Partida Rol por web

Encerrados entre las paredes del túnel, la falta de luz y la posición en la marcha, estábamos avocados a entorpecer tanto nuestras acciones defensivas en caso de que estas fueran necesarias, como en la posibilidad de acelerar en paso. Y aunque el enemigo se nos estuviese echando encima, no tendríamos mas opción que avanzar despacio, pero sabiendo lo que hacíamos.

- Ese sonido, puede ser cualquier cosa ... Habíamos vivido muchas vicisitudes en este tiempo como para no saber a que atenernos. - Estad atentos.  

Al fin se divisaba el final del tunel.

- Estamos cerca, ¡ un esfuerzo más ! Preparad armas por si esto es una emboscada.

El jonio lanzó la antorcha en cuanto tuvo ocasión, hacia un pasadizo secundario, a una distancia considerable, pero no lo suficiente como para que dejase de verse su luz. Acto seguido empezaron a escuchar aquel enorme estruendo, roca cayendo contra roca, y ante aquello, Talios sólo pudo gritar a sus compañeros:

-¡Creo que intentan derrumbar los túneles! ¡ese estruendo es como una avalancha de roca! ¡apresurémonos antes de quedar sepultados! -decía un tanto fuera de sí el gigante, cuya posibilidad de quedarse encerrados de por vida en aquel sitio claustrofóbico no le hacía la menor gracia.

Finalmente, decidió imitar al general y sacó su nueva hacha de guerra, para prepararse ante aquello que pudiera venir...

Des de retaguardia mi misión era ver qué venía por detrás pero mi hermano fue más rápido en esta ocasión y lo que venía por detrás era una avalancha de rocas o una roca muy grande dando botes por dentro del túnel y nos aplastaría a menos que consiguiéramos salir de allí a tiempo. 

Apremié a los que tenía por delante para que apresuraran la marcha puesto que el ruido se hacía cada vez más sonoro y más cercano. Des de las entrañas de la tierra recé para que la diosa Atenea me brindara su ayuda una vez más para destruir y hacer añicos lo que sea que viene a por nosotros. 

Atreo no lograba percibir con claridad a sus enemigos, y por los leves sonidos parecía que se estaban entreteniendo en liberar y rescatar a los sacerdotes. Había sido una gran idea el dejarlos atados con la trampilla, eso les había proporcionado tiempo extra. 

Guardó el arco y las flechas y se concentró en avanzar, cuando un sonido de roca contra roca empezó a inundar la escalera por la que estaban descendiendo desde hacía veinte minutos. Aquel sonido hizo que todo el mundo comenzara a acelerar y a prepararse para un combate, cuando su hermano se preparó en la retaguardia, guiado por los gritos de Talios, para destrozar con su arma lo que fuera que estuviera bajando hacia ellos. 

Atreo consideró que la imagen de una roca descendiendo por los escalones, rebotando de un lado a otro, se parecía bastante a lo que él se estaba imaginando al escuchar ésos sonidos, pero aún y todo se concentró para intentar dilucidar si no sería otra cosa, dada su experiencia como trampero. 

Se apresuró para seguir al resto, pues parecía que ya casi estaban al final del túnel. 

La verdad es que no está demasiado cómoda en ese túnel estrecho y con tan poca luz. No se siente como si pudiese moverse libremente. Se siente como si estuviesen en una ratonera. Quizá es en lo que están porque de pronto comienza a sonar un estruendo por encima de sus cabezas. Intenta mantenerse serena, pero eso no impide que mire por encima de su hombro. Lo último que les falta es que les entierren vivos en ese lugar, porque no es que parezca que todo el ejército del rey Karsten esté bajando en pos de ellos.

Suena aun más peligroso que lo de los soldados dorios. Aunque hay una buena noticia, la salida está casi al alcance de sus manos. Quizá pueda ganar un poco más de tiempo a sus amigos y familiares si consigue detener el avance de lo que sea que va por encima de ellos.

Se pega a la pared para que los demás puedan pasar y ella quedar última. La verdad es que que la luz se aleje no ayuda, pero intenta concentrarse. Reza a Hestia para pedirle su poder en esa situación en la que sus vidas dependen de ello. La diosa del Hogar nunca negará su ayuda cuando se trata de proteger su Hogar, sus personas importantes. Tras la oración a la diosa pidiendo, humildemente, su poder, intenta crear un muro que bloquee lo que sea que venga por detrás.

