Partida Rol por web

Era refrescante saber que no era ella la única molesta por tanto misterio, estando lejos estaba de compartir el hacer pragmático de Erik. De todos modos, la mujer osa parecía, si cabía, más molesta que ellos mismos pues nada más volver se marchó enfurruñada haciendo una escena que poco recordaba a la aguerrida persona que se había batido en batalla hacía apenas unas horas.

Ahogó un pesado suspiro, elevando los ojos al cielo buscando una comprensión y una paciencia de las que, a todas luces, carecía. Pero no lo encontró y en su lugar la nueva se ofreció de forma oportuna a darles información.

- Rodolphus, segunda parte - musitó por lo bajo con cierto hastío -. ¿La información nos llega separada para darle más emoción a la misión?

Acerca su caballo al campamento y apaga el farolillo. Se sienta junto al fuego a la vez que se quita la capucha mostrando ya sus facciones. No es de Altair, eso seguro.

-No, no vengo de parte de Rodolphus. Vengo en nombre de la princesa Yokhara y para evitar que hagáis más mal que bien.

Mira a los allí presentes.

-Sería mejor que me presentase - sonríe -. Soy Janira y soy la sombra de la Princesa Yokhara. Siempre, menos ahora mismo, estoy con ella y se lo que pasa a su alrededor. Y a parte de ser su sombra y su dama de compañía, también tengo otros dones menos conocidos. Y no, no mato gente. Mis dones son más... místicos.

Mira hacia la tienda de campaña donde se encuentra Ella.

-Vuestra amiga lo ha comprobado, aunque parece que se ha enfadado. Cree que esto no le incumbe a ella, pero en realidad sí. Una sombra se cierne sobre este mundo.

Devuelve la mirada al grupo reunido y los mira uno a uno.

-¿Qué sabéis del Bosque y de quiénes lo guardan?

Esperaba que les dijese cosas que no sabían, no que les preguntase lo que sabían ellos, pero en todo caso, eso tardaba poco en responderse

-¿Que pocos regresan de él, que viven en él hadas y que quienes entran tienen que tener un corazón puro y motivos nobles? ¿O puede que no? Nadie sabe gran cosa y niguna con seguridad. Bueno, excepto lo de que pocos han vuelto. Eso parece ser bastante cierto.-Dijo. Esperaba que pronto les contase ella lo que venía a decirles. Todo este este misterio, y estas novedades cuando estaban a punto de entrar en un sitio tan peligroso hacía que se sintiese bastante incómodo. Pero algo especialmente le estaba escamando-. Discúlpeme, señorita. No sé mucho de las costumbres entre los reyes y la gente de títulos. Pero cuando nos marchamos, fue el consejero Rodolphus quien habló con nosotros y nos dijo lo que sabía. O lo que dijo que era lo que sabía. Ahora viene usted en nombre de la princesa y nos dice que vamos a hacer más mal que bien. ¿Por qué no habló con nosotros antes de que saliésemos?¿Por qué esperó a hacer todo el viaje hasta aquí para decirnos lo que sea que vaya a decirnos?¿Es que el consejero Rodolphus no trabaja para la princesa? O para su padre, pero suponía que todos querían lo mismo.

-Porque yo reuní a otro grupo, pero parece que ninguno ha llegado. Por desgracia.

Mira a Erik.

-Rodolphus solo trabaja para él mismo. Solo le importa el poder que pueda llegar a tener y quizá le conviene que hagáis lo que habéis venido a hacer. Por eso importante que entendáis la naturaleza del Bosque y de lo que se encuentra en su interior. Rodolphus no sabe nada. O sabe mucho. Voy a por agua a mi alforja, un momento.

Se levanta y se acerca a las alforjas de su caballo para coger un orbe de agua y volver a acercarse al fuego. Se vuelve a sentar y continúa tras beber agua.

-El Bosque es la prisión más antigua del mundo. Una prisión donde se guardan poderes y tesoros tan oscuros que podrían hacer tambalear los pilares del mundo. Aquellos que se adentran con la intención de liberarlos de sus ataduras, se encuentran con la muerte. Por eso, nadie con la intención de tomar lo que hay ahí ha salido con vida. Lo que vosotros buscáis no es una maldición lanzada a la princesa. Es un poder tan oscuro que fue capaz de subyugar a todas las criaturas de este mundo. Le llamaban Calandran, el falso dios, y su poder aun busca romper el sello que lo retiene para volver a tomar este mundo.

