Partida Rol por web

Ha sido una larga caminata las ordenes que teniais era presentar vuestros respetos a un señor imperial que decidiria  si os acompañaban o no, es un gordo pomposo, pero sus hombres dice que pelea como una manada de orkos hambrientos. Su nombre es Ingo AltzSchondorff, su familia lleva peleando junto al imperio casi desde sus inicios y se le considera un buen general. Su segundo al mando es un flaco de origen Tileano con un acento raro, llamado Mario Schade.

Es a este segundo el que al que le entregais las ordenes lacradas y selladas, con un ademan os indica una zona da la formación y os requisa el 50% de vuestros alimentos, para el bien del imperio.

Por Ordenes de Sir Ingo se ha salido en pleno invierto, ahcia la asolada ciudad de Kislev, parece que tiene prisa porque todos muramos, pero a base de mucho esfuerzo y frio, empezais ha hacer un surco en el camino, lentamente os vais hacercando a vuestro destino. La asquerosa caminata os lleva despues de 2 largas semanas hasta la fortaleza de kislev, tiritando y agradecidos bestias y soldados entrar en la impresionante fortaleza, la desolación y el frio que se encuentra detro parece mucho peor de lo que encontrabais fuera, en la calle puede verse gente apiñada y congelandose, que pide miserablemente unas monedas para calentar a sus muertos hijos, la mugre estaria mucho mas presente si no hubiera una capa inmensa de nieve blanca, salteada por manchones de nieve sucia echa por los sinuosos caminos.

Os designan unos barracones, y alli dan a parar vuestros huesos, parece que la guerra ya lleva años asolando esta región y ahora venir a sufrirla vosotros.

Bien venidos a Kislev.

A Xaintralles la ciudad de Kislev le parece algo tosca, con sus casas de troncos. Pero los kislevitas parecen fuertes y decididos, y sus mujeres son rubias y lozanas. Les sonríe a varias de ellas mientras pasa, que sueltan risitas. Pero también hay muchos hombres hoscos que miran su caballo bien alimentado. Su capa de buena lana. "Como nos asedien pasarán aún más hambre". Lo único que necesita un ejército asediado son más bocas hambrientas.

Al llegar a los cuarteles, ordena al sargento que se descarguen las mulas, se guarden los animales, se aposente a los hombres, etcétera.

- No dejes que los hombres repartan comida entre los refugiados o nos quedaremos sin. Si quieren alguna moza, que la paguen de su bolsillo.

Piensa que un barracón no es sitio para su señora esposa, así que piensa que hablará con el governador para que le busque alguna habitación en el castillo.

Se va a ver al gobernador o a su segundo por si tiene alguna órden.

El camino hasta nuestro destino había sido largo y pesado, pero las llamas de R'llhor alimentaban mi cuerpo y mi alma por lo que las nieves del frio invierno no causaron mella en mi resolución. Viajando a pie, acompañé a las filas de soldados que compartían similar destino al mío. Eran tiempos duros y penosos, al igual que el lugar al que nos dirigíamos. Sabía que buena falta haría la mano de un sacerdote ungido, que diera esperanza y fervor a las tropas que pronto comenzarían su misión. Una vez en el lugar, me dirijo hacia los barracones que nos han sido asignados a los acompañantes de las compañías de guerreros. Son lugares sencillos, sin lujos ni comodidades, pero un buen fuego es lo único que un hijo de R'llhor necesita.

Una vez acomodado y colocado mis pertrechos en lugar seguro, salgo al exterior de los barracones acomodándome el largo mandoble que a mi espalda porto. Es hora de presentarme al mandamás del lugar, y hacerle un par de preguntas... Con calma detengo a uno de los soldados que parecen llevar aquí un tiempo y con voz calmada le digo:

Hermano... hermano, espera un momento. ¿Podrías indicar a este humilde sacerdote donde se encuentra la tienda del oficial al mando del campamento? Esto es grande y temo perderme entre un mar de rostros desconocidos.

Atraviezo con mis tropas la espesura de un bosque tan negro como la muerte, y con nieve suficiente para retrasar nuestro avanze.

Un hombre, al que enviara como explorador, divisa una aldea cercana. Nos encaminamos hacia ella.

Tú pequeña fuerza esta con las fuerzas imperiales, cerca de un molino de viento que ahora ni musita entre tanta nieve, os a tocado un antiguo establo que han preparado para albergar literas en una zona y en la otra a los animales de todas las compañias, no olera a gloria, pero estareis mas calientes que otros. El sitio esta limpio, pero el frio se cuele por algunos tablones gastados o partidos.