Echa a correr tras eso, sin comprobar si ha funcionado o no.

Los rumores surtieron efecto y lo que antes eran un par de patrullas de la nada se habían convertido en cuatro. Dos de ellas patrullaban el puerto y otras dos cubrían el acceso a las embarcaciones grandes en el muelle. Ebalo se sintió satisfecho, estaba claro que sus compañeros no se encontraban allí y que por tanto aquello evitaría que les siguieran demasiadas tropas.

Pero entonces, ¿Que hacer ahora? ¿Hacia a donde habían ido sus compañeros?, de momento, su única opción era regresar a los túneles, por los que había venido. Aunque no tenía certeza de que hacer después.

Así, se apresuró a llegar a la entrada de los túneles cerca del puerto. Pero, para su sorpresa, apenas alejarse de los puertos, vio pasar una figura ágil y veloz que corría hacia los puertos, proveniente de la misma dirección en la que se encontraban los túneles por lo que Ebalo había descendido de la Acrópolis.

No estaba seguro, pero su instinto le llevaba a pensar aquella persona que corría encapuchada hacia el muelle era justamente la menor de las princesas, aquella de nombre Ava.

– Rocas, nos han lanzado rocas – gritó Theron ya consciente de que no tenía sentido mantener el sigilo, al menos no respecto a los que les perseguían desde lo alto del túnel. Talios, que también puso atención a ello, no dudó en asentir ante lo dicho por Theron. – Dos de ellas y de gran tamaño – exclamó el jonio. Su hermano Anatolius también escuchó con claridad que se trataba de rocas, pero no había más que decir, ya era claro que intentaban sepultarlos vivos.

Atreo, por su experiencia como cazador y su experiencia con trampas, supo también que el sonido era el equivalente a rocas que se usan para aplastar a una presa. Hypatia, quien también era consciente de la amenaza, ya antes de ella misma estar segura de lo que pasaba o de que los demás se pronunciasen, optó por actuar, y confiando en la bendición de su diosa, clamó por la protección de ésta mientras los demás seguían descendiendo dejándola a ella atrás.

Entonces, del suelo rocoso del túnel, un gran muro de piedra surgió para bloquear el paso por completo. Y al instante el sonido menguó considerablemente hasta que un nuevo gran estruendo se escuchó cuando las grandes rocas chocaron una tras otra contra el muro de piedra convocado por Hypatia. La protección había funcionado y aunque el muro ya estaba sumamente dañado, les había salvado la vida e incluso, entre el muro las dos rocas, difícilmente podrían ahora darles alcance.

Talios respiró mucho más tranquilo ante la paliativa hazaña de la mujer del grupo, por lo que en agradecimiento le dijo:

-Muchas gracias chica, eso estuvo cerca -expuso mucho más relajado ya- pero no debemos relajarnos aún, puede que nos esperen más trampas en la salida... -concluyó sin bajar la guardia ni un instante, aunque estaba claro que el factor sigilo ya era algo inútil, por lo que no se preocupó lo más mínimo de mitigar sus estruendosos pasos al caminar por aquel laberinto subterráneo.

Huimos por el túnel, intentando despistar a nuestros perseguidores con un muy inteligente truco que Talios ha concebido con la antorcha, cuando escuchamos una serie de ruidos a nuestras espaldas, dejando en claro que unas grandes rocas caen tras de nosotros con la intención de aplastarnos vivos y que aquellos túneles sean nuestro sepulcro.

Por suerte para todos, Hypatia es capaz de hacer uso del poder de los Dioses para detener su avance y, con eso, conseguir poner un muro entre los Dorios y nosotros. Le sonrío y beso, agradecido por su actuar que, sin lugar a dudas, nos ha salvado la vida a todos.

"Ahora nuestras probabilidades han aumentado. No solo no podrán darnos alcance, sino que tardarán en averiguar si nos han matado, eso solo si no lo asumen directamente."

Asiento al resto antes de agregar:

 - "Debemos movernos rápidamente. Quizás crean que nos mataron pero tarde o temprano querrán comprobarlo. Tenemos unos pocos minutos para huir antes de que intenten bloquear la otra salida."

