Partida Rol por web

—Sí, pero con cualquier tarea que no nos lleve todo el día —añado con los brazos cruzados y el ceño fruncido—. Recuerden que no tenemos tiempo para ponernos a cortar leña.

Echo otro vistazo a los nubarrones lejanos, que ni por asomo me voy a dar cuenta de si se han movido ni hacia dónde, pero de alguna forma me tranquiliza, como si con mirarlos pudiera hacer que se marchen en otra dirección.
—Yo puedo cocinar, y no se preocupe por la comida, nosotros traemos la nuestra.

Si la tormenta al final decide ir por otro lado y todo esto es en vano, me voy a enojar bastante.
—Pero primero que nada, ¿sabría decirnos algo sobre aquellas nubes que se asoman por allá? Si nos confirma que su curso no nos afectará el viaje, podría ahorrarse todas las molestias de tener que recibirnos.

Gemnir permanece en silencio mientras el resto del grupo se dirige a la chica para negociar su estancia, apoyado sobre su martillo y tratando de parecer lo menos amenazador posible. Ya ha tenido experiencias en las que su aspecto ha hecho desconfiar a los humanos, y sabe que es mejor que otros se ocupen de la diplomacia si es posible.

Mientras tanto, echa un ojo disimuladamente a los alrededores, atento a cualquier amenaza o signo sospechoso que pueda percibir.

Todos parecían más que dispuestos a esperar e incluso a hacer lo que fuera para que les dejaran un techo bajo el que cobijarse y un trozo de paja seca. Salvo quizás Luthica, que se veía evidentemente molesta por la demora que aquello supondría y Gemnir que se mantenía en un cauto segundo plano mientras seguía observando en derredor.

Optando por imitar al enano y sin desear en absoluto inmiscuirse en unas presentaciones sociales en las que ni se iba a sentir cómoda ni tampoco iba a ser más que fuente de curiosidad por su raza, se dedicó a examinar a Nair y a Zair para asegurarse de que realmente estaban bien y era sólo pura cabezonería por parte de la hembra. Y es que aún cuando ella debería ser la primera en desear hacer un alto en el camino dado que se habían detenido por su culpa, lo cierto era que coincidía en que aún con tormenta de por medio, no era necesario.

La chica les mira como sin saber que decir. Más que nada porque el mensaje que transmite la armadura parlante no es el mismo que transmiten los otros tres. La verdad, es que no le parece demasiado amable su actitud. Sobre todo, teniendo en cuenta que están pidiendo algo.

-Bueno... tendríais que hablar con mi padre. Pero no creo que la tormenta llegue aquí hasta media tarde. Si no queréis que la estancia aquí os lleve todo el día, quizá deberíais marcharos.

Señala en algún punto en la lejanía.

-Hay un pueblo a un par de horas en carro. Tienen una posada. Quizá lleguéis antes de que os alcance la tormenta.

Contemplo el punto en la distancia ¡Demonios! Se supone que vivimos en los alrededores! Si alguien deberia de saber esas cosas deberiamos de ser nosotros, los lugareños. 

Pero la dulce chica nos ha aliviado mas de un problema con su consejo, asi que es buena idea hacerle caso.

— Vuestro rostro nos da tres regalos: vuestra dulce mirada, vuestra alegre voz y las sabias palabras. Asi que es mejor ser consecuentes y seguir el camino, como nos aconsejais — le digo de forma zalamera.

Al fin y al cabo, como juglar es mi deber el tratar de levantar los ánimos a la gente con una palabra dulce aquí o un pareado allá.

— ¡Vamos amigos! ¡Aceleremos el paso, que ninguno de nosotros está para achaques! – digo tratando de instar algo de animo en los demás. Que lo necesitaremos.

Gemnir mira al resto, preguntándose si no estarán demasiado cansados para seguir. Dos horas en carro es un buen trecho, pero si pueden llegar a una población, sin duda será un lugar más seguro que una granja.

—Si decidimos continuar, yo estoy dispuesto a seguir cargando algo de peso extra —dice.

Mira a Luthica, para ver si decide que sigan o prefiere probar suerte hablando con el granjero.

Recórcholis, debí haber dedicado la noche antes de salir para planificar un poco más esto, pero necesitaba esas horas de sueño.
—Jaskier, para, no decidas por tu cuenta —le pido que se detenga, mirándolo de refilón—. Somos un equipo y tenemos que verlo entre todos.

