Partida Rol por web

Probablemente Aidix era el que menos incómodo estaba en ese pasadizo. Gracias a su pequeño tamaño podría moverse sin problemas. Sin embargo, también era cierto que era uno de los más afectados por el encierro que significaban las paredes tan estrechas. Ser invisible y no poder moverse no resultaba algo muy agradable para la fata

Menenado la cabeza que nadie podía ver intentó ocultarse entre sus compañeros, aprovechando la luz del santo para ver lo suficiente como para poder evitar que lo golpearan por no verlo. - Estoy aquí - murmuró por lo bajo para que tanto quien lo precedía como quien lo seguía fueran conscientes de su presencia

Trónar se vio obligado a encorvarse de sobremanera para poder pasar por aquella ratonera. La magia que tiempo atrás penetrase en su cuerpo deformándolo y dándole aquel aspecto, que odiaba y maldecía día sí y día también, le había dado una altura considerable por la que destacaba no sólo entre sus congéneres, sino también entre los pueblos humanos. Sus piernas eran ágiles y rápidas, pero demasiado largas para estos menesteres.

En una posición tan incómoda agradeció a Aurora que quisiese tomar la retaguardia del grupo pero le advirtió de que necesitaría espacio para su magia:
- Si hubiese problemas preferiría no tenerte en la trayectoria de mis conjuros- le dijo.

Tal vez la luz que emitía Elseal fuese suficiente para el santo clérigo, pero el mago prefería tener buena visión en todo momento sin tener que depender de nadie. Con unos pases de mano consiguió que su túnica empezase a brillar de la misma manera.

-Como quieras--asintió la bella semicelestial sin demasiada convicción justo antes de internarse por el angosto túnel.

Aurora conocía de sobra el agrio carácter de su compañero elfo y, a veces, prefería dejarlo hacer que iniciar una nueva discusión. Además, de ese modo ella podría prepararse adecuamente para cualquier eventualidad si finalmente tenían que pasar a la acción. Después de todo, quizás tampoco fuera tan mala idea.

Confuso porque él sólo pretendía advertir a su compañera de que debería apartarse para no afectarle con sus conjuros si había problemas, Trónar tomó la retaguardia del grupo después de que unas palabras arcanas suyas se convirtiesen en un aura azulada que le rodeó fugazmente antes de fundirse en torno al mago.

Y así el grupo se internó en el interior de aquel estrecho pasadizo tras Heek. En cabeza iba Ariel, presta a cualquier sorpresa que pudiera surgir. Tras ella el santo Elseal acudía con su luz celestial. El pasillo estaba iluminado, pero no era mejor prevenir. Aidix iba invisible, intentando pasar lo más desapercibido posible y esquivandoa Aurora, que avanzaba con paso ligero tras él. Por último Trónar cerraba aquella comitiva. Y al pasar este último la puerta secreta que conducía al sótano se cerró.