Partida Rol por web

—¡La encontraremos!

A Ylva no le parecieron mal las palabras del mago. Del mago mayor, pues Glyrhel se había quedado mudo. Y es que a ojos de la chica, su amigo era ya un gran mago que demostraría a todos lo que valía. ¡Seguro que incluso viajaría con ella a la Aguja! Sueños aparte, decir a Ylva que se olvidase de las preocupaciones y actuase era como decir a un pájaro que dejase de andar por tierra y se echase a volar. 

La jovencita asintió, agitando su rubia coleta y, agarrando el arco con firmeza, sonrió antes de salir como un gamo por aquella extraña puerta sin esperar a nadie, más rápido incluso de lo que Glyrhel la había visto moverse nunca. Ylva no mostraba miedo. Al fin y al cabo la fortuna sonreía a los valientes... aunque muchas veces, esa sonrisa iba acompañada de un mazazo en la cabeza.

El derrumbamiento eliminó cualquier posibilidad de vuelta atrás, cosa que para Strumni no significó gran cosa. Él no pensaba retirarse, había dado su palabra y estaba dispuesto a cumplirla. Asintió a las palabras de la joven e impetuosa Ylva pues le parecían acertadas y comenzó a andar a buen paso. Ella salió desbocada y el enano intentó refrenar sus impulsos.

—Tranquila Ylva, no hay que acelerarse. Te enseñaré un dicho de los montaraces enanos, camina despacio que tengo prisa. Es mejor ir algo más lentos pero mirando todo que dejar que la prisa nos haga pasar algo vital por alto —dijo de forma amable. Si la chica se alejaba demasiado no podría echarla una mano ante un ataque sorpresa y no quería darle un disgusto a Gunnar.

—Mira bien en cada lado, puede haber alguna ruta secreta o pasadizo. Esta construcción no es natural y la mente maestra que la diseñó a buen seguro que guarda secretos por las esquinas.

El grupo parecía decidido a continuar, así que franqueó con cuidado el umbral de la puerta mágica. La sala en la que estaban parecía ser una estancia amplia y redonda, de suelo y muros de roca como el resto de las ruinas que llevaban un buen rato recorriendo. Además de la puerta por la que habían entrado, otras tres puertas similares y equidistantes entre sí parecían ser los únicos accesos a la sala.

Pero lo sorprendente estaba en el centro. A la tenue luz de las lámparas, todos pudieron ver lo que parecía ser una enorme columna de metal rojizo, bruñido y brillante, formada por un intrincado conjunto de tuberías, engranajes y maquinarias de todo tamaño y aspecto. Las ruedas giraban acompasadamente, mientras por algunos tubos salían volutas de vapor y todo el conjunto emitía aquél sonido rítmico que habían escuchado desde el principio. Hubieran hecho falta al menos veinte hombres altos para formar una cadena que pudiera rodear aquella mole, que parecía surgir del suelo y se perdía en las alturas de aquella sala inmensa.

Se dieron cuenta entonces de que aquél podía perfectamente ser el origen del sonido mecánico que habían oído todo aquél tiempo. Pero además de aquella enorme maquinaria... no había nada en la sala. Nada aparte de las puertas por las que habían entrado, y las que conducían a otros tres caminos de los que nada sabían.

Aquella sala y la maquinaria que contenía eran fascinantes... pero a pesar de ello, no fue lo único que atrajo la atención de Glyrhel. Por el rabillo del ojo, el chico detectó algo tirado en el suelo de piedra. Era un mechón de pelo de glotón, de un color que él conocía muy bien. Pertenecía sin duda a la capa de la princesa. Ingelyn había estado allí, no cabía la menor duda.

La magnificencia de aquella maquinaria no fue lo único que captó la atención de Strumni. En el suelo, pudo ver algo cerca de las tuberías. Algo que no habría esperado encontrar en ese lugar, excavado por sus ancestros bajo la tierra. Era una pequeña hoja de color verde, y estaba tierna como si acabara de caer de un árbol. ¿Cómo podía haber llegado hasta ahí?

Ylva no había escuchado al montaraz, pero por suerte, no había hecho falta tomar precauciones.