Luego invito al resto a apartarnos un poco de la muchacha para deliberar sobre la situación.
—Me gustaría continuar, sí, si son sólo unas pocas horas, aunque vamos a pie, así que agreguemos una más; pero si están demasiado agotados, lo mismo da descansar aquí. Escucho sugerencias.

-Muchas gracias, eso nos es de mucha ayuda-Le dijo Erik a la muchacha, con un inclinación de cabeza, antes de volverse hacia los demñas y a la discusión que se estaba produciendo de si seguir o continuar

-Tenemos poco tiempo. Yo puedo aún seguir, y si los demás no están muy cansado, creo que hacer tanto camino como pudiésemos por día mientras no lleguemos al bosque, sería lo mejor.-Se quedó pensativo-¿Quizás haya alguien por el camino que nos lleve? Si vemos a algún mercader que vaya con su carro en esa dirección, quizás no le importe que algunos vayan con él. Al menos, a los de paso más lento. Pero sea como sea, si decidimos intentar llegar a ese pueblo, tenemos que decidirlo y ponernos en camino cuanto antes.

- Muchas gracias, muy amable. -Le dedicó una sonrisa a la muchacha. Su sonrisa desapareció de golpe al escuchar a Jaskier intentando halagar a la chica. ¿A qué venía el comentario de la mirada de aquella chica? Le dedicó una mirada de desagrado y luego siguió a Luthica según se apartó de allí.

- Estoy con Erik. -Miró al muchacho, que si bien al principio le había parecido que quizás fuese demasiado ingenuo, empezaba a ser uno de los que mejor le caían de allí-. Si la chica dice que tenemos posibilidades de llegar allí antes de que nos coja la tormenta merece la pena intentarlo. Y también puedo ayudar llevando algo de peso extra para evitar que os canséis de más. -Miró a sus compañeros y puso las palmas de sus manos apuntando hacia arriba, esperando que le ofreciesen algo que llevar.

Así que tenían la tormenta encima pero no tan encima y estaban merced de la suerte y de la rapidez en los caminos así como de que las monturas se decidieran a andar, de que ellos no se cansaran, de que los caminos estuvieran en buen estado y probablemente que los astros se alinearan pues apenas a unas horas de partir del punto de origen de la mayoría tenía la sensación de que la motivación ya había empezado a caer en picado.

- Gracias - acabó por decir a los compañeros que se ofrecían a cargar de más, incluso cuando en aquellos momentos seguía con pocos ánimos de agradecer nada después del encontronazo con la elfa. Pero no había otra que intentar hacer amigos y esas cosas que a ella se le daban tan mal -. Yo por mi parte, voto por continuar. Dudo que esta sea la última casa que hallemos en el camino y si dentro de una hora no lo vemos claro, siempre podemos preguntar en la siguiente.

—Muy bien —exclamo contenta—. Entonces se sigue.

Inclino levemente la cabeza para despedirme de la campesina. Antes de ponerme a andar, me hago un nudo a la piola del petate para poder llevarlo a la espalda como una mochila, así liberar una mano y ofrecerla para llevar algo más y aligerar la carga de alguien. En la otra llevo el mazo gigante al hombro, como siempre, que la verdad es algo incómodo de portar, pero bien vale la pena.

Seis de seis votos de acuerdo. Nada mal.

Por primera vez parece que hay unanimidad entre nosotros en algo. Y mucho mas animado porque por fin nos ponemos de acuerdo cono grupo en algo, me apresto a continuar el camino. Que esta claro que no debemos perder tiempo 

— Parece un arma muy pesada, esa maza ¿Ha visto mucha guerra, señora Luthicá? — le pregunto tratando de seguirle el paso, y poder comentar algo con el camino algo mas avanzado.

El grupo de aventureros parece decidir no quedarse y comienzan a organizarse. La joven parece casi aliviada cuando el grupo parece irse. Quizá no le hubiese importado que se quedasen si no fuese por lo incómoda que se siente con los halagos del... ¿Bardo? O la actitud de la armadura parlante. Además, seguro que alguno es un mago malvado de esos si ha conseguido que la armadura tenga vida. ¡Y además cocina!

Al grupo casi le parece escuchar que la joven se va murmurando de vuelta al trabajo cosas como "al menos podrían haber comprado unos huevos". Si alguno decudiese darse la vuelta en ese momento vería que la chica ya no está. Frente a ellos solo queda volver al camino principal y volver a ponerse en marcha. Les quedan unas cuantas horas por delante y, si tienen suerte, la lluvia no les alcanzará.

Los que alguna vez han estado por la zona no recuerdan ningún pueblo en las cercanías. 

