Partida Rol por web

Mientras tanto, Kharis seguía al teléfono. Estaba llamando a su superior jerárquico, en este caso a la Jefa de la División de Homicidios, la agenre Phiachel Thaallasvashj. Era ella quien debía autorizar la orden de búsqueda y captura. Justo en el momento en que la señora Maslowe comenzó a formular preguntas rápidas, Thaallasvashj respondió. 

- Thaallasvashj. - Se escuchó del otro lado del auricular del teléfono.

- Señora Thaallasvashj, soy el agente Daeric. Le llamo en relación al caso de Marie Penwater. Hemos venido a casa de quien tuvo una relación estrecha con la joven fallecida, un menor llamado Jonathan Malowe. Simplemente queríamos preguntarle sobre su relación sobre Marie y si la había visto la noche de autos. Su madre nos atendió con amabilidad y fue a buscar al chico, el cual, para sorpresa de todos, ha salido huyendo.

» Así pues, solicito una orden de busca y captura para el menor Jonathan Malowe por estar relacionado con el asesinato de Marie Penwater. - Le dije a mi superior con seriedad, escuchando la voz de la madre del chico de fondo. - Realmente no se si tiene algo que ver con la muerte de la chica o si huye porque está metido en otros líos, pero está claro que algo oculta. Necesito esa orden y que se mueva por las oficinas locales cuanto antes, señora Thaallasvashj. En el portátil que enviamos como prueba para que los informáticos lo revisen, hay fotos del chico y conversaciones con Marie, necesito que les de prioridad y nos las transcriban cuanto antes.

Esperé la respuesta de mi superiora antes de seguir hablando.

Me levanté como pude, con un buen golpe en la espinilla, y asentí a Kharis cuando me dijo que ni siquiera lo intentara, que llamaríamos para emitir una orden de busca y captura. Me sentía algo frustrada conmigo misma por haber tropezado, pero era solo una nueva prueba de que aún tendría que esperar un poco antes de estar a un nivel de rendimiento, al menos similar al que tenía antes de... bueno, antes.

La pobre mujer, la madre de Maslowe, no parecía saber nada ni entender de que iba todo aquello, así que mientras Kharis, hablaba lo suficientemente alto como para que pudiera escucharle, y temiendo que la mujer pudiese todavía encerrarse más y suponer un problema antes que una ayuda, me acerqué a ella y la arrastré suavemente de regreso hacia el interior de la casa.

-Venga conmigo, por favor, señora Maslowe -le dije, apoyando mi mano sobre su espalda y procurando mostrar algo de empatía por una situación que en cierta manera, volvía a repetirse. Era otra madre viendo como aquello en lo que había puesto tanto tiempo, cariño y esfuerzo, seguramente el principal objeto alrededor del cual giraba su vida, corría riesgo de perderse.

Cuando logré que se sentara en el sofá, me coloqué a su lado y cogí sus manos entre las mías.

-Su hijo salió con la joven Marie Penwater y estamos investigando a todos cuantos la conocían. Quizás su hijo tuvo miedo al vernos llegar, porque vio algo u oyó algo, o simplemente porque pensó que le echaríamos la culpa de su muerte, pero lo cierto es que solo queremos hablar con él para que nos ayude. Es vital que logremos encontrarlo, y desde luego, cuanto antes lo consigamos, será mucho mejor. Huyendo, ahora sí que corre peligro, porque lo perseguirán pensando que tiene algo que ver. Dígame, señora Maslowe. ¿Sabe de algún lugar a donde haya podido ir, o de alguien a quien pudiera acudir en busca de ayuda?

- Pues... pues... no. - Le respondió bastante alterada. - ¿Corre peligro, dice? - Se llevó las manos a la cabeza. - ¡Es mi hijo, joder! ¡Y ahora no se donde está! 

Aquello sin duda le podía resultar familiar a la detective que Maslowe tenía frente a ella. Ahora tenían algo en común, salvo que la desaparición del hijo de Jones había sido hacía mucho más tiempo y para no volver a verle quizás... nunca.

- Podría haber ido con algún amigo. Al campo de entrenamiento... - Meneó la cabeza. - ¡Yo que se! ¡Hay tanto sitios!

