Partida Rol por web

La tramoya tomó a Vitale de sorpresa, que no pudo evitar mirar a Stuard. Sin embargo, esbozó una amable sonrisa para seguirle el juego rápidamente, y se dirigió a Xima con una ligera inclinación de cabeza. -Tanto piacere madame Xima- dijo. -Me han hablado bien de usted, y no dudo de que nos podrá ayudar- comentó, mientras se quitaba el abrigo. -¿Le molesta si nos ponemos cómodos?-

-Al contrario, precisamente para  eso los he traido hasta aqui.- responde la ancianaquien evidentemente sabe hacer su negocio. Estàis en un saloncito pobremente iluminado por una làmpara depiemetàlica quehay e un rincòn y una fosforescencia verdosa que salìa de una bola de cristal que habìa sobre una mesita, las paredes estàn cubiertas por pesados tapices de lso que no sois capaces dedistinguir el entramado o los dibujos. Xima se sentò detras de la mesa, frente a la bola y sehizo evidente que a vosotros os tocaba ocupar los dos silloncitos que habìa al frente.

El sudor en la frente de Armando pudo haberlo delatado en una noche helada como aquella, pero la vieja Xima parecía ser poco observadora, algo ciega incluso. El italiano asintió con una sonrisa nerviosa y temblorosa, esperando el momento en el que los reconociera y diera la alarma fatal. Pero la mujer parecía confiar, aunque si eso era porque no sabía lo que le esperaba o porque les tenía una sorpresa preparada, Vitale no lo sabía, aunque temía lo peor.

Le siguió los pasos a la mujer para entrar en la incómoda estancia. Un resplandor verdoso, que daba la sensación de viscosidad, llenaba el cuarto apenas iluminado. Luego de unos vistazos a la habitación, Armando alcanzó a ver los tapices en la pared, que despertaron una extraña sensación en él, además de reavivar el recuerdo de los extraños glifos en la casa que Loxton les había mandando investigar. Entró a paso lento y tomó asiento junto a Stuard en los únicos asientos disponibles en la estancia.

Este ambiente no ayuda demasiado...

-Madame- dijo Vitale, para luego carraspear. -Verá, nuestro problema es algo... inusual- comenzó, echándole un rápido vistazo a su compañero, como pidiéndole aprobación y confianza. -Hemos estado tratando con un tal David Loxton, y quisiéramos que nos responda algunas preguntas de forma pacífica- le espetó, lanzando la bomba de repente. Las sutilezas no eran el fuerte del italiano, que no sólo prefería ir al grano, sino que no tenía la fluidez y la rapidez como para engañar. Sólo esperaba a la reacción de la anciana, y que Stuard considerara sensato apoyarlos con su arma.

-Bueno, ahora toca esperar. Le dijo Martin a su compañero. Dentro de un rato veremos que éxito han tenido ahí dentro. Mientras lo mejor será que no estemos mucho tiempo quietos en un mismo sitio, por si los policías nos ven. Pero tampoco nos alejemos mucho, no sea que las cosas se tuerzan para nuestros amigos.

Marvin se frotó los brazos un poco para darles calor y miró hacia la casa:

-Espero que pronto tengamos algunas pistas más sobre lo que está pasando aquí, hay demasiados puntos turbios y preocupantes en este trabajo y ya va siendo hora de aclararlos, la visita a esa puta vieja nos debería aclarar un par de cosas sobre todo esto.

Se metió la mano en uno de sus bolsillos, y sacó un paquete de cigarros, le ofreció uno a su compañero y luego se encedió otro para él, le dió una larga calada, y el humo se dispersó en el aire frío al salir de sus pulmones.

Al oir la palabra "Loxton" podeis ver comolaexpresiòn de Xima cambia. Durate escasos segundos deja deparecer una vieja indefensa y en su cara podeis leer determinaciòn, miedoy mucha astucia, peroestoapenas duraeltiempominimoparaqueospodais dar cuenta y en cuanto parpadeais Ximaya ha retornadoa su expresiòn habitual mientras os dice co un dejenervioso que hace temblar ligeramente su voz:

-¿Davod Loxton?¿Y ese quien es? Para hacer averiguaciones de ese tipo estan la policia o los detectives, señores. Creo que se han equivocado-

y dicho esto se levanta como para indicaros la salida

Monty cogio el cigarrillo que le ofrecio su compañero Marvin y le dio una profunda calada, el humo recorriendo sus pulmones le hacia sentir una extraña calidez contrarrestando el fro que hacia en la calle.

Espero que destapemos pronto todo esto -dijo Monty- La verdad es que este asunto cada vez me esta poniendo mas y mas nervioso.

Dijo mientras aspiraba otra calada del cigarro y la degustaba cerrando los ojos.

Las personas actúan de maneras diversas, a veces obvias, a veces sutiles. Vitale, que había sido un vendedor toda su vida, estaba acostumbrado a observar esos pequeños detalles en las facciones y las actitudes de la gente. Por eso, la astucia y la firmeza en el rostro de Xima, que habían pasado por su semblante para irse rápidas como un relámpago, no pasaron desapercibidas para el italiano. Él esbozó una sonrisa de satisfacción al haber descubierto la artimaña, mientras que la anciana imitaba a un gato asustado con pericia, pero inútilmente.

