Partida Rol por web

-No responderé a nadie que me amenace o que me hable con desprecio o sin conocimiento. Tus amenazas y acusaciones son vanas contra mí.

La mirada de Janira se clava en la de Ella, sin amedrentarse ni un poco. Y Ella pueda notar que Janira no le tiene miedo. Ni pizca. En lugar de dirigirse a la niña-oso, vuelve su atención a los demás.

-Rodolphus no podrá haceros nada. La princesa Yokhara y Lady Luthica se encargarán de ello.

Mira a Gemnir.

-Al pasar por Puente Gris escuché a sus gentes comentando la batalla en la ciudad. Vuestras habilidades son más que necesarias en esta misión. Pero está en cada uno acceder a esta misión y no hay obligación de continuar. 

Gemnir observa sorprendido a Ella tras su estallido. Es cierto que Janira se ha aproximado a ellos rodeada de un halo de misterio, pero desde que ha llegado al campamento parece querer colaborar con ellos sin reservas. Al menos, mucho más de lo que ese tal Rodolphus lo hizo en su momento.

—No perdamos la calma —dijo—. El problema sigue ahí, a pesar de que ahora sea otra persona la que nos lo ha transmitido. Y si queremos hacerle frente, será mejor que continuemos unidos y con decisión, como hemos hecho hasta ahora. Dudo mucho que Janira nos hubiera revelado todo esto si tuviera intención de traicionarnos u ocultarnos más cosas.

Miró a la Sombra de la princesa, y aunque aún tenía dudas sobre ciertos detalles, se encogió de hombros.

—Yo al menos seguiré adelante. No me echo atrás una vez que he emprendido un camino, hasta que la tarea está cumplida y la recompensa cobrada. Y más si parte de esa recompensa es evitar que el mundo sea arrasado por un poder oscuro, claro...

Erik se levantó, alarmado y se dirigió a Ella para intentar calmarla. O al menos, evitar que se derramara sangre.

-Por favor. Sé que estas furiosa-le dijo, hablando con suavidad, como cuando tenía que atender a un ciervo herido y asustado, poniendo una mano en su hombro y otra en la mano del hacha, aunque sin agarrarla-. Pero está desarmada, y ha venido en paz. Y es una invitada en nuestro campamento. ¿Te dirían los tuyos que habría honor en atacarla? Terminemos de escuchar primero. Aún no entendemos todo lo que está pasando. Y no podemos entender lo que nos estás diciendo si no nos lo cuentas todo. ¿A que te refieres con esa Ciudad-Prisión  y los muertos en ella?

Estaba meditando las palabras de Jaskier, pensando que no había caído en la posibilidad de que Rodolphus quisiera tenderles una trampa una vez cumpliesen con la misión, cuando el estallido de la mujer oso tuvo lugar. La semielfa se giró boquiabierta y con una mano en el pecho, asustada, para mirar a la causante de todo aquel ruido.

Parecía que a ella tampoco le gustaban nada los misterios. Sonrió, aunque disimuladamente, ante la ironía.

- No pasa nada, tranquila. -Apoyó a sus compañeros en el intento de calmar a la mujer oso-. ¿Quizás algo de música bajita? -Miró a Jaskier, señalando luego a la mujer oso con con movimiento disimulado de cuello. No era cuestión de hacer ruido, pero total, más del que ya estaban causando...- Yo me ofrezco voluntaria a que entres en mis sueños. -Desvió la mirada a Janira. Estaba bastante convencida de que ella no servía para eso. No tenía ese vínculo que la mujer morena había mencionado, pero todo fuese por desviar la atención de esta de la mujer oso.

Así que volvían a tener la opción de echarse atrás, pero... ¿realmente merecía la pena? Todo se iba a ir a la mierda si no solucionaban aquel lío. Mejor intentarlo, ¿no?
La imagen de sus padres apareció en su cabeza. Tanto que deseaba independizarse de ellos y ahora todo lo quería era darles un gran achuchón. Tenía que intentarlo, por ellos.