Nada más entrar en la habitación, la muchacha contempló asombrada durante unos segundos toda aquella maquinaria, pero no había tiempo para detenerse y asombrarse demasiado. No cuando su amiga estaba en peligro. Bajo aquella tenue luz, la muchacha comenzó a investigar aquellas tres puertas en busca de algún rastro, por pequeño que fuese, que pudiese indicar que  camino había escogido su amiga. Si no lo encontraban, tendrían que separarse, y eso no le haría ninguna gracia. Aunque tenía claro con quien iría en aquel caso..

- ¿Que... Que necesitas mi ayuda?- preguntó sorprendido a Runi. No desconfiaba de las palabras del anciano, después de todo le asistía la experiencia. De lo que sí desconfiaba era de su propia capacidad para ser verdaderamente necesario para lo que fuera que planeara.- ¿Por qué? ¿Qué puedo hacer yo?

Pero no esperó a escuchar la respuesta cuando salió corriendo hacia algo que llamó poderosamente su atención. Se agachó y dirigió su mirada a algo junto a sus pies, momento en el que la preocupación se adueñó de su rostro. Cogió aire y con lentitud se giró hacia sus compañeros señalando con su dedo un pequeño mechón de pelo de glotón que descansaba en el suelo.

- Esto... Esto es de la capa de Ylva- informó.- Estoy seguro. Eso quiere decir que ha estado aquí. Pero, ¿adónde ha ido? Ylva, Strumni, ¿podéis saberlo?- preguntó esperanzado.

—Pero si mi capa no es de pe...¡Lyn!

Ylva, algo decepcionada consigo misma por no haberse dado cuenta antes, dirigió la mirada al mechón que señalaba Glyrhel y, mentalmente trató de calcular por su posición por donde había podido ir o si la acompañaba alguien más. Esperaba que aquello le diese una pequeña idea de por donde avanzar a continuación. Sus agudos ojos comenzaron a buscar la más mínima presencia de tierra en la roca, de piedra con mayor o menor humedad o de grijo desgastado.

De nuevo asomó el rubor por el error inesperado e indeseado. Una vergüenza que no tardó en verbalizar antes de que a renglón seguido se disculpara por ello.

-¡Joder! Yo... Esto... Joder...- Miró a Ylva y después al suelo donde descansaba el mechón de pelo. Fue allí donde dejó fija su vista, pero por muchas esperanzas que tenía puestas en la tierra, esta no se abrió para tragárselo.- Lo siento.

No añadió más. Era obvio que se había confundido de nombre, que lo que había encontrado pertenecía a Ingelyn y no a Ylva. Por ello prefirió callar a corregirse o explicarse y ahondar aún más en el bochorno que ya sentía.

Las preguntas del joven eran más que comprensibles, pero tampoco era un buen momento para ponerse a explicar.

-Bueno. Si eres un mago como dice Ylva, me parece que voy a necesitar tú ayuda en caso de que tengamos algún encuentro desagradable. Además, hace tiempo que dejé de ser joven, por lo que más pronto que tarde no podré seguir vuestro ritmo y me hará falta ayuda para llegar hasta el final.-

Mientras caminaban se acercó a su oreja para susurrarle.

-¿Sigues teniendo lo que te dió la anciana?-

Pero antes de que pudiera responderle Glyrhel vio parte de la capa de la princesa.

-Bien. Quiere decir que estamos por el buen camino. Centrémonos en eso.-

La vista de todo aquello le cortó la respiración, el enano que no era ningún zagal no había contemplado en toda su vida algo así. Respetaba y reverenciaba al equipo de trabajo que se había encargado de levantar semejante estructura. Strumni no era tan listo como para saber para qué servía eso pero tampoco era tan tonto como para obviar que había muchos secretos por allí guardados.

—¿Qué clase de ingenio es este? —preguntó en voz alta aunque dudaba que nadie le supiera responder.

Sus ojos bailaron al lento movimiento de los mecanismos y tras su observación desistió, no había nada que pudiera averiguar él allí. Era un hombre de caminos y bosques, no de maquinaria, eso le iba grande, no tenía sentido invertir tiempo en algo que no sería capaz de desentrañar. Cuando comenzó a bajar la vista reparó en algo que no había visto con anterioridad. Con mucho cuidado se acercó y recogió una pequeña hoja verde de un árbol. Su color hacía ver como obvio que era reciente pero estaban en el subsuelo.

—¿Cómo ha llegado esto a aquí? —dijo en un claro tono interrogativo. Tras eso asintió a las palabras del joven pero al ver que Ylva comenzaba a buscar los rastros de la princesa él trató de buscarle el rastro a la hoja que tenía en sus manos. Debía de ser de algún lado.