- Se confirma lo que todos creíamos, que Rodolphito era gilipollas. -Murmura por lo bajini mirando a Lakara-. Pero entonces... nuestras vidas no corren peligro. O al menos no del todo, ¿no? Al menos a manos del propio bosque -Miró a sus compañeros hasta volver a posar los ojos en Janira-. Porque no vamos a liberar ningún poder ni a buscar ningún tesoro. Solo queremos salvar a la Princesa... ¿O hay que hacer justamente algo de eso para salvarla? -Repitió mentalmente las palabras de Janira, buscando ver a dónde quería llegar-. ¿Según entiendo tenemos que asegurarnos de que ese tal Calandran siga sellado? ¿Es su intento de liberarse lo que pone en peligro a la Princesa?

Gemnir escucha la conversación, apoyado en su pesado martillo. No tiene mucho que decir, ya que Erik ha resumido bien lo que saben y no queda más que esperar a que esa tal Janira arroje un poco de luz sobre lo que está pasando. En cuanto a Rodolphus... bueno, él no le ha conocido, pero parece que no se ha granjeado la simpatía del resto. Y ahora todo apunta a que estaban en lo cierto respecto a él.

Sigue en silencio, esperando a ver qué responde Janira a las dudas de Morwen.

Se preguntó qué demonios quería decir exactamente ser la sombra de alguien. A aquellas alturas, con lo raros que eran los humanos y más si había magia de por medio, tenía dudas de cuan literal podía llegar a ser aquella afirmación. Le entraron unas ganas locas de hacer la broma respecto al comentario de que una sombra se cernía sobre el mundo pero hizo el esfuerzo de abstenerse para, en su lugar, soltar uno de sus gruñidos malhumorados mientras atizaba el fuego con una rama, dejando que Erik señalara por todos las obviedades que todos se preguntaban.

La siguió con la mirada, ceñuda, en cuanto fue a por agua, pues le parecía un gesto extraño en medio de una explicación con tintes místicos, apretando con fuerza la cerbatana entre sus dedos. Claro que el comentario de Morwen rompió la concentración de su mirada fija para hacerle soltar una carcajada involuntaria al tiempo que le extendía la mano disimuladamente para que la chocara, a modo de aprobación.

- La verdad es que toda esta...oportuna...intervención arroja más sombras que luces...no sé si me entiendes - ja, ja, ja. Pero es que la habían despertado en mitad de un sueño más que necesario. Nunca había prometido ser graciosa, sólo creerse que lo era -. Especialmente sobre nuestra misión - cabeceó en señal a Morwen como si de aquel modo respaldara sus preguntas puesto que ella también sentía interés por saber, entonces, cuál era realmente su objetivo. ¿Pasearse por el Bosque sin tocar nada? -. Y la verdad es que yo iba a buscar una planta con propiedades curativas y la mujer osa a hablar con no sé qué caminantes de sueños. ¿Eso nos matará?

Mira a Lakara y se queda pensativa.

-No sé. Si la planta es venenosa, supongo que sí. Yo iría con cuidado y antes preguntaría a los que viven en el bosque. No vaya a ser que te lleves una sorpresa. Y en cuanto a vuestra amiga... no creo que la Pastora pueda ayudar. Cree que ha perdido su esencia, pero no es cierto. Hasta que no entienda que no necesita eso que ha perdido para ser quien es, seguirá perdida. Pero si está con vosotros es porque es una pieza importante de este entramado.

>>Hablé con Lady Luthica cuando llegó al palacio. Le pregunté los detalles de la misión de Rodolphus y según me contó, el Consejero os pidió que rompieses la maldición, pero no os dio más instrucciones. No os dijo qué forma tenía la maldición, ni de qué se trataba salvo que afectaría a la princesa. ¿Me equivoco? ¿Os dijo algo más?

Las palabras de Janira me parecen de lo más esclarecedor. Al fin y al cabo, si lo que dice acerca de ser la sombra de la princesa es cierto, el bienestar de la dama real es de su mayor interés.
Mal que bien, porque si la princesa se muere ella quedaría sin oficio ¡Y nadie quiere eso!

— Madame Janira — le digo con algo de reverencia y educación, pues quiera que no, Jaskier siempre quiso ser alguien educado e instruido como ella  — Algo me hace confiar en usted, y ese algo es mi sentido común. Antes tenía interés en evitar que la muerte de la princesa atrayese las armas de los vecinos, y también en conseguir el favor real, siendo sinceros. Pero si el mundo está en riesgo, es mejor contar con el consejo de alguien sabio.