— Pues adelante ¿No?

Jaskier se ofrece para compartir la carga que haga falta y, por una vez, prefiere guardar silencio. Necesitaremos forzar la marcha durante dos horas.

—Señorita —le corrijo por enésima vez—. Soy soldado, esa pregunta se responde sola, Jaskier.

Mientras andábamos no había podido parar de pensar en la forma en que me miraba aquella campesina, no puedo evitar dirigirme al grupo y preguntar:
—Em... ¿les molesta que lleve yelmo? —No miro directamente a nadie, sino que voy con la cabeza gacha—. La cabeza y el cuello son las zonas que más protegidas deben estar, pero, bueno, entiendo que es incómodo no verle la cara a quien te habla. Es... ¿prefieren que me lo quite mientras estamos fuera de peligro?

El problema es que nunca se sabe cuándo ese peligro puede aparecer, no está mal ser cuidadosa de más. Creo.

—Ánimo, que es sólo un par de horas. Más adelante hay un sitio en donde podremos comprar ración para los animales, así que al menos ellos estarán felices.
Ni en chiste tenemos dinero suficiente para caballos, pero bueno, a conformarse con lo que hay. Lo que me deja pensando...
—Pero, ¿por qué repámpanos Rodolphus no nos dio un presupuesto para esta misión? ¡Nos envió sólo con lo que teníamos!

Gemnir carga con todo lo que puede del equipaje y comienza a andar. Ha empezado a notar un ligero cansancio, pero todavía tiene fuelle para mucho más. Cuando Luthica responde a Jaskier esboza una leve sonrisa, que se ensancha al escuchar las dudas de la soldado sobre su atuendo.

—Supongo que una joven campesina no estará muy habituada a dialogar con alguien que lleva una armadura completa, con yelmo incluido —dice—. Por mí no hay problema en que lo lleves. No parece haber peligro en los alrededores, pero no sería la primera vez que veo a alguien llevarse una herida por descuidarse en un lugar aparentemente seguro. Daño no te hará...

A esas alturas, sería raro que al grupo no le haya quedado claro que la vida del enano le ha llevado a ser ligeramente paranoico en cuanto a cuestiones de seguridad.

Voy con los arrieros que sean necesarios, pues la idea es llegar todos juntos, y no que los que caminan ligero lleguen antes

— Esto es extraño ¿Aqui habia un pueblo? No suelo aventurarme lejos de la ciudad, pero que demonios, es que ni me suena que hubiera nada aquí.  Por otro lado quería sugerir, Señorita Luthicâ: Lo de la labia y persuasión suele ser mi campo sin embargo vos, con tanto hierro sobre los hombros y esta maza veterana vuestra, sois más intimidante.

> ¿Y si en adelante, me encargo yo de la diplomacia y vos de dar terror? Como solía decir el abuelo del barrio: "Hay que tener mano derecha, y tambien mano izquierda".

Erik negó con la cabeza a la pregunta de Luthica, aunque le pareció una pregunta un poco extraña. ¿Por qué iba a molestarles a ellos lo que ella llevara? Era ella la que tenía que soportar ir allí embutida.

-No creo que a ninguno de nosotros nos dé miedo porque vaya en armadura, pero ¿no pasa mucho calor ahí dentro?

Sólo podía suponer que los soldados ya estaban acostumbrados a eso y que no había problema de hacer el camino en armadura. Pero aunque no era un día excesivamente caluroso*, no podía dejar de preocuparse de que le diera un golpe de calor con el sol sobre el metal y el acolchado**.

Cogió algo de la carga que llevaba el burro encima y se lo echó al hombro como buenamente pudo, echando a caminar junto al resto. No había cogido un bulto que pesase demasiado pues la fuerza no era lo suyo, pero quería ayudar. Aún así tenía que reconocer que tenía ganas de llegar de una vez a un sitio donde descansar, pues empezaba a notar el paso de las horas, pero no lo diría en alto.

- A mi me hacías sentir mejor -le contestó a Luthica-. Y eso también me hace sentir mejor. -Contestó entonces a Gemnir-. Nunca está de más ser precavidos.

Al principio le había parecido una buena idea ponerse la armadura de cuero antes de empezar la aventura. Claro estaba, no había tenido en cuenta que había un señor viaje de camino al bosque, y al darse cuenta de ello se sintió bastante tonta al respecto, aunque ver a Luthica, que era una soldado, llevar la suya le había hecho tener algo más de confianza en sí misma.