Partida Rol por web

Cuando entro al lugar, tardo más de diez segundos en razonar lo que pasa (y mira que soy rápido pensando) y probablemente tarde al menos mil veces más para comenzar a asimilarlo y como siempre, como me habían enseñado a mantener el tipo y era capaz de actuar mientras mi mente aún estaba intentando asimilar las cosas.

Y es que no todos los días uno ve a su clon. Claro, es el modus operandi del Dios Máquina, y yo era sólo un número más, pero no es lo mismo conocer algo que ver algo. Yendo un paso más allá, está enfermo pese a la supuesta resistencia superior procedente de la selección genética. Es como verse en un espejo deforme. Tampoco debemos de olvidarnos de qué narices pinta Rachel en todo esto.

-Cuarenta y dos. Algo más que una sílaba.

Le digo con media sonrisa quizá incluso cómplice a la par que le tiendo mi mano para estrechar la suya, sin miedo a algún posible contagio.

-Tal vez tú estés más cerca del modelo original...

Pienso en voz alta en poco más que un susurro quizá no muy educado. Entonces miro de reojo a Rachel.

-Y no creo que me hayas traído para presentarnos y darnos la mano, ¿cierto? Al margen de la relación que tengáis, claro está.

- ¿Encontraron los datos? - Pregunta escuetamente Raquel, a lo que él niega después de devolver el saludo a su "clon" con cierto afecto, como quien reencuentra a un pariente desaparecido desde hace mucho.

- Por suerte, no encontraron la trampilla. Creo que me hubiesen matado, de ser así. De hecho, ambos deberían irse cuanto antes y llevarse los resultados del desencriptado. 

Beta mueve entonces una silla y varias cajas, palpa las grietas del suelo hasta que una mueca cede y retira una tapa que deja a la vista un pequeño compartimento donde dos unidades de memoria descansan. Una de ellas 42 es capaz de reconocerla. La otra parece algo más chamuscada exteriormente, aunque es probable que se pueda salvar bastante de sus circuitos. 

Beta toma el contenido y lo tiende en dirección a sus invitados - Ya no necesitaré más esto. Pueden llevarlo de regreso.

He confirmado la aproximación con una exactitud de más o menos una semana. No llegaremos al aniversario. Díselo a tu padre, Raquel. 

El Dios Máquina sabe que le he espiado y prácticamente me ha mandado un saludo, por lo que esta posición también está comprometida. Además que demuestra que le trae sin cuidado que sepamos sus planes, por lo que temo que podamos tener alguna sorpresa.

Si quieren preguntar algo háganlo mientras salimos. No quiero que esos matones que ya entraron hace unas horas buscando esto les cierren el paso. Recomiendo que ahorren las energías de los deslizadores para un Sprint nada más se abra la puerta...

-En realidad diría que quiere que la sepamos.

Digo con naturalidad ante los comentarios que se desarrollan, aunque mi mente se queda pensando en la aproximación... ¿quizá otro ataque? Nosotros acabamos con su mayor fuerza, sacrificándonos en el proceso, sin embargo, la capacidad de replicarse y mejorar de la que disponía el Dios Máquina no nos lo iba a poner fácil. No había que olvidar tampoco el asunto de los militares, no sé si era una excusa o una verdad, pero lo cierto es que una infiltración del Dios Máquina sonaba encajar perfectamente con los acontecimientos, o por lo menos, con que estuviese lo que estaba pasando y no fuese a dudar en aprovecharlo.

-¿La aproximación... de un ejército?

Pregunto la obviedad que tan a tiro me han dejado. Y mientras me responden o no, como siempre, vuelvo al tema de la misión.

-¿Un micro chip tú y uno yo para asegurar que al menos uno llegue... o uno lleva los dos y el otro le da tiempo?

Pregunto, dejando ver claramente que no era la primera vez que tenía que sacar algo en malas circunstancias, ni la primera vez que surgían problemas graves durante un envío. De hecho, en el fondo, casi deseo que se tuerzan un poco las cosas, algo de acción que me haga sentir vivo de nuevo. Aunque la verdad es que este rato no está nada mal.

Beta asiente con poca convicción - Podría ser un ejército. Podría ser un destacamento diplomático. No tengo la menor idea pero no hay muchos antecedentes recientes de lo segundo.

Entonces formulas tu propuesta y es Raquel quien responde.

- Tendrás que elegir tú - Responde, dejando claro que no va a tomar partido entre las opciones que has propuesto - Ea decisión no me corresponde mi tomarla.

-Ya me dirás cómo consigues salir cuando quieras.

Le digo con una sonrisa, entonces miro los dos microchips y cojo yo el que está más quemado, dejando el otro para ella.

-Vas a tener que volar como nunca. Si hay algún problema, intentaré distraerlos, espero que al menos uno llegue.

Entonces me giro hacia Beta. Inspiro profundamente, lo que viene ahora es algo desagradable.

-¿Quieres... terminar con todo? -es como preguntarse delante de un espejo, claro que quiero terminar con todo, joder- Sin dolor, sin torturas, sin esconderte.

Mi ofrecimiento es sincero.

 Beta niega, con la misma sonrisa tranquila.

 - No me perdería estar en mi butaca de primera fila para ver el fin del mundo por nada.

