abrazar a un mortal de cualquier etnia. Además de esos y un par más, no había ningún rostro interesante.

Me busqué un lugar más o menos cercano a la mesa del príncipe. Si estaba ahí, al menos podría divertirme un rato viendo lo mal que lo pasaba el nosferatu atendiendo solicitudes. -Tal vez eso calme mi aburrimiento un rato.-

 Seguí permaneciendo en segundo plano, como un neonato más que acompañaba a la regente del clan Tremere. Ahora debía de estudiar a los demás, según sus preguntas y comentarios, para comprobar con que atenerme en esta ciudad...

-Como deseéis, mi Príncipe.

Helen volvió a hacer una reverencia y se alejó de Calebros con su andar insinuante y una sonrisa en sus labios. Bien, había dado el primer paso: llamar la atención. Y vaya si la había llamado. Algunos vástagos la miraban con temor, otros como si estuviera loca y la mayoría simplemente con estupefacción. Desde luego, aquellos que la miraban con desprecio no conocían a Helen, eran nuevos en la ciudad, o únicamente tan estúpidos como para no ver el juego cuando lo tenían delante.

Se retiró a unos cómodos sillones desde los que se podía ver la cancha de juego. Curioso cómo los mortales se entretenían con aquellos tipos sudorosos correteando de un lado para otro. Las ovaciones, los abucheos, los suspiros contenidos... Adoraba la sociedad mortal, tan ingenua, tan inocente, tan al margen de a lo que se estaba jugando allí arriba. Otros vástagos se acercaron a Calebros con palabras más o menos vanas. Ella, por su parte, buscó con la mirada a algunos de su Clan. Podía intuir a algunos, pero con la prohibición de usar poderes en el Elíseo no podía tenerlo claro del todo.

Cuando cruce la mirada con rebeca le guiñe un ojo e hice un amago de sonrisa, cuando acabase los asuntos que me habían hecho ir al lugar la saludaría.