Comienzo a moverme rápidamente junto con el grupo, con el fin de huir rápidamente hacia el puerto. No tenemos demasiado tiempo y sabemos que, si nos retrasamos más, seremos interceptados. No quiero que tengamos que utilizar las armas más de lo necesario para huir, ya se ha derramado demasiada sangre por ahora.

Por suerte, la diosa ha escuchado su oración y ha accedido a concederle su poder por esta vez y parece que ha sido a tiempo. El sonido de las rocas al impactar se escucha en todo el túnel. Su muro ha aguantado la embestida, pero no es momento para quedarse allí, en la oscuridad.

Sonríe a su hermano cuando éste le agradece con un beso que haya interpuesto un muro entre ellos y el peligro inminente. Con la mano en la pared para guiarse, comienza a caminar hacia la salida. Allí puede ver la luz de la linterna alejándose poco a poco.

Ahora solo queda alejarse lo máximo posible.

Atreo reconoció el sonido, asintiendo ante los gritos y explicaciones de sus familiares y amigos, cuando Hypatia pidió paso y se posicionó. No sabía qué iba a hacer, pero las rocas estaban a punto de impactar con ellos y por sus conocimientos, eran unos instrumentos creados especialmente para aquel lugar. 

Su hermana rezó a la diosa y un muro surgió del suelo, taponando el camino y deteniendo las rocas. Sonrió de oreja a oreja y se unió a su hermano Ischiros en su felicitación a su hermana, llenándola de besos por el otro lado de la cara, a la vez que su hermano. A veces, de pequeños, jugaban a darse ataques de besos, con toda la inocencia de unos infantes, llenándose de risas y caricias. Ése momento le recordó la felicidad de antaño, llenándolo de una sensación de tristeza y pena, un anhelo por aquellos momentos perdidos en el tiempo. - ¡Bien hecho, pequeñaja!. - 

Ahora tocaba salir de allí corriendo, no podían darle margen a los soldados para que les cogieran, o habría una matanza. 

Azuzó al resto para seguir adelante y salir de allí. - Vamos...no paremos, seguir adelante y salgamos de aquí de una vez. - 

Parecía que ante la incapacidad del enemigo a seguirnos, había decidido sepultarnos, algo que hubiese terminado ocurriendo sin la intervención de Hypatia. Había sido ella, mas bien sus plegarias, lo que nos permitió salvarnos y quizás lo que evitaría que nuestros enemigos nos siguiesen persiguiendo.

- Muy bien, sobrina. Digo mientras golpeo con el nudillo el muro alzado de la nada. - Verlo aparecer, ha sido algo increíble. 

Como bien decían todos, ahora teníamos que salir de aquí, ya que aunque los dioses hubiesen intervenido por nosotros ... quizás tuviésemos que ganarnos aun la libertad. 

La acción de Hypatia los había dejado en una oportunidad sin igual para llegar hasta la salida de aquel largo túnel. Nada se escuchó en la retaguardia aún protegida por Atreo mientras continuaban su descenso. Así, era poco probable que alguien pudiese detenerlos en aquel momento, al menos no desde la acrópolis.

Llegaron entonces hasta lo que parecía ser el final de su trayecto, una puerta vieja de madera que probablemente no se había abierto en años. Del otro lado se podía ver una tenue luz que les señalaba o bien algún tipo de fuente de luz artificial o bien el amanecer.

La puerta fue difícil de abrir sin hacer ruido puesto que la madera se había hinchado y podrido, y mientras se le empujaba, esta rechinaba con el suelo al tiempo que crujía y se resquebrajaba. Al otro lado, iluminados solo por lo que llevaban consigo, podían ver que allí había una habitación pequeña que parecía tratarse de una vieja bodega con poco uso. Múltiples cajas y costales se encontraban apilados en ella, la mayoría con enseres que daban a entender que se encontraban en la bodega de un pequeño puesto de guardia, pues había incluso algunas pocas armas y armaduras de mala calidad. Había a su vez un par de puertas, la primera de ellas daba a otra ala del edificio, al menos hasta donde se alcanzaba a ver mirando por debajo de la puerta. La segunda puerta daba al exterior, al puerto.