 Sólo... procura ayudar para que tomen una decisión sobre el lanzamiento ¿quieres? Sea lo que sea lo que envíen tras la estela de la Burbuja, hay que decidir algo. Dudo que con el poco personal que cuenta el Búnker, puedan resistir si se trata de un ataque.

Sonríe a ambos, mientras Raquel evita mirarlo, tomando el chip que le has dejado.

- Les deseo que tengan un buen vuelo, muchachos.

-¿Una decisión sobre el lanzamiento?

Pregunto, confuso, como si aquello fuese algo que no terminase de comprender. Sí comprendo seguir la estela de la Burbuja, aquello parecía jodidamente importante. Para lanzar la Burbuja, mi búnker tuvo que morir, tuvimos que lanzar un señuelo... y traer uno de esos chips. Si esto era algo mínimamente cercano, desde luego se carecía de la potencia necesaria para ello.

Espero un poco su respuesta, y tanto si la obtengo como si no, sé que tengo mucho en lo que pensar, y demasiado más en lo que investigar. Y todo esto mientras nos atacan desde dentro. ¿Podría tenerlo más fácil nuestro enemigo? Difícilmente.

Le dedico una sonrisa sincera, estaba orgulloso de él, o de mí mismo.

-Mándale un saludo a nuestro padre de mi parte ¿ok?

Le guiño un ojo y...

¡A volar!

- Si pudieras hacerlo... ¿Qué cambiarías del pasado para salvar otro falso presente? - Responde enigmático ese otro tu. En parte hermano. En parte tú mismo.

Pero no puedes pararte a preguntar. 

Raquel y tu se lanzan. Sabes que para este regreso vas a necesitar poner a prueba todas tus capacidades y las de el aerodeslizador que te han proporcionado.

Hasta ahora se ha portado bien, pero... ¿Seguirá siendo así?

A tu lado, Raquel se lanza a los pocos segundos en un Sprint desesperado. No te gusta. Lo está haciendo demasiado pronto. No saben a qué distancia real están los enemigos, si es que están tan cerca como para alcanzarles... ¿o quizás ya estén aquí aunque no los hayas visto?

Su pregunta me coge por sorpresa y consigue algo que muy pocos hayan conseguido: hacerme pensar.

¿Cambiar? ¿Tal cosa sería posible? Y más allá de eso... ¿otro falso presente? ¿acaso es este un falso presente?

Pero el tiempo para pensar se evapora.

Y comienza el tiempo de actuar. Mi tiempo.

Me agacho para seguir la estela de Rachel, alerta de todo lo que pueda suceder. No quiero malgastar energías, pero tampoco quiero perderla de vista. Y si ellos han llegado ya, tampoco quiero que me cojan.

Tus ojos rastrean el terreno mientras te lanzas en persecución de Rachel. El valle que atraviesas ofrece muy pocas coberturas, por lo que no es de extrañar el recorrido en línea recta, aunque sigues desconfiando de la capacidad de unas baterías prototipo. Has visto morir gente por menos.

Un instante después, tus sospechas se confirman. Un brillo en mitad de la estepa capta tu atención. Podría haber pasado por alto para casi cualquiera que no supiese lo que está buscando, pero reconoces esa técnica. Reconoces ese arma.

¡Están a punto de dispararles!

El vuelo de Raquel describe un quiebro, abriéndose ligeramente hacia la izquierda y hacia abajo. Los cambios de dirección pasan a ser imprevisibles, aunque dificulta la seguridad del vuelo en sí y su velocidad de avance se resiente.

La reacción de Rachel es sensata, y la vedad es que también es mi primer impulso: defensa total para intentar analizar un poco mejor la situación.

Sólo que por las tácticas básicas que he aprendido, diversifico el tiro para que no den al contrario por accidente, así que mi vuelo se dirige un poco en el sentido contrario al de Rachel: arriba a la derecha.

¿Quién, por qué?

Dos proyectiles pasan silbando cerca, uno en persecución de Raquel y otro tras de ti. No tienes tiempo a ver cómo Raquel evita el suyo cuando te ves obligado a hacer una pirueta para evitar el tuyo. Cuando estallan, un poco más allá en el aire, la honda expansiva te desequilibra momentáneamente, pero lo peor son tus oídos. 

El dolor los atraviesa, sustituyendo cualquier otra percepción por un incómodo zumbido. Estos tipos no se andan con chiquitas. Te repones pronto, y apenas tienes in instante para comprobar que Raquel sigue en el aire, antes de tener que preocuparte nuevamente por tu propia seguridad. Están cargando una segunda tanda de disparos...

No sé si hay más enemigos, más filas, ni cuánto podrá aguantar Rachel. El tiempo se agota para ambos, yo creo poder aguantar hasta que llegue a mi destino, no sé si sucederá lo mismo para ella, parece bastante menos acostumbrada.

Aún en defensa total me coloco algo más cerca de ella y arriba, sólo por si fuese necesaria una intervención magistral de mi parte (y suicida) para intentar salvarla, pero manteniendo una distancia que no haga que nos estorbemos ni que un fallo al dispararnos a uno de nosotros alcance al otro.

Poco a poco voy surcando con movimientos veloces, erráticos y precisos a la par, el cielo.

Las explosiones se suceden, y el tiempo no corre a nuestro favor. Un sólo impacto podría bastar para hacerme pasar otra cuarentena... y no creo que sea lo óptimo en estas circunstancias.