Me alejé unos pasos de Jones y de la señora Maslowe puesto que no escuchaba a mi superior hablar. ¿O es que acaso me estaba ignorando? Miré el móvil por si la había puesto en espera sin querer o en silencio, pues esperaba su respuesta.

- ¿Señora Thaallasvashj? ¿Sigue ahí? - Pregunté para volver a mirar el móvil por si no tenía cobertura. - Necesitamos esa orden... si me da un momento le daré el número de identificación del chico... - Me acerqué a Jones unos pasos.

- Necesito el listado que nos dió la policía de Sarns. - Dije tendiendo la mano hacia Jones, quien se ocupaba de la señora Maslowe como podía.

Era complicado aliviar el alma torturada de una madre cuando su hijo desaparecía, de la manera que fuese. Lo sabía demasiado bien. En este caso, era evidente para mí que su sufrimiento era auténtico, no fingido, y que no sabía nada, pero también que su hijo parecía tener más secretos de los que un adolescente debería, más allá de tener revistas y masturbarse cuando estaba solo, o comportarse de una manera diferente cuando estaba con sus amigos, quería decir.

Para mí había quedado cristalino que Jonathan escondía algunas cosas que debían ser descubiertas, no solo por nuestra investigación, sino por el bien de aquella mujer. La sorpresa de encontrar que lo que creías real era un espejismo, era de tal intensidad, que no siempre podíamos soportarlo, pero seguramente, aquella mujer sabía o sospechaba más de lo que ella pensaba.

-Señora Maslowe, no puede perder los nervios. Puede que su hijo la necesite y debe estar preparada para cuando llegue el momento. Cuanto antes lo encontremos, más seguro estará y antes podremos entender por qué ha escapado y qué problemas tiene. Ahora, ¿por qué no lo llama por teléfono? Seguro que se ha llevado su móvil. Debe intentar convencerle de que regrese a casa. Nadie le hará daño. Solo queremos hablar con él.

- Perdone, no le escuchaba. - Se disculpó la jefa. - Bueno, vamos al asunto. ¿Quiere que apruebe una orden de detención sobre el chico sin que nada le involucre todavía en el asunto? - Se hizo una pausa. - Daeric, considero que es usted un buen agente. Confío en su intuición, pero... - Se volvió a hacer el silencio. - Necesito algo más. Redacto un informe judicial y luego ya veremos. ¿Bien? Lo que yo haría sería hablar con la policía local por si lo localizan.

- Bien, si... - Se llevó la mano al bolsillo y sacó su teléfono móvil. - Le llamaré, claro... 

Sus manos se mostraban temblorosas y tuvo que ir atrás un par de veces en la pantalla del móvil, pues no atinaba a darle al icono correcto. Pero tras pocos segundos ya lo tenía y se llevó la mano al oído. Uno, dos, tres tonos. Gladis alzó la mirada, no le respondía. Cuatro, cinco y seis tonos y entonces el contestador.

- No... - Sollozó. - No con... no contesta. - Comenzó a llorar. - Perdón, yo...

Segundos después comenzó a sonar el teléfono de la señora Maslowe. Al ver que se trataba de su hijo, tapó la pantalla con ambas manos.

- ¡Es él! - Les dijo sobresaltada.

La agente Jones le invitó a que lo cogiera y a que pusiera el altavoz. Ella hizo caso.

- ¡Johnny! ¿Dónde estás? - Le preguntó muy alterada.

- ¡Mamá, yo no he hecho nada! - Respondió el chico. -  ¡Es cosa de Peter, joder!

- ¡No sé que has hecho, pero ven ahora mismo!  - Le imploró. - ¡Todo se puede arreglar, hijo!

- ¡Tú no le entiendes joder! - Johnny estaba alterado, dijo algo que no pudo comprenderse y entonces colgó.

