Partida Rol por web

Artie trató de fijarse si entre una de aquellas siluetas iba el bueno de Leroy Turner. Si lo habían dejado en el interior del coche era la hora de ir a por él.

Efectivamente, una de las siluetas anda forzada y cabizbaja, sujeta del pescuezo por otras dos figuras.

- Bueno, hemos llegado... - Dijo Artie. - Ahora no debemos precipitarnos. Pueden estar vigilando el exterior. 

No sabían a quien se estaban enfrentado, pero si sabían que eran peligrosos. Ya habían causado la muerte de al menos una persona, pero por la efectividad con la que acabó con aquel hombre en la sala de fiestas, era evidente que no era la primera vez que mataba a alguien. Cualquier paso en falso podía suponer el último que dieran en vida. 

- Te diré lo que haremos. - Le comentó a su compañero. - Vamos a esperar un rato, que se confíen. Luego pinchamos las ruedas del packard y damos un vistazo. Entrar allí por las bravas es peligroso. ¿Qué opinas?

-Bueno, no es que sea precisamente ducho en el noble arte del boxeo, señor Gumshoe. Ni tampoco un experto tirador. En caso de que hubiera un conflicto, claro... -comentó, sintiendo que allí faltaban dos personas más, y que ese era un momento magnífico para que la organización al completo estuviera reunida. Se le puso un nudo en el estómago. -Pero haré lo que pueda -dijo al fin, esbozando una sonrisa temerosa y conminándose a hacerlo lo mejor posible

En cualquier caso, si conseguían deslizarse al interior sin ser vistos, es posible que pudieran oír la conversación que aquellas personas mantuvieran, y hacerse una idea de a qué se estaban enfrentando. Y supuso que el propio Artie sería quien se encargaría de sopesar la situación en ese momento. Por ahora el método utilizado para matar, al parecer, era aquella trompeta embrujada. Y si la habían usado significaba que era su instrumento de muerte. No era ingenuo, suponía que aquellas personas harían lo que fuera con tal de quitarse un problema del medio y si era necesario usarían métodos más convencionales, pero estaba convencido de que todo giraba en torno a la música
-Adelante -susurró, en voz baja, con una determinación algo más afilada tras unos instantes de pausa

- Intentémoslo... - Dijo Artie sacando su navaja y acercándose al packard y tratando de ser sigiloso. 

No es que se le diera muy bien aquello, pero esperaba poder llevar hasta sel vehículo sin ser visto. Al fin y la cabo, los matones estaban en el interior del edificio y si no había nadie apostado en una ventana, no creía que fuera fácil que lo localizarán por mucho ruido que hiciera.no obstante, tenía la sensación de que se estaban poniendo en serio peligro.

La oficina está vacía, y no hay rastro de que Henry Carter y Artie hayan pasado por aquí recientemente. Ya es de noche las calles están más vacías. ¿Dónde pueden estar? Un nudo de preocupación comienza a oprimiros el estómago. Quizá estén en un lío...

Artie se acerca encorvado hasta el Packard con tan mala suerte que un automóvil que gira la esquina hace un barrido con la luz de los faros por la zona donde camina, dejándolo expuesto. Artie se para, evaluando la situación. Carter, que lo observa de lejos, blasfema contra su voluntad. Por suerte, la puerta no está vigilada y nadie parece en alerta. Artie aprieta el paso y llega hasta el Packard y clava su navaja en los cuatro neumáticos.

Dentro, los tipos parecen dirigirse hasta el fondo de un almacén.

La primera parte del plan estaba lista. Ahora si tenían que salir por patas, tendrían cierta ventaja con respecto a sus perseguidores. Entonces recordó algo. Chasqueó la lengua un tanto enfadado consigo mismo. Miró entonces a Carter.

- Tapa las matrículas de mi coche... - Le dijo mientras gesticulaba. - ¡Tápalas!

Fue entonces cuando Artie, a la espera de que Carter hiciera lo que le había pedido, se fijó en el interior de aquel almacén. Quería descubrir si había aluna zona a la que dirigirse y poder de algún modo ocultarse sin que pudieran verle y donde él pudiera escuchar lo que se estaba diciendo. Pero como de costumbre, no vio nada. Estaba demasiado oscuro para su vista. Igual necesitaba gafas... se estaba haciendo mayor.

Cuando llegamos a la oficina me sorprendí al verla vacía. Pero entonces me fijé en el reloj y negué con la cabeza recriminándome mi estupidez.

“Es pronto, hemos tardado poco con lo nuestro.”

Viendo que tenían un rato, tras consultar con Anna que no necesitaba nada por su parte, me dirigí a la mesa y tras abrir el segundo cajón, cogí una botella de Whisky que guardábamos ahí. Mientras esperábamos decidí tomarme una copa, al fin y al cabo ¿Qué mal podría hacerle? Solo era una.

Pero el tiempo fue pasando, y casi sin darse cuenta, se sirvió una segunda. El alcohol le quemaba la garganta cuando caía por ella y sin embargo una sensación de alivio le recorría mientras el dulce néctar circulaba por su gaznate. La bebida comenzó a hacer su efecto y las visiones de los horrores vividos comenzaron a difuminarse y sentí que podía descansar al fin.

Tan absorto estaba con mi botella que no me di cuenta de que había pasado tiempo. Mucho tiempo. Y tal vez hubiera sido así de no ser por un golpe en la mesa y una mirada recriminatoria por parte de Anna al ver que iba a servirme la tercera copa.