>> Y efectivamente, Rodolphus nos envió con la orden de "Eliminar la maldición" sin querer decirnos absolutamente nada al respecto, con evasivas y desdén. Sólo que a la princesa apenas le quedaba un mes de vida, y que supieron de eso por unos papiros que encontraron hacia bien poco en los documentos reales. Una maldición que le lanzaron al nacer, si no recuerdo mal.

Me ajusto la capa ¡Brbrbrbr! ¡La humedad de la noche hace que cale hasta los huesos!

— Tengo dos grandes dudas al respecto. La primera es... Mujer-Oso ¿Cómo es que sabias que venia Lady Janira, y tambien si la conocías de antes — digo acercando las manos a la hoguera para espantar el frio de la noche antes de que cale en los huesos — la otra es: Lady Janira ¿La princesa está realmente enferma o maldita?

Tras conseguir esas dos respuestas, vendrá la que no va a faltar. Es acerca del árbol con rostro de mil años. Porque podré ser una catastrofe como juglar, pero si la hermana de Lakara está sufriendo, forma parte de la mística del bardo el ayudar a una doncella que esté sufriendo.

-Sabe que venía porque entrelacé mi alma a su sueño. Comencé a hablar con ella, pero alguien la despertó antes de poder decir nada. Y antes de que preguntéis, tengo el poder de hablar con aquellos que ya no están aquí. Normalmente no podría hablar con alguien vivo, pero vuestra amiga puede crear un vínculo que pude usar para entrar en su sueño.

Hace una pausa por si alguien necesita hacer alguna otra pregunta respecto a eso y luego continúa.

-La princesa no está ni maldita ni enferma. La información que posee Rodolphus o es errónea o está sesgada. Calandras prometió con volver cuando el poder del Bosque mermase y sus huestes pudiesen penetrar en él para romper su prisión. Habrá coincidido con el cumpleaños de la princesa. Esta maldición no es más que una venganza a las tierras libres.

Me froto el mentón ante lo que nos comenta Janira

— Puede que se trate de juglares de antaño adornando las historias, quizá por dinero o por el hecho de hacerlas más facil de recordar y de transmitir; pero en asuntos de magia y encantamientos, las coincidencias rara vez suelen ser actos fortuitos. Mas bien suelen tener algo tras ello. Me refiero a la mayoría de edad de su alteza Yokhara y el despertar de Calandrán

Entonces miro mi humilde espada (Más bien es un cuchillo ligeramente más largo) y hago en voz alta la pregunta que seguramente todos nos estamos haciendo

— Y en ese caso, si se trata de un culto de seguidores de Calandras, y del mismo falso dios ¿Que es lo que podemos hacer nosotros para detenerlo? No creo que sirva ni aporrearle con el hacha de nuestra Mujer-Oso, ni tampoco que me ponga a cantarle para que se duerma.

Erik estaba de acuerdo con las palabras de Jaskier. Tenían en el grupo algunos buenos luchadores, pero no tantos, ni tan buenos, como para parar un ejército que se suponía que iba a conquistar todo el reino. Pero estaba bastante seguro de que Janira no había venido sólo para evitar que entraran, incluso si parecía no querer dar toda la información de una vez.

-Ha dicho que íbamos a hacer más mal que bien, que la princesa no está maldita, el Bosque es un prisión y Rodolphus tenía mala información. Casi parece que nos está diciendo que lo único que podemos hacer es marcharnos.  Pero también dijo que había organizado otro grupo, y que ninguno había llegado. Imagino que ese grupo no era un ejercito entero, sino un grupo de aventureros parecido al nuestro. Y que les había encomendado alguna tarea. ¿Por qué no nos dice lo que quiere que hagamos y vemos si podemos hacerlo?

Lo de la planta era maravillosamente alentador, por lo menos si una cargaba aquel pensamiento de la justa ironía. Se abstuvo de preguntar sobre a quién debía preguntar puesto que no tenía muy claro que clase de seres hallarían en el Bosque, peor hasta donde ella sabía, igual le tocaba preguntarle a un pájaro con tentáculos, cien ojos y agallas.

Lo divertido del tema era que toda la historia de la princesa no era más que una excusa que demostraba que Rodolphus no sólo era un mentiroso sino que era terriblemente malo en hilar mentiras. Sorprendente, teniendo en cuenta que ocupaba un alto cargo en el mundo humano, Lakara habría esperado que por lo menos tuviera la habilidad para encubrir su falsedad. Pero no.