- ¿Qué más quiere? Venimos a preguntarle por Marie y salta por la ventana de un primer piso y sale corriendo como alma que lleva el diablo. - Me quejé a mi jefa inútilmente. Sabía que ella necesitaba papeles y pruebas, no intuiciones ni hechos que no pudiese demostrar. - Pero vale... está bien, déjelo... - No sea que se rompa una uña en el proceso. - Ya iremos a hablar con la policía de Sarns cuando tengamos tiempo, hoy tenemos la agenda demasiado ocupada y apretada ya para buscar a alguien que huye porque está asustado porque sabe algo. Quizás mañana demos el aviso, cuando el chico esté a 500 km de aquí porque otra cosa no, pero es de familia pudiente y sin duda en unas horas y con dinero, no volveremos a verle el pelo y quizás su testimonio sea crucial para el caso... - Respondí bastante picajoso a mi jefa. A ella le constaban dos casos, pero llevábamos tres y encima nos ponía trabas en el oficial.

- Menos mal que es un caso oficial, señora Thaallasvashj. No querría ni pensar si se tratase de otra cosa... - Le tiré por el tema de la granja. - ... por donde nos saldría. Gracias por la ayuda. - Me apresuré para colgarla cuanto antes. Si no iba a ayudar era tontería seguir hablando con ella. Colgué al tiempo que la madre desesperada respondía a su hijo.

- Dice que avisemos a la policía de Sarns... que no emitirá orden alguna sin nada más que se sostenga. Lo de siempre... que no se quiere ni mojar ni pillarse los dedos. - Dije pesadumbrado a Jones tras la conversación de madre e hijo. Luego miré a la señora Maslowe. - ¿Quién es ese Peter? - Pregunté. Estaba claro que nos tocaría volver a la oficina de policía, pedir las señas del tal Peter, que dieses aviso para localizar a Jonathan Malowe y seguramente me tendría que ir de camino a la OFI al terminar y Jones prepararse para la cena con el agente de policía y su familia.

Suspiré aliviada al ver que conseguía que aquella pobre mujer se tranquilizara un poco y que sacase su teléfono para llamar al joven. Era un paso, un primer paso para hacer las cosas más fáciles. Sabía lo que debía estar pasando; en aquellos instantes, la mente no parecía funcionar con claridad y los nervios estaban tan a flor de piel, que hacer cualquier cosa, hasta lo más insignificante, costase un enorme esfuerzo, todo el esfuerzo en realidad.

Cuando logró marcar el número me miró, como si estuviese preguntándome cuándo acabaría aquella extraña pesadilla, porque para ella, eso sería exactamente lo que le parecería que era, una simple pesadilla.

Sus sollozos al comprobar que no respondía, amenazaron con transformarse en un nuevo momento de desesperación, cuano de repente, el teléfono volvió a sonar.

Era él.

Asistir a aquel intercambio de palabras que constituían la delgada línea entre poder mirar al futuro con esperanza y perder toda ilusión de tener uno, hizo que mi propio corazón acelerase su ritmo y sintiese una gran opresión en el pecho. Instintivamente, me llevé una mano a la parte izquierda, en donde mi corazón latía demasiado deprisa y demasiado fuerte, pero yo misma me obligué a tranquilizarme, concentrándome en la única palabra que debía importarme, profesionalmente hablando, en aquellos momentos.

Kharis se me adelantó y me obligó a mirarle con cierta irritación al sentir que interrumpía una pequeña conexión que había conseguido con la pobre mujer, pero lo entendía. Por lo que me dijo, parecía que todo estaba en nuestra contra y sin embargo, sentía que estábamos muy cerca de aclarar todo aquello.

-Señora Maslowe. Su hijo tiene miedo, por eso ha huido. Seguramente, tal y como le dije antes, habrá sido testigo de algo que le ha estado atormentando durante mucho tiempo. Díganos, ¿quién es ese Peter? ¿Un amigo, tal vez? Cuando lo encontremos, estoy segura de que podremos entender mejor lo que ocurre y conseguir que su hijo regrese. Necesitamos que nos ayude.

- ¿Peter? - Se preguntó a si misma. - Peter... Peter... - Repitió pensativa. - Como no sea Peter Val-Unduil... - Dijo al fin. - Iban juntos a clase hasta el instituto luego mi niño optó por letras y Peter por ciencias, pero siguen siendo amigos, aunque se ven menos. - Se llevó la mano al mentón. - Pero no me cuadra. Peter ja sido siempre un chico muy formal. Nunca ha tenido problemas con la policía... Nada...