- Tranquilícese señorita Vixen, estarán al caer. Se habrán retrasado y… -

Entonces dirigí la mirada al reloj y vi la hora que era. Y un escalofrío recorrió mi cuerpo. La luz se había ido de la ciudad ¿En qué momento había pasado eso?  Volví mi mirada hacia Anna que me observaba preocupada.

- Yo… lo, lo…. Sien…. -

Pero no pude decirlo. Demasiada vergüenza sentía ahora mismo. ¿A qué se debía este retraso? ¿Podían estar sus compañeros en peligro? Miré la botella que tenía delante. Había bajado la mitad. Habían sido más de 3 vasos. ¿En qué momento había perdido el control de la situación?

Me puse en pie y noté que la habitación se bamboleaba un poco. Mi primera reacción fue sujetarme con la silla. Quería sentarme. Necesitaba sentarme. Tenía un sabor amargo en la boca, el estómago revuelto. Pero yo era un caballero y estaba ante una señorita. No podía hacer algo tan indecoroso como vomitar. Aguanté las ganas y tras enfocar y recuperar un poco la cabeza, la hice una seña.

- Debemos asegurarnos de que esté bien. Vamos a la funeraria. ¿Puede conducir? Yo… - De nuevo la vergüenza. No me salían las palabras. Pero algo tenía que decir - …Me encuentro indispuesto. -

No se si por educación o compasión, Vixen no dijo nada y juntos salimos del edificio. Al sentir el frio aire de la noche la mente se me despejó un poco más. Nos metimos en el coche y pusimos rumbo al último lugar donde sabíamos que estaban nuestros compañeros.

“Por favor, estad bien”

Henry salió de su escondrijo, ahora que al parecer el trabajo estaba hecho y Artie no había sido descubierto, y se deslizó hasta estar a su lado. Alzó el dedo gordo, en señal de 'buen trabajo', tras comprobar que las ruedas habían sido resquebrajadas y que de poco les servirían esos automóviles en esas condiciones. -¿Tapar las matrículas? -preguntó, indeciso, pero poniéndose manos a la obra de inmediato sin dudar de la palabra del detective. La cuestión iba más a que no entendía el motivo por el cual debían evitar su exposición, pero supuso que sería algún tipo de argucia propia del oficio de su compañero y daba por supuesto que era algo lógico. Aun cuando él mismo no lo entendiera

Oh. ¿Podía ser por el reflejo de la luz? Advirtió que posiblemente estaban hechas para devolver parte de la iluminación recibida. ¿Pero qué tenía aquello que ver con ellos? Se encogió de hombros, y sin ningún objetivo del que deshacerse (salvo su propia ropa) para cubrirlas, optó por coger barro del suelo y cubrirlas lo mejor posible

Con los sentidos un poco ofuscados, el Dr. Bedford instó a su compañera, la Srta. Vixen, a que lo siguiera a la funeraria.

- Bien Carter... - Asintió con la cabeza. - Métase en el coche y espere. Si salgo corriendo póngalo en marcha, tendemos que salir por patas...

Sin dar tiempo a que Carter reaccionara, Gumshoe, agazapado como un soldado en una trinchera y armado con su pistola, se introdujo en el almacén, ocultándose tras las columnas y tratando de ser silencioso como un gato. Tenía que saber que se estaba tramando allí dentro y ver si de alguna forma podía hacerse con la trompeta o redactar a Turner. Pero no pondría en riesgo a Henry, bastaba con que uno de los dos se jugara el tipo. Además, alguien tenía que esperar fuera a punto para darse el piro.

Dentro del almacén encuentras dos camiones tras los cuales puedes deslizarte hacia el interior. Desde allí, ves al fondo del almacén una habitación que parece servir como almacén. Los secuestradores empujan a Turner hasta el interior de la habitación y los pierdes de vista, pues las persianas están echadas, sin embargo, compruebas que son bastante viejas y puedes ver y oír lo que ocurre tras ellas.

Artie trataba de escuchar y localizar la trompeta, sin embargo le el oído y la vista no eran su fuerte. Chasqueó l lengua defraudado consigo mismo. El plan estaba saliendo solo a medias. Se había intentado bien y de forma sigilosa en aquel lugar, pero en el momento de la a verdad no le estaba sirviendo de mucho.

Tan solo podía tratar de esperar un poco más y ver si los secuestradores dejaban solo a Turner. Si se escondía debajo de uno de los camiones y espera a su momento, igual tenía suerte y una oportunidad de sacar de allí al trompetista.

Bajáis a la calle y cogéis un taxi para ir a la funeraria, donde tenéis el último rastro de vuestros compañeros. Al menos, la funeraria no debe haber cerrado. En el taxi, al menos, el conductor no es muy hablador, algo que agradece el Dr. Bedford, aunque las miradas por el espejo a la Srta. Vixen por parte del tipo no han pasado desapercibidas. Debe haberla reconocido por alguna de sus películas. Anna está cansada y no le apetece soportar a admiradores a estas horas.

De repente, el taxi da un frenado. Un Packard de color gris se ha cruzado, saltándose una señal de tráfico a toda velocidad, y ha pasado de largo. Antes de que el conductor termine su maldición, el coche de Artie pasa tras él, a cierta distancia, pero también a gran velocidad, lo que obliga al conductor a dar un segundo frenazo.