Partida Rol por web

- ¿Gracia? - Encaró las cejas. - Gracia ninguna... - Comentó. - ​​​​​Pero hay que mantener el ánimo arriba, ¿sabe? - Miró de arriba abajo a ese hombre. - Franciscus Volger. - Se presentó y le ofreció la mano. - ¿Y usted es?

Parecía logíco lo que decía de mantener el espíritu alto.- Hans Schreiber. Un placer conocerle.- estreche la mano del hombre.

El enano se mantuvo cerca de la hechicera durante la marcha, no solo para protegerla en caso de necesidad si no porque era probable que cerca de ella tuviese más oportunidades de sobrevivir. O al menos su mente le hacía pensar eso. Sus oportunidades de éxito recaían en gran medida en que aquella mujer les guiase y sobreviviese. No tenía dudas de que encontraría aventuras y gloría a su lado, pero en cambio, si se quedaba solo, dificil destino tendría en los próximos días, incluso meses.

Avanzando en silencio, el enano se dedicó a probar su nueva hacha, balancearla y conocerla; en aquellos días solo un tonto creería que no vería sangre en toda su vida. Aquella hacha no solo le acompañaría en su viaje, si no que igualmente habría de salvarle la vida.

No parecía haber muchos problemas, algunos se habían quedado atrás, esperando a los norses, la verdad es que cuando salí, tenía dudas de si iba a ver un ataque de verdad, pero había descubierto que los demonios eran reales ese día, así que no iba a arrepentirme de mis actos, pero de momento íbamos por buen camino, ya que no teníamos problemas, parecía que los elfos limpiaban los caminos de los hombres bestias, si es que había en este bosque, lo cual era siempre bueno, aunque los elfos no fueran muchos de saludar a sus vecinos.

El viento sopla trayendo una gélida brisa que no presagia nada bueno. Un grito desgarra el silencio del paisaje sofocando la brisa, pero os hiela el corazón más que el propio frío invernal.

-¡NOS ATACAN!.- Grita alguien y figuras inhumanas se lanzan al ataque desde todas partes rodeandoos. Hombres con la cara de una bestia, esgrimiendo armas con sus gritos guturales mitad hombre mitad bestia y sus ojos inyectados en sangre.

- ¿Nos atacan? - Preguntó confundido Franciscus. - ¿Dónde?

Entonces lo vio. ¡Bestias del caos por doquier! Aquellos bosques infectos estaban plagados de bestezuelas despreciables sedientas de sangre. Si no eran mutantes, eran elfos, pero seres terribles al fin y al cabo. Era la hora de la verdad. De nuevo debería luchar por su vida, pero lo que era más importante: ¡debía luchar por aquellas gentes inocentes! Esperaba que si moría como un perro en aquel lugar, Sigmar lo tuviera en cuenta.

Rufus fue de los primeros en darse cuenta, asi que aprovechandose de su estatura y de los segundos de ventaja se tiro debajo de la carreta. Atentos chicos alguien ataca! Ya habia echo todo lo que podia hacer...aviso a todos los del alrededor. 

Tarde o temprano aquello tenía que pasar, Kruger no sabía cuando pero sabía que sucedería. Sacó el hacha en un ademán de defenderse, intentado que sus ojos penetrasen la creciente oscuridad para distinguir cuantos eran.-¡Niños, todos bajo el carro!¡Viveca mantenlos juntos!-no le quedaba más remedio que luchar, aquellas bestias no iban a atender a razones y no les iban a dar cuartel. Se avanzó unos pasos tratando de cubrir el carro y dándole una oportunidad a Franciscus para recuperarse del estupor inicial. Al menos se interpondría en el camino del enemigo de la mejor forma que pudiera.

Parecían que nos iban a por nosotros, así que iba a coger mi ballesta, para poder defenderme tenía que agarrar mi arma y tener que alejarme, para tener distancia con las criaturas y así poder ir disparando, ya hacía demasiado tiempo que no veía una de esas criaturas.

- Firmes - Gritó el enano, - son bestias sin cerebro, lucha con valor y vencereis, luchen por sus familias y nada podrá derrotarles - exclamó avanzando para proteger a la hechicera.

Francisus se acercó a los hombres bestia armado con su mangual y su innegable valor. No cargó, simplemente fue caminando tranquilamente hacia su objetivo mientras repetía una oración hacia Sigmar en su cabeza para que le diera suerte. 

- ¡Retroceded bestias del caos! - Gritó al lanzar un golpetazo con su mangual contra el primero de aquellos seres que mes habían emboscado.

El flagelante avanzó contra una de los hombres bestias y si algo me había enseñado la vida es que las posibilidades de sobrevivir a un combate aumentaban siempre si erán más de dos los concentraban sus ataques contra el mismo.

Así que, viendo sus acciones, me lancé a la carga contra el hombre bestia al que estaba atacando.

Rufus miro alrededor suyo, si, las cosas estaban mal, incluso peor que antes, miro alrededor buscando alguna salida por si tenia que huir, la cosa estaba tan mal que por lo menos la anterior vez tenia sopa entre sus manos...y ahora solo suciedad del camino

Los hombres bestia salen de sus escondrijos bramando con sus ojos inyectados en sangre y el vaho de su aliento elevándose en el frío atardecer. 
Todos tienen armas de mano, por lo que es fácil imaginar que son una fuerza de exploración e incursión, aunque no sabéis si va o si viene del pueblo.

Ante la ferocidad del ataque los niños rompen a llorar, los gritos de aquellos que intentan infundir valor a sus compañeros caen en la amalgama de sonidos, bramidos, gritos y lloros que inunda este tramo del bosque de repente, terminando cualquier intento de consolidar una defensa.

Uno de ellos salta por encima de una roca mugiendo mientras recorre a largas zancadas la distancia que lo separa del grueso de la columna. De un salto enarbola su hacha de mano para atacar a la hechicera pero Kruger se interpone en su camino deteniendo el ataque en el último momento.

Otro de ellos ataca al de delante con parecidos resultados. El flagelante sin embargo parece tener a Sigmar de su parte, pues el Gor duda en el último momento y falla en su ataque sorpresa.

Otro Gor va hacia Hans, el cual interpone su arma restallando los aceros por el contacto, pero la fuerza del ataque es brutal y el hacha enemiga empuja su propia espada que corta su cuerpo.