Vi claramente la mirada que me lanzó Jones sin entender bien que pasaba. Creí que querría estar informada de lo que no teníamos: apoyo de los de arriba. A veces no entendía a la jefa... nos dejaba hurmear en el tema de la granja, pero con algo importante salía con evasivas. - Estúpida burocracia.

Ahora no podía sacarme de la cabeza la imagen de Jones con la toalla y la mirada que me habría fulminado en un segundo de no ser porque ella no era maga... o eso esperaba. Aunque los magos de verdad desaparecion hace tanto, que ahora solo formaban parte de los cuentos infantiles, de leyendas y solo habían sido reales para un puñado de locos como yo.

Evité volver a mirar a mi compañera. Desde luego había algo que empezaba a entorpecer nuestra relación y el problema era yo. ¿Por qué sino me hubiese mirado así? Iba a ser un respiro marcharme a la OFI y alejarme de ella para aclarar mi cabeza un poco y esperaba que ella aclarase la suya, si es que tenía algo que aclarar.

En ese momento la madre del fugado nos dio el nombre. Peter Val-Unduil. - Debemos irnos. - Dije serio a Jones, apartando enseguida la mirada. - Entre en casa y cálmese. Seguro que irá a casa de algún amigo a esconderse. - O al menos eso esperaba. Pero si era tan estúpido como para saltar por un primer piso para huir de unas preguntas sobre su ex, a saber en que otros líos se había metido y se acabaría metiendo.

Estúpida adolescencia.

Tras aquellas palabras, me subí al coche y lo arranqué, esperando a que Jones se subiese para ir directos de nuevo a la policía local de Sarns y dar aviso del chico fugado y conseguir la dirección de ese Peter Val-Unduil. Con suerte aún me daría tiempo a verle antes de tener que irme de allí.

Finalmente se despidieron de la señora Maslowe con la férrea promesa de informarle de cualquier novedad con respecto a su hijo. Gladis comentó que haría lo mismo si Jonathan finalmente entraba en razón y regresaba a casa. Daeric y Jones volvieron al vehículo y se desplazaron de nuevo a la oficina de la Policía Local de Sarns. De nuevo estaba allí el agente Erfolg.

- ¿Ustedes otra vez por aquí? - Preguntó. - ¿Qué ha sucedido esta vez? - Sonrió con cierto recochineo.

Teníamos otro nombre del cual tirar, así que estaba convencida de que era solo cuestión de tiempo que descubriésemos al asesino, que apuntaba de una manera muy clara al tal Peter Val-Unduil. 

Antes de irme, intenté dejar un ambiente algo mejor para aquella mujer.

-Bueno, procure no preocuparse. Como ya le he dicho, seguramente su hijo simplemente tenga miedo, pero precisamente por todo lo que sabe es importante que acuda a nosotros. Si ese Peter no es como usted cree, podría crear problemas. 

Lentamente, me levanté,  del sillón sin dejar de mirarla y procuré mostrar unas pecto relajado y sobre todo confiado.

-Confíe en nosotros. Verá como a su hijo no le ocurre nada. Pero si habla con él, por favor, convénzale de que venga a vernos. 

En el coche, guardé silencio durante un tiempo, mientras nos dirigíamos a la comisaría.

-Tiene toda la pinta de que ese Peter actuó como cabeza pensante y Jonathan le siguió el juego. Quizás no se trate nada de más que de un clásico ejemplo de asesino y aprendiz, de dos chicos que escogieron a una muchacha de quien Jonathan estaba harto para descargar su frustración. ¡Pobre Marie!

Cuando llegamos a la comisaría, nos recibieron con la simpatía que empezaba a ser habitual en aquel lugar. Estaba claro que ver a dos oficiales de la OFI no era del agrado de nadie, pero tampoco lo eran los asesinatos. Así que mi respuesta no fue precisamente la que seguramente esperaba.

Di un paso adelante y golpeé la mesa con ambas manos, mientras lo miraba con furia.