El segundo al mando esta ocupado el Sr. Schade te atendera en los proximos minutos, mientras esperas ves pasar un montón de tropas imperiales moviendo mercancias, muebles y armas parece que venis a quedaros, y ademas teneis mucha suerte, de tener un sitio donde quedaros y estar relativamente calientes. Algunos *Boyardos aparecen por la zona, con unas pintas bastantes desaliñadas y hasta cierto punto sucios, aunque su mirada te atre ante una seguridad fruto de la lucha por la supervivencia.

Llegas con las fuerzas imperiales, al lado de un molino de viento que ahora ni musita entre tanta nieve, os a tocado un antiguo establo que han preparado para albergar literas en una zona y en la otra a los animales de todas las compañias, no olera a gloria, pero estareis mas calientes que otros. El sitio esta limpio, pero el frio se cuele por algunos tablones gastados o partidos.

Un hombre mandado por el Sr. Mario Schaden te indica donde estas tus aposentos, estan con el resto de la tropa, pero tiene una cortinilla para aislarte de ellos, en un rellano de la entrada han puesto un altar de Sigmar para que las tropas disipen sus dudas y temores. Tienes una mesilla, con una cajón con una llave, y un candil con una vela y cerillas. Todo un detalle para ser quien es el Sr. Ingo AltzSchondorff.

El soldado se gira y cuando te ve hagacha la vista ligeramente, temeroso de los dioses o de sus representantes, te indica con una mano levantada - siga este pasillo, cuando el viento le de en la cara, salga fuera y vera una tienda de campaña cerca de un molino, alli podra encontrarlo, pero seguro que ahora estara acupado nuestro señor, señor!- termina la frase tragando saliba, con una sonrisa forzada pretende seguir con sus queaceres.

El fuego sea contigo hijo y que R'llhor te lo pague con decenas de hijos fuertes y sanos que pueblen tu hogar.

Le digo con una amplia sonrisa, tras lo cual, me dirijo hacia donde el soldado me ha indicado con la carta en las manos. Recorro la distancia indicada y cuando el viento azota mi rostro busco el molino y la correspondiente tienda que debe haber a sus pies o al menos cerca del mismo. Noto el frio incluso debajo de la armadura y las pieles que la cubren, el mero contacto de mi cuello con los bordes pulidos de mi armadura provoca que me entren escalofríos... Un lugar tan inhóspito, tan frio... En mi fuero interno ardo en deseos (nunca mejor dicho) de que comience la acción, y que se enciendan los fuegos que traerán otra victoria para el imperio, o Kislev o para quien quiera R'llhor. Tantas divisiones territoriales nunca han tenido excesivo sentido para mi, puesto que todos son hijos de R'llhor y dirijo mis servicios a todos aquellos que luchan contra las hordas del caos.

Espero que el buen señor tenga un momento para dedicar a los asuntos superiores...

La figura ignea del hechicero atraviesa los portones de la ciudad, orgullosa. Recorre las calles tranquilamente y sin prisa, su destino no se moveria. - Que desdichado pueblo, sera que la guerra no terminara mas... - Sus pensamientos dibagaron por los tejados de las casas, mientras sus pies lo llevaban a la fortaleza.

Una vez alli, se percato de la cantidad de soldados congregados en el lugar. Imnediatamente empezo a buscar un oficial para presentarse ante el señor del lugar.

Tu pequeña escolta y tú han decidido unirse ha la hueste del Señor Styrx, parace que el invierno os esta pasando factura, pero parece que los sacrificios rituales apaciguan a los dioses de estos lugares y el invierno se atenua a vuestro alrededor, algo realmente demoniaco piensas. La cota de nieve llega ha mas de un metro en algunas cotas, y esperais ha escasos medio dia de cargar contra la maldita ciudad y tomarla por la fuerza. Parece que la sangrienta campaña de primavera ya se avecina, y todos manteneis la posición en espera de un asalto frontal inminente.

En el campamento, podeis encontrar tribus de barbaros con pintas nada agradables,tatuajes, marcas rituales, etc. los hombres bestias deambulan entre las ventiscas, que se meten por todos lados, congelandolo todo.

Tú inofensivo paseo no pasa desapercibido por las gentes del lugar, que se apartan y te señalan con sucios dedos, al verte pasar. Despues de preguntar a un soldado con aspecto de imperial, te indica un viejo molino al final de una nevada y sucia calle, te encaminas hasta alli, mientras el frio te afecta, mas de lo que te gustaria.