Aquella segunda puerta también era vieja y estaba atrancada por dentro por lo que no tendrían problema en abrirla. Más allá podían ver con claridad el amanecer en el puerto de Asine, pero lo que veían no mostraba la tranquilidad que esperaban a esas horas de la mañana. Y cierto era que ya debería haber mucho movimiento de los pescadores que iban partiendo para lanzarse a la mar, o que algunos comerciantes empezarían a mover mercancías o preparar sus negocios, pero ciertamente no esperaban ver cuatro patrullas de soldados de la ciudad protegiendo el puerto. Cada patrulla constaba de unos doce hombres; dos de ellas patrullaban la calle principal del puerto mientras que las otras protegían firmemente el acceso a los muelles.

La traición pasó por la mente de algunos, Daerios incluido, pero fue el mismo Lykaios, su astuto hermano quien calmó aparentemente la situación. – Si quisieran traicionarnos, lo hubieran hecho en el túnel, donde tendrían la ventaja. Nos habrían rodeado por ambos accesos, o nos habrían atacado mientras pasábamos junto a aquellos otros pasadizos. No, eso carece de lógica, al menos para mi – sentenció el comerciante miceno.

– Allí está el trirreme de la princesa – señaló Arsenio apuntando con su mano izquierda a un bello y elegante trirreme en el muelle, en el cual parecía ya haber una tripulación preparándose para partir – solo tenemos que encontrar la forma de llegar hasta allí. Tienen algún plan. Mientras más tardemos más compleja será la situación – indicó el dorio dando poca importancia a los sospechas de algunos, claramente estaba siguiendo sus órdenes fuesen las que fuesen.

– Que confiemos en ustedes no quiere decir que algo no esté bien – continuó Lykaios interrumpiendo al soldado dorio fiel a la princesa Melani. – Los guardias de la acrópolis han descubierto que huimos por el túnel del templo de poseidon, han intentado sepultarnos y es poco probable que ya sepan que sobrevivimos. Pero eso no hace que no hayan considerado emboscarnos en la salida del mismo. No obstante el túnel tenía múltiples caminos, ¿cierto? – preguntó Lykaios a lo cual Arsenio asintió sin dudar – por tanto, si no hay traición en la princesa, es poco probable que supiera que nuestro objetivo es el túnel. Si hay guardias afuera es porque han tomado precauciones y seguramente con el pasar del tiempo se darán cuenta tanto de que es la opción más lógica para huir y por tanto lo conectarán con nuestra huida a través del túnel, pero es muy pronto, está media centena de hombres ya están preparados, algo más a sucedió. O alguien nos ha traicionado o bien el rey es demasiado astuto – exclamó Lykaios con preocupación. Su mente divagaba en muchos pensamientos pero su corazón lo impulsaba a una sola conclusión, nada importaba salvo llegar a aquel trirreme.

Spyridon estaba preocupado. Según se iban alejando del palacio más complicada se hacía cualquier tipo de excusa, si es que fuera posible encontrar una. La realidad es que solo quedaba el camino hacia delante, al trirreme. Incluso si conseguían llegar podría ser perseguidos por la flota del rey.

No quería enfrentarse a los soldados, tenía que buscar alguna solución.

- Desconozco si los Dioses nos han otorgado alguna bendición que nos permita movernos sin ser detectados o que permita convencer a los soldados que nos dejen pasar. No me gustaría enfrentarme a ellos aunque gracias a nuestras habilidades podríamos pasar, siempre y cuando no lleguen más soldados.

- ¿Hay algo aquí aprovechable? ¿Uniformes o algo que nos permitiera pasar desapercibidos?

Antes de tomar una decisión, el general quería conocer alternativas por parte de sus compañeros.

Gracias a la intervención de Hypatia y el muro divino conseguimos llegar hasta el final del túnel y ver la luz del amanecer, o al menos eso creí hasta que vi una iluminación artificial de una vela en una pared. Nos encontrábamos en una bodega de un puesto de guardia, dadas las armas y armaduras que habían en toneles y atriles, al menos no nos habíamos encontrado de bruces con un grupo de guardias armados y podíamos respirar un poco. 

Antes de hacer nada le indiqué a mi hermano que me ayudara a cerrar la puerta de nuevo y atrancarla con algunas de las cajas que habían en la sala. Una vez hecho eso centré mi atención en la puerta que daba a la sala contigua. Acerqué la oreja para escuchar si había alguien al otro lado. 