Cuando Strumni levantó aquella hoja del suelo, Mawi ahogó un grito y se tapó la boca con las manos. Había abierto mucho los ojos y parecía muy preocupada. Se agarró a la manga de Ylva y tiró de ella, dando saltitos nerviosos.

—¡Es una hoja de arbóreo! —exclamó—. ¡Wik y Kuwo! ¡Tienen que estar por aquí!

Casi al mismo tiempo que Mawi decía aquello, notaron un leve escalofrío y justo después, oyeron de nuevo sus propias voces dentro de su mente, con aquél tono burlón.

—Bienvenidos. Habéis tardado mucho...

Se volvieron justo a tiempo para ver que aquél ser de oscuridad, al que Ylva había bautizado como "Sonrisitas", les observaba apoyado en uno de los muros.

—Caliente, caliente... —dijo—. Pero todavía no habéis llegado a la meta. Aunque no lo habéis hecho mal hasta ahora, pero el tiempo se acaba...

Ylva se quedó muda... unos segundos. Cierto era que aquel ser le daba miedo, al fin y al cabo era alguien que podía hacer desaparecer las flechas y tenía un poder enorme. Pero tener miedo y demostrarlo eran dos cosas muy diferentes y, si se había mantenido firme estando solos Merial, Glyrhel y ella, ahora no se amilanaría. Aunque las piernas le temblasen visiblemente. La niña tragó saliva e intentó mantener la voz firme, alejando la mano de la flecha y, discretamente, tratando de alejar la atención de Glyrhel y Runi.

—Bien, entonces aparta y deja que sigamos, "Son..." son señales de que nuestros amigos han pasado por aquí —Ylva iba a llamar "Sonrisitas" a aquel ser, pero por algún motivo decidió desviar la mirada a Mawi y a la hojas que señalaba. Era mejor no usar aquel nombre y enfadarlo.— Si el señor Sonrisitas nos deja pasar, nos pondremos en marcha ya.

Y estaba dicho. La arquera posó sus ojos castaños en la boca de aquel ser. No había sido intencionado, pero poco importaba. Un ser tan poderoso como aquel tenía decidido lo que iba a hacer con ellos, y el mote que una niña le pusiera no iba a hacerle cambiar de opinión.

Lo tenía, lo había atesorado sabedor, aunque no totalmente consciente, de su enorme valor. Cierto era que no hacía mucho y durante un lapso de tiempo que se le hizo especialmente largo, creyó que terminaría perdiéndolo, pero al final todo se había solucionado gracias a la magnanimidad de Uwa.

Glyrhel asintió con rotundidad a Runi y hubiera añadido unas cuantas palabras si en aquel momento no hubiera sentido que el corazón se le congelaba. Aquella voz que era la suya sin terminar de serlo había vuelto a violentar la intimidad de sus pensamientos. Se giró con lentitud en busca del culpable aunque era perfectamente consciente de cuál era su aspecto.

Cogiendo una larga bocanada de aire y con ello haciendo acopio del poco valor que le quedaba, se decidió a preguntar algo. Si todo para él era un juego y se divertía jugando, ¿por qué no pedirle una pista como el maestro que parecía ser de aquel juego?

- Y...- dudó.- Y si... ¿Y si nos das una pista? Una pista de por donde se ha ido la princesa. ¿Por qué puerta? 

Quizá un acertijo. Lo que fuera probablemente les valdría si es que podían confiar en aquella criatura.

Otra vez la voz... A Tressa se le heló la sangre al oír de nuevo el escalofriante sonido que salía de su mente cada vez que aparecía ese ser oscuro, no estaba segura si se había mostrado solo para burlarse de ellos o tenía otro plan.

Escuchó las palabras del niño, una pista les vendría bien, ya les había guiado una vez por los túneles y dudaba que fuera solo por buena voluntad. ¿A caso por algún motivo que claramente ellos no sabían quería llevarles hacia la princesa?

- Cierto, antes también nos guiaste por el camino correcto, podrías hacerlo de nuevo. Donde quiera que esté la princesa quieres que lleguemos a ella, ¿me equivoco? Y si como dices queda poco tiempo entonces ayudanos a no perder más si es que quieres que la encontremos.

