Partida Rol por web

La colección privada del maestro tiene algo de polvo, lo que indica que hace tiempo que no los lee.
Los libros tratan todos el mismo tema: Enfermedades de origen mágico y como erradicarlas.

Un fino cuaderno cae al suelo desde la estantería y se deshace lentamente. Te da tiempo a salvar una hoja y leer lo que pone.

"Jamás debí llevarme la esfera.
Mirta tenía razón, aunque me duele reconocerlo.
Es demasiado tarde.
Pensé que sería capaz de dominar su poder y al principio asi fue. Me convertí en uno de los más grandes magos de este reino. Tuve acceso a conocimientos olvidados y combatí contra muchas amenazas de origen sobrenatural, derrotándolas por el bien de este mundo.
Debí destruirla cuando tuve oportunidad, ahora es demasiado tarde. Ahora soy viejo y estoy enfermo cállate viejo, ya no importa nada. Todo terminará pronto y tu estarás aquí para verlo. Con tus propios ojos, no podrás evitarlo. Disfrutaré viéndote sufrir".

Las letras en cursiva están escritas por el propio Marcus, pero como si su mano la moviese otra persona.

Comienzas a subir la escalera. Te detienes a medio camino cuando, por encima de la tormenta, oyes una respiración débil y cansada.
Por un instante crees oír la voz del maestro:

-Huye, reúne a tus amigos y huye.

Oís un gran estruendo sobre vuestras cabezas y un relámpago de una potencia inimaginable hace que lo veáis todo blanco durante unos instantes.

Cerráis los ojos con fuerza y al abrirlos comprobáis que estáis cegados. Afortunadamente al cabo de unos segundos recuperáis la vista.

Un grito resuena por encima de la tormenta:
-¡¿Qué le has hecho a mi aprendiz?!

Reconocéis la voz de Mirta. Está más furiosa de lo habitual.

“ El mayor don y su maldición, su inteligencia” era una frase que habia escuchado hace no demasiado, y que se confirmaba verdad. Mucho habían sacrificado para saber que habia pasado, y el maestro, o su compañera, no iban a detenerlo.
El necesitaba saber que habia ocurrido, y huir no solucionaría nada. Se lo debía a los muertos, se lo debía a sus compañeros, y … se lo debía a si mismo. Deposito la esfera, luego de murmurar los hechizos de repulsión y reforzar las runas que había dejado, y la dejo, oculta, en un recodo de la escalera, aunque una búsqueda no muy exhaustiva la encontraría fácilmente. Luego, subió el tramo que faltaba.

May se había acercado al pequeño laboratotio atendiendo a las palabras de Valerius. No parecía haber nda especialmente relevante, hasta que vio los ojos. Dejó escapar un gritito de asombro al verlos mirarla y retrocedió un paso.

-¡Mierda!- Soltó. -Son sus ojos... Los ojos del ser...- Dijo casi sin voz. Escuchó entonces los gritos en la parte de arriba. Sin pensarlo, tomó el tarro sin mirarlo y se dispuso a seguir a los otros dos.

No tienes ninguna duda de que esos ojos son del ser que está tratando de mataros a todos.

La sala del último piso es la habitación del maestro. No tienen muchas cosas; tan solo su cama, una mesita, un armario y un camastro para el gato.

Tumbado sobre la cama, se encuentra el maestro. O lo que podría ser el maestro Marcus. Se trata de una figura translucida que dormita con los ojos cerrados.

Junto a la esencia del maestro, está sentado el gato. Te mira y emite un maullido apenas audible.

Valerius se acerco tímidamente, pero también decidido, el hombre en cama necesitaba reponerse, o estaba al borde de la muerte, pero sus acciones habían causado muerte y terror a su alrededor. ¿Por qué alguien asi querría alumnos? ¿En esas condiciones? Había varias opciones, pero no quería ponerse a especular.
Era obvio que las decisiones del Mago habían causado muchas desgracias. Ahora… era posible que tambien hubieran evitado muchísimas mas, habiendo elegido el mal menor. Pero podía seguir especulando hasta el infinito. Necesitaba las respuestas, no mas preguntas retoricas.
Se acerco al Mago y con suavidad, toco su su hombro por encima de la tela.

- Maestro Marcus…-

La sala del último piso es la habitación del maestro. No tienen muchas cosas; tan solo su cama, una mesita, un armario y un camastro para el gato.

Tumbado sobre la cama, se encuentra el maestro. O lo que podría ser el maestro Marcus. Se trata de una figura translucida que dormita con los ojos cerrados.