Tras el túnel les espera un puesto de guardia. Más allá de la puerta, les esperan patrullas de soldados dorios. Es evidente que no les esperan a ellos pues ya estarían investigando la salida de pasadizo secreto.

-Creo que ha sido por el segundo sonido del cuerno. Deben de estar buscando a alguien más, de momento.

Se acerca a la otra puerta. No cree que la mejor opción sea salir de ahí por la calle principal. Quizá encuentren un camino un poco más allá.

-¿Y si exploramos este camino? Quizá sea lo mejor.

Aquí, en la cercanía del puerto, en lo que apenas eran unos pasos para lograr nuestra libertad, los guardias del rey guardaban nuestra ruta de escape. Ya había visto que algunos de mis compañeros tenían problemas en cuanto a terminar con la vida de los habitantes de la ciudad, aunque ellos quisieran acabar con la nuestra. - Aunque sea algo que no me guste, siempre podríamos optar por dividirnos y confundirnos con el gentío, es algo difícil pero no imposible. Bien como dice mi sobrina usando una de las otras puertas o esperando el momento perfecto. Miro a los guardias de la princesa. - Es un riesgo, pero ellos podrían intentar distraer a una de las patrullas fijas mientras el resto las flanquea. Señalo a Atreo. - Por último tenemos a mi sobrino, hemos visto como ha sido capaz de internarse en lugares sin que le descubran, si generase algún tipo de alboroto en el pueblo ... no se ... quizás nos diese una ventana de tiempo para llegar hasta el barco de la princesa. Señalo nuestras panoplias y nuestras armas. - Son demasiado diferentes a las de este pueblo como para pasar desapercibidas y no me gustaría tener que dejarlas atrás. 

Siguiendo las intenciones de Spyridon, varios de los micenos miraron en las cajas, donde realmente no encontraron nada útil, solo más de lo mismo. Algunas viejas herramientas, madera apilada (probablemente para embarcaciones), alimentos y algunas viejas armas en mal estado. Había también tres juegos de armaduras para la guardia costera local, corazas de cuero y grebas, todas en mal estado.

Anatolius y Talios por su parte se apresuraron atrancar la puerta del túnel por la que habían llegado para luego apilar cajas y sacos tras ella, de tal modo que cualquiera que bajase por el túnel tuviese otro contratiempo, si no es que ya con el bloqueo de rocas no era suficiente.

– Explorar no es una opción – Exclamó Arsenio. – Tomaría tiempo e iríamos a ciegas. Se entiende que estamos en algún tipo de cuartel, por lo que lo más probable es que encontremos más tropas allí. Quizá en menor número, pero en un lugar más estrecho. Yo no tomaría ese camino pues podríamos alertar a toda la guardia que hay en el puerto y acabaríamos atrapados luchando dentro del edificio y luchando contra todas las fuerzas en el exterior, que seguramente se irían multiplicando.

Debemos llegar a ese trirreme, y para ello debemos salir. Pero necesitamos un buen plan – señaló el soldado dorio de la princesa Melani, aunque sin dar una alternativa efectiva. Para ambos dorios no era correcto marchar en otra dirección que no fuese el trirreme, habían sido enviados para eso y no parecían querer dar su brazo a torcer en planes que contrariaran sus órdenes.

Al final, la propuesta del general Theron fue la que al menos de momento cobraba mayor sentido, para algunos y solo en parte. Lykaios por su parte coincidía en la idea de dividirse y perderse entre el gentío, siempre que cubriesen sus armas y armaduras para no llamar la atención. Avanzando solos pero siempre a la vista entre sí, con algo de suerte podrían llegar a estar muy cerca antes de ser descubiertos, o incluso quizá podrían llegar hasta el trirreme. Pero en ello había un problema, tal como les recordó Akintos, el muelle estaba resguardado por dos docenas de hombres, y según alcanzaban a ver, al menos una docena se encontraban controlando el acceso al muelle. Ante ello, la idea de generar algún tipo de distracción se hizo prominentemente tentador, incluso el involucrar al sigiloso Atreo con ese fin. Cierto era que ya no eran hombres comunes, habían forjado un pacto con los dioses y eso les concedía diversas capacidades que bien podrían usar ahora en su beneficio.