-Lo que ha sucedido es que estamos haciendo su trabajo y descubriendo a un asesino mientras gente como usted se dedica a chuparse el dedo. Así que ¿por qué no hace algo útil para variar, como darnos la dirección de Peter Val-Unduil, antes de que quite esa placa y se la haga tragar?

- ¡Oiga! - Rechistó el agente que estaba en puertas. - ¿De que cojones van ustedes? ¿Qué se han pensado? ¡Nosotros colaboramos con ustedes como dice la ley, pero no estamos a su jodido servicio!

En ese momento salió de la habitación contigua un segundo agente con cara de pocos amigos.

-  ¿Qué sucede, quince? - Le preguntó a su compañero por el número de agente.

- ¡Son estos dos tipos, que no se que se creen! - Exclamó ofendido aquel hombre. - ¡Vienen aquí de malos modos, exigiendo colaboración con insultos y amenazas! -  Señaló hacia el techo, donde había una cámara de seguridad. - Sepan que esto ha quedado grabado. No va a quedar así.

- Bueno quince, tranquilo... - Le pidió el otro agente. - Seguro que ha sido un malentendido. - Miró a los dos agentes de la OFI. - ¿No es así, compañeros?

En el trayecto, escuché la teoría de Jones, pero no dije nada, ni asentí ni la descarté. Simplemente guardé silencio. Aquella mala mirada se había grabado a fuego en mi cabeza y ahora no podía quitármela de ella. Al menos ya no la veía con la toalla. - ¡Mierda!¡Ahora sí!

Al llegar a comisaría nos recibió el mismo agente que hacía un rato, solo que se pasó con los modales y la sonrisita le sobró. Iba a recriminárselo de manera calmada cuando Jones estalló como una bomba. Enseguida llegaron refuerfos para calmar la situación.

- Cierto. Es todo un malentendido. Simplemente su compañero no sabe cuales son sus funciones y se ha equivocado por completo con sus palabras e insinuaciones. Querían agentes de la OFI para resolver un asesinato y aquí nos tienen, trabajando en ello y buscando su colaboración. Pero parece que alguno no lo ha entendido aún. - Dije mirando al agente provocador, mientras me colocaba un paso por delante de Jones. No iba a permitir que la alterasen más. Eso sería hacerla tomar su medicación delante de ellos y sería perjudicial para ella.

Mi voz era calmada y templada. Buscando calmar los ánimos pero evidentemente queriendo dejar al agente en mal lugar. - Si cada vez que alguien viene a solicitar algo a esta oficina y se le trata como este agente nos ha tratado, es normal que la gente se enfade y altere. Dicho esto, me gustaría hablar con su jefa si está. Quisiera poner una queja formal contra el agente... - Le miré a los ojos, esperando a que dijese su nombre, si es que se atrevía. - Aunque claro, una disculpa y no volver a comportarse así será suficiente para no manchar su expediente por parte de un agente de la OFI. - Dejé caer.

Luego miré al hombre que había asomado para poner paz. - Necesitamos una nueva dirección de un sospechoso y poner un aviso de búsqueda en la zona sobre otro, el cual ha huído y está en paradero desconocido antes de que pudiésemos hablar con él. Ya sabe, quien huye de la policía o en este caso de agentes especiales, es que algo esconde... y debemos dar con él. Para eso necesitamos su colaboración. Así pues, necesitamos a alguien dispuesto a colaborar y que pueda autorizar esa orden. Además, se trata de un menor fugado de casa. Se puede cursar perfectamente. - Añadí sin reparo alguno, tratando de que Jones no participase en aquello que se había montado en un momento.

- ¿Qué no de cuáles son mis funciones? - El agente Erflog casi de subió sobre la barra de la recepción cabreado como estaba. - ¡Oiga, suela que venido aquí diciéndome que me chupo el dedo y que me va a arrancar la placa y hacérmela comer es su compañera! - Le recriminó realmente enfadado. - ¡Ella tiene que ser la que pida disculpas! - Agarró el distintivo que portaba en su camisa donde se podía apreciar su número de agente. - Agente 30015. ¡Pongan la queja que quieran! Y ahora denme sus números, que yo haré lo propio.