Partida Rol por web

Cham estiró de pronto el brazo y paro el ascensor en la cubierta C, recordó que aunque la bahía era la cubierta D todo el control de arga se realizaba desde la consola de la cubierta C. En esta cubierta se abría un gran espacio hacia la D con una grúa para mover la carga.

El ascensor paró y salieron a una pasarela que bordeaba el hueco sobre la cubierta inferior. La zona estaba iluminada con las luces de mantenimiento ya que los grandes focos se encendían cuando se operaba con la carga; la sala de control quedaba a su derecha. Todo estaba en silencio, abajo el espacio estaba vacío, tal como había indicado la tripulación de la Cronus no había rastro de los vehículos...cosa por otro lado que le venía bien porque habría sitio suficiente para Daisy.

La operación de repliegue de la pasarela finalizó sin problemas. Rye había tardado más o menos lo que esperaba y ahora debía dirigirse hacia la bodega de carga donde le esperaban Davis y la Daisy. Justo en el momento en que la luz que indicaba que la pasarela estaba asegurada sintió el impulso de los motores de la Montero que se ponían en movimiento siguiendo las instrucciones programadas por Davis.

Debía correr si no quería convertirse en átomos espaciales.

Davis llegó al hangar y pulsó el botón para que se conectaran todas las luces, lo normal es que la bodega quedara iluminada sólo con las luces de mantenimiento mientras el resto no fueran necesarias. En ese momento sintió el impulso de los motores de la Montero, Rye debía haber acabado de replegar la pasarela y ésa era la condición para que el piloto automático programado se activara.

—Vamos allá— se dijo así misma al ver las luces de la pasarela. Solo tendría una oportunidad. Cogió aire y empezó a correr. Maldita sea. Nunca antes había sentido el traje tan pesado como ahora. PAM PAM PAM los sonidos de sus pisadas rebotaban, sintió como la pasarela se cernía a un lado pero siguió corriendo hasta que llegó a la bodega de carga entre jadeos. 

Cuando Davis sintió aquel temblor apretó su puño. Era la hora de la verdad.

Se acercó a lo que sería su transporte, revisó el oxígeno^[1] de su trajo y se metió dentro de Daisy. Comenzó a preparar todo. No quería perder ni un segundo durante el despegue cuando Rye llegara. Agarró con fuerza los mandos del vehículo. Era la hora.

- Rye, Daisy y yo estamos listas. ¿Como vas? - Dijo por el comunicador.

- Keyla, Daisy y yo estamos listas. ¿Como vas? - Dijo por el comunicador.

Wilson salió del ascensor apuntando con su escopeta. Se dirigía hacia la sala de control con la intención de encender las luces y ayudar a Cham en lo que fuera necesario¹ mientras lo cubría de un posible ataque. Aquella semioscuridad procedente de las luces de mantenimiento podía ocultar cualquier cosa.

Entonces le pareció ver algo que se movía y empezó a gritar descontroladamente mientras apuntaba hacia allí con su escopeta:

—¡JODER! ¡JODER! ¡JOOOOODEEEEER!— fue lo único que lograba decir en aullidos en la bodega de carga.

—Aquí estoy Davis. Aquí estoy— dijo por el intercomunicador mientras se dirigía al acceso de la Daisy

A través del intercomunicador se podía escuchar la rota y exhausta voz de Cham hablando con alguien entre murmullos. El sonido de un ascensor y la apertura de una esclusa. Luego empezó a hablar:

—Chicas, ya estamos en el hangar. Necesito vuestra confirmación para empezar a mover palancas y tocar botones.

De repente, su transmisión fue interrumpida por un grito de pánico proveniente de no muy lejos, tan desgarrador y fuerte que bien podría ser sacado de una película de terror. El sonido de un objeto cayéndose se escuchó y luego la voz del controlador de carga adquirió un tono más fuerte.

—¡Eh! ¡Cállate, joder! ¡Nos van a escuchar! ¡¿Me estás oyendo?! ¡QUE TE CALLES LA BOCA, AHORA!

Transmisión cortada.

- Estamos en posición, chicas - dijo Miller intentando transmitir calma al grupo.

