Partida Rol por web

La batalla se encrudece a tu alrededor. Las flechas llueven por todas partes, un grupo de orcos es acribillado cuando trata de escalar a una de las plataformas, un puente se derrumba y arroja a una decena de arqueros elfos al vacío, un dragón planea entre los árboles y lo incendia todo a su paso.

Cruzas a la carrera un arrasado jardín y ves por fin el Gran Árbol, apenas a un centenar de metros. Pero en los alrededores del enorme tronco se produce una lucha sin cuartel. Varias hordas de orcos asedian la escalera de caracol que rodea el árbol y lleva al Palacio Real. Los elfos resisten el ataque, pero su número disminuye por momentos mientras que las fuerzas oscuras no parecen tener fin. Si quieres llegar hasta el Gran Árbol, tendrás que atravesar ese caótico campo de batalla. O también puedes trepar a una escala cercana hasta una plataforma y desde allí cruzar uno de los puentes colgantes.

Agradecido recogí el yelmo. La batalla seguía y tenía que llegar rápido al Gran Árbol. Ya estaba cerca, a si que continué corriendo hacia mi destino.

Recorres el centenar de metros que te separan de la base del Gran Árbol, a cuyo alrededor asciende una escala de caracol. Varios elfos luchan al pie de la escalera contra una horda de orcos que se agolpa sobre ellos.

Entre los árboles aparece un grupo de elfos que descarga una lluvia de flechas sobre los orcos que asaltan el Gran Árbol. Entre los recién llegados reconoces a Miriel, la arquera de tu patrulla, que junto a una decena de exploradores elfos irrumpen con fuerza en el combate. Te unes a ellos y cargáis contra los orcos, que de pronto se encuentran asaltados por la retaguardia.

Espada en alto, atacas a un orco y acabas con él de un golpe. Entonces varios enemigos se vuelven hacia ti. En medio del fragor, Miriel se sitúa a tu lado para ofrecerte su ayuda.

-Volvemos a encontrarnos. Dice ella con una sonrisa cansada, y blande su espada con ambas manos para destripar a un enemigo de dos amplios tajos.

-Aún estamos a tiempo de salvar al Rey. Asientes, pero el oleaje de la lucha os separa y ya no puedes decirle nada más.

Entonces te encuentras haciendo frente a dos orcos. La situación es aún desesperada, ya que los orcos os superan en número.

Me alegré de ver a Miriel y volver a combatir a su lado. Saqué la espada y el escudo y cargué contra el orco más grande que vi.

Le lancé un espadazo con tal rabia que rompió su defensa y le hirió en el pecho.

La fuerza del golpe hizo tambalearse al orco, que logró herirte levemente con su espada. El otro orco falló su ataque.

La espada orca pasó rozándome la mejilla. Un pequeño escozor me brotó en la cara cuando sentí la sangre cayendo por la mejilla. Alcé el escudo y con el dedo índice señalé al orco.

Acto seguido me lancé a la carga, escudo por delante y empujando directamente el torso del orco lo hizo retroceder, momento que aproveché para acuchillarle salvajemente.

Tras esto lancé una mirada desafiante al otro orco.

Un orco había caído y ahora encarabas al segundo, que falló su ataque.

Tras la satisfacción de haber dejado KO al primer orco, fui a atacar al segundo, pero en ese momento él mismo se enfrentó con su ataque. Sonó el entrechocar de las espadas y se volvieron a quedar mirando. Me puse en guardia a esperar el siguiente ataque.

Os lanzáis varias estocadas, pero ninguno consigue dar al otro.

Un nuevo ataque se sucedió impactando contra la cota de mallas que cubría el pecho del orco. El impacto fue tan fuerte que le hizo retroceder y la sangre brotó de su interior.

Esta vez sí le heriste, cosa que el orco no pudo hacer. Parecía que el combate tenía un claro ganador... de momento.

El orco volvía a atacar, y volvía a fallar, sin embargo yo, volví a engañarlo con la misma finta... y el piel verde cayó de nuevo en la misma argucia. El impacto de mi espada volvió a herir al orco.

Destripas de un tajo al último orco y te vuelves para detener el ataque de otro. En ese momento un dragón se precipita entre las copas de los árboles y arrasa con su aliento una plataforma cercana. El fuego consume la madera y el tronco se quiebra con un terrible crujido. Esquivas la estocada de un enemigo y ves como el árbol se parte por la mitad y cae sobre vosotros. Sin apenas tiempo para reaccionar, te arrojas a un lado para evitar ser aplastado.

Ante la visión de un enorme tronco en llamas cayendo en medio del combate, intenté apartarme de la zona en la que iba a caer, aprovechando la confusión de mi adversario, lo empujé a la zona de impacto. Quedó totalmente aplastado.

Por suerte, con esa argucia logre esquivar el tronco y matar a otro asqueroso orco más. Sonriente me volví hacia mi objetivo, el Gran Árbol, tenía que llegar allí en cuanto me fuese posible.

Saltas justo a tiempo para evitar la caída del enorme árbol, que se derrumba con un gran estruendo y aplasta al orCo contra el que luchabas. Entonces te vuelves y emprendes una rápida carrera hacia el Gran Árbol mientras la caótica batalla se desarrolla a tu alrededor.

Logras abrirte un hueco a espadazos entre las hordas de enemigos y alcanzas la escalera del Gran Árbol. Sin perder un segundo, pasas junto a los guerreros elfos que luchan aquí y subes a saltos la escalera hacia la plataforma superior.

Te encuentras en el primer nivel del Gran Árbol. La lucha sigue desarrollándose en la ciudad, tanto a ras de suelo como sobre las plataformas, donde los arqueros elfos disparan sus arcos contra los dragones negros. En la escalera de caracol que rodea el Gran Árbol, los defensores siguen reteniendo el ataque de los orcos, pero son superados y en pocos momentos tienen que retirarse escalera arriba. Pronto te ves inmerso en el combate, repartiendo espadazos mientras intentas alcanzar la escalera hacia el piso superior. Te debates entre el caótico combate y acabas con un orco de un golpe. Entonces varios enemigos se vuelven hacia ti. En medio del fragor, descubres a Miriel, la exploradora de tu patrulla, que lucha a escasos metros de donde te hallas. Te abres paso a estocadas para ayudarla y abates a uno de los orcos que la acosaba.

-Gracias. Es lo único que puede decir ella y de un tajo amputa el brazo de un enemigo.

Lucháis junto al resto de elfos, pero el combate es desigual, ya que los orcos parecen multiplicarse por momentos y más enemigos suben por la escalera.

Tras haber acabado con dos orcos más vi a Miriel y a más de los nuestros acorralados. Mi prioridad era otra, pero si conseguía que no avanzasen más me sería más fácil llegar a mi objetivo. 

Sin pensármelo mucho más me puse al lado de Miriel para retener y destrozar a esos orcos.

- Cuenta con mi ayuda... estos malnacidos no deberían de estar aquí.

Los pocos defensores que aún quedáis con vida lucháis en la abertura de la escalera, matando orcos sin cesar. Pero las oleadas de enemigos acaban quebrando vuestra defensa y la plataforma se llena de orcos. Miriel suelta un grito y ordena la retirada escaleras arriba. Tratas de abrirte paso entre el caótico combate, pero te encuentras con 2 orcos que te cierran el camino.