-Madame, no estamos aquí para divagare. Sólo le pedimos honestidad, ya que estamos en una situación incómoda. Verá, somo hombres desesperados, y la gente en nuestra posición hace toda clase de locuras para salir bien parados. Nosotros no queremos llegar a tal extremo. Por eso, ¿qué tal si nos cuenta lo que sabe y tal vez más sobre el señor Loxton, ¿bene?-

El tono apaciguador de Vitale, que tanto había practicado con los años y gracias a clientes tercos y orgullosos, era de gran ayuda en la conversación. No obstante, a pesar de la confianza que Armando se obligaba a tenerse, tocó la rodilla de Stuard con la suya, en señal de alerta.

-¿Loxton? Yo no se nada de Loxton. Solo que es u hombre rico e influyente on el que no hay que meterse.- responde Xima de pie en la puerta de saluda del cuarto, sin moverse hacia dentro ni hacia afuera,

Vitale, con los añlos de tratar clientes y personas de toda clase, inmediatamente nota que lo que Xima tiene es miedo... cada  vez que mecionan a Loxton se nota en ella una mezcla de miedo y recelo casi a partes iguales,

-Por favor, tome asiento Madame. ¿Dónde están sus modales?- le regañó Vitale, sintiéndose como en una película de gangsters, donde reinan las sutilezas pronunciadas. Él se había saltado la parte de las sutilezas, y su último comentario le pareció fuera de lugar. Serietá Armando, serietá.

-Muy bien, abordemos el tema desde otro ángulo- dijo, echándole otro fugaz vistazo a Stuard. -¿Qué puede decirme de la casa en el número 157 de la calle Peabody?-

Vitale escrutaba el rostro de la anciana hasta el cansancio de sus ojos. Cualquier movimiento que hiciera, no importaba cuan mínimo, el hombre estaba seguro de poder detectarlo y actuar en consecuencia. Mientras tanto, mantenía un tono amable y una ligera sonrisa, que asomaba para decir "soy un buen hombre, puede confiar en mí".

-¿Como?. preguto Xima -¿Quienes sois vosotros?-

No hacia falta estar entrenado y ni siquiera ser muy observador para notar que la sola mencion de la casa habia disparado alguna especie de alarma dentro de la anciana, Evidentemente trataba de ganar tiempo, aunque no estais seguros de para que.

-Eventualmente tendrá que cantare- dijo Vitale, apurando a la anciana a contestar sus preguntas. Obviamente la mujer pretendía atrasarlos, pero él no lograba dilucidar para qué. Tal vez con la esperanza de que, por algún milagro, intervinieran los policías en el exterior. ¿O es que esperaba a alguien involucrado en aquel meollo?

-¿Está aguardando a alguien Madame?- inquirió el italiano. No obstante, antes de irse por las ramas, decidió devolver la conversación a donde estaba. -Entonces, ¿qué puede decirnos?-

-Nada, no puedo deciros nada.- respondio Xima sin poder ocultar sus nervios (incluso Vitale pudo notar como le temblaba ligeramente el parpado izquierdo). Y comenzando a andar por el pasillo en direccion a la puerta dijo -No tenemos nada que hablar, es mejor que se vayan.-

Los brazos de Vitale se movieron frenéticos bajo la mesa, tratando de ocultar el hecho de que estaba moliendo las piernas de Stuard a cachetazos de puros nervios, alarmado por la cercanía entre Xima y la puerta de salida. No obstante, su cara mantenía esa expresión despreocupada que tanto le costaba mantener.

-No, Madame. Me temo que no podemos irnos de aquí sin respuestas, ¿capische? Y por favor, aléjese de la puerta. Pretendo tener una conversación totalmente pacífica- afirmó el italiano, haciendo un gesto que invitaba a la anciana a volver a tomar asiento. -Mire, todo lo que queremos es algo de información. Luego nos iremos de aquí como si nada, y nadie sabrá nada sobre esta charla. Tiene mi palabra-

-Evidentemente no lo entiende, no puedo deciros nada ni tengo interes en seguir con esto.- responde Xima clavada en su sitio y on signos evidentes (al meos para Stuard) de panico.

Su mirada forzadamente relajda se encontró con los aterrados ojos de Xima, que denotaban cuan acorralada se sentía. Vitale mantuvo el contacto visual por unos segundos, para luego acercarse a Stuard y susurrarle algo al oído.

-Creo que es el momento de meterle algo más de miedo del que le da Loxton. A menos que puedas hacer uso de tu profesión- masculló el italiano al oído del detective, con notable nerviosismo. Se alejó del mismo para devolver sus ojos a Xima, escrutando su rostro con atención, a la espera de su intento de escape.

Tendrá que hablar en algún momento. No pienso tocarle un pelo a esta mujer, por muy detestable que sea.