- Vamos a cuidar del fuerte, y Cham abrirá la compuerta en cuanto deis el aviso. Wilson y yo vigilamos mientras, para no tener sorpresas.

Miró hacia sus dos compañeros, asintiendo con la cabeza para confirmar que estaban preparados.

Davis comenzó a activar los pulsadores. Inició el proceso de comprobaciones varias que tenía cuando escuchó aquella transmisión un escalofrío recorrió su cuerpo, pero las palabras de Vanessa la medio tranquilizaron. Pensó en contestar, preguntar... ya lo haría cuando estuvieran fuera. No era le momento de perder el tiempo y que la nave comenzara su viaje final con ellas dos dentro.

> SOBRECARGA DEL REACTOR DE FISIÓN EN T MENOS 5 MINUTOS y 00 SEGUNDOS

> ABANDONEN LA USCSS MONTERO

- Vamos a la oficina y preparémonos para abrir las compuertas cuando Daisy esté ya fuera, desde allí podremos despresurizar el hangar con seguridad - dijo Miller haciendo cálculos mentales de si cabrían los tres en la pequeña sala.

- Cham, por favor, échale un vistazo a los controles, no quiero darme cuenta a última hora de que no somos capaces de abrirles la puerta.

Cham asintió con la cabeza y se dirigió a la oficina donde se hallaba la consola. Era una pequeña habitación donde todos ellos podrían caber y estar a salvo en caso de que el espacio decidiese tragarlos. El controlador de carga empezó a otear y activar los sistemas para poder dar inicio a la secuencia de apertura del hangar.

Las manos de Davis volaron por el panel de Daisy mientras iba encendiendo los sistemas, haciendo los controles previos y calentando el motor para su pequeña excursión. Estaba absolutamente en su salsa, todo lo que estaba ocurriendo en las pocas horas que llevaban despiertos había disparado su adrenalina y se sentía vigorizada.

Por su parte, Rye corrió por los pasillos de la Montero para llegar al hangar lo antes posible. No podía creer que fueran a dejar reventar el cargamento de Helio-3 que tan arriesgadamente habían transportado y menos aún perder su parte de los bonos. A Weiland-Yutani le iba a importar una mierda quién hubiera hecho saltar por los aires su nave y la valiosa carga. Solo esperaba que toda esa mierda xeno fuera mucho más cara y compensara las pérdidas de todos, su hermano necesitaba el dinero.

Cuando Daisy estuvo preparada, Rye apareció en la puerta del hangar. Corrió hacia la nave axiliar casi sin fuerzas por el esfuerzo y la tensión.

Cham entró en la sala de control seguido de Miller y Wilson. El controlador de carga examinó el panel y comenzó a aptrtar botones que se fueron iluminando. La consola volvió a la vida, parecía que no difería mucho de las actuales a pesar de tener casi un siglo de antigüedad. Sus pensamientos fueron hacia su amiga mientras comenzaba a cancelar los sistemas de seguridad que impedían abrir la bodega en el espacio; Rye seguía en la Montero, esperaba que ella y Davis fueran capaces de salir a tiempo. Tenía que conseguir abrirles la compuerta para que entraran, no estaba seguro de que la nave auxiliar aguantara la explosión de la Montero a tan poca distancia.

Miller observaba a Cham en silencio, no quería ponerle nervioso, pero ella misma era un manojo de nervios. Había mostrado su estado en varias ocasiones, incluso había estado a punto de perder completamente el control. No habían conseguido anular el sistema de autodestrucción y la que podía haber sido su nave estaba a menos de cinco minutos de convertirse en polvo espacial. Todo estaba saliendo mal.

Wilson intentaba tener un ojo sobre Miller pero se descubrió a sí mismo abriendo y cerrando la escopeta para comprobar si tenía munición por cuarta vez desde que llegaron al hangar. Sabía que tendría que dar explicaciones a la compañía por la pérdida de la Montero y las muertes de los efectivos de la Cronus, pero ¡A la mierda! Era él el que se estaba jugando la vida. Abrió la escopeta por quinta vez y giró los cartuchos para que no se encasquillaran.

Las puertas que comunicaban el hangar con el resto de la nave empezaron a cerrarse....