Tressa dudaba mucho de sus palabras, en realidad no tenía ni la menor idea de las intenciones de la sombra, pero aunque sus suposiciones fueran erróneas estaba segura de que no les había estado dando indicaciones para nada.

Runi suspiró cansado al escuchar de nuevo aquella voz en su mente. No era tan iluso para creer que no volverían a encontrarse con el sonrisas, pero hubiera deseado que no fuese tan pronto.
Iba a decir algo pero finalmente calló, los demás ya habían hecho las preguntas adecuadas, y de manera más educada a cómo las habría hecho él mismo, así que mejor dejarles hacer y no soliviantar demasiado a la sombra aquella que les tenía jugando a un juego el cúal sólo él sabía las reglas.

-Ya llegará nuestro momento sombra. Todavía no sé cuando, ni como. Pero llegará.- Pensó para sí mismo el viejo skaldi, aunque luego tuvo en cuenta que les hablaba a la mente por lo que tal vez podría escucharles también. Pero no se arrepintió. Dejó que el ser se pensase si les ayudaba o no mientras sopesaba lo que había dicho Mawi.

-No sé quienes son esos Wik y Kuwo de los que hablas, pero por lo que dices sospecho que son como tú. ¿Es posible que estén con la princesa?-

Allí estaba de nuevo, frente a ellos con su burlona sonrisa contemplando la desesperación en la que estaban sumidos. La sombra estaba frente a ellos, jugando a aquel macabro juego que tanto le desesperaba.

—¿Vienes a humillarnos o a ayudarnos? No entiendo tus motivaciones pero tampoco creo que nos las revelas ahora —dijo Strumni pues sabía que aquel ser guardaba demasiados secretos que les iba proporcionando poco a poco.

Sus ojos cansados se posaban en la sombra confiando en que desvelara algo que les fuera útil o que dejara de reírse de ellos. Aunque si tuviera que apostar no lo haría a ninguna de las dos cosas.

—Es posible —dijo el enano introduciéndose en la conversación entre Runi y la chica arbórea. Recordaba con claridad que al rastrear las huellas de la princesa había deducido que alguien más la acompañaba. Esas huellas podían pertenecer a los amigos de la chica. Esperaba que así fuera de hecho.

La sombra escuchó a Ylva y lejos de perder la sonrisa que le había granjeado aquél apodo, la ensanchó aún más.

—"Sonrisitas" —repitió, e incluso rió entre dientes—. Me han llamado de muchas maneras, pero... esta es sin duda de las más simpáticas. "Sonrisitas"... Me gusta.

Después hablaron Glyrhel y Tressa, y el ser ladeó un poco la cabeza al escuchar sus peticiones.

—Bueno... la verdad es que sería más divertido ver cómo os las arregláis por vuestra cuenta —dijo—. Pero también es cierto que el tiempo apremia y no me gustaría que el gran final del día se estropease. Así que... 

Caviló mientras canturreaba un poco, lo cual les sonó ciertamente inquietante teniendo en cuenta que lo escuchaban con sus propias voces dentro de sus cabezas, pero finalmente asintió.

—Está bien, ahí va mi pista —dijo—. Si queréis encontrar a vuestra princesa, bajad. Bajad siempre, todo lo que podáis. Pero... tened cuidado. Estos túneles no son como el resto de los que hayáis podido conocer durante vuestras vidas. Y eso te incluye, maestro enano. Haríais bien en mantener los ojos abiertos...

Se encogió de hombros y abrió los brazos en un gesto de curiosa resignación.

—Ahora deberéis decidir si me hacéis caso o... me ignoráis como ha hecho vuestra querida princesa durante todo el día. Me da la impresión de que no se fía de mí. ¡Con lo fácil que hubiera sido todo desde el principio si hubiera conseguido convenceros de que nuestros intereses corren paralelos! Al menos... por el momento.

Y exhibió una vez más su extraña sonrisa, antes de esfumarse como si nunca hubiera estado allí.

Mawi se quedó con la vista fija donde un momento antes había estado "Sonrisitas", con un profundo miedo reflejado en su rostro. Pero luego, Runi se dirigió a ella y la arbórea se sobresaltó.

—¡Ah! Eh... sí. ¡Digo no! Es decir... sí, son como yo. Son arbóreos también. Pero no sé si estarán con la princesa. No hemos vuelto a verlos desde que despertamos en los túneles...