Jaskier y Erik no tardaron en señalar lo obvio, a lo que ella no pudo evitar alzar levemente la cerbatana en su dirección en un gesto que pretendía decir "eso mismo".

- Sí... ¿por qué no vamos al grano por una vez y nos dejamos de rodeos? Todo fluye mejor. A Rodolphus casi nos lo comemos con patatas por obviar verdades del tamaño de un dragón y que se negaba a aceptar que las veíamos venir a la legua. Un poco de sinceridad no iría mal, la verdad.

Intenta contestar a las preguntas y observaciones de los allí presentes. Aunque, tras lo dicho por la mediana, ahora teme que se la vayan a comer si se deja algo sin querer. Al fin y al cabo, le están preguntando muchas cosas y siempre se puede cometer un error.

-Bueno, según he podido descubrir, son todo coincidencias. Puedo estar equivocada, pero creo que lo que el consejero descubrió no fue una maldición sino una profecía lanzada el mismo día en que el falso dios fue encarcelado. Aquel día también fue considerado el día en que el Reino de Altair nació. No sé las palabras de la profecía y nadie queda, en este mundo o en el otro, que escuchase la profecía personalmente. Pero sé que trata sobre el regreso de Calandras y que se vengará de aquellos que lucharon contra él y sus huestes. Y eso implica que sí, la vida de Yokhara está en peligro. Yokhara me ha pedido que intente convenceros, no de salvarla a ella, sino de salvar a todos los Reinos Libres, y a sus habitantes, del peligro de Calandras y sus ejércitos oscuros.

>>Debéis hablar con la Pastora y sus terratenientes. La Pastora es una antigua diosa que participó en el encierro de Calandras y ella sabrá cómo podéis ayudar. Ella es la única que sabe el estado del Sello que retiene el poder de Calandras. El Bosque se está marchitando y las sombras acechan desde el norte.

Chocó la mano, divertida, ante la carcajada que se le había escapado a Lakara. Aunque su cara cambió completamente cuando, de nuevo, volvían a culparla de despertar a la mujer oso. Que sí, la había despertado, pero en su opinión no había otra.

- No la habría despertado si supiese que venías de forma amistosa -contestó a Janira, intentando defenderse-. ¿Entonces... podrías comunicarte con la mujer oso -señaló con la cabeza hacia la tienda, para que Janira supiese a quién se refería- casi cualquier noche? Con ese vínculo que puede crear. Eso podría sernos muy útil.

¿Tenía algo que ver aquel tal Caladras con la gran batalla? La verdad es que la historia no era su fuerte, y aunque había oído cuentos y canciones al respecto tampoco les había prestado mucha atención. Ya te vale Morwen.

- ¿Dónde podemos encontrar a la Pastora o sus terratenientes? ¿En el mismo bosque?

¿Así que ahora resultaba que el bosque era lo que evitaba que todo se fuese al garete? ¿O lo había entendido mal? Miró a sus compañeros algo confusa, esperando que alguno dijese algo más al respecto.

Gemnir había escuchado toda la conversación en silencio. Aquello no le daba buenas sensaciones. No había conocido al tal Rodolphus, pero por lo visto o bien ese tipo tampoco se enteraba de mucho de lo que ocurría, o había tratado de manipular de mala manera a sus compañeros. Una parte de él pensaba que no podías fiarte de alguien así, y que por tanto las posibilidades de cobrar por aquél trabajo iban mermando. Al menos Janira conocía a la princesa, así que por esa parte, lo perdido por lo ganado. Claro, que el dinero no era lo único que importaba y menos cuando el destino del mundo estaba en juego. Pero como suele decirse "hay que vivir", y el enano no podía simplemente dejar de pensar como un mercenario de la noche a la mañana cuando había vivido toda su vida así.

—Se lo dije a mis compañeros cuando me uní a ellos —dijo—. Si hay que combatir, aquí está mi martillo. Pero dudo que este problema se pueda resolver con golpes... Eso de "ejércitos oscuros", creo que supera nuestras capacidades. Así que tendremos que probar de otra manera, y en esa manera yo seguramente no sea un experto. Pero seguiré intentando proteger al que sí lo sea.

No tenía mucho más que decir, dado que lo más importante ya lo había preguntado Morwen. Si debían hablar con la Pastora, eso harían. Y cuanto antes lo hicieran, mejor, así que esperó para ver si Janira les indicaba dónde podían encontrarla.

Me quedo escuchando al resto.

Admirable. Esta señora es admirable. Y aun asi, hay algo que hemos de estar atentos

— Mi señora, debemos de salvar nuestro reino, y a todos nuestros seres queridos que estan en él. Aun asi, por todo cuanto habeis dicho del Chambelan temo que de tener exito, Rodolphus intentase adjudicarse cualquier cosa que lograsemos.conseguir, y si es necesario, arrojandonos a las.mazmorras o a las armas para silenciarnos.

>> Igual que daremos nuestro esfuerzo y la vida por el reino ¿Podriamos contar con usted para protegernos a nosotros y nuestros familiares, en caso de poder volver a la capital?

"Parapetada" en su tienda, la muchacha escuchaba atenta cuanto se decía a su alrededor. Escuchaba a Janira y mucho de lo que decía le resultaba interesante, pero otras cuestiones le sabían impropias, desafortunadas o, sin vueltas, insultantes.
La bruja, maga, hechicera o lo que fuera había irrumpido, sin ser invitada, en su sueño y ahora, delante de un grupo de recién conocidos con los que había compartido una batalla pero que, en esencia, eran unos extraños (amables y generosos, pero extraños al fin) se atrevía a opinar sobre qué y cómo y si estaba equivocada o no y ponía en duda lo que ella creía y, para colmo, la elevaba a "pieza importante" de solo los hados sabían que extraño cuento.
Ella se aferró al hacha, con furia.
Y no solo eso... ¡Era la responsable directa o indirectamente de los compañeros muertos o huidos de John! Había llegado "mágicamente" hasta ellos, unos completos desconocidos perdidos en un bosquecillo en medio de la nada, pero no había visto a John...
La muchacha rechinó los dientes.
¿Y si podía comunicarse con los que no estaban vivos entonces por qué no...?
La osa se revolvió inquieta, más furiosa aún si cabía. Pero fueron las palabras de la elfa las que la obligaron responder y a salir de su cueva.
—Si vuelve a meterse en mi sueño, la desollaré sin compasión. Y ¡por el Gran Oso! no morirá, pero os juro que querrá hacerlo —escupió.
Y fue la furia que ardía en sus pupilas lo primero que vieron sus compañeros de viaje; luego el hacha empuñada con la misma determinación que habían visto en la batalla; finalmente toda ella, cuan larga era, agazapada como una fiera dispuesta a saltar sobre su presa. 
—"Parece que ninguno ha llegado" —Ella repitió las palabras de Janira, con un sombrío tono sarcástico. —¿"Parece"? ¿Sólo "parece"? ¿Acaso no lo sabes?—ironizó. —¿"Parece" que la Sombra es ciega y no vio los cadáveres en las afueras de la Ciudad-Prisión? ¿La que habla con los que no están vivos es sorda también y no escuchó los lamentos de sus muertos o solo "parece"? ¿Y los del muchacho atado a la cama de una posada atosigado por las fiebres? ¡No! Pero, sí, "parece" que somos afortunados... ¡La Sombra llegó hasta nosotros a revelarnos una oscura verdad! 
De cuclillas, hacha en mano, y con las rusientes llamas iluminándole el rostro, la muchacha continuó escupiendo su furia:
—No vuelvas a hablar de mí, de lo que creo, de lo que entiendo, de lo que necesito o de lo que soy, y si estoy perdida o no. No soy un personaje de ninguno de tus cuentos, ¿lo entiendes? ¡Soy una hija del Gran Oso!
Se irguió, y era al mismo tiempo una niña asustada y una enorme osa enfurecida. Bajó su mirada hacia Janira e inquirió:
—¿Y si tanto le importa esta misión a Princesa, ¿por qué no viene ella misma? ¿O es de las que envía a otros a pelear sus batallas? En mis tierras eso tiene un nombre que deja una mancha imborrable —dijo, más que preguntó, con insoslayable desprecio, y agregó: —O tú misma. Dices que tienes el poder de hablar con aquellos que ya no están, ¿quién mejor que tú? Entiendes más que todos ellos a qué se enfrentan —y con un gesto abarcó a todos sus compañeros de viaje. —Y eres la "sombra" de Princesa, sus ojos y oídos. Si en verdad está interesada en salvar algo, ¿por qué enviar a completos desconocidos? ¿Qué ocultan? ¿A qué le temen?