El segundo del señor de la horda, te hace saber por medio de un soldado bastante corpulento, que si, que puedes dedicarte ha recoger los escrementos de todo el campamento en las cantidades que estimes oportunas, se te entragaran cada semana 10 sacos de grano. El corpulento espera tú respuesta.

La nieve parece que no acaba, y el frio se os mete hasta el tuetano, no estan en las mejores condiciones.

Arnaul espera expectante, ha que le den permiso para entrar, cuando aparece en el lugar un clerigo bien armado, y con un aura de magnificencia, casi de nobleza entra en el lugar, pide audiencia con el comandante, y se sienta tranquilo.

El frio parece que afecte menos aqui, quizas por el gran numero de braseros.

En una pequeña mesa van llegando ordenes, comunicados o peticiones, para preparar la campaña de primavera, aun falta mas de un mes para siquiera empezar una batalla, asi que la burocracia asfixia el lugar, algo mucho mas complicado que cargar de frente ante cualquier enemigo.

Un criado os ofrece unas bebidas calientes, disculpandose por la espera.

Espero al encargado sentado cómodamente en mi oscura carpa tenuemente iluminada.

-Enterado, en ese caso, orden a los siervos el dejar los toneles de desperdicios a un costado, para recogerlos. Ahora, puede retirarse.

Una vez que el corpulento guerrero se retira, una sombra oculta entre las sombras se acerca con su sigilo acostumbrado.

-Amir, necesito que me traigas a las cuatro prostitutas mas bellas, y si queda alguna doncella, tráela también aquí. Necesito ademas, dos siervos mas. Dile a Marco que ya puede pasar.

El Sigiloso hombre hace un breve saludo y se retira. Tras su partida, aparece un extrafalario individuo, el afamado "maese" de indudable origen estaliano.

-Y bien maestro, que opina usted de nuestra posición. ¿Creé que estamos en una buena posición para atacar sin que nos alcance el enemigo?

Observo a los oficiales, tan atareados y alterados, mandando a sus mensajeros correr de aquí para allá. Tomo con cuidado la copa y voy echándole tragos mientras paseo por la tienda. Al final, atraído por las llamas, me situó junto a uno de los braseros y comienzo a leer las antiguas escrituras de R´llhor. Voy pasando hojas, mientras murmuro silenciosas palabras junto al brasero, a la espera de que el oficial al mando quede libre de esa tediosa tarea, o al menos tenga un momento.

Entre hoja y hoja, miro a aquel sujeto que llegó también recientemente y al que también le ofrecieron una copa de bebida, protocolariamente. Su aspecto es interesante, ciertamente... Por los muchos territorios por los que he difundido las llamas y la palabra, es un tipo proveniente de Bretonia, sus rasgos son claramente identificables: alto, de espaldas anchas, pecho poderoso y mirada firme. Tal cual se lo pregunto cuándo nuestras miradas se encuentran:

¿Recién llegado hermano? ¿Desde..... Bretonia quizás?

Amir mira con tono gracioso al rededor, y en voz baja:

-No se que piensa ese loco de Styrx- dice mientras escupe a un lado - pero no conseguiremos atravesar toda esta nieve, y desde nuestra pobre posición seria imposible atacar a las altas fortalezas de la mismisima Kislev - con un gesto desganado agarra un leño y aviva el fuego, parece que el frio en esta zona es infinito, y la nieve se va amontonando en la puerta de la tienda de lona, algo realmente molesto.

Algunos criados arreglan la estancia a una orden tuya, al poco empiezan ha entrar unas muchachas, si fueron bellas alguna vez esto quedo bastante atras, pero ahora estan bastante flacas y descompuestas, algunas con aruñones en los brazos y cara, parece que al menos estan dispuestas ha satisfascer cualquier necesidad de un hombre o bestia.

Todas se quedan frente a ti esperando, con miradas en el suelo.

- Sin embargo, estoy seguro que algo se te ocurrida. Confió en ti y tus ideas, siempre han sabido sacar de apuros. ¿Recuerdas cuando defendimos aquel pasaje de esos estúpidos imperiales, y como ese mismo día terminamos cenando sus víveres en sus posiciones?

Continúo casualmente la conversación en cuanto entra Amir con las muchachas.

 -..Marco, que opinas. ¿Alguna observación?.- En lo que se detiene un segundo a pensar su respuesta continúo

-Así que estas son las nuevas integrantes de nuestra orgullosa escuadra... -Me levanto para observar mas de cerca a las muchachas.

-A partir de este momento pertenecen a la escuadra roja. ¿alguna pregunta?