Junto a la esencia del maestro, está sentado el gato. Te mira y emite un maullido apenas audible.

El gato maúlla de nuevo cuando May entra en la habitación.

En ese mismo instante Valerius trata de tocar al maestro en el hombro, para despertarlo. Su mano atraviesa el cuerpo del anciano, dejando claro que es incorpóreo.

La mirada de la semielfa se posó en Ra, viéndolo tranquilo y campante sobre la mesa. Y el aspecto del maestro que era tan... extraño. Cuando Val intentó tocarlo, su mano traspasó la imagen. May suspiró.

-Otra ilusión.- Miró hacia el gato. -¿Acaso tú eres el maestro, Ra?- Dijo, sin sonreír, esperando alguna respuesta de... de quien fuera. Ya no sabía que hacer. -¿Donde está Mirta?- Dijo. Había creído escuchar su voz venir de allí arriba, pero no había nadie más allí.

Empezaba a ponerse nervioso. Si el maestro no estaba en su torre, ¿donde estaba? Porque el golem protegía una ilusión. ¿Porque todo esto? Estaba frustrándose.
- May, Agarra el gato. - concentrado, pero como si no le importara, respondio, de forma automata - Mirtha esta en la terraza, probablemente se encontro con la criatura que nos esta persiguiendo. -
Empezó a buscar en la cama, en el piso, simbolos cabalísticos, portales, puertas ocultas, diarios, algo que le diera un indicio. Antes habia tocado algo que le habia dado una visión. Era el momento de buscar y encontrar mas pistas.

Eso no suena nada bien- aprendiz se referira a mi sol, me digo mientras le entrego a may la libreta que recien encontraba No se que es peor una posesion o una recurreccion 

May se apresuró a tomar a Ra, de pronto viendo como Casey le hacía entrega de una libreta. -¿Resurrección? ¿Posesión?- Miró hacia la libreta, viendo una vez más como las letras no terminaban de tomar forma ante sus ojos. -Casey, no sé leer.- Admitió, ofreciéndole de nuevo la libreta. -¿De qué estás hablando?-

Te lo resumo, es el diario del maestro habla sobre la esfera y de que gracias a ella logro volverse el tan famoso y aclamado mago pero al final se lamenta de no haberla destruido y te leo lo que pone a continuacion"cállate viejo, ya no importa nada. Todo terminará pronto y tu estarás aquí para verlo. Con tus propios ojos, no podrás evitarlo. Disfrutaré viéndote sufrir", si esto es real debemos destruir esa esfera ahora al parecer era un ser antiguo que resucito y le dio la sabiduria al maestro para ser lo que es hoy en dia - cierro la libreta- un segundo Val, el tiene la esfera debemos romperla ahora mismo, evitare que se propague mucha magia con mi neblina de silencio pero mi magia no es capaz de destruir 

Os encontráis en la habitación del maestro. La figura que hay sobre la cama es una ilusión del hombre al que buscáis. Lo único que es real, además de los escasos muebles, es el gato que está con vosotros.

Una explosión suena sobre el tejado de la torre y la hace temblar. Ra se esconde bajo la cama.

Algo llama vuestra atención y os asomáis a la ventana. Un cuerpo envuelto en llamas cae al suelo, mientras exhala su último aliento.

Casey está seguro de que esa mujer, que ahora yace sin vida junto a la torre, es Mirta.

Valerius escucho el ruido de mirta al caer al suelo. Estaban sin maldito tiempo y el no encontraba nada. Pero Casey si.
- Dame el diario, Casey, por favor. – le dijo tendiendo la mano. No confiaba ya en nadie, necesitaba verificarlo todo el mismo. – Yo no tengo la esfera. La deje escondida. Agarra a Ra, nos vamos de aqui -

El fragmento del diario dice:

"Jamás debí llevarme la esfera.
Mirta tenía razón, aunque me duele reconocerlo.
Es demasiado tarde.
Pensé que sería capaz de dominar su poder y al principio así fue. Me convertí en uno de los más grandes magos de este reino. Tuve acceso a conocimientos olvidados y combatí contra muchas amenazas de origen sobrenatural, derrotándolas por el bien de este mundo.
Debí destruirla cuando tuve oportunidad, ahora es demasiado tarde. Ahora soy viejo y estoy enfermo cállate viejo, ya no importa nada. Todo terminará pronto y tu estarás aquí para verlo. Con tus propios ojos, no podrás evitarlo. Disfrutaré viéndote sufrir".

Las letras en cursiva están escritas por el propio Marcus, pero como si su mano la moviese otra persona.