- Yo también sigo adelante. -Afirmó, decidida-. La Pastora... podrá darnos más información sobre todo, ¿verdad? -Casi miraba suplicante a Janira. Parecía que se los iban pasando de unos a otros sin decirles exactamente lo que tenían que hacer. Quizás es que ella era demasiado tonta para pensarlo por si misma, pero si la misión era tan importante y tan delicada, no quería meter la pata. La sombra de la Princesa parecía haber ignorado su pregunta sobre la Pastora. Y seguramente habría un motivo, así que buscó en su cabeza y entonces lo recordó. La mujer oso la había nombrado anteriormente, aunque sin mucho detalle tampoco-. Estaba en el mismo Bosque, en el corazón de este ¿verdad?

Astiento ante la idea de Morven.
La música amansa a las fieras ¿No? Pues Ella es sin duda la fiera más peligrosa ahora mismo. Así que primero hago un gesto, levantando un poco ambos brazos, llamando a la calma¹, y luego busco mi laud, me lo saco con calma y acaricio uno o dos acordes para intentar calmar la noche

— Mi buena señora — le digo a Ella — Ha venido en son de paz. No seamos aqui como nobles petulantes que quieren cortar cabezas por hacer una reverencia demasiado grande o demasiado pequeña. Que somos mejores que ellos.

Y acompaño esto, y los acordes, con una imitación exagerada de un noble pomposo.
Creo que nuestros dioses crearon a los nobles pomposos para que nos riesemos de ellos, la verdad.

— Y respecto a usted, mi señora Janira, yo ya he dicho que quiero llegar al final de esto. Si dice lo cierto, tanto si fracasamos como si abandonamos estamos condenados asi que ¿Por que no tratar de tomar el destino en nuestras manos? Si, creo que es lo mejor.
> Dicho sea esto, que parece que al menos ya somos tres (Y medio, contando con la pequeña Lakara) ¿Que nos puede decir del bosque? Yo conozco algunas historias y leyendas, pero no se si son ciertas. Como la del castigo del leñador, o el rio del agua de la vida...

Caigo en la cuenta de que este rio puede ser una historia que le interese a Lakara. Al fin y al cabo: Agua Mágica contra Fuego Mágico

Una sonrisa feroz asomó en los labios de la muchacha cuando Janira dijo aquello de las amenazas y acusaciones, una sonrisa que destilaba un profundo desprecio. Tampoco había odio en su mirada, pero sí un profundo desprecio y la desconfianza propia del que se cruza con una alimaña ponzoñosa. No le sorprendió su respuesta y, por el contrario, la esperaba como si aquello confirmara lo que pensaba.

Lo que sí le sorprendió fue la reacción de los demás, y por varias razones. 

Ella volteó la mirada al enano e iba a replicar a sus palabras con una única pregunta, pero entonces se acercó Erik. Su actitud, la forma en que se dirigió a ella, el brazo en su hombro, sus palabras. La muchacha parpadeó ligeramente confundida. ¿En verdad creía que aquella mujer necesitaba un arma? ¿En verdad creía que traía la paz? No necesitaba un arma ni necesitaba amenazas, pero a su paso sembraba la muerte. Sus solas palabras eran una condena, y Ella no estaba dispuesta a condenarse. ¿Y nada sabía de los muertos? No le creía; y de creerle la quería lejos, muy lejos. 

Clavó la mirada en la mano que Erik había apoyado en su hombro, luego en sus ojos.

—Me dirían que habría deshonor en escuchar sus palabras. Hay ponzoña que sabe como la miel, pero no por eso deja de ser ponzoña —replicó a la pregunta del muchacho. Y añadió: —Sí crees que yo... O tú, o él... —Señaló al enano. —O cualquiera de los que estamos aquí es un peligro para ella, es que no sabes con quien estás hablando. Ni lo que... —La muchacha se encogió de hombros, resignada. —No lo entenderías, Erik, hablamos distintas lenguas.

Ni Gemnir, ni Morwen, ni Jaskier lo entendían. Lo percibía en sus palabras, en sus miradas. Eran mundos distintos, muy distintos. 

Siempre había percibido la distancia que la separaba de aquella gente, de sus ideas y de sus costumbres como el mismo camino que había recorrido, muchos soles. Casi un mundo. Pero un camino que podía ser recorrido y cuyas distancias se acortarían a cada paso. Pero en aquel momento sintió que lo que lo que la separaba de ellos no era un largo derrotero de vivencias distintas, sino un abismo. Y Ella, en aquel exacto momento, no veía ningún puente que le permitiera sortear aquel abismo. Y carecía de las palabras que conjuraran uno...

Había cuestiones sagradas, valores que su pueblo alzaba por encima de sus propias vidas, creencias profundamente arraigadas en sus corazones que aquella mujer pisoteaba, quizá, porque sencillamente no existían en su mente, no las percibía. O quizá porque sencillamente no le importaba. 

Como cuando un caminante pisa un insecto al andar, pensó.

—Nada cambia: no era mi misión antes; y no lo es ahora. Menos aún si alguien como ella está detrás —dijo, y volteando la mirada hacia Gemnir, Erik, Morwen y Lakara, añadió: —Peleamos juntos y compartimos el mismo pan. Curaron mis heridas. —Miró a Lakara. —Y lo celebro y lo agradezco. Pero no quiero, ni debo, tener nada con ella ni con sus historias. Recogeré mis cosas y me iré —afirmó. 

Antes de que Ella se aleje, Jaskier se acerca y le susurra

— Te he visto luchar sin ningun asomo de duda contra los orcos más descomunales, pero Janira te impone respeto. Si es definitivo que quieres irte ¿Me contarás que es lo que sabes de ella? Puede que vengamos de distintos mundos, pero la tierra y el cielo son el mismo para todos.

Con todo, está clara una cosa: No importa lo poderosa que sea Ella, la Mujer-Oso. A Jaskier no le agrada la idea de que tenga que vagar sola por el Bosque de las Almas.

La melodía de Jaskier definitivamente no había surtido efecto. Aunque estaba segura de que no había sido culpa del bardo. Al fin y al cabo, escuchando las palabras de la mujer oso, no parecía que nada pudiese calmarla. Porque claro, nadie puede comprenderla.

Morwen miró a la mujer oso ya con gesto de mosqueo en la cara. Siempre intentaba ser comprensiva, pero es que ya parecía que se estaba riendo en su cara con esa actitud de mierda cuando lo único que habían hecho había sido intentar entenderla y ayudarla.

- ¿Qué palabras exactamente te parece que suenan como la miel, en las que dijo que el mundo se iría a la mierda si el dios ese se liberaba? -Soltó un bufido-. Nadie quiere pelear contra ella, salvo tú. Por algún motivo que no quieres contarnos. Luego dices que "es que no sabes con quien estás hablando, ni lo que..." ¡NI LO QUE QUÉ! ¡DÍNOSLO TÚ ENTONCES! -Se levantó de golpe, señalándola-. Pero claro, no lo entenderíamos, ¿verdad? Primero te cabreas porque te despierto de tu sueño en el que te estás comunicando con ella. Y ahora te mosqueas porque no te fías de ella. ¿Cómo vamos a entender nada si no te entiendes ni tú misma?

Y el caos cayó sobre ellos en forma de mujer-oso-berrinche. Como forma de caos no estaba mal pero teniendo en cuenta que en aquel momento preferiría estar durmiendo o, si más no, no estar alertando a todos los seres vivos que habitaban a un quilómetro a la redonda, no se podía decir que en aquel momento le viera atractivo a los alaridos de encanto primitivo de la joven del hacha.

Contó hasta cinco, mirando hacia el cielo estrellado mientras Gemnir resolvía seguir con la misión. Añadió otros diez a la cuenta cuando Erik y Morwen trataron de calmar a la joven. El canto de Jaskier como aderezo de la tensa escena añadió otros cuarenta números al contador, mientras que el último berrinche de la mujer-osa sumado a la pérdida de los nervios de Morwen acabó por hacer que emitiera un sonoro y pesado suspiro.

- Lo único que yo entiendo es que los gritos en mitad de la noche no parecen una forma inteligente de sobrevivir a nada, mujer osa - acabó por concluir, chasqueando la lengua -. Y eso va también por los cánticos y cualquiera que haya gritado. Lo de perder la calma no me suena a idea maravillosa en estos instantes. Si cuando curara a alguien perdiera los nervios, no sobrevivirían ni la mitad de las personas a las cuales atiendo...

Ahogó un suspiro, tratando de convencerse de que a lo primero que debía responder no era a Jaskier siendo insultante con ella al contarla como media persona por su estatura cuando él mismo era un enano sin que le correspondiera por raza.

- Por mi parte, todo eso me da igual, mi objetivo sigue siendo la dichosa planta. Rodolphus era un patán así que es bastante posible que todos estemos inclinados a creer a la Sombra precisamente por eso, mujer osa, todos venimos de donde venimos y nosotros tenemos a un Rodolphus como previo, así que... De todos modos, si la Sombra tuviera como objetivo matarnos y tuviera esos super poderes raros que ni siquiera entiendo que dices porque, chica, has dicho mucho en demasiado poco tiempo...en fin, que ya estaríamos muertos. Y si su objetivo fuera resucitar al Dios este raro o lo que sea o liberarlo o darle una galletita, os voy a ser honesta, somos un grupo variopinto de inútiles que no somos capaces de avanzar un día sin discutir. Como opción de liberación de un Dios, damos asco. Y como opción de salvación del mundo, también, pero está claro que algo se agita en el mundo cuando los ataques se están volviendo tan frecuentes así que imagino que algo de verdad en sus palabras, no deja de haber. De todos modos, no entiendo tu razonamiento pero no deja de ser probable que ya me haya perdido con tanta información. Si tu objetivo sigue siendo hablar con la Pastora de Almas y el nuestro también, ¿por qué no seguir juntos y confirmar con la Pastora si lo dicho es, o no es, cierto? - se encogió de hombros, incapaz de comprender la línea de pensamiento paralelo de la raza de las mujeres oso -. Aunque también me gustaría saber por qué la propia princesa no pone más de su parte en todo esto cuando es evidente que el mundo se puede ir al traste.

Si lo que dice la niña-oso le ha sorprendido o le afecta, no lo deja ver. A su modo de ver, parece un berrinche de una niña que se cree mayor y con derecho de lanzar acusaciones infundadas. Tampoco comprende de donde salen todas esas aseveraciones de sus capacidades de matar. No tiene sentido. Mira a Lakara cuando pregunta por la princesa.

-Yokhara no está instruida en el uso de las armas ni la magia. No ha visto tampoco mucho mundo. Pero ese no es el motivo real. Hasta hace unos meses era capaz de escapar del castillo y hacerse pasar por una más, siempre acompañada de un soldado o dos. Pero algo a cambiado y está siendo vigilada muy de cerca. Yokhara está cautiva y solo puede acceder a ciertas zonas del palacio.

No dice el porqué de esa vigilancia ni por qué está cautiva. Esos temas no se deben tratas en lugares como esos.

-En cuanto a tu pregunta - dice mirando a Jaskier -. No estoy segura de lo que encontraréis en el interior. El Bosque cambia con el tiempo y con la voluntad de su Diosa. Pero no debéis preocuparos. Si decidís entrar, primero tendréis que pasar la prueba de la Reina de las Hadas. Ella es la única que puede dejaros pasar el límite del Bosque. Ella y la Pastora misma. Si saben que queréis ayudar, no creo que os impidan el paso. 

Me quedo mirando a Janira

— Y... ¿Nos vas a decir cual es la prueba de la diosa y de la pastorcita? Que Lakara y yo nos llevaremos fatal, pero por una vez (y sin que sirva de precedente) estoy de acuerdo con ella conque no parecemos ni de lejos un grupo capaz de salvar nada. Si nos dices de que va la prueba, lo mismo alguno de nosotros hasta la puede superar.

Acaricio mi lira. No para hacer música, sino solo el armazón, como contemplando el instrumento

— Por cierto, escuché una historia una vez sobre el bosque. Que por él fluye un rio. Uno cuyas aguas pueden limpiar cualquier enfermedad, cualquier dolencia y aflicción. La historia contaba como una moza, que tenia una joroba desde nacimiento, consiguió entrar y bañarse. El agua arrastró su joroba como si fuese tierra sobre la piel. Pero cuentan que el espíritu del bosque se enfadó porque se bañase sin permiso, y la maldijo con tener Cara de Caballo.
 

Si, lo recuerdo. La historia de Vanessa CaraCaballo. Pero por una vez quizá esta historia pudiera tener algo de verdad. Algo que le sirviese a la hermana de Lakara. Esa que con ese bigote que se le asoma bajo su naricilla, dentro de poco SI que podrá pasar por enano.

Erik apartó su mano del hombro de Ella. Su gesto parecía más molestarla que apaciguarla. Quizás tuviese buenos motivos para odiar y desconfiar de Janira. Pero concentrada como estaba en su propio dolor y su rabia, no parecía darse cuenta de que no esas razones ellos no podían saberlas si no eran explicadas antes.

-Es verdad, no es tu misión y nunca lo ha sido.-Le dijo a Ella- Nosotros hemos venido aquí por nuestros propios propósitos, tú por los tuyos. Sólo estamos viajando juntos porque, aunque no tuviésemos las mismas razones para ir allí, nuestro destino es el mismo. Sigue siéndolo. Pero si incluso ya nuestra compañía te resulta insoportable, eres libre de hacer el camino por tu propia cuenta. Y si es lo que decides, espero que al menos no haya mala sangre, si volvemos a encontrarnos, y echaré de menos tu compañía. Lo que no podré es entender las razones, puesto que nunca nos las has explicado. Lo que sepas de Janira, o las razones para tu odio con ella, o lo que hayas vivido antes, o a quien has perdido y cómo, nosotros no hemos estado allí. Si tú te vas por tus motivos, por lo que sabes y lo que has vivido, que no soa explicas, nosotros haremos lo que tengamos hacer por los nuestros, en base a lo que sabemos y lo que hemos vivido.-Le dirigió una inclinación de cabeza, y un amago de sonrisa- Aunque me seguiría gustando hacer la última parte del viaje juntos.

Volvió junto al fuego, y se sentó donde había estado antes.

-Creo que soy el último en decir si voy o no. Supongo que no tiene mucho sentido volverme atrás, si ya ha llegado hasta aquí Pero como pregunta Jaskier, ¿qué tendremos que hacer en esa prueba de la Reina de las Hadas?¿Tiene algo que ver con demostrar que tenemos buenas intenciones?

-La verdad es que ella no me conoce. No la he visto nunca, pero está lanzando acusaciones e insultos muy importantes sobre mi persona sin explicar el porqué de su reacción. Pero supongo que es lo que se hace cuando se pretende insultar a una persona y se habla sin saber. Al fin y al cabo, solo es una niña perdida que nunca encontrará lo que busca.

Ve inútil esperar explicación alguna por parte de Ella pues ni Ella la conoce ni nunca se han encontrado antes. Quizá lo tiene merecido por intentar ayudar a un extraño. De todas formas, el daño ya está hecho.

-Me temo que no puedo deciros la prueba. Cada una es diferente, pero supongo que será para descubrir si pretendéis hacer maldades en el bosque.

Se me escapa una sonrisilla

— Bueno, en verdad ya nos ha dado usted una buena pista, madame Janira —    en verdad Jaskier temia que las pruebas fuesen desafios de combates en una arena, o cuestiones imposibles de resolver como hablar en un idioma perdido en el tiempo   — Se trata de ser respetuosos con el bosque, y de no hacer en él nada que no hiciesemos en una posada so pena de enfurecer al posadero ¿Es así?

Si, el juglar es un hombre sencillo, de ideas sencillas. Y precisamente es por eso que a veces salen bien las cosas: Si quitamos lo innecesario, todo se vuelve sencillo y comprensible.

— Pero aun así, necesitariamos: 1.- Ganarnos la simpatía de la Reina de las Hadas. 2.- Conseguir la fruta (o el agua) para la hermana de Lakara. 3.- Evitar que resucite el mal ¿Es así? Y hay una cosa más: Nos dijeron que sólo los muertos saben acerca del bosque... ¿Y usted puede, de alguna forma, hablar con los muertos? ¿Es así?

Asiente a esto último.

-Mi madre era la chamán de mi tribu y comenzó a instruirme desde muy joven. Pero se llevó muchos secretos con ella cuando murió y no me pudo guiar en mi instrucción. Solo sé como hablar con ellos, pero poco más puedo hacer con esto. De todas formas, la magia mundana no surte efecto en el Bosque. Aquellos de vosotros que uséis algún tipo de magia, no podrá usarla en su interior.

— Pues si es así, nos ayudaría si pudiese hablar con el alma de alguno de los que han... muerto... en el bosque...

Sólo entonces me doy cuenta, POR FIN, de por qué Ella tiene tantisimo miedo a esta mujer.
A esta Nigromante.

Gemnir niega imperceptiblemente con la cabeza ante la actitud de Ella. No va a cuestionar sus motivos, la chica oso sabrá por qué ha reaccionado así y por qué de repente quiere abandonar el grupo. Pero aunque el guerrero enano no puede evitar sentir perder a una combatiente tan valiosa, cada uno es dueño de sus pasos y él respetará la voluntad de la joven.

—Bueno... al menos mis habilidades no dependen de la magia —dice ante el último comentario de Janira—. Es un alivio saber que podré seguir confiando en mi brazo y mi martillo cuando entremos en el Bosque. Aunque seguro que no debería bajar la guardia por eso. Un lugar que encierra ese poder tendrá otras formas de ponérmelo difícil...

Cuando Janira habla de su habilidad para comunicarse con los muertos, Gemnir nota una leve punzada de anhelo. ¿Y si...? Pero no, es mejor dejar las cosas como están, y a tranquilos a los que descansan en paz. Además, hay cosas más importantes de las que preocuparse en ese momento.

Janira parecía bastante segura de que la Pastora y la Reina de las hadas les ayudarían, pero Erik no estaba tan convencido. ¿Es que todo el mundo que había entrado lo había hecho con malas intenciones? ¿Era el Bosque tan peligroso por el mal que encerraba, o por los guardianes de ese mal?

-¿Y qué nos pasará si no pasamos esa prueba? Porque, por lo que sabemos, poco vuelven del Bosque. Y los que lo hacen, no vuelven en demasiadas buenas condiciones. Dijiste que no nos impedirían el paso si saben que queremos ayudar. ¿Pero y si no podemos demostrarlo?¿Qué harán con nosotros?

La llama del enfado de Morwen se fue empequeñeciendo según escuchó las palabras de Lakara, apagándose de golpe cuando escuchó como, sin nombrarla, también la incluía en la reprimenda. Suspiró pesadamente y volvió a sentarse.

Siempre intentaba ser comprensiva, pero cuando la gente se ponía a gritar aún cuando se les intentaba explicar las cosas calmadamente, su paciencia se agotaba rápidamente. Era como tenía que hacer las cosas en la taberna. Si alguien se ponía tonto, se iba fuera.

Escuchó las palabras del resto y se mantuvo callada (aunque no pudo evitar abrir los ojos con gran curiosidad al escuchar los poderes de la nueva acompañante), esperando a ver qué tenía que decir Janira sobre la última pregunta de Erik.
Tenía razón, algo no encajaba ahí. Si tan "fácil" era conseguir entrar y los seres que mandaban dentro del bosque eran buenos... ¿por qué fallaba tanta gente?

Por un momento, parece que Ella se está pensando si quedarse con ellos o no, pero al final ese odio irracional hacia Janira tira más que la nueva "amistad" con los demás. Por eso, sin decir una palabra más, recoge sus cosas precipitadamente y se aleja de ellos.

Mientras tanto, Janira mira a los demás.

-No puedo hablar con aquellos atrapados en el Bosque. Y tampoco sé qué pruebas os pondrán. Deberéis descubrirlo